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lunes, 21 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #y 55



Todo lo que empieza, inevitablemente, tiene que acabar, y hoy, más de un año después. se termina el que ha sido el monográfico más largo de este blog. Y eso que sólo ha abarcado aproximadamente un 40% de la producción total de David Wark Griffith, ya que es imposible recuperar la mayoría de sus trabajos, sea por estar desaparecidos o conservados en filmotecas, como si de verdaderos incunables se tratara. El caso es que Griffith se despidió para siempre del cine con su segundo largometraje sonoro, THE STRUGGLE, que a mí me parece una obra maestra absoluta, pero que en su momento fue repudiada por la crítica, hasta el punto de provocar la retirada definitiva del hombre que, antes que nadie, dimensionó el cine hasta el estatus de "séptimo arte". Todo el (a mi juicio discutible) "cine social" palidece ante un film de una honestidad impresionante; cómo enfoca Griffith la caída en desgracia de un alcohólico, cómo pierde a su familia y termina destrozado y arruinado es uno de los ejemplos más estremecedores de dicho cine social mucho antes de que éste fuese identificado como tal. Esta es una película durísima, sin concesiones a la galería, con un mensaje que Griffith había introducido prácticamente desde sus inicios como cineasta, advirtiendo de los peligros de darle a la botella; moralina fácil, dirán algunos, e incluso yo podría estar de acuerdo con dicha observación, pero una cosa es el panfleto y otra muy distinta ponerlo en imágenes, crear una obra audiovisual potente y capaz de establecer lazos temporales con películas de similar vocación. Una vez hecho el recorrido por la inabarcable filmografía de este gigante, servidor ha experimentado una increíble afinidad con los puntos de vista de Griffith, sus constantes y obsesiones, y, como sólo suele ocurrir con los grandes maestros, los que una centuria después siguen siendo objeto de estudio, te das cuenta de cómo los temas son asideros inamovibles, las imágenes hablan aquí y allá, igualmente en tres minutos de 1908 o en tres horas de 1915. El cine de Griffith ha sido mirado siempre con recelo, tachado de anticuado o pretencioso, sin tener en cuenta que sin los pioneros a lo mejor todo habría sido mucho más difícil. No estoy seguro de que fuese un visionario ni un iluminado, sino más bien un estajanovista que no tenía un segundo que perder; un escultor de imágenes que sentó las bases para la representación histórica tanto como para dejar constancia de su propio tiempo, de los hombres y sus miserias, o de sus glorias, tan efímeras. A mí eso me parece que trasciende incluso la propia modernidad, que es un concepto que pasa de moda mil veces...
Rimbaud dijo que hay que ser absolutamente moderno, pero Rimbaud no llegó a pensar que en el espacio nadie puede oír tus gritos... Y el espacio es tan vasto...
Un placer, para mí el primero.
Saludos.

lunes, 14 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #54



... Y en 1930. Griffith rodó con sonido...
Sí, y fue nada menos que para abordar una de las mayores personalidades de la Historia de los Estados Unidos, y uno de los que más admiró el cineasta de Kentucky a lo largo de toda su vida. ABRAHAM LINCOLN fue una pequeña revolución, y no sólo para un director que se intuía ya agotado y con todo dicho. No era así, y este es un film que merece ser reivindicado por diversos motivos, como por ejemplo que Griffith parecía estar rodando en sonoro desde siempre (comparen el uso de la banda sonora con el de cualquier western de ese año); los travellings, desbocados, abarcando incluso planos generales, algo tuvieron que enseñarle a un John Ford que uno ve reflejado en esos ágiles diálogos, encabezados por un inmenso Walter Huston que da una lección de versatilidad. Su "Lincoln" empieza como un joven soñador que pierde a su prometida y que luego contrae matrimonio justo antes de postularse a la presidencia; Griffith no pierde oportunidad de recrear la Guerra de Secesión con sus maravillosos planos abiertos, tanto como de filmar unos esplándidos diálogos entre Lincoln y Grant, la rendición de Lee o la impresionante introducción de Wilkes Booth, además de una increíble escenografía del magnicidio a cargo del ya habitual William Cameron Menzies. Y todo en apenas 90 minutos, tiempo suficiente para el que fue, eso sí, último gran golpe de genio de uno de los primeros genios del séptimo arte.
Saludos.

