martes, 31 de enero de 2012

Lástima...



Sí, porque algunas veces hablamos aquí de películas que dan un poco de rabia, ya que, perteneciendo a países con menor producción y capacidad económica, esto se les vuelve un lastre al imposibilitar un desarrollo más óptimo de su propuesta. No todo es "el paraíso de la serie B" ni "la virtud de lo austero"; a veces lo tenemos que llamar por su nombre, que es "pobreza de medios". Es el caso de una pequeña película belga que plantea una interesante disyuntiva pero que es incapaz de ofrecer un solo minuto de cine coherente y acaba como el rosario de la aurora, tirando de donde menos puede, que es de medios. THE ROOM empieza como una película de Mike Leigh, con una familia cualquiera en la que la presencia de un hijo con síndrome de Dawn es motivo de disputas y agobios varios. No está mal, pero tampoco es nada del otro mundo. De repente, nos damos cuenta (aunque la carátula y sinopsis ya lo indicaban) de que no van los tiros por ahí, sino por el género fantástico. En mitad de una acalorada discusión, el hermano pequeño de dicho muchacho sube a la planta de arriba y desaparece sin dejar rastro, la familia se escama y sube, descubriendo una puerta con unas extrañas inscripciones que simplemente antes no estaba ahí. Es decir, Daoust, autor del guion, se muestra hábil al introducir el "elemento desestabilizador", pero luego no tiene ni puñetera idea de qué quiere hacer con ello, por lo que la hora siguiente, aparte de que todo misterio queda inmediatamente resuelto, es bastante cutrecilla y con un final sencillamente desastroso. Así que es lo de siempre, buenos propósitos para no contar nada de nada, así que si no la ven no creo que tengan que declarar nada al fisco...
Toc... toc... saludos...

Autosuficiencia

lunes, 30 de enero de 2012

Magia potagia



Lo he dicho muchas veces; siempre estoy dispuesto, cuando me pongo a ver una película, a que me engañen, pero bien engañado. Eso significa que acepto incondicionalmente que lo que ocurre ante mis ojos es mentira, pero el trabajo de quien lo hace es que me resulte creíble. Así, sin más. Y como hay películas de coletilla odiosa ("Basada en hechos reales..."), y otras que hicieron en su momento que siguiéramos soñando con lo imposible, justificar y reunificar ambos laterales, al menos en el cine actual, es lo más complicado, una autoinmolación que no sale bien casi nunca. Casi, porque a veces hasta Hollywood da algún chispazo de riesgo (no lo llamaré genialidad), como el asumido por Jonathan Glazer en BIRTH, una historia tan inverosímil que prácticamente podríamos afirmar que se quedó sin defensores, sin público, desde el mismo día de su estreno. Es paradigmático aportar el dato de que Glazer, que deslumbrara hace más de diez años con su ópera prima SEXY BEAST, sólo haya podido rodar su tercer título a lo largo del año pasado y que hayan pasado casi ocho desde la que hoy nos ocupa. No sé exactamente cuáles son los motivos, pero me los puedo imaginar. BIRTH es como si nos fuésemos de vacaciones al Caribe justo cuando nos han echado del trabajo; en lugar de llorar por los malos tiempos, nos introducimos sin ambages en un lujoso apartamento de la Quinta Avenida, aquellos en los que siempre transcurrían las películas de la época dorada, donde una Nicole Kidman de suaves modales y pelo corto se traga la tristeza tras haber perdido a su marido durante toda una década. Justo cuando parece haber encontrado de nuevo el amor y preparar una nueva boda, irrumpe en su vida un niño de diez años que le dice que no se case porque él es su marido redivivo... o reencarnado... averigua... Esto es todo. Es decir, que o nos convertimos en creyentes rendidos de la causa o no tenemos absolutamente nada que hacer durante los siguientes 100 minutos. No voy a contar la película aquí, sólo me gustaría añadir que a mí sí me gustó, con moderación, pero me pareció un relato puro de género fantástico, un género notablemente devaluado hoy día por culpa de los efectos digitales, que, por cierto, no le hacen falta a este curioso director para construir su historia, le basta con un excepcional trabajo de sus actores para que seamos, una vez más, creyentes.
Saludos de vuelta.

Resurrection

domingo, 29 de enero de 2012

Rincón del freak #53: Si usted coge una mierda y la envuelve en celofán, yo seguiré desaconsejándole que se la regale a nadie...



Lo más desgraciado del blockbuster no es ese tipo de películas que ya desde la carátula nos avisa de lo que vamos a ver, porque eso ya depende del cine que cada uno ve. Lo más desgraciado y flatulento del blockbuster (y no se me ocurre otro término para definirlo) es aquél que usa nombres y rostros conocidos, de cierto prestigio, para "ilustrar" en la medida de lo posible lo que no es más que basura. Y en un acto de reciprocidad inusitada, no sólo estos infectos productos logran hacer picar a una legión de incautos (entre los que me incluyo, por supuesto), atraídos por "ese actor que tanto les gustó en aquella película", sino que además contribuye a sostener los tiempos muertos entre proyectos más serios. Aunque, claro, a mí me parece que todo es una falacia dedicada a la recaudación inmisericorde. Es el caso de una película que vi hace poco, que atendía al nombre de SHELTER y que prometía un par de horas de ese neo-terror plagado de efectos visuales y referencias bíblicas que yo no termino de explicarme muy bien, pero que nos bombardea cada temporada. Hay múltiples personalidades, psicólogos entregados a la causa, ritos chamánicos y secundarios que la palman; el corolario nuestro de cada día utilizado por Hollywood para recordarnos que tenemos que revisar nuestra cuota de fe cristiana no vaya a ser que un día necesitemos a los cazafantasmas... Y, como iba diciendo, resulta que en letras muy gordas y muy visibles tenemos nada menos que a doña Julianne Moore, que se pasa casi dos horas con cara de "¿Pero qué coño hago yo aquí... diossss?" y, en menor medida, ese eterno proyecto de estrella que es Jonathan Rhys Meyers, que probablemente es mejor actor de lo que sus películas, al menos hasta ahora, vienen a indicar. Una basura infumable y esperpéntica que encima es eteeeeeerna y muyyyyyy lenta; si la ven será bajo su entera responsabilidad, pero no la apaguen cuando la Moore llega a un sitio que parece el Sur profundo para visitar a una especie de medium... ¡Es de lo peor que he visto en años!...
Saludos protegidos.

Protect me you

sábado, 28 de enero de 2012

Un testamento inacabado



Nos cogió a contrapié el trágico fallecimiento de Theo Angelopoulos, el cineasta griego más importante sin que nadie pueda discutirlo con argumentos. Y qué mejor para rendir homenaje a su memoria que con una de sus mejores películas, la que debió ser la primera parte de una trilogía dedicada a la historia de Grecia a lo largo de todo el siglo XX. ELENI es una historia de amor trágico, incondicional, destructivo; la historia de Alexis y Eleni, quien fue adoptada por la familia del primero en la huida de la comunidad griega en Odessa tras la entrada del ejército ruso, a principios de los años veinte. El padre de Alexis quiere casarse con Eleni al fallecer su esposa, pero ésta huye con Alexis sin rumbo fijo, únicamente para escapar de un futuro no deseado. A partir de ahí, todo parece volverse en contra de la joven pareja, que es "adoptada" por la troupe de Nikos, que queda prendado de la habilidad de Alexis con el acordeón. Huir, esconderse, sobrevivir; ésas serán las únicas premisas de quienes quedan atrapados en mitad de un conflicto, y de ahí a la Segunda Guerra Mundial, con América en el horizonte y el viejo pueblo hundido bajo las aguas. En ELENI, Angelopoulos apela a nuestro poder de evocación y a cómo podemos percibir unas imágenes que podrían ser cualquier cosa, significar cualquier cosa, incluso lo que hemos tenido ante nuestros ojos; pero ELENI también funde esa tambaleante historia griega en la figura de una joven que pierde paulatinamente a sus padres naturales, al adoptivo que pretende ser esposo, al real que pasaba por hermano y, finalmente, a sus propios hijos, también enfrentados por la guerra. Es una de esas historias terribles y bellísimas, contadas con un pulso especial, sin agobios ni premuras, y, en mi opinión, incluso de metraje corto (170 minutos); una obra mayor de un director minoritario, laureado en festivales pero ninguneado por la crítica oficialista. Supongo que ahora se hablará un poco más de él... o no... Quién sabe. Vean su cine en cualquier caso, es un gran antídoto contra la burricie...
Saludos helenos.

