sábado, 31 de diciembre de 2011

La cima



No se me ocurre un título mejor que FANNY OCH ALEXANDER para clausurar este año que para El Indéfilo ha sido intenso a más no poder. El final del año, el comienzo de otro; las convenciones familiares, los susurros esquinados, las buenas intenciones ahogadas por los gritos de autoridad. La represión, la infelicidad, el asesinato de la inocencia. Hombres y mujeres reunidos, débiles y fieros, con carne ante ellos; ellos son carne, ojos que buscan otros ojos, manos que tocan el desamparo. Fin de año; fin de fiesta. Bergman entendía que sólo puede buscarse la verdad mostrando la mentira, los mentirosos, los que se escudan en sus propios rituales para encontrar un sentido apacible a su insoportable naturaleza. Bergman es Alexander, el niño observador, rebelde, verdadero; Alexander ve cómo se suceden los acontecimientos, cómo se despliega el gran espectáculo humano, primero en las interminables cenas familiares, luego en la representación de marionetas. Y conoce la supresión de lo que conformaba hasta entonces su mundo, lo que hace que valore positivamente lo que antes le resultaba insoportable; enfrenta lo relativo, lo imperfecto. Suecia como lugar mítico enclavado en el final de una época, como pequeño marco de las grandes tragedias humanas. Personajes que van y vienen, que ocultan secretos tras las puertas, que desvelan sus deseos y flaquezas y obran minúsculos milagros cotidianos. Enfermedad, muerte, decadencia y alegría y goce de los sentidos; automatismos y titubeos, luz y oscuridad y chistes privados y moralinas sustitutivas. La gente ya existía antes que nosotros en todas partes, y estaban vivos, vivían con sangre por sus venas y organizaban reuniones familiares para no tener que reconocer que iban a salir del mundo de la misma forma que ingresaron en él. Y Bergman pone la cámara justo ahí, en el caudal de la incertidumbre humana, y ajusta la luz de gas para obtener infinitas tonalidades, para mostrar sólo lo justo u obligarnos a cerrar los ojos ante tanta claridad.
Se cumplen treinta años de esta obra maestra absoluta y no se me ocurría una fecha mejor que ésta, la última, para traerla, cabecera incluida, y volver a recomendarla; no se puede entender el cine del siglo XX si no se ha visto con el respeto que merece. Sean felices.

Symphony Nº 2 (II)

viernes, 30 de diciembre de 2011

Teorías conjugadas sobre la relatividad



Se acaba el año, lo que pienso aprovechar para desapegarme aún más de unas fiestas que ni comprendo, ni comparto, así que me parece mejor canalizar estos turbios deseos en forma de películas que realmente sí me han conmovido y hasta, en el mejor de los casos, sorprendido. Es el caso de SLACKER, en mi opinión lo mejor que ha rodado el prolífico y muy de actualidad Richard Linklater. Segundo largometraje, SLACKER corrige y aumenta lo apuntado tres años antes en la seminal IT'S IMPOSSIBLE TO LEARN TO PLOW BY READING BOOKS, y da una lección de frescura e inventiva a la inagotable camada de lo que, con los años, devino en una sospechosa burbujita llamada mumblecore. Primero porque Linklater sí que tiene un montón de cosas que contar, después porque la habilidad consiste en hacernos creer que la cámara realmente sobrevuela una ciudad cualquiera (en este caso, Austin. TX.) para detenerse caprichosamente en la infinita sucesión de conversaciones que se producen un día cualquiera y sin que necesariamente deban tener una conexión entre ellas. Lo maravilloso de SLACKER es su "armadura", el traje que viste y con el que Linklater apacigua el verdadero y turbulento mensaje, latente tras esa revolución inacabable que es la comunicación entre las personas. Más allá de la mera anécdota, de los chistes privados y (de ningún modo) cierto cancionero popular que suele ajar lo que ha de pasar por novedoso. Revolución sí, pero absolutamente privada y a su modo llena de melancolía por un futuro estancado en el presente; se repiten las mismas constantes, la gente le cuenta sus historias a otra gente que entrará en contacto con más gente, las historias mutarán y se convertirán en otra cosa, y lo que amamos como "original" o "copia perfecta" no es más que el juguete oral de todas las situaciones en las que nos hemos ido desenvolviendo a lo largo de nuestra vida. Richard Linklater es consciente de que no se puede abarcar un absoluto, así que prefiere el discurso directo y sin ambages, lo que Woody Allen o Cassavetes entendían (cada uno a su manera) como una sucesión lógica de acontecimientos, aquí, además, envuelto en la cercanía de una cotidianidad en la que nos podemos reconocer al tiempo que disfrutamos de una prosa ágil y nada autocomplaciente. Y, sí, ya sé que no les he descrito ni uno solo de los múltiples parlamentos visuales de esta magnífica película (yo no me atrevería a llamarlos sketches), pero es que la gracia y el placer está precisamente en ver la película, anegarse de ella y luego salir a la calle... y contárselo a alguien...
Saludos de tú a tú.

