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viernes, 28 de febrero de 2020

Futuro imperfecto



Y si de series hablábamos, una de las más anómalas y sugerentes de los últimos años ha sido LOVE, DEATH + ROBOTS, que Netflix casi logra defenestrar a base de usar esta impresionante recopilación de cortos de animación como un mero "entremés" entre serie y serie. Sin embargo, una vez vistos sus espectaculares 18 episodios (con una duración que va de los 6 minutos a los 16), el artefacto ideado por Tim Miller y David Fincher merece su propio apartado, y bastante más que alguna infumable serie del catálogo. Lo mejor, a mi parecer, son dos cosas: su heterogéneo formato, que incluye muy diversas técnicas de animación, como la saludable libertad a la hora de contar prácticamente cualquier cosa que se pase por la imaginación, muy en la línea de aquellas maravillosos comics para adultos de los setenta y los ochenta. Efectivamente, no es para todos los paladares, y menos para el espectador almibarado por las soeces "recomendaciones" de las plataformas. Sorprende más por ello, por provenir de Netflix, y además por ser casi un extravagante relleno, como una publicidad que no anuncia nada. Pero uno ve maravillas como ZIMA BLUE, en la que un pequeño robot limpiapiscinas nos traslada a un nivel trascendental de conocimiento; 3 ROBOTS, o cómo Woody Allen imaginaría una civilización extinguida (la nuestra), narrada por tres robots que son como niños jugando en un parque abandonado. Pero de destacar, muy por encima del resto, un solo episodio, éste sería MÁS ALLÁ DE AQUILA, posiblemente el mejor guion de ciencia ficción desde Ray Bradbury, lo que combinado con una animación que roza el hiperrealismo, da como resultado una impactante y magnética historia acerca de cuál es la verdadera realidad de una tripulación que acaba de desviarse 124 años luz de su destino inicial... ¿o no?...
Francamente, sea viéndola a trozos o de un tirón, es una gratísima sorpresa, descompensada entre alguno de sus episodios, como no podía ser de otra manera, pero con un pulso interior que es tan estimulante como refrescante.
Muy, pero que muy buena.
Saludos.

viernes, 31 de enero de 2020

De títulos elocuentes



Yo ya había visto algo sobre un robot del futuro que viene al presente a matar a la futura madre del líder de la resistencia que salvará a la humanidad de la amenaza de las máquinas y todo eso... Efectivamente, es la franquicia que todos conocemos y que ha sufrido, principalmente, el exceso de espaciación entre sus partes, que lo deja todo como en una extraña "separación de poderes". Es lo que ocurre con TERMINATOR: DARK FATE, que sería maravillosa si no se hubiese hecho la primera ni la segunda, pero que es como una copia mejorada en lo técnico, y poco más. Sorprende la elección de enclavarla en México, lo que refresca en gran medida el inicio (lo mejor del film), pero poco a poco va impregnándose de todos esos lugares comunes que hemos visitado alguna que otra vez. En fin, que le da a los fans su ración de nostalgia (Chuache vs. Hamilton), una buena actriz dando la réplica (Mackenzie Davis) y el malo es prácticamente indestructible pero cansinamente torpe para ejecutar su misión, lo que provoca algún bostezo entre explosiones y chisporroteos, será porque no le pega que sea el actor Gabriel Luna su intérprete.
¿Destino oscuro?... Francamente, no me preocupa.
Saludos.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Apuntados al carro



En pocas palabras, DEADPOOL era un cómic que nadie leyó en su momento, un extraño híbrido entre el mainstream y el underground más roñoso. Con el riesgo de no dejar contento a nadie, lo cierto es que la serie de este improbable ninja deslenguado y viciosete fue abriéndose paso en la industria comiquera gracias a su violencia explícita y el ingenio que destilaban sus descacharrantes guiones, en los que valía cualquier cosa, desde una catarata de referencias a un insólito derribo de la cuarta pared. Seamos serios, DEADPOOL habría hecho las delicias de Wittgenstein... Y llega la película, con la dificultad añadida de intentar estar a la altura (o bajeza...) del original, y el resultado se queda claramente a medias. DEADPOOL tiene todo lo que tenía el cómic y seguro que sorprenderá, e incluso escandalizará, a los espectadores que ingenuamente vengan a ver "otra de Marvel" y se encuentren con chistes sexistas, decapitaciones, más chistes sexistas y más decapitaciones. Eso está bien, y si no pues vuelvan a su DVD de GREEN LANTERN y abracen a su gatito. Ahí no está el problema, sino en que los fans más geeks, los que verdaderamente eyacularon sobre aquellas impagables páginas que sólo dos artistas tan mediocres como Fabián Nicieza y Rob Liefeld se podrían haber atrevido a engendrar, puede que encuentren a este W.W.W. más comedido y encadenado a las (inevitables) imposiciones de la adaptación cinematográfica. Personalmente, me parece una película la mar de entretenida y curiosamente bastante inocua; es lo que ocurre cuando el ingenio cae presa de la provocación, y no al revés: que escuece menos y se digiere mejor. El gran acierto, ponerle una máscara a Ryan Reynolds, un actor que se expresa muchísimo mejor verbalmente que con sus gestos faciales. No te deja clavado al asiento como LOS VENGADORES o X-MEN, pero tiene su encanto, y puede que haya hasta una secuela.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!