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martes, 23 de enero de 2024

Nevermore


Es imprescindible aceptar el dispositivo para entregarse a THE FALL OF THE HOUSE OF USHER, lo último de Mike Flanagan junto a su equipo habitual y alguna que otra sorpresa "sorprendente". El dispositivo, el parque de juegos, el parque temático son fundamentales para encontrar la diversión en una propuesta tan perversa como ésta. No lo digo tan sólo por su argumento, que se desliza a partir de un imperio creado sobre la base de expedientar cualquier tipo de escrúpulos, en directa pugna con el carrusel de personajes de SUCCESSION. Aún más, Flanagan crea una serie sobre el desmoronamiento de dicho imperio, precisamente desde la destrucción de sus pilares; así, la obra magna de Edgar Allan Poe es pervertida al hibridarse, en bastarda comunión, con otros relatos inmortales de su autor. He ahí el artefacto, el juguete mediante el que, capítulo a capítulo, la casta de los Usher se encamina a su fin verbigracia de la revisitación a "La máscara de la muerte roja", "Los crímenes de la calle Morgue", "El corazón delator", "El gato negro", "El pozo y el péndulo" o "El barril de Amontillado", por citar algunos, y obteniendo su punto álgido en la inefable rúbrica de "El cuervo", por supuesto. Ello conlleva un doble acierto, al concitar nuevos adeptos en torno de una serie ágil e imaginativa, mientras los que hemos seguido estos años a Flanagan volvemos a congraciarnos con un magnífico artesano, aún en sempiterna búsqueda de abrir el cofre secreto e inaccesible (de momento) de la autoría absoluta. No lo necesita en esta estupenda e hipnótica serie, con una producción lujosa y un elenco en perfecta sintonía, para demostrar que se pueden hacer buenos productos estrictamente televisivos, y que Poe es y será eterno, por muchos años que pasen...
Altamente recomendable.
Saludos.

jueves, 3 de febrero de 2022

La fe de los otros


 

MIDNIGHT MASS es la miniserie que Mike Flanagan se sacó del bolsillo, el año pasado, para Netflix. Me da la impresión de que pocos esperaban algo así, al menos en mitad de un curso repleto de carestía inventiva, y en el que las plataformas usaban el formato serial como placebo que les hiciera ganar algo de tiempo para momentos mejores. No es el caso, porque Flanagan nos invita a otra cosa, a volver a esas noches preprogramadas de las dos cadenas, en las que, sin previo aviso, alucinábamos con el primer episodio de una serie, que luego descubríamos "mini", y que apurábamos con deleite en esos pocos episodios. Además de un relato de terror, MIDNIGHT MASS es un tratado de humanidad, o de dibujo de personajes; y también es un homenaje, en absoluto velado, a referencias ineludibles del terror y el suspense clásicos. Aquí está, cómo no, Stephen King ("Salem's Lot", fundamentalmente), pero la asfixiante localización (una pequeña isla pesquera, a 50 Kms. del "continente") nos hace pensar en el Hitchcock de LOS PÁJAROS. La conversión de la iglesia local, tras la llegada de un extraño sacerdote sustituto, en una especie de atávica secta, la emparenta con EL HOMBRE DE MIMBRE; y la lucha constante entre un fanatismo que se va haciendo más fuerte, y los pocos capaces de razonar (curiosamente, los perdedores), también miran hacia ese horror que se desprende de lo cotidiano, implícito en los relatos de Shirley Jackson. Por ello, MIDNIGHT MASS es muchas cosas, casi todas buenas; un jugoso compendio de sorpresas narrativas, una excelente dirección de actores (atención a Hamish Linklater), o una esperanzadora vuelta, con las armas de hoy, a una manera de contar historias que creíamos perdida. Y como no quiero desvelar mucho más, sólo un dato: los dos últimos episodios (tan sólo son siete) no permiten un solo pestañeo, y sí muchas bocas abiertas de asombro.
Así da gusto ver una serie.
Saludos.

