lunes, 28 de febrero de 2011

Expresionismo, minimalismo, sobriedad, coraje



Ignoro casi todo acerca de la gala de anoche; sólo me he despertado a buena hora, me he duchado, he desayunado y me he puesto a escribir un poco. Ayer vi WINTER'S BONE, y me parece (de refilón) que su joven (y guapísima) protagonista, Jennifer Lawrence, estaba nominada como mejor actriz. Poco más; pero el film de Debra Granik, una directora que parece tener especial querencia por los huesos (su anterior film se tituló DOWN TO THE BONE), es un pulso al espectador como ya poquitas veces se ve en el cine norteamericano. Primero porque pasa de explicaciones trilladas y chorradas acerca del compañerismo, la amistad, la familia y esas cosas, y va (nunca mejor dicho) al hueso, al alma de una historia sórdida, incluso escatológica, pero con una gran carga emocional. Se nos cuenta la historia de Ree, que tiene 17 años y sueña con alistarse en el ejército, aunque no por los motivos que cualquiera pudiese imaginar; porque Ree vive en una destartalada casa junto a sus dos hermanos pequeños y su madre, que apenas se mueve ni dice palabra. Estamos en la América profunda, en un lugar donde cada uno hace sus reglas y es mejor no preguntar. Ree ha de sacar adelante ella sola a su familia, hasta que recibe la noticia de que su casa va a ser embargada porque su padre (figura mítica que no veremos en pantalla) la puso como fianza y ha desaparecido mientras estaba en libertad condicional. Ree no tendrá más remedio que iniciar una desesperanzadora búsqueda, donde la solidaridad, la brutalidad, la incomprensión y los códigos internos le supondrán una especie de "camino iniciático" que la harán comprender en qué se basa la realidad que la rodea; una realidad que la golpea a ella y a nosotros, que no esperábamos un film tan bien contado, interpretado y, sobre todo, planificado. Destacables son, desde luego, las sublimes interpretaciones de John Hawkes y Dale Dickey, que se comen la pantalla cada vez que aparecen y que suponen dos de los puntos más oscuros de esta fábula sin moraleja que me recordó por momentos a THE NIGHT OF THE HUNTER (sí, otra más) y a la compleja sencillez de FARGO, aunque con un carácter infinitamente más hierático. Recomendabilísima en cualquier caso.
Saludos despidiendo al invierno.

Last snowstorm of the year

domingo, 27 de febrero de 2011

Rincón del freak #16: Del curioso efecto según el que una denuncia se convierte en chanza o digan cine español



El asunto no admite derivas: tener o no tener; o querer tener, o ser consciente de lo que se tiene. Pero primero debe estar el cine, y al cine hay que tenerle un respeto, aunque sea mínimo; y si una película es una basura me da igual de qué hable; pero menos aún lo aguanto si salen los de siempre (que están por todas partes) hablando de los valores sociales y demás chorradas a las que deben sus mediocres carreras y jugosas subvenciones. El penúltimo artefacto de estas características con el que me he topado atiende al imaginativo título de BULLYING, y se trata de poner a unos chavalines sobreactuados (que es lo mismo que no actuar) diciendo paridas y poniendo caras raras; eso sí, como la cosa va del acoso escolar nos tenemos que poner todos muy serios y muy solemnes y creernos el discursito de todos los días del ministro de educación, lavar nuestra adormilada conciencia y vuelta a empezar. Ésta es una película (por llamarla de alguna forma, en serio) de lo más repugnante y rastrero, porque prescinde por completo de contar nada mínimamente interesante y pasa directamente a una sucesión de arquetipos que yo no había visto ni en esas mierdas de series españolas que ponen por las noches. Por aquí pasa el apocado afeminado que se aprieta la carpeta contra el pecho y tiene mucha confianza con su mamá menos para contarle que tiene un problema... ¿?; el macarra con cara de gilipollas y que es así porque el padre se emborracha y le pega, así que se tiene que desahogar con el de antes; la chica que prefiere quedarse con el interior y desdeña a sus frívolas amigas, así que prefiere flirtear con el apocado afeminado (que no se sabe si es gay o no, que ya es difícil) antes que plegarse al macarra; y por último, la estrella de la función: ¡el vecino huraño y de oscuro pasado que se emborracha y fuma como un carretero pero da unas lecciones morales en forma de frases lapidarias de la hostia, y encima tiene el careto de Carlos Fuentes, que no es el escritor mexicano sino un actor del que nunca más se supo!... Creo que no hay un arquetipo que supere a ese, aunque en esta cosa los hay a porrillo; les invito a que descubran cuántos arquetipos caben en hora y media subvencionada por un gobierno al que no le importa si los chavales saben leer y escribir mientras no se partan la cara... En resumidas cuentas: terroríficamente mala.
Saludos acosados.

Sexual harassment in the work place

Excursión al mal



A lo largo de este blog he tenido la oportunidad de despacharme a gusto con Michael Winterbottom, uno de los directores de cine más pedantes e insufribles que me he podido encontrar en muchos años. Un director que parece querer decirte en cada fotograma que eres afortunado de estar viendo una película suya y no cualquier otra vulgaridad... Es así desde el punto de vista de cómo un supuesto autor es incapaz de respetar sus propias imágenes, como si un fotógrafo no pudiese reprimir el deseo de aparecer detrás de sus retratados. Y vi THE KILLER INSIDE ME, que ya se había hecho en los setenta y que es una acojonante novela de Jim Thompson, así que dos puntos menos para el superego del británico; con la suerte, para variar, de que por fin le ha dado por tener a sus órdenes a un actor como la copa de un pino, que ya está dando que hablar demasiado y que me atrevo a pronosticarle un futuro imparable. Y es que Casey Affleck es el 99% de todo lo bueno de un thriller ultraviolento, filmado con gusto y con pocos mareos de cámara (eso está en el haber de MW) y que falla en lo de casi siempre: le cuesta una enormidad mantener el interés a lo largo de un metraje con demasiados picos de emoción. Hay material de sobra para que todas las clavijas encajen a la perfección, pero inexplicablemente pasamos de estar pegados a la pantalla a dar dos o tres bostezos, sobre todo en lo referente a la explicación del brutal comportamiento de Lou Ford, un psicópata con placa de policía y cuyo magnetismo para el sexo contrario no termina de convencerme teniendo en cuenta "lo bien" que trataba a las damas. Affleck se basta para acaparar todo lo que de bueno tiene esta irregular cinta, especialmente en su brillante arranque, donde aún no sabemos nada sobre sus oscuras motivaciones y los detalles van cayendo a golpe de guión, algo que es puro desquiciamiento en un final en el que se mira demasiado el reloj. Sí, efectivamente, se trata de una película de Winterbottom que no voy a destrozar, que incluso me parece que tiene momentos realmente logrados; esto no es poco, y espero que siga por este nuevo e insólito camino... pero permítanme que lo dude...
Saludos bajo los píxeles.

I've got u under my skin

Viejos amigos



Una de las cosas que más me han gustado siempre del cine de John Frankenheimer es su concisión a la hora de poner imágenes al género más rabioso y descarnado; incluso partiendo de guiones más o menos descabellados, su inmenso talento para esquivar tiempos muertos e insuflar nervio ha logrado salvar lo que en otras manos podía haber sido poco menos que un desastre. Y uno de estos films, aparentemente del montón, de los que suelen salir varias decenas del Hollywood menos decidido, fue REINDEER GAMES, un thriller con héroe inesperado, malos torpones y chica maciza. Para entendernos, Ben Affleck, Gary Sinise y Charlize Theron, que ponen cara a este sólido y trepidante film que empieza de la peor manera, suicidándose con una apuesta suicida que terminará siendo la gran baza de la historia. Affleck sale de la cárcel decidido a enmendar sus pasos, a ello contribuye una chica con la que se ha estado carteando y que, contra cualquier pronóstico, le espera puntualmente al salir, teniendo en cuenta que no se conicían de nada. La chica resulta tener un hermano un poco majara que además tiene una banda de criminales y pretende asaltar un casino; así que Affleck se encuentra de repente en una encrucijada que se irá complicando a medida que va comprendiendo cuáles son las verdaderas intenciones de unos personajes que ocultan (él incluido) mucho más de lo que muestran. Acción trepidante, giros de guión inesperados y un final de auténtico pasmo, son las credenciales de una película que pasa ya de los diez años y que sorprendentemente no tuvo mucha repercusión en su estreno, pero que yo suelo recomendar cuando alguien me dice que está un poco bajo de ánimo y quiere experimentar un subidón de adrenalina; para eso, el cine de género siempre ha sido el mejor de los remedios.
Saludos desde el trineo.

Twilight at Carbon Lake

jueves, 24 de febrero de 2011

Franquicias y aseguradoras



Puede que animado por la reseña de ayer, haya venido a mi memoria un título de aquella factoría inagotable que fue la productora británica Hammer. Evidentemente, las diferencias entre ésta, de marchamo absolutamente reconocible, destinado al disfrute de un amplio espectro de espectadores, y el fallido experimento visual de los hermanos Hughes, apenas comparten puntos comunes, acaso un gusto por lo lúgubre como elemento inevitable del mal que no puede ser controlado y que crece como corrupción de seres y valores en un entorno que nos es familiar sin que mediase contacto, como es lógico.
Y como Freddie Francis es una debilidad personal mía, me acordé de DRACULA HAS RISEN FROM THE GRAVE, que, sin grandes alardes, se aprovechaba esencialmente de un Christopher Lee más animalesco y desatado que de costumbre y un retrato demencial de un pueblo indeterminado que cae bajo las sombras del demonio. Aunque para bizarro y antológico (además de los peinados ye-ye de los actores) me quedo con el despertar de Drácula, a partir de entrar su cadáver en contacto con la sangre de un cura... (¡Juasjuas!); además de toda la parte final, en la que los incautos habituales (uno se habría largado del pueblo desde primera hora...) suben un tortuoso camino hacia la demoníaca morada del príncipe de las tinieblas, que es mentar la bicha y salir pitando...
Yo siempre digo lo mismo de la Hammer, que hay que aparcar lo poco que sabemos de cine y regresar a un estado ideal de niñez; no hacer demasiadas preguntas ni reproches y disfrutar de la candidez y anacronismos típicos de una productora que, ahora que la crisis azota, podría ser un buen ejemplo de planificación y administración de recursos. Rescátenla si pueden.
Saludos colmilleros.

Prince of darkness

miércoles, 23 de febrero de 2011

(In)adaptaciones



El cómic se ha convertido (afortunadamente, bajo mi punto de vista), de un tiempo a esta parte, en la gran esperanza de un Hollywood depauperado en cuanto a originalidad creativa; prácticamente cada año se ve ya invadido de varias propuestas basadas en comics, lo que mantiene el ritmo de la industria de forma constante. El problema suele venir del lado del consumidor habitual de comics, que no se enfrenta igual a estos productos que el espectador profano en el tema, que normalmente desconoce la existencia de la obra original. Independientemente de todo esto, lo cierto es que se han escindido dichas adaptaciones de manera natural entre "superhéroes" y "obras de corte literario"; y como el gran maestro que logró acercar ambas corrientes y hacerlas suyas en base a su enorme talento fue un tal Alan Moore, hoy me he acordado de un film que pudo ser pero se quedó a mitad de camino, quizá por ser demasiado fiel... o quizá no. FROM HELL me gustó, debo aclararlo desde el principio, y no había leído el cómic de Moore y el dibujante Eddie Campbell, tan impactante visualmente como audaz en sus premisas, que intentaban ordenar de alguna manera el caos y la oscuridad que siempre ha acompañado a un mito tan real y fascinante como fue (es) el de Jack el Destripador. Como son varias las películas que han abordado a este enigmático personaje (y además nos conocemos la historia muy bien), me detendré sólo en dos aspectos, la original ambientación, muy fiel al cómic y sus vericuetos cromáticos, y el polémico y controvertido final, que sorprendió a algunos e indignó a otros, aunque uno no sabe si es mejor dejar los misterios (y este lo es bien grande) como tales o darles una nueva vuelta de tuerca, como es el caso. El asesino, como no puede ser de otra forma, se erige en la sombra tras los asesinatos ejecutados con fría precisión; el detective Abberline, que se mueve entre opio, absenta y visiones esotéricas, parece ver más de lo que nos es mostrado, aspecto éste bien conseguido en el cómic pero de exasperante ambigüedad en el film. Depp está correcto (siempre ha dado el tipo en los papeles de época), aunque no me queda claro el rol cuasiprotagónico de la bellísima Heather Graham, no por descabellado, sino por sus idas y venidas a lo largo de un film que en su haber se hace demasiado largo, con más relleno visual (deslumbrante, eso sí) que verdadera chicha argumental; algo que es patente en el cine de los Hughes y que les mantiene, de momento, en el lado comercial y con pocas ganas de salir de él, como atestiguan los excesivos nueve años que se tomaron para estructurar una nadería como fue THE BOOK OF ELI y que su próximo proyecto sea nada menos (y nada más) que la adaptación de otro cómic bien conocido, Akira. Hasta entonces, volver a disfrutar de FROM HELL o descubrirla por primera vez es abrir de nuevo el debate, sea éste consistente o no, acerca de la conveniencia de este filón descubierto por el amigo americano.
Saludos desde el paraíso.

Jack the ripper

martes, 22 de febrero de 2011

Todo lo que usted siempre soñó hacer con su vida y nunca se atrevió



El señor de arriba se llama Daniel Johnston, y si no lo conocen aún simplemente deberían hacerlo. Su estrambótica peripecia vital fue recogida hace algunos años en un documental llamado THE DEVIL AND DANIEL JOHNSTON, para regocijo de sus (cuatro) admiradores y sorpresa de quienes nunca habían oído hablar de este marciano, que era casi todo el mundo. Johnston es el típico caso del chaval con rico mundo interior al que le cuesta empatizar con su entorno y que sueña con enseñar alguna vez sus inquietudes artísticas, en este caso en forma de canciones de una extrema sencillez pero de gran honestidad, canciones que Johnston fue grabando en cassettes que iba regalando a cuanto incauto iba encontrándose por Austin. Esto fue una constante desde finales de los setenta hasta que en 1985 la incipiente MTV le dio la oportunidad a Johnston de salir unos minutos en un programa que buscaba talentos locales, lo que le dio "cierta repercusión" y la firme creencia de que allí había un futuro cantautor. A principios de los noventa, Johnston graba tres discos que nadie compra pero que le forjan una extraña leyenda entre la escena indie norteamericana; en 1994, y con el insistente apoyo de Paul Leary (Butthole surfers), graba con Atlantic, pero su disco, llamado Fun, es un estrepitoso fracaso de ventas (algo totalmente esperado) y Johnston se va a pique. Y se va a pique porque Daniel Johnston ha arrastrado toda su vida un trastorno mental al que no me atrevo a poner nombre, porque eso es cosa de los médicos, y que ha marcado decisivamente el trasfondo de su deslavazada e imprevisible obra, basada fundamentalmente en la ingente cantidad de cassettes que él mismo grabó y ahora son objetos codiciados, y sus extravagantes y torturados comics, con el diablo como elemento omnipresente (su personal "cocodrilo de Garfio") y algunas de las constantes de sus canciones, entre lo naif y lo surreal, pero siempre desprendiendo una ternura irresistible, que es lo que da lustre a un mundo de difícil acceso. Y lo digo porque, tras escuchar no poco material de este artista lunar, sigo diciendo lo mismo: me atrae más su personalidad en sí misma que su valía artística, que no pongo en duda, sino que simplemente no me convence y que no pasa nada por decirlo, sobre todo ahora que todos sufrimos el vasallaje de "lo políticamente correcto", algo que sería (eso sí) demencial viniendo de un personaje tan políticamente incorrecto y difícil de ubicar como Johnston. Eso sí, el documental es divertido, elocuente y nada tramposo, así que es recomendable 100% para quien aún no lo haya visto.
Y cierro esta pequeña reseña dedicándola a mi viejo amigo Fernando, cuya durísima situación personal guarda un asombroso paralelismo con la de Johnston, así que, aunque sé que es imposible que lea esto, le mando un abrazo esté donde esté.
Saludos diabólicos.

Dreem

lunes, 21 de febrero de 2011

Los nuevos bárbaros



Bárbaros los ha habido durante toda la tortuosa historia del ser humano sobre la faz de la tierra, de todas las condiciones y pelajes; los hubo más refinados y más sanguinarios, más significativos y más subterráneos, con honor y sin él; pero un denominador común les unía: el beneficio propio. Lo que diferencia a un bárbaro de un civilizado es su concepción del término "sociedad" y cómo éste le infuye a la hora de vivir su vida y afectar a la de los demás. Ésta sería una descripción aproximada y desapasionada (un poco a lo Kenzaburo Oe), pero lo único que nos queda claro de estos outlaw es su falta de retórica. Concretamente, hablando de las Maras, que vendrían a ser los mafiosos de Centroamérica, es complicado atribuirles un fin más allá de su propia lobreguez moral. Sea como fuere, poco a poco van aflorando los títulos cinematográficos que abordan con desigual fortuna este fenómeno surgido al amparo de, cómo no, la corrupción política de sus países de origen. Y uno de los que más me ha llamado la atención ha sido SIN NOMBRE, una producción mexicana de hace apenas dos años y que revela a un hábil contador de historias, Cary Fukunaga, que aprovecha la disidencia de un miembro de las Maras hondureñas para contar su huida en un destartalado tren; una especie de road movie de nuevo cuño con interpretaciones convincentes y una descorazonadora sensación de no poder huir a ningún sitio porque siempre te estarán esperando. SIN NOMBRE no es sólo un trepidante film de acción al uso, sino que sirve (y esto me parece cojonudo) para abrir al mundo qué está pasando en estos países, donde la extrema pobreza y el analfabetismo está dando cabida a esos "nuevos bárbaros" que no hace tanto aparecían en entrañables películas post-apocalípticas, pero que la actualidad nos los presenta como un hecho incontestable y al que habrá que estar atento por su carácter socio-político.
Saludos renegados.

When a woman calls my name

domingo, 20 de febrero de 2011

Rincón del freak #15: Corriendo con la corbata en la cabeza



Ahora Michael Douglas es un icono consagrado, nunca a la altura de su padre, aunque lo haya intentado, pero en sus comienzos, como todo hijo de vecino, tuvo que sudar la gota gorda en papeles y producciones intrascendentes y que vemos ahora con una mezcla de extrañamiento y escéptica venganza. Uno de estos inencontrables subproductos es RUNNING, rodada en 1979 y que nos contaba una historia tan surrealista que hace hasta gracia. Resulta que Douglas da vida a un tipo de mediana edad llamado Michael Andropolis con una vida personal bastante irregular, no tiene trabajo y vive en un pequeño apartamento después de separarse de su mujer, que se quedó con la casa y los niños; aun así, Michael no duda en colocarse la corbata en la cabeza y salir corriendo... literalmente. Sí, amigos, porque la pasión de Michael es correr, así que aunque su vida sea un asco se las ingeniará para encontrar un trabajo de lavacoches, acostarse de vez en cuando con su ex (con la que se lleva tan bien que uno  no entiende cómo están separados) y hasta prepararse para las olimpiadas... como lo oyen. El tramo final, con un Michael Andropolis que se quedó a las puertas de la gloria pero al que siguen por las calles cientos de niños, es simplemente impagable, una especie de CHARIOTS OF FIRE urbano y sentimental. Yo la vi de casualidad y de verdad que me chocaba esa imagen de Michael Douglas corriendo en traje y con la corbata en la cabeza; lo primero que pensé fue: "¿De qué bautizo se habrá escapado?".
Saludos maratonianos.

Corre corre

sábado, 19 de febrero de 2011

Transglobalización pintiparada



Yo es que soy torpe por naturaleza, así que no es raro que no entienda casi nada de lo que ocurre a mi alrededor; por ejemplo el fenómeno Wu Xia, que no digo yo que no sean válidas como películas de evasión (y en algunos casos incluso sobrepasando dicha expectativa), sino porque el término ha llegado a desvirtuarse de forma que a estas alturas ha quedado prácticamente irreconocible para las hordas de seguidores que su inusitada renovación afilió allá por los primeros noventa. Son muchos los títulos que se producen hoy día al amparo de la bendita coproducción, casi como los restaurantes chinos en nuestro país, con una cierta participación patria; lo chocante es ver cómo directores de no poco talento han ido sucumbiendo ante la apuesta segura de los escenarios artificiales, las historias aparatosas (y empalagosas) de amor eterno y muerte efímera, y, claro, los saltos kilométricos, cuya poética se me sigue resistiendo. Es el caso de Chen Kaige, al que muchos recordarán por la estupenda adaptación literaria de FAREWELL MY CONCUBINE, además de contar con tres títulos fundamentales justo al principio de su errante carrera: HUANG TU DI (Tierra amarilla), HAI ZI WANG (El rey de los niños) y, sobre todo la maravillosa LIFE ON A STRING, cumbre que ya no volvería a repetir. Una lástima, porque Kaige parece haber olvidado su gusto por contar historias de pulso firme y se ha sumido en dramones vaporosos e incomprensibles, como es el caso de WU JI (La promesa), donde abundan todos los elementos antes formulados al servicio de las princesas desdichadas que prometen amor eterno al guerrero de turno, que de paso salvará a un pueblo oprimido de las garras de una malvada hechicera y... No sé si les suena de algo; supongo que si siguen yendo a algún dvdstore la verán cogiendo polvo en algún estante olvidado. Qué pena...
Saludos prometidos.

