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sábado, 3 de mayo de 2025

Dogmariando


 

Aquello ya tan lejano del Dogma era algo, creo que lo convenimos hoy día, que sólo tenía algún interés en el fondo, y que la forma era una especie de clickbait, sofisticado si se quiere, pero que aportaba poco a un cine que de no tener algo interesante que contar no tenía nada más. Cierta deriva en el cine escandinavo nos habla de aquellos rescoldos, perímetros argumentales por los que encontrar una cierta crítica a través del audiovisual, y de ahí a reestructurar una identidad a veces difusa. Pongo como ejemplo HYPNOSEN, de 2023, donde resuenan ecos de Ruben Östlund, pero por supuesto de Lars Von Trier y, más soterradamente, del primer Lukas Moodysson. Un cine directo, veraz, de poco ornamento, que prefiere ir al hueso de lo que cuenta, siempre desde un punto de vista sarcástico, cuando no directamente destroyer. Una joven pareja crea una aplicación sobre salud femenina, con la intención de presentarla en una convención y encontrar inversores para lanzarla. Un poco antes, ella acude a una terapista de hipnosis con la intención de dejar de fumar, pero como resultado comienza a comportarse de manera extraña, lo que convertirá la convención en un caos. En realidad, se nos habla de algo tan viejo como las hipocresías sociales, cómo debemos mantener nuestras máscaras, tragarnos lo que cruza nuestra mente y, sobre todo, poner buena cara. Nada que no hayamos visto antes, y que concreta en un film correcto, simpático, con pocas ambiciones y dos interpretaciones centrales competentes. Vendría a ser un Dogma sin los preceptos del Dogma, aunque ya saben que todo está en el ojo que mira...
Saludos.

viernes, 13 de enero de 2023

Los pájaros a las escopetas


 

El caso de Ruben Östlund es diametralmente distinto al de ayer. Hablamos de un cineasta, conquistador de casi todos los premios existentes, y que propone un cine complejo en la estructura, pero con vocación de bajar al suelo cualquier tema que aborde, acercarlo para que cualquiera lo entienda. TRIANGLE OF SADNESS, últina ganadora de la Palma de Oro en Cannes, es una película mutante, un relato que como sus personajes se va adaptando a los cambios e imprevistos, sabiendo que a veces bajarla cabeza es el único modo de no perderla. En su arranque, pareciera que Östlund volviera al corrosivo retrato social de THE SQUARE, con una agencia de modelos masculinos y un joven que quiere abrirse paso como sea. Junto a su pareja, modelo e influencer, asisten a un crucero de lujo, invitados por un seguidor anónimo, y allí se entremezclan con millonarios, descubriendo que cada uno lo es por distintos motivos. Es en ese momento en que el cineasta sueco adopta manera buñuelianas, y despeña a sus personajes entre la burla y el escarnio, en una suerte de carnaval de excesos, donde no faltan buenas dosis de vómitos y diarreas durante una tremenda tormenta. Con el espinazo aún humeante, aún queda tiempo para una coda, en mi opinión innecesaria, en la que se invierten los roles y las miserias de estos personajes llegan a un extremo adyacente a la parodia de trazo grueso.
Es una buena película, incluso con algunos momentos de gran brillantez, pero en ningún modo es el mejor trabajo de su director, que debería empezar a no engreírse con sus "guiones originales" e ir admitiendo las influencias, que son muchas.
Saludos.

domingo, 2 de enero de 2022

Rincón del freak #488: Escenas de no saber qué hiciste ayer


 

Las resacas son lo que son. Yo no suelo tenerlas, pero conozco la sensación, el galvanizado de las células, los músculos apaleados, los sabores como amargo ruido blanco. Las fiestas traen resacas, como los vientos tempestades, o la tranquilidad guerra súbita. Si será un buen año se dirimirá por lo fuertes que sean los olvidos, no por recuerdos que no queremos que vuelvan. Ha sido un año para olvidar, porque no hemos podido olvidarnos del anterior, y es mucho acumular, como se acumula la nieve a la puerta de las casas suecas. Por eso me acordé de algo, un cine sueco que no se lograba decidir por bucear en las profundidades bergmanianas o festejar lo muy libres que se sentían al soñar con mallorquinas sensaciones. Jörn Donner era una rara avis, y se murió el año pasado, por cierto. No era sueco, sino finlandés, amigo personal de Bergman, quien le presentó nada menos que a Harriet Andersson, y llegó a compaginar el cine con la escritura, la política y la diplomacia. Y también filmó sobre esas resacas en las que terminas casado sin saber por qué, como en BAKSMÄLLA, que a ratos parecía indagar en las "escenas matrimoniales", y seguidamente recreaba coitos en hora punta. Mientras, la nieve acumulándose fuera, las amantes inglesas buscando la ropa, y ese anillo que no se sabe cómo llegó hasta ahí, como un vendedor de seguros despistado, o un San Bernardo inflado a huesos. Es ahí cuando te das cuenta de por qué en algunas culturas son imprescindibles las saunas...
Saludos.

