jueves, 30 de abril de 2009

La belleza de lo parcial

Víctor Erice, uno de los pocos directores de cine españoles que pudo, en su momento, dar un giro sustancial, aparte de cierta entidad, al desnaturalizado cine español. Un cineasta antes crítico, luego hombre, en medio tres pausas de diez años cada una. Bueno, la última dura ya diecisiete y no parece que vaya a alterarse próximamente.
Yo no sé si Erice es uno de los tipos que más saben de cine en este país, pero no me cabe duda de que ha demostrado con sus tres films que es uno de los grandes nombres y que eso no hay quien lo discuta.
Hablé en su momento de la que considero su mejor obra, EL ESPÍRITU DE LA COLMENA; así que hoy le va a tocar a ese diamante extraño que es EL SUR.
EL SUR es la sosegada historia de amor entre un padre y su hija (nobleza obliga), y un minucioso y deseperado retrato de las miserias y carencias del periodo de posguerra en una apagada ciudad de provincias. Y EL SUR también es un luminoso tratado acerca del cine y su fascinante atracción, tema que ya abordó Erice en su primer trabajo. Y un descomunal tratado sobre el fuera de campo, imposible cuanto que toda la película gira en torno a un fuera de campo bigger than life (perdón), una ausencia que se torna insoportable: Sí, claro, el sur. El sur como concepto y no sólo como sitio de raíces al que aspirar a volver. Mientras el film todo es norte, palpamos ese sur inalcanzable, casi mitificado en ese puente emocional que forman unos inconmensurables Omero Antonutti e Icíar Bollaín, que en clave casi de cine mudo impresionan por su muda locuacidad.
Sabida es la ¿anécdota? ¿leyenda? ¿maldición? que ocurrió en mitad del rodaje, donde el férreo control de Elías Querejeta casi obligó a Erice a no continuar con su "segunda parte", la cual iba a desarrollarse en ese "sur" que había sido deliberadamente obviado en imágenes. Hubo un pase privado (con la película a medio rodar, recordemos) que entusiasmó tanto a Gilles Jacob que Erice no tuvo más remedio que claudicar de su empeño de continuar con el proyecto. Una vez más, Querejeta.
No sé qué hubiera ocurrido, pero este "SUR", pese a no verse, pese a transcurrir en el norte, sigue cautivándome de una forma casi sobrenatural. Insuperable la escena en la que Suspiros de España suena en ese restaurante, de esa época, con esas personas de entonces, sólo de entonces.
Saludos desde el sur.

Dream a little dream

Bien, indéfilos. Para que no me tachéis más de frívolo y antisistemas??, aquí cierro el mes con un lujo, a ver si me aplaca un poco esta maldita alergia primaveral. Sí, ya sé que FRENCH KISS era una mierda, pero el tema es una maravilla ¿para qué engañarnos?...


miércoles, 29 de abril de 2009

Tío... ¡apestas!

Voy a hablar de una película que es mu mala, así, sin Y ni nada.
No, ahora es abyecta y hasta perjudicial para la salud.
¿Cómo se puede alterar un texto tan sencillo de entender, tan obvio en su planteamiento formal, hasta convertirlo en un bolo alimenticio ya deglutido y con adornitos de navidad por todas partes? Porque eso es DAS PARFUM: DIE GESCHICHTE EINES MÖRDERS, una marranada limpia, pulcra, sin el menor asomo de fisicidad, animalidad, intención de dañar ni nada por el estilo.
Perdon, pero es que ayer me embelesé tanto hablando de una obra maestra que hoy tengo que desintoxicarme, y es la única forma que conozco.
Bueno, este artefacto no daría para mucho si no fuera porque se trata de una adaptación tremendamente esperada. Y es que la novelita de Süskind es uno de los hitos del best-seller de calidad, eso no hay quien lo dude; pero como he escuchado sandeces del tipo "inadaptable" o "intrincada narración"... No, hombre. Inadaptables son Finnegans wake o El innombrable; intrincadas son Rayuela o La broma infinita. El perfume, por el contrario, es una novela ortodoxa a la que, sin embargo, le otorgo un gran mérito, pues su autor es capaz de transportar al lector mediante palabras a un mundo puramente sensorial, formado de olores y tactos. Es decir: el torpe y más que torpe es Tom Tykwer, que se muestra incapaz de dar empaque a una cosa ya hecha y que además debería tener mejor acomodo en imágenes, pero... Suele ser el problema de ciertos directores jóvenes que han obtenido cierta notoriedad en festivales (LOLA RENNT), que se embarcan seguidamente en grandes presupuestos, con estrellas y guiones que el espectador ya se conoce, por lo que el batacazo está casi asegurado.
A quien no la haya visto le aviso sobre unos ridículos decorados digitales y unas interpretaciones bufonescas, especialmente las de Dustin Hoffman y Alan Rickman, irreconocibles; pero, sobre todo, ese final vomitivo que supone el clímax de la novela y donde puedo vislumbrar al director, rojo como un tomate, abandonando la sala el día del estreno... En fin...
Saludos perfumados.

Huele mi barba

Inagotable, genial, imprevisible, genial, inclasificable, genial, indomable, genial...


martes, 28 de abril de 2009

O es así o así debe ser

GOMORRA es una película fascinante.
He de empezar así porque es lo que me sale del cuerpo. Y ya sé que he tardado, pero es que me ha costado lo mío asimilar un mensaje tan potente y novedoso como el que destila el film de Matteo Garrone, uno de los mejores que he visto en mucho tiempo.
Y, aparte de su calidad cinematográfica, que es inmensa, debo poner de relieve la arriesgada apuesta visual, en absoluto condicionada por vacuos efectos artificiales, diríase más bien hija bastarda de un Rossellini voraz y anárquico, como si éste hubiese orgasmado de repente con la fotografía a color. Pero lo que hace a esta película absolutamente única en su especie es el vorticiano juego de correspondencias con el que la mayoría de productos similares acaban por aburrir y sucumbir ante la gran piedra angular del género, THE GODFATHER. El problema es que, pese a hablar de lo mismo que nos llevan hablando desde hace un montón de tiempo, GOMORRA da un paso adelante y muestra la cara más vil, vergonzosa y rastrera de la mafia siciliana, la camorra. Porque no creo que haga ya tanta gracia la interminable retahíla de cobardes, escudados en su propia ponzoña de coacciones y amenazas, en vez de un padrino glamouroso y con un gran sentido de "la familia". Aquí no hay "familia" que valga, sólo dinero y más dinero, y mil y un modos de amasarlo a toda costa, como sea; tiros por la espalda, delaciones infundadas, encerronas cobardes... ¿Y cómo se describía si no a Gomorra en la biblia? Se trata ésta de una película casi perfecta por el complicado equilibrio que logra entre su propuesta visual, que permanece indeleble mucho después de verla, y su terrible y suicida denuncia de un sistema criminal centenario al que se da no sólo trato de favor de unos gobiernos asquerosamente complacientes, sino que, encima, se nos ha venido retratando como una especie de modelo a imitar.
Lo dicho: un asunto de lo más repugnante y del que aún me maravillo de que un tipo como Roberto Saviano haya tenido los COJONES de destapar.
A los que no la hayan visto, un consejo: tápense la nariz, porque toda la película es un estercolero viviente. Y aun así, uno de los retratos sobre la violencia más crudamente hermosos que he visto. MARAVILLOSA.
Saludos fascinados.