Kormia

viernes, 27 de enero de 2012

No es cómo; es por qué



A principios de la década pasada, un suceso acaecido en Alemania dejó perplejo a medio mundo. Perplejo, qué palabra tan inusual hoy día. Resulta que un señor se anunciaba en Internet ofreciéndose para ser devorado, mientras que otro ansiaba comerse a un ser humano. Aunque suene como un latigazo en una habitación vacía, esto fue así. Ambos concertaron una cita y el acto fue consumado, suponemos que de mutuo acuerdo, tal y como indicaban todos los indicios, lo que acrecentó el estupor y, sobre todo, la incapacidad de la opinión pública para aceptar y dotar de significado dicho suceso. Bien, el problema surge cuando se decide hacer una "recreación" del mismo, ponerlo en imágenes ¿Podemos considerar ROHTENBURG una película de terror más? No. Primero porque, aunque sus imágenes nos causen inquietud y bastante repugnancia, no se trata de un film destinado a "asustar", sino a "explicar". Sin embargo, el fallo es estrepitoso; con un material de salidad tan poderoso, un director de videoclips como Martin Weisz queda cegado al instante por la figura de Armin Meiwes, su "cubículo", sus terrores y traumas infantiles, mientras que la "víctima" complementa todo aquello en un clímax que no por esperado deja de sorprender, aunque menos. Para colmo, se introduce con calzador un personaje paralelo, una joven psicóloga americana que investiga la posible existencia de las grabaciones hechas por Meiwes, pero que aporta poco o nada al resultado final. En manos de un director más audaz y hábil, ROHTENBURG habría sido una oportunidad única para abordar un tema tan espinoso como el canibalismo consentido, los porqués no ya de que alguien desee comerse a otra persona, sino de que alguien desee ser comido. Desafortunadamente, y a excepción de algunas escenas sueltas, estamos ante un film incomprensiblemente convencional y de desarrollo aturullado, lo que lo llevó directamente al dvdstore sin apenas repercusión, la que sí tuvo en Alemania por lo de siempre, que fue una idiota sentencia mediante la que se prohibió su estreno. Tampoco era para tanto.
Suculentos saludos.

Tengo hambre

jueves, 26 de enero de 2012

Todo está en su cabeza



De vez en cuando me acuerdo de aquellas noches de mi niñez en las que, acurrucado bajo las sábanas, pasaba interminables horas nocturnas, en la más absoluta oscuridad, pegado a cierto transistor al que ocasionalmente no tenía por qué bajar el volumen, si es que tenía la suerte de contar con unos cascos de los de entonces, que eran los que se te clavaban detrás de las orejas. Así que disfrutar de una programación que incluía, aparte de la inefable crónica deportiva, programas de cine, "historias para no dormir" y hasta guiñoles invisibles era acabar, a las tantas, y con un considerable dolor craneal. Me refiero a todo esto porque de vez en cuando nos acordamos de que se pueden contar espectaculares historias fantásticas sin recurrir al efecto visual gratuito; cada vez menos, pero el otro día vi una curiosa película argentina que cumple todos estos preceptos al dedillo. MOEBIUS fue un curioso proyecto gestado en una escuela de cine y realizado por miembros de la misma, una ingeniosa historia de ciencia ficción basada en la paradoja de Moebius, que considera como posible (al menos teóricamente) la existencia de bucles espacio-temporales, como agujeros de gusano, en los que se entra y, sólo quizá, se sale. En este caso, el relato nos cuenta cómo un vagón de metro desaparece en pleno Buenos Aires sin que nadie pueda dar una explicación a dicho suceso; un científico, desarrollando teorías matemáticas, dará con una posible respuesta... sólo que humanamente inconcebible. Volviendo al comienzo de esta reseña, MOEBIUS, con su inexistente presupuesto, con la colaboración desinteresada de veteranos como Roberto Carnaghi, y una aplaudible falta de prejuicios, prefiere optar por el relato oral, contarnos el "cómo" para que nosotros imaginemos el "qué". El resultado es una película modesta, pequeña, pero que es capaz de mantenernos con la curiosidad suficiente hasta su brillante final, como aquellos seriales radiofónicos con los que nos dormíamos hace no demasiado tiempo.
Saludos en pasado-presente...

Drift study

miércoles, 25 de enero de 2012

Sobrevivir



Una de las filmografías que de manera más interesante ha abordado el muy manido tema de la Segunda Guerra Mundial y sus derivantes ha sido la polaca. Muchos directores son los que, incluso hasta nuestros días, han dado su particular visión, descubriendo esos rincones oscuros de la Historia, especialmente en los referidos a la cruenta ocupación nazi en dicho país. Uno de los nombres más importantes es (sigue siendo) Andrzej Wajda, que lejos de ensayar calculadas demagogias ni ternuristas hagiografías, transitó durante varias décadas un cine del compromiso desde la exploración del talento cinematográfico. Producto de ello surgieron multitud de títulos con los que aquellos jóvenes cineastas se dieron a conocer desde principios de los cincuenta; y uno de los más significativos fue POKOLENIE, en la que se narraban las dificultades de un grupo de jovenzuelos para subsistir en plena ocupación, mientras iban forjándose una identidad propia. Casi como si de unos "rebeldes" polacos se trataran, lo que interesa a Wajda es, sobre todo, la distancia corta, el psicologismo de unas actitudes que van endureciéndose paulatinamente, a medida que la muerte marca el punto de no retorno mediante el que la niñez desaparece y da paso a una repentina madurez. Con algunas escenas magistrales, como el primer asalto al tren, o la escalofriante y larguísima persecución final, POKOLENIE, pese a haber quedado olvidada, como la mayoría de la interesantísima filmografía de su autor, es uno de esos títulos clave, insisto, no sólo como disfrute de dicha filmografía, sino para entender el devenir del cine polaco (y europeo) posterior. Como curiosidad, una de las primeras apariciones de un jovencísimo Roman Polanski en el reparto; uno ve THE PIANIST, su segundo tramo, y no puede evitar evocar al maestro Wajda...
Saludos desde la resistencia.

Mi degeneración

martes, 24 de enero de 2012

Al pasado



El asesinato de Aldo Moro es un asunto que fuera de Italia (y puede que incluso allí mismo) ha ido quedando paulatinamente sepultado por la arena del tiempo y el olvido, curioso por lo que de actual tiene ahora mismo. Su mezcla de absurdas obviedades, desconocimiento reivindicativo y chapucería institucional dejó, sobre todo, un mártir y unos cimientos para el camino de corrupción política que la república italiana ha transitado desde entonces. En este sentido, y teniendo en cuenta que existe un precedente magnífico dirigido por Marco Bellocchio llamado BUONGIORNO, NOTTE, no parecía muy necesario un mamotreto de tres horas para la televisión, fundamentalmente porque su extensión en este caso no es sinónimo de mayor hondura explicativa. ALDO MORO, IL PRESIDENTE es un buen ejemplo de cómo no aproximarse a un hecho histórico controvertido, que no es con rigor sino con elementos propios que hagan más inteligible lo que entonces (y aun ahora) fue un complot en toda regla. Moro fue un democristiano de magníficas ideas conciliadoras, que se desvivía por la promoción de la cultura y pactaba con comunistas sin ningún reparo; un tipo del renacimiento que nació en el momento y el lugar equivocados y se topó con una trama rastrera y sanguinaria que terminó con su vida ante el estupor de una nación entera. El problema de este extenso telefilm, aunque va caramente de menos a mas y tiene algunas interpretaciones bastante aceptables, es que toda esa emoción y vértigo informativo apenas trasciende, sino que se queda como una de esas recreaciones cutres que durante un tiempo fueron las estrellas de la programación de las televisiones privadas. Mejor la de Bellocchio, francamente.
Saludos magnicidas.

Blow dem hoes up

lunes, 23 de enero de 2012

Pasteles y circo



Finalmente hubo de cumplirse lo que se anunció aquí hace un tiempo respecto a AZULOSCUROCASINEGRO, no podía ser de otra forma. Me refiero a la capacidad de la mayoría de directores de nueva hornada de este país para disfrazar la nada narrativa con trapitos provenientes de las teleseries de mayor éxito ¿Acaso películas como PRIMOS o GORDOS podrían haberse hecho sin la materia lábil de "Cuestión de sexo" o la premura del gag de "Aída"? Lo que "parece" un tratamiento más madurado, elaborado y concienciado de las amarguras del españolito medio de principios de siglo no es más que la infalible continuación de aquel cine de españolada y hormona desbocada que comenzó a darse rienda suelta a sí mismo cuando se empezó a considerar a Berlanga un peligro por inteligente. Hacernos pasar un canto a la autoindulgencia como poema a la normalidad (yo lo llamaría normalización, que es otra cosa mucho más peligrosa y ambigua) no me convence; no me convence ver a personas cuyos problemas son exclusivamente los que dicta el guion de turno ¿Que hacemos una película sobre gordos? Entonces no hay nada más allá de dietas, ejercicios, aceptación del otro y de uno mismo y, claro, un surtido de estereotipos que, para compensar lo de la normalización, abulta el cotarro como "canto a la diferencia". GORDOS es una fruslería que no le hace daño a nadie, que no aporta nada interesante a la historia del cine y cuyas imágenes tienen un grado de conservadurismo incomprensible teniendo en cuenta el tema que trata. De nuevo ha de ser Antonio de la Torre quien salga al rescate con su portentosa interpretación, tan creíble como excesiva; su amplio registro no permite encasillar a su personaje, y lo hace brillar con algo que tanto se echa de menos y que solía llamarse talento. Ya digo, se ve y se olvida con la misma facilidad, y su frío tono satírico permite incluso pensar en otras cosas mientras tanto... Signo de los tiempos...
Saludos bajos en grasas.

Fatso forgotso

domingo, 22 de enero de 2012

Rincón del freak #52: El porqué de tener un reloj y mandarse a paseo a uno mismo



El asunto es como sigue: Un tipo se despierta y hay otro apuntándole con una pistola. No sabe por qué. Luego resulta que algo pasa en otro sitio y por eso hay que matar a este tipo... Sale Alfonso Freeman, que sinceramente no tengo ni pajolera idea de qué le toca a tito Morgan, y luego un BMW X5 muy chulo y gente con trajes, gafas de sol y pinganillos que se cuelan en las casas de los demás supongo que para justificar gastos. Normalmente, para pegarte una parrafada de diez minutos sosteniendo una pistola o eres Samuel L. Jackson o Steve McQueen, si no es mejor que digas algún chiste con gracia y pases a las granadas de mano. Ésta es otra de esas cosas de saldo que yo me trago de vez en cuando y que me empujan después a una sórdida espiral de autodestrucción etílica; atiende al nombre de TEN 'TIL NOON y pretende hacernos pasar por ingenioso un guion que parece escrito por el cuñado de "El Bigotes". Ya digo, no tengo ni idea de qué diantres contaba, excepto que a todo el mundo le da por pegar tiros y llevarse maletines de urbanización a urbanización. Lo único decente es el traje de chaqueta, de color gris, que viste una señorita llamada Jenya Lano, cuyo currículum visual pueden degustar en la red a su antojo. Es decir, que no la vean y que empleen esa hora y media en recoger la cosecha de guisantes o desglosar las cuentas de Noos Inc. Una pasada, vamos...
Saludos a las doce y cuarto...

The noon witch

sábado, 21 de enero de 2012

Un posible buen comienzo



Se podrá decir todo lo que se quiera decir (o todo lo que se pueda, antes de que te lo censuren) sobre TODAS LAS CANCIONES HABLAN DE MÍ, culparla de un montón de males que atañen al estado del cine español y tildarla de "absurda, pretenciosa e inmadura". Vale. Pero lo que no se puede negar es que la ópera prima del hijo de Fernando Trueba, aun con su impúdica exhibición de tics perfectamente aprendidos, fundamentalmente provenientes del cine francés y del de Woody Allen (especialmente éste), consigue un par de cosas que a mí me parecen importantes estando en el país en el que estamos. Lo primero es desplegar unos diálogos ágiles, ingeniosos y bien trabajados, donde los lugares comunes son perfectamente conscientes de serlo y cada escena lleva a otra donde no tenemos la sensación de haber estado antes. Lo segundo es envolver con aquello que antaño conocíamos como "la magia del cine" lo que de otra forma hubiese quedado como una burda sitcom televisiva. TODAS LAS CANCIONES HABLAN DE MÍ es más forma que fondo, lo reconozco; pero su forma presiona resortes, encandila con sus diabólicas dobles intenciones y además fía casi todo el sentido de su existencia a un personaje que, si por mí fuera, merecería ser manoseado incontables veces en trabajos posteriores; efectivamente, a la manera de Antoine Doinel. Aquí no verán "wassaps", "cibers" y zarandajas en las que andan metidas estas generaciones actuales, la juventud de Jonás Trueba, la que ahora queda a un paso de la treintena, se mueve por librerías y cafés donde fuman y discuten de películas y libros; jóvenes con bufanda que no saben bailar y suplen sus inseguridades con una arrogancia intelectual que les hace encantadores en su desfachatez sentimental. De cama en cama, y sin saber muy bien cómo ocurre tal cosa, Ramiro intuye que la aventura va ya tocando a su fin, lo que se nos va indicando en los desastrosos encuentros con antiguos amores y, sobre todo, en la escena final, mucho más arriesgada de lo que parece y cuyo fundido no es visual sino sonoro. No busquen una película excelente, eso pídanselo a los que llevan rodando diez o quince años, simplemente disfruten con una peliculita que parece salida de otro tiempo y otro lugar, nunca de esta cinematografía nuestra tan gris y monótona. Y si no ¿cómo diablos creen ustedes que empezaron a formarse los que ahora se jactan de "viejos cinéfilos"?...
Todos los saludos son para ustedes.