lunes, 8 de julio de 2019

Ser especial



Tina es una chica muy muy especial. Trabaja en un puesto aduanero por la sencilla razón de que posee un olfato que le permite detectar cualquier irregularidad a distancia, literalmente. Pero Tina es feliz a duras penas, o quizá ni siquiera lo sea, porque se siente como una persona aparte, como si ni siquiera fuera humana. Paradójicamente, ese olfato superdesarrollado no le sirve a Tina para averiguar que ciertamente no es humana, algo que le descubre Vore, una "persona" que va y viene por ese puesto fronterizo y que parece ser el único igual de alguien tan singular como Tina.
Es preferible no desvelar mucho más de la trama de GRÄNS, el soberbio film de Ali Abbasi, danés de ascendencia iraní, que adapta asimismo una soberbia novela del escritor John Ajvide Lindqvist, autor también de la no menos genial "Déjame entrar". Es ahí, en el elemento sorpresa, donde la película cobra fuerza y sentido; porque, por mucho que nos preguntemos qué estamos viendo exactamente, es muy posible que no estemos preparados para una revelación tan estrambótica como genial y, en último término, de una hermosa elocuencia. De hecho, ni siquiera deberíamos hablar con simplistas etiquetas como "fantástico" o "ciencia ficción", porque nos perderíamos este canto a la diferencia, a cómo somos todos verdaderamente, por dentro, sin atender a la cortedad de miras de los demás, para quienes somos una simple apariencia a quien catalogar sin más.
Absolutamente maravillosa.
Saludos.

miércoles, 26 de junio de 2019

Bajo la alfombra



A los suecos les va más o menos bien cuando encierran sus fantasmas en el armario, racionalizan sobre lo que queda fuera del mismo y luego juegan a enseñarnos a ser libres. El mejor cine sueco siempre se ha construido sobre la desmitificación y desmontaje de un modo de vida con muchas sombras, y que normalmente sólo son expuestas gracias a la valentía y empeño de artistas que nunca se han conformado con el mueble de Ikea. Los nombres están ahí: desde un seminal Sjöstrom hasta su discípulo, Bergman, el más grande; con una transición hacia la época más reciente iniciada por gente como Roy Andersson y que ha desembocado en figuras tan interesantes como Thomas Alfredson o Ruben Östlund. Uno de los nombres más recientes y que con más fuerza han irrumpido en el panorama cinematográfico sueco es el del joven Magnus von Horn, que con su ópera prima, EFTERSKALV (DESPUÉS DE ESTO), fue el triunfador de los premios nacionales allá por 2015, aunque a mí me parece demasiado pronto para poder presumir de una carrera consistente y estimulante. La película narra la vuelta a su pueblo natal de un joven tras dos años de reclusión en un reformatorio, por motivos que (y ahí quizá esté el gran fallo del film) vamos conociendo con una morosidad extenuante y que apenas deja algún resquicio para que la narrativa fluya. Entiendo la influencia de cineastas como Haneke, que parecen manejar su guion como una partida de ajedrez con el espectador, pero debes estar muy seguro de lo que vas a contar y de cómo lo vas a contar, porque esa gelidez formal puede devenir en simple y mero aburrimiento. Hay una idea muy interesante en el corazón del film, y que apela a la a veces incómoda tradición de mantener unas apariencias que pueden llegar a ser absurdas, pero von Horn se pierde en una poco elaborada fisicidad, mientras que deja de lado la posibilidad de indagar en la ambigüedad del personaje central, del que sólo vamos viendo las vejaciones que sufre por parte de una comunidad que no lo acepta de vuelta. Tiene, es cierto, dos o tres momentos bien rodados, con nervio e intensidad, pero me queda claro que von Horn debe dar aún ese paso adelante, al menos si pretende mirar de reojo a nombres como los anteriormente expuestos. De momento, han pasado cuatro años y no ha presentado nada nuevo. Veremos.
Saludos.

