martes, 28 de febrero de 2017

Nos faltan los motivos



Nos conformamos con poco. O es eso o vamos a tener que replantearnois los oscar como unos premios que vienen a ser como el All Star en la NBA, un espectáculo en el que lo de menos es el resultado y en el que incluso meteduras de pata tan vergonzantes sirven para que la frase favorita de los americanos cobre sentido. "Show must go on". Es por ello que una película como HELL OR HIGH WATER ha pasado totalmente de puntillas por el certamen, cuando probablemente (y sin el probablemente) era la propuesta más sólida de todas. Aunque también debo dar mi opinión al margen de esta pantomima de competición, y mi opinión es que el último trabajo del escocés David Mackenzie no es una película tan grandiosa como en un principio parece prometer. Ni Jeff Bridges será recordado por un papel que ha repetido decenas de veces, ni su pareja antagonista, Chris Pine y Ben Foster, consiguen reventar la pantalla. Esta historia de perdedores crónicos tiene mejores intenciones que resultados, y se aprovecha del McGuffin más empleado en la última década, la crisis económica y la salida heterodoxa de la misma, pero le falta algo para ser realmente grande. Le falta empaque, y algún giro de guion no le habría venido mal, y su exceso de pudor se nota incluso en el desaprovechamiento de la excelente banda sonora de Cave y Ellis, que por supuesto tampoco pintó nada en un año que se ha destacado por un horripilante uso de la música. Curiosísimo asunto éste. Y aun así, y siendo la que he elegido para abrir lo de los oscar de este año, a mí me parece que era la más entretenida de todas.
Saludos.

lunes, 27 de febrero de 2017

Justicia



Justicia para la que era, con mucho, la mejor película de las nominadas al Goya. Justicia para un tipo, Raúl Arévalo, que no tiene pinta de hacer esta película, pero que lo ha demostrado de la mejor manera, que es haciéndola. Y la justicia es, en último término, el auténtico motor de este zambombazo en plena cara, que uno no sabe por dónde le va a venir y cuyas piezas encajan en el momento justo y con la mayor naturalidad. Más justicia. Pero es preferible adelantar lo menos posible de su trama, cine negro clásico que tiene el sabor de los mejores, de esos títulos que van sorprendiendo y adquiriendo sentido con su información bien administrada. Porque todo comienza deslavazado, errático, con un atraco fallido y magníficamente rodado en una sola secuencia, con un grupo de hombres que se reúne en un bar cualquiera de un barrio cualquiera para jugar a las cartas. Porque uno de esos hombres, tímido, apocado, observa en silencio a la chica que trabaja en el bar; y porque uno intuye por dónde puede ir la cosa, porque el marido de la chica está en la cárcel y saldrá inminentemente. El desastre, el drama, la tragedia, se cocinan pacientemente, tenemos la película ya formada en nuestro preparado imaginario cinéfilo, pero Arévalo lo desvía todo, lo trastoca todo gloriosamente y pone a funcionar el dispositivo, el artefacto que expone un retablo de seres miserables, muy miserables... Sólo que prácticamente ninguno es el que creíamos.
Si debo ser justo, TARDE PARA LA IRA es una película sencillamente apoteósica.
Saludos.

domingo, 26 de febrero de 2017

Rincón del freak #260: Cantar en la oscuridad... más absoluta



El cine "lumpen", antes que por motivos de presupuesto, se identifica por el provecho artístico que extrae de la supuesta denuncia que promulga. Un análisis simple arroja casi siempre el beneplácito de la mayoría, que prefiere pasar por imbécil antes que por insolidario, y que es capaz de justificar cualquier nadería si es "la nadería que toca" en ese momento. Contemporaneidad u oportunismo. El caso es que CERCA DE TU CASA habla de lo que ya sabemos, de que los bancos son unos hijos de puta porque han dejado en la calle a un montón de familias, pero el prolífico e irregular Eduard Cortés aborda el drama desde una óptica poco menos que discutible; no porque ponga a sus intérpretes a cantar, no sería el primero en usar el recurso del musical incrustado, sino porque se trata de una narrativa inducida, que no deja otra opción al espectador que adoptar la propia mirada de los protagonistas (en realidad "la protagonista"), por lo que el conjunto se resiente y queda como un loable film de denuncia social, pero un muy flojo compendio de lugares comunes que parecen sacados directamente del medio televisivo, que tan bien conoce Cortés. Aun así, supongo que debe tener su público, pero les recomiendo que no se hagan ilusiones, Silvia Pérez Cruz no es Björk...
Saludos.