Slack motherfucker

jueves, 29 de diciembre de 2011

Creer es cuestión de método



Uno puede imaginar sin problema alguno a dos entusiasmados hermanos llamados Joel y Ethan embobados ante una proyección de WISE BLOOD, la película "maldita" de John Huston. Y uno puede rastrear las huellas de este insólito y personalísimo film en gran parte de la filmografía de dos cineastas que han de pasar (a pesar de los pesares) por absolutamente originales. Es ese gorjeo casi imperceptible, luminoso y oscuro a partes iguales, ahondando en el detalle más alejado y alejándose asimismo de los lugares comunes y los mullidos abrazos visuales. Lo primero es la novela de Flannery O'Connor, su retrato de la locura antes que de la fe, o de cómo ambas se entrelazan y confunden en según qué ámbitos. Lo segundo es adaptar un texto escurridizo y malsano con la suficiente amplitud como para no acabar siendo sesgado y monótono; Huston filma a pie de acera a los predicadores callejeros como si en realidad fueran pistoleros quietos en su púlpito, francotiradores de la palabra en forma de anzuelo, del pensamiento inédito. Luego está quedarse con un aspecto por encima de los demás para que sirva de hilo conductor; verdad o mentira, creerse uno sus propias soflamas o sólo servirse de ellas como agitado medio de vida. Hazel Motes, que se coloca un enorme sombrero hongo y se guarda un viejo revólver, es el charlatán y el fanático, el imposible creador de la Iglesia sin Cristo capaz de disparar a quien rebata sus ideas; Asa Hawks, por el contrario, es el listo que se hace pasar por ciego para recaudar para él y su hija, Sabbath Lily. Lo que hace irresistible a WISE BLOOD es la imposibilidad de detectar dónde está la bondad y dónde la maldad, ni siquiera dónde están la verdad y la mentira; puede que se trate tan sólo de un lúcido y autodestructivo retrato sobre la desesperación y los desesperados reafirmando sus titubeantes puntales ante una ciudad que les es indiferente. Tan terrorífica como jocosa, WISE BLOOD se presta a ser redescubierta más de treinta años después de su inadvertida realización, quizá sirva para entender de dónde vienen ciertos "torrentes creativos".
Saludos en predicado.

In'n'out of grace

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Más allá del vaso



1984. John Huston está hasta los cojones de que le llamen "maestro" y le traten de venerable anciano. Hollywood reparte mal sus palmadas y comete el error de subestimar al viejo cascarrabias, el gran inconformista. Así que Huston le coloca la guadaña pertinazmente a Guy Gallo y le conmina a que extraiga todo lo legible de la gran obra imposible de Malcolm Lowry, porque piensa hablar sobre el alcohol como no se había hecho antes en el cine, y qué mejor obra que UNDER THE VOLCANO, más que una novela, un delirio tremendista y asfixiante acerca del punto más bajo de un alcohólico incapaz de dar marcha atrás. El cónsul Firmin, héroe inexplorado de sí mismo; una personalidad/caos tan desquiciada como mortalmente lúcida, y un hombre que es capaz de mantener su dignidad justo cuando la había perdido por completo. Y México... Con sus calaveritas y sus tequilas y cantinas desiertas; con un calor satánico y un perfumado ambiente a fiesta interminable. A sobacos sudados y chicharras exhaustas y faldas de mil volantes. Es en ese infierno paradisíaco donde Huston incrusta a un Albert Finney que pocas veces ha estado mejor, y lo maneja a lo largo de ese día inacabable repleto de botellas y reproches, de necedades y lúcidos y amargos pensamientos, que en realidad son las reflexiones de un hombre acabado que brinda por última vez por una cultura y una sociedad (las suyas) que le han decepcionado profundamente. Incapaz de asumir su propio fracaso, el cónsul Firmin decide que su último día estará repleto de sonrisas y de tiovivos; que ha de dejar a su bella y joven esposa en mejores manos que las suyas, temblonas y arrugadas. Y es ese acercarse la noche, imperceptiblemente, como un animal al acecho, ese coloquio con los que ya estuvieron en el infierno, lo que dota a UNDER THE VOLCANO de un aura irresistible, difícil si se quiere, pero tan necesaria en medio de toda esta mediocridad... De hecho, no me cabe duda de que a Lars von Trier le encantaría haber firmado una película con un sello autoral tan potente, no hay más que ver sus primeros trabajos y compararlos con esta tremenda adaptación literaria; más aún: reindagación de los códigos creativos de dicha obra. Véanla, y la de mañana también...
Saludos bajo el flexo...

Too much alcohol

lunes, 26 de diciembre de 2011

Estado de cuentas



La única razón por la que no relego a AGNOSIA a la categoría de desecho fílmico es, y quería remarcarlo muy al principio, porque bazofias mayores nos hemos tragado por venir de donde venían, y cuyo único mérito parecía proceder de su elevado coste de producción, pese a que la mayoría de las veces uno incluso llegue a preguntarse en qué diablos habrían gastado el dinero. El ambicioso film de Eugenio Mira al menos es capaz de una recreación digna de una ciudad (Barcelona) a finales del XIX; esto es (para que se hagan una ligera idea): Hay ocasiones en los que, a lo largo de sus cien minutos, te quedas mirando las calles, las casas, los trajes, las gafas... Todo, vamos... hasta que te espabilas y reparas en que ya no sabes por dónde va la narración; y aún peor: si has sufrido dicho proceso de obnubilación, puede que tengas la sensación de estar viendo tres cortometrajes en la duración de un largo o, lo que es peor, una sucesión de capítulos de esas horribles series patrias que tan de moda parecen estar en esos horrísonos mediodías catódicos. Al principio se nos promete un misterio gravemente elaborado, con la invención de una lente ultrapotente y la negativa de su inventor a que sea utilizada con fines bélicos (jojojo!!!). La cosa sigue con Eduardo Noriega con cara de preocupación y chistera; es el principal valedor de la empresa de dicho inventor y además es el novio de su hija, que sufre una extraña enfermedad llamada agnosia, a causa de la cual le resulta imposible interpretar adecuadamente los signos que le llegan del exterior (ópticos o acústicos), por lo que debe vivir aislada del mundo exterior hasta que se le encuentre una cura. Por último, entrará en escena un sirviente con aviesas intenciones, aunque tampoco importe mucho. El problema de todo esto es el siguiente: Si toda esta amalgama de situaciones nos es presentada con cierto envoltorio de "ese último cine pseudoterrorífico de producción española", y luego resulta que no hay miedo, la intriga es bostezante y nos da igual que la pobre chavala esté acosada por todas partes ¿qué nos queda que apreciar de AGNOSIA? Poco, muy poco; si acaso la intención, que no es mala; lo que sí es mala es la ejecución, como si yo diese un concierto con un Stradivarius... Me da un poco de lástima, porque Mira tenía un corto que estaba francamente bien, pero de momento habrá que seguir esperando para que ofrezca un producto menos artificioso (y aparatoso) que este. La escena final (y con esto se lo resumo a ustedes) es uno de los cúmulos de despropósitos más vergonzantes que he visto desde hace tiempo.
Saludos deformantes.