Young folks

jueves, 19 de enero de 2012

Prodúceme



A apenas cuatro años de su estreno, una de las conclusiones (prácticamente la única) que con más persistencia sigue suscitando WHAT JUST HAPPENED? es que es casi imposible saber a dónde quiere ir a parar su guionista primero, el productor Art Linson, y su director, Barry Levinson, después. Porque en un juego metatextual (que en el plano planteamiento del film simplemente no existe, y no creo que ni se haya llegado a barajar como posibilidad) no nos queda muy claro si se trata de una (extraña) venganza del propio Linson hacia un business system hollywoodense que, suponemos, no le permitió auspiciar los proyectos que a él le hubiesen parecido más decentes. Por otra parte, y teniendo en cuenta el tono general de comedia (y la definición se me acaba de ocurrir: imaginen una comedia dirigida por Apatow con casi setenta años...), a lo mejor se trata de una broma privada, demasiado intrincada para ser entendida por nosotros, simples mortales que sólo (jeje) podemos aspirar a "pagar una entrada de cine". Aunque, finalmente y para no dedicar mucho más espacio y tiempo a lo que no lo merece, lo que con más fuerza acaba resonando tras sus eternas dos horas es algo aparentemente tan raquítico como esa vieja leyenda del lobby judío, puede que arrinconado tras varias décadas de esplendor y hasta omnipotencia en el olimpo dorado del séptimo arte. Ya saben, no me lo tengan en cuenta; una reseña diaria desde hace casi cuatro años nos llena de dobleces, la mayoría de ellas infundadas... En fin, a lo mejor es que la película es mala de narices... y punto...
.ברכות

Star

miércoles, 18 de enero de 2012

Calculada naturalidad



Wayne Wang es uno de esos directores perfectamente asentados entre la industria y la independencia (con más de la primera que de la segunda) y que no necesita demostrar gran cosa a estas alturas. Sea esto mejor o peor, la cuestión es ¿qué película puede (y el verbo ha de ser necesariamente este) hacer ya el director de origen hongkonés? Es curioso comparar sus dos últimos films para borrar de un plumazo cualquier tentación de duda. La que hoy nos ocupa, A THOUSAND YEARS OF GOOD PRAYERS y la muy reciente SNOW FLOWER AND THE SECRET FAN; incluso, en menor medida, la fallida y confusa THE PRINCESS OF NEBRASKA. Y esto es dar cuenta de cómo y cuánto ha supuesto la integración de la comunidad china en Estados Unidos con una visión demasiado respetuosa para ser sarcástica y manteniendo una especie de fe inconmovible por "lo tradicional", sin que existan grandes traumas ni fracturas por ello. La mínima, casi aséptica historia de Yilan, que recibe a su padre, recién jubilado, parece prometer mucho más de lo que finalmente ofrece; Yilan se acaba de divorciar y su padre, evidentemente, es incapaz de concebir un asunto tan nimio en nuestra cultura. Esto, unido a "lo bien" que se integra el señor Shi en un sitio tan radicalmente distinto al suyo es, prácticamente, el menú mediante el que Wang quiere contarnos... no sé exactamente el qué, a menos que su tibieza estructural se invista (y esto ya es más preocupante) de los sosos oropeles de la autoayuda más convencional. Todo es demasiado previsible y demasiado machacón, la hija no llega a arrepentirse pero "aprenderá una valiosa lección", mientras el paciente e hierático señor Shi comprobará de primera mano que el american way of life no es el mejor de los caminos, pero es, al fin y al cabo, un camino como cualquier otro. Es decir, hora y media después nos seguimos preguntando si merecía la pena tanto esfuerzo conceptual para un par de apuntes a pie de página.
Mil saludos.

Daughter

martes, 17 de enero de 2012

Reciprocidad perfecta



En 1997, Straub y Huillet registró uno de sus trabajos más originales e intensos, nada menos que la "captación" (el vocablo puede o no estar acertado, pero es fiel a más no poder) en pulcro Blanco y Negro de la ópera de Schoenberg VON HEUTE AUF MORGEN. Con un único escenario y concebida en el transcurso de una noche y parte de la mañana siguiente, la ópera narra las crudas confesiones escupidas en tono ascendente de un matrimonio acomodado; mientras la mujer va desgranando amargamente sus insatisfacciones y decepciones, el marido la escucha escéptico y un poco divertido, convencido de que se trata de algún desarreglo hormonal típico del sexo débil. El enfrentamiento se recrudece y termina por dejar claro que la mujer va a abandonar a su marido (y por tanto la supuesta comodidad de su vida) por un amor apasionado y que le devolverá su juventud perdida. Sustentada en el barítono Richard Salter y la soprano Christine Whittlesey, VON HEUTE AUF MORGEN podría concebirse desde distintos frentes; o bien una ópera que sirve a los intereses del soporte cinematográfico, o un ensayo plenamente activo acerca de la vigencia del dodecafonismo, e incluso algo más complicado; quizá una declaración de intenciones, igual de vehementes y rupturistas, sobre la ilimitada capacidad de la imagen filmada como vehículo esencial de hibridación. Sea como fuere, se trata de una hora absorbente, sorprendente y que aporta un brío inusual a lo que, de una manera u otra, damos en llamar (y puede que no nos equivoquemos) "cine".
Saludos insomnes.

Twelve tone tune

lunes, 16 de enero de 2012

La pintura pensada



Dicho en muy pocas palabras (tampoco son necesarias muchas más), CÉZANNE, de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, es más un elogio sentido y descarnado hacia la obra de dicho pintor que cualquier análisis concienzudo sobre la misma. Bien, muy bien; y una alegría también para longitudinales estudiantes de arte, que encuentran en apenas 45 minutos algunas de las claves de por qué, según una mirada desprejuiciada, el color, la forma y el espíritu se conjuran en una belleza desnuda pero difícil de describir. Son palabras e imágenes, algunas reales, filmadas; otras simplemente cuadros, composiciones. Y en el otro extremo, el cine, o la fotografía, la correspondencia entre distintas disciplinas. Aparece el propio Cézanne encerrado en un cuadrado, como pensando qué pintar (y qué no), mientras las palabras se suceden como inmanentes de dicha imagen; los cineastas exploran, bastardean con el cine de Renoir (tan de Cézanne...), y regalan algunos minutos de su MADAME BOVARY, lo "exponen" más allá de su propia explicación. CÉZANNE es, finalmente, una alegría imparable, una celebración sin estridencias que compila algunos datos pero prefiere, radicalmente, mantenerse firme en su absoluta subjetividad cognitiva. Y para el espectador, aparte de una revelación, 45 minutos de inteligencia comprimida... Y de verdad que no es poco.
Saludos impresionistas.

The painter

domingo, 15 de enero de 2012

Rincón del freak #51: ¿Pero no eran muy tranquilos los países escandinavos?



El asunto es que lo del thriller en Escandinavia (léase Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y hasta Islandia) ha llegado a un punto un poco mosqueante ¿Qué tienen de original todos esos escabrosos casos de corrupción, extorsión, asesinatos, secuestro, tráfico de drogas, etc... que no sea simplemente el país donde ocurren? Por supuesto que todo el mundo tiene derecho a "ensayar" su propio cine, sus géneros en su entorno particular, pero este fenómeno, proveniente de la novela (y no siempre fuera de los estándares del best-seller más zafio) ha conseguido, por cansino, que haya desaparecido cualquier rastro de exotismo o extrañeza, amen del aluvión de títulos semiescondidos que hace unos años eran motivo de sonrojo y ahora son devorados con avidez por esa legión de incondicionales, rendidos a esa nueva religión que desatara un tal Stieg Larsson. Por supuesto que hay películas interesantes, y algunas aparecerán aquí por sus méritos cinematográficos, pero hay otras que apenas llegan a la categoría de "broma estereotipada", por no ser demasiado crueles. Es el caso de una cosa rarísima que vi hace algunos meses y que atendía al nombre de Evas øye (EL OJO DE EVA), donde primero se nos cuentan las vicisitudes de la susodicha para subsistir (¿de verdad es Noruega?) porque pinta cuadros y no se ve la muchacha realizando un trabajo más mundano, así que la veremos frecuentemente visitando a su padre, que no sale de la misma habitación, para pedirle dinerín. En una noche de juerga con una amiga prostituta (ustedes están leyendo ¿no?) ésta le propone aliviar su aituación económica uniéndose a "la profesión", así que cuando lleva un cliente a su casa le deja una puerta entreabierta a la pobre Eva para que aprenda los trucos y gajes del oficio...; con la mala suerte de que el tipo se carga a la amiga, no me pregunten por qué. A partir de ahí, la pobre Eva, que no tenía bastante con lo suyo, se verá acosada por el temible asesino e incordiada por un inspector bastante borde que encima quiere ligar con ella. Todo en la Noruega de finales del siglo pasado y con la misión imposible de resultar interesante cuando la verdad es que lo convencional, en este caso, no es sinónimo de "real", sólo de convencional.
Saludos observados.