viernes, 4 de mayo de 2018

El sueño de los monstruos produce la razón



Con el tiempo, THE SQUARE será considerada como una de las películas más importantes de lo que llevamos de década, quizás de siglo. Pero sólo con el paso del tiempo, justo cuando empecemos a ver títulos que intenten imitar su corporis, repleto de metáforas hirientes, imágenes que en ningún momento dejan de observar fijamente al espectador, precisamente porque no sólo fija su mirada en quien no comulga con su filosofía, sino que nos inquiere como parte culpable a todos, sin excepción. Pero ¿culpables de qué? Porque la eterna pregunta del hombre moderno ya no es si contribuye a que el planeta sea un lugar mejor, al haber transmutado su papel preponderante, sino más bien qué sentido exacto tiene su estilo de vida dentro de un marco de valores que, en el mejor de los casos, apenas le concierne a él y su reducido entorno. Ahí podemos encontrar un silogismo válido con la excusa argumental usada con inteligencia por Östlund en su película más redonda: una instalación en un vanguardista museo de arte contemporáneo. Un cuadrado en el que una placa advierte de que, una vez dentro de él, todos tendremos los mismos derechos y obligaciones, y por tanto no podremos negar ayuda a quien nos la pida... pero claro, dentro de los límites del cuadrado. Si THE SQUARE no es una película redonda (valga el chiste fácil), se me ocurre que quiere hablar de demasiadas cosas, al tiempo que depura su discurso y de alguna manera lo raquitiza hasta tocar el nervio. Incomoda, sí, pero no es el aspecto que más me interesa, y aún menos el estupendo trabajo visual de Fredrik Wenzel; la mayoría de los actores están impresionantes, sobre todo un Claes Bang que borda un personaje rematadamente complicado, al que necesita recomponer una y otra vez para causar tanto rechazo como compasión. No, es como una vibración en staccato, un interludio fantasmal entre escenas que no permite cohesión alguna, reforzando la sensación de que, por mucho que nos esforcemos en mantener impoluto el suelo de Estocolmo, eso no evitará que haya personas, seres humanos, a ras del mismo. O para dejarlo más claro ¿Y si para denunciar la esclavitud del esnobismo sólo se pudiera tramar un discurso decididamente esnob?
Saludos.

domingo, 4 de febrero de 2018

Rincón del freak #301: Parodia y decadencia del torture-porn



La imagen de alguien atado a una silla, escuchando con expresión aterrada todo lo que su captor promete que le va a hacer, es cada vez más recurrente, casi como un recurso estilístico, que no sé si puede tener alguna connotación psicológica más allá de su sadismo y truculencia. Películas que contengan estas escenas las hay a millares, pero eso es una cosa y otra es apoyar todo el peso de una historia sobre eso; confiar en que la tensión y la extrañeza brotarán de esa desigualdad implícita, para convertirse en una sinfonía de lo explícito. Estoy siendo tremendamente generoso, porque el caso de hoy no hay por dónde cogerlo; porque aunque su arranque promete algo de interés, muy pronto se despejan las dudas: no hemos venido a presenciar un tortuoso y crudo análisis de personalidades extremas, sino a ver hostias, cortes, amputaciones, violaciones y otras cosas que les dejo a su imaginación. Es decir, WE ARE MONSTERS suple su infantil guion con escenas sumamente desagradables, y el resultado son 80 minutos que parecen cinco horas, y que no dan nada de miedo, pero sí te hacen replantearte en qué diablos estamos empleando nuestro tiempo algunas veces.
No, no la vean.
Saludos.

martes, 28 de marzo de 2017

Y siguen viniendo...