sábado, 25 de febrero de 2017

La ciudad abrasada



Lo más parecido que se ha hecho en nuestro país a ZODIAC. Ya con este encabezado me parece que quedan claras las muchas virtudes de QUE DIOS NOS PERDONE, el nuevo y sorprendente film de Rodrigo Sorogoyen tras su prometedor STOCKHOLM. Un thriller, sí, pero si se me permite, "descuajaringado", o apesadumbrado, una historia de perdedores en la que sólo el mal parece sacar pecho, y que por eso se eleva como un lúcido retrato robot de esta sociedad enferma de ignorancia e impotencia. No es casualidad que Sorogoyen elija situar la historia en el ardiente verano de 2011, porque le permite justificar una ciudad, Madrid, vacía y repleta al mismo tiempo; y dos sucesos absolutamente antagónicos, pero que difícilmente sobreviven al solapamiento, confundiéndose y confundiendo a su inolvidable pareja protagonista. Por un lado los indignados del 15-M, por otro los peregrinos high class que han llegado para ver al Papa. Ambos eventos conforman una marea humana que ha tomado las calles de la ciudad; sin embargo, en los márgenes, en las calles que quedan vacías, el mal actúa impune, un asesino en serie viola y mata a sangre fría a ancianas.
Ya de por sí la trama policíaca es suficientemente interesante, pero nos quedaríamos en la superficie de un film que va más allá, sobre todo en la construcción de unos personajes complejos, alejados del arquetipo. Alfaro es violento, impulsivo, un tipo despreciable que, sin embargo, puede que sea el único policía íntegro y honesto, y cuyos métodos contrastan con los de Velarde, callado, metódico, pero implacable en su trabajo. Ambos tendrán que hacer la guerra por su cuenta para encontrar al asesino, recibiendo zancadillas de sus superiores y compañeros, que sólo se mueven en una falsa meritocracia, y cuya incompetencia permite al asesino (escalofriantemente interpretado, aunque no diré por quién) campar a sus anchas sin oposición. Y entre medias, Sorogoyen desmigaja estas dos personalidades, mostrando su vacía cotidianidad y exponiendo la amargura de quien no sabe vivir fuera de su trabajo, por duro que éste sea. Antonio de la Torre y Roberto Álamo se comen la pantalla, y suponen el gran acierto de este film intenso y desgarrado, un trabajo áspero e incómodo, y que confirma, entre otras cosas, a un narrador excelso, que no tiene miedo de exponer libremente lo que necesita para hacer avanzar la historia. Un rotundo thriller, sí, pero también un espejo de miserias. Asómense si pueden soportar su propio reflejo...
Saludos.

viernes, 24 de febrero de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #10



También en 1972, Scola fue requerido por Dino de Laurentiis para adaptar una obra del escritor suizo Friedrich Dürrenmatt, famoso por sus enrevesadas tramas a lo "Agatha Christie". LA PIÙ BELLA SERATA DELLA MIA VITA empieza con Alberto Sordi enfrascado en un negocio sucio en Suiza, donde recibe un maletín repleto de dinero que no puede ingresar en un banco por llegar tarde. Obligado a esperar hasta el día siguiente, su lujoso coche se queda estropeado en un camino rural mientras sigue a una misteriosa y atractiva motorista, llegando hasta un pintoresco castillito donde le ofrecen quedarse hasta el día siguiente. Los otros huéspedes son todos letrados jubilados, y tras una gran cena arman un ingenioso juego en el que el recién llegado hará de acusado y se someterá a un juicio "ficticio". Oscilando entre la comedia macabra y el retrato costumbrista, Scola dirige a un puñado de grandes actores (Michel Simon, Pierre Brasseur, Charles Vanel) y factura una extraña y sorprendente pesadilla surrealista, con un final que parece desentonar con la sutileza que Scola derrama en cada escena para no caer en el habitual exceso de su productor, pero que le da una explicación plausible y terrenal a una trama que mantiene al espectador dudando constantemente sobre qué está pasando. Suerte que por allí estaba una tal Janet Agren para espabilarnos...
Saludos.

jueves, 23 de febrero de 2017

Postulados para la violación de la realidad #20



En 2006, Abbas Kiarostami, siguiendo su pasión por la pedagogía "inteligente", montó un pequeño mediometraje de apenas media hora para intentar explicar el papel fundamental que los caminos, las carreteras, tienen en su cine, haciendo un verdadero tratado filosófico-humanista al tiempo que traslada las razones pictóricas de este recurso, que en su cine deviene en línea maestra. THE ROADS OF KIAROSTAMI está filmada en riguroso blanco y negro, y apenas está compuesta por estas tomas de caminos abandonados, poco transitados, que sirven a Kiarostami para indicar al espectadot lo que no puede mostrarle con diálogos. Pausadamente, el propio director desentraña dichas claves, y repasando mentalmente sus films, nos queda más clara esa fijación casi obsesiva por seguir el periplo de los seres humanos mientras se desplazan por esas cicatrices que siempre estuvieron ahí, llevándolos de un sitio a otro, desde el principio hasta el final...
Saludos.

miércoles, 22 de febrero de 2017

De follar ni hablamos...



Ustedes perdonen el encabezado, pero es que el chiste es muy bueno... Ahora viene lo de que me sorprendo viendo KIKI, EL AMOR SE HACE, de Paco León. Porque la película está muy bien, y no sólo eso, sino que me parece necesaria teniendo en cuenta la repugnante vuelta al subdesarrollismo que la comedia de este país lleva emprendiendo desde hace demasiados años. Y no es fácil lo que se propone el actor y director sevillano (aquí compagina acertadamente ambas facetas), pues el material de partida es carne de amarillismo vacuo y chufla tapada con abundancia de carne femenina. Nada de eso, KIKI es un honesto y emocionante alegato a la gente que no va de nada, sino que va tanteando por la vida a la búsqueda de algo que merezca la pena. El sexo, omnipresente, si no se trata con cuidado, se banaliza en cuestión de segundos y se hace pornografía, pero aún más importante es la impagable inyección de humor que León introduce en cada situación, conscientemente equidistantes para conformar una genuina construcción de historias cruzadas hasta su festivo final, que dejará al personal con una sonrisa de complicidad en los labios, que bien le hace falta a esta sociedad amargada y amargante. Una sociedad, por ejemplo, que no ha asimilado correctamente al propio Paco León, que no tiene nada que ver con "Luismas", y sí con un cineasta que tras una supuesta amabilidad formal esconde un poderoso discurso crítico que incluye, por ejemplo, a la Academia que tan "amablemente" ha relegado hasta la intrascendencia a la propuesta más fresca y original de todas.
Por cierto, la escena del club de intercambio merece estar desde ya en lo más alto de nuestro imaginario cinéfilo...
Saludos.