The prize of beauty

viernes, 18 de febrero de 2011

F5




Respecto a esa pequeña conmoción televisiva que fue The walking dead, y teniendo en cuenta que el género de zombies suele reciclarse a sí mismo (curiosa analogía) periódicamente, reinventando sus propios códigos internos, como si pulsase constante y obsesivamente la tecla F5, aprovecho hoy para hablar un poco de un film que no sólo se ha convertido por derecho propio en el estandarte de este "New zombies age", sino que además nos adelantaba a un poderoso creador de imágenes, algo que quedaría demostrado en los trabajos posteriores de Zack Snyder. Sólo hay un problema en DAWN OF THE DEAD: ya estaba hecha. Sí, porque no es más que un remake de la película que ya rodara George A. Romero con el mismo nombre; sin embargo, con buen ojo, Snyder se dio cuenta de que aquel título permitía una revisión más dinámica y técnicamente más avanzada, al contrario que la mítica NIGHT OF THE LIVING DEAD, cuyo valor residía en su aterrador simbolismo psicológico. DAWN OF THE DEAD es una de las mejores películas de zombies que se han hecho jamás por varios motivos; primero porque el grado de desesperanza crece con los minutos, mientras los personajes creen estar a salvo en el centro comercial que se convierte en inesperada arca de Noé; porque la larga "suite" en la que se convierte toda la parte central del film muestra un mar de cadáveres andantes que se convierten en simples blancos con los que practicar puntería; porque la escapada del centro comercial es una epopeya trepidante, puro cine de acción. Una película verdaderamente entretenida, desde luego; pero no podría terminar esta reseña sin remarcar el impresionante inicio de este film, uno de los mejores del cine comercial reciente y que supone un significativo muestrario de las muchas habilidades y talentos de Snyder, a menudo autoenterrado bajo absurdas toneladas de tecnología. Son diez minutos de adrenalina pura, diez minutos para desencadenar el apocalipsis, diez minutos que, contraviniendo algunas reglas de este blog, no puedo resistirme a poner para que sepan de qué hablo.
Saludos muertos.



Dawn of The Dead 2004 (The Beginning)
Cargado por TwilightZone13. - Mira películas y shows de TV enteros.

Contacto en Zurich

jueves, 17 de febrero de 2011

Corazonadas en el infierno



Guerra de Yugoslavia. Un reportero norteamericano desaparece y las escasas noticias que se saben sobre él y el sitio no son halagüeñas, así que prácticamente es dado por muerto. Su mujer debería aceptarlo, quedarse en casa y llorar amargamente, rehacer su vida, cargar con el peso de las víctimas, olvidarse algún día del horror. No. Esa mujer decide hacer lo que nadie osaría hacer, así que se planta en mitad de una Bosnia devastada, la verdadera panorámica del infierno, lo que queda perfectamente plasmado en el desconcierto de esa toma de contacto brutal, sin concesiones. HARRISON´S FLOWERS es una película difícil, en todos los sentidos; difícil de aceptar en su acerado realismo esotérico, sea esto lo que sea; difícil de ubicar entre la maraña de films bélicos que insisten en repetir una y otra vez los mismos esquemas estéticos; difícil de determinar su verdadero cometido ¿es denuncia? ¿es poesía del desastre? ¿es pesimismo? ¿es, simplemente, una historia de amor universal que se eleva por encima de cualquier otra cosa? Hay que verla para sacar su valor real, el que subyace bajo sus terribles zarpazos; además están unas interpretaciones más que solventes a cargo de Andie McDowell (que jamás ha sido santo de mi devoción) y unos estupendos Adrien Brody y Brendan Gleeson. Un viaje al horror a la vuelta de la esquina y un film que contiene uno de los finales más hermosos e inesperados que uno ha visto en una peolícula bélica, aunque no estoy muy seguro de que el género sea exactamente ese...
Saludos desde el invernadero.

Fab

miércoles, 16 de febrero de 2011

Exceso de pudor



NOISE es un oscuro título facturado allá por 2004 y directamente lanzado para el DVD y sus catacumbas menos frecuentadas; lo único que lo diferencia y salva de la hoguera es que sus intenciones de guión tienen buena pinta... hasta que el propio guionista se lo carga todo, claro. Todo es tibio en esta intrascendente producción, desde sus discretas actuaciones, empezando por la modelo Trish Goff (enésimo intento de buscar la nueva Audrey Hepburn, pero sin actuar), cuya unicidad de registros dan para un par o dos de bostezos, o la sempiterna Ally Sheedy, olvidada ya de sus fogosos inicios ochenteros y reconvertida en improbable psicópata que ha de hacerle la vida imposible a su recién llegada y divorciada vecina de abajo. Curioso, porque mientras nada es mostrado la película funciona, creando un desasosegante clima de extrañeza con esos ruidos a deshoras provenientes del piso de arriba, que incluso nos hacen dudar de la estabilidad mental de la protagonista; lamentablemente, me temo que el guionista (un tal Lance Doty) no llegará lejos, pues desaprovecha todo lo bueno creado en la primera media hora, justo cuando nos es mostrado lo más difícil de enseñar: el malo. A partir de ahí, todo se despeña hacia un desenlace más que previsible y capaz de provocar hilaridad en momentos de supuesta tensión. Es mucho mejor que cualquier telefilm de las tres de la tarde, pero no les recomiendo que se gasten el dinero en ella, mejor busquen fotos de Trish Goff en Internet, luce más y molesta menos... Y no es un comentario sexista, que la chavala es modelo fotográfica...
Saludos de un presidente de comunidad muy quemao de serlo...

Up for sale

martes, 15 de febrero de 2011

Problemas para la gente sin problemas



En la sociedad actual, aunque parezca lo contrario, los roles y estratos sociales, además de ser pocos, están muy bien delimitados; la democracia como fracaso utópico o como triunfo de los cobardes, los cuales no tienen nada de malo y en gran proporción han ganado, de momento, la batalla por los establecimientos vitales. Hablar sobre este tipo de cosas, si te dejan, no es fructífero; antes existía el socialismo y se podían hacer largas exposiciones llenas de pasión y vitalidad; poco a poco, el confort (en todo su extenso significado) ha ganado casi todo el terreno, pero hasta algo tan aparentemente ideal como el confort contiene algunos reversos tenebrosos.
BREAKING AND ENTERING fue el último largometraje de Anthony Minghella antes de su prematuro fallecimiento; Minghella, fiel heredero de cierta tradición cinematográfica británica, congela a sus personajes y situaciones en el muy reconocible ámbito de sus propias circunstancias, lo que ha dotado a su escueta filmografía de una entidad sólida al tiempo que discutible. Nadie discute la innegable calidad de sus historias llenas de pasiones bigger than life, pero la devastadora globalización llegó para demostrar qué artistas eran capaces de reciclarse a sí mismos sin caer en la impostura, algo que Minghella sólo logró en pequeñas proporciones. Aquí, sin despeinarnos demasiado, asistimos a las vicisitudes de un arquitecto (Jude Law), poseedor de una empresa constructora en mitad de King's Cross; a sus quebraderos laborales habrá de sumar una esposa abúlica y neurótica (Robin Wright Penn) y una serie de robos que se irán sucediendo varias noches, hasta que el escamado e insomne arquitecto decida, en lugar de acudir a la policía, acampar en la oficina con la intención de pescar al ladrón. Una noche logrará su objetivo, llegando hasta el apartamento donde el joven ladrón vive con su madre, una refugiada ilegal bosnia interpretada por Juliette Binoche que es lo mejor del film; allí guarda montones de aparatos sustraídos, por lo que la denuncia y la deportación parecen inevitables. Sí, un correcto film de ciertas ambiciones sociales que se desangra, como tantísimos ejemplos actuales, cuando pretende entablar cierto discurso trascendente. Minghella falla en el terreno que Ivory dominaba a placer, el simbolismo realista; por lo que roza en ocasiones el ridículo, como en el sentimiento de culpabilidad ternurista con la situación de los refugiados o los furtivos encuentros nocturnos con una improbable prostituta (Vera Farmiga) en su coche, poniendo a prueba su tambaleante fidelidad y con algunas líneas de diálogo que merecen la pena escucharse para no ser repetidas por ningún joven guionista. En definitiva, una buena idea desperdiciada por la incapacidad de Minghella para desprenderse de su propia contención, por lo que un punto más de locura le habría sumado bastante, a la película y al personaje de Law, de eso estoy seguro...
Saludos con alevosía.