sábado, 23 de mayo de 2020

Salimos y entramos



Pongamos por caso, en ese juego de referencias extremas tan apasionante para el que escribe, que, usando la excusa de lo de la realidad alternativa esa que siempre tiene un espejo como tema central, sea cierto lo de que las monedas tienen dos caras, y que no valen lo mismo. En EL SÉPTIMO CONTINENTE, Michael Haneke conseguía elaborar una cinta de terror extremo a partir de una premisa muy simple: constatar concienzudamente el estado de depresión y autodestrucción en el que cae una familia, que simplemente "se deja morir". Haneke logra muy a menudo rozar eso tan esquivo llamado "arte", y en el otro extremo está (y me temo que ahí va a seguir) Mike Flanagan, un director interesante, con recursos y seriedad para facturar productos sólidos, pero que es incapaz de dar el salto que diferencia al artista del artesano. OCULUS ilustra esto que digo, ya que fue el título con el que Flanagan comenzó a destacar, allá por 2013, convirtiéndose en la enésima "gran esperanza" del género. Vista hoy, es todo lo dicho, un film correcto, con algunos puntos argumentales interesantes, pero que no es más que "otro film de terror" que vemos y luego se nos va olvidando. Lo de menos es el argumento, en este caso en torno a un espejo supuestamente maldito, que obliga, somete y finalmente destruye a quien lo tiene en su casa; uno se olvidaría inmediatamente del espejo como artefacto protagónico, y se centraría en las similitudes con el film de Haneke. El punto de partida es tremendo, pero acaba deglutido por lo que importa (los efectos, el suspense, el terror), y puede que a Flanagan le diese algo de vértigo ampliar qué podría haber pasado para que un niño matase a sus padres, incluso con razón. Yo, sinceramente, no veo otro motivo para alargar a los 100 minutos lo que funcionaba mucho mejor en apenas 30. Sí, el mediometraje es mejor.
Saludos.

sábado, 21 de diciembre de 2019

De pies y manos



Vamos a tener que empezar a pensar que efectivamente hay una fiebre de adaptaciones de Stephen King. Porque, o es eso, o a lo mejor no es más que la constatación de que hay una crisis galopante de ideas en el cine actual. Sea como sea, me enteré de que existía una versión recientísima de GERALD'S GAME, una novela que leí no hace mucho, atraído por lo insólito de su planteamiento. Transcurre casi enteramente en la apartada cabaña a la que va un matrimonio en busca de reencontrarse con una chispa ya olvidada. El problema sobreviene cuando a él se le ocurre esposar a la mujer a la cama y, en plena excitación, sufre un ataque al corazón, quedándose ella sin poder moverse. Hay significativas diferencias entre el libro y el film, fundamentalmente en la dificultad de centrarse en el punto de vista de la mujer, que en el libro deviene una interesante palabra interior, me atrevería a afirmar que alguno de los mejores pasajes escritos por King, usando para ello un recurso no tan florido, como es la visión del marido muerto y de ella misma, probablemente como consecuencia de un agotamiento progresivo. No es de lo mejor que ha rodado el tan en boga Mike Flanagan, y casi parece más un episodio televisivo (aquí canta Netflix), aunque las buenas interpretaciones de Bruce Greenwood y, sobre todo, una conmovedora Carla Gugino, elevan el tono general de una historia que extrae el elemento terrorífico de la desesperación, en un juego de resistencia mental, y no tanto de las imágenes truculentas, aunque alguna que otra hay.
Saludos.

