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miércoles, 14 de abril de 2021

Ensayo y error


 

Este año, aunque puede que me equivoque, la favorita para ganar el oscar en el apartado de habla no inglesa es DRUK, último trabajo del danés Thomas Vinterberg, viejo conocido por estos lares, que intenta reverdecer laureles con esta irregular oda al borrachinismo. Sí, llamémoslo borrachinismo, en tanto que me parece una mirada poco rigurosa al noble arte de beber alcohol, y que apenas logra salvar el buen oficio del responsable de la enorme CELEBRACIÓN, y de un puñado de actores que logran transmitir afecto y camaradería, incluso con un guion tan gélido y desagradecido como éste. Ganará, supongo, por algunas escenas muy bien filmadas, pero no por lo que significan. Es decir, que (sin querer hacer un obvio juego de palabras) el dogmatismo asoma por cada escena, derrumbando cualquier esperanza de sumergirnos en ese lado oscuro del que Vinterberg hace ya mucho que renegó, y que deja este film como un FULL MONTY más pesimista y, evidentemente, de coreografías aún más desarticuladas. Deja una sensación extraña, como un vino peleón que nos han vendido como gran reserva; tiene un ritmo aceptable y momentos de buen cine, pero inmediatamente caes en la cuenta de que el guion parece una regla de manual, y que cualquier motivo valdría para su desarrollo. Esta vez es el alcohol y sus consecuencias, con motivaciones excesivamente estrambóticas y hasta vicarias.
Entonces ves a Mads Mikkelsen rodeado de ostras y champagne, y piensas en aquello de la apropiación indebida. Ustedes saben...
Saludos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La calumnia



De manera inversamente proporcional a lo que le ocurre a Lars von Trier (con el que, recordemos, fundó aquello de Dogma 95), la trayectoria de Thomas Vinterberg ha sido tan oscilante como dubitativa, un poco a medias (y sin definirse) entre la provocación frontal, que quedó de manifiesto en la magistral y mil veces imitada FESTEN, y una rara querencia por la autocensura más ramplona, que es lo único que veo en dos disparates como DEAR WENDY y WHEN A MAN COMES HOME. Estaba claro, por tanto, que el cine del director danés necesitaba, tras casi veinte años de andadura, un giro; si no en lo formal, al menos sí en su argumentario. JAGTEN es una película peligrosa, contiene tantos hallazgos como consciente indulgencia, sabe tocar los puntos fuertes de un guion que casi no omite nada, pero a ratos le falta decisión y le sobran momentos de lucimiento para, un por otra parte espléndido, Mads Mikkelsen, que lleva prácticamente él solo todo el peso de esta función no tan macabra y sí más apegada al folletín lastimero y protocristiano, con sus mártires lacerados por la chusma y todo eso. Sin embargo ¿cabe decir que JAGTEN es una mala película? No por mi parte, al menos. Es una película lo suficientemente sólida como para pasar dos horas muy entretenidas con una historia que a veces nos recuerda lo imbéciles que somos y luego nos abre un punto de luz respecto a la condición humana y la ética como únicos salvavidas contra el fanatismo y papanatismo de quien se niega a escuchar. Sin querer desvelarles mucho, lo que más me chirría es ese guion que se muestra transparente a no poder más para, en apenas un par de escenas, escamotear un detalle que simplemente debía estar ahí, y cuyo sorteo era precisamente el reto de todo buen guionista. Lo mejor, sin duda, el recital de Mikkelsen, un tipo que ha demostrado poder interpretar a cualquier tipo de personaje y salir airoso; y eso, con su físico, es para hacerlo notar.
Saludos.

