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martes, 6 de noviembre de 2012

Todo arrasado, todo quemado 1



Iniciamos hoy un tríptico, nunca deseado, que no por subjetivo elude su condición de universal, al menos en lo que a este terrible planeta y habitantes respecta. El tema es la guerra, sí; la Segunda Guerra Mundial, sí; pero en su vertiente más apocalíptica y tremendista, aquella que apenas deja resquicio a la esperanza o la redención. Guerra como destrucción de la humanidad, tanto si lo pensamos como un conflicto que deja muertos a su paso como el cambio irreversible que ello ha de operar en las personas que lo sobreviven, las víctimas que ni siquiera tienen derecho al descanso. Y pensando en esta horrenda vertiente, me acordé de la fastuosa NOBI (FUEGO EN LA LLANURA), la obra maestra del siempre reivindicable Kon Ichikawa, en la que un suceso aparentemente banal, casi kafkiano en su ridiculez, deja paso progresivamente al horror más inenarrable. Ichikawa nos muestra al ejército japonés en Filipinas, su foco de atención se comprime, reduce el prisma a un batallón, aparentemente tranquilo, y de ahí a una masacre de la que sólo saldrá con vida el soldado menos preparado y más lerdo, lo que subraya la condición incontrolable de la guerra. Este fantasmal personaje vagará sin rumbo a lo largo de casi todo el film por un paisaje devastado, mientras asistimos a su lucha por encontrar agua y alimentos y a su progresiva pérdida de una razón que se le va escapando a medida que va entendiendo que no hay esperanza posible para él. Así, el director japonés utiliza recursos oníricos, visiones y pasajes casi surrealistas para ilustrar este nihilista relato sobre la desesperación. Si no la han visto, sólo les añadiré que su segunda mitad es una experiencia realmente traumática si son sensibles al sufrimiento humano. Y mención especial al extraordinario trabajo de su protagonista, Eiji Funakoshi, que se adapta como un guante a ese "hombre anónimo" que sucumbe aplastado ante un horror inabarcable. Obra maestra sin paliativos.
Saludos llanos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!