Mostrando entradas con la etiqueta Rodrigo Cortés. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rodrigo Cortés. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de julio de 2022

Las tablas de la fe


 

Me ha resultado difícil ejercer una sola visión tras ver EL AMOR EN SU LUGAR, último trabajo hasta el momento de Rodrigo Cortés, y la demostración fehaciente de cuántos complejos (innecesarios) seguimos arrastrando por sobre nuestra maltrecha cinematografía. Probablemente sea Cortés uno de los directores españoles más desprejuiciados, y por ello más malinterpretado, que no incomprendido; este film sirve, además de para apreciar su excepcional talento formal, como diagnóstico de un cine que se resiste y se resiente, que adapta loco por no copiar. Lo que yo he visto es una historia delimitada por un acto intermedio, que no por necesario es más pertinente. Se abre la función con un virtuoso aunque efectista plano secuencia, que lleva a la protagonista, una joven en el gueto de Varsovia en 1942, hasta una insólita sala de teatro, donde llega justo a tiempo para interpretar su papel en una comedia musical de enredos amorosos. En este sorprendente contraste (la luminosidad de la función, enfrentada al público, donde judíos y alemanes pretenden aparentar normalidad), durante la primera mitad, es el gran hallazgo de un film que adopta el ritmo de un Wilder con la puesta en escena de Donen, y se muestra ambiciosa en un incesante juego de apariencias, en el que la nimia trama de la obra sirve como punto de entrada al descabellado plan de huida de los protagonistas. El problema lo tiene Cortés en la segunda mitad, con todos los cabos ya atados y poco más que implementar, excepto un desenlace demasiado abrupto y (paradójicamente) teatralizado. Aun así, es un estupendo film, uno de los mejores de su autor, que además se salta sin pedir permiso muchos de esos complejos semánticos a los que aludía antes. Como historia de judíos bajo el yugo nazi, las he visto mucho mejores; como ingenio entre diversos géneros, es una virguería de un director que sigue necesitando guiones que le encajen como un guante a su estimulante visión de campo.
Merece una revisión.
Saludos.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

En tierra de nadie


 

Me va a costar un poco más hacer esta reseña que otras, aunque más me ha costado decidir si posponerla para el domingo, y por el cariño y respeto que le tengo a Rodrigo Cortés creo que no procede, aunque es impepinable meter el bisturí a fondo, incluso si hace sangre. BLACKWOOD es DOWN A DARK HALL; una película con dos nombres, que en realidad es la adaptación de la novela que escribió en 1975 Lois Duncan, y que atendía al segundo. Casi no puedo decir nada en favor de este film, que va empequeñeciéndose incomprensiblemente a partir de cierto momento, uno de esos momentos en el que empiezas a preguntarte si Cortés ha dirigido toda la película o sólo los primeros treinta minutos, dando paso al piloto automático de la productora, cuyo afán parece poco más que recaudar lo que se pudiese (y fue muy poco) y olvidarse de un texto que hubiese requerido mucho más mimo y tacto. La historia es apasionante, pero está tan mal contada que es necesario buscar en qué momento está ese "crac", y me parece encontrarlo en la imposibilidad de maridar la prosa de Duncan, que siendo benévolos es una Daphne Du Maurier para incultos, con una deriva que a mí cada vez me mosquea más: ¿Por qué cada director español que toca tierra estadounidense tiene que hacer al menos una película de corte gótico? Y entendamos gótico por una mansión, un misterio y gente poniendo caras chungas. No, en serio, salvo dos cosas y creo estar siendo muy benévolo. Salvo la intención de retomar las formas clásicas en pleno siglo XXI, y también salvo que dura 90 minutos nada más...
De verdad, terrible...
Saludos.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Materia lábil. Concreción



Desconozco si RED LIGHTS, la segunda aventura en tierras norteamericanas de Rodrigo Cortés, ha hallado hueco en los Goya; creo que no, pero de cualquier forma, no deja de ser sintomático el carrusel de directores "exiliados" (se me ocurren Amenábar, Fresnadillo, Bayona...) que, lejos de "exportar" un supuesto modelo de hacer cine, su único mérito ha consistido en dejarse engullir por el stablishment imperante en la industria. Debo ser muy ingenuo por siquiera rozar dicho pensamiento, pero aún lo es más el que crea que en España, en el cine producido aquí, existe algo verdaderamente exportable y que resulte interesante por sí mismo. Y todo ello sin entrar a valorar ahorros en costes ni ambiguas promociones que a alguien interesarán, digo yo. La película en sí no es gran cosa, y supone un significativo paso atrás respecto a los notables apuntes hallados en BURIED (que sí tuvo gran repercusión en los premios de hace un par de años), sin embargo todo parece indicar que el director ha llegado a donde quería, ha colmado sus aspiraciones y, por tanto, ahora se le abre la gran incógnita acerca de si sigue teniendo ideas propias (porque exportables ya sabemos que no). Si le quitásemos la cámara nerviosa, la fotografía melancólica y la solvencia de un trío interpretativo que difícilmente va a dejarte con el culo al aire (de mejor a peor: Robert de Niro, Cillian Murphy y Sigourney Weaver), este juego de equívocos con sorpresa final alrededor del mundillo de los ¿físicos?... ¿mentalistas?... comete la torpeza de bruñir en demasía lo que apenas es anecdótico en señores como Uri Geller antes y Anthony Blake después, es decir: "That's entertainment, folks". Así que el pecado cometido no es el esperado exceso, sino un recatamiento que nos deja, en un momento dado, frente a Robert de Niro (de lo mejorcito de la función) hablando de no se sabe qué frente a un público entregado a algo que nunca aparece ¿Qué se nos está vendiendo? ¿Cuál es la habilidad de la que deberíamos estar tan pendientes? Y en último término ¿De qué nos están hablando? ¿Es esto terror? ¿Ciencia ficción? ¿Posthumor disfrazado de quién sabe qué? Demasiadas preguntas. Y me da que Cortés tenía otra cosa en mente, algo bastante más sutil y elaborado; pero ya se sabe qué pasa cuando uno ve aparecer por su puerta el Cadillac con los cuernos de res... Seguiremos esperando, y confiando...
Saludos ruborizados.

