Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Campos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Campos. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de enero de 2021

Coincidencias malavenidas


 

Una de las lecturas más preclaras y provechosas del western dice: caerán, pero permanecerán. La historia, el cuento, la leyenda, son los dogmas que han construido el género por antonomasia, tanto por tener tanto de invención como de sabiduría. Hace unos nueve años, me refería aquí a un film soberbio y sorprendente a partes iguales; lo firmaba Antonio Campos y atendía al título de SIMON KILLER. Y aquella película, que ni parecía grande ni pequeña, contenía buena parte de las claves del western, por mucho que se desarrollara en Europa y en el presente. Nueve años después, Campos dirige THE DEVIL ALL THE TIME, que a simple vista parece más western, pero se empeña en descabezar todos y cada uno de los "conceptos" antes mencionados. Una película violenta que acaba con un gran bostezo, y no me invento nada; o una amalgama de atrocidades, tan superpuestas que terminan por insensibilizar a cualquiera. No he leído la novela de Donald Roy Pollock, que tan buena prensa tiene, pero su juego (el de la película al menos) consta del equilibrio imposible entre los Coen y Cormac McCarthy. Y alguno dirá: "los Coen adaptaron a McCarthy"...
Aquí debe acabar mi reseña.
Buen reparto desaprovechado, y buen guion montado a trompicones, como con miedo a mostrar algún sentimiento que no sea un tiro a bocajarro.
Saludos.

lunes, 23 de marzo de 2020

Veniales 2



Efectivamente, me acabo de zampar la segunda temporada de THE SINNER, que es lo que tiene esto de los confinamientos, que uno saca tiempo para todo. Curiosamente, me ha gustado menos que la primera; y digo curiosamente, porque todo apuntaba a lo contrario. Empezando por la decisión de que fuese Antonio Campos (un director que me encanta) quien se hiciese cargo de todos los capítulos, por lo que era de esperar una mayor cohesión entre sus episodios, y no la tendencia a la dispersión que finalmente resulta ser. La estructura es calcada, aspecto éste que tampoco ayuda a mantener la atención constante, ya que parece una especie de diapositiva a la que le han cambiado algunos colores, pero cuyo andamiaje reverbera en su inevitable reiteración. Inquieta, sí, el hecho de que sea un inocente niño el objeto truculento de la serie, pero tampoco esto funciona al máximo, pues estamos en un argumentario inverso al de, por ejemplo, David Lynch. Si éste nos introduce en un imaginario donde toda inocencia es susceptible de ser corrompida, el ejercicio ético de Simonds establece pautas de esperanza partiendo de situaciones escabrosas e inasumibles.
Lo bueno, que son ocho episodios. Lo malo, la sensación de no tener ni puñetera idea de a dónde se dirigía la historia.
Saludos.

viernes, 20 de marzo de 2020

Veniales



Me estoy dando cuenta de lo mucho que me está ayudando esta reclusión a hacerme con los mandos de esa rara habilidad que considero es "ver series". No soy seriéfilo, y como le comento a un amiga muy especial (ella intenta redimirme como puede), la paciencia me dura lo justo para ver cómo algo empieza y acaba, y no para un "eterno retorno de lo idéntico". Anyway. La cosa es que me he despachado, en mucho menos tiempo del que hubiera creído, la primera temporada de THE SINNER, una serie de USA Network que distribuye (también) Netflix; puede que convencido por sus escuetos ocho episodios autoconclusivos, aunque no menos por la mezcla que contiene y la curiosa manera de desarrollarla. Policíaco, misterio, intriga, thriller. Lynch por un lado, Pizzolatto por otro, y un gusto por retorcer lo simple que es lo que dota de entidad a una serie que podría haber quedado como un fondo de catálogo agradable, pero logra asomar la cabecita justo por su falta de pretensiones. En el haber, dos magníficas interpretaciones a cargo de Jessica Biel y un Bill Pullman literalmente volviendo a CARRETERA PERDIDA, además de los estupendos capítulos firmados por Antonio Campos (SIMON KILLER) y Brad Anderson (EL MAQUINISTA). En el debe, serios problemas de ritmo, con parones y acelerones que parecen más caprichosos que motivados por la búsqueda sensata de un clima que, sin embargo, aparece casi sin buscarlo en secuencias que rozan el delirio onírico.
El título puede llevar a engaño, ya que tratándose de una serie podríamos pensar que asistiremos a un espectáculo de pecado y redención, cuando el pecado alcanza a todos, y muy especialmente a quien ha de erigirse en insospechado salvador.
Podría dar más de sí, pero tampoco se hace pesada.
Saludos.

martes, 6 de mayo de 2014

La terapia del desamparo



El estadounidense Antonio Campos es, me atrevo a pronosticar, uno de los nombres a seguir de aquí a un futuro en absoluto lejano, presente más bien. Tras un increíble debut con sólo 25 años, AFTERSCHOOL, es capaz de ofrecer en SIMON KILLER un ejemplo de cine transnacional, absolutamente alejado de los tics americanos y con una vocación rupturista más que interesante. Casi como un infernal cruce entre Godard y Cassavetes (aunque también veo mucho Klotz en su discurso), este es un relato bastardo, con una importancia cartesiana a las tonalidades lumínicas y que confía ciegamente en su discurso, que hila un relato extraño y difícil de ubicar. El Simon del título es ese joven norteamericano que tantas veces hemos visto en pantalla pero a cuya psique no se suele acceder por culpa de una querencia absurda hacia el cliché aceptado y hasta apaciguador. Simon tiene una novia desde hace cinco años y decide, tras graduarse, viajar a París solo en lo que comienza aparentemente como un acto de libertad consciente, pero que oculta una psicología mucho más intrincada y, finalmente, oscura. Pese a caer simpático y hacer alguna que otra amistad, Simon no se siente en ese nivel de corrección y contacta con una joven prostituta que caerá en sus modos de "joven del primer mundo". Para entonces, Simon decide no volver a casa; sin dinero, urdirá un complejo plan que le convierte, al mismo tiempo, en proxeneta y extorsionador, y de la adrenalina derivada de una situación cada vez más peligrosa hará suya una vivencia que parece darle intensos chutes de vida en absoluto directo. Aún más inexplicable es su relación paralela con una joven estudiante francesa, a la que también seduce y que le sirve, aparentemente, como contrapunto o equilibrio tras sus terribles actos nocturnos.
Es una sinopsis que bien podría usarse para definir cierto cine americano, empequeñecido, ñoño en su asumido confort y que en pocas ocasiones se atreve a saltar al vacío; por eso es tan extraño este film, tan pocas veces hemos visto un retrato del desamparo absoluto y de cómo puede usarse para, precisamente, reaccionar contra el conformismo... Lo que no siempre es sinónimo de buenos sentimientos, claro.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!