Un dato: está claro que las distribuidoras son nuestras amigas. Nos preguntan educadamente qué películas queremos que se estrenen y luego, hecho esto, nos invitan al cine, nos compran palomitas... etc.
Yo más bien creo que en esta secuencia nuestras amigas las distribuidoras se saltan todo este aburrido protocolo y van directamente a lo que va después de ir al cine. Es decir: nos joden.
Otro dato: Es muy probable que EL CANT DELS OCELLS sea como otra lucha contra molinos de viento. No sé en Madrid y similares, pero por los meridianos meridionales se nos antoja risible siquiera su visionado antes del DVD.
Independientemente del valor artístico de HONOR DE CAVALLERIA, que es enorme (incalculable, si me permiten, teniendo en cuenta el país que la acoge), creo firmemente que su gran logro radica en haber conseguido abanderar (y difundir) algo que hace tan sólo unos años, y visto el tinglado de almodóvares y amenábares, no hubiese despertado más que un silencioso escepticismo.
Han pasado un par de años desde entonces y Albert Serra (director quijotesco donde los haya) ha logrado epatar con el festival más prestigioso del mundo, que no es otro que Cannes, y ha presentado allí la única cinta que podría considerarse 100% producción española. Pues hablar de las interesantísimas propuestas de Lucrecia Martel y Lisandro Alonso como españolas, al menos a mí, no me parecería del todo correcto.
¿Qué pasa entonces? ¿Dónde queda suspendida esa supuesta identidad de producciones que no son más que zafios reflejos de productos televisivos?
Olvidémonos de la taquilla por un momento. Estamos hablando de cine. No concibo que LA SOLEDAD haya triplicado sus espectadores después de ganar el goya ¿Qué está pasando?
De acuerdo, HONOR DE CAVALLERIA no es un cine fácil de digerir. Comparemos la escucha del último disco de Shakira y el de Keith Jarrett ¿Es que el oyente no tiene que poner nada de su parte? Demasiado simple (simplista), otra forma de llegar al pensamiento único que tantos estragos produce en el ciudadano medio. El paraíso político. ¿Acaso imaginan a Zapatero o Rajoy hablando sobre ese "Nuevo cine español", aparentemente invisible, pero que muy poco a poco empieza a dar sus frutos?
Perdón por enrollarme y no hablar de la película, cosas de la irascibilidad. De todas maneras, se trata de una forma de hacer (y sobre todo de contar) el cine, que parece nueva, pero que apela al primitivismo de Pasolini o el último Rohmer, aunque con un discurso muchísimo más radical y opaco. No precisamente por sus imágenes, cristalinas hasta rozar el infantilismo; sino por ese impensable giro (400 años después y tras infinitas reflexiones) que Serra comete casi de puntillas acerca del eterno dilema del Quijote.
No se pueden (ni se deben) explicar las muchas sensaciones derivadas de su sorprendente visionado, pues creo que nadie llegaría a coincidir. Así que recomiendo su adquisición en DVD, un día sin estrés para verla y, si es posible, en soledad, pues más que una película al uso, HONOR DE CAVALLERIA parece una hermosa reflexión sobre cómo existen resortes íntimos incluso al abordar la más universal de las historias.
Saludos desde un lugar de Indefilia, de cuyo nombre...
2 comentarios:
*Yo sólo doy gracias al DVD de precios populares y la información de internet porque si no a estas alturas (yo también del meridiano más meridional) estaría tragandome cosas infumables de la campaña veraniega (que es igual de plasta que la navideña pero con calor). Lo de la distribución del cine español creo que es el meollo de su problema, porque entre luchar contra el prejuicio de "Yo no veo cine español" y la imposibilidad de que esas cintas lleguen a las salas... en fin, que si no vives en Madrid o Barcelona, tienes que ir tirando de otros medios, porque en una sala difícilmente lo conseguirás ver. He leído muchas cosas buenas de Honor de cavallería, pero aún no he podido verla. En ello me pondré. Un saludo.
Es que nos quejamos de vicio. Pero si son nuestras amigas ¿qué más queremos? ¿Butacas cómodas y amplias que no nos hagan sufrir el síndrome de la clase turista?
Ah, y siento ser tan caro. Cuestión de exigencias varias.
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