jueves, 5 de agosto de 2010

La cuchufleta mecánica



Lars von Trier escribe un guión y lo deja en uno de sus cajones secretos. Pasa el tiempo y, inmerso en un mar de dudas sobre la viabilidad del proyecto, decide llamar a su amigo y confidente Thomas Vinterberg. Y supongo que el pensamiento fue el siguiente: "Si se la tiene que pegar alguien que se la pegue él, que será una pérdida menor para la cinefilia culta". En fin, que Vinterberg acepta y los dos daneses se ponen a buscar financiación, porque habrá que poner luces artificiales y eso... Total, que embaucan a productoras de Inglaterra, Francia y Alemania, contratan a Bill Pullman, a Jamie Bell, y al director de fotografía Anthony Dod Mantle, viejo conocido de ambos. Hasta ahí la cosa no parece muy desastrosa, pero vayamos al argumento, a ver qué les parece. DEAR WENDY es la típica historia de perdedores adolescentes que deciden formar una especie de "club del rifle", donde sacan a relucir su pasión por las armas y la alta cultura; un improbable cruce entre EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS y EL CLUB DE LA LUCHA, que ya son demasiados clubes para tan pocos socios. Vinterberg se recrea hasta el paroxismo en los detalles más intrincados: descripción de las armas, cálculo de daños por disparos... Un montón de croquis que son presentados a lo largo de toda la película y que desembocan en una parte final que viene a dar la razón a todos los que dimos cabezadas mientras asistíamos a la enésima estilización de la nada absoluta. Vinterberg (y von Trier, claro) pretende filmar un final en plan western, sólo que no hay quien se crea a esos chavales enfrentándose al sheriff del pueblo por una gilipollez supina; como igual de intrascendentes son las supuestas motivaciones y lemas que el grupo en cuestión va recitando con una solemnidad de cartón piedra, que jamás llega a traspasar la pantalla y emocionar al espectador, como supongo debió prever este improbable tándem.
Así que estamos ante uno de esos films que, aunque sólo fuera por los nombres que presenta, uno no se explica cómo pasó totalmente desapercibida en su estreno, hace cinco años; luego la ves y el misterio queda resuelto en un periquete. El amigo von Trier y sus cajones secretos... qué jodío...
Queridos saludos.

martes, 18 de noviembre de 2008

Puesta de largo

Se dijeron tantísimas tonterías de aquella broma que fue Dogma95 que, al menos a mí, me resulta imposible reírme cuando recuerdo fugazmente la trola que nos quisieron vender como la supuesta y enésima salvación del séptimo arte. Todo el mundo sabe que el cine no lo salva nadie, no le hace falta mientraspodamos seguir disfrutando de Hawks, Bergman, Ford o Fellini. Y punto.
Dicho esto, FESTEN es un peliculón como la copa de un pino. Fue su director, Thomas Vinterberg, quien dio en la clave del asunto mientras rebatía muy acertadamente al gran bromista, que no es otro que Von Trier. Vino a decir que lo del Dogma no tenía ningún sentido si no se radicalizaban las propuestas desde dentro, es decir: lo que se contaba debía ser más descarnado que una nimiedad como usar luz natural o tener la cámara en la mano. No me extraña que este movimiento, pese a haber engañado a una considerable cantidad de gente, fuese fugaz e inane, incapaz de ofrecer historias que se saliesen de lo convencional y sólo avaladas por aquellos estúpidos postulados.
En FESTEN, Vinterberg despelleja literalmente a toda una familia de la alta burguesía danesa que se reúne para "celebrar" el cumpleaños número sesenta del gran patriarca. Ponerme aquí a desvelar las cosas que ocurren a lo largo de dos fatídicos días sería poco adecuado por mi parte, pues precisamente eso es la espina dorsal del film, la concatenación de secretos desvelados por un hijo que no aguanta más la hipocresía con la que el resto de la familia ha ido enterrando en la memoria todo lo que nunca ha interesado que saliera a la luz. Curiosamente, son muchas las voces en Dinamarca las que acusan actualmente a toda una generación de inmovilistas que colaboraron con la invasión nazi sin oponer resistencia y obteniendo a cambio una cierta inmunidad. Podría haber alguna correspondencia entre esta película (la mejor de Dogma95) y lo antes descrito, no lo sé con seguridad, pero hablando de cine, que es de lo que se trata, FESTEN ofrece la versión definitiva de lo que debe ser arriesgar en un trabajo decididamente rompedor y salvajemente premonitorio sobre lo que significa acomodarse e la autocomplacencia.
Saludos celebrados.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!