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domingo, 8 de septiembre de 2019
Rincón del freak #370: Perreo de autor
Uno de los peores males del cine de autor es la certeza adquirida de que "es". Es decir, pretender que existe una especie de clave mágica capaz de solucionar cualquier embrollo en el que un director se pudiese meter, especialmente cuando es notorio y palpable que no tiene nada que contar. En un principio no me sofoco ante las crisis de ideas de "autores" a los que previamente se ha encumbrado, quizá de una forma exagerada, pero reconozco que la decepción es mucho mayor si se trata de un director ante el que hemos caído de hinojos, casi vislumbrando deslumbrantes destellos de maestría fílmica. Es el caso del franco-tunecino Abdellatif Kechiche, ante el que casi no hubo disertación sobre aquella rotunda obra que era LA VIDA DE ADÈLE, por mucho que yo la econtrase un poco dispersa, o innecesariamente alargada. Sea como sea, cuatro años pasaron entre su celebrada Palma de Oro y su siguiente película, la primera parte de un "ambicioso" tríptico, que supuestamente adapta la intrincada obra de François Bégaudeau, aunque de forma muy libérrima. De acuerdo, lo que se atisba en MEKTOUB, MY LOVE es de nuevo esa aprehensión del instante sensorial, por encima de la reflexión o la floritura; lo que yo veo, al menos en esta primera parte (tres horas después) es una clase extendida de reggaeton, con los machos en celo y las hembras perfumando el ambiente con el olor de sus sexos. Y lo digo en serio, por mucho que luego entre con calzador la intrascendente figura de un repartidor de comida árabe que se postula a escritor, o director, o fotógrafo, no se sabe muy bien, porque lo que importa en MEKTOUB, MY LOVE: CANTO UNO es la carne trémula, el ojo pecador y el savoir faire de un grupo de personajes a cual más imbécil, y del que sólo pude extraer una conclusión: no me decidía sobre quién me caía peor.
Como decía al principio, es preocupante un batacazo tan acusado, pero roza lo obsceno dividirlo en tres partes que no bajan de las tres horas cada una, como si nos fuese a cambiar la vida algo tan vano como esto...
Saludos.
lunes, 14 de julio de 2014
Una buena película y un mal reclamo
Abdellatif Kechiche ha sido el Pablo Iglesias de la última temporada cinematográfica, y LA VIE D'ADÈLE, su "Podemos" particular. No es mala cosa; vivimos tiempos de mediocridad aceptada, de lucha pasiva e inútil. Un artefacto de estas dimensiones no sólo sacude el polvo de los gabanes academicortodoxos, sino que, en lugar de buscar excusas pobres y tardías, ofrece soluciones a problemas inmediatos. Es un buen film muy centrado en su propia circunstancia de aprendizaje vital a toda pastilla; no se dejen engañar por sus tres horas de duración, porque esta apócrifa adaptación de la novela gráfica de Julie Maroh es apenas un rápido esbozo sobre la complejidad de la identidad sexual y los márgenes de la confusión en los sentimientos. Un buen film con buenas interpretaciones, un ritmo rápido y un guion que funciona como un reloj y que no se permite un instante de duda sobre cómo quiere contar las cosas. Lo que ya me parece innecesario es el globo que se ha ido hinchando a su alrededor, su reclamo, porque no le hacía falta. Es el mismo problema que con Lars von Trier; cada respiración, cada latido, van dejando de ser naturales al anhelar la llegada de "esa escena", porque estamos en la era de Internet y cualquiera sabe los detalles de una película antes de que se estrene. No sé qué le aporta el exceso de carne gratuita a una historia que, ya digo, va de otra cosa, de no poder ser como uno quiere ser... o como sea que le dejen ser; y no por hablar de lesbianas uno es menos machista, si al final usa los mismos resortes del cine X como, insisto, burdo reclamo. En tres horas, empero, caben muchas cosas, buenas y malas; el montante es mejor que peor, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux desbordan naturalidad y potencia expresiva, y lo que se cuenta nunca es pedante, aunque sí "masculinizado", y es algo que creo que no puede ser de otra manera, mal que le pese a la enfurruñada comunidad de mujeres lesbianas, en su mayoría abominantes de esta intensa película.
Al que no le habría ido mal haber esperado tres años es a Médem...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!