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viernes, 20 de diciembre de 2013
Cine en crisis #6
Lo primero que uno se pregunta al ver WATERWORLD es en qué diablos se gastaron "los kevin's" la pasta. No puede ser que todo se lo llevara el escombrero con piscina interior que nos cuelan como asombrosa ciudadela flotante. Menos el Clipper eólico del protagonista... ¿Alquilar un petrolero abandonado y cien zodiacs?... Pues si en eso se va el presupuesto de la película más cara de la puñetera historia del cine (hasta 1995)... ¡Ah, no! Esperen, porque el malo era Dennis Hopper, así que ahora lo entiendo todo... Bueno, supongo que todos ustedes han visto esta demencial "superproducción postapocalíptica" ambientada en un planeta Tierra sin eso mismo, sin tierra, y cuya vibrante acción gira en torno a un tipo con agallas (literal) que malvive sacando tierra del fondo oceánico y vendiéndola en atolones artificiales como si de oro puro se tratase. Todo se complica cuando encuentra una niña con un mapa tatuado en la espalda, que supuestamente indica la dirección hacia la única tierra en este mundo sumergido. Luego vienen los malos, y hay tiros y saltos a lo Fairbanks y mucho ruido... pero pocas nueces. Finalmente, es lo mismo de siempre: una película que nos venden como el summum de la diversión y/o evasión, resulta que es un aburrimiento vacuno de indeleznables proporciones. Ergo: tostón.
Por cierto, mucho mejor la música de Newton Howard para la de la Disney que para ésta. Busquen ambas si no me creen.
Saludos.
lunes, 20 de diciembre de 2010
The Sherwood tales #8
Nótese antes que nada la delicuescente, entregada, anacrónica carita de la ya afortunadamente olvidada M. E. Mastrantonio, quizá la peor Lady Marian de la historia; lo de Kevin Costner era otra historia, pues luego tuvo a Cary Elwes en el lado jocoso y a Russell Crowe en el supuestamente serio... Yo, la verdad, no sé si mi teoría conspiratoria según la cual hace 19 años se inició el imperio del marketing cinematográfico de 0% originalidad se sostiene en absoluto, pero algo de eso debe haber cuando 1991, además de ser el único año capicúa del siglo XX, nos dejó exhaustos con una avalancha llamada ROBIN HOOD: PRINCE OF THIEVES. Nos bombardearon con cientos de anuncios donde veíamos una flecha pegada a una cámara, lo que pretendía ser un efecto especial del copón pero no era más que el causante de náuseas y mareos masivos durante aquel fatídico año. Y, para redondear, salía Morgan Freeman haciendo de improbable árabe que no se creía ni él... Todo un cúmulo de despropósitos almibarados en los vapores de la cancioncilla de marras, la del peor rockero de todos los tiempos. En fin, esta tontada recaudó un potosí y, lo que es peor, abrió los ojos de la industria de par en par con el lema: "guarda un poco del presupuesto e inviértelo todo en publicidad, a lo bestia" o "promociona, que algo queda". De aquí creo que Cameron tomó buena nota para desgracia de los que creíamos que la cosa no iría mucho más allá, lo que tampoco es nada comparado con tener que ver a Robin Hood con la cara de Costner... que yo, francamente, nunca he entendido del todo...
Creo que es la peli sobre este personaje que más ha recaudado, lo que no sé si habla muy bien del marketing de marras o muy mal acerca de aquella generación de principios de los noventa, que fue un caldo de cultivo tan sospechoso para los que cumplimos la mayoría de edad entonces. Así nos fue luego...
Y mañana más de lo mismo...
Saludos del cruzado mágico.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!