Sodom

Y es que no puede haber una cosa sin la otra...


lunes, 27 de abril de 2009

¿Quién es el asesino?

Robert Moore (no)pasará a la historia del cine por su corta carrera cinematográfica, que pasa por tres irregulares adaptaciones de otro irregular del teatro, Neil Simon. Una no pasa de ser un nada loable esfuerzo por exprimir las bondades de aquella mítica serie en la que Peter Falk, enfundado en una sucia gabardina, resolvía difíciles casos no sin una sorna que ahora usan famosos médicos de teleserie. La película era THE CHEAP DETECTIVE, a la que siguió otra aún peor y muy en la línea (vaya por dios) de aquel Garci intimista de los setenta... CHAPTER TWO se llamaba la cosa.
Pero el tal Moore, no se sabe si tocado por un halo divino o avalado por una extensa y contundente cohorte de grandes actores y actrices del momento, dejó para la posteridad un film de esos a los que hay que volver de vez en cuando para tomar el pulso (débil) a la comedia contemporánea. Y es que MURDER BY DEATH tiene todos los elementos que hicieron, por ejemplo, de Agatha Christie todo un mito, sólo que ingeniosamente invertidos. La famosa frase de "¿Quién es el asesino?" toma aquí inusitada dimensión en un perfecto engranaje de situaciones y malentendidos al más puro estilo de un Lubitsch desbocado. Todo hasta ese sorprendente final, mítico final, que deja con la boca abierta y donde el espectador se siente afortunado de poder asistir nada menos que a una soberbia actuación del gran Truman Capote casi casi haciendo de sí mismo. El resto del elenco es poca cosa... Elsa Lanchester, Peter Falk, Eileen Brennan, Alec Guinness, David Niven y Peter Sellers en un papel sencillamente tronchante. Todo un lujo.
Saludos sospechosos.

Castigados sin postre

¿Rock? ¿Monólogo?... Unos notas...


domingo, 26 de abril de 2009

Derrotados y vencidos

La honestidad, siempre la maldita y desesperada búsqueda de veracidad en el cine, curiosamente ha resquebrajado más de una buena propuesta. Esa difícil e indomable senda de "realidad filmada", por imposible, por lastrante, por aburrida.
De vez en cuando surgen pequeños e imprevisibles trabajos que se resisten a ser criticados de una forma convencional; verdaderos puntales de esa rígida concepción tan fascinante como desconcertante, tan transgresora como respetuosa. Cine al fin y al cabo. Cine equidistante del documento y del relato narrado.
A mí no me parece casual la Palma de Oro lograda por ENTRE LES MURS, hay, ahora mismo, demasiadas cosas en juego en torno a la educación. La educación, la escuela, que ya no es tal, sino que se ha convertido, más que nunca, en una semiprisión donde recluir a esos delincuentes potenciales, lejos de la calle, a donde volverán inevitablemente.
Hay en el impresionante film de Laurent Cantet un extraño aire de renuncia, como si la narración misma se apartase de cualquier convencionalismo, tanto estético como moral; dejando todo en manos de tres o cuatro verdades inamovibles como esos zoquetes en sus asientos, incapaces de darse cuenta de su negro destino, negrísimo si tenemos en cuenta el acertado hincapié que hace en el delicado tema de la inmigración, que en Francia, y cuando muchos creían que constituía algo perfectamente superado, resulta que la cosa está tan fea como aquí, por ejemplo.
Porque ENTRE LES MURS es una película tan precisa como libre, y en su aparente ingenuidad estructural (una clase, los alumnos rebeldes, el maestro idealista) esconde una bomba que YA nos ha estallado en las narices: El mal llamado primer mundo es racista, egoísta, excluyente, cínico y lo peor de todo, ingenuo al creer que posee la solución al problema que él mismo ha creado. El gran acierto de ENTRE LES MURS es no escatimar el desolador fracaso del maestro, impecablemente interpretado por Françoise Bégaudeau, autor asimismo del libro que contaba su propia y desoladora experiencia como maestro.
Tremendo ¿no?
Saludos de un antiguo rebelde, ahora domesticado...

Otro ladrillo más

... Y no pasan los años por este tema...


viernes, 24 de abril de 2009

Nada es cierto, todo es relativo

Hago de este blog una frase que sirve como verdadero leit motiv a otro al que tengo bastante cariño (espero que no te importe, Peggy).
No hay otra. Dar con la clave exacta sobre lo que viene a significar RASHOMON sólo puede partir de esta ambigua afirmación. RASHOMON tiene dos virtudes fundamentales: primero, no se anda por las ramas. El esfuerzo de Akira Kurosawa está dedicado por completo a que el espectador tenga una noción nítida de lo que se quiere contar. Luego, no se puede contar más en menos tiempo. Me he tragado bodrios de cuatro horas, best sellers en pantalla, cuando para contar cualquier mierda con hora y media ya vale. Kurosawa ni llega...
Probablemente siga siendo lo más recordado de este magistral film ese fascinante núcleo en el que se dan las tres versiones, a cual más diferente, del brutal crimen que ¿se comete?... Porque al final uno queda dudando absolutamente de todo; el espectador tiene la sensación de haber sido zarandeado por manos invisibles que lo han transportado a su antojo y casi sin darse cuenta. Es lo que tiene narrar bien, claro. Y, sin embargo, lo que me sigue dejando helado es ese comienzo tan somático, tan descreído, en el que el leñador, el sacerdote y el caminante se guarecen de la lluvia en unas enigmáticas ruinas. Ahí es donde yo veo la clave determinante del posterior desarrollo, en cómo quedan representadas en unas cuantas frases todas las debilidades y vicios del ser humano.
De todas formas, sigue siendo, casi sesenta años después, además de una de las grandes obras del cine japonés, un perfecto y minucioso retablo para entender a propuestas más "novedosas", donde se pretende una cierta penetración psicológica a partir del "punto de vista" como artefacto narrativo.
Por último, una guinda; esa inmortal frase con la que queda plasmada la esencia del film: "Se dice que en las ruinas de Rashomon vivía un demonio, y que se fue porque tenía miedo de los hombres".
... ahí queda eso...
Saludos trípticos.

