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sábado, 17 de septiembre de 2022

Pachuli


 

Enerva a la vez que cautiva. Esencia o Nenuco. La difícil línea que separa lo estupendo de lo infame, lo sublime de lo ridículo. A lo mejor es más fácil, Taika Waititi nos lo pone más a la mano, y en lugar de enrocarnos en disquisiciones que rondan el garrapateo del "mejor cuanto más serio", nos deberíamos conformar con el "ya no va más". THOR: LOVE AND THUNDER es eso, una película para disfrutar, que curiosamente se disfruta más en sus momentos seriotes, mientras los inacabables segmentos marca de la casa se solapan como sketches que pugnan por conformar un todo. Waititi le ha cogido el pulso al dios del trueno, tanto que lo ha hecho suyo y a su manera. No podemos culparlo por eso, pero sí por no poder construir una historia con la enjundia que promete. Y va a irritar a mucha gente, por los continuos cambios de temperatura, por la gilipollez de algunos personajes (atención a ese "congreso de dioses"), al mismo tiempo que se atreve con uno de los capítulos más sobrecogedores del universo Marvel, que tiene a Gorr, el carnicero de dioses, como gran termómetro de a qué puede aspirar un guionista realmente revolucionario. Es el único problema que le veo a este film, que es entretenido y no se hace muy largo, pero que tiene gravísimos altibajos a la hora de conciliar tonos. Es como si Woody Allen, finalmente, hubiese osado suplantar a Bergman, en lugar de rendirle homenaje. Allen siempre será mejor director que Waititi, aunque sólo sea por comprender la desunión que albergan las máximas. Ser maximalista, en comedia sobre todo, exige un talento descomunal, y no es el caso...
Saludos.

viernes, 27 de marzo de 2020

Podríamos ser héroes



Todo el mundo sabía lo que significaba la inclusión de JOJO RABBIT en las nominaciones a mejor película en los oscar: la típica película simpética, punto discordante, no ganará pero adorna. Algo de eso hay implícito en la última propuesta de Taika Waititi, una especie de aceptación de las propias reglas, algo de miedo a intentar ser algo más, aunque eso signifique el ostracismo de la industria. Estamos ante un film disonante, asimétrico. Un artefacto que emociona cuando toca el nervio (no necesariamente sensible), pero que baja al poner los pies en la tierra. La historia de Jojo, ese pequeño aspirante a nazi, acompañado de su amigo imaginario Adolf (Waititi en algo más que una parodia), es también la de un chaval que empieza a vivir, con todos sus miedos e inseguridades, solo que en el peor escenario imaginable. Ahí el film roza el magisterio, en la imparable capacidad de su autor para sellar una comedia que hiela la sonrisa, al tiempo que un gag invita a la reflexión de lo que acaba de ser puesto en imágenes. Sin embargo, Waititi también quiere narrar, demostrar que puede ser un cineasta al uso, y entonces ya no reconocemos la película, el tono se disloca con brusquedad y entramos en un terreno que particularmente me parece el peor posible, y que me lleva a pensar en Benigni y aquello que hizo y yo odio tanto...
Podría haber sido muchísimo mejor, pero tendría que haberse quitado el bozal.
Saludos.

jueves, 22 de febrero de 2018

Una cierta y relativa reformulación



Es poco dificultoso explicar THOR: RAGNAROK, sobre todo después de asistir a esa catarata de reformulaciones del género de superhéroes que hasta el momento compone el díptico GUARDIANES DE LA GALAXIA. El film de Taika Waititi está construido en base a una amalgama de sketches, montañas rusas narrativas y momentos cumbre inteligentemente diseminados por un metraje que, sin aburrir, se puede hacer estomagante para el no-fan. La jugada podía haber salido rana, la serie de comics dedicada al Ragnarok (el fin del mundo escandinavo) es sombría, épica, desesperanzadora y muy muy cruel; y lo que propone el director de LO QUE HACEMOS EN LAS SOMBRAS tiene mucho que ver con aquella gozosa y ultrairónica revisión del género vampiresco en clave bufa. Así que es mejor no esperar nada parecido al argumento original, que proponía el apocalipsis desatado por Hela (una brillante pero desaprovechada Cate Blanchett), la destrucción de Asgard y la definitiva ascensión al trono de Thor. Quizá resultaba difícil resistirse a irse a un planeta alienígena de colores chillones, música extemporal y chistes cubistas... ¿Les suena de algo?... Pues eso.
Es bonita, es ligera, es intrascendente y seguimos envidiando al bueno de Chris Hemsworth, pero el Ragnarok quizá merecía algo un poco más sobrio...
Saludos.

miércoles, 1 de abril de 2015

Vivir es mortal



Algo se debe estar moviendo en Nueva Zelanda. Al menos en lo que concierne a cine fantástico y de terror, de donde siempre salió una interesante cantera de directores; y si el otro día expuse aquí mi sumo aburrimiento con la incoherente HOUSEBOUND, en el otro extremo me atrevo a poner un título que debe ser un clásico instantáneo. WHAT WE DO IN THE SHADOWS es la película de vampiros que le hubiese gustado filmar a Tim Burton, si aún conservara sus impulsos gamberros, claro. A medio camino entre el (ya trillado) falso documental y las sitcoms autoconscientes de última generación (no por casualidad sus creadores firmaron la estimable "Flight of the Choncords"), extrae sus mejores momentos de la falta total de prejuicios y un fresco aire de libertad creativa ¿Qué haríamos nosotros con un guion que propone el día a día de un grupo de vampiros que oscilan entre los doscientos y los ochocientos años de edad y que comparten piso? Exacto: reírnos. Y si Jarmusch daba una penúltima vuelta de tuerca al mito vampírico mediante la reflexión filosófica sobre la naturaleza del no-muerto, Waititi y Clement los enclavan en un espacio utilitariamente nerd; porque de estos hemos visto muchos últimamente, pero hay pocas cosas más nerd que un vampiro que se queja de las inconveniencias de no poder compatibilizarse con los humanos. Es un fastidio no entrar a una discoteca hasta que al portero no le dé por invitarte; tus amistades duran poco, porque tienes que comértelas; o, evidentemente, la dificultad de ir a la moda para no desentonar.
Momento cumbre: el encuentro con los hombres lobo. He visto pocas cosas este año que me hayan hecho reír tanto...
Y además dura menos de hora y media. Magnífica. Un clásico.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!