martes, 21 de febrero de 2017

Gracias por nada



Se dice muy acertadamente que no hay nadie más peligroso que un necio, ya que su necedad le impide ser consciente del perjuicio que es capaz de proporcionar, no ya a otros, sino incluso a sí mismo. El pavoroso relato incluido en el corazón de EL CIUDADANO ILUSTRE (Goya a la mejor película hispanoamericana) no está oculto en absoluto, pero necesita de la colaboración del espectador, con el saludable peligro de llegar a verse reflejado en algún momento, lo que claramente consigue su objetivo, que no es otro que el rechazo. El diabólico guion firmado por Andrés Duprat se limita a no descarrilar, pacientemente, con la seguridad que le da su antológica secuencia inicial, de lo más subversivo que se ha podido ver este curso. La "historia" sigue a un reciente premio Nobel de literatura que, un poco hastiado de las alturas, decide aceptar la invitación que le propone el humilde pueblo argentino en el que nació, y del que no tardó en irse para no volver nunca más. Lo que Duprat propone es la progresiva inversión en pesadilla de la estancia en un lugar al que no pertenece, que ni siquiera sabe calibrar una escala de magnitud sin desbordarse por todos lados, ya sea por exceso o defecto. Esta pesadilla es menos exagerada que en otras ocasiones, lo que nos permite empatizar con los eventos absurdos, las peticiones de caridad, los agasajos de todo a cien e incluso los ofrecimientos sexuales; sobre todo porque, leyendo entre líneas, encontramos un duro y lúcido azote a esta época de verdadera prostitución de la cultura, con los políticos como chulos y los incapaces como meras mantenidas. Ya saben, por tanto, a quién le toca poner el culo...
Véanla, es corrosiva como ácido de batería, y nada complaciente.
Saludos.

lunes, 20 de febrero de 2017

el "Sirkillo" impenitente



Toda vez hayamos aceptado que, haga lo que haga, Almodóvar estará siempre presente en los Goya, no sólo comprenderemos el inútil trasfondo del certamen, sino el auténtico porqué de la existencia de su cine. El cine de Almodóvar aspira, siempre lo ha hecho, a quedarse, permanecer a toda costa; enroscado como un gato ya viejo, se resiste a ser desplazado del confort de "su" sillón, y no digo que el derecho no se lo haya ganado, pero otros con más y mejor discurso hace tiempo que tiraron para la canasta. JULIETA es eso, la perfecta definición de un señor que ha logrado que nadie le lleve la contraria, por eso siempre está ahí, pero por eso también es sistemáticamente apartado hacia un lado, y solamente es recompensado con alguna chocolatina sobrante, en especial para sus actores (más bien actrices). Una película paralizada en el tiempo, pero también rígida en el espacio, donde parece buscarse el disecado de la viñeta antes que el dinamismo del celuloide, lo que no deja en muy buen lugar a alguien que apenas arriesga a tercos y confortados cinéfilos de babucha de paño, mientras olisquean el pachulí y el Paladín en una de esas tardes lluviosas con Sirk de fondo. No sé, no soy nadie para decirle a estas alturas a un señor que lo ha ganado (casi) todo lo que debe hacer con su carrera, pero sí que lo tengo a quejarme de que su cine, o su manera de interpretarlo, no contribuye a que los jóvenes radicales (que los hay) puedan impulsar sus propuestas, y con ello desencallar una industria que acumula toneladas de polvo de arroz. Almodóvar es un tapón, un gato que ha gastado seis vidas pero que no duda en sacar una garra afilada, la misma que tanto echamos de menos en sus historias de tita de pueblo. Sólo le falta hacer la historia de un ama de casa amargada y católica en 3D, aunque tendrían que incluir kleenex digitales a la entrada...
Saludos.


domingo, 19 de febrero de 2017

Rincón del freak #259: De cómo la justicia se confunde con el capricho



Después de pensarlo un par de veces, no muchas, y darme un par de cachetes para comprobar si lo que acababa de ver era producto del estado semifebril en el que he estado estos días o si esto forma parte del aquí y el ahora. EL OLIVO es una película con buenas intenciones, que habla de lo buenos que son unos y lo malos que son otros, sin tener en cuenta cromatismos, pero bueno. La primera mitad es salvable, parece un mal imitador de Kiarostami filmando árboles y gente, pero luego nos damos cuenta de que esto no es más que un producto diseñado para intentar lanzar a una joven (y discreta) actriz, Anna Castillo, que sin embargo borda su papel, el de niña repelente y caprichosa, que confunde el concepto de justicia con el de "mis santos huevos han decidido que voy a montar un pifostio de los cojones y voy a mandar a la ruina a toda mi familia y amigos, pero yo me voy a Alemania a por un árbol, que era de mi abuelo y yo a mi abuelo lo quiero mucho, y aunque me enrollo con el primero que veo en las discotecas al que le pido ayuda es al mongui que babea por mi culo, y aunque tenga que vivir debajo de un puente se va a venir conmigo a Alemania a por el árbol"...
Sí, escribe Paul Laverty. Terrible.
Saludos.

sábado, 18 de febrero de 2017

Día de perros



A Daniel Calparsoro le han dado a base de bien tras el estreno de CIEN AÑOS DE PERDÓN, su último film y con el que obtenía un par de nominaciones en los Goya. Pero el director vasco no engaña a nadie desde que conmocionó la escena española con su ópera prima, SALTO AL VACÍO, hace ya más de dos décadas. Es curioso, porque a pesar de que he visto casi todas sus películas nunca había aparecido por aquí hasta ahora, y me parece significativo, porque pareciera que Calparsoro va un poco a su aire pero operando muy dentro de la industria, encontrando financiación para sus proyectos más personales en sus trabajos para televisión o en coproducciones, como es este caso. No se engañen, CIEN AÑOS DE PERDÓN es lo que es, una película infecciosa, entretenida, un poco naif, con muchísima brocha gorda y unos actores más que solventes, sobre todo los pertenecientes a la facción argentina, que le dan frescura y empaque al montante. Unos atracadores, un megabanco en Valencia, un día diluviano, una directora con la carrera acabada, un montón de rehenes, dos negociadores muy diferentes, unos políticos que se parecen una barbaridad a los de un partido que empieza por P y termina por P. Y una caja. Una caja que vale infinitamente más que todo el dinero que se pueda sacar del atraco, y que desestabiliza a todo el mundo, porque quizá todo el mundo está pringado al contacto con esa caja. Es, ya digo, ideal para los que pretendan cambiar el mundo indignándose por Facebook y no tengan muchas ganas de pensar por qué ocurren las cosas realmente; un entretenimiento vertiginoso, correcto, y que no sería justo comparar con propuestas similares y evidentemente superiores.
Saludos.

viernes, 17 de febrero de 2017

Ettore scola. Un italiano en Italia #9



Ustedes saben de mi querencia kamikaze por obras sórdidas, cuando no directamente fuera de circulación. Aparte de estar escribiendo estas líneas con un resfriado monumental, que me ha alterado la percepción de la realidad hasta límites insospechados y me ha obligado a probar el caldito Starlux XXL, me veía no hace mucho embobado ante una monstruosa copia en infraVHS que circula en el tubo de TREVICO-TORINO (VIAGGIO NEL FIAT-NAM). Por supuesto en la lengua de Valentino Rossi y con un sonido... digamos que poco recomendable si no se es amante de las psicofonías... Y, bueno, me enteré de que ésta fue una pieza muy personal de Scola, que grabó casi en solitario y que sirvió para denunciar las malísimas condiciones laborales de quienes acudieron, a principios de los setenta, a la imponente llamada de las gigantescas cadenas de montaje de Fiat. Scola se sirve para ello del joven actor Paolo Turco, al que incrusta en imágenes de manifestaciones sindicales reales filmadas en semiclandestinidad. Una pena que la mitad de la película sea simplemente indescifrable, pero creo que ha merecido la pena una experiencia tan tortuosa.
Saludos.

jueves, 16 de febrero de 2017

Postulados para la violación de la realidad #19



En 2005, Kiarostami se embarcó en un curioso proyecto a tres bandas, junto al británico Ken Loach y el italiano Ermanno Olmi. TICKETS está falsamente dividida en tres segmentos, pues bien podríamos considerar que todos se suceden en tiempo y forma, y sólo podríamos advertir los cambios suscitados por la mano de cada director. Situada en un tren que va desde el Norte de Italia hasta Roma, mi interpretación personal (muy personal) es que se intenta dar una especie de (mal) estado de la sociedad moderna, comenzando por la hipersensibilidad de Olmi en el primero, retratando a un viejo científico que se dirige a dar una conferencia y que construye una falsa historia de amor con su asistente, lo que contrasta gravemente con el grupo de militares que ven una potencial amenaza en cualquier parte. Kiarostami, por su parte, se centra en las falsas apariencias, que tan presentes están, aunque no queramos verlo, en nuestra cotidianidad. De hecho, el director iraní decide ocultar cualquier dato biográfico y esperar a que comprendamos si esa señora impertinente merece viajar en primera clase con un billete de segunda, o si las intenciones del joven hastiado que la acompaña son buenas cuando busca conversación con dos niñas que también quieren aparentar más edad. Loach, sin embargo, decide romper toda la baraja de la sutilidad y presenta a tres típicos hooligans del Celtic de Glasgow que van a apoyar a su equipo, que tiene un partido de Champions en la capital italiana frente a la Roma. Y eso que se le queda todo a pedir de boca, ya que por fin entran en la historia la misteriosa familia, compuesta por tres mujeres y un niño y que llevan todo el viaje en el pasillo, observando las comodidades de la primera clase. Desgraciadamente y prescindiendo de su inseparable Paul Laverty, Loach remata una típica historia de las suyas, sensiblera y panfletaria, pero que al menos deja en buen lugar a las Green Brigades... Aun así, una interesante aunque irregular película por episodios.
Saludos.

miércoles, 15 de febrero de 2017

No dejes que la realidad te estropee una buena historia



Recuerdo que después de ver LA ISLA MÍNIMA, además de la satisfacción por ver que mi paisano Alberto Rodríguez era capaz de inaugurar lo que hoy día se celebra como "Nuevo thriller ibérico", me asaltó una duda, no muy preocupante, pero sí rotunda. No sé por qué pero me daba la impresión de que Rodríguez podría sucumbir a la tentación de rotoscopiarse a sí mismo, esto es: alejarse de sus habituales (y fascinantes) saltos al vacío e ingresar en la nómina de directores preocupados por la historiografía patria. Y es que no es lo mismo reseñar que crear, y aunque es encomiable el poderoso pulso que trazan las dos horas de guion caníbal de Rafael Cobos y el propio Rodríguez, el sabor que queda en el paladar tras ver EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS es el de un trabajo excesivamente encorsetado, sin muchas ganas de asomarse al abismo de los archivos clasificados. Y mi pregunta es clara: ¿Por qué tendríamos que puntuar alto a una recreación de lo que se nos ha permitido saber acerca de ese tipo llamado Francisco Paesa? Nadie, absolutamente nadie sale perjudicado de este recorrido por salones, bancos, habitaciones de hotel, que sirven apenas para aturdir nuestra percepción y no ver con claridad lo que en realidad es: el saqueo indiscriminado a las arcas públicas por parte de unos señores que, no se sabe cómo (y esto es lo malo), han decidido que la sociedad vale una mierda y sólo cuentan los beneficios. En medio está la ETA, Belloch, un piloto de aviones y Luis Roldán glorificado como chivo expiatorio. Habrá que seguir esperando para que un artista lúcido y con inteligencia ponga en su sitio a los que mantuvieron las reglas básicas del franquismo intactas, crearon la ilusión de la democracia "imperfecta" y de paso le arreglaron la vida a varias generaciones venideras de su familia. Para eso no hace falta dar nombres, aunque en ese caso habría que dar un paso al frente y admitir algo que todo el mundo sabe, que en este país hay una censura feroz.
¿Que por qué a pesar de todo me ha gustado? Pues porque a mí lo que me gusta es el cine bien hecho, y Alberto Rodríguez hace muy buen cine. La realidad se queda para los exégetas de nómina...
Saludos.