Isao Tomita "Arabesque"

¿A ver de qué os suena esto...?


miércoles, 22 de abril de 2009

El último final

Sólo hay algo absolutamente cierto en esta vida: que se acaba.
Tener esa certeza, arrastrarla con todo el peso de lo definitivo, es una proeza de titanes. Bergman encontró en el cine la forma de soportar ese peso, de mostrar su intensidad e inevitabilidad; al mundo, los espectadores, a cualquier alma sensible.
He tenido que volver a Bergman, ha sido inevitable. Su cine sigue sin encontrar contestación en nuestro tiempo, que nunca fue el suyo; evitar SARABAND es un lujo que no pensaba proporcionarme.
SARABAND es la última película que filmó Bergman, un oscuro transitar por algún tipo de redención. Y no estoy de acuerdo con quien ve en ella la continuación de SECRETOS DE UN MATRIMONIO, fundamentalmente porque no hace falta haber visto ésta para diluirse en la fascinante quietud de un film desgarrador, de una belleza sórdida e incuestionable desde una primera secuencia en la que Liv Ullmann y Erland Josephson, cercanos, distanciados, desencantados, desgranan esos últimos secretos que les faltaban por desvelar. Ya no queda nada inconfesable entre ellos. Sí para los que llegan, los que van chocando entre ellos sin saber por qué. Ahí, Bergman no cauteriza absolutamente nada, sino que hurga más y más con el punzón hasta que sale la pus, hasta que el dolor es insoportable.
SARABAND contiene algunas de las mejores escenas que el maestro sueco ha filmado jamás; entre ellas, un angustioso enfrentamiento padre-hija, que utiliza como pretexto la impotencia ante la pieza musical imposible de interpretar en un plano fijo que se acerca lentamente hasta el borde mismo del encuadre. Vemos, pero también intuimos; el rostro habla por sí solo, desencajado por momentos.
Los que hemos admirado la obra de Bergman no esperábamos menos de este testamento; antes al contrario, sigue pareciéndome un sordo estallido de furia, una caja llena de verdades que sólo pueden ser escupidas.
Saludos envueltos en esa música...

When i grow up

También son suecos, intensos, raros... pero vaya pedazo de video...


lunes, 20 de abril de 2009

Un viaje al desconcierto

John Cassavetes no sólo filmó un puñado de obras maestras, sino que le dio, él solito, la vuelta a la concepción hollywoodense de cómo debe ser una película. Por eso es difícil acercarse a su obra tal y como merece, con una mirada limpia y desprejuiciada; hablaríamos de otra cosa si el tipo hubiese nacido en Irán o Eslovaquia... seguro. Porque a Cassavetes el pópulo lo recuerda mayoritariamente por su faceta como actor; como aquel tipo de aviesa sonrisa (la suya) en THE DIRTY DOZEN o como el impotente marido de Mia Farrow en ROSEMARY'S BABY.
Sin embargo, hablamos de uno de los directores más personales surgidos en Estados Unidos. Potente, visceral, arriesgado, imprevisible. El cine de Cassavetes es cualquier cosa menos autocomplaciente, el gran mal de la industria americana. Y en THE KILLING OF A CHINESE BOOKIE, lo inesperado se vuelve a hacer patente en una historia de mil cabezas y en la que el espectador es totalmente incapaz de prever qué va a ocurrir en la siguiente escena.
¿Y de qué va exactamente THE KILLING...? No lo sé. De un tipo que tiene un local de striptease y se ve acuciado por las deudas, un magnífico Ben Gazzara que llena la pantalla. De las maniobras que debe hacer con la mafia para lograr que le fíen. De cómo es obligado a matar a un corredor de apuestas chino que, en realidad, es un jefe de la mafia china... Mézclese todo, agítese y añádase luego algunas escenas casi oníricas en el club, escenas que nos recuerdan que Lynch nunca inventó nada. Y hablemos también de esa desazón que Gazzara transmite en su intensa interpretación y que prácticamente se palpa. Hablar aquí de las interpretaciones en el cine de Cassavetes es quedar abrumados por ese grupo de actores, amigos en conflicto permanente, que han quedado inmortalizados en sus extrañas, desasosegantes imágenes. Peter Falk, Seymour Cassel, la gran Gena Rowlands, el mismo Gazzara... El cine americano, ingrato y manipulador, nunca hará justicia a este coloso del cine; un director que, pese a ser alabado por la crítica europea, sigue siendo un desconocido a medias. Y ya va siendo hora de que esto cambie.
Saludos de lunes por la mañana...

Flying teapot

Gong...


domingo, 19 de abril de 2009

Vida y color

Lo del cine es que tiene cada cosa... Cada día un nuevo influjo, algo que parecía no estar ahí un momento antes. Hoy toca experiencia interactiva, que alguien se atreva a escribir esta reseña por mí, que ilumine ese rincón olvidado de mi percepción. Difícil, tramposo giro, hasta obsceno quizá...
Bien, teniendo en cuenta que en este blog he comentado anteriormente otros dos trabajos de Jean Luc Godard y éstos han pasado desapercibidos, me pregunto dos cosas: ¿no será que Godard YA ES uno de esos membretes incomprendidos que, sin embargo, pretenciosos cinéfilos como yo incorporan a sus automatizadas charlas como algo YA SABIDO, incuestionable? Y, ¿Es posible que el director franco-suizo, desbrozando su gran sabiduría fílmica, haya llegado a la terrible conclusión de que nada queda ya por poner en imágenes? Habría que meterse dentro de sus HISTOIRE(S) DU CINEMA y quedarse, no veo otra.
Pero volvamos a la experiencia interactiva. Vi PIERROT LE FOU con veinte años y no me enteré de nada, pero quedé fascinado; la varita mágica de Godard y su libertad visual me atraparon y contribuyeron decisivamente a alimentar mi a veces errabunda cinefilia. Volví a ella hace un año más o menos y sólo cambió una cosa: la fascinación era notablemente menor. Por supuesto, seguí sin enterarme de nada. Sí, Belmondo con la cara pintada de azul; Anna Karina, de la que nunca me desenamoré, rodeada de subfusiles y ametralladoras; descapotables sin rumbo, la escena de la gasolinera; el inefable Léaud haciendo (otra vez) de sí mismo; y hasta Sam Fuller, el maestro, al que Godard rinde homenaje, como ya hiciera con Lang en LE MÉPRIS, y que le sirve para poner cordura en un film que hace honor indiscutiblemente a su numbre. Ahora pregunto: ¿Cuál es aquí, para ustedes, la alegoría? ¿Acaso me esfuerzo inútilmente buscando algo que no existe? ¿Piensan, como tantos otros, que sólo se trata de una (re)visión colorista y vivaracha, casi trapecista, de la insuperable A BOUT DE SOUFFLE?
Yo, por mi parte, volveré a verla una vez más; investigaré cada plano, lo engarzaré en ese descuidado todo que lo mismo nos remite al polar más clásico que a los hermanos Marx, pasando por un anarquismo pre-68 desconcertante y jovial.
Hasta entonces, locuelos saludos.

El loco soy yo

Toma temazo... Esto lo bailaba mi madre en los guateques cuando todo era de otro color.


sábado, 18 de abril de 2009

Érase una vez

... Recuerdo que tenía como catorce o quince años. Recuerdo que tenía un carnet verde con el que sacaba libros de una biblioteca que ya no existe, al lado del corte inglés. Que en clase de lengua el maestro mencionó casi de puntillas EL BOSQUE ANIMADO, de Wenceslao Fernández Flórez. Que lo anoté en un cuaderno de una raya, casi inconscientemente. Y que un par de semanas después estaba leyendo el libro. Y que era de Austral. Todo eso recuerdo.
Luego pude ver la película. Y el irreal, surreal, onírico, poético, festivo, agreste y ensortijado mundo de Fernández Flórez cobró inusitada vida de la mano de José Luis Cuerda, un tipo al que habrá que reconocer de una puñetera vez. Y donde había unos actores asombrosos, quizá la última gran generación de actores y actrices antes de la debacle teleserial. Y Afredo Landa, un grande, un icono, un 4x4 de la interpretación, gritaba "¡Alto ahí, me caso en Soria!". Y era Fendetestas, ese pobre hombre que se hizo bandido para comer y porque, según él, era un hombre libre, aunque todo el mundo al que asaltaba ya le conocía y tenía menos dinero que él, así que Fendetestas se apiadaba de ellos, y hasta les daba conversación. Hasta conoció un día a un aparecido, Fiz Cotovelo, con los algodones en la nariz y todo, que había perdido la pista de la Santa Compaña, y hasta a dicho aparecido ayudó Fendetestas el bandido. Y estaban los pazos, piedras centenarias de gris resaltado por entre un verde infinito, inacabable. La niña que hace de todo para sustentar a la familia, y un pocero cojo que se enamora mientras echa aceite en su pierna de madera para que no chirríe. Y Fernando Rey haciendo de adinerado todo vestido de blanco, como corresponde al tiempo y al sitio, o al surrealista Luis Ciges (¡qué grande!) intentando pasar por loco, cuando es el más cuerdo del lugar. Todo encuadrado por la magistral fotografía de Javier Aguirresarobe y la hipnótica música del maestro José Nieto, al que desde aquí reivindico. En fin, una inacabable galería de personajes y situaciones que se mantiene inalterable a lo largo del tiempo como la obra maestra que es, una adaptación imposible con la que sólo podía atreverse otro grande de las letras. Azcona ¿quién si no?
Así que, después de toda esta entrañable retahíla, no me he podido resistir sin poner unas cuantas imágenes.
Saludos animados.


A forest

Uno de los temas que más me gustan de Robert Smith & Co.


The Cure - A forest

jueves, 16 de abril de 2009

Una montaña rota por detrás

Literalmente, es lo que vendría a significar BROKEBACK MOUNTAIN, lo que no dejaría de ser risible y hasta molesto. Así que más vale adentrarse sin prejuicios en una historia minimalista y fascinante, que triunfa cuando se deja llevar por el tierno salvajismo de esa improbable historia de amor y libertad, pero patina irremediablemente cuando necesita aire fresco e introduce nuevos personajes y motivos. Así, pasará mucho tiempo hasta que olvidemos esa brutal y estremecedora escena iniciática en la que ambos vaqueros se encuentran en la tienda de campaña, con una pavorosa luz rojiza y todo el poder de la naturaleza bullendo fuera de campo; pero ¿alguien se acuerda exactamente de alguna frase o momento memorable justo a la hora de que esto ocurra? Yo aportaría el espantoso bigote que Ang Lee le planta a Jake Gyllenhaal y el no menos jocoso vestuario "dollypartoniano" de Anne Hathaway... en fin, cosas menores, pero que hablan a las claras sobre la imposibilidad de Lee, autor de excelentes espacios cerrados, de expandirse más allá del núcleo central del film, a la manera de un Coppola o un Kurosawa (y no miento a Ford porque tendría que dejar la reseña aquí mismo), por lo que la película, de unos primeros cuarenta y cinco minutos fulgurantes y hasta reveladores, se desguaza ella solita a base de localistas imposturas que logran que nos olvidemos de que la pasión no entiende de sexos ni roles, sólo de riesgo y valentía.
Me sorprendió (gratamente) que ganara en su momento tres oscars y logrando, por otra parte, algo que no suele ocurrir en demasiadas ocasiones, como es llevarse el de mejor director y perder sin embargo el de mejor película a manos de uno de los peores films que haya podido ver el que esto escribe, pero entrar en esas menudencias es algo que me aburre más que el zapping de medianoche.
Saludos vaqueros.

