martes, 29 de julio de 2008

Fotografías en movimiento

No debía usar el singular en esta entrada, no se trata de la "fotografía" tal y como la entendemos imbricada en el complejo engranaje de un film, sino de dotar de vida móvil a un puñado de postales en blanco y negro, pues es ese el finísimo hilo que une la ¿extraña? ¿trascendente? ¿incomprensible? historia de un hombre y su soledad, una mujer y su condena, un territorio desolado, amargo, difícil de transitar. Sus motivaciones se nos escapan, su estética nos subyuga, su profundidad nos atomiza y no nos permite husmear más allá de lo que sus imágenes generosamente nos dejan con el moroso cuentagotas de quien explota un hallazgo único, devorador.
Eso es KÁRHOZAT, del húngaro Béla Tarr.
A Tarr pudimos verlo en el bisoñísimo festival de Sevilla, por lo que bisoño no es sinónimo de inculto, o de insensible. Y ese magiar insondable, con un pie en el existencialismo y otro en Tarkovski (a secas) dejó petrificada a una audiencia primero expectante, luego sobrecogida y finalmente entregada. Tal es la pureza visual de su cine; tal su demoledor discurso.
Tarr sabe de lo que habla, y si no sabe es que estamos ante un mago de la imagen. Pero no de la imagen modificada, al menos no más de lo que pueda modificarla la luz, pues parece como si la inmensa mayoría de directores hubiesen olvidado esta faceta del cine y se decantasen por lo virtual, reposado primero para desembocar en una urgencia incomprensible (¿Qué significa la palabra postproducción actualmente? ¿justificación de capital?).
Aunque no lo crean, han pasado veinte años desde que se filmó esta obra maestra. Si la ven ahora, no sabrían ubicarla en el tiempo, porque no es cine viejo, ni nuevo. Acaso una puerta abierta en la que debiesen mirar más directores. Futuro vivo de un arte que sólo en contadísimas ocasiones merece tal apelativo.
Yo no me atrevería a morirme sin haber visto algo de este genio.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!