Submerge

viernes, 23 de diciembre de 2011

Convulsión, estertor, generación



Los cambios generacionales, sus cataclismos y consecuencias, han sido, con toda probabilidad, la excusa perfecta para conjugar estados de ánimo personales que, por sí solos, no darían para invertir dinero ni esfuerzo alguno. Desde hace unos años venimos asistiendo al soliloquio de un puñado de ¿directores? ¿cineastas? ¿montadores ingeniosos? a los que se les ha colgado la etiqueta mumblecore, que no es más que lo antes comentado, esto es: presupuestos inexistentes, cámara en mano, actores no profesionales, tramas vagas y un sordo cirrido a lo lejos que parece querer decirnos: "Si tenéis oídos entrenados captaréis la poesía de todo esto". Lo bueno es la voluntad, el empeño; lo malo es que toda esta parafernalia la hemos visto cientos de veces, y con mejores resultados. Como lanzadera no está mal, pero habrá que ver en qué queda todo esto dentro de un tiempo. Y como ejemplo ilustrativo de todo esto, hablaré brevemente (no da para más) de DANCE PARTY, USA, la ópera prima de Aaron Katz, que pasa por ser uno de los niños mimados (nunca mejor dicho) de este movimiento. Adolescentes verborreicos y suprahormonados que hablan de chorradas y se emborrachan porque no tienen dinero para drogas duras; los chicos sacan pecho, son gallitos que se pavonean tras una miríada de conquistas y encuentros sexuales a cual más disparatados y las chicas se ponen la manita delante de la boca y entornan los ojos para susurrar cosas tan interesantes como las tres cervezas que se bebieron en la fiesta de la semana pasada. Verano en Oregon. Camisetas y vaqueros. tiovivos y lenguetazos. Si me la pones dura te diré que tu culo es el mejor del estado... Al menos son sólo 65 minutos, que no da para creernos que estamos ante un tratado filosófico-generacional, pero uno echa en falta un mínimo gesto hacia el otro lado, algo que nos indique por qué tenemos que mirar hacia ese lado y no hacia el nuestro, que es donde mira todo el mundo en esta película que ni es comedia, ni es drama, ni es nada. Katz acaba de estrenar su tercer largo, COLD WEATHER; puede que de ahí se saque alguna conclusión menos cruda ¿Será fiel a sus principios aunque signifique un suicidio irreparable? ¿Será capaz de asumir riesgos y transformar carencia en virtud? Veremos...
Saludos amébicos.

Here comes the summer

jueves, 22 de diciembre de 2011

El que la hace la paga



Quería hablarles hoy acerca de una película que no sé si se ha llegado a estrenar aquí, pero que me parece interesante por el espinosísimo tema que toca y por la manera tan valiente que tiene de afrontarlo. Y por lo que de tristemente actual tiene, debería añadir, puesto que LES 7 JOURS DU TALION indaga en nosotros mismos, en cómo resolvemos en sólo un rápido y furioso pensamiento (sentimiento, más bien) cuando nos corta la digestión la noticia de una niña que ha sido violada y asesinada por un tipo al que es mejor no poner calificativos, puesto que carece de los mismos. Nuestra reacción suele ser casi siempre la misma: "Deberían dejarlo en un cuarto con los familiares..." Es posible, de hecho ésta es la premisa sobre la que girarán los angustiosos 100 minutos de este durísimo film. Bruno Hamel es médico, vive con su mujer y su hija Jasmine, de ocho años; un día se encuentra con la cara del asesino y violador de su hija mirándole desde un informativo, sonriente, ufano, feliz... Está detenido y le caerán un montón de años, pero Hamel no está dispuesto a quedarse en casa y languidecer hasta que un día no pueda más y tenga que suicidarse. Sabe quién merece sufrir, así que orquestará un elaborado plan para raptar al asesino y tenerlo a su disposición durante siete días, pasado los cuales lo matará y se entregará, así de sencillo. Justo lo que haríamos cualquiera de nosotros en esa terrible situación... ¿o no? El valor, la valentía de LES 7 JOURS DU TALION es no ponerse límites absurdos, sino enfocar a ese padre desesperado, lleno de odio, dispuesto a infligir a otra persona un dolor que raye lo insoportable, hasta que le suplique la muerte; y, al mismo tiempo, desarrollar de manera totalmente creíble la espiral de nihilismo hacia la que derivarán esos siete días, porque ni siquiera convertir a alguien en un mero trozo de carne sanguinolenta hace que su pequeña vaya a volver, y, a menos que se sea un sádico patológico, tampoco a arreglar una vida destrozada para siempre. La película nos pregunta directamente ¿realmente lo haríamos si tuviésemos la oportunidad? Les advierto de que no es muy agradable de ver, pero es infinitamente más creíble que mucha de la basura yanqui que nos solemos tragar.
Saludos semanales.

