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sábado, 28 de junio de 2025

Los psicovivos


 

Entonces el artista empieza a fiarse más de su pulso que de su cerebro. No piensa, ejecuta. Tiene la precisión del tiburón ante su presa, y desgraciadamente termina por impregnar toda la obra de esa ponzoña, barata y descuidada, que es "el talento". Ya algo temíamos con Amat Escalante, enfant terrible (venido a menos) de la camada "reygadosiana", que comenzó su andadura con la osadía de mostrar las cloacas de su propio país en HELI, o invitarnos al macabro festín intergaláctico de LA REGIÓN SALVAJE; films que componían una cosmovisión, un poco pagada de sí misma si se quiere, pero con indudable fiereza formal. El problema con PERDIDOS EN LA NOCHE es que en ningún momento sabemos qué nos están contando, ni desde dónde. Volvemos a los motivos de HELI en su impactante arranque, con una activista secuestrada por la policía al oponerse a la construcción de una mina. Bien, pero después ya tenemos a su hijo, que años después no ceja por encontrarla, centrando el objetivo en una excéntrica familia de artistas, curiosamente establecidos al lado de la extracción, y cuyo inexplicable comportamiento va derivando al film hasta una especie de sainete vodevilesco difícilmente defendible. Yo, qué quieren que les diga, le hubiese quitado media hora y cambiaría algún personaje que simplemente estorba. Lo peor, que al final ya ni nos acordamos de por qué hemos llegado hasta allí...
La peor de este estimable director, y con diferencia.
Saludos.

jueves, 15 de marzo de 2018

El horror del placer



LA REGIÓN SALVAJE, último film de Amat Escalante, mezcla diversos géneros para crear uno totalmente nuevo. Un salto al vacío (otro) tan desconcertante como en último término estimulante, y que sitúa al director mexicano en una madurez compositiva que nos hace augurar que sus mejores trabajos aún debemos esperarlos. Ahí va eso: Un asteroide flota en el vacío. Cae a la Tierra. En un apartado cobertizo, una familia guarda el secreto del espacio exterior, una criatura capaz de proporcionar un goce sexual ilimitado. Aparte, Escalante nos narra la escabrosa historia de amor homosexual entre un hombre y el hermano de su mujer. En un momento dado, los personajes se cruzan, y, como si una specie de influjo tomara parte, todos van abocados al desastre. El dato diferenciador es la criatura, quizá un pretexto psicologista, cuando lo que más importa es la imposibilidad de unas relaciones humanas normales en mitad de un lugar donde imperan las normas de la violencia y el disgusto. Es esa "región salvaje", repleta de miseria moral, en la que incluso un ser inhumano puede llegar a ser lo único que de verdad merece la pena. Confirmándose como un maestro de la controversia, Amat Escalante evita todo lugar común, aunque los transite todos, desde el melodrama a la tragedia, pasando por el terror y el humor surrealista, una amalgama de tonos y frecuencias que dan como resultado un film insólito, inclasificable, pero al mismo tiempo de una calidez extraña, tanto lo pudiera ser estar abrazado a un montón de tentáculos...
Saludos.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Algunas cosas que ya no vuelven



Con el motivo de los cien años de la revolución mexicana, varios productores decidieron realizar un largometraje dirigido por diez directores diferentes y que intentara captar la esencia de dicha revolución cien años después, cómo ha cambiado el país y qué consecuencias pueden aún rastrearse de lo que, más allá de lo simbólico, parece haber quedado en una especie de recuerdo ensoñado. Afortunadamente, no hay ni rastro de panfletos ni peroratas, y pese a su desigual recorrido, REVOLUCIÓN ha quedado como un inmejorable paso a nivel a una de las cinematografías más interesantes y florecientes de los últimos años.
Abre la función el oscuro lirismo de Fernando Eimbcke en "La bienvenida", donde un humilde lugareño, de un humilde poblado, con una humilde existencia, pasa toda una noche en vela ensayando con su tuba al raso la bienvenida a alguien que se supone honrará con su presencia a su pequeño pueblo. Sólo fataría que se presentase, claro...
Patricia Riggen afloja el discurso, aunque su mezcla de crítica social y humor negro, más que de revolución, habla de los lazos perdidos entre generaciones. "Lindo y querido" nos sitúa en L. A., donde una mujer asiste perpleja a una tradición que desconocía por completo a causa del fallecimiento de su abuelo, que supuestamente combatió junto a Zapata. Se supone que un mexicano de estirpe tiene que volver a su tierra para ser enterrado, pero siya es complicado traspasar una frontera estando vivo...
Menos afortunado aún está el actor Gael García Bernal, que en "Lucio" propone una visión maniquea y absurdamente rupturista alineando los preceptos de la revolución mexicana (y, de paso, glorificándola sin querer) con la rebeldía juvenil de un chaval que esconde un crucifijo bajo la cama, porque no cree en iconos...
Por su parte, Amat Escalante, uno de los "nuevos" directores mexicanos con más proyección y personalidad, acomete en "El cura Nicolás colgado" un fantasmagórico ensayo propulsado por el surrealismo de Buñuel y con un discurso crudo y elocuente. Unos niños encuentran a uncura colgado de un árbol, aún vivo; su burro y su monaguillo han sido literalmente quemados. Tras ayudarlo y caminar varios días por el desierto, el film parece transfigurarse de aquel pasado revolucionario y brutal a otro aún más terrorífico, que es la jungla de coches y restaurantes de comida rápida al otro lado de la autopista...
Y, cómo no... Reygadas. "Este es mi reino" es una locura orgiástica en la que cabe de todo alrededor de un interminable banquete al aire libre que pretende, como todo el cine de su controvertido autor, conciliar a lo bestia los dos Méxicos, el que "gringuea" y el que no lo hace porque no lo dejan. Hay coches incendiados, locas del putiferio, ancianos pajilleros, máscaras del ring, poetas sin discurso, perros, camisetas del Chelsea, polos de Lacoste, pulque en vasos de plástico pringoso, niños huidizos, alcohol... más alcohol... Hogueras...
Mariana Chenillo también patina con "La tienda de raya", donde no da con el tono justo y parece olvidar el trasfondo que demanda el film en el que está inscrito. Una empleada de supermercado tiene una cita con un tímido encargado, pero debe resolver el dilema dental que la aflige antes del Viernes... La verdad, no sé qué pensar...
Más difícil es el caso de Gerardo Naranjo, que en "R-100" efectúa un ejercicio de vaciado que raya un absurdo lo suficientemente bien organizado para que, más allá de la lectura que podamos hacerle, y pese a que se trata de una historia llena de tensión y misterio, la sensación es la de que estamos ante un estupendo preámbulo o in troducción a un film que no existe, pero que se presume más grande y elaborado. Un hombre lleva a otro, moribundo, a cuestas por el desierto (esos desiertos...), llega a una autopista e intenta parar un coche, sin éxito, así que tendrá que usar métodos... menos "formales"...
Sin embargo, mi segmento favorito es "30-30", en alusión a los fusiles utilizados en la revolución. Rodrigo Plá, director uruguayo radicado en México y autor de la estupenda LA DEMORA, acompaña a la pesada figura del nieto de Pancho Villa, mostrándolo como un hombre sencillo que se plancha sus camisas y que, tembloroso, espera su turno para ofrecer un pequeño discurso que apenas si es capaz de memorizar. Es una fiesta conmemorativa, pero a nadie le interesa ya escuchar qué pasó realmente, siempre es más edificante bailar un narcocorrido o disfrazar a un puñado de modelos como si fuesen revolucionarias del Playboy...
A Diego Luna, en "Pacífico" le pasa también que se queda a medio camino de la poesía visual, el relato trascendente y la búsqueda "reygadiana". No sé exactamente qué es lo que intenta contar, excepto que un tipo tiene una discusión con su pareja y luego se va a dar machetazos a un terreno que pretende vender... ¿?...
Menos justificable es, sin embargo, el cierre, a cargo del estomagante Rodrigo García. No porque se trate de un cineasta colombiano, que no seré yo quien le dé importancia a tamaña fruslería, sino porque se gusta tanto, se relame tanto, se perfuma e inviste tanto, que parece una tontería no engañotarlo a él, igual que a tantos, como autor de videoclips. "La 7th street y Alvarado" es una sucesión de postales que parecen sacadas del National Geographic, rodadas a cámara ultralenta y que (ahí es nada) mezcla una calle californiana, repleta de gente en sus quehaceres diarios, con una tropa de revolucionarios que miran, eso sí, desafiantes a cámara. Me pregunto qué es la revolución, un relato filmado que se quiera presentar como revolucionario... Esto, desde luego, está en las antípodas...
Saludos.

viernes, 8 de agosto de 2014

Amoralmexicana



SANGRE fue el primer largo de Amat Escalante, un depurado ejercicio de estilo, más preocupado de mantener sus (descuidadas) formas que de indagar caminos propios, lo que la hace a ratos sugerente, por momentos incomprensible y, las más de las veces, simplemente idiota. A lo mejor era la intención del director mexicano, pero yo no le veo la gracia, y además esto  ya lo había visto en otra parte... (¡Ah, hombre! ¡Reygadas, cómo no!). Feísmo de pulso cero, tensión inexistente, personajes en el límite de lo patrañero y cierto tufillo a naturalidad impostada; que no puede ser, que o es natural o es artificial, y aquí hay mucho tetra-brik de escuela de cine, o demasiadas palmaditas antes e tiempo. Me importa un comino lo que le pase a ese tipo descaradamente feo (demasiado descarado, creo yo), sus soeces escenas de sexo, su agilipollamiento crónico (feo, idiota, aburrido... ¿alguien da más?). Y poco más, porque me da que Escalante ha sabido remontar, no mirarse el ombligo y empezar a darle importancia al guion, cosa que aquí luce por su ausencia. Y me gustaría que alguien me explicase qué debo leer entre líneas en tan poca cosa, porque tengo entendido, si nos ponemos metafísicos, que entre líneas, efectivamente, no hay nada...
Saludos.

