Mostrando entradas con la etiqueta Benito Zambrano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Benito Zambrano. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de marzo de 2020

El desierto sin fin



Haríamos bien en ser justos con una película como INTEMPERIE, el poderoso regreso al cine de Benito Zambrano. Adaptando la estupenda y "cormaquiana" novela del escritor pacense Jesús Carrasco, lo que Zambrano propone es, ni más ni menos, un gozoso regodeo por los terrenos del western; y esto, para los que somos amantes de este género, es una gran noticia. Sí, es una película de posguerra, pero al mismo tiempo no lo es, porque Zambrano (al igual que la novela) prefiere zambullirse en los códigos del género, en perpetua carta de amor a Ford, Hawks o Walsh, pero también a Boetticher, Leone o, muy especialmente, a Peckinpah. En el estilo, seco y austero, de este último está el valor de este film, de escasos precedentes en nuestro país. Tendemos a alabar lo de fuera, aunque no es menos cierto que hay poca costumbre de enfrentarnos a propuestas similares, ejercicios de estilo tan marcados y conscientes de qué camino han de transitar. Defectos tiene muchos, incluso excesos, pero no tendría tanto encanto sin ellos... Por fin un tiroteo bien filmado, por dios...
Saludos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Historias de un resentido



El cine de Benito Zambrano, ya lo saben, es para incondicionales; o estás entregado a su causa o te pondrá de los nervios por su carácter panfletario y doliente. Lo ha sido con dramas localizados en nuestros años, así que cómo íbamos a pensar que ocurriría de manera diferente cuando encarase la Guerra Civil española. LA VOZ DORMIDA es un film irritantemente desaprovechado, empecinado en el regodeo de la miserabilidad de la situación de unos personajes incapaces de desasirse de sus cables manejantes; lo hemos visto tantas veces que si nos lo cuentan así creo que no nos lo creeríamos. E insisto, porque me parece que a Zambrano le puede su militancia, su compromiso con la memoria mancillada de los que peor salieron parados de aquella monstruosidad. Ya sabemos lo que va a pasar, sabemos quienes son los malos y quienes los buenos, sabemos el siguiente paso y sabemos cómo va a terminar todo; sólo queda, pues, la denuncia. Y si queda la denuncia, lo menos que podía hacerse es lo que hacía, por ejemplo, de PA NEGRE una película tan potente, llámese imaginación visual o riesgo formal, aun apostando cierta credibilidad, que a mi juicio no es tan imprescindible como se suele pensar. Zambrano es, eminentemente, director de actores, y en teatro esto le tiene que venir como anillo al dedo; qué estupendo sería desnudar todo entorno, todo decorado, y dejar las miradas, los gestos, el arañar el aire, rasgar con voz tensionada... Desgraciadamente, LA VOZ DORMIDA aspira, además de a la denuncia, a "enseñar", y enseñar es el manejo de lo que ocurre alrededor de los personajes y que no desentone pasar de una cárcel de mujeres a una casa del centro de Madrid. Así, el as en la manga es María León, y es un respiro para Zambrano haber encontrado ese asidero que parece haber salido de ninguna parte; ya le ocurrió en SOLAS y aquella impagable (e imparable) María Galiana. Falta saber dos cosas: si María León será capaz de desembarazarse de esta intensa Pepita, es decir, ser actriz y no hallazgo; pero sobre todo, tres películas en doce años... ¿y ahora qué? Es verdad que la mirada extranjera no será tan inquisitiva como la de aquí y puede que la aprecie más, pero son demasiadas conjeturas para un proyecto que se presumía tan rotundo. Ustedes dirán.
Saludos muy despiertos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!