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viernes, 10 de mayo de 2019
Sin dirección asistida
El cine de Pascal Laugier siempre me ha parecido hecho como a martillazos, sin un ápice de sutilidad. Sus fábulas sobre la brutalidad han venido contentando a una parte del público que demandaba cine de terror sin tonterías, y en eso debo reconocer que el director francés no engaña a nadie. Sus películas suelen mimetizarse por un patrón común: colocar al espectador muy pronto en estado de shock, para seguidamente voltear lo que creen haber visto y convertirlo en otra cosa. La lástima es que los guiones de Laugier están muy trillados, repletos de referencias, que al final dan como resultado un slasher de toda la vida, algo superior, pero nada más. Su última propuesta, GHOSTLAND, volvía a los terrenos de MARTYRS, esa película que todo el mundo alaba sin que yo sepa aún por qué. Sin muchos rodeos, cuenta la historia de una mujer que se traslada a vivir junto a suss dos hijas a una apartada casa que han heredado. Y, ya digo, es que apenas a los diez minutos ya son asaltadas, por lo que es complicado no adelantar nada. La gracia está en que Laugier empieza a enredar la cosa y a jugar con la percepción del relato, sin que estemos seguros de si vemos un punto de vista u otro, o si quizá no esté todo en la mente de uno de los personajes. La lástima es que en lugar de ampliar la jugada, se decida al mamporro va y mamporro viene, que a mí al menos me cansa un poco. Pero bueno, al menos tiene un par de giros interesantes y esas cosas.
Saludos.
martes, 28 de mayo de 2013
Hasta 2016
No, lo siento pero el título de la reseña no alude a la despedida del blog (se chinchan), sino a la supuesta cadencia que toman, hasta la presente, las películas de Pascal Laugier, un señor que a mucha gente le parece el novamás de esa tonturrada del "post-horror" y que a servidor le provoca bostezos, visitas al Seiko y urticarias emocionales... De acuerdo, con THE TALL MAN mejora pelín, pero es que tampoco era complicado superar aquella cosa que se llamaba MARTYRS. Eso sí, mejora en lo que la mayoría de pelis de miedo hacen bien desde hace años, que son los primeros 10-15 minutos, lo que debería hacer replantearse a algunos pedantillos el formato corto. Esta película debería haberse llamado "Jessica Biel's presents", y no sin razón, pues esta actriz lleva ya algún tiempo coqueteando peligrosamente con el encasillamiento autoconsciente, y que no es el de scream queen, no, sino algo mucho más "post..."; se trata del papel de señorita embutida y mirada bovina que de repente te suelta una patada en los huevos y se larga corriendo y mirando atrás con labios agrietados... Y eso que a mí la Biel me pone, pero es que uno no llega a comprender bien ciertas cosas. Lo que Laugier propone es, en esencia, una trampa falaz que podría asumirse amablemente si al menos fuese entretenida y se despojara de solemnidad. Pero no, que este señor ha rodado MARTYRS, oiga. Los primeros quince minutos de THE TALL MAN están bien, con ritmo, provoca la suficiente inquietud como para pensar que, efectivamente, todo va a irse al carajo cuando llegue el momento de las explicaciones. No contaré nada, porque no soy tan cabrón, pero sí les prevengo de que este tipo debe estar muy trastornado para rodar un final que parece un anuncio de pañales... Yo no sé, sólo espero dos cosas en esta vida: que este señor mantenga la cadencia hasta dentro de tres años (y no la adelante) y que la Biel se replantee seriamente su deriva profesional...
Saludos largos.
miércoles, 1 de julio de 2009
Sólo ofende el que puede

El año pasado, en Sitges, hubo una película que era la comidilla del festival; todos los años pasa lo mismo, pero la memoria, además de frágil, es selectiva. Se decían cosas como "La gente abandonaba la sala en estado de shock" o "Una experiencia intimidante". Vale.
La película es MARTYRS, como muchos habréis adivinado, y con un buen y efectista montaje de promoción, digamos que tuvo sus quince minutos de gloria; a día de hoy, creo que sería complicado encontrar a alguien que se acordara de este cúmulo de despropósitos.
Normalmente, cuando lo único que ofrece un film es sangre, tías en pelotas y más sangre y más tías en pelotas, puede suceder que alguien diga que es mala. La idea es sugerente, no original, y gravita sobre los mártires, aquí gente torturada sin motivo aparente por una serie de sádicos que disfrutan con ello. No hay mucho más, si acaso el típico momento que odio por encima de cualquier otra cosa y que consiste en que tras un baño de sangre la señorita en cuestión se salva por los pelos, pero en vez de salir por patas del sitio se queda por allí oliendo las sábanas que le recuerdan a su difunta amiguita. Sí, lo que haría cualquiera en su sano juicio. Como no hay ningún elemento verdaderamente original, el tipo que se llama a sí mismo director pega un plomazo de tres cuartos de hora en plan HOSTEL, o escena con Willis y Rhames de PULP FICTION, pero sin gracia ni salero, sólo una tipa en una habitación a la que regularmente va un maromo a darle caña... ¿cine?... No, ni por asomo. Ahora sí, venga a rodar cámara en mano, una cámara de esas modelnas donde se realza el brillo y el satinado de una camiseta sudada y manchada de sangre. Esto se hizo en Francia, que no todo va a ser Godard, Rivette ni Garrel... Hombre.
Saludos pero que muy martirizados.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!