The breaks

lunes, 14 de febrero de 2011

Fuera del cliché



Salvo honrosas excepciones, el cine proveniente del otro lado del charco suele guardarse muy bien de jugar al despiste; si el género ya está implícito desde la carátula, simplemente ¿para qué cambiarlo? Esto es un arma de doble filo, no defrauda al espectador medio, que ve cumplidas sus limitadas aspiraciones, pero fabrica toneladas de basura perfectamente engranada en un sistema implacable y sin fluencias obvias. Afortunadamente, en Europa sigue siendo otra cosa; incluso cuando se tocan temas más que trillados y reconocibles, de vez en cuando uno se encuentra con sorpresas que le mantienen vigilante ante un engañoso marco, como es el actual. A esta categoría de "películas resbaladizas" pertenecería un curioso film que por aquí ha pasado totalmente ignoto cuando se cumplen cuatro años de su realización. RISE OF THE FOOTSOLDIER es un impecable e implacable (ambos adjetivos en absoluto gratuitos) dibujo diseccional de la cultura hooligan, y en concreto del mítico Carlton Leach, que fue temible líder de la I.C.F. del West Ham United. Leach empieza retratado como un hooligan más, buscando bronca porque sí, con el fútbol como pretexto, pero su figura se complica a medida que se van extremando sus acciones  y va siendo consciente de su condición de líder; así, el film deriva suavemente desde el simple panfleto antiviolento (aunque sus brutales escenas de peleas callejeras lo puedan desmentir) hacia un cine de gangsters que nada tiene que envidiar al de los títulos obvios, con el añadido de que además Leach tiene una especie de revelación mediante el que se da cuenta de todos sus errores e intenta desligarse por todos los medios de su peligrosa vida, algo que le resultará por completo imposible. Actualmente, y pese a su intimidante aspecto, Leach escribe libros, da conferencias y advierte acerca de toda la mierda que se mueve en el fenómeno hooligan, cuyos falsos parámetros deportivos no hacen otra cosa que encubrir un engranaje mafioso puro y duro. Esto no lo podríamos haber visto desde Yanquilandia, así que la recomiendo si tienen curiosidad sobre el tema.
Saludos futboleros.

Kill all the white man

domingo, 13 de febrero de 2011

Rincón del freak #14: Tener en cuenta el coeficiente intelectual o no tener en cuenta el corficiente intelectual; he ahí la cuestión



Me hace gracia cuando se habla de "juguete fílmico", o "divertimento", o "aventura sin pretensiones"; sobre todo me jode que dos o tres frases hechas sustituyan un análisis bien facturado o, como poco, un mínimo de honestidad en cuanto a lo que un espectador comienza a gestar (conscientemente o no) justo después de ver una película. Hay títulos que por ignotos motivos recogen una serie de beneplácitos que la mayoría de las veces, con la distancia adecuada, tienen poco de riguroso, como casi todo lo socialmente aceptado; y pónganse en cabeza los "productos típicamente adolescentes", no los de temática "juvenil" o "ligera", sino los que dan por hecho que la persona en cuestión se coloca un barreño de maíz inflado entre las piernas, una cocacola de seis litros con pajita y no queda más que desconectar el móvil y algo más.
Hace poco vi DEAD SNOW poco menos que bombardeado por la opinión (respetable la mayoría de las veces) de múltiples personas, de edades varias, y que poco menos me instaban a "pasar hora y media de diversión y ritmo trepidante". Vale. De momento me encuentro con un prometedor inicio en el que un grupo de soldados nazis, que vagan perdidos por el helado bosque noruego, se topan con una amenaza invisible e inexplicable en una cabaña: Buen cortometraje de género, pero hay gente que insiste en dirigir un largometraje... Lo demás es puro cachondeo. No sé si les sonará el argumento que arranca con un grupo de jovenzuelos que se va a pasar un fin de semana al culo del mundo; luego ocurre que un tipo sale de no se sabe dónde, les da un inocente susto y les avisa de que se marchen porque les va a pasar algo terrible; luego los jóvenes se ríen y se beben un par de copas y el tipo se va con cara constreñida. Luego desaparecen uno o dos jóvenes, aún hay quienes se ríen y otros (generalmente del género "chavalas") se asustan. Vienen los zombis nazis... atacan... que te corto un pie... que te arranco el hígado... gore, lo llaman... Donde todos ven "un final de ritmo trepidante" yo sólo veo media hora insufrible de tipos corriendo por la nieve con cuchillos, sierras mecánicas que se atascan y esas cositas... He intentado ser benévolo, pero es tan mala... La próxima vez andaré con más cuidado con lo de las recomendaciones entusiastas.
Saludos bajo cero.

Sociopath: Philosophy Cynicism

sábado, 12 de febrero de 2011

Dejémonos de pamplinas



... y de mediocridades, añado. CET OBSCUR OBJET DU DÉSIR fue el despampanante epitafio fílmico de don Luis Buñuel, un terrible alegato contra la ñoñería, la estupidez y, claro, la mediocridad. Para entonces, que era 1977, Buñuel hacía mucho tiempo que miraba España con otra mirada, mezcla de desdén y ternura paternal mezclada con comprensión; la historia de Mathieu es la historia de un masoquista, un sufridor, la historia de España ¿qué si no? Mathieu no se enamora de Conchita, esa doble figura femenina imposible (Buñuel utilizó a dos actrices para ese papel, Carole Bouquet y Ángela Molina), sino que decide poseerla, para terminar abducido él mismo. El misterio femenino, que devora poco a poco al incauto masculino, es el desquiciante juego que propone Buñuel según la novela de Pierre Louys; un recorrido que tiene mucho de decadente y poco de agradecido, una especie de cuadratura del círculo que abarca desde las dodecafónicas caricias de UN CHIEN ANDALOU hasta 48 años después, nacimiento y muerte de un artista, pero Buñuel siempre vivo, siempre inspirador asimismo de artistas; ente, referencia, astro, guía. CET OBSCUR OBJET DU DÉSIR no es la típica última película que uno podría esperar de un autor total, se escapa su sentido último, y podría haber sido firmada por un principiante sin apoyos previos. Nota final: no se me escapa la correspondencia entre el genio de Calanda y otro ilustre aún en activo, el centenario Manoel de Oliveira; dos ejemplos de cómo ser juguetón, corrosivo y distante. Pura elegancia en la era de lo intrascendente. Imprescindible.
Saludos oscuramente deseados.

Ex

viernes, 11 de febrero de 2011

¿A los 67?