martes, 14 de febrero de 2017

Emoción sensible o sensiblería emocionante



Comenzamos aquí y ahora el recorrido por los títulos que han compuesto los premios Goya de este año, y lo haremos sin saña contra una ceremonia cada vez más ridícula... ¿He dicho sin saña?...
Y empecemos con la habitual película extranjera que todos los años hacemos pasar por española, lo que no tiene nada de malo si tuviésemos un cine reconocible, con sello, pero que desentona una barbaridad en cosas como ésta. UN MONSTRUO VIENE A VERME es, digámoslo ya, un blockbuster de calidad, con momentos brillantes (básicamente los de animación) y otros sonrojantes (no hay nada más sonrojante que una escena supuestamente emocionante que provoca risa). La emoción, la sensibilidad, en el cine de Juan Antonio Bayona están supeditadas al "elefante blanco" farberiano sin ningún tipo de modestia por su parte, incluyendo rígidas enseñanzas de todo el cine ochentero que conquistó las salas y los corazones de medio mundo; un cine que era consciente de sus propias imperfecciones y las ampliaba con ingenio y pasión. Bayona, en cambio, se conforma con el ruido de fondo, como si alguien pusiera a Bach a todo volumen mientras alguien intenta leer una poesía. La poesía nunca se sabrá si merecía la pena ser escuchada, pero se puede aducir que Bach siempre es Bach, aunque suene distorsionado. Sobre la historia tengo poco que añadir, excepto que tuve demasiados momentos en los que no sabía qué tipo de película estaba viendo exactamente, si un drama lacrimógeno, un cuento de terror gótico, una historia de iniciación adolescente u otro post-engendro superheroico. Y entre medias, tres (o cuatro, no me acuerdo) maravillosos insertos de animación en una acuarela bellísima, lo único que cobraba sentido en el montante, pero que (otra vez) parece que sólo sirve para regodearse delante de unos ojos supuestamente asombrados. No es el caso.
Saludos.

lunes, 13 de febrero de 2017

La felicidad no dura



Emmanuelle Riva se puso a las órdenes de Philippe Garrel en 1983, para filmar LIBERTÉ, LA NUIT, un sentido díptico acerca de las cicatrices de la Guerra de Argelia, con un fantasmagórico Maurice Garrel, cuyo personaje es básicamente un muerto en vida, y la fascinante Christine Boisson, que protagoniza la segunda parte del film. Concebida en dos partes complementadas, comienza con los esfuerzos de Jean (Garrel) por abandonar el FLN y comenzar una nueva vida, al mismo tiempo que inicia la separación de su mujer, Mouche (Riva). Sin embargo, un trágico suceso volteará por completo la situación, y Jean decide huir de todo a un lugar apartado en la costa; es aquí donde conoce a una joven, que se enamora de él, aunque sabe que su destino está ya marcado. Garrel lo filma todo con su habitual estilo imperfecto, con una nitidez sucia, a contraestilo, e impregna esta triste historia de un romanticismo doliente, obteniendo algunas imágenes eternas, pero que contrastan con el carácter efímero que traspasa todo el metraje, desde el trabajo como costurera de Mouche hasta los paseos por la playa de Jean, todo responde a un único deseo: filmar la dicha de un hombre que es consciente de su extinción.
Saludos.

domingo, 12 de febrero de 2017

Rincón del freak #258: Corrección política y todoterrenos



Un ejemplo clarísimo de la grandeza interpretativa de John Hurt lo podemos rastrear, sin duda, en sus películas más prescindibles, a las que es capaz de dotar de inusitada categoría. PARTNERS, de 1982, era una ínfima comedieta en la que sale Ryan O'Neal vestido de los Village People y Hurt con un suéter rosa. Sí, es aquel placer culpable que usted alquiló en Beta y que llegó a poner en duda su propia orientación sexual. Con un argumento que recordaba ligeramente a A LA CAZA, contaba el estrambótico devenir de una pareja de policías que debe integrarse en el ambiente gay californiano; el primero no lo ve nada claro, pero su jefe decide explotar su innegable atractivo sexual para intentar atraer al asesino de un joven gay; el otro tampoco lo ve claro, pues ha intentado ocultar su homosexualidad en su trabajo de oficinista. El responsable de esta nimiedad era James Burrows, mítico creador de CHEER'S y con una larguísima trayectoria en TV desde principios de los setenta, pero que aquí hizo su primera y última incursión en la gran pantalla. Tiene algunos momentos de sonrisilla, por recordar las cosas que veíamos hace treinta años, pero lo que verdaderamente tira para atrás es su sentido del humor, impensable en estos tiempos, tratando a los homosexuales con un estereotipo que no hubiese desdeñado el mismísimo Pedro Lazaga. Pero luego está John Hurt... Palabras mayores.
Saludos.

sábado, 11 de febrero de 2017

El cura por la ventana



Finalmente no me he podido resistir, a la memoria de la grandísima e irrepetible Paloma Chamorro, L'ÂGE D'OR. Una película (llamémosla así) que supuso la segunda colaboración entre Buñuel y Dalí, aunque este último apenas tuvo un par de destellos en el resultado final de esta crítica furibunda a las convenciones sociales. Surrealismo o no. Contracultura o no. Verso libre o no. La apuesta de Buñuel es que usted, espectador biempensante, que todo lo tiene confortablemente bien atado en su cabeza, se vea descolocado, herido en su linealidad. LA EDAD DE ORO, del mismo modo que ocurría con UN PERRO ANDALUZ, tiene un par de lecturas posibles, como afilado discurso anti-todo que hay que apender a desencriptar o (este es el que más me gusta) la posibilidad de que Buñuel llegara a pensar como un niño, presumiblemente enfurruñado. Que seríamos más felices siendo más libres, aunque esa libertad nos asuste; que sólo tenemos dos sitios en los que militar: los que se  hacen cruces frente a una imagen inanimada o los que se revuelcan en el barro como si fuese su último día sobre la Tierra. Paloma Chamorro nos indicó el segundo camino, pero no le hicimos mucho caso, la verdad.
Saludos.

viernes, 10 de febrero de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #8



Ettore Scola abordó un curioso proyecto en 1971, una película situada en Chicago y que contaba las andanzas de un minero italiano, bastante cateto, que se gana la vida en un apartado pueblo de Alaska, pero que viaja a la ciudad del viento a presenciar un importante combate de boxeo, deporte del que es un apasionado. PERMETTE? ROCCO PAPALEO es un improbable cruce el Ernest Borgnine de MARTY y el Paco Martínez Soria de LA CIUDAD NO ES PARA MÍ, del que emerge un Marcello Mastroianni tremendo, capaz de meterse en la piel de este palurdo de modales asfixiantemente educados y que de no ser por el carácter semicómico del film podríamos llegar a calificar como de "psicópata involuntario". A causa de un atropello, el Papaleo del título conoce a una exuberante modelo (la espectacular Lauren Hutton), que se siente en deuda con el infortunado, al que poco menos que acoge como invitado. El tipo, deslumbrado por la chica, se olvida del boxeo y de todo lo demás, y empieza a imaginar una vida posible junto a la modelo, sin pensar en la opinión de ella, claro; al mismo tiempo, su estancia en Chicago le sirve para relacionarse con algunos personajes bastante estrafalarios y que bien podrían haber salido de la pluma de un Bukowski.
Escrita junto a su inseparable Ruggero Maccari y el actor y profesor Peter Goldfarb, PERMETTE? ROCCO PAPALEO termina siendo una película más oscura de lo que podríamos pensar, una especie de desmitificación con bastante mala leche de esos "simpáticos" pueblerinos que a veces confunden la cortesía con el coñazo puro y duro. Otra curiosidad de aquella época.
Saludos.

jueves, 9 de febrero de 2017

Postulados para la violación de la realidad #18



Fiel a su radicalidad, Kiarostami fue aún más allá en 10 ON TEN, un documental (o quizá sea eso) en el que el propio director usurpa por unos momentos la pantalla para describir su proceso creativo en diez pasos, diez claves que va desgranando con calma mientras (por si cabía alguna duda) conduce un coche. Así, con suma sencillez, es capaz de invocar el espíritu de sus propias obras como si de otro actor se tratase, y en este juego metanarrativo logra que veamos a través de sus ojos, sentir sus películas como sólo él las siente y acompañarle en este viaje por su música, sus actores, sus guionistas, sus localizaciones y directores de fotografía. Un viaje por sus películas, puede que tan sólo para decirnos que no hay trampa ni cartón cuando lo que se expone no es más que lo que uno ve sin necesidad de cámara.
Saludos.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Un ciudadano del mundo



Puede que a algunos el nombre de Quentin Crisp les pase más que desapercibido, pero se trata de una de las personalidades más controvertidas del pasado siglo, y lo vivió prácticamente de cabo a rabo. Crisp no era un artista, en el sentido estricto de la palabra, pero iluminó la senda de multitud de ellos, inspirándolos o directamente influyendo en su obra. Tampoco era un pensador, pero acuñó una miríada de frases tremendamente inteligentes, difíciles de ubicar por su ambigüedad, cuando no de una mordaz ironía. Lo que sí era Quentin Crisp es gay, pero nunca fue un activista ni un agitador, porque a lo que aspiró durante toda su vida fue a algo que normalmente los gays no ven con buenos ojos: la naturalidad. No es que fuera un tipo que pasara desapercibido precisamente, pero esa fue su lucha a contracorriente, soportar con estoicismo el desprecio hasta volverlo en contra de quienes le desprecian hasta volverlos despreciables a ellos mismos.
Crisp se fue a Nueva York en los años 80, justo en el momento más recrudecido del SIDA, y sus palabras al respecto sonaban extrañas entonces, pero el tiempo, como en tantas cosas, acabó por darle la razón, porque lo que la sociedad quería de los gays era verles preocupados, implorando la redención. Murió en 1999, nonagenario y cargado de razones como para pensar que ha sido uno de los personajes que mejor entendió qué es exactamente lo que significó el Siglo XX.
AN ENGLISHMAN IN NEW YORK, aparte de ser la canción con la que Sting homenajeó a Crisp, fue una pequeña película independiente de 2009 que, en formato telefílmico, hacía lo propio. La película, para qué engañarnos, no es gran cosa, y se le notan grandes carencias presupuestarias y narrativas, pero véanla sólo para disfrutar de 75 minutos de lección interpretativa a cargo de John Hurt, simplemente el único hombre posible para interpretar a alguien como Quentin Crisp.
Saludos.