Your Spain

sábado, 14 de enero de 2012

Por el alambre



Que FLOWERS IN THE ATTIC es una película realmente extraña es algo en lo que mucha gente está de acuerdo inmediatamente después de verla, y que se ha amplificado a medida que ha ido pasando el tiempo (este año se cumplen 25 de su estreno). La denominación "terror gótico" es la que mejor se adecuaría a una narración claustrofóbica, con notables patinazos de ritmo y mucha más mala baba de la que podría presuponérsele; tengamos en cuenta que a finales de los ochenta la corrección política era digamos "diferente", y era posible no tener que dar sobadas explicaciones para que el espectador se sienta más seguro y confortable. Basada en una novela escrita sólo ocho años antes, se nos cuenta la historia de una mujer que ha de tomar una drástica decisión al fallecer súbitamente su marido y descubrir que está en la más completa ruina; con sus cuatro hijos se presentará en la gran mansión propiedad de sus padres (dicha y accidentada llegada deja ya claro el devenir de los acontecimientos). Hasta aquí casi todo parece normal, con la salvedad de que sus padres, que nunca aprobaron su matrimonio, desheredaron a su hija, por lo que la acogerán más como un acto de caridad que otra cosa; será el principio de una terrible pesadilla. La condición será que los niños han de habitar exclusivamente en el viejo y siniestro ático, puesto que sus abuelos jamás quisieron saber nada de ellos. FLOWERS IN THE ATTIC tiene sus pros y sus contras, y no es fácil adentrarse en sus estrambóticos recovecos; no ha envejecido demasiado bien, y su relamido clasicismo chirría mucho más que embauca, pero contiene momentos de retorcida extrañeza y algunos destellos verdadero mal rollo, como cuando a los chavales dejan de llevarle comida... Con una Louise Fletcher acojonante, deudora de aquella aterradora enfermera que puteaba sin descanso al pobre Jack Nicholson diez años antes, este es un film que tiene todas las de perder, y, sin embargo, se ha convertido en lo que los mitómanos dan en llamar peyorativamente "joyitas"; es decir: seguramente no van a ver la película que podrían esperar en un principio, pero puede que ese sea, precisamente, su valor adquirido tras todos estos años. Ustedes deciden.
Saludos cautivos.

British citizen

viernes, 13 de enero de 2012

Grandes cambios para que todo siga igual



El problema de una película como MAMAN EST CHEZ LE COIFFEUR no es ni siquiera su calidad cinematográfica, que evidentemente la tiene, sino su vocación continuista o su incapacidad manifiesta (entendida ésta como doliente pudor o irrenunciable cariño hacia sus esbozados y esforzados personajes) para la exploración, no ya formal, sino psicológica. Léa Pool, directora suizo-canadiense, no logra evitar esos abultados picos de sentimentalismo que ya hicieran de THE BLUE BUTTERFLY, su anterior film, una interminable letanía hiperromantizada y superazucarada, algo que no ocurría en el que sigue siendo su mejor y más fascinante film, EMPORTE-MOI, que encaraba con valentía el dilema de la identidad sexual entroncándolo nada menos que con el ideario godardiano. Aquí, y pese a la estupenda recreación de los años sesenta, se nos hace pasar la peripecia juvenil de tres hermanos cuya madre decide "vivir su vida", abandonando a éstos y al padre, por el enésimo peaje de entrada a la madurez, salpicándolo con alegres notas de costumbrismo y un preocupante tufo a inocuo, a ese extraño ex machina protector que no es más que la sensación de que el director puede salir en cualquier momento a escena diciendo: "No se preocupen por ellos, a los niños no les pasará nada; no es más que una película". Ése y no otro es el lastre de un film que, por otra parte, y pese a su inexplicable tibieza, tiene momentos de gran fuerza, como los que muestran la incapacidad del padre para asumir su nueva e inesperada situación (qué gran actor es Laurent Lucas). Una película que se deja ver, sin duda, pero que deja, al mismo tiempo, un regusto a retrato incompleto; algo le falta para ser mejor de lo que finalmente resulta ser.
Saludos con bigudíes.

Until your mama's gone

jueves, 12 de enero de 2012

Sólo en caso de comparecencia



Vista ahora, y teniendo en cuenta el errático devenir como relizador del actor Tom Hanks, la verdad es que un otrora blandito film como era THAT THING YOU DO! cobra nuevos bríos y, sí, cumple perfectamente con el que es su único propósito, que no es otro que el de entretener al tiempo que intenta una recreación digna y vitalista de aquellos maravillosos años sesenta. Tomando como asidero una banda ficticia, The Wonders, Hanks refrena sus impulsos críticos hacia la industria discográfica, que ya entonces exprimía a los aspirantes a artistas, y fija su discurso en torno a la gloria efímera y la necesidad de tener los pies en el suelo. Así, un dinámico y reverberante tiovivo de posibilidades se abre ante cuatro chavales de barrio con una pasión común y que creen tocar el cielo cuando un cazatalentos les da la oportunidad de grabar su canción (y el singular no es peyorativo), al tiempo que les prepara una gira por todo el país, en realidad un espectáculo itinerante, muy de aquel tiempo, que incluía gran variedad de grupos y solistas; como una gira de OT, para entendernos... El tira y afloja entre los componentes del grupo por asumir un liderazgo que luego no servirá para gran cosa, y la sensación constante del "one hit wonder", conforma el mayor interés de una película sin grandes aspiraciones pero con algunos hallazgos, como el descubrimiento de aquel proyecto de estrella (luego se quedó en eso) llamado Tom Everett Scott, perfecto alter ego rejuvenecido de Hanks, o la confirmación de una por entonces incipiente Liv Tyler, que ya ensayaba sus habituales muecas de dar lastimita... En fin, una película que se deja ver sin mayores quebraderos de cabeza y cuya gran baza, curiosamente, era la misma que metatextualmente tomaba como estandarte; es decir: un fantástico tema compuesto por el componente de Fountains of Wayne, Adam Schlesinger, que no fue premiado en los oscar como mejor canción porque era mejor dárselo a aquella aberración cantada por Madonna en EVITA... Brrrrrrr... En fin, perfecta para amenizar un domingo lluvioso y aburrido...
Maravillosos saludos.