In only seven days

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El slasher histórico



¿Está todo inventado ya? Desde luego, el machaqueo continuado acerca de los mismos temas de siempre sí que lo está. CENTURION, de Neil Marshall, o "El nuevo pasito adelante de un director tremendamente esforzado pero carente de la chispa necesaria para deslumbrar ". Y es eso, porque CENTURION es una sólida cinta de acción (acción, aventuras, mamporros, espadazos... esas cosas...) sin muchos desparrames psicotrópicos ni licencias innecesarias; un entretenimiento de principios del siglo XXI para gente del siglo XXI, sea eso lo que sea. Así que yo me pregunto ¿qué falla entonces en CENTURION para que nos olvidemos completamente de ella un par de días después de verla? Lo dije a propósito de THE DESCENT, y creo que aquí vuelve a ocurrir el mismo y curioso efecto; donde la mayoría de la gente ve a un director arrojado y valiente yo veo a un tímido patológico que, curiosamente, no hace películas provenientes de un tímido. El cine de género, el de aventuras, no es para los tímidos ¿Qué CENTURION habríamos visto si en lugar de mostrar a Michael Fassbender en todo su esplendor atlético le hubiesen dado la oportunidad de explotar su intimidante capacidad para la réplica dramática? Una película muy diferente, desde luego, lo que ya es elucubrar demasiado por mi parte; Marshall tiene todo el derecho del mundo a realizar la película que le salga de las narices, pero algo se resquebraja en mitad de unas imágenes en pulcro HD si empezamos a mirar hacia otro lado, porque a lo mejor la atención no se logra mediante "lo técnico", a veces funciona tirar de nuestro interior y acordarnos de que una frase puede cortar tanto como el hacha más afilada ¿Que es entretenida?... Pues no lo sé, la verdad; al menos no dura tres horas, pero mantengo que este director sigue quedándose a medias, sin contentar a ninguno de los dos lados de la platea, pero hay algo que me hace confiar en él para un futuro no muy lejano... no sé...
Saludos britanos.

Centurion

martes, 20 de diciembre de 2011

Complejo, no enrevesado



Con la película de la que voy a hablar hoy, espero aclarar las dudas que pudiesen haber surgido respecto a la de ayer, pese a que ni tengan nada que ver una con la otra ni creo que pueda haber alguna duda de por qué aquélla es un galimatías perfectamente olvidable y ésta una obra maestra imperecedera y, sí, drásticamente rompedora. Primero por su complejidad. MONSIEUR VERDOUX descoloca al más pintado; crees estar viendo a un Chaplin maduro evocando sus gags de antaño y ¡zas!, de repente entra la seriedad más absoluta, con cabida para el melodrama, la denuncia política (la crisis económica, omnipresente hoy día, sobrevuela toda la película), el sarcasmo hacia la zafiedad y frivolidad de las clases altas y, en definitiva, la tremenda lucha interior de un personaje al que sólo mueve un único motor: el amor incondicional a su familia y el deseo de que no les falte nada. Para ello, el polifacético Verdoux, antiguo cajero de banco, se convertirá en una especie de Ripley refinado y despiadado, que seduce a insatisfechas ricachonas con el fin de asesinarlas y quedarse con su dinero. Uno de los aspectos clave reside en la habilidad tanto del Chaplin actor como del director para lograr que en todo momento el asesino no nos caiga mal, y, en cambio, el ramillete de "víctimas" (mención especial para la "insoportable" Martha Raye) terminan incluso por justificar los actos de Verdoux. En realidad, Chaplin juega con los tiempos narrativos a las mil maravillas, algo que proviene de su etapa muda y que consigue que nos olvidemos de un asesinato a sangre fría al principio del film (prácticamente el único, exceptuando el que luego comete para zafarse del policía que lo detiene) y empecemos a conocer a ese otro Verdoux, el que toma café en terrazas parisinas, regala toneladas de flores y se apiada de una muchacha que le abre su corazón a la bestia, en una escena con reminiscencias tanto a A WOMAN OF PARIS como a THE KID. Del demoledor final, rodado con una elegancia inusitada, no les digo nada; sólo me gustaría terminar resaltando la vigencia de esta obra extraña, afilada y angulosa, capaz de hacer pasar de la risa desatada a una gélida seriedad en cuestión de segundos; una obra en la que difícilmente podría salir mal algo, teniendo en cuenta que se trataba de una idea original de Orson Welles. Y aun así, MONSIEUR VERDOUX sigue siendo "la película rara" de uno de los grandes genios del séptimo arte; y es que hasta Chaplin tenía sus cosas... Imprescindible.
Saludos desde la floristería.