Never in my life

Mountain en pleno apoteosis.


viernes, 10 de abril de 2009

Amaos los unos a los otros

En realidad (y esto es casi un secreto a voces), también yo tengo mi corazoncito, así que hoy me voy a permitir un pequeño capricho... o quizás no. Después de todo, voy a hacer lo que hago casi cada día, comentar una película.
Lo que puede tener de extraordinario hoy es, aparte de tratarse de un film con más de diez años y una discreta aceptación en nuestro país, el nada desdeñable asunto de que uno se siente mejor persona después de ver LES ENFANTS DU MARAIS. Por cierto, no es que no me guste la traducción que se hizo aquí (LA FORTUNA DE VIVIR), pero es que me irrita que alguien cobre por algo tan absurdo como cambiarle el nombre a las cosas.
En fin, que, para quien no la haya visto, diré que se trata de ese cine galo tan desconocido y atípico; porque aquí no vamos a asistir a largas disertaciones metafísicas sobre vida-amor-muerte-destrucción-redención-filosofía-arte... No, porque, aunque pareciese lo contrario, Jean Becker nos propone, simple y llanamente, una revisión "a la francesa" del gozo berlanguiano, aunque debo matizar que sin la mordacidad del valenciano, por supuesto.
Imaginemos que encontramos, tras mucho vagar, un sitio, "el sitio", donde la felicidad y la paz se palpan y podemos sentir que la gente no anhela más que vivir en paz con los demás y echar una mano cuando se pueda. Y poco más contiene esta atípica joya del cine galo, a no ser una extensa, variada y fascinante galería de personajes siempre interactivos, nunca dispuestos a decorar; diríase que Proust hubiese descubierto la felicidad verdadera por la parte de Guermantes y hubiese tirado por la ventana cualquier rastro de melancolía.
Véanla, porque van a sentirse más felices y porque no todo va a ser torturarse. Para eso ya tenemos esta semanita. Menos mal que ya se acaba...
Saludos afortunados.

Afortunados

Siempre es una fortuna volver a clásicos tan sólidos como este.


jueves, 9 de abril de 2009

Repítemelo, que todavía no me he enterado

¿Hay algo peor que un blockbuster? La respuesta es: sí, un blockbuster que quiere ser cine de autor. El cine de autor, como se sabe, está muerto y enterrado desde hace algunos años, y Godard aún tiene mucho que decir al respecto, sin embargo, aún quedan unos cuantos ingenuos a los que les tiembla el labio inferior y que siguen recitando gastados mantras acerca del "próximo y esperado matrimonio entre lo intelectual y lo lúdico".
Sí, por fin me decidí y vi THE DARK KNIGHT, así que nuevamente cubro cuota y me irreconcilio con tantos y tantos amantes del séptimo arte que han caído rendidos ante un puñado de imágenes mal montadas y maquilladas por un ruido estruendoso que te pita en los oídos un rato después de acabar la película. Pero voy a ser benévolo con DARK KNIGHT, y mira que me gusta poco esto del dedo arriba dedo abajo, pero es que los precios del cine no hacen más que subir (una de las razones por las que ya no voy al cine) y no es plan que nos la metan doblada y encima digamos que nos ha gustado.
Lo primero es que (esto cansa mucho) tenía que haber durado una horita menos, porque si nos ponemos se podría haber hecho un serial, que es mucho más rentable. Lo segundo es que Christian Bale es el Batman más soso que se ha visto en pantalla, pero como ninguno de los anteriores ha estado tampoco a la altura del atormentado Bruce Wayne, pues por ahí se salva. Luego, como se quieren contar tantísimas cosas, cosas que no tienen importancia pero que parece que la tienen, al final hay una incesante galería de personajes y situaciones que, si no estamos avisados comics mediante, terminan por marear sin aportar nada. Especialmente significativo es el caso de Aaron Eckhart y su ridícula aportación con un Dos Caras metido con calzador, por no hablar de Maggie Gyllenhaal, una magnífica actriz que ni sabe ni quiere estar ahí entre tanto músculo y bombazo. Todo el metraje es una lamentable excusa que gravita en torno a un solo personaje: el Joker.
A los que lo flipen con Heath Ledger les recomiendo que intenten hacerse con una joya del comic, aunque va a ser complicado: The Killing Joke, novela gráfica de hará aproximadamente unos veinte años, creada por el genial Alan Moore y donde se relataba con todo lujo de detalles cuál es el verdadero origen de tan esquivo personaje. Falsear esto es engañar al único espectador que merece ser recompensado: el que ha devorado comics de todo tipo antes de que un listillo dijese que la versión definitiva ya está aquí. En este caso, se presenta al Joker como un terrorista, un tipo que sólo quiere sembrar el caos; y al igual que ocurría en la fallida THE FIGHT CLUB, se confunde caos con espectáculo, por lo que una prometedora propuesta sobre anarquía y nihilismo acaba por transformarse en el enésimo truco circense de la temporada. Si querían lecciones de insurrección sólo tenían que releer a Bufalino, que de esto sabe un rato.
Saludos de un murciélago.

Requiem

Uno de los grupos más interesantes y menos "ochenteros" de los nacidos en aquella convulsa década. Provocadores y poderosos en el directo, el no verlos es una espina que llevo clavada desde hace tiempo ¿Y quién dijo que el maquillaje de Heath Ledger era original?... Nada nuevo bajo el sol, amigos.


miércoles, 8 de abril de 2009

Apabullante

Voy a tener que ver GRAN TORINO diez o doce veces, porque creo que me estoy perdiendo algo muy grande. Mejor dicho, sé que he visto algo muy grande, pero no he logrado apresarlo en su totalidad en un primer visionado. Y es que sólo a un grande como Eastwood se le puede ocurrir una barbaridad como ésta y salir airoso, porque GRAN TORINO, como ya ocurriera con MYSTIC RIVER o MILLION DOLLAR BABY, son historias que sólo le están reservadas a su mano maestra, otros sólo serían capaces de hacer mediocres telefilmes.
Me resisto a pensar que sea su mejor obra, de hecho creo que no lo es. Lo que más llama la atención es su inusitado ejercicio de estilo como película "consciente de sí misma" y un Clint Eastwood que decide enterrar él mismo (ya que nadie ha tenido cojones para hacerlo) a esa galería de tipos herméticos pero íntegros, duros de carne y hueso. No importa tanto la trama en sí, en absoluto, lo que importa es ese oscuro homenaje que Eastwood se brinda a sí mismo; no es Walt Kowalski un personaje en busca de redención alguna, sino el último Eastwood actor que veremos en pantalla, no es de extrañar pues que Kowalski sea más socarrón y gruñón que nunca, pero también harto de ver desde su porche cómo nadie se preocupa por nadie. El supuesto tema racista no es más que un acertado pretexto para iniciar una hermosa historia de iniciación; el Gran Torino permanece encerrado en el garaje, sin mostrar su salvaje belleza; Kowalski no puede satisfacer ni a su esposa muerta ni al cura, porque su confesión es una idiotez, una nimiedad, pero es que Kowalski no se arrepiente de nada; y pese a estar harto de las tonterías de los demás, resulta ser una persona ingeniosa y con sentido del humor cuando alguien le muestra verdadero afecto. Kowalski es un monumento, el compendio de todos los personajes a los que ha dado vida Eastwood, un héroe cansado y estupefacto que escupe sangre y que sabe cómo debe morir, porque si no no morirá nunca, y eso es algo que Clint Eastwood no va a permitir.
Saludos desde el porche.

