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viernes, 21 de marzo de 2025

Películas para desengancharse #136


 

Sí, sí, STARSHIP TROOPERS, o la manera más inteligente de gastarse cien millones de presupuesto, que es (a ver si lo consigo explicar) dándole a una multi todo lo que puede esperar para una gran recaudación, pero realzando algo que casi nunca vemos en una gran producción: el carácter descreído de una serie B, que funciona como un agente encubierto, criticando absolutamente todo lo que aparentemente ensalza. Pocos directores como Paul Verhoeven tan cualificados para atreverse con una locura kitsch, interpretada por mobiliario útil como Denise Richards o Casper Van Dien, que parecen estar en una teleserie adolescente, y que no oculta el cartón piedra, haciendo de lo cutre su gran virtud, como la imposible fusión de la imagen real y el cartoon. STARSHIP TROOPERS actúa como una falsa imagen en relieve, y dependiendo de nuestra inclinación veremos una fantasía de acción bastante tontuela, o por el contrario leeremos entre líneas la descarnada azotaina que le da al imperialismo, y más concretamente al norteamericano, exponiendo cada una de sus miserias, con la misma mala baba que el cineasta neerlandés ya exhibió en ROBOCOP, de la que es digna sucesora. Tenemos, por tanto, un blockbuster típico de mediados de los noventa, que con el tiempo (y no hay muchos casos de esto) ha escalado hasta el estatus de film de culto por méritos propios. Y si no, háganse a la idea de que casi treinta años después entusiasma al público cultureta tanto como al que busca simple evasión, y, aleluya, también los irrita a partes iguales. Yo la sigo recomendando con el mismo entusiasmo que en su estreno... y sigo siendo un incomprendido...
Saludos.

martes, 24 de enero de 2017

Gente gato



Hay un elemento esencial en ELLE, la última y estupenda película de Paul Verhoeven, y aunque no lo parezca, enterrado entre las muchas cosas que le ocurren por el camino a Michèle, la protagonista, interpretada por una omnisciente Isabelle Huppert, a mí me parece el genuino "Rosebud" que el director holandés utiliza como apoyo ideológico para dotar de significado y entereza moral a un relato que empuja a la misma moralidad hacia los bordes y se desparrame. Lo más importante en ELLE no es el misterio, a Verhoeven le da igual desvelarlo a mitad de la función, sino hacernos entender por qué cada personaje hace lo que hace, primando la gélida actitud de una mujer a la que parece darle igual lo que le ocurra, a menos que le sea útil para lograr un propósito. Por eso no es de extrañar que el retrato íntimo mute hacia una radiografía, quirúrgicamente certera, acerca de una sociedad que ha terminado por aceptar la monstruosidad como un arpegio cotidiano en su propia sinfonía. Pero no hay rastro de la jocosidad crítica de un Chabrol hacia la burguesía y sus caprichos, sino una sombría desesperanza, como si ya nada pudiera salvar a estos personajes de su propia ruindad excepto la aceptación de su monstruosidad, tanto como de la ajena. Así, es clave el detalle de la indiferente visión felina en el momento de mayor violencia, porque encontraremos esa misma mirada instantes después en la propia víctima, como si sólo pudiésemos procesar el trauma desde una posición correcta: la humillación animal.
Saludos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #17