lunes, 7 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #53



En 1929, Griffith filmó LADY OF THE PAVEMENTS, que confirmaba el poco tiempo que le quedaba en una industria que lo iba dejando rezagado a pasos agigantados. El interés de este recargado dramón reside menos en su previsible guion que en el carisma de sus intérpretes, que sostienen una intriga que se ha hecho mejor en otras ocasiones. Un diplomático alemán (William Boyd) sorprende a su prometida (Jetta Goudal) mientras le es infiel; preso de la ira y con su honor mancillado, le jura que no se casará con ella y que además buscará a su futura esposa en los callejones más bajos. Ella, finalmente, era la mítica Lupe Velez, en uno de esos papeles que le iban perfectos y que servía a Hollywood para ejercer su habitual discurso moralista y de un machismo recalcitrante. Aunque, independientemente de esto, lo que realmente molesta es la rutinaria producción de Joseph Schenck y el escaso brío de un director en sus horas más bajas. No ha pasado a la historia, pero puede verse como una curiosidad al final de una carrera insuperable.
Saludos.

lunes, 29 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #52



Griffith rodó una comedia ligera en 1928 titulada THE BATTLE OF THE SEXES, en la que adelantaba gran parte del consistorio de Hollywood en esta materia para los siguientes treinta años y, de paso, demostraba su versatilidad, adaptándose a casi cualquier género. El resultado, sin ser nada espectacular, sí es eficaz y cumple con su cometido, que no es otro que entretener a la par que instruir moralmente a una sociedad que el viejo maestro consideraba fatalmente casquivana. Para ello contó con una de las primeras blonde fatale del cine, la explosiva Phyllis Haver, que interpretaba a una señorita irresistible y amoral que intenta trajinarse a un señor mayor, casado y con hijos, que curiosamente recayó en el magnífico actor danés Jean Hersholt, que apenas superaba los cuarenta años. El film comienza con un tono decididamente cómico, para concluir flirteando con la tragedia cuando la hija del embelesado descubre lo que ocurre e intenta convencer a su padre del error que está cometiendo. Bastante más plana que otros trabajos similares de Griffith, resulta curioso comprobar, sin embargo, cómo ya en esta última época las imágenes filmadas aún por Billy Bitzer podían demandar incluirse en un primigenio sonoro; porque, incluso en eso, hablamos de genuinos pioneros.
Saludos.

lunes, 22 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #51



DRUMS OF LOVE, de 1928, fue un grave tropiezo en la filmografía de un Griffith ya totalmente incapaz de superar los obstáculos que el sonoro le empezaba a plantear seriamente al cine mudo, que iba arrinconándose involuntariamente hacia la marginalidad. Se trata de un destartalado melodrama de época que narra las vicisitudes de una joven princesa europea en un punto indeterminado de Sudamérica, que se ve obligada a casarse con un duque jorobado para poder mantener su posición social, aunque en realidad está enamorada de su hermano... Sí, por supuesto que entiendo la dificultad de entender una trama incestuosa en el cine clásico, pero no es peor esto como el plomizo ritmo del guion, con interminables escenas entre los tres personajes principales, sin que ninguno aporte ni esclarezca gran cosa. He leído que se trata de una adaptación libre de la ópera de Tchaikovsky, "Francesca da Rimini", pero francamente, he sido incapaz de encontrar una conexión que valide dicha afirmación. Un título muy menor de Griffith, que ha quedado simplemente como una curiosidad en el ocaso de su imponente carrera como director.
Saludos.