La mauvaise réputation

lunes, 19 de diciembre de 2011

Como una herida abierta



El comienzo de LOVE EXPOSURE es prometedor, lo reconozco. Sion Sono despoja de artificios la imagen y muestra a un insólito sacerdote cristiano japonés hablando con su hijo. Sobrevuela Bergman, Eustache... el cine de la palabra, que no necesita explotar cohetes para deslumbrar. Me cercioro, sin embargo: 237 minutos... ¡237 minutos!... El problema no es la duración, no me cansa un metraje determinado, sino cómo se va a mantener el nivel, de qué forma LOVE EXPOSURE va a ser capaz de responder a lo que tantísima gente ha dicho sobre ella. Pasan los minutos. Nada. Lo que estoy viendo ya lo he visto muchas veces; ya no hay palabra, sólo imagen; y la imagen queda suspendida un segundo y medio, justo para provocar que el espectador retenga esa imagen y la abduzca en función de su propio disco duro. De nuevo el manga, y a quien le apasione pues está claro que lo pasará muy bien con esta barrabasada, pero a mí me produce un sopor muy profundo ver a un alfeñique con flequillo gesticulando mientras le hace fotos por debajo de las faldas a ingenuas marineritas. Igual de cansino es que otra marinerita coja una katana y saje safenas y yugularescomo pidiendo perdón... Y detrás de todo ello, no sé si por venganza personal o qué, cruces y motivos cristianos, solo que sacados por completo de contexto ¿A qué se refiere? En realidad ¿de qué diablos va LOVE EXPOSURE? ¿No podía haber hecho una miniserie y vendérsela a la HBO? Ustedes hagan lo que quieran, pero son cuatro horas de chavalería desbocada por el camino de sus hormonas, como Verano Azul pero con katanas... Que dios les coja confesaos...
Saludos expositores.

Do you love me now

domingo, 18 de diciembre de 2011

Rincón del freak #48: Por qué a Jesús Franco le hacen homenajes y a otra gente no



Internet es el paraíso y el infierno, el todo y la nada, lo trascendente y lo superfluo danzando sin otro fin que dar cabida, conciliábulo y expansión a cualquier cosa que a usted, "sincara" insatisficible, pudiera o pudiese ocurrírsele tener al alcance de un clic cualquiera. Una vez dicho esto tan largo y chorrica, lo que sí creo es que con la coña esta de que los accesos sean por la patilla conlleva un reverso muy pero que muy tenebroso. Eso sí que da miedo, y no tres jovenzuelas (tipo medio... casadera... de urbanización de mediados de los setenta y cole de Barbies, vannette incluida...) tirando de una cadena que se han encontrado en un bosque. Sí, voy a contarles de qué va un horror llamado WAKE THE WITCH, enésima aproximación (ya cansa un poco) a la cosa esta de las brujas que están en letargo una pila de años hasta que a alguien con alma de dominguero le da por despertarla. Al menos Jesús Franco sacaría a la bruja en cuestión, con su maquillaje de todo a cién y ropajes del un... dos... tres... responda otra vez; y, sí, tendría su gracia y nos iríamos tranquilamente a por un solomillo al whisky a Casa Urbanejas, la tasca de al lado del derribo... Pero no, "despertar a la bruja", según el ideario yanqui de urbanización, consiste en que tus familiares cojan la gripe y se metan bajo el edredón, tu hermano se vaya el fin de semana sin decir nada y a ti te parezca rarísimo, cortar con el novio y que el perro coja el moquillo... La bruja... lo que es la bruja no sale, pero hay unos zombis antisistema que miran a la gente desde lejos y luego se van por ahí... Ah, y la prota tiene un Beetle de los nuevos, que para mi gusto nunca molarán tanto como los antiguos, con esos faros redonditos y esas capotas de goma tan chulas... Vaya, que no pierdan el tiempo con esto, mejor inviten a comer a un Yanomami, sale más rentable...
Saludos aviares.

The black witch

sábado, 17 de diciembre de 2011

Sin tesis no hay paraíso



Enfádense. Indígnense. Pataleen. Sean incorrectos... Lo que sea, pero, por favor, no se repitan. Y saquen de contexto a Bava y a Argento, a ver si sigue siendo tan consistente su entramado visual, su iconosofía perpetrante. AMER lo ha hecho, ha obrado el milagro (o la herejía, pensarán algunos). AMER no está rodada en los sesenta ni en los setenta, ni siquiera en los diabólicos ochenta, sino en 2009; y como no puede ofrecer un tributo digno a sus maestros, prefiere despeñarse por lo desconocido, prescindir de todo argumento e indagar en los porqués del desasosiego visual del giallo, no como vehículo para estructurar cierto terror, sino para algo mucho más inteligente: activar resortes ocultos en nuestro subconsciente. Un asesinato puede no ser sólo un asesinato, ni un asesino, ni una víctima; a lo mejor puede ser una crítica hacia la represión sexual, o un alegato contra la alienación. En este sentido, los jóvenes Cattet y Forzani emprenden su particular salto al vacío en tres partes bien diferenciadas. La primera es un un delirio visual claustrofóbicamente situado en una extraña casa, donde una niña espía los juegos amorosos de sus despóticos padres mientras huye, de habitación en habitación, de una anciana (o eso suponemos) que la persigue sin que sepamos bien los motivos; casi una pesadilla a tiempo real (si es que es posible tal cosa). El segundo segmento nos presenta a la niña adolescente, en plena explosión sexual y en un marco muy diferente: un típico pueblo mediterráneo, circundado por carreteras sinuosas y acantilados sobre un mar de azul intensísimo. Aquí la película satura las imágenes de un brillo extra y muestra la indefensión de la chica ante las embrutecidas miradas de los hombres; otro tipo de pesadilla que dará paso al último "capítulo". Aquí, el homenaje a Argento parece aún más explícito, puesto que se hace patente la figura amenazante del asesino, que perseguirá a la ya mujer, que vuelve al caserón familiar. Envuelta en azules anochecidos, esta conclusión se bifurca en el giallo propiamente dicho y en su equivalente psicológico, posiblemente la desfloración (la navaja/pene omnipresente) y el miedo al sexo concebido como acto brutal, que concluirá con una serie de malentendidos. AMER no es una película muda, pero nadie habla, ni su método narrativo usa la expresión hablada; hay, eso sí, ojos nerviosos filmados en primerísimo plano, bocas, cabellos sueltos flotando, venas destacándose... Un cine de lo físico que apunta a lo psicológico; Bava y (sobre todo) Argento, por supuesto, pero con la plena consciencia de que ese cine, muerto y enterrado desde hace tiempo, sólo puede ser concebido hoy día desde el guiño herético de una tesis sin lamentos. Véanla si pueden.
Saludos inquietantes.