martes, 10 de diciembre de 2019

Qué lejos ha quedado aquella amistad



Lo he dicho tantas veces que me da ya hasta un poco de reparo. La constancia con la que se están revisitando asuntos del pasado nos deja, fundamentalmente, dos hechos incontrovertibles: se puede mejorar lo que era cutre, pero se corre el peligro de que el truco quede al descubierto. No tengo ninguna duda de que Mike Flanagan es un buen director y un tipo honesto, pero Stanley Kubrick efectuaba revoluciones a 24 fps. No he leído DOCTOR SLEEP, y sí THE SHINING, pero no han sido pocos los que me habían advertido de que la continuación corregía y aumentaba a la primera. El resultado en cine, sin embargo, no nos dice lo mismo, y sí que este film puede estar más cerca de la escritura de Stephen King que del cine de Kubrick, y que, por tanto, cada acercamiento al genial cineasta no hace más que restarle una verosimilitud que sí alcanza mientras se agarra a la prosa, arañada y minuciosa, del escritor. No estoy, por tanto, de acuerdo con quienes han quedado deslumbrados con el ejercicio de mímesis del arrebato final, y me gusta mucho más cómo todo lo que viene antes desenreda mucho de lo críptico (que fue mucho) del film de Kubrick, que era, insisto, genial, pero que prefería tirar por la calle de enmedio y dejar a más de uno con un palmo de narices. Pero bueno, lo cierto es que estamos ante una cinta sumamente entretenida, con un buen pulso por parte de Flanagan y unas interpretaciones que dejan momentos de altura de Ewan McGregor, pero sobre todo de una sorprendente (y no lo digo nunca, pero vaya mujer [perdónenme]) Rebecca Ferguson...
Correcta, un poco demasiado larga y abusona de sus propios hallazgos.
Saludos.

sábado, 19 de enero de 2019

A trompicones



Me decidí a ver THE HAUNTING OF HILL HOUSE casi por la única razón de que se trataba de una serie autoconclusiva de diez episodios, con la esperanza de despacharla rápidamente, teniendo en cuenta la pereza que una serie de larga duración me produce. Seré conciso, en su honor. La serie está bien, a trompicones, apoyada en unas buenas interpretaciones, a trompicones, y un guion que se va creciendo, cómo no, también a trompicones. No estoy restando méritos, sino más bien ponderando cuáles son los aciertos, ya que no creo que el conjunto merezca demasiados rapapolvos, pero no puedo alejarme de cierta idea de desmembramiento estructural, y es curioso, ya que toda la serie está dirigida por Mike Flanagan, al que sólo conocía por aquello de las ouijas, donde ya mostraba su extraña fijación por los huesos desencajados y esas cosas. Mi impresión es que uno no se mete de verdad en la historia hasta pasados tres o cuatro episodios, ya que el protagonismo está repartido casi unánimemente entre los siete integrantes de la familia Crain, que adquiere una gigantesca mansión a precio irrisorio, con la idea de restaurarla y venderla a lo bestia, mientras todos pasan el verano en ella, sin sospechar que encierra un terrorífico secreto que penetrará en ellos hasta el punto de transformarlos a su antojo. O más o menos, porque así contada parece la típica historia de casa encantadas, fantasmas y gente asustándose, pero todo lo bueno que tiene la serie reside precisamente en las complejas relaciones entre los padres y sus hijos, lanzando la peregrina idea de que la gran diferencia que existe entre ellos es, de alguna manera, usada por la casa con oscuras intenciones. Hay muchísimos flashbacks, una cierto y rígido manierismo a la hora de presentar a cada personaje y demasiados momentos intrascendentes. Por contra, me parece excelente la mesura de los escasos momentos de terror y la apuesta por crear una atmósfera malsana y opresiva. Y lo mejor, aparte del ya famoso y multicomentado capítulo seis, son algunas escenas tremendamente teatrales, con un buen pulso en la dirección de actores.
¿Es recomendable? Sí, si no esperan salpicarse de sangre, porque no va por ahí.
Saludos.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Un juego de mesa



Hoy traigo una película correcta para pasar un rato sin demasiados quebraderos de cabeza. Una secuela que, según dicen, es ampliamente superior a su primera parte, lo que me hace preguntarme sobre la calidad de la misma. Y es que OUIJA: ORIGIN OF EVIL (que así reza su robusto título) narra, poco más o menos, las andanzas de una familia compuesta por una mujer viuda que intenta abrirse paso en la vida y sus dos hijas, con la particularidad de que el guion escrito por el propio Flanagan se desarrolla en los felices años sesenta. Así, el mayor atractivo del film reside en la solvencia con la que se muestran un lugar y un tiempo concretos, algo que viene ensayando con desigual fortuna James Wan, cuyos trabajos parecen inspirar por entero este curioso experimento, que en su primera mitad parece un episodio de Twilight zone, y ya al final se desparrama por los senderos del propio Wan, aunque con algo menos de truculencia. Una película que no molesta ni desagrada, y que es perfecta si llevas tiempo queriendo que tu novia vea una peli de terror sin que a cada momento escuches el vocablo "desagradable".
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!