viernes, 25 de julio de 2014

Lo que no se cuenta



LOS BASTARDOS es la película perfecta para anticipar HELI, con un discurso ya más elaborado y pleno de confianza. Antes, este lacónico retrato de algo que primero parece una cosa para ir convirtiéndose detalladamente en otra refleja una realidad: la mayoría de lo que ocurre en la inmigración ocurre en los márgenes. En un largo plano inmóvil, Escalante da cartas de presentación a su improbable pareja protagonista, Fausto y Jesús, que vienen dándole patadas a un balón desde la lejanía de un canal vacío. Son elementos sin ocupación, individuos sin ubicación en una sociedad, la norteamericana, que no les quiere pero les explota. A continuación, una despreocupada conversación entre un grupo de inmigrantes ilegales, entre los que se encuentran los antes mencionados. Salen, casi sin querer, los chascarrillos escabrosos (¿Te acuerdas del gringo que me quería violar?); sólo esperan un "algo" que en realidad es una pickup arquetípica, con un tipo arquetípico con zapatillas Nike y gorra, que sólo quiere mano de obra rápida y barata (10$ la hora). En un par de escenas, Amat Escalante traza un línea que, después, le permite digredir el discurso sin solución de continuidad. Fausto y Jesús deambulan por una lujosa urbanización, cae la noche y buscan una casa. A partir de ahí, el relato se tensa y la atmósfera se llena de violencia, aunque el gran hallazgo de Escalante es colocar a sus personajes cada uno en un extremo y que sea la incomprensión mutua la que se apodere de sus actos. El final, abrupto, tan nihilista como significativo, lo deja todo como al principio; ni siquiera un estallido de brutalidad o una venganza pagada puede alterar el estado de las cosas, así que todos seguiremos tan felices como siempre... siempre que no nos lo cuenten.
Saludos.

martes, 22 de julio de 2014

Bastardo #2



El segundo en discordia, cómo no, Amat Escalante, protegido de Reygadas, barcelonés accidental y director capaz de aunar en sus trabajos más audaces una extraña mezcla de violencia y calma, como si ambas cosas pudieran coexistir naturalmente y sin molestarse la una a la otra. AMARRADOS fue el cortometraje que filmó en 2002 en las calles de Guanajuato (una constante en todas sus películas), en un bello Blanco y Negro y con la difícil premisa de conectar la denuncia social con un sentido lírico y reflexivo. Por un lado se muestra la triste situación de los niños que viven en la calle engañando al hambre con pegamento, y por otro el prostíbulo en el que vive recluida la hermana de éste. Es verdad que a Escalante le cuesta un mundo no irse por las ramas (ni en 16 minutos) y tira de recursos de difícil ubicación, como esa extraña señora que toca el piano y que no se sabe qué pinta aparte de aportar extrañeza. En fin, un trabajo primerizo, de excelentes intenciones, y que abrió las puertas de los festivales internacionales a Amat Escalante.
Saludos.

sábado, 19 de julio de 2014

En el país del horror



Me he puesto al día con los dos máximos exponentes del último cine mexicano, Carlos Reygadas y Amat Escalante. Un deuda pendiente de las de paciencia y buen tino, porque se trata de propuestas extremas, nada complacientes y siempre al margen de la comercialidad, en esa vaga e improbable twilight zone de los festivales internacionales. Reygadas, impulsor; Escalante, redefinidor; los dos, trabajando codo con codo, le están dando a México (y no me parece pero ni poco) algo más que notoriedad: identidad propia y reconocible ¿Acaso el "milagro" viaja desde Argentina a Rumanía y ha encontrado un nuevo hogar? HELI, última película de Amat Escalante, semeja un cine del tedio, de la miseria falsamente buscada, pero su impactante comienzo parece querer advertirnos: aquí hay historia, incluso denuncia, incluso una valentía inusitada para ciertas latitudes en las que el mal ni siquiera necesita ser silenciado, porque es de verdad poderoso. Escalante es un guionista inteligente, moroso en conceptos pero riquísimo en directos a la mandíbula; y sabe cómo y cuándo lanzarlos. Y cuando te rascas la nuca con las tonterías de una niñita que es seducida por un cadete de soldado bastante tontorrón; y cuando ves a Heli, el protagonista, volver a hacer el monótono camino hacia la cadena de montaje; y cuando su mujer le vuelve a negar el yacer para refugiarse en los santeros, piensas: "No, otra vez no. No otro aprendiz de Tarr, por favor". Pero un instante antes del knockout técnico recuerdas cómo ha empezado el film, ahí justo lo recuerdas, y ya es demasiado tarde, HELI muestra un rato de horror crudo, sin concesiones, sin nada que ver con las payasadas del gore. Y no estoy tan seguro de que sea una película excelente, pero zarandea (angustiosamente) al más pintado. En Cannes también lo vieron así...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!