Todo el mundo sabe que deberían haber inventado un género llamado "The horny M. D. Time", y todo el mundo lo habría entendido y a todo el mundo le hubiese parecido bien. En un momento particularmente significativo de BASIC INSTINCT (posiblemente la punta de lanza de dicho e inventado género), al detective Nick Curran le pregunta una porcelánea Jeanne Tripplehorn cómo le va con las drogas, el alcohol y... su vida sexual. Él le dice que le han salido callos desde que no la ve. A las dos semanas del estreno del film, no son pocos los críticos que, cegados por un entallado vestido blanco, no dudan en señalar este exhibicionista e impúdico film como un deslumbrante cruce entre Hitchcock y Howard Hawks... Raro, raro... Para ser moderno uno debe buscar cierto equilibrio, no enseñar sus cartas y saber de qué habla. INSTINTO BÁSICO es una película tramposa y mal construida, pero tiene un ritmo endiablado y un hambre por contar cosas que a otros títulos más "educados" les falta. Verhoeven, su cine, son así, y a mí me gusta mucho Paul Verhoeven, pero ni creo que éste sea su mejor trabajo, ni me atrevería a enclavarlo en una tradición, la del género negro, que desde Hollywood nos ha dado tantos diamantes, pulidos o en bruto. Y luego está el enganche, tanto por parte de los espectadores que la han mantenido intacta en su imaginario cinéfilo más febril a lo largo de estas dos últimas décadas, como por una incontable manada de directores con menos pulso e ingenio que el holandés, que han intentado sin ningún éxito repetir la fórmula (14 años después, incluso se rodó una infame continuación). Por ello: ¿cine de género disfrutable? Pues claro, por supuestísimo. Mas: ¿obra maestra contemporánea?... Como diría el que dobló a Eddie Murphy: "¿Está de cachondeo?"... Pues eso, que se desenganchen de ella...
Saludos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El irrechazable superpack 3x2



Nos guste o no, y con el veraz filtro del tiempo como aliado, se puede afirmar a estas alturas que a lo mejor el cineasta que más y mejor ha anticipado (y usado en su provecho y el de los espectadores) en qué iba a convertirse el blockbuster, o cine decididamente comercial en sus vertientes ciencia-ficción/aventuras/acción, es el holandés Paul Verhoeven. Porque él lo hizo antes que otros, y más dignamente, y con un sentido del espectáculo absolutamente deudor de aquellas olvidadas superproducciones de los grandes estudios; y lo que es mejor: sabía reírse de sí mismo en el momento justo, que es cuando los mediocres logran alzarse en un tambaleante pedestal. Ahora, Verhoeven está en otras cosas, mirando más a Europa y menos a Hollywood; sufriendo como un principiante para encontrar financiación (¡un tipo que enriqueció en los noventa a rateros como la Carolco o ese pope sospechoso que fue Mario Kassar! [aunque poco después se la cargó con SHOWGIRLS... jejeje...]) y embarcado en proyectos cada vez más personales. Yo me atrevería a poner el pico más alto de Verhoeven (si no en calidad, sí en lo que supuso de consagración) en 1990, año en el que TOTAL RECALL se erigió en la enésima gran promesa salvadora del cine de ciencia-ficción, una especie de continuación de lo que en su momento fueron títulos como ALIEN o BLADE RUNNER. Sin embargo, dejemos algo claro: TOTAL RECALL no es Philip K. Dick propiamente dicho, sino el vehículo perfecto para el bigger, faster & louder yanqui, el superpack definitivo capaz de saciar cualquier alma hambrienta de imágenes impactantes embadurnadas con kilos de palomitas. La película, es verdad, tiene momentos muy entretenidos, y como artefacto de acción funciona; otra cosa es el embolado de realidades alternativas y personalidades suplantadas, porque esta premisa, de las favoritas del autor de "A scanner darkly", no es lo que más le interesaba ni a Verhoeven ni a sus productores, más pendientes de que Don Arnaldo enseñase músculo (de la inenarrable colección de poses y muecas podría escribirse todo un geek-tratado); mientras Rob Bottin regalaba a la galería de efectos especiales todo un muestrario de maquillaje que, aun con diversa fortuna, ha pasado a la posteridad; o los que por aquel entonces éramos poco más que adolescentes, nos quedamos petrificados ante una emergente Sharon Stone salvaje y con mallas... Un clásico casi a duras penas, pese a su irregular reparto, pese a sus momentos de puro cachondeo, pese a lo deslavazado de su argumento, pese a que Jerry Goldsmith le copiase la tonada "canalplusera" a Basil Poledouris; esto eran los noventa, muchachos, y eso que la década no había hecho más que empezar...
Saludos.