Giallo

viernes, 16 de diciembre de 2011

Poder absoluto



No entiendo por qué SALÓ, O LE 120 GIORNATE DI SODOMA es, a estas alturas, una película tan perseguida, si por mí fuera yo la pondría en los colegios... ¿no les parece? Tomando de la mano esa frase que tanto me gusta y que tantas veces he puesto en este blog, Pasolini entendió perfectamente que el hombre-masa está dormido a perpetuidad, por lo que es incapaz de emitir un juicio crítico hacia lo que le rodea, aunque esto vaya claramente en su contra, por lo que se dejó de palmaditas y cogió el mazo... y golpeó. Además ¿es que no se ve sin problemas? Independientemente del sadismo que impregna cada minuto del film, lo que más me llama la atención es la imperante, casi omnipresente voluntad de poder desplegada por unos personajes deliberadamente arquetípicos, remarcados con rotulador. Lo que aterroriza en SALÓ... no es el acto, es la palabra. La palabra manda, la palabra resquebraja cualquier convención social; la palabra es mucho más poderosa que la tortura o las vejaciones físicas. Y es especialmente significativo el silencio de los esclavos (incluso de los guardias) frente a la verborrea esputada por los cuatro "señores", sólo punteada por los tremendos relatos de las viejas prostitutas. El sometimiento sobreviene a partir del silenciamiento, el resto es la particular exhibición de atrocidades que constituye el mazo de Pasolini golpeando; más o menos vitriólico, enlodado, sardónico o cuantos adjetivos se le quieran poner a un puñado de imágenes que, parézcales mentira o no, son de una belleza estética desarmante. Retrato lucidísimo de los crímenes que el hombre es capaz de inventar hacia sí mismo, SALÓ es una espiral de depravación nihilista que contiene algunos momentos realmente memorables, como la escena de travestismo o las torturas observadas con anteojos a distancia; una distancia obligada, como si Pasolini hubiese accionado un dispositivo artificial sólo para ser observado desde fuera. Y no me parece una cima del malogrado director italiano, le sobra contundencia y le falta mirar de frente al espectador que anhela algún tipo de reflexión final y no un torpe baile entre dos idiotas, pero aun así sigue siendo, casi cuarenta años después de su controvertida realización, uno de esos escasos films con la capacidad de removernos en nuestra acomodada (y nunca bien asumida) posición moral ¿Repugnante? No, amigos; repugnante es EAT, PRAY, LOVE... Yo las ponía en sesión doble en los colegios, a ver qué pasaba.
Saludos dulces y cariñosos.

Atrocity exhibition

jueves, 15 de diciembre de 2011

El empeño al servicio de la pulcritud



¿Qué se puede añadir a lo ya dicho sobre THE SHINING? Poco, creo; más aún si creemos firmemente, como es mi caso, de que no se trata de una película en absoluto compleja, tan sólo de una estilización y puesta al día del género terrorífico que supuso un decisivo paso adelante en cómo entenderíamos dicho género hasta el día de hoy. Lo primero que me gustaría es dividir y diferenciar sus dos sustentos: la imagen y la palabra. La novela de Stephen King indaga mucho más en la sinrazón de su personaje principal, Jack Torrance, y lo dota de ese aura inconcebible de maldad intrínseca, un poco al margen de lo que el hotel Overlook desprende como continente de unos actos pretéritos que, efectivamente, caben ser explicados, aunque sólo sea para que luego Torrance no sea un lunático más, sino "el lunático" con mayúsculas. En el film, por el contrario, dicho clima de extrañeza parece converger hacia la brutalidad de una personalidad fragmentada y reconstruida en torno a un poderoso deseo de destrucción. Sólo muy al final de la película, Kubrick parece querer advertirnos del hotel y sus intrahistorias, mientras que su nada desdeñable metraje prefiere atenerse a lo que sus escasos personajes significan, no tanto entre ellos, sino alrededor de una soledad casi insoportable ¿Historia de fantasmas? ¿Ajuste de cuentas fuera de campo? ¿Simple violencia con el joven Alex observando desde un rincón? THE SHINING ha ido extrayendo vetas de valor a lo largo de estos años gracias a lo que para producciones con menos calado sintético suele ser un hándicap: la imposibilidad de conciliación de sus ramificaciones narrativas, conscientes de serlo o no. Así, Kubrick apenas necesita quince minutos de violencia física, puesto que cuenta con un megahistriónico Jack Nicholson para dejar claro el deterioro psíquico de su personaje; mientras tanto, un niño avanza por un pasillo en un triciclo (van Sant 25 años antes de su supuesto hallazgo) sin que sepamos si pesan más los misterios tras las puertas, las figuras surgidas tras las esquinas o las extrañas fotografías que evocan todas las intrahistorias que subyacen bajo este expresivo y expresionista clásico del terror moderno. Desde luego, un sugerente retrato acerca de la maldad y el absurdo de querer explicarla. Véanla siempre que puedan.
Saludos hospedados.