Little wonder

miércoles, 11 de enero de 2012

Explosiones en el cielo



Estoy dispuesto, ya lo saben, a defender y reivindicar al que considero uno de los mejores (y más infravalorados) directores europeos de todos los tiempos. Me refiero a Neil Jordan, que tiene alguna película por ahí que no me gusta... o eso creo; en general, es un director que me llena a la manera que suelen hacerlo grandes nombres clásicos y muy pocos contemporáneos. Y no sé si MONA LISA es su obra cumbre, pero sí que es una de las más absorbentes y completas, un extraño viaje al interior de la podredumbre humana mediante un relato cruzado de redención, amor, entrega y sacrificio. El guion del propio Jordan no puede ser más estrambótico, y habría que ver qué hubiese dado en manos menos sensibles que las suyas, lo que la redimensionaría definitivamente como uno de los mejores thrillers de todos los tiempos. Por un lado está George, un tosco y malhumorado empleadillo de pasado carcelario que acude al mafioso de turno, al que no delató en su momento, para que le compense con alguna ocupación; casi como una broma cruel, el desrtino le tiene deparado ejercer de chófer a tiempo completo de una prostituta negra llamada Simone, cuya exótica elegancia chocará frontalmente con el zafio y malhablado George. Pero lo que comienza como un verdadero desastre seguirá como una atípica y hermosísima historia de amor; ése es el gran valor de esta maravillosa película, evadirse de todos los caminos fáciles y disponer de todos los elementos a su alcance para crear una atmósfera epatante y de gran humanidad. Contribuyen a ello, cómo no, las tremebundas actuaciones de Bob Hoskins, en el papel de su vida; Cathy Tyson, que da vida a esa esfinge, mezcla de fragilidad y fuerza de la naturaleza; y Michael Caine en uno de sus trabajos más atípicos y que demuestra que puede ser, si se lo propone, el tipo más despreciable con el que puedas cruzarte. MONA LISA contiene momentos memorables, de gran cine; una joya que debe ser degustada con cinefilia paciente, con todos los sentidos, como esas tardes olvidadas con algunos destellos en el cielo... Véanla...
Saludos de mutuo acuerdo.

Mona Lisa

martes, 10 de enero de 2012

La nostalgia del porque sí



Pupi Avati es un viejo zorro proveniente de la década de los setenta, en la que el cine italiano empezaba a darse cuenta de que el neorrealismo estaba muerto y enterrado, Pasolini también, y sólo parecían quedar dos alternativas válidas: frivolidad o militancia. Creo que sobra hablar de cómo convivían entonces los Taviani u Olmi junto a los Castellari o Corbucci de turno; pero es significativo el estado de la comedia italiana, que ya desde la década anterior lograba salvar los muebles con dignidad y, sobre todo, un loable sentido de la industria. Hablamos de Comencini, Risi, Rossi y sus colaboradores habituales, casi un engranaje al margen que producía beneficios casi sin quererlo y sin demasiadas pretensiones ¿Es posible trasplantar esa determinada comedia, ese modelo, a la época actual, teniendo en cuenta que todos sus resortes están más que vistos y superados? En la pregunta está la respuesta: no. Una cosa es servirse de cierta idiosincrasia y otra que funcione sin cambiarle una coma. Y el ejemplo perfecto es GLI AMICI DEL BAR MARGHERITA, amontonada comedia coral en torno a un bar, el del título, donde se arraciman personajes del más diverso pelaje a mediados de los años cincuenta. Tópico tras tópico, están el tontolabas que quiere ir a San Remo pese a que no canta un pimiento; el ligón impenitente; el borrachín melancólico; el patriarca autoritario; las mozas bamboleantes; el guasón estrambótico y un chaval, presumible trasunto del propio Avati, que asiste con una mezcla de nostalgia y fascinación a un carnaval de la humanidad, entre partidas de billar, borracheras locuaces y pequeños retos cotidianos. Esto podría haber dado como resultado una comedia digna, quizá en otro tiempo, pero hace mucho que Pupi Avati ha renunciado a dotar de un fondo reconocible a sus trabajos, lo que no es extraño teniendo en cuenta la velocidad a la que rueda desde mediados de los noventa, convirtiéndose en una especie de "funcionario amable" que se queda sin fuerzas para el más mínimo gesto crítico o irónico, a no ser que uno hubiese vivido aquella época encerrado en la misma burbuja que el protagonista de esta ínfima película que pasará sin pena ni gloria... Mientras tanto, Avati sigue rodando sin parar...
Saludos costumbristas.

El calor del amor en un bar

lunes, 9 de enero de 2012

Inventariar y ordenar



Qué complicado es sorprenderse hoy en día; y no sólo lo digo por el cine, sino por cualquier cosa que hagamos o veamos. Es complicado ingresar en ese terreno que antes parecía un divertimento más, simple expansión y, por tanto, accesible al menos; ahora a todo le pedimos un plus que, en la mayoría de ocasiones, no es factible que nos sea dado, por mucho que nos desgañitemos en nuestro recién estrenado esmoquin de usuario multimediático y suprainformado reclamando lo que consideramos indispensable. Lo nuevo, la novedad, el giro de tuerca y el salto mortal; no se disfruta así de una película, aunque a veces, hartos de las rutinarias producciones que se suceden en desbandada, puede que sea casi lo único rescatable... cuando lo hay, claro. En estas estaba una curiosa película estrenada el año pasado y que atendía al nada sutil título de THE LAST EXORCISM. El título, ahí ya se nos disipan muchas dudas y nos entran los pesares (¿Otra de exorcismo? ¿Y si va de otra cosa?... No seas cazurro ¿cómo va a ir de otra cosa con ese nombre?). Pues eso. Y sin embargo, este film, casi sin pretenderlo, casi pidiendo perdón por la herejía que está a punto de cometer, consigue rozar el milagro de colocarnos otra vez ante algo novedoso al tiempo que gratificante. Sin inventar nada (pero inventariando todo el catálogo de poses), se nos empieza a meter por el aro impúdicamente, mostrando sin dobles lecturas que estamos ante "otra peli de cámara en mano", para terminar viendo otra cosa muy distinta. Incluso podría afirmar que la anécdota del supuesto exorcista/showman/psicólogo de barrio interpretado magníficamente por Patrick Fabian (uno de esos ignotos actores de TV de talento tardío) apenas importa por lo que debería importar, sino por ser quien crea el clima de extrañeza y "nos convence" de que todo es una pantomima. Empeñado(s) en encontrar el truco, nos topamos con un punto de no retorno que no esperábamos, nos alegramos con la explicación dada y adiós muy buenas... pero como aún queda media hora para el final (la bala en la recámara), es entonces cuando nos agitamos intranquilos y con media sonrisilla en la boca ¿qué ha de esperarnos en ese final una vez parece que todo ha acabado? Se habrán dado cuenta de que he prescindido de contarles casi nada de la película, por no chafársela demasiado y para que sean ustedes mismos los que descubran ese misterioso y muy sutil cambio climático (o anticlímax desordenado) y juzguen si les ha merecido la pena. A mí me la mereció.
Penúltimo saludo.

Diabolus ex machina

domingo, 8 de enero de 2012

Rincón del freak #50: Cuando el epígrafe suena, puertas giratorias lleva...



Mal, muy mal. Por mucho que le pongas canas a Eduardo Noriega; por mucho que hagas pasar a una actriz de culebrones por actriz dramática; por mucho que llames a Llongueras para que le arregle el pelo de una vez a Belén Rueda; por mucho que incrustes a golpe de cincel el barriobajero y psicológicamente fatuo personaje de la adolescente respondona y que sus papis son también sus compis; por mucho que de repente salga un tipo desaliñado y nos intentes hacer creer que sólo por eso se va a querer cargar al médico porque no le echaba cuenta; por mucho que nos intentes hacer creer (otra vez) que una unidad de cuidados intensivos es El Corral de la Pacheca, donde cualquiera entra como Pedro por su casa; por mucho que nos intentes hacer creer (y van tres) que Noriega se quila a su exmujer cada vez que le place, y otras tantas la desdeña porque está cansado (aunque con copazo de Vega Sicilia y canción de Rosana, por supuesto); y, sobre todo, por mucho que nos intentes hacer creer (y ya acabo) que Amenábar no es un cabronazo de tomo y lomo, cuando te ha conminado de hacer "Hospital Central de Leganés" nada menos que a la próxima gran aberración del cine español, que será "Zipi y Zape", no, Óskar, no nos lo creemos... La cosa en cuestión responde al nombre de EL MAL AJENO y tiene también participación de Telecinco... Ustedes mismos...
Saludos propios.

