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sábado, 8 de octubre de 2022

Guionistas de ciencias


 

En paralelo, diríamos que nos sive como referencia para explicar la valía de la película de ayer, otra que ocupa, incomprensiblemente, un lugar opuesto. Ya he dicho más de una vez que el cine de los franceses Maury y Bustillo adolece de una querencia hacia el efectismo gratuito, la imagen solapada y por encima de un discurso casi siempre atorado, empeñado en soluciones absurdas. Y sin embargo, À L'INTÉRIEUR, su debut allá por 2007, sigue manteniendo una inexplicable aureola de culto. Yo la vi entonces, y no me dijo gran cosa más allá de lo exagerada que me pareció. 15 años después, me reafirmo, aunque pueda salvarle algún que otro homenaje explícito, casi todos a un giallo desaforado y poco imaginativo. La protagonista es una mujer embarazada, que tras un accidente de tráfico ha quedado viuda, y que en la noche de Navidad es asaltada por una misteriosa presencia en su propia casa, y que parece saber bastantes cosas sobre ella. Película grotesca, siempre al borde de la parodia involuntaria, y que rechaza de plano intentar algún giro argumental. En lugar de ello, la espiral de sanguinolenta violencia lo copa todo, hasta llegar a un desenlace exagerado, cuyas explicaciones no sirven por burdas, y que sólo se puede concebir desde su fisicidad feísta, incluso cuando no lo necesita.
Es decir, dos visionados que se pueden hacer difíciles de soportar, aunque por motivos diametralmente distintos.
Saludos.

sábado, 30 de octubre de 2021

Una noble empresa


 

Una de las curiosidades este año en Sitges ha sido la última propuesta de los franceses Maury/Bustillo, adeptos al NFE, y con las miras puestas en un cine capaz de aunar lo truculento con lo reflexivo. Con menos de lo primero que otras veces, aunque tampoco con tanto de lo segundo, THE DEEP HOUSE se queda en un alarde técnico con un par de sustos bien coreografiados, pero que no son suficientes para justificar los "eternos" 80 minutos de este multihomenaje. Por un lado, al cine de casas encantadas, por otro al de zombies, pero también a esa nueva moda de la exploración urbana, en la que gente que grita mucho camina susurrando por pasillos en los que no hay nada ni nadie (primero susurran y luego gritan). La gracia aquí es que la casa en cuestión está sumergida en un lago, y todo lo que ocurre lo hace bajo las leyes de la inmersión, que dotan al film de una especial fantasmagoría, no siempre bien aprovechada. Los protagonistas, correctos, aunque en puridad sólo actúan el primer cuarto de hora, y ya luego sólo escuchamos sus voces, son la modelo Camille Rowe y el incipiente James Jagger, hijo de Mick, que poco a poco va logrando abrirse hueco en la industria. Una película que tiene un lastre paradójico, el de su ingenioso rodaje subacuático, que es finalmente mucho más interesante que una trama, para qué engañarnos, muy muy trilladita.
Se puede ver dentro de su inevitable intrascendencia.
Saludos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Cara de cuero



Supongo que un personaje como LEATHERFACE hubiese merecido otro tipo de precuela para explicar qué diablos pasó para que ese tipo se convirtiera en lo que finalmente se convirtió. Lo digo, sobre todo, por la morfología única de LA MATANZA DE TEXAS, título mítico y prácticamente seminal de un género, el slasher, que presentaba una violencia sin límites y sin explicación aparente. La explicación la han buscado, nada menos que 43 años después, los cineastas franceses Bustillo y Maury, responsables de lindezas como AL INTERIOR o LIVIDE, y cuyo concepto del cine contiene tres fases perfectamente reconocibles: deferencia por los personajes grotescos, gusto derrochador de fluidos que oscilan desde el viscoso al semisólido, y lo más desagradable, que es explicarlo todo aunque no haga falta. Aparte de la mediana sorpresa en el momento álgido (más bien engañifa), LEATHERFACE aporta poco tanto al género como a la filmografía de sus autores, y se queda como un intento rutinario por revitalizar algo que no lo necesitaba, excepto por la crematística sin más. No me duele, porque a los fans de verdad no les va a costar colocarla en otro estante al del estupendo film de Tobe Hooper. Porque aunque haya sangre y visceras y motosierras y chicas gritando y un poco más de sangre, falta lo esencial, al menos una escena cuya violencia emane de su dislocación del tiempo y el montaje. Hooper no esperó ni veinte minutos para ello..
Saludos.

miércoles, 25 de mayo de 2016

El disruptor



El término "disruptor" es y proviene del idioma inglés, para variar, y no tiene un uso válido en nuestro idioma, excepto en dos casos: los comics de Iron Man de Vértice y las reuniones de marisabidillas con camisetas de Cake*. Sea como fuere, sirve para poco, pero puede llegar a indicar una ruptura traumática y repentina, sobre todo en el sentido de la percepción del espacio/tiempo... Demasiado rollo para tan pocos cojones, diría yo. Pero es que los franceses, tan dados a estos jueguecillos en lo que al séptimo arte se refiere, han intentado desafiar a la rutilante lógica quebrantahuesos de Hollywood de varias maneras; primero desdoblando la narrativa convencional (o, pongo lo que me da la gana) de los Cahiers/Nouvelle Vague, y un poco más tarde con un intento de ir más allá en el cine de terror, lo que se denominó "Nuevo Extremismo"... A mí tampoco me convence mucho, pero hay quien bebe los vientos por estos bisabuelos de la Deep Web y esas cosas.
Así que cuidado si se acercan a una cosa llamada AUX YEUX DES VIVANTS, quizá atraídos por el apellido de sus codirectores, que hace unos años lo dejaron todo perdido con À L'INTÉRIEUR. Sobre todo porque la "disrupción", en este caso, es la que sufre el guion, por donde aparecen y desaparecen personajes a mansalva y por la carajera gabacha, he dicho.
Saludos.


* (Banda de Indie norteamericana y noventera que sólo escucharon cuatro fumaos)





... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!