lunes, 15 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #50



La película de hoy, sin que sirva de precedente, tiene su miga... A ver que no sé por dónde empezar...
Bueno, primero es que ni siquiera puede considerarse una película de Griffith propiamente dicha, aunque al maestro lo llamó in extremis la United Artists para que salvara, en la medida de lo posible, el desastre iniciado por el inexperto Del Lord, que tenía como bagaje algunos cortos con Billy Bevan y cuyas únicas glorias fueron el serial de "The 3 Stooges" y el fallido intento de recuperación de Buster Keaton en los cincuenta. De hecho, la productora quiso contar antes con la talentosa directora Lois Weber (la primera mujer de la Historia en dirigir un largometraje), pero ésta declinó horrorizada ante el indisimulado racismo de la trama. Y es que TOPSY AND EVA era como el reverso reaccionario de "La cabaña del Tío Tom", un alocado slapstick sobre las "incapacidades" de la pobre Topsy, una esclava que fue comprada por la ama Eva por una mísera moneda. Ni siquiera la aportación final de Griffith salvó a esta discutible cinta del fracaso más absoluto, pese a que sus protagonistas, las hermanas Duncan, llevaban algunos años representándola en Broadway. Y es que ya parecía indiscutible que el mudo tendría que dejar paso al sonoro; hecho éste que en nada justifica el sinsentido que fue trasladar un musical a unas imágenes silentes que, como mucho, han quedado como denuncia viva del racismo que palpitaba en Hollywood en aquellos años.
Saludos.

lunes, 8 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #49



Aun siendo poco conocida, THE SORROWS OF SATAN es una película imprescindible de Griffith, y por diversos aspectos. Esta adaptación de la novela homónima de Marie Corelli es una nueva vuelta de tuerca al mito de Fausto (de hecho, la pospuse intencionadamente), de convicciones ideológicas aún más extremas y audaces, tanto que se topó con la censura americana, que la tuvo semiprohibida durante años... ¡Griffith censurado! Pero es Geoffrey Tempest, el personaje interpretado por Ricardo Cortez es un nauseabundo sátrapa, que vive por y para la acumulación de poder y dinero y que no duda en vender su propia alma, convencido de que ésta le sirve ya de poco. Satán, en este caso, es un diabólico ente, que se presenta ante Tempest como un enigmático aristócrata, el Príncipe Lucio de Rimanez, un carismático Adolphe Menjou, cuyo propósito único es solamente adueñarse de su alma inmortal. Se nota la influencia expresionista del camarógrafo Arthur de Titta, que dota a este film de un aire surreal y enfermizo; rodado casi enteramente en interiores, supuso asimismo la última colaboración entre Griffith y Carol Dempster, justo el año (1926) en el que el rumor de que pronto se harían películas sonoras, por lo que las viejas estrellas del cine mudo estaban, quizá sin saberlo, ante su declive definitivo.
Es una película difícil de encontrar, pero que ha resistido perfectamente el paso del tiempo y que tiene algunas curiosidades de las que les gustan a los aficionados de las anécdotas raras. Por ejemplo, el fotograma que ilustra esta entrada fue el que eligió Bauhaus para la portada de su primer y mítico single, "Bela Lugosi's dead"... Y es que Peter Murphy siempre fue un raro...
Saludos.

