sábado, 26 de julio de 2008

Salvajismo, refinamiento y otras actitudes

Sobre cómo un enorme talento es incapaz de desarrollarse con plenitud y explotar sus diversas facetas podría algún día dar una charla Jonathan Demme. Autor de uno de los iconos imborrables del mejor cine del siglo pasado y poco más. Una vez vista con amplia perspectiva la verdadera repercusión de THE SILENCE OF THE LAMBS, uno ya puede dejar atrás al mito y centrarse en la película. Evidentemente, el peso específico de Hannibal Lecter resulta arduo de esquivar; en no pocos momentos, Hopkins ha recurrido posteriormente a diversos tics de su creación maestra, lo mismo que Demme, sumergido en una estéril búsqueda de sí mismo al margen de su cima creadora (quizá mejor documentalista [especialmente musical {STOP MAKING SENSE; HEART OF GOLD}] que ficcionalista [THE SILENCE OF THE LAMBS no deja de ser una fidelísima adaptación de un best seller]) y ofreciendo la cara más mediocre del stablishment norteamericano más conservador y empachado.
Pero no se puede negar la evidencia, cualquier director daría su cabeza por dirigir algún día un thriller convertido en leyenda. Nos fascina eternamente ver a Clarisse avanzando por ese terrorífico pasillo igual que esa cortina que se abre en PSYCHO. Asistimos embobados al poder ejercido por Lecter incluso bajo confinamiento del mismo modo que Laughton traspasa el mero monólogo en THIS LAND IS MINE. La originalísima superposición de personajes en el tiempo y el espacio fílmico (Buffalo Bill como elemento unificador, que cohesiona eficazmente la trama) como en esa virguería que es TOUCH OF EVIL.
Todo ello (porque lo bueno también debe ser explicado) contribuye a agrandar la mítica aureola de un film que ingresa desde su estreno (los 5 oscars los consiguió ¡un año después del mismo!) en las vitrinas del olimpo de los intocables. Más aún: lo hace mostrando con toda crudeza un relato de horror primario, reservándose esas inigualables gotas de refinamiento casi sibarita para ese amoral artista que es Lecter.
Algún día hablaré de las "continuaciones", pero me niego a admitirlas en el mismo saco. Para mí no son más que pálidos reflejos comerciales de una obra maestra simplemente inimitable.
Saludos y buen provecho.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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