Yo de verdad que no sé qué les parecerá a ustedes, pero la moda esa de poner actores maduros, rozando la tercera edad, en pelis de acción yo es que creo que es doblemente perjudicial; primero porque también nosotros nos vamos haciendo mayores y luego nos creemos que siempre estaremos en plan chavalería... y no. Pero lo peor viene dado por el roñoso acaparamiento de un espacio que debería estar reservado a actores, como mínimo, jóvenes, que luego nos quejamos del paro... Claro que Hollywood siempre ha sido permeable a lo que le interesa, y como el PSOE ha sacado adelante lo de la jubilación a los 67... pues eso, que podían haber dejado a Connery haciendo de 007, que no pasa nada.
El caso es que Mel Gibson siempre ha mostrado una extraña querencia a estirar sus condiciones físicas en pantalla más allá de lo que su carné pudiera indicar. EDGE OF DARKNESS, la puesta al día de la estupenda serie ochentera dirigida por Martin Campbell, ha sido el último ejemplo de esta curiosa tendencia. Lo curioso es otro aspecto; lo curioso es que se trata de un thriller que empieza rozando el ridículo y se transforma poco a poco en un solvente ejercicio artesanal, en lo que Campbell, al que huelga pedirle autorías, es todo un maestro. EDGE OF DARKNESS es una venganza en toda regla, la del detective Thomas Craven, que presencia en primera persona el asesinato de su hija y desata una espiral de destrucción que desembocará (otro punto positivo) en el inesperado descubrimiento de una oscura red de corrupción a niveles verdaderamente insospechados. La película remonta a medida que se va haciendo más verosímil y nos encajan las piezas, además de no desfallecer en su entretenido ritmo; así que por una vez podemos dar por bueno el aplazamiento de la jubilación de un actor al que creíamos definitivamente finiquitado y entregado por completo a una carrera de dirección realmente controvertida.
Véanla un dominguito pachanguero si no tienen grandes planes.
Saludos limítrofes.

Don't die just yet

jueves, 10 de febrero de 2011

Infalible



No tiene sentido, 17 años después, hablar sobre LÉON sin aludir a la épica de la memoria, a los contrastes entre luces y sombras, teniendo en cuenta la edad que cada uno tenía entonces, cuando nadie se la esperaba y el fenómeno de Luc Besson y su cine hollywoodense fuera de Hollywood alcanzó su punto más álgido. Sí, a mí me descolocó, porque primero me mosqueó "otra más de tiros", pensé. Aquello dejó paso a un abrupto cambio de ritmo tras una secuencia inicial llena de violencia y estridencia visual; Besson juega al despiste con una poderosa y enigmática figura, el asesino frío, perfecto, da paso a un pobre hombre sin afecto, sin vida (inmenso Jean Reno), enclaustrado en un apartamento-cápsula de extrema asepsia. Segundo giro radical: de nuevo una escena sumamente violenta introduce al segundo elemento clave de la historia, Mathilda (una estupenda e incipiente Lolita llamada Natalie Portman; un descubrimiento en toda regla), que logra escapar a la brutal matanza de su familia refugiándose en la casa (sorpresa) de su vecino, un asesino. aquí entramos en contacto con el lado humano de Léon, que se rebela contra su mentor y maestro (Aiello), también su explotador y artífice de su veta de inhumanidad. Aunque si hablamos de inhumanos, la palma se la llevaría el tercer bastión del film, Norman Stansfield, Gary Oldman en estado de éxtasis interpretativo; su terrorífica interpretación contribuye decisivamente a la elevación final de la película y choca irremediablemente con el trabajo de Reno, en las antípodas de la contención dramática. El resto tiene más de épica y leyenda que de análisis descriptivo; LÉON es una tragedia en toda regla, una constante tensión entre el bien y el mal sin asomo de moralina fácil ni falsa corrección política. Por supuesto que es exagerado, todo el cine de Besson lo es, de ahí se extraen sus mejores momentos, también sus errores de bulto; pero esta es su mejor película, la más emblemática desde luego, la que más ha persistido en nuestra memoria y ha influido después en una interminable lista de similares, en su mayor parte desafortunadas copias formales, carentes del espíritu de esta magnífica cinta de aventuras que se sigue viendo con la misma pasión que entonces. Muy, pero que muy recomendable para exorcizar fantasmas ahora que tenemos los Goya a las puertas.
Saludos profesionales.

The fixer


Pearl Jam the fixer official video hd
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miércoles, 9 de febrero de 2011

Érase una vez el sarcasmo



Y José Luis Cuerda lo volvió a hacer... O lo intentó, al menos; porque, pese a su innegable calidad e intención, lo cierto es que ASÍ EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA, a base de repetir la fórmula, cae en la desgana y en lo ya visto. De todas formas, aun por su propia e insólita concepción, se trata de un film más que digno, con momentos descacharrantes, otros verdaderamente corrosivos y, como no podía ser de otra forma, un reparto de los que sabemos que no se podrán igualar jamás.
Digamos que el Cielo, según Cuerda, es un pueblecito del interior hispano, calcado al de AMANECE, QUE NO ES POCO y con sus jerarquías perfectamente delimitadas. Así, San Pedro es un Guardia Civil con los rasgos de Paco Rabal; Jesucristo es Jesús Bonilla, un inútil sin espíritu; el Arcángel San Gabriel, que busca infructuosamente a una señora que se deje preñar por dios para que éste pueda enviar a otro hijo a la Tierra y arreglar de una vez a "esos malditos humanos"; Manuel Aleixandre es un desencantado San José... Y así hasta llegar al gran Fernando Fernán Gómez, un dios intelectual y pacifista que envía de buena fe a una legión de ángeles para pregonar una era de paz y amor, los cuales vuelven bravamente machucados y con los cálices de la Verdad sustraidos; un dios que, para colmo, lee con pasión a Nietzsche y considera vagamente la posibilidad de hacerse ateo...
Un disparate, una genialidad, una astracanada, una película que pone en solfa muchos de los símbolos considerados intocables y los coloca justo a ras de suelo, donde las virtudes y los vicios se ven más claramente. ASÍ EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA sólo falla en la continua sensación de ya visto, y con razón, hay que decirlo; pero su originalidad y solvencia la mantienen en forma 15 años después; merece la pena echarle un vistazo aunque sólo fuera por ver a Luis Ciges cagándose en los muertos de los moradores del cielo después de morirse en una borrachera. Genial.
Saludos celestiales.

In the beginning/Lovely to see you

martes, 8 de febrero de 2011

Érase una vez la imaginación



1988, el director José Luis Cuerda decide que ya está bien de tonterías y decide ser respetuoso al 100% con el público con una fórmula sencillísima: perderse el respeto a sí mismo. Bueno, más una pérdida de solemnidad que de respeto, que sería más apropiado para intentar explicar qué diablos significa AMANECE, QUE NO ES POCO, un título de nuestra filmografía elevado ya a la categoría de culto cultísimo y venerado por aquellos que aún creían por entonces que era posible empezar a construir "algo", sea eso lo que quiera significar. El caso es que nos encontramos ante una obra tan inclasificable como sorprendente, tan divertida como repleta de inteligencia; una película irreverente y poseedora de un universo tan personal como plegado sobre sí mismo. Para la historia quedarán momentos tan delirantes como la llegada en sidecar de esos improbables padre e hijo (Ciges y Resines), directos desde Oklahoma, donde el hijo imparte clases en su ilustre universidad y que van a pegarse un año sabático; el cura (Cassen), que imparte misa como una estrella del rock y es vitoreado por los fieles; un negro ateo, vestido de pastor y que es el único que no va a misa; un cabo de la Guardia Civil (Saza) que vigila a los novios para que se achuchen como es debido y además multa a quien no se emborrache como es debido, aguantando el anís mientras escucha ópera en la tasca del pueblo; a la gente se la encarcela por plagiar a Faulkner, se eligen mediante votación a las adúlteras de la próxima temporada, la puta, el tonto...; los jóvenes casaderos salen de la tierra y son regados por sus prometidas; las clases se dan en clave de gospel negroide y los pueblerinos conversan con un grupo de estudiantes americanos que les preguntan por su fascinante manera de ser y son contestados con un "No, yo soy un ser elemental y terriblemente atado a mis pasiones, así que no puedo ser fascinante".
Todo eso y mucho más es AMANECE, QUE NO ES POCO; si aún tienen la suerte de no haberla visto prepárense para una de las películas más originales, surrealistas e irreverentes de todos los tiempos. Y si no les gusta es mejor que sigan viendo "Sálvame" mienttras fuman en pipa o que se deshagan inmediatamente de su colección de chaquetas de húsares... Palabra.
Saludos de amanecida.