lunes, 1 de febrero de 2016

D. W.: El padre del cine #48



SALLY OF THE SAWDUST fue otra de las "perdidas" de Griffith, hasta que hace unos años se encontró una copia en un sorprendente buen estado y se realizó una restauración ampliamente celebrada por cinéfilos de todo el mundo. Se trata de una adaptación de la obra teatral "Poppy", de Dorothy Donnelly, con aquella efímera gran pareja que formaron el incontenible W. C. Fields y una ya consagrada Carol Dempster. La trama se inicia con el largo viaje emprendido por ambos, padre e hija, tras perder el circo que tenían en propiedad por culpa de las deudas contraídas por el padre; "aparentemente" sin rumbo, llegan a una ciudad, donde intentarán establecer y consolidar un nuevo espectáculo en la feria de variedades. Sin embargo, no todo parece casual, ya que el padre busca el patrocinio en particular de un potentado, aunque es repetidamente advertido de que no le hace mucha gracia el mundo del espectáculo. Casi como en una jugarreta del destino, la joven cae rendida ante el hijo del deseado mecenas, ante la desaprobación lógica de los dos progenitores... aunque por dos razones muy distintas.
Pese a un metraje excesivo para la chicha de la historia que se cuenta, SALLY, LA HIJA DEL CIRCO es una película francamente entretenida, capaz de combinar las payasadas de Fields con el talento de Dempster para el drama romántico. Y todo ambientado en el mundo del circo, donde precisamente Griffith explosiona con algunos montajes elegantemente fascinantes. Una de sus imprescindibles, sin lugar a dudas.
Saludos.

lunes, 25 de enero de 2016

D. W.: El padre del cine #47



Hoy voy a hacer una cosa que no debería hacer jamás y que de hecho creo que nunca he hecho, que es escribir sobre una película que no he visto. La razón es simple: la película ya no existe. Y a menos que algún coleccionista loco la haya conseguido salvaguardar durante los ochenta años que han pasado desde su última exhibición, no parece probable que podamos disfrutar de THAT ROYLE GIRL, primera colaboración de Griffith con el superpopular cómico W.C. Fields, y que transfiguró su cine hasta moldearlo en los parámetros del slapstick. Aunque la novela de Edwin Balmer contenía un trasfondo trágico sospechosamente cercano a Dostoievski, ya que gira en torno al director de una orquesta de jazz que se enamora de una joven (cómo no, Carol Dempster) y cuya vida se derrumba tras el extraño asesinato de su ex-esposa, lo que hará recaer todas las sospechas en su figura. Sin embargo, la joven inicia una serie de indagaciones hasta que descubre que un antiguo amante suyo, un gangster llamado Baretta, podría haber sido el verdadero asesino.
Una lástima no poder disfrutar de esta película, primero porque supuso el retorno de Griffith a uno de los grandes estudios (la Paramount), pero también porque intuimos una gozosa mixtura de géneros, que va desde la comedia alocada hasta el cine negro. Uno de los films perdidos más buscados por coleccionistas y cinéfilos de todo el mundo, y del que apenas existen varios fotogramas aislados y, eso sí, numerosa bibliografía de la época, ya que el film obtuvo varios premios, y todo pese a que la crítica de la época no terminó de ver con buenos ojos la "extraña pareja" que formaron Fields y Griffith...
Saludos.

lunes, 18 de enero de 2016

D. W.: El padre del cine #46



En AMERICA, de 1924, Griffith vuelve a dar un ejemplo de cómo fusionar el "gran" relato histórico y el melodrama sin caer en grandilocuencias innecesarias ni relamidas historias de amor. A horcajadas de los primeros años de la recién constituida Norteamérica, el estricto guion de Robert W. Chambers frecuenta los grandes salones, donde discuten los afectos a la Corona Británica y los seguidores de George Washington. Incapaces de ponerse de acuerdo, los frentes bélicos seguirán abiertos hasta la famosa rendición del General Cornwallis. Mientras tanto, el film nos va narrando la complicada historiade amor entre dos jóvenes de familias confrontadas, los Montague y los Holden. Y, sí, es un film tremendamente largo, algo plomizo y repetitivo, pero se sigue aprendiendo muchísimo cine observando las soluciones aportadas por Griffith a los problemas derivados de su ya irreversible bancarrota, lo que le obligaba a reciclar multitud de tomas de otros trabajos suyos y que tuvo como culminación la demanda de Lillian Gish tras ser despedida de los estudios de Griffith, que prefería absolutamente el talento de Carol Dempster a la belleza de la diva. Por contra, es remarcable la gran interpretación de Lionel Barrymore, que volvía a trabajar a las órdenes del director tras toda una década.
Saludos.

