Mostrando entradas con la etiqueta Mariano Llinás. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mariano Llinás. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de diciembre de 2020

Historias corrientes


 

Inabordable, inmensa o inabarcable. Podrían ser buenos adjetivos para enfrentarse, o más bien tras hacerlo, a LA FLOR, el último film de Mariano Llinás, que posiblemente sea de las pocas películas que no me atrevería a recomendar, al mismo tiempo que me desgañitaría haciéndolo ¿Por qué? Pues porque ya nos parecían una pasada las cuatro horas de la grandiosa HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, así que dispónganse a las catorce (¡14!) de este canto a la narración por la narración, desordenada carta de amor al incomprendido mundo del autor, el creador puro que ha de enfrentarse a la ingratitud de la página en blanco, llenada a lo mejor para sólo pasar a la siguiente. LA FLOR no es ni relamida, ni altiva, y me atrevo a afirmar que ni siquiera alberga una ambición desmedida, y en sus historias se encuentra un amplio espectro de lo que en algún momento se nos queda en la memoria, esos cuentos infantiles, los tebeos juveniles y todo lo que sigue después. Una momia que guarda una terrible maldición tras ser desenterrada; un antiguo dúo musical (ineludible el sorprendente homenaja a "Pimpinela"), que a través de sus canciones relatan una vida hecha de amor y odio; unas espías internacionales que huyen de su implacable jefe, que las persigue tras una imperdonable traición; un rodaje insoportable (¿el lamento del director incapaz?), que sólo tiene como huida hacia delante el rodaje de localizaciones (concretamente árboles), y que entronca con una historia de brujas y locos, y donde aparece hasta Casanova; o dos homenajes ya para cerrar, a Renoir y a Sarah S. Evans, que escribió un librito relatando su cautiverio en las "Tierras del Sur". Todo ello y mucho más es LA FLOR, descrita así por el propio Llinás como un tronco principal y sus pétalos, entrelazados, más allá del todo o valiéndose del placer de la compartimentación útil y desordenada. Tanto como sus cuatro actrices principales (Elisa Carricajo, Laura Paredes, Valeria Correa y Pilar Gamboa), vértebro de lo disuelto, que llegan a rozar el adoro del creador conspirado y casi rendido. Todo eso, digo, y más cabe en sus fascinantes y reveladoras 14 horas (incluyendo unos títulos de crédito que ocupan 45 minutos); y aparece mucho Francia, Rivette, Godard; y aparece un señor al que le da igual la crisis para contar cosas, y que de hecho se rindió al VOD tras la aparición de la pandemia, pensando que podría ser un gesto altruista para el confinamiento. Y termino, además de recomendándola vivamente, con un tirón de orejas a quien 14 horas le parezca una pose cultureta, porque me juego el pescuezo a que devoran series y más series que pueden llegar a durar 10 o 20 veces eso mismo...
Nada, véanla cuando tengan un rato.
Saludos.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Coordenadas



Llegados a este punto, no hay por qué ser más inductivo de lo necesario; y sin plumas y sin adorno. Seré claro y preclaro para con todos ustedes que tanto y tan bien se dignan a leer estas arrinconadas páginas. Hay muy pocas películas contemporáneas que yo haya visto últimamente y que de verdad pueda considerar como indispensables, grandes obras por lo que de reveladoras tienen, por el avance que suponen para un medio, el audiovisual (antes conocido como cine) que no pasa precisamente por sus mejores momentos. Dicho esto, y teniendo en cuenta que no suelo yo prodigarme en esto del elogio ni la recomendación fácil, les voy a recomendar una película para estas Navidades (o para cuando quieran, claro). Se trata de la mastodóntica (y no tanto por duración como por generosidad) HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, del argentino Mariano Llinás, una gozosa celebración de los sentidos tanto para cualquier cinéfilo como para todo gran amante de la narración pura, del éxtasis de estar ante alguien que nos cuenta algo para que lo incrustemos inmediatamente en nuestro subconsciente. Hablar aquí de un argumento se me antoja ridículo; no porque éste no importe o sea flojo o inconsistente, sino porque lo que realmente importa es rastrear huellas por todo un inmenso mapa que se nos va desplegando inesperadamente y cuyos personajes principales, además de que sus nombres nos sean escatimados por tres letras (H, X y Z), bien podrían ser considerados como tres coordenadas (quizá, altura, latitud y longitud) para intentar orientarnos por este verdadero work in progress, casi un juego de rol en el que sólo podemos asistir como observadores privilegiados, pues sólo nosotros manejaremos toda la información. Como en la vida, Llinás entiende que una cosa lleva a la otra, así que su complejísimo guion es una sucesión de eventos a la manera de una pista de fichas de dominó que van cayendo una detrás de otra. Más que querer narrarnos "algo" concreto, la sensación es de que simplemente "hay" que narrar, que es necesario disponer del espectador/oyente (más oyente que nunca) y contarle una historia, compleja, eso sí, pero no más que un cuento para mantenernos pegados a la pantalla durante sus cuatro horas, que pasan en un santiamén. Podremos rastrear a Kafka, Stevenson, Poe, Verne y hasta a Carver; y no se sentirán decepcionados si son buenos lectores, si son de los que sienten el escalofrío por la espina dorsal al abrir un libro y sostenerlo frente a ustedes, HISTORIAS EXTRAORDINARIAS es lo más aproximado a ello que el cine, conscientemente o no, ha dado en los últimos tiempos. Será una obra maestra, sin duda.
Extraordinarios saludos.


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!