Amanecer en el puerto

lunes, 7 de febrero de 2011

Vericuetos, tretas, ardides...



Recuerdo leer sin mucha convicción la novela de Lorenzo Silva (¿Qué coño fue de Lorenzo Silva?), engancharme en cuestión de ocho o diez páginas y rascarme la cabeza: era una novela negra en toda regla, escrita por un español y que funcionaba... Al poco, la peli; ahí estaba la prueba de fuego, aunque el incomprendido Urbizu lleva tiempo mostrando cuál es el camino sin que le hagan mucho caso, la verdad. Sí, el comienzo de EL ALQUIMISTA IMPACIENTE es abrumador, hipnótico; difícil encontrar algo parecido en este país. Lo primero que pensé fue "SE7EN, KISS THE GIRLS, THE BONE COLLECTOR..."; toda aquella parafernalia yanqui que funciona tan bien en pantalla y que remonta con dignidad cualquier guión, por estúpido y trillado que pueda ser éste. La joven directora Patricia Ferreira repitió casi por completo el eficaz elenco de su ópera prima SÉ QUIÉN ERES, para el siempre complicado segundo trabajo; y todo parece ir encajando mientras nos son presentados los dos guardias civiles que se harán cargo de un enigmático caso con un ingeniero nuclear que aparece desnudo, atado, golpeado hasta la muerte y con un enorme consolador introducido en salva sea la parte... Rubén Bevilacqua (Roberto Enríquez) y Virginia Chamorro (Ingrid Rubio) irán desmadejando una trama mucho más compleja de lo que creían en un principio y que les llevará a través de un despiadado mundo de mafias, políticos corruptos y demás podredumbre humana. A su lado, ilustres secundarios como Adriana Ozores, Chete Lera, Miguel Ángel Solá y, como curiosidad, un pequeño pero intenso papelito a cargo de Nacho Vidal. Sí, han oído bien, y además su más que aceptable recreación de lo que suponemos que es un mafioso ruso con base en la Costa del Sol es de lo más estimulante y salvable de una película que podría haber sido mucho más en manos de un director más osado y, claro, con más talento. Aun así, casi diez años después de su realización, sigue estando por encima de la inmensa cantidad de mierda que destila el cine patrio cada temporadita.
Saludos que no esperan.

The alchemist

domingo, 6 de febrero de 2011

Alégrame el día #5



Increíblemente, y contra todo pronóstico, Eastwood retomó casi con sesenta años a un Harry Callahan con más canas y sarcasmo, y con menos balas y puñetazos. El problema, como en la segunda y tercera entrega: la incompetencia de un director que sólo sirvió para dorarle la píldora al bueno de tito Clint a lo largo de los convulsos ochenta y, de paso, darle algunos de sus mayores y más inesperados taquillazos, como fueron ANY WHICH WAY YOU CAN (La gran pelea) y PINK CADILLAC. Justo entre medias, THE DEAD POOL cerraba, más por cansancio que por intenciones, un ciclo innecesariamente largo. Uno esperaría encontrar un Harry Callahan menos festivo, un poco más socarrón e impredecible; en lugar de ello, Van Horn perpetra una trama delirante en torno a un director de cine de terror de serie Z (un joven Liam Neeson) que es sospechoso del asesinato de su estrella, un yonkarra chupado y patillero encarnado por... ¡Jim Carrey!... Repuestos del susto inicial (el clip grabado por Carrey, con un maniquí émulo de la niña del exorcista, y bajo los convulsos compases del "Welcome to the jungle" de Guns'n'roses, es simplemente impagable), vemos a una primeriza Patricia Clarkson como la típica reportera metomentodo intentando ligarse al pobre Callahan, que bastante hace con esquivar las ráfagas de ametralladora y hasta un cochecito explosivo de juguete, en la que es la mejor escena de la película; por no hablar de la típica asignación de compañero, aquí un trasunto de Jackie Chan que no tarda ni dos minutos en demostrar sus dotes karatecas. THE DEAD POOL es oscura (por la poca iluminación, no crean) y de un infantilismo que no le pega a un personaje que merecía un fin de fiesta más acorde a su condición de icono; y es que muy iconoclasta hay que ser para llegar vivo a esta quinta película sin perder la soberbia e inimitada perspectiva que comenzó el gran Don Siegel (al que desde estas páginas indéfilas nunca nos cansaremos de reivindicar), regalándonos un Harry Callahan que sólo podía tener los rasgos y maneras de Clint Eastwood, otro grande.
Y colorín colorado, este monográfico se ha acabado.
Saludos.

Dead pool

sábado, 5 de febrero de 2011

Alégrame el día #4



Parecía que se acababa, pero siete años después el propio Clint Eastwood decidió "pulir" un personaje que por derecho propio también era suyo. "Su" Harry Callahan contenía trazas de lo que posteriormente sería la mejor época de su autor; esto es: personajes taciturnos, desencantados pero con un elevado sentido de la justicia; un mal menos concreto, más abstracto y menos condescendiente. Por contra, SUDDEN IMPACT adolece de la mala leche de sus predecesoras; éste es un Callahan más reflexivo y que usa antes una aguda observación que el cañón de su Magnum. El problema viene de otro lado, fundamentalmente del raquítico y sobado guión de Joseph C. Stinson, más pendiente de los detalles escabrosos que de una buena construcción de personajes; la sobria dirección de Eastwood salva gran parte del film, pero también hay que atribuirle el error de incluir aquí a una Sondra Locke cuyos méritos para ser actriz todos sabemos desde siempre... Ella es una pintora pija-neurótica que se siente amenazada por el misterioso asesino al que Callahan ha seguido la pista hasta un tranquilo pueblo/residencial, se queja mucho del clima y de sus traumas infantiles, pero la muy pájara no pierde ocasión de meterle mano a nuestro incauto detective... Yo de la Locke es que no puedo decir nada bueno... ya saben. En fin, un correcto thriller, con menos turbulencias que títulos pretéritos pero con menos licencias; gana en buen cine policíaco pero pierde en la escala piramidal de iconos vivientes, cambiándolos por ese ente, un poco espectral, que ha ido recorriendo el cine de su autor hasta desembocar en un tal Kowalski... Pero ésa es otra historia, y yo tengo algo más que contarles mañana...
Saludos de impacto.

Los tipos duros también bailan

viernes, 4 de febrero de 2011

Alégrame el día #3



Lo primero, una aclaración: teniendo en cuenta la "originalidad" de los títulos en español de las aventuras de Harry Callahan (ésta, sin ir más lejos, fue "Harry el ejecutor"), espero que no confundan el original, THE ENFORCER, ni con la magnífica película que Raoul Walsh filmó veinticinco años antes con Humphrey Bogart, ni con el infumable bodrio de 19 años después con ese trasunto de actor llamado Jet Li.
Hecha la aclaración, se presentaba esta tercera entrega al calor del rotundo éxito que seguía teniendo la franquicia y que tampoco anduvo del todo mal en taquilla, aunque a Eastwood, ya muy dedicado a sus propios proyectos como director, le dejó un poco escamado la posibilidad de quedar atrapado en un cierto arquetipo. THE ENFORCER es, a mi juicio, la más floja de la serie junto a la última y su discreto tándem de directores se ve más preocupado del efecto de los "sketches", ya un poco trillados, e imitados hasta la saciedad por subproductos similares, que por poner en pie una historia mínimamente original. A Callahan le han asignado compañeros de todo tipo, negros, chicanos, asiáticos... así que faltaba poner en solfa su supuesta vena machista y le encasquetan una mujer... Sí, impensable hoy día, pero hace treinta y cinco años Dirty Harry se permitía soltar un latigazo en forma de frase ("Le diré qué ocurre si la tumban a usted: que no podré evitar que tumben también a su compañero..."), mientras dudaba de una chupatintas recién salida de la academia sólo para dar buena imagen y prestigio. Por supuesto todo esto deja paso a una posterior camaradería, con Callahan ejerciendo de "padre protector" (¿cuántas veces hemos visto a Eastwood en ese papel en pantalla?) y dejando boquiabierta a la pobre Tyne Daly con sus "particulares métodos". No hay mucho más que contar de THE ENFORCER, un discreto film al que sólo salva el carisma de su protagonista y el poderoso retroceso del Magnum 44, claro. Y mañana más.
Saludos ejecutados.