lunes, 31 de enero de 2011

Lo imposible (o casi)



Increíble pero cierto. Rodrigo Cortés, un director de cine español, es capaz de levantar un demencial proyecto consistente en mantener una tensión apabullante en un film que sólo muestra a un hombre metido en una caja bajo tierra. Sí, esto es BURIED, ni más ni menos; una de esas películas por las que no te importa pagar la entrada, una verdadera anomalía teniendo en cuenta los mimbres, sin embargo BURIED funciona por una razón bastante sencilla: simplemente cuenta lo que entra dentro de los límites de lo verosímil. Cortés, al que seguimos la pista (y nuestro olfato no suele fallar cuando detecta la sangre fresca) después de sus magníficos y prometedores 15 DÍAS y, sobre todo, CONCURSANTE, nos sumerge en una pesadilla de hora y media que empieza a despertar nuestro interés desde los bassianos y estupendos títulos de crédito; las referencias hitchcockianas, presentes en todo el film, dotan de enjundia una historia que se podía haber quedado en la enésima fantochada U.S.A., y no la primera que se carga la carrera de un joven director en busca de fortuna y reconocimiento. A destacar también el buen trabajo de Ryan Reynolds, que me gustó especialmente en ADVENTURELAND, y que es capaz de transmitis toda la angustia del contratista destinado a Irak que un día despierta con un fuerte golpe en la cabeza y varios metros bajo tierra. Otro punto fuerte, y que en mi opinión Cortés no abusa como suele ocurrir en productos típicamente de género, es la inteligente dosificación de los elementos con los que el personaje cuenta en su agobiante encierro. Un Zippo, una bolsa con una linterna y varios tubos autoluminiscentes, una petaca con licor y una Blackberry igualica que la mía, lo que me tuvo en vilo algún tiempo después por cuanto suponía que su valía real abandonaba el mero teléfono para convertirse en una especie de reliquia. A través de la Blackberry, inicialmente con media carga de batería y una cobertura precaria, este hombre tendrá comunicación con sus captores, que le exigirán una elevada vcantidad de dinero, además de lograr contactar con el departamento de defensa y mantener una acongojante conversación con un burócrata de la empresa para la que trabajaba. Todo ello punteado por los inútiles esfuerzos por hablar con su mujer y su hijo, con un contestador como única respuesta. Hay pocos momentos inverosímiles, lo que se agradece en una película que se encuentra constantemente amenazada por los tópicos habituales del género y que logra llegar a una última parte guardando el as en la manga sin que se note. Excelente trabajo pues de Rodrigo Cortés, oxigenante trabajo, sin complejos, con la magia del buen cine de suspense y con ese punto de riesgo que se antoja imprescindible para las películas que no se conforman con imitar, sino que pretenden crear y abrirnuevas fronteras. Mi aplauso va para él, sí señor; de momento ya tiene nada menos que a Robert deNiro bajo sus órdenes para este año, no sé cuántos directores españoles pueden decir lo mismo.
Saludos claustrofóbicos.

martes, 3 de marzo de 2009

Entre col y col...

... Pues una lechuga ¿no? ¿qué esperaban?
Esto se puede aplicar al paupérrimo panorama español-cinéfilo, donde a veces aparecen productos que, sin perder su vertiente comercial, aportan un saludable soplo de aire fresco; aunque hoy aprovecho la corriente y lo engarzo también con una película que va a caer próximamente (no se impacienten) y que ganó un premio importante...
CONCURSANTE es un frenético y muy divertido descenso al peor infierno posible: ser víctimas de nuestra propia estupidez. En menos de hora y media, el jovencísimo Rodrigo Cortés se apropia de los valores estéticos y narrativos de Tarantino o el propio Boyle para narrarnos cómo alguien que gana 500 kilos en un concurso termina en la miseria en apenas semanas. Para colmo (y no es un spoiler, la peli se inicia así), sabemos desde el principio que el protagonista nos habla después de morir trágicamente. A partir de ahí, la catarsis.
Sbaraglia no es santo de mi devoción, no creo que sea un gran actor, pero firma su mejor papel metiéndose en la piel de Martín Circo, un pobre hombre (reminiscencias de Capra) que se hace rico de golpe y porrazo, pero que no sabe medir las consecuencias de la tela de araña que le espera. Aquí no hay malos de opereta ni conspiraciones orquestadas desde las alturas, sólo se nos está contando que el sistema capitalista está ahí para devorarte y no dejar ni los huesos, lo que resulta bastante más inquietante si tienes hipoteca, letra del coche, tres créditos y a tu mujer zumbando como un Pepito Grillo a la inversa. Pues imaginen todo ello multiplicado por cien y obtendrán el quid de CONCURSANTE, como digo, un entretenimiento más que digno que no necesita dar lecciones de moralidad ni despilfarrar mil millones para aleccionarnos acerca del despilfarro... ¿les suena de algo? Cine español, sí. Capaz de toserle a cualquier barrabasada U.S.A. hueca y mentirosa con las que se nos bombardea constantemente. La recomiendo encarecidamente y me permito un pequeño consejo... Nunca confíen en quien no para de sonreír.
Saludos agraciados.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!