martes, 26 de enero de 2010

Un beso con sabor a tripas

Si hay un director al que se le pueda imponer la dudosa etiqueta de "todoterreno", sería, sin duda, Paul Verhoeven; un director de errabunda carrera, con sonoros fracasos cercanos a la más feroz debacle (SHOWGIRLS, HOLLOW MAN); soberbias, legítimas y personalísimas reconstrucciones de los gastados teoremas "de género" (ROBOCOP, STARSHIP TROOPERS); incontestables taquillazos (TOTAL RECALL, BASIC INSTINCT) y hasta experimentos más que cercanos a la nouvelle vague más inflamada (TURKS FRUIT, KEETJIE TIPPEL). Una trayectoria tan ecléctica como inconformista, culminado con su controvertido paso por los estudios norteamericanos y revitalizado con su reciente vuelta a su país de origen, donde anda empeñado en demostrar que el "Gran Cine Europeo" es posible. Y la prueba más patente de esto fue, hace cuatro años, ZWARTBOEK; una magnífica película bélica que es capaz de subvertir las claves del género al mismo tiempo que nos devuelve a un Verhoeven en plena forma, despojado de algunas medias tintas de antaño y convertido en grandísimo director de actores, además de un inigualable retratista de épocas pretéritas, quizá sólo igualado en Europa por Polanski. ZWARTBOEK comienza algo timorata, deseosa de no dejar cabos sueltos para lo que ha de venir después; porque lo que parece sólo un fiel retrato de la enésima andanza contra-nazi, termina por revelarse como un atroz cuento de terror, al tiempo que nos muestra de manera clara la diametral conversión de la joven infiltrada, connivente con el régimen, en expresionista testigo del horror y, finalmente, en involuntaria Juana de Arco. Un estupendo trabajo interpretativo de Carice van Houten, que es capaz de llenar casi por sí sola esta película valiente e inconformista, quizá el reverso lúdico de Haneke o una digna lección de humildad al último Tarantino.
Saludos en negro.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Un salto adelante

Hay un debate en esto del cine que apasiona y divide a los que se toman en serio esto del cine. Y como esto del cine es, ante todo, no sé si entretenimiento, pero al menos evasión de lo cotidiano, pues la polémica está en encontrar el punto justo entre ambas (y necesarias) cosas. Sobre todo porque (yo lo veo así) casi todo está ya dicho, porque los santurrones de alma profética ya pasaron y porque no todo lo que aparece es aparente. Y éste podría ser un buen ejemplo.
He elegido para tal menester ROBOCOP, de Paul Verhoeven, por varias razones. Fue la aplastante puesta de largo del holandés en Hollywood y, en clave de teen entertainment, se saltó todos los preceptos de la censura con un relato ultraviolento y muy crítico con el american way of life en su vertiente más tecnológica. Recuerdo el gran impacto al verla en cine con 14 años (no sé cómo me dejaron entrar), divertido al principio con las persecuciones y demás, porque sabía que luego saldría ese robot tan chulo (incontestable icono del sci-fi) y todo ocurriría como en las pelis de Spielberg... ya me entendéis. Bien, pues la narración se ve interrumpida con la cruel y casi gore "muerte" del policía, más cerca de Abel Ferrara que de George Lucas, anticipando certeramente a Tarantino y sus tiroteos. Luego, Verhoeven se permite dar rienda suelta a su vena humorística, que la tiene, con la famosa transformación, para acabar dando un señor repaso a la especulación y falta de escrúpulos por parte de las multinacionales en su afán por controlar al ciudadano. Todo ello envuelto con unos efectos especiales que ya han pasado a la historia y con un ritmo narrativo que mantiene al espectador pendiente de lo que ocurre en todo momento. He ahí una posible respuesta a los que ningunean a las películas de "acción", metiéndolas a todas en el mismo saco y apostando por un cine más "cerebral"; pero esto último sigo sin entenderlo y, por supuesto, sin compartirlo.
Saludos de un autómata.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!