
ACOLYTES vendría a ser un curioso, a veces deslavazado, otras genialmente imprevisible, cruce entre la antes mencionada, el cine de Larry Clark en su vertiente más comedida, algo de Todd Solondz y, si nos ponemos, hasta el Tarantino de las buenas ocasiones. El resultado es una película que nunca puedes atrapar en tu red cinéfila, porque el siguiente paso no es el que esperabas. Hay tres adolescentes que pecan de curiosos, un asesinato del que son testigos, un tipo aparentemente normal que en realidad es un monstruo y hasta un recuerdo de infancia, a lo MYSTIC RIVER, que se torna realidad inesperadamente. Todo eso cabe en menos de hora y media, con un sentido del ritmo que nunca es cansino y con una asombrosa facilidad para resolver los embrollos en los que la historia, por su asumida complejidad, se mete por sí sola. En el otro extremo, cabe reprocharle a su director Jon Hewitt (del que no he visto nada más) creerse en ciertos momentos que todo el monte es orégano (es inverosímil la frialdad que demuestra algún adolescente al enfrentarse al asesino) o algún que otro intangible que bebe de su misma excentricidad; si vemos un poco más allá, ACOLYTES es poco menos que un trasvase retorcido del universo de Tom y Jerry, donde sólo vemos a los animales, y los humanos (padres e hijos, al fin y al cabo) quedan retratados de pantorrilla para abajo, mostrando su intrascendencia para lo que se cuenta. Esto no ayuda mucho a su verosimilitud, pero si nos fijamos sólo en su impecable ejercicio de estilo, puede que ACOLYTES se convierta en uno de esos títulos de culto que sólo vieron unos cuantos y que arrastran una como leyenda tras ella.
Es 100% recomendable, que hoy en día ya es suficiente.
Saludos ocultos.