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sábado, 12 de julio de 2025

La virgen del último verano


 

Con apenas 27 años, Emir Kusturica debutó en el largo con DO YOU REMEMBER DOLLY BELL?, compendio de obsesiones juveniles en la rigidez de la Yugolasvia de finales de los sesenta, donde la pobreza extrema de quienes sólo podían permitirse una triste chabola en los suburbios, se mezclaba con las ensoñaciones que llegaban desde películas clandestinas con velados desnudos femeninos y canciones italianas, con las que soñar con formar un "conjunto". Dino, el protagonista, demasiado sensible para un entorno sin reglas, calla, observa, obedece a su padre enfermo y está convencido de grabar un disco que le catapultará hacia la gran ciudad. Lo que ocurre en realidad es que Dino despierta, paradójicamente, ingresando en otra ensoñación, cuando se ofrece a ocultar a una joven prostituta que se hace llamar Dolly Bell, que huye del violento proxeneta local. Con un estilo depuradísimo, de enorme imaginación visual para un cineasta tan joven, Kusturica prácticamente marida los estilos (contrapuestos), por ejemplo, del Béla Tarr más sobrio y el Fellini más sensual, remitiéndonos a LA CONDENA o AMARCORD, en un relato comprensiblemente irregular, pero que descubría a un creador de imágenes deslumbrantes, con un sentido dinámico tan complicado de encontrar en el anquilosado cine actual, tan necesitado de renovadores como este director, cuya inspiración pareció evaporarse con la llegada del nuevo milenio.
Saludos.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Rincón del freak #384: La diferencia entre ingenuidad y retraso



La película de hoy podría, por sí sola, sustentar sin problema alguno esta sección entera. Me crean o no, la vi con unos diez años, y desde entonces la he buscado infructuosamente, con la carátula del VHS rondando mi mente, junto a un puñado de imágenes que se han mantenido casi indelebles desde entonces... y ha llovido algo ¿Imaginan una peli de ciencia ficción coproducida por dos países que actualmente no existen? Pues eso no es nada, porque GOSTI IZ GALAKSIJE (LOS VISITANTES DE LA GALAXIA), que así se llamaba el artefacto, es una bizarrada hiperbólica, y por momentos inenarrable. Coproducida, como decía, entre Checoslovaquia y Yugoslavia, estaba dirigida por Dusan Vukotic, pionero de la animación yugoslava allá por los años cincuenta, y contaba la historia de un señor con cara de yugoslavo que quería ser escritor de novelas de ciencia ficción, aunque apenas las imagina grabando su voz con un estrambótico casco puesto. Sin embargo, los personajes que ha imaginado cobran vida porque... ¡lo amamantó su padre!... Luego el asunto es una locura, con los turistas de Dubrovnik despelotándose para recibir a los alienígenas, la novia del escritor reducida a un dado de parchís o la esférica nave colándose en cualquier casa. Pero lo mejor se reserva para el final, con una larga escena digna del mejor Kusturica, un banquete de boda anárquicamente invadido por un inenarrable monstruo alienígena creado por el genial Jan Svankmajer, y donde se suceden decapitaciones y mutilaciones de todo tipo, mientras el ciego sigue tocando el acordeón...
Es mala, sí, tanto que es buenísima; y la he visto recientemente y la recuerdo igual de impactante que entonces... y eso sí que no tiene precio.
Un saludo.

martes, 31 de octubre de 2017

Wajda. Brillo y dominio #9



SIBIRSKA LEDI MAGBET (LADY MACBETH EN SIBERIA) es una de las posibles "anomalías" que encontramos en la extensa filmografía de Wajda, un encargo de la productora Avala, nacida en la Yugoslavia post-Segunda Guerra Mundial. Se trata de la libre adaptación del relato "Lady Macbeth de Mtsensk", del escritor ruso Nikolái Leskov, que a su vez merecería ser tratado como un inteligente escorzo del original shakesperiano, en el que la "Lady Macbeth" es Katerina Izmajlowa, una joven burguesa que espera interminablemente el retorno de su marido en la casa de su represor suegro. La llegada de un nuevo capataz le hará albergar esperanzas de escapar, por lo que planea el envenenamiento del suegro, aunque su destino no podrá escapar de la tragedia y la fatalidad.
Con un estilo más impersonal y "académico" (como se colegiría de un academicismo de los Países del Este), Wajda impone un espacio único y opresivo, del que, una vez consumado el crimen, sólo es posible la huida, y cede a la tentación del "montaje teatral", menos inspirado que en sus films polacos, y más cercano a la obra musical de Shostakovich que a la KATERINA IZMAILOVA de 1927, de Cheslav Sabinsky, y, de hecho, notablemente inferior a la versión de 1989, dirigida por el director de origen armenio Roman Balayan.
Me temo que sólo apta para muy completistas.
Saludos.

domingo, 7 de marzo de 2010

Tiempo, gitanos y otras hierbas

Recuerdo que vi GATO NEGRO, GATO BLANCO en Madrid, si no me equivoco en los Ideal. También me acuerdo de que el día antes había agarrado una monumental melopea a base de calimochos de a litro en el savoir faire de Huertas, así que no me apetecía ni por asomo tragarme dos horas de la hiperactiva estridencia visual de Emir Kusturica. Para rematar, me clavaron mil pelas de las de 1998, así que sólo ciertos encantos feminoides lograron que aquel día aciago, de resaca y nubarrones, entrase al cine para encontrarme precisamente con lo que me temía. Efectivamente, un montón de gitanos con sus cabras y sus carros, y sus trompetas y corriendo de aquí para allá porque es imposible que estén quietos ni un segundo. Y unos jovenzuelos se casan, pero hay unos gangsters al estilo gitano que no quieren y unos banquetes al aire libre de aquí te espero. Y todo el mundo persigue a todo el mundo, y si hay un par de dientes de oro pues allí que pone su cámara el bueno de Kusturica. Y al final no te has enterado de nada, pero como todo el mundo aplaude el slapstick pues tú no quieres ser menos y hasta parece que la resaca ya no es tanta, pero no es más que una ilusión, porque sales a la calle rodeado de sonrientes domingueros de sala y enfrente sólo hay un "seveneleven" comandado por un par de chavales que llevan una camiseta de Mercromina y otra de Clesa. Dicho cúmulo de sensaciones se te agarra cruelmente a la garganta como un gancho y por un momento crees haber asistido a un verdadero acontecimiento cinéfilo. Justo hasta que ves al gitano tirar de un trozo de lavabo que sobresale de un contenedor frente a la impertérrita mirada de un burro que tira de un carro hecho con dos somieres... y te das cuenta de que los gitanos no saben que Kusturica existe, ni falta que les hace...
Saludos B&W.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!