lunes, 11 de enero de 2016

D. W.: El padre del cine #45



Ya en 1924, Griffith adoptaba una postura formal cada vez más cercana al expresionismo alemán, sin abandonar nunca su extraordinario rigor en la puesta en escena y con un apego a su cuadrilla habitual de actores y actrices que cohesionaba cada trabajo suyo. La"marca Griffith", incontestable desde casi dos décadas atrás, sonaba como un marchamo de seriedad y calidad, aunque lo más importante (el tiempo lo ha demostrado) fue la delineación de lo que, sólo a partir de entonces, se conoció como "superproducciones". Y eso que Griffith no gozaba ya de presupuestos como los que manejó en INTOLERANCE, pero aún era capaz de poner en pie proyectos complejos como ISN´T LIFE WONDERFUL, que interiorizaba las tremendas vicisitudes de una familia polaca refugiada en la devastada Alemania que intentaba reorganizarse tras la Primera Guerra Mundial. Tratándose de un guion original suyo sorprende que todo el elemento melodramático no esté expuesto innecesariamente, sino que forme parte intrínseca del desarrollo narrativo en un juego de interiores y exteriores de una gran emotividad; mientras el marido sufre una grave enfermedad por las duras condiciones laborales, la mujer lucha por un trozo de pan en interminables colas de racionamiento; con las decisiones extremas de los gobernantes se alimenta inconscientemente la revuelta de una población hastiada de no sentirse dignos. Griffith filma lo que a muchos les podría recordar a Eisenstein; el director soviético reconoció hasta su muerte que era exactamente así... pero al contrario.
Una de las grandes películas menos mencionadas de David Wark Griffith.
Saludos.

lunes, 4 de enero de 2016

D. W.: El padre del cine #44



ORPHANS OF THE STORM unía a las hermanas Gish, Lillian y Dorothy, para representar el papel de dos huérfanas que ni eran huérfanas ni eran hermanas... Y que además es lo de menos en este fastuoso retrato de la gestación de la Revolución Francesa, que Griffith realizó a partir de la novela de d'Ennery y Cormon, o al menos no es tanto motivo central como instrumento ético y estético. Una, Louise, además de ciega es fruto de la indeseada unión de un hombre del pueblo con una marquesa, por lo que es abandonada y recogida por un hombre de buen corazón, que la cría junto a su hija natural, Henriette. Ambas crecen felices hasta la muerte del padre, por lo que quedan desamparadas y separadas; una a merced de los deseos de un aristócrata bastante hijo de puta (el adjetivo no puede ser otro), mientras que la otra es explotada como mendiga, aprovechándose otra ídem de su ceguera. Pero dos horas y media dan para muchas cosas, y Griffith aprovecha para circular con energía e intención alrededor de la decadente clase aristocrática francesa, y de paso presentar al ínclito Robespierre y al reverenciado Danton, que es incesantemente presentado como "el Lincoln francés". Aún con sus grandes altibajos, su inacabable trasiego de personajes y amalgamiento de sucesos históricos, se trata de un film en mi opinión notable, de una fuerza expresiva increíble, que denota a un narrador seguro de su profesión, al tiempo que confirma a Griffith como un incesante inventor de imágenes. No hay más que echar un vistazo a su colosal parte final, ocupada ya por entero por las imágenes de la Revolución, y en la que todos los afluentes apuntados confluyen en un grandioso espectáculo visual, algo que no debía resultar novedoso en un director acostumbrado a las grandes empresas, aunque es cierto que este film es a menudo considerado como la definitiva claudicación de Griffith hacia un cine más recatado, por decirlo de alguna manera.
Yo, por hacerme el interesante nada más, se la hubiese puesto varias veces a Sofia Coppola... Pero no me lo tengan en cuenta...
Saludos.