Gran Kowalski

Y tampoco le dieron el oscar por esta maravilla... Da igual, son los mejores títulos de crédito desde hace mucho tiempo. Qué maravilla...


martes, 7 de abril de 2009

El terror sí tiene forma

Cada vez tengo más claro que voy a tener que echar el resto con John Carpenter, un director con el que choco frontalmente y al que no logro aprehender en su esencia. A veces me fascina y otras me irrita; y no sé si lo suyo es categoría o chabacanería... francamente que no lo sé.
Pero hay algunos films de Carpenter que simplemente me fascinan. Y me fascinan por lo fácil que hace el tío lo que a otros les cuesta una enormidad que nos creamos. Puede ser porque, pese a no haber filmado nunca un western explícito, podríamos afirmar que precisamente no ha parado de enmascarar este género con otros géneros (terror, fantástico, aventuras...), lo que le ha servido para dotar de enjundia a productos que, como digo, en otras manos no hubiesen pasado de meros serie B olvidables.
Y uno de esos títulos que no me canso de ver es THE THING o la cinta de terror perfecta ¿Por qué? Pues porque no abusa de los tópicos, hace suyos todos y cada uno de los tópicos del género, les da la vuelta y los vuelve contra el espectador, lo descoloca. THE THING es el remake de THE THING FROM ANOTHER WORLD, otro clasicazo de los cincuenta, sólo que Carpenter espectaculariza el resultado con unos efectos especiales (cómo me gustaban esas dos palabras) simplemente apabullantes ¿por qué? Pues porque no habíamos visto nada igual antes, cosa que no ocurre con los soporíferos efectos digitales, que acaban por convertir el cine en un videojuego. En THE THING no sólo el terror explícito está garantizado sino que, encima, Carpenter lo borda con un ejercicio de estilo que remite a obras maestras como JOHNNY GUITAR o THE MAN WHO SHOT LIBERTY VALANCE, donde nada es lo que parece y los personajes son constantemente sometidos a una asfixiante presión psicológica de recelo y desconfianza. Nadie sabe quién está infectado por esa cosa sin forma definida, por lo que el espectador nunca sabe quién es realmente el malo aunque lo tenga siempre delante (antológica es la escena del análisis de sangre); he ahí otro golpe maestro que noquea a lo largo de un metraje que nunca resulta pesado, al contrario, sus dos horas pasan volando, incluso nos quedamos con ganas de más.
Me temo lo peor respecto de la precuela que se está gestando desde hace tiempo. No sé, esperemos, pero creo que va a ser casi imposible superar esta película que no ha hecho más que ganar con el tiempo. Posiblemente una de mis cinco favoritas en el género de terror.
Saludos amorfos.

Cosmic thing

Son geniales, irrepetibles, inimitables, inclasificables... Los B 52's.


lunes, 6 de abril de 2009

Guarreridas españolas

He tenido que recurrir al gran Chiquito de la Calzada para armarme de valor y dedicarme a la casquería matinal; justo después de desayunar y tras pensármelo mucho, aunque la tenía ahí reservadita, para un día de mala hostia.
Y es que a Amenábar no puedo verlo por muchos motivos, pero el principal es que me parece uno de esos hábiles hipnotizadores que no pueden salirse de tres o cuatro parámetros perfectamente definidos; un buen obrero para el cine de género, pero en ningún caso un creador arriesgado ni, por supuesto, original. Y ABRE LOS OJOS es su peor película, el máximo exponente de las múltiples trampas a las que Amenábar somete a su previamente entregado público.
Primero: La película es una gilipollez llena de tics ¿De qué habla? ¿de un niño pijo inmerso en en una trama de ciencia ficción? Amenábar, al fin y al cabo, nos quiere decir que lo que vemos sólo son los recuerdos de un tipo al que mantienen en una especie de hibernación, por lo tanto no elude la trampa del guión... ¡la trampa es el guión mismo! Al menos podía haber intentado un cierto ejercicio de estilo... no sé, innovar algo... se supone que el chaval algo sabe de cine. Nada. El metraje transcurre con un guaperas poniendo gestitos y Penélope Cruz que aparece por allí y suelta algún gritito y la Nimri que quiere poner ojos de Bette Davis, pero eso también es imposible. Y el tío tiene un accidente, pero si ya está muerto no puede tener un accidente, será el recuerdo del accidente, así que nada está pasando... Y Amenábar podía haber dejado la cámara hora y media filmando al tipo congelado, que para el caso es lo mismo... Y al final... (Dios, ese horrible final de telefilme... de Twilight zone...) hay un tipo que no se sabe de dónde sale, ni si existe tampoco, y le dice con voz trascendente... ejem: "Sólo tienes una forma de averiguarlo. Tírate de la azotea..." Acojonante, de verdad... Menudo final abierto... abierto ¿a qué? Vivan los guiones inconclusos, irresueltos e irritantes... Vivan los geniecillos que tienen la piedra filosofal para salvar el cine ¿Qué sería de nosotros sin ellos?
Lo siento, porque me consta que hay un montón de gente que lo flipa con esta basura, pero este es el humor que me produce la semana santa... A ver si veo ya GRAN TORINO y se me pasa un poco el cabreo...
Abre los... digo... saludos, hala...