martes, 7 de febrero de 2017

La vida como un ajuste de cuentas



Siguiendo con las necrológicas, este pasado verano se produjo, quizá, la más significativa. Moría Michael Cimino, y con él una manera de entender el séptimo arte que luego ya nadie más se ha atrevido a poner en pie. De Cimino me atrevo a decir poco, de él hablan mejor sus películas, pocas, apenas ocho, y las mejores ya aparecieron aquí hace mucho. Ni monográfico ni hagiografía, no le hubiese gustado. De Cimino sólo se puede hablar de una manera: comentando sus películas. Y puede que sea YEAR OF THE DRAGON la que con más elocuencia resuma una vida, la suya, que nunca fue muy bien entendida, ni por el público, ni por sus compañeros de profesión, y ni mucho menos por la prensa que empujó, de manera abyecta, para que esta imperfecta genialidad fuese la tumba de su director, apartándola de los oscar e incluyéndola en los razzies. La película es un ultraviolento thriller que tiene dos motivos especialmente poderosos: el barrio chino de Manhattan Sur y el indisimulado alter ego que encarna Mickey Rourke; un tipo insobornable, rudo, hosco, que aspira a cambiar las cosas por sus santos y se topa con una mafia que es mucho más que una mafia, una organización intocable, con ramificaciones hasta la policía y los políticos. Stanley White es Michael Cimino, un hombre al que le es arrebatado todo precisamente por ser el único hombre íntegro, que jamás antepone el dinero y que no soporta ver cómo sólo los mediocres suben.
Más de treinta años después, YEAR OF THE DRAGON es, probablemente, la última gran película que dirigió Cimino, una especie de ajuste de cuentas personal con aquellos otros mediocres que finalmente han conseguido lo que querían, un negocio solvente. El arte, dijo Cimino, no puede mezclarse con según qué cosas. Ahora es fácil rastrear a la pléyade de pálidos imitadores refriendo esta impresionante película, adueñándose de sus hallazgos como propios, constatando la mediocridad de quien no arriesga.
Imprescindible.
Saludos.

lunes, 6 de febrero de 2017

La angustia y la quietud



Otra gran personalidad que nos ha dejado recientemente es la gran Emmanuelle Riva, actriz de estilo elegante y reposado, y que obtuvo una nueva e inesperada actualidad a raíz de su inmenso papel en AMOR, de Michael Haneke. Pese a tener una carrera que se alarga por más de cinco décadas, no ha sido una actriz con una filmografía tan extensa como cabría esperar, aunque sí selecta, conteniendo algunas joyas como THÉRÈSE DESQUEYROUX, polémica y brillantísima adaptación que Georges Franju, otro raro, hizo de la celebérrima novela de François Mauriac, y que le valió a Riva el máximo galardón interpretativo en el Festival de Venecia. Concebida como un gigantesco flsashback, retoma la monótona existencia de la Thérèse del título, casada con un hombre (un también inmenso Philippe Noiret) de vida más que aburrida justo a la salida de la cárcel, donde ha ingresado acusada intentar envenenarlo. El gran hallazgo del film es, por tanto, construir un misterio "sin" misterio, propiamente dicho, y dar las claves para comprender qué o qué no hizo esta mujer, de la que parece imposible no sospechar, además de embaucar al espectador, a su propia moralidad, ya que también parece imposible no desear que en realidad no hubiese sido un accidente, sino una fría y calculada venganza contra quien ha proporcionado una angustiosa muerte en vida. Y Franju, cómo no, lo filma todo organizando las escenas, los personajes, derivándolos hacia su destino y con una naturalidad imperturbable, quieta, casi rozando el término "naturaleza muerta". Quizá el único director al que se pueda atribuir los adjetivos "moderno" y "clásico" con la misma y exacta intención.
Una joya intemporal a revisitar.
Saludos.

domingo, 5 de febrero de 2017

Rincón del freak #257: La mirada satinada



Por muy increíble que parezca, es ya la segunda ocasión en que el cine de los hermanos Coen aparece en sesión dominical. Cine que, vaya por delante, me ha ayudado a comprender mejor los entresijos de la creación cinematográfica con un puñado de obras maestras y otras que, sin llegar a dicha categoría, son películas maravillosas. Pero parece que los Coen, si no podemos hablar abiertamente de crisis creativa (ahí están barbaridades como INSIDE LLEWYN DAVIS), sí deberíamos hacerlo de un más que probable atisbo de autocomplacencia galopante. En HAIL, CAESAR!, los Coen están encantados de haberse conocido, aunque no llegan a concretar si en mejores épocas que ésta, y en un guion tan delirante y una producción tan coral se habría echado de menos una pizquita más de concreción, y no esa dispersión que da como resultado una colección de "números", a la mayor gloria de algunos actores, mientras que otros pasan directamente desapercibidos. No sé, no me ha gustado, aunque me la esperaba mucho mejor, una especie de divertimento inteligente, pero los personajes están poco conectados, apenas por dos o tres excusas argumentales; y pese a que hay un par de actuaciones memorables, las de Josh Brolin y Alden Ehrenreich, el resto, aunque viste mucho, aporta poco, comenzando por un George Clooney tan perdido como su propio personaje, uno de los protagonistas más endebles de todos los que los Coen nos han ofrecido. Seguiremos esperando...
Saludos.

