A veces, las cosas son incluso como parecen.
En plena serranía madrileña me encuentro cuando esto escribo. Más: potente urbanización, amanecer con globos y Robert Graves impacientándose cada vez más. O eso o alter ego estivalero, pero viene que ni al pelo.
¡Cuidado! Absténganse los incautos que busquen simple entretenimiento o emociones fuertes..., sobre todo si pertenecen al género masculino. Como dije en la reseña de ayer, todo puede ir peor.
Descubrí horrorizado a un par de lesbianas feministas militantes con una inquietante sonrisota circundante a la salida del cine donde vi HARD CANDY. Madre mía, el declive del imperio machista es ya un hecho, sólo quedan por rodar las cabezas del resto de los hombres y como si nada. Preparémonos pues.
No es ésta una película amable, vale, pero creo que se han pasado con la mostaza. Que el tipo al final confiesa un supuesto crimen..., sí, claro, y quién no; sólo hay que ver la hora y pico precedente y uno se hace responsable hasta de la muerte de Kennedy.
Con todo, HARD CANDY (vaya título porno, por cierto) es una buena película porque siempre quieres saber más (siempre el asqueroso voyeur que llevamos dentro), aunque el grado de repugnancia nos sobrepase (vaya por delante que no quiero meter ningún spoiler innecesario), aunque el tipo al que antes queríamos crucificar pase, en menos de media hora, a ser una injusta víctima con la que nos identificamos inmediatamente.
Lo peor es su innegable estética de videoclip (sólo busquen David Slade en Google), aunque la localización es inmejorable y las interpretaciones, aunque la chica esté un poquito sobreactuada, son sobrecogedoras.
Pero el gran acierto del film quizá sea esa frialdad quirúrgica, tan falta de moral, con la que una supuesta venganza pasa a ser simplemente un crimen previa tortura que acciona los mecanismos más fascistoides de una generación que ha crecido al amparo de lo virtual, y que muchas veces es incapaz de sentir (bonita palabra) qué puede significar otro ser humano. Porque no lo olvidemos, lo que se relata en HARD CANDY pasa todos los días, con otro nombre, con otras identificaciones, pero con la misma bajeza infrahumana.
Pase entonces como escalofrío de celuloide, pero en ningún caso como ejemplo doctrinario.
Inocentes saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario