Mostrando entradas con la etiqueta Charlotte Brändström. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Charlotte Brändström. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de junio de 2024

J. R. R. #7


 

Reconozco que me pasó totalmente de largo LORD OF THE RINGS: THE RINGS OF POWER, un poco por dejadez hacia lo televisivo, pero sobre todo por un tufillo indescriptible a desconfianza numeraria, a "Producto", con comillas y mayúsculas. El que quiera entender que entienda, pero esta versión de "todos los orígenes de lo que luego se contó en TLOTR, solo que con multitud de apuntes que nos obligaban a querer saber más", levanta suspicacias a partir del tercer capítulo (de 8), donde la producción levanta el pie del acelerador y nos vamos hacia un GOT "interiors" con aún menos riesgos en lo discursivo y, fíjense por dónde, una sucesión de diálogos en los que se cuenta lo que ya sabemos. Es complicado, porque los dos primeros capítulos están muy bien diseñados, y apenas se ven las diferencias con los largos de Jackson; Juan Antonio Bayona es su responsable, y quizá se encuentre entre lo mejor de su irregula filmografía. El resto es un poco de relleno, personajes que ralentizan la trama en una insufrible retahíla de cuitas personales e interioridades de marquetería, cuando no directamente plagiadas de su "hermana mayor" ¿Significa que es un desastre? No. TROP es al audiovisual de pantalla pequeña lo que la otra supuso al séptimo arte (ncesaria aclaración), esto es: explicitar la ceremonia del "gran espectáculo", justo en la edad de la restricción y el amagamiento formal, siempre en la superficie de un discurso susurrado incluso en los fragores del torrente de épica, a veces desproporcionada. 
La palabra para definirla es "irregular". Necesita mejorar una barbaridad para no quedar en anécdota de frikis, y por lo visto lo veremos este mismo agosto.
Saludos.

viernes, 22 de marzo de 2024

Las segundas pieles


 

Recuerdo oír hablar de THE OUTSIDER hace un par de años (si la memoria no me falla), desconfiando de ella como recomendación entusiasta, al serme vendida como la "definitiva adaptación de Stephen King", lo que suele suponer un reclamo tan irresistible como finalmente decepcionante. Luego caí en la cuenta de que leí la novela original en pandemia, llegando a la conclusión de que era uno de los libros más rutinarios de su autor, lo que terminó por alejarme de esta miniserie de HBO, que ahora he rescatado de pura casualidad. En sí pertenece a las historias protagonizadas por la peculiar detective Holly Gibney, poseedora de habilidades extrasensoriales, por lo que es reclamada cuando un caso se detiene ante lo inexplicable. Aquí, el arranque nos sitúa ante un misterio que pondrá a prueba el escepticismo del detective Ralph Anderson, porque existen pruebas irrefutables de que un entrenador de béisbol infantil, modélico padre de familia, ha asesinado brutalmente a uno de sus pupilos... aunque éste puede demostrar que en ese momento se encontraba a muchos kilómetros de la ciudad. Recuerdo que la novela se atropellaba, como si hubiese una prisa injustificable por llegar al desconcertante y poco imaginativo final. La serie empieza bien, con el objetivo sólidamente puesto en el wtf de su premisa, pero justo a la mitad abandona la tensión construida hasta entonces y vira hacia un policíaco más que convencional, mientras se abona a la tradición de "thriller esotéricos" proveniente de TRUE DETECTIVE, pero tomando muchos menos riesgos por el camino. O dicho de otra forma: funciona mientras confronta a los personajes interpretados con talento y convicción por Ben Mendelsohn y Jason Bateman, pero hace aguas precisamente al introducir al de Cynthia Erivo, que debía ser el plato fuerte. 
Es moderadamente entretenida, pero tiene demasiada pesadumbre formal y sus diez episodios se notan alargados y, efectivamente, el desenlace llega tarde y con prisas.
Saludos.

jueves, 2 de abril de 2020

Pata de cabra



THE WITCHER es el temible intento de Netflix de dar forma a su propio GOT. Más pendiente de ello que de elaborar un producto convincente y con entidad propia, la serie se pierde en la imposible condensación de las novelas del polaco Andrzej Sapkowski, que no he tenido el gusto de leer, pero cuyo volumen me invita a pensar que Lauren Schmidt, responsable del proyecto, apenas ha arañado en la superficie. A mitad de camino de la leyenda épica y el género de "espada y brujería", sus primeros compases se inician gozosos, en el pleno disfrute de los bicharracos (a cual más tremebundo) y la curiosidad por descifrar a qué clase de héroe nos enfrentamos. Éste, Geralt de Rivia, extrae su carácter de fuentes muy diversas, en las que incluyo a Conan, Mad Max o un Stephen Strange pasado de vueltas. El problema es que Henry Cavill, cuando desaparece la acción, es un poste inmóvil que se limita a gruñir y mirar de reojo (vaya tic raro), mientras intenta(mos) convencernos de que ese hieratismo extremo está justificado por algo que, francamente, a mí al menos se me escapa. El casting es tan fallido como infrautilizado, metiendo muchos personajes intrascendentes y derivando a los importantes hacia subtramas sin ninguna aportación al montante. Exceptuando los episodios dirigidos por Álex García López, que es el único que entiende lo del entretenimiento sin excusas, lo cierto es que la serie deja bastante que desear, y sus ocho capítulos, lejos de verse en un santiamén, se eternizan hasta lo exasperante.
Si Netflix está pensando en una continuación, más les vale ensayar otro tono...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!