Right between the eyes

Eran otros tiempos... tiempos alienígenas...


domingo, 5 de abril de 2009

Acerca de la encuesta 2

Bueno, hoy estoy que me salgo del pellejo, así que, aunque brevemente (los maromos no merecen que posponga mucho más mis birras matutinas), voy a hablar un poquito sobre los resultados de la controvertida encuesta que publiqué en su momento y que ha suscitado polémica por su digamos... violencia verbal.
Pero vamos a dejarnos de historias. Por un lado, podríamos fantasear con tener al pesado de Tom Cruise atado en una silla, estilo Tarantino, y coger un oscar que nunca ha ganado, aunque ahora que lo pienso Cruise ha ganado el globo de oro tres veces, así que... bueno, no sé si pesa más que un oscar y sería más contundente... En fin, el principal problema de este tipo es que se lo tiene demasiado creído, porque luego lo cierto es que tiene algunos papeles destacables. Por ejemplo, en ENTREVISTA CON EL VAMPIRO creo que está soberbio, y en ese ripio llamado MAGNOLIA se supera al autoparodiarse, igual que en TROPIC THUNDER... Lo malo es que lo malo supera ampliamente a lo bueno, por lo que no merece indulto alguno.
Ah, la de abajo es paisana mía, se llama Paz Vega y dice que es actriz, pero lo mejor que sabe hacer es enseñar el culo... A cada uno lo suyo...

Sentados con los pies colgando

Y nuevo repasito a los academy awards...
¿Qué le sobra y qué le falta a REVOLUTIONARY ROAD? Porque no es que fuese la mejor, ahí estaba CHANGELING, otra gran olvidada; y tampoco me parece que mereciese quitarle la nominación a THE READER, que es bastante más arriesgada. La verdad es que no sé qué pensar con esta película, porque Sam Mendes es un tipo que me descoloca; sus films, con ese cuidado aire convencional, parecen estar siempre a punto de estallar, de revelar algo bastante oscuro, algo que no quiere saberse. Y así parece en el fantástico comienzo de una película que remite en su turbadora oscuridad más a Lynch que a Haynes, con una rápida sucesión de escenas bien hiladas que nos ponen en situación instantáneamente y, sin embargo, un momento crucial en el que Mendes parece retraerse... Bueno, lo cierto es que se trata de una adaptación, así que esto tampoco es justo. En fin, se trata de una película extraña, que da la impresión de no querer poner toda la carne en el asador (si la hubiese cogido Desplechin...) pero que, a contracorriente del pacato entertainment, es capaz de dar dos o tres zarpazos de autoridad. Ahí están varios detalles, casi todos a cargo de unos tremendos secundarios, infinitamente mejores que el correcto dúo protagonista. Inquietante Kathy Bates, soberbio Michael Shannon comiéndose la pantalla. Porque si hablamos de actores, entonces el film ofrece un extraordinario ramillete de buenas interpretaciones, que vendría a ser el terreno de Mendes, hombre de teatro y curtido en las exigentes tablas británicas; ahora bien, a la hora de contar la desconcertante microhistoria de dos niñatos caprichosos que juegan durante gran parte del film con la posibilidad de abandonar su monótona vida y largarse a Europa en plan bohemio... Hombre, la cosa cambiaría si hubiese un buen motivo detrás, pero el gran lastre de la película surge justo cuando a Mendes le toca mover ficha y explicarnos qué carajo les pasa a esos dos para estar siempre tan mosqueados. Para quien no la haya visto, es recomendable si no pretendemos ver una obra maestra (que no lo es), sólo un entretenimiento de lujo con algunas pretensiones de high art (que tampoco).
Bueno, ya van quedando menos...
Saludos revolucionarios.

La revolución sexual

Si al final la gente quería que fuera a Eurobirrión el chiki chiki ese ¿cómo no íbamos a pasar del tema? Si es que...


sábado, 4 de abril de 2009

Una metáfora demasiado evidente

La nueva película de Fernando Meirelles lo va a tener complicado para subsistir en el tiempo, lo que va a entristecerlo una barbaridad, seguro. El director brasileño lo ha dispuesto todo para trascender, al modo de Iñárritu con BABEL, queriendo abarcar demasiado. Y, sí, es cierto que BLINDNESS es una adaptación de la novela de José Saramago; en la forma lo es, incluso de manera mimética, pero en absoluto en lo más importante: el fondo.
Leí la novela hará un par de años y, dejando de lado el realismo sucio empleado por Saramago, entendí modestamente que el autor portugués pretendía, fundamentalmente, marcar una alegoría explícita sobre la sociedad moderna. La ceguera como acertada metáfora para explicar cómo no prestamos atención a lo que tenemos delante hasta que lo perdemos de vista. Por lo que la historia toma dos vertientes que conviene no separar para no caer en la parodia suave. Meirelles arrastra un gran lastre desde CIDADE DE DEUS, una cinta tan tramposa como sobrevalorada, y es que se ha marcado la imposible meta de ir más allá en cada trabajo, lo que no sólo es imposible sino hasta contraproducente. Por un lado, vemos una cuidada ambientación, con los mismos pasillos en progresiva degeneración, la abyección humana, los instintos desatados por la desesperación, la esperanza en forma de dignidad. Eso es lo que vemos. Lo que no vemos por ninguna parte es qué parte de enseñanza o aprendizaje corresponde a cada personaje, ni rastro de la aguda penetración psicológica del premio Nobel, por lo que el film vaga como un alma en pena, como esos zombis que transitan lentamente por las calles de la ciudad devastada. Una pena, porque el texto daba para mucho más, pero es el precio que hay que pagar por tener a Ruffalo, Moore, García Bernal y distribuirlos adecuadamente, que al final no sabemos hacia dónde dirigir la mirada.
Saludos que no ven...

Snowblind

¿Que hoy es sábado? Pues Black sabbath...