lunes, 21 de diciembre de 2015

D. W.: El padre del cine #43


En DREAM STREET, de 1921, Griffith exploró (y explotó) las posibilidades de Carol Dempster como no lo había intentado antes. Presentada escuetamente como "un drama cómico", este guion del propio Griffith basado en la novela de Thomas Burke, es un delicioso crisol de géneros, que con la excusa del irresistible sex appeal de su protagonista encontraba las soluciones de perspectiva analizando a sus tres pretendientes. El rufián sin oficio ni beneficio, el joven impetuoso y aventurero o el hombre de pro, que es el único que podría darle una buena vida. Griffith pone las claves para la comedia de enredo clásica hollywoodense y le añade una rebuscada trama policial que incluye a mafiosos orientales y a un misterioso y sombrío tipo con máscara. La fotografía de Hendrik Sartov tiene muchos matices expresionistas, recreando un Londres oscuro y poco amigable, en cuyas calles Griffith filma a Dempster como adelantando a Ingrid Bergman... aunque también parece Katherine Hepburn... o Greta Garbo... Porque hablamos, seguimos hablando de la verdadera construcción de unas identidades que pensábamos que siempre habían estado ahí, pero que sólo se nos han revelado a partir de cierto punto.
Saludos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

D. W.: El padre del cine #42



El último film que comentaremos de 1920 es WAY DOWN EAST, película que remontó económicamente a un depauperado Griffith y le permitió seguir rodando con cierta solvencia y dominio sobre sus siguientes proyectos. Y eso que no fue un film precisamente barato de realizar, ya que exigía trasladar un gigantesco equipo de rodaje a lo largo de cuatro estados, como Nueva York, Vermont, Connecticut y Florida, y sólo la larguísima y mítica secuencia final, rodada en un río helado, supuso un esfuerzo de técnica que no se había visto hasta entonces. La historia se va desarrollando progresivamente y cuenta las dificultades económicas de una familia, cuya hija, desesperada, viaja a Bostón para pedir ayuda a una tía suya que es millonaria, aunque siempre ha renegado de sus parientes pobres. A partir de ahí, el personaje interpretado con convicción por Lillian Gish pasará por unos dientes de sierra brutales, puesto que en principio su bondad y carisma le otorgan una buena posición en la casa de su tía, e incluso conoce a un hombre rico que le promete matrimonio; sin embargo, tras dejarla embarazada la abandona y es ahí cuando empieza su calvario, puesto que es expulsada sin un céntimo, pero esto le hará recapacitar acerca de la hipocresía de la sociedad en la que ha vivido engañada y que no la ha protegido en ningún momento.
Aun en un marco reconociblemente melodramático, Griffith es capaz de enarbolar un discurso feroz contra el irracional puritanismo de su época, ensañado particularmente con las mujeres, que eran ciudadanas de segunda categoría, y es verdad que su discurso desemboca en un innecesario ensalzamiento del matrimonio, pero no era frecuente encontrar en el Hollywood de la época una actitud tan declarada como ésta, y que transporta muchas dudas sobre el tan cacareado conservadurismo de un director que no sólo mostraba su dominio en la técnica, sino también en su rectitud moral.
Como recomendación, y pese a que casi llega a las tres horas de duración, merece la pena aunque sólo sea por el alarde técnico de rodar, con aquellos pesados equipos, sobre las placas heladas que flotan en un río. Y aquello no era ningún efecto digital...
Saludos.