Snow song Pt.1

miércoles, 14 de diciembre de 2011

(Una) Historia



Pues resulta que, allá por el Siglo XI, hubo una chavala que llegó a ser Papa... o eso dicen los intrigantes, los herejes, los rojos... Tiemblen, tiemblen, que los masones y tarotistas llegan cargados de cuentos para no dormir; les sacarán la sangre y las mantecas a los infantes de cada aldea, dejarán estériles los sembrados y yacerán con las vírgenes, sin que haya de quedar una sola... En fin, que digo yo que si diez siglos después esto no ha llegado a suceder será porque lo del nombramiento del Papa es simplemente perdurar eternamente mediante la exclusión. Simple y efectivo. Aparte de estas consideraciones, y teniendo en cuenta que el buró vaticano siempre me ha olido a lo que huele algo que existe desde hace dos mil años, como yo a lo que acudo aquí cada día es a desparramar unas líneas sobre cine, pues hablaré, aunque poco por hoy, de una medio película medio miniserie llamada DIE PÄPSTIN, que da cuenta a su manera de esta cosa tan preocupante para los católicos y tan nimia para los no creyentes. 150 minutos de pulcritud visual, ni un gramo de grasa y ni un solo dato sangrante, únicamente los esfuerzos denodados de la joven Juana, que se hizo pasar por hombre para ingresar en el clero y cuya gran inteligencia y (claro) sentido piadoso (sea esto lo que sea), la elevarán hasta ser nada menos que Papa, con la pega de que en Roma lo que era Juana se hacía pasar por Juan, claro... Resumiendo: un tostonazo de los de mediodía con café y mantecados, sólo apto para digestiones lentas y con nulas claves para lo que es vendido como "¡Il grande misterio!"... En lugar de perder el tiempo con esto, les recomiendo que echen un vistazo a POPE JOAN, del nunca valorado Michael Anderson, y con una espléndida Liv Ullmann en el papel principal. Hala.
Saludos papales.

An audience with the pope

martes, 13 de diciembre de 2011

El dios demonio



Dios no tiene cara, no tiene cuerpo ni circunstancia mediante la que se pudiera, llegado el caso, discutir el porqué de sus actos. El demonio tampoco. Quizá sean la misma cosa, o dos partes de un todo perfectamente definido. Desde luego, algo irrechazable es la idea (católica, por supuesto) de que las deidades sólo encuentran su propia razón de existencia por el hecho de que han de manejar los actos de los hombres, esas pobres y miserables criaturas incapaces de forjar un solo minuto de su insignificante vida por sí mismos. Puede que el único director de cine que ha indagado acerca del libre albedrío, el azar, las conductas morales y sus últimos significantes de índole religiosa haya sido Robert Bresson; y el culmen de su parca obra, sin que signifique su gran obra maestra, puede que sea L'ARGENT, donde adaptaba (es un decir) "El billete falso", de Tolstoi. Hay un billete falso, un montón de malas intenciones, engaños, avaricias, calumnias. Hay un chivo expiatorio que pagará con la cárcel el imposible resarcimiento de un delito que no ha cometido en principio, pero que se tornará cruelmente en una acusación en toda regla que habrá de llevarle a la cárcel, donde irá progresivamente convirtiéndose en un verdadero criminal. Me niego a admitir rastro alguno de cierta "lección moral" en este áspero y "ultrabressoniano" (a la postre, su título póstumo) relato visual; más aún: lo que Bresson pone de manifiesto es que dios y el demonio habitan el mismo cuerpo, que su dirección de los actos humanos no responde al bien ni al mal, sino a las complejas interactuaciones dentro de una sociedad, capaces de cambiar al mejor de los hombres en un delincuente sin remilgos. El dinero interactúa con el consentimiento de unos padres, capaces de acusar a un hombre y llevarle a la perdición por encubrir a su propio hijo; el jurado interactúa con los prejuicios típicos de una sociedad burguesa, perfectamente capaz de definir qué lugar ocupa un obrero cualquiera y qué lugar ocupa un estudiante de clase alta; ni que decir tiene cuál será la tendencia de unos dependientes (la mitad del plebiscito) a la hora de inclinar su acusación.
L'ARGENT no es cine visual, no es un entretenimiento primario para solazarnos comiendo palomitas, así que quizá sea mejor que no se tomen la molestia de buscarla para verla, no vaya a ser que un billete falso se interponga entre ustedes y su plácida vida burguesa...
Saludos en bancarrota.

Money

lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Qué barbaridad!