Take me to the hospital

sábado, 7 de enero de 2012

Especia emocional



Algún día se empezarán a recoger las semillas de los trabajos que James Ivory realizó en la India junto a Ismail Merchant y Ruth Prawer Jhabvala allá por los años sesenta y primeros setenta, y no tanto por sus valores culturales en sí, que son incontables, sino por los curiosos significantes que pueden extraerse de la obsesión del cineasta estadounidense por la fusión, el bastardeo de unos parámetros que, en sus manos, cobran nuevos prismas. Es el caso de SHAKESPEARE WALLAH, una película sobre una compañía de teatro inglesa que lleva años recorriendo la India para representar a Shakespeare, digamos que con su particular y muy libertaria filosofía de trabajo. Aparentemente, a Ivory le sirve esto para introducir una algodonada historietilla de amor entre la joven hija de los actores principales y propietarios de la compañía, y un joven hindú de clase acomodada. Poseedor de una mirada sofisticada e inteligente, Ivory emplea un argumento en principio superficial para arremeter (casi como pidiendo perdón, lo que no deja de ser una gran jugarreta) contra el progresivo desvío de una India ya independiente hacia una europeización mucho más totalista incluso que en pleno colonialismo. Y no tanto por querer resultar falsamente paternalista, sino porque su discurso se enriquece a medida que observamos el devenir de unos ingleses imbuidos de los valores indios, mientras las nuevas generaciones de indios (las de entonces, claro) comenzaban a adorar al nuevo dios Bollywood, no ya para desentenderse (por ejemplo) de Shakespeare, sino de su propia tradición escénica. Un film, sin embargo, que sufre de la habitual morosidad de Ivory, lo que requiere un punto alto de cinefilia y paciencia; toda esta riqueza de matices está encajada hábilmente entre minutos y minutos de diálogos un poco bobos, así que, una vez más, cine inteligente para gente preparada. Aburrida, dirán otros...
Saludos indostanís.

Soul taker

viernes, 6 de enero de 2012

El sistema siempre estuvo ahí



Aparentemente, la historia de Robert Kearns, más que para un film de denuncia, daría para un sketch de Monty Python o un monólogo de Arsenio Hall... Y sin embargo, aun teniendo en cuenta que esto no es (por mucho que lo parezca) TUCKER, y Marc Abraham, reputado productor, jamás será Coppola, lo cierto es que FLASH OF GENIUS tiene su pequeño punto de interés a medida que nos vamos enterando exactamente de cuáles son sus verdaderas (y loables) intenciones. Kearns es un atildado profesor de universidad a principios de los felices sesenta con una estupenda mujer y seis hijos que a base de esfuerzo y perseverancia, y en el garaje de su casa, que es donde (según los americanos) nacen los grandes sueños, logra fabricar el primer parabrisas automático; efectivamente, el que hoy día tenemos usted y yo en el coche. Después de patentarlo se pone en contacto con las grandes marcas (Ford, fundamentalmente), pero, pese a que el invento supondrá una revolución, ninguna está dispuesta a dejar los derechos de fabricación en manos del propio Kearns. En un desarmante ramalazo de tozudez/integridad, Kearns decide no vender su patente, con la consecuente sorpresa de que, ya filtrados sus planos, el sistema es lanzado por la Ford al margen de su inventor, con la única explicación de que "no es exactamente el mismo sistema". A partir de aquí, lo complicado para Abraham  y su guionista es convencernos de por qué un hombre es capaz de arruinarse, perder su reputación y hasta ser condenado a la cárcel en lugar de aceptar un cheque millonario que hubiese dado placidez económica a varias generaciones suyas. Puede que nos choque esta actitud hoy día, pero esto ocurrió realmente, pese a haberse mantenido en las tinieblas de la burocracia. Supongo que la intención es esa, dotar de coherencia a un relato siempre en el alambre, dos horas sustentadas por una aceptable interpretación del irregular Greg Kinnear y esporádicas apariciones de Alan Alda y Dermot Mulroney. Sí, el sistema es muy malo y todo eso, pero no basta una narración tan lineal y rutinaria como ésta para convencernos; mejor vean TUCKER...
Saludos patentados.

Money don´t lie

jueves, 5 de enero de 2012

Historia de un muchacho #4



Han pasado 37 largos años e infinidad de reposiciones navideñas del clásico de Carol Reed (bastantes menos de los otros dos); cualquiera pensaría que el personaje de Oliver Twist iba a mantenerse en su intocable estatus para siempre. Y hete aquí que un director aparentemente alejado de los parámetros dickensianos decide poner al día la historia con las herramientas propias del nuevo milenio. El OLIVER TWIST de Roman Polanski bebe (con moderación) de la tragedia de la versión de Lean y de la jocosidad del musical, pero también se pueden rastrear las huellas de otro film de Polanski ¿No es acaso THE PIANIST la historia de una orfandad forzada, de un deambular a base de zarandeos vitales? Sea como sea, es esta versión un estilizado ejercicio de estilo en el que destaca la pulcrísima fotografía de Pavel Edelman; puede que la representación de aquel Londres de 1839 de la que más orgulloso podría sentirse Dickens... y ya estamos aventurando demasiado. Y ya que estamos al final de este apasionante trayecto ¿por qué no extendernos sobre los personajes, al fin y al cabo la médula espinal del relato? No es este Oliver el más estimulante, a mi juicio; el joven Barney Clark (el de mayor edad de los cuatro) cumple con la misión de conmover a las piedras, sin embargo es el de menor presencia, y en un momento dado, hacia los tres cuartos del film, desaparece por completo de la narración, dando paso al resto de protagonistas. Jamie Foreman, sin llegar a la altura del gran Oliver Reed, cumple como un rudo Bill Sykes; Leanne Rowe borda su terrible personaje, para mí la mejor Nancy que he visto. Y por encima de todos, un sobresaliente Ben Kingsley, que sin mofarse de su complejo personaje tiene tanto de la decrepitud de Lon Chaney, la fantasmagoría de Alec Guinness y hasta esas gotas de humor negro que impartió Ron Moody. Este Fagin es el más completo y termina siendo el verdadero protagonista del film, a lo que contribuye una espeluznante escena final que Polanski y Kingsley nos regalan y que es lo mejor con diferencia. Merecen la pena estas dos horas de entretenimiento de calidad sólo para llegar a esos escasos tres minutos de Polanski en estado puro, sin las ataduras de las concesiones al espíritu de la adaptación. Los que hayan visto el final sabrán a qué me refiero.
Y se acabó. He decidido prescindir de la versión animada porque no la considero a la altura de las circunstancias, así como de las múltiples adaptaciones para la televisión o una ignota cinta canadiense que no he podido ver y que trasladaba a Twist al presente. Éstas son las cuatro películas que, hasta ahora, conforman lo que el cine ha dado a una historia inmortal, eterna; uno de esos escasos patrimonios que de verdad pueden considerarse por y para la humanidad; luces y sombras de una época que puede ser cualquier época... la mejor y la peor de las épocas...
Saludos desde el hospicio.