lunes, 7 de diciembre de 2015

D. W.: El padre del cine #41



THE LOVE FLOWER era un arrebatado (y enrevesado) dramón, que comenzaba en una ciudad de Norteamérica y se deslizaba traumáticamente a los (de nuevo) Mares del Sur. Lo que Griffith pone en cuestión en este caso es la insalvable prueba a la que se ve sometida una joven (bellísima, Carol Dempster), que asiste horrorizada al asesinato del amante de su madre a manos de su propio y desesperado padre (que ahí queda eso). Su primera prueba la despacha en una huida express con el progenitor a una remota isla, pero no pasará mucho tiempo hasta que su felicidad se vea quebrada, ya que un par de investigadores les han seguido la pista, aunque les hacen creer que son simples visitantes. Ella, que cae enamorada de uno de ellos, se ve entonces en un dilema aún mayor, pues por un lado no quiere dejar a su padre... pero el corazón manda. Entre postales con palmeras y unas sorprendentes escenas acuáticas (filmadas debajo del agua), Griffith sostiene con su buen pulso una historia no demasiado original, pero que deja muy buen sabor de boca por su complejo trabajo de montaje y por unas interpretaciones magníficas a cargo de los habituales Dempster y Barthelmess, amén del veterano George MacQuarrie, en uno de sus escasos papeles protagonistas.
Saludos.

lunes, 30 de noviembre de 2015

D. W.: El padre del cine #40



THE IDOL DANCER, de 1920, es un curioso giro estético para un Griffith que parecía querer adelantarlo todo, que no se le escapara ningún ámbito ni posibilidad; para ello, recreó en Florida una remota isla de los Mares del Sur donde el reverendo local intenta llevar "por el buen camino" a aquellos indomables salvajes, que preferían pasar el tiempo tumbados al sol y durmiendo siestas al arrullo de las olas. La tranquilidad del lugar se ve alterada por un involuntario e imposible triángulo amoroso, ya que el sobrino del reverendo se enamora de una joven bailarina nativa al mismo tiempo que un aventurero que ha llegado a la isla habiéndolo perdido todo y renegando de cualquier signo religioso. A partir de ahí, se desatan las intrigas, entra en escena un malvado esclavista y Griffith lleva la película por los derroteros de la aventura sin complejos, haciendo que los protagonistas olviden sus diferencias para enfrentar a quien sólo busca hacerse con el control de la comunidad. No es de las mejores películas de ese año, es cierto, pero se pueden encontrar imágenes tan sugerentes como la de Clarine Seymour desplegando sus encantos en una danza pagana, o la minuciosa descripción del poblado y sus costumbres, muy en la línea de lo que John Ford ensayaría un poco más tarde en LA TABERNA DEL IRLANDÉS. Curiosa sí que lo es, desde luego.
Saludos.

lunes, 23 de noviembre de 2015

D. W.: El padre del cine #39



Vamos a clausurar el prolífico año de 1919 para Griffith con una película que, aunque parezca traída por los pelos, a mí me parece de lo más significativa en estos tiempos tan raros que nos han tocado vivir. BROKEN BLOSSOMS era la típica historia de la joven que trataba de salir adelante en un ambiente complicado, y que en este caso eran los bajos fondos londinenses. Lillian Gish, en un papel hecho a su medida, sobrevivía como podía a la brutalidad de su padre, boxeador y alcohólico (eran los años 10...). Sin embargo, la originalidad del guion, firmado por el propio Griffith, reside en su montaje paralelo, en el que se nos va introduciendo en la vida de un chino budista que rechaza todo signo de violencia y determina que su vida ha de ser dedicada a la conversión y salvación de quienes sufren o practican actos violentos. Este singular personaje acaba confluyendo, cómo no, en el suburbio londinense de Limehouse, decidido a terminar con el suplicio de la joven, aunque ésta, por desconocimiento, lo toma como todo lo contrario, una especie de exótico "violador" de jóvenes virginales. Así, el dominio narrativo de Griffith obtiene aquí una nueva prueba de superación, combinando los flashbacks del noble chino junto a su maestro, los de la joven intentando no olvidar los consejos de unas prostitutas, e incluso los del malogrado boxeador, empeñado en recordar que una vez le ganó un combate a otro boxeador aún más olvidado que él. Obviando las muchas escenas que se centran en su totalidad en explotar las miradas entre Gish y Barthelmess, BROKEN BLOSSOMS es un prodigio de sintaxis y de expresividad del mínimo recurso, una nueva prueba de que el cine, en aquellos momentos decisivos, iba no sólo construyéndose, sino afirmándose como expresión artística.
Saludos.