The enforcer

jueves, 3 de febrero de 2011

Alégrame el día #2



Contra todo pronóstico, DIRTY HARRY se convirtió en un éxito masivo que superó todas las expectativas, así que la inevitable secuela sólo se hizo esperar un par de años. Harry Callahan iba camino de la franquicia, y MAGNUM FORCE lo iba a corroborar con creces. Pese a contar con un elaborado guión a cuatro manos a cargo (ojo) de John Milius, responsable después entre otras cosas de APOCALYPSE NOW o CONAN, y un tal Michael Cimino, la lástima es la rutinaria dirección de Ted Post, más cercana al formato televisivo más convencional que a la intrincada imaginería legada por Don Siegel. Aquí el dilema moral se convierte en un juego de espejos, puesto que Callahan ha de descubrir quién se esconde tras los asesinatos a sangre fría de diversos criminales a quienes la justicia no ha logrado poner entre rejas, así que la inteligencia del guión consiste en enfrentar unos más que discutibles métodos de impartir justicia. Otro "pequeño" problema es saber al poco de comenzar el film quién es el asesino, no porque se nos diga, sino porque es tan evidente que hiere nuestra inteligencia, claro. Callahan se desmarca ligeramente de su acojonante primera aparición, supongo que buscando una especie de "humanización", que llega mostrándole enfrentado a sus propios métodos; puede que la Warner, presionada por la polémica, y no queriendo perder el filón, le dijese al público que los malos seguían estando del otro lado y que el Magnum 44 estaba para impartir justicia. Especialmente reseñables son los tipificados retratos de los criminales (traficantes, proxenetas negros, mafiosos italianos, estafadores), un corolario de lo más granado de una época alusiva tanto al western como al cine negro clásico, cuyas coordenadas aspiraba a subvertir un personaje cada vez más cercado por unas leyes y una burocracia que ha de defender aunque le pese, aunque no entienda muy bien. Al igual que en su primera parte, el clímax se condensa en un intenso y revelador final; una vez más el machacado héroe observa la sinrazón con gesto de hastío, pero sabe que ha de volver a las calles, antes de lo que piensa...
Saludos "magnúficos".

Kingdom of madness

miércoles, 2 de febrero de 2011

Alégrame el día #1



Un tipo con traje, bien parecido, gafas oscuras, patillas y un Magnum 44 bajo la chaqueta; nace un mito llamado Harry "el sucio" ¿Qué ha hecho de este personaje de dudosa moralidad y actos más que cuestionables uno de los iconos más reconocibles de los últimos cuarenta años? Cuarenta se acaban de cumplir desde que Clint Eastwood se puso a las órdenes del gran Don Siegel, del que ha reconocido repetidas veces que aprendió todo lo que sabe, para dar vida a un justiciero de impasible figura, implacable lenguaje y demoledores métodos. Puede que la respuesta esté en nuestro propio subconsciente; Harry reconoce al criminal, se enfrenta a él y lo elimina, digamos que "acorta sensiblemente" el proceso legal, por decirlo suavemente. Claro que lo pensamos, continuamente, no es políticamente correcto, pero el ojo por ojo proviene de la desesperación, de la impunidad a veces incomprensible. DIRTY HARRY fue una pequeña conmoción en aquellos años, no tanto por su explícita violencia como por lo difícil que era ubicar a ese enigmático personaje cuya idiosincrasia queda perfectamente reflejada en una frase "Harry odia a los negros, los indios, los chinos, los blancos... en realidad odia a todo el mundo"; su nuevo compañero, chicano, le pregunta por su etnia, pueden imaginarse la respuesta. En el arco temporal que abarca desde este seminal film hasta la reciente GRAN TORINO, Eastwood ha traspasado el umbral de su tenebroso apartamento, el único retiro donde logra un poco de paz y humanidad, esto es: sin nadie alrededor. Harry busca obsesivamente a Scorpio, un desquiciado asesino que mata sin móvil aparente y al que la justicia deja en libertad por la falta de unas pruebas que a él no le son necesarias para desenfundar su imponente Magnum 44 y acabar con el problema. Entre medias, un puñado de imágenes que han pasado a la historia del thriller, como el asalto al banco o el incesante acoso al que somete a Scorpio por su cuenta. Hoy día, los seguidores de este singular personaje son tantos como sus detractores, sería impensable imaginar un guión semejante sin que fuese tildado directamente de fascista; yo, que nunca he mezclado ideología y arte, veo más inmoralidad en MENTIRAS Y GORDAS que en DIRTY HARRY... Ustedes mismos.
Y mañana más. Saludos.

Dirty Harry


Gorillaz - Dirty Harry
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martes, 1 de febrero de 2011

El cine...



Lo he dicho muchas, muchísimas veces: hay sólo cinco, seis, siete películas capaces de dejarme sin palabras, sin argumentos que yo pudiese empuñar en su contra. Una es OUT OF AFRICA, una de las últimas obras maestras absolutas e incontestables del cine norteamericano.
OUT OF AFRICA es redonda en el más amplio concepto de la palabra, un espectáculo visual (y sonoro) fascinante, inolvidable; con un reparto imposible de repetir, en estado de gracia; una historia más allá del tiempo, desbordante en matices, una vivencia en imágenes más que un simple guión; el amor, el sufrimiento, el cine... cine en estado puro. Nada se sostiene bajo el débil punto de vista falsamente progresista (una de las lacras actuales del intelectualismo) que pueda denunciar su trasfondo ideológico, típicamente colonialista; Pollack se atrevió, totalmente a contracorriente, incluso de su propio cine, con los destellos de la vida y obra de Isak Dinesen, Karen Blixen, aquella baronesa danesa que se casó sin amor pero cuyo traslado forzoso a África hizo nacer, inesperadamente, dicho sentimiento. Karen Blixen, atormentada por un marido despótico e insensible, que descubre su amor por el continente negro, por los negros, tomando conciencia de las insalvables diferencias entre hombres. Karen Blixen, inconmensurable Meryl Streep, maravillosa; que también descubre el amor nacer de la dignidad de un hombre, un cazador, un blanco entre negros que es un negro, una presencia imponente que no puede tener otro rostro que el de un Robert Redford imbuido del espíritu de aquel Bogart grasiento de entonces, de aquellos tiempos dorados a los que apunta directamente este peliculón de casi tres horas que pasan en un suspiro. Y luego está la música, esa partitura de John Barry capaz de hacer que cientos de personas lloren a la vez a base de hermosura... Si eso no es en esencia el cine, que baje dios y lo vea, porque no sé qué es...
Saludos y un sentido homenaje.

Africa

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!