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martes, 26 de abril de 2022

Travesía indeterminada


 

Es curioso toparse con un film como VOYAGE OF THE DAMNED, quizá para comprobar que no todo tiempo pasado fue mejor, o que tendemos a idealizar lo que queda fuera de nuestro campo de visión reciente, como extraño ejercicio de autoprestigio. Dirigida por Stuart Rosenberg en 1976, contaba la vergonzosa peripecia del St. Luis, un barco zarpado desde Hamburgo, en 1939, con dirección a La Habana, con la intención de salvar a un millar de personas de los campos de concentración. La película, seamos claros, es fallida, y por varios motivos. Lo primero es que pretende poner en pie un cine que ya no existía entonces, con mastodónticos repartos internacionales, lo que obligaba a la fastidiosa "cuota", en la que cada contrato se miraba con lupa. Después, Rosenberg, proveniente de la televisión norteamericana, se encuentra más cómodo en dramas intimistas, y se nota que esta superproducción le venía un poco grande. Así las cosas, y aparte de una aceptable partitura a cargo de Lalo Schifrin, tan sólo merece la pena detenerse en algunas actuaciones, las que elevan el tono general de la cinta, porque hay algunas que no están a la altura. Memorables están sólo Lee Grant y Oskar Werner, que clavan sus papeles de esposa doliente y profesor de universidad sofisticado, liberal y asqueado de la deriva de su país. Correcto está Max von Sydow haciendo de capitán, Jonathan Pryce como judío represaliado o José Ferrer como un inquietante militar cubano. Lo de Orson Welles lo podemos discutir con más calma, pero no le vi muy convencido, ni de su papel ni de la película. 
Hasta ahí la película, ya digo, irregular, descompensada y con insertos romanticoides que dan vergüenza ajena. Aunque la vergüenza está en la historia real, porque no es ya que el régimen cubano de Batista (ese tan democrático) hiciera un trato con los nazis para no dejar desembarcar a los pasajeros, y seguidamente mandarlos de vuelta, sino que la operación contaba con la aprobación del mismísimo Roosevelt, que calibraba unas inminentes elecciones. Y es una lástima que este suceso tan lamentable (que ningún estudio norteamericano ha querido abordar jamás) no haya tenido una adaptación más rigurosa y de mayor enjundia.
Ahí lo dejo.
Saludos.

viernes, 13 de octubre de 2017

Películas para desengancharse #29



Sé que no estoy siendo muy consecuente con la segunda parte de este monográfico, no al menos en cuanto a lo que de calidad tienen estos títulos, que he escogido por motivos que están cerca de lo meramente subjetivo. Causas personales, que son las más difíciles siempre de transmitir y, por tanto, de recepcionar, pero que a mí siempre me han parecido las más interesantes y sugerentes. Recuerdo que hace tres años apareció por aquí CADENA PERPETUA, a la que apenas le podía reprochar que fuese artífice de una estela interminable de títulos similares, cuando no burdas y pálidas copias que jugaban a exprimir las posibilidades del drama carcelario, subgénero que, aunque no lo crean, tampoco ha dado demasiadas referencias memorables. Una que sí lo es, estuvo dirigida por el rocoso Stuart Rosenberg y casi monopolizada por Robert Redford, que pasaba por uno de sus mejores momentos interpretativos en 1980, año en el que se estrenó BRUBAKER. El guion, vagamente inspirado en un suceso real, narraba la alucinante odisea de Henry Brubaker, que ingresó en una prisión como recluso tan sólo para comprobar de primera mano la corrupción y continua transgresión de los derechos humanos a la que se veían sometidos los presos. Ante el asombro e incredulidad de todo el mundo, Brubaker se revela como el nuevo director, y empieza a tomar decisiones radicales para reformar un sistema interno profundamente injusto. BRUBAKER es, ya digo, lo que se suele denominar como un film sólido, sin apenas resquicios estructurales, que sabe muy bien lo que quiere contar y cómo, y que tiene un inconfundible aroma a vieja escuela. Una película que sorprende a quien aún no la ha visto y reconforta a quien la recupera, pero a la que uno podría reprocharle indirectamente el mismo pseudodefecto que a la cinta de Frank Darabont. Sí, a partir de ahí nos tuvimos que tragar muchos bodrios entre rejas y dirigidos por ineptos con sobredosis...
Ahora bien, sigan mi consejo y véanla.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!