lunes, 16 de noviembre de 2015

D. W.: El padre del cine #38



Aún me dura el estupor. No sé, creo que algo está funcionando muy mal en este planeta y nadie asume responsabilidades, sino que todos blindan su discurso echándole la culpa al de enfrente, y así, francamente, no se puede. No tengo muchas ganas de escribir hoy, pero voy a hacerlo, por ustedes, por mí, por los gabachos, que se merecen todo nuestro apoyo... Pero yo sigo sin ver a esas miríadas de musulmanes compungidos manifestando su dolor y repulsa por las calles. Aquí ya lo hemos hecho masivamente contra la guerra de Irak, y así es hasta el día de hoy...
Escuetamente, THE GIRL WHO STAYED AT HOME es un típico (típicamente de Griffith) cruce de melodrama arrebatado y épica de tintes bélicos, en el que se nos narra la decidida historia de dos hermanos que se alistan para combatir en el frente francés en la Primera Guerra Mundial. Sí, los americanos ayudaban a los franceses contra los alemanes, como ahora harán contra otros. En medio, una muchacha que se debate entre el amor que siente por ambos hermanos y que espera pacientemente su regreso. No es de las mejores películas de Griffith, aunque tiene escenas de batalla realmente interesantes, con una recreación más que veraz de las trincheras, y además su narración en paralelo le da una complejidad que el director estadounidense llevaba tiempo refinando y abonando en una época que sólo entendía un film "de guerra" si se doblegaba al panfleto. Quedarse en un término medio era un equilibrio más que improbable, y he aquí un buen ejemplo de ello.
Saludos... aunque siempre habrá gente que no los merezca...

lunes, 9 de noviembre de 2015

D. W.: El padre del cine #37



TRUE HEART SUSIE pasa por ser una de las películas más delicadas y deliciosas de David Wark Griffith, un precioso melodrama que empieza con la inocente exposición de un amor juvenil, continúa con un sacrificio en aras de ese mismo amor y termina mostrando la descarnada degradación del matrimonio de conveniencia y el descubrimiento póstumo de que lo que se pensaba como un mérito desorbitado tan sólo es producto de la (traumática) venta de una vaca.
Griffith expone sin ironías el candor de una Lillian Gish que se mueve como pez en el agua encarnando a la enamorada de Robert Harron, que tiene un acusada transformación, de joven despreocupado y con grandes sueños a hombre casado, (des)engañado y que, una vez ha conocido "el secreto" de su éxito, da por fin importancia a aquel imperceptible gesto, verdadero motor de esta historia de contrastes; lo sublime y lo banal mezclados en el crisol de las emociones humanas en un film, insisto, hermoso y sutil, que a mí me recuerda mucho a Rohmer, pero también me parece precursor de aquel Vittorio de Sica que emocionaba en un gesto, una mirada o una palabra... Aquí ni siquiera pronunciadas...
Saludos.

lunes, 2 de noviembre de 2015

D. W.: El padre del cine #36



THE GREATEST QUESTION fue otro de esos dinámicos dramas a los que Griffith imponía su visión moral y estética, una epopeya rural sobre una familia de granjeros que se arruina y, impotentes ante la situación, resuelven contarle la verdad a su hija, que en realidad es adoptada. La muchacha huye desconsolada, con la mala fortuna de caer en las garras de un despiadado granjero, que mantiene en sus tierras un auténtico régimen dictatorial junto a su cruel esposa. Buscada por su prometido, que se crió junto a ella como un hermano, las dos familias se enfrentan en una parte final en la que no faltan las persecuciones acompañadas de disparos. Y aunque parezca traído por los pelos, no podía dejar de pensar en diversos dramas ambientados en el medio rural, cuna de odios ancestrales e inevitables; y muy concretamente pensé en Jeff Nichols y su opera prima, a la que le encuentro muchas correspondencias con este film. Una vez más, Griffith se adelanta y extiende su legado imperceptiblemente...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!