sábado, 4 de febrero de 2017

No lo intenten en casa



Consejos primordiales para resistir, sin fenecer en el intento, una pantomima de entrega de premios en un país que se queja de que los políticos no promueven el cine y la cultura, mientras los títulos más reconocidos en festivales de todo el mundo son directamente relegados a un ostracismo del que nadie habla jamás. Lo de Rosales fue una anomalía, una especie de sublet para que gente tan sospechosa como Bayona sea considerado un maestro al que ni toser se puede. Cifras mandan, pero eso es darle demasiado a los mismos políticos que se intenta criticar. En vez de ello, es preciso sumergirse en una película que demuestre que en todas partes cuecen habas, y que el equilibrio no es sencillo para nadie. Por ejemplo, COMPLETE UNKNOWN es una película que hemos visto cientos de veces aquí; una historia que promete todo lo mejor en su arranque, pero luego descubre demasiado aprisa que está hueca como un cántaro vacío. Les pongo en situación: Hay una fiesta de cumpleaños, un grupo de amigos se reúne y uno de ellos presenta a una chica muy atractiva que acaba de conocer. Todos hablan de ella, que es guapa, inteligente y educada, pero el homenajeado no termina de encajar a aquella chica, porque sabe que la conoce de algo. No adelanto más, pero ya les digo que no hay mucho más que adelantar; lo que podría haber sido un thriller psicológico de primera magnitud termina como un episodio alargado de una serie olvidada, repleta de clichés y lugares comunes. Y parece complicado con dos excelentes actores, Michael Shannon y Rachel Weisz, que demuestran estar muy por encima de un guion directamente inverosímil y que introduce personajes que no aportan absolutamente nada, excepto el lucimiento de una insustancial Kathy Bates.
Y eso que aun así es preferible a tres horas de eterno retorno de lo idéntico...
Saludos.

viernes, 3 de febrero de 2017

Ettore Scola. Un italiano en Italia #7



En DRAMMA DELLA GELOSIA, de nuevo propone Ettore Scola una retorcida vuelta de tuerca a los problemas más mundanos. En este caso, con una mezcla demasiado acusada de géneros, desde la comedia gamberra y esperpéntica a la fantasía pop, verbigracia de un trío protagonista de lujo y que valió a Marcello Mastroianni el premio al mejor actor en Cannes. Completaban Giancarlo Giannini y la maravillosa Monica Vitti, menos fría que de costumbre y demostrando una divertida vis cómica. El argumento no puede ser más delirante: una florista se enamora a la vez de un modesto albañil y un pizzero, sin poder dejar a ninguno intentará compaginar a ambos, sin contar con que eso del amor compartido es un ideal complicado de llevar a cabo. A Scola se le va la mano en más de una ocasión y el montante queda algo descompensado, como una sucesión de sketches a toda velocidad y con los mismos actores. Pero para el recuerdo quedan algunas escenas verdaderamente antológicas, como el conato de trío (que desmitifica dicha fantasía sexual) o el arranque, en el que se nos sitúa en la escena de un crimen que parece difícil de resolver y que encadena con el desenlace del film, que de nuevo tira del amargo sentido del drama de Scola y redimensiona una película a la que le sobra artificio y le falta un poco de concisión. Pero ver a la Vitti en ropa interior compensa casi cualquier cosa...
Saludos.

jueves, 2 de febrero de 2017

Postulados para la violación de la realidad #17



En 2003, Abbas Kiarostami realizó uno de sus films más radicales e inclasificables, un hermoso homenaje a Yasujiro Ozu que es, al mismo tiempo, un ejercicio de vaciado conceptual que obtiene su significado preciso de las formas y la observación a la que las sometamos en tanto que espectadores proactivos y no sujetos pasivos. La película es, en cierto modo, un cruce entre la geometría del realizador nipón y el paisajismo de James Benning, o puede que ninguno, porque Kiarostami prefiere filmar sin intervenir, casi sin planificar, y de sus imágenes hay una música del azar asombrosa, teniendo en cuenta que el azar no suele ser algo que encandile a los directores de cine. Así, FIVE DEDICATED TO OZU nos regala a nosotros, los seres de la prisa y amantes de lo efímero, 75 minutos de observación relajada del entorno, con el tiempo suficiente para que seamos nosotros quienes encontremos un significado, si es que lo hay. En los dos trozos de madera que se alejan y acercan por el oleaje, los jubilados que distribuyen su ocio en la misma contemplación de un cielo azul, los patos que parecen tener claro a dónde dirigirse, para seguidamente optar por la vía contraria, los perros que sólo pueden sucumbir a su propio instinto o la sinfonía de ruidos de la naturaleza en completa oscuridad. No es, claro, cine como ustedes y su prisa merecen, sino otra cosa que quizá ya hayan perdido para siempre...
Saludos.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Rivette escribe #22



Es curioso. Jacques Rivette, el cineasta de los metrajes imposibles. Rivette, el creador de intrincados laberintos, juegos inescrutables que terminan por hacer claudicar al espectador, que necesitade su rendición previa a la inmersión en su universo personal, donde caben los artífices de la representación y los prestidigitadores de la realidad. Es curioso que para despedirse Rivette nos regalara una preciosa y humilde miniatura, una peliculita rebosante de vitalidad y que contagia un irresistible y jovial optimismo. Y todo en apenas 80 minutos... Una historia acerca de un pequeño circo que se resiste a la desaparición tras la muerte de su propietario y las reticencias de su hija para dirigirlo tras 15 años de ausencia del mismo, y cuyas razones compartirá con un recién llegado, un italiano que se siente fascinado por un modo de vida alejado del suyo. Así se podría describir 36 VUES DU PIC SAINT-LOUP, una especie de explicación póstuma, o una despedida en baja intensidad, desplegándose como un suave susurro que alguien nos hace confidencial con una sonrisa. Así conversan Sergio Castellitto y Jane Birkin, y así terminó de trazarnos la senda del tesoro un director único, irrepetible y a menudo simplemente indescifrable, pero cuyas pistas encontramos diseminadas en obras ajenas, como si siempre hubiese estado ahí. Y la función recomienza...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!