viernes, 3 de abril de 2009

Amor propio

He aquí el dilema... ¿Cómo calificar una película de un frikismo inquietante, cuya trama se va enrevesando imparablemente y que ha costado dos duros? He obviado lo de que está hecha en España porque para mí es irrelevante antes de ver la cosa en cuestión, pero luego sí que tiene su importancia.
Nacho Vigalondo es uno de esos poquísimos privilegiados que colocó cortos de una personalidad incuestionable en algunos festivales de gran importancia, de hecho estuvo hasta en los oscar, algo que casi nadie puede decir. Algo tendrá, digo yo. Ahora, el salto al largo es otra cosa; y LOS CRONOCRÍMENES lo confirma: la primera tendencia, la que le queda al espectador menos avisado, es que se trata de un corto alargado.
En primer lugar, se ven muchas intenciones en el principio del film. Vigalondo quiere dejar clara su tendencia a sorprender ante todo, a despojar a los actores (en este caso muy pocos) de un falso dramatismo precisamente con interpretaciones forzadas, casi caricaturescas. Después, la trama (por decir algo) no quiere resultar complicada, y Vigalondo (actor también aquí) ejerce el curioso papel del tío que quiere explicar todo lo que ocurre. Y no es que ocurra mucho, pero se supone que asistimos a un interminable bucle espacio-temporal en el que se ve inmerso el protagonista (Karra Elejalde), que llevado por su curiosidad se introduce en una demencial máquina del tiempo que estaba ?????? ¡al lado de su casa!... Bueno, tranquilos. Yo entiendo que la intención de Vigalondo es remover en base a unas cuantas probabilidades ¿Si viajamos en el tiempo nos encontraríamos con nosotros mismos? ¿podríamos intervenir en el devenir de la vida existiendo por duplicado? ¿qué fatales consecuencias tendría?
Demasiadas preguntas y pocas respuestas, pues la casi totalidad del metraje se compone de un Karra Elejalde cada vez más deteriorado físicamente que intenta reconstruir constantemente sus últimos momentos para encontrarse con su duplicado, destruirlo y así volverlo todo a la normalidad. Lo cierto es que uno no sabe si Vigalondo (repleto de buenas intenciones) debería haberse tirado más a la comedia fantástica y haberse dejado de sesudas explicaciones físicas, pues la cosa la dejó bastante clara Stephen Hawking cuando fue interrogado al respecto: "No podría decir que los viajes en el tiempo sean algo irrealizable. Teóricamente sí que son posibles. Pero ¿no les parece que a estas alturas ya deberíamos haber sido prácticamente invadidos por legiones de visitantes provenientes del futuro...?". Pues sí, la verdad.
Saludos sincronizados.

Fatalidad

Los padres del friki-pop de calidad, con letras surrealistas y una enorme personalidad ¿A ver quién se acordaba de ellos? ¿y de este mítico programa?


jueves, 2 de abril de 2009

Sobre el terreno

Se ha recreado varias veces, en cine nos referimos, la enigmática figura de Juana de Arco, aquella muchachita que guió al pueblo francés contra los invasores ingleses, tocada por un halo divino... bla bla bla... Sí, porque el rollo este ha servido, entre otras cosas, para mostrar la sinrazón del fanatismo religioso (Dreyer), el lucimiento de una actriz como Ingrid Bergman (Fleming) e incluso como vano intento de (re)inventar un cierto énfasis realista y sucio... o al revés, que fue lo que perpetró Luc Besson hace poco.
Pero existe una obra de principios del siglo pasado que quiso ir más allá en el dibujo de tan controvertida figura, restándole gran parte de su misticismo y dándole una apariencia más mundana, casi näif. La obra era SAINT JOAN y la firmó un agnóstico tan destacado como George Bernard Shaw. En 1957, un atormentadamente católico Graham Greene adaptó la obra de Shaw y el gran Otto Preminger la puso en imágenes. La película supuso el debut de una muchachita de aspecto varonil y un inusual desparpajo para su inexperiencia; era Jean Seberg, la mítica actriz que, como todos saben, luego pareció no poder desprenderse del propio malditismo irradiado por la dama de Orleans.
La película mantiene un extraño tono burlesco que no terminó de calar en aquel tiempo; los cinéfilos seguían teniendo presente la estremecedora interpretación de Renée Falconetti y una gran devoción por la rotunda visión de Dreyer. No es de extrañar, la cinta danesa sigue siendo una cima; pero yo la separaría inevitablemente de la de Preminger. Primero por los ingeniosos diálogos (algo teatrales, eso sí) ideados por Greene, que funden lo medieval y lo contemporáneo, y colocando a la "santa" Juana de Arco en un ámbito insólito, el de la crítica moral a través de la descalificación sistemática de los poderes fácticos (iglesia, monarquía...), aquéllos que la condenaron a la hoguera por herejía. No hay resentimiento esta vez, sólo un magnífico deseo de recapacitación que sólo podía ser alcanzado dejando de lado todo rastro de religiosidad, lo que revaloriza aún más el estupendo trabajo de Graham Greene, erigido aquí casi en el auténtico autor del film.
Ardientes saludos.

Joan of arc

Grandísima canción de un poeta que quería ser cantante.


miércoles, 1 de abril de 2009

Sangre para la máquina

Nunca he tenido absolutamente nada en contra del cine de entretenimiento siempre que éste cumpla eficazmente su función de mantener nuestra cabeza apartada de los problemas cotidianos durante dos horas.
Hay una trampa mortal en cuanto a este tipo de cine, sobre todo desde que ciertos cineastas se acomodaron en prestar más atención al perfeccionamiento de los efectos digitales que en la historia en sí, siquiera buscar la agilidad narrativa como verdadero recurso.
No es el caso de Mel Gibson, quizá el caso más curioso salido de Hollywood en los últimos años. Su más que irregular carrera como actor, sus tanteos con cierto cine "de autor" a principios de los noventa y la deriva que su cine ha tomado desde que BRAVEHEART le abriese los ojos de alguna manera. Ya comenté aquí lo complicadísimo que me resultó en su momento enfrentarme a un film como THE PASSION OF THE CHRIST sin mosquearme profundamente; con APOCALYPTO me pasó casi lo mismo, una rápida sucesión de emociones contradictorias que me hacían pasar del sonrojo a la ya casi extinta sensación de asistir a ese gran cine que ya no se hace. Y es que una cosa es la presentación del poblado en medio de la selva, con todo lujo de detalles y sin muchas concesiones al mainstream, y otra machacarnos con persecuciones al más puro estilo Tom y Jerry, donde nunca van a coger al chaval. Bueno, a éste sí lo cogen, porque creo que Gibson se dio cuenta de que la cosa se le iba de las manos. Entonces, incomprensiblemente, Gibson eleva el tono de la historia y ofrece un espectáculo fastuoso poniendo en imágenes la grandeza y también la crueldad del imperio Maya. Una secuencia, la del altar de sacrificios, que pasará a la historia por su sangrienta veracidad y que coloca al espectador ante algo que no se había visto antes, lo que multiplica el valor de esta cinta ambigua y dislocada. La pena es que Gibson no sea capaz de rematar adecuadamente el asunto y se deje llevar por la fantasía colonialista en un final que no hace ninguna justicia; ahí, el film deja un regusto amargo a demagogia galopante, pero si somos justos diremos que APOCALYPTO constituye uno de los entretenimientos de mayor calidad de esta década que, lo crean o no, se acerca a su fin.

Raíces sangrientas

Brutales. El mejor disco de metal de la historia... y vaya tela cómo suenan en directo...


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!