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viernes, 28 de febrero de 2014

Lynchiberia



Otro de los títulos que por lo visto no cuentan para la benedicta Academia es la inclasificable GENTE EN SITIOS, tercera incursión en el largo de Juan Cavestany (yo lo de Borjamari ni lo contemplo) tras la convencional GENTE DE MALA CALIDAD y las marcianas EL SEÑOR y DISPONGO DE BARCOS. Aunque es aquí donde Cavestany descubre con toda su potencia su querencia por el humor absurdo y las situaciones dantescas. La fórmula es sencilla aunque sus pretensiones lleguen a rozar el ridículo si es que se las confunde con lo que, creo yo, no son. Lo primero que viene a la cabeza es el "universo chanante", con sus estructuras episódicas y personajes pintorescos; una salva de casticismo absurdo y glosopedia malabar adobada de magras pringues y grandes cantidades de humor negro y atmósferas malsanas. Cavestany parece querer dirigirnos hacia unos actores que sabemos que lo son (la mayoría son todos muy conocidos), por lo que se amplifica la sensación de desasosiego y desamparo ante estos sketches a menudo incluso extrañamente conectados entre sí. Mezcla del Lynch más fardón y aquel lejano Emilio Aragón de "Ni en vivo ni en directo", es una película que te deja satisfecho por dos razones: porque tiene muy poca vergüenza y porque sabes que no ha costado ni un euro, y eso a la Academia de "Bayonas y Amenábares" le sienta fatal.
Un par de momentos: el de Coque Malla buscándole un regalo a su novia en un desguace y el de la mujer que va a abrir un restaurante mexicano y se lo cuenta a una amiga, pero que no sabe ni qué son tamales, ni fajitas, ni burritos... Aparte del único papel posible para mi habitualmente vilipendiado Santiago Segura: el de un asesino en serie que comparte coche para ahorrar...
Muy pero que muy raruna.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!