No es que una película/artefacto como CONAN THE BARBARIAN nos suene a vista decenas de veces. No, aunque también. No es que se muestre en todo momento absolutamente incapaz de suscitar la más mínima emoción, sea ésta la que pueda ser. Ni que uno mueva los pulgares viéndola, como frente a su consola de videojuegos. Es todo esto, sí, pero hay algo más, debe haberlo. Debe haber algo de difícil definición para comprender, al menos, cómo se llega a una modificación plástica y semántica de una radicalidad tal que sea imposible encontrar algún rastro de lo que el cimmerio más famoso de todos los tiempos dio al séptimo arte hace ya treinta largos años; por supuesto, de risa sería intentar hablar de la obra maestra de Robert E. Howard, a la que ya no era fiel ni aquélla. CONAN THE BARBARIAN es a la saga "Crepúsculo" lo que ésta es a Disney Channel: una pose en busca del desprendimiento autoconsciente de toda frivolidad. El resultado es también idéntico: Ctrl+C/V descarado, incluso para el cinéfago de memoria más quebradiza. La desfachatez, por supuesto, también es la misma. Jason Momoa podría haber dado el pego, pero sólo confirma que el parecido físico es lo de menos, porque Arnold Schwarzenneger lo hacía infinitamente mejor, simplemente porque a Conan es mejor no interpretarlo, basta con sacar el lado garrulo de gama más básica. Aquí, nuestro bárbaro no sólo es valiente y decidido, sino que encima es cortés con las damas y hasta bien hablado; ni un taco o improperio, sólo un par de cejas zapateriles y un cuerpo sospechosamente aseado. Le acompañan un negro con acento jamaicano... (no me pregunten por qué), un ladrón con acento francés, que además no roba nada en ningún momento, una virgen que no duda en perder dicho "tesoro" a las primeras de cambio (por cierto, ni follando es brutal este Conan...) y Ron Perlman, haciendo lo suyo durante diez minutos; mientras que los malos se limitan a ser un padre y una hija, el padre busca una careta que luego no sirve para nada, y la hija tiene las uñas largas... Yo, por mi parte, nada más excepto recordarles que tanto las novelas de Howard como la excepcional serie de comics ("La espada salvaje de...", sobre todo) sí son puro Conan. Esto, no.
Saludos deshibernados.

Barbarism begins at home

viernes, 2 de diciembre de 2011

Demasiado idilio para el drama



... O para la poesía, la que tan fehacientemente, con tanta insistencia, se le ha de presuponer a un artefacto tan fallido, tan equivocado en sus preceptos, como lo es MAREA DE ARENA, una coproducción (glups!) entre México y Argentina, dirigida por un desconocido Gustavo Montiel Pagés y localizada en una Patagonia tan suavizada que antes pareciese que estuviésemos enclavados en la costa gaditana???... Fotografía a cargo de Carlos Rossini, con un montón de dunas ondulantes, puestas de sol inacabables y un mar de postín, o de postal. Actores haciendo lo que pueden, con Damián Alcázar al frente, pese a tener un rol más secundario que unos intrascendentes Daniel Kuzniecka y Edurne Ferrer. Y la trama... Aquí la cosa se despeña y no hay vuelta atrás, es el problema de tomarte demasiado en serio a ti mismo (ya que el director firma también el guion), puesto que mucha casualidad tenía que ser que en un pobladito patagónico coincidieran un fotógrafo artístico, una bailarina de strip-tease y un tipo dedicado al estraperlo siniestro, que no sé lo que es pero queda chulo así escrito... Con estos mimbres lo que no te va a salir es LIVERPOOL, desde luego, sino un episodio de telenovela de lo más ramplón. Que si me pusiste los cuernos, que si de aquí no te vas, que le compro una pistola a éste, o que edito un libro de fotografías pero la melancolía invade mis sentimientos cuando juego al Jenga con mi hijo... No sé, un peñazo que intenta muy vagamente seguir los pasos estilísticos de Iñárritu, pero que no sólo hace bueno a éste, sino que indica el peligro de (co)producciones encorsetadas y con muy poco que aportar, apenas un par de apuntes técnicos. Intrascendente.
Saludos arenosos.

Decidí

jueves, 1 de diciembre de 2011

Verde oscuro



GARAGE es una película pequeña, lo cual no tiene por qué ser sinónimo de "amable", que es algo que aquí nuestros directores parece que no quieren aplicarse cuando manejan presupuestos pequeños. Pequeña, sí; por su espartana localización (apenas la gasolinera donde trabaja el protagonista, el pub donde va después y su modesta casa), su puñadito de personajes y, sobre todo, la claridad y dedicación con la que aborda temas verdaderamente espinosos. Y olvidémonos del equívoco; GARAGE no es la enésima película de buen corazón con un protagonista que arrastra una pequeña deficiencia mental que, sin ser un tonto de remate, sí que necesita un par de minutos para comprender lo que ocurre a su alrededor. Y lo que ocurre no es, insisto, la típica sucesión de gags aprovechando dicha limitación; no, porque lo que ocurre es que Josie, visto con la distancia adecuada, es probablemente la persona más íntegra, bondadosa y elocuente de su pequeña comunidad; ergo: Josie es incapaz de ser feliz; no, desde luego, como lo son los demás. Y lo intenta. Lo intenta poniendo todo su empeño en la tediosa rutina de la desolada gasolinera donde trabaja, aunque no se dé cuenta de que es una ruina que tendrá que cerrar tarde o temprano. Lo intenta con los desgraciados (porque lo son mucho más que él) con los que conversa en el pub; y lo que él entiende como bromas entre colegas no son más que humillaciones hacia su persona. Lo intenta con el otro sexo, pero un par de frases pueden ser tomadas casi como un intento de violación. Y lo intenta, finalmente, con David, el introvertido adolescente al que el dueño de la gasolinera, liado con su madre, manda para que "aprenda" a desenvolverse junto a Josie. David parece, poco a poco, el único ser que toma en serio a Josie, pero ni aun así parece que nada vaya a salir bien. GARAGE, como decía antes, arrasó en los premios de la Filmoteca Irlandesa de 2008 por delante de otros títulos más obvios; y, francamente, no me extraña. Se trata de un lúcido y muy sensible relato sobre la estupidez humana, de lo poco que queremos entender al de enfrente y lo egoístas que somos aunque esto no nos traiga más que miseria moral. Aquí, Josie no es el idiota, lo parece pero no lo es; Josie no es más que la víctima de un entorno que no entiende. Hermosísima.
Saludos en el porche a media tarde.

Joe's garage

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!