White christmas

miércoles, 4 de enero de 2012

Historia de un muchacho #3



Y veinte años después de la obra maestra de David Lean, la Columbia quiso recuperar la inmortal novela de Dickens pero dándole un giro radicalmente novedoso. En un principio, y con los oscuros precedentes aquí comentados, parecía difícil echar a andar un proyecto fundamentalmente luminoso, optimista y, por añadidura, en clave de musical. OLIVER! no sólo funciona como un reloj, sino que lleva casi medio siglo encaramado en la cumbre de los mejores musicales de todos los tiempos, además de mantener más que dignamente engarzados los momentos dramáticos gracias a un estupendo reparto. Por allí asomó el genial Ron Moody como un desenfadado y menos siniestro Fagin, Oliver Reed dando vida a un atronador Bill Sikes y un muchacho llamado Mark Lester, posiblemente el Oliver Twist más encantador de todos los que se han visto en la gran pantalla. Resulta difícil quedarse sólo con un aspecto de una película que rezuma riqueza compositiva por los cuatro costados y que mantiene un ritmo endiablado durante dos horas y media que nunca se hacen largas. La llegada de Oliver a Londres, a ritmo del "Consider yourself", te deja literalmente pegado a la pantalla y haciendo pasos de baile por debajo. No faltan las coreografías en interiores, como el "Pickpocket" que canta Fagin mientras alecciona a un asombrado Oliver sobre el arte del latrocinio. Pero sin duda, OLIVER! pasará a la historia del séptimo arte por uno de los mejores números de todos los tiempos; "Who will buy this wonderful morning?" es una barbaridad filmada en una plaza que es observada por Oliver desde una ventana, y por la que irán apareciendo cientos de personajes que van sumando canciones independientes entre sí hasta formar un todo en una de las explosiones de color mejor filmadas de todos los tiempos. OLIVER! no sólo se desmarcó del marcado carácter pesimista de la novela, sino que sigue teniendo esa cualidad tan rara que es reunir en torno suyo a espectadores de todas las edades y sin que a ninguno le chirríe lo que está viendo. Lo que yo llamo un clásico de los que hay que ver una vez al año... ¿a qué están esperando?
Saludos adoptados.

Flowers for a lady

martes, 3 de enero de 2012

Historia de un muchacho #2



26 años después de su primera e infantilizada adaptación, fue David Lean quien decidió acercarse aún más al oscurísimo trasfondo de la novela original y a su corrosiva crítica hacia el sistema social de aquella época. Sorprende su cuidada y tenebrosa puesta en escena, más cercana al expresionismo alemán que al cine británico de posguerra, plagado de suaves formas costumbristas. No hay más que observar el arranque del film, donde no se pronuncia una palabra durante siete minutos y una ruidosa tormenta precede al trágico nacimiento de Oliver. Lo siguiente, el hospicio, es más parecido a un campo de concentración que a un hogar infantil; la lúgubre fotografía en Blanco y Negro saturado de Guy Green, repleta de sombras y matices, contribuye al descarnado retrato de un Oliver menos aventurero que su predecesor y que logra momentos de gran inspiración en la interpretación de John Howard Davies (que, por cierto, falleció este pasado mes de Agosto). Resaltable es también el impresionante trabajo de un joven Alec Guinness (apenas 32 años), metiéndose en la piel del detestable Fagin, puede que el más repulsivo y siniestro de todos los que se han visto en pantalla. O un estupendo Robert Newton como el sanguinario Bill Sikes y Kay Walsh, que por entonces aún estaba casada con Lean, como la infortunada Nancy. En suma, un trabajo de actores a la altura del Oliver Twist más intenso y fiel al original que hemos podido ver hasta el momento. Antológicas son las escenas en el hospicio, en la guarida de Fagin y, sobre todo, en el asedio final en los tejados. Un magnífico film que ha aguantado férreamente los envites del tiempo, además de demostrar que una historia llena de niños podía ser mucho más oscura que de costumbre. Magistral.
Saludos incluseros.

Bohemia after dark

lunes, 2 de enero de 2012

Historia de un muchacho #1



Como casi todos los años, en El Indéfilo vamos a empezar el año con un monográfico, y esta vez se lo vamos a dedicar plenamente a Oliver Twist, la universal obra de Charles Dickens, que ha conocido muchas y muy diversas adaptaciones a lo largo de todos estos años. Comenzando por la que ideó el director de origen escocés Frank Lloyd, que cinco años antes ya adaptó A TALE OF TWO CITIES. Apoyada fundamentalmente en la omnipresencia de Jackie Coogan, el niño prodigio que descubriese con sólo cinco años Charles Chaplin (posiblemente el "empresario" más joven de la historia, este film fue producido por la Jackie Coogan Productions), OLIVER TWIST desnuda la historia de posteriores atuendos preciosistas y deja la trama en el hueso, lo que da como resultado un film de apenas 75 minutos que avanza a toda velocidad desde el siniestro orfanato en el que Oliver se atreve a pedir "un poco de más sopa", pasando por la funeraria como ayudante y de ahí a las garras del avieso Fagin, cuya fabulosa caracterización por parte de Lon Chaney sería ya intocable en años posteriores. El film de Lloyd es dinámico, divertido (Coogan emplea todos los trucos gestuales que debió aprender del maestro Chaplin), enternecedor y muy entretenido. Lo que sí le pongo en el debe es que, supongo que debido a su corta duración, la mayoría de personajes quedan poco definidos, aspecto éste que impide obtener en imágenes la durísima represalia que Dickens desplegó en la obra original contra el sistema político británico, y especialmente el espeluznante trato que recibían los huérfanos en aquellos pabellones de caridad que más bien pasarían por meras cárceles. Sin ser la mejor adaptación, es un film que, teniendo en cuenta que acaba de cumplir nada menos que 90 años, mantiene intacto el espíritu dickensiano de la novela, lo que, como luego se ha demostrado, era indispensable para saber que se hablaba de Oliver en concreto y de todos los niños que han sufrido abusos por extensión. Les emplazo a mañana.
Saludos huérfanos.

Lush life

domingo, 1 de enero de 2012

Rincón del freak #49: Diarrea cerebral en un campo de batalla



Efectivamente; ustedes lo saben y yo lo sé. Hay películas malas, regulares, de buena técnica pero mal planteamiento, o al revés... Y luego hay películas sonrojantes, películas que atentan directamente al buen gusto o al buen entender un desarrollo medianamente coherente, no digamos ya mínimamente creativo. Es el caso de un film terrible, rastrero a más no poder, y que, paradójicamente, fue uno de los títulos que en 2005, año de su estreno, aspiraba a conquistar cierta cumbre mediática, los oscars, para entendernos. JOYEUX NOËL se sustenta en aquellas cándidas y estupendas comedias de la Ealing, donde la bondad humana no tenía límites y era capaz de solventar cualquier problema por complejo que pudiese ser. Sin embargo, retar a lo descabellado es otra cosa; en este caso imaginar una hipotética (muy hipotética) trinchera en el Frente Francés de 1914, donde mantienen un sitio compartido soldados franceses, escoceses y alemanes; y no les voy a hablar de las buenas intenciones, sino de sus ridículos resultados. Los escoceses son campechanos, borrachines, creyentes y además tocan la gaita cuando se ven amenazados; los franceses son verborreicos, descreídos y patriotas; los alemanes, disciplinados, caballerosos y muy profesionales. Tópicos por doquier, lo que allana considerablemente el terreno para lo que ha de llegar. Sí, ustedes saben que todos los bandos se confraternizan, entonan canciones navideñas y hasta toman champán y se intercambian fotos de familia y se emplazan para cuando la guerra termine. Lo de los cantantes de ópera cantando "Noche de Paz, Noche de Amor" es digno de "La hora de José Mota" por lo menos... No, lo verdaderamente tremebundo es la impudicia con la que todo esto ocurre. No hay ningún detonante lo suficientemente creíble, sea éste (ojo!) realista o fantástico, como para que nos creamos absolutamente nada de lo que está pasando en la pantalla. Así, todo se reduce a un pasteleo sin pies ni cabeza que culmina nada menos que con un partido de fútbol en el que, eso sí, me parece que ganaron los alemanes... La cosa es simple: véanla sólo si no tienen absolutamente nada que hacer. Malísima...
Saludos empachados...

Feliz Navidad

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!