Mostrando entradas con la etiqueta Ted Post. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ted Post. Mostrar todas las entradas
jueves, 3 de febrero de 2011
Alégrame el día #2
Contra todo pronóstico, DIRTY HARRY se convirtió en un éxito masivo que superó todas las expectativas, así que la inevitable secuela sólo se hizo esperar un par de años. Harry Callahan iba camino de la franquicia, y MAGNUM FORCE lo iba a corroborar con creces. Pese a contar con un elaborado guión a cuatro manos a cargo (ojo) de John Milius, responsable después entre otras cosas de APOCALYPSE NOW o CONAN, y un tal Michael Cimino, la lástima es la rutinaria dirección de Ted Post, más cercana al formato televisivo más convencional que a la intrincada imaginería legada por Don Siegel. Aquí el dilema moral se convierte en un juego de espejos, puesto que Callahan ha de descubrir quién se esconde tras los asesinatos a sangre fría de diversos criminales a quienes la justicia no ha logrado poner entre rejas, así que la inteligencia del guión consiste en enfrentar unos más que discutibles métodos de impartir justicia. Otro "pequeño" problema es saber al poco de comenzar el film quién es el asesino, no porque se nos diga, sino porque es tan evidente que hiere nuestra inteligencia, claro. Callahan se desmarca ligeramente de su acojonante primera aparición, supongo que buscando una especie de "humanización", que llega mostrándole enfrentado a sus propios métodos; puede que la Warner, presionada por la polémica, y no queriendo perder el filón, le dijese al público que los malos seguían estando del otro lado y que el Magnum 44 estaba para impartir justicia. Especialmente reseñables son los tipificados retratos de los criminales (traficantes, proxenetas negros, mafiosos italianos, estafadores), un corolario de lo más granado de una época alusiva tanto al western como al cine negro clásico, cuyas coordenadas aspiraba a subvertir un personaje cada vez más cercado por unas leyes y una burocracia que ha de defender aunque le pese, aunque no entienda muy bien. Al igual que en su primera parte, el clímax se condensa en un intenso y revelador final; una vez más el machacado héroe observa la sinrazón con gesto de hastío, pero sabe que ha de volver a las calles, antes de lo que piensa...
Saludos "magnúficos".
martes, 3 de agosto de 2010
Mashed-Up
Bien, pues no sé si será por aprovechar el tirón que me permite tanto el cambiar de formato (y sus consecuentes problemas) como la apatía/dejadez típica de este mes tan poco proclive a la creación desde el entusiasmo, pero hoy vuelvo con uno de esos títulos perdidos en el vasto océano fílmico y, aun así, poseedor de algunos aspectos cuando menos reseñables. Y es que GO TELL THE SPARTANS (curioso título donde los haya, y que en España se rebautizó con un más "familiar" LA PATRULLA) es un oligofrénico collage de estilos, no siempre engarzados con fortuna, que es capaz de pasar de un estupendo antecedente de "El equipo A" a un nada disimulado homenaje a M.A.S.H. y desembocar en una ensordecedora sinfonía de disparos, olvidadas ya sus cuitas de comedia televisiva ochentera. Y todo esto con la imponente figura de Burt Lancaster (no ya para muchos trotes físicos) al frente de un grupo de soldados que son usados como carne de cañón en una avanzadilla suicida cuando la guerra de Vietnam casi estaba a punto de resolverse. Lancaster es informado de la emboscada a la que han sido condenados y debe optar por abandonar a sus hombres o luchar junto a ellos hasta el final. Todo muy americanista y efectivo, con la dosis justa de comedia al principio y dramatismo al final; y con unos mimbres no muy resistentes para sus excesivas dos horas, pero que se dejan ver si nos concienciamos de que esto no tiene absolutamente nada que ver con Coppola o Cimino y sí con las constantes televisivas antes mencionadas. Aun así, siempre es un placer ver a Lancaster impartiendo clases de oficio.
Saludos patrulleros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!