EN MAN SOM HETER OVE (UN HOMBRE LLAMADO OVE) era otra de las nominadas al oscar en la categoría de habla no inglesa. Una irregular comedia negra acerca de la figura de un hombre bastante de mandarle a tomar por culo, que luego se va edulcorando hasta los límites de la diabetes y termina tirando por tierra una idea de partida bastante atractiva y que, me temo, debe estar más desarrollada en el libro en el que se basa. El Ove del título es introducido en un arranque que es lo mejor de sus excesivas dos horas, como un tipo quejoso y meticuloso hasta lo indecible, que no duda en tratar a la gente como mierda y que está pensando en hacerle un favor al mundo suicidándose tras ser despedido de la fábrica de transmisiones mecánicas en la que trabaja desde hace 43 años, y así reunirse con su esposa, recientemente fallecida. A partir de ahí, a Hannes Holm le toca reconvertir al personaje que parece salido de "Family guy" y que termine por caernos hasta simpático, y todo a base de unos flashbacks bastante torpones y convencionales. Baste que yo ponga aquí un ejemplo sangrante, el de un viaje que la pareja hace a España cuando ella está embarazada y que al director se le ocurre ilustrar con una canción de... ¡Demis Roussos! El odioso Ove se luce una vez más y critica cada rincón de unos apartahoteles costeros, mientras evita gastar un céntimo sisando del bufet libre... Así son los suecos, los mismos cuyas mujeres ponían los dientes largos a Saza y Landa y como venganza nos vendieron el Ikea... No digo más. Película plana, normal, corriente y olvidable. Sueca de Suecia, vaya...
Saludos.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Nieve en polvo



No podíamos terminar esta semana sin dejar constancia de la película que se alzó con el Giraldillo de oro el año pasado, si la de esta edición es igual de buena estamos de enhorabuena. Es difícil resumir en un par de frases todo el contenido de TURIST (subtitulada con un elocuente FORCE MAJEURE), que no sólo es una crítica a todo un sistema de valores, en este caso encapsulado en una fantasmagórica estación de esquí francesa a la que llega una familia sueca recién salida de un horno de modales Ikea; todo parece ir según lo previsto, pero Östlund, que se revela como un miniaturista de las emociones, está atento a esos miniterremotos cotidianos, pequeños enfurruñamientos o desacuerdos que apenas logran indicar si son el comienzo de una fisura aún mayor. De ahí, el director sueco adopta un silogismo consecuente y lo plasma en una escena antológica, en la que una falsa avalancha provocada sorprende a la familia mientras almuerza en una terraza. El suceso, aun nimio, desata esos nudos que intuíamos ya existían en el seno de unos personajes que son un triunfo de construcción, ya que podemos imaginar prácticamente toda su vida anterior. Importa menos la correspondencia (yo no la veo por ninguna parte) con Haneke, según ha apuntado gran parte de la crítica, en cambio, lo que más valor ofrece este áspero y desacomodado film es la exposición frontal de unos personajes que sólo son capaces de reconciliarse mediante la catarsis, la confesión y, finalmente, la claudicación ante sus imperfecciones. La familia sale limpia, reluciente y triunfante... pero todo ello tras añadir una capa más de falsedad a sus vidas; y esta película habla precisamente de eso que ninguno admitimos jamás: sólo somos felices dando la espalda a la verdad.
Rondarán tu cabeza durante mucho tiempo esas imágenes fantasmales con Vivaldi de fondo...
Saludos.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Actitud



Cuando le dices a alguien que eres un punk, te mirarán raro, te mediran con la condescendencia del que todo-lo-sabe, quizá resople entre dientes mientras dos palabras le palpitan bajo el serrín "¡Caso perdido! ¡Caso perdido!", que es su pensamiento recurrente tras el mono con los platillos... Si tu actitud, no sólo tus palabras, responden al indomable espíritu punk, entonces tu interlocutor sólo contemplará dos opciones: irse cagando leches o llamar a los TEDAX. Ése es el tema, que no importa el qué, sino el por qué ¿Por qué hacemos, unos y otros, lo que hacemos? ¿Por qué lo hacemos aunque no nos guste? Y en último término ¿Por qué no nos quejamos nunca? Lukas Moodysson dio la respuesta hace un par de años con VI ÄR BÄST!, que reduce cada brizna de papilla protopunk hasta llevar su semántica hasta el último reducto posible, que es la pataleta infantil; una vez la perdemos, nos dice, estamos finalmente domesticados. WE ARE THE BEST! es una película adorable, pero con un mensaje aterrador sobre nosotros mismos; nos conmina a que no nos sigamos mintiendo y veamos de una vez que nuestra esclavitud subvencionada no es lo que un día esperamos, quizá se parezca a lo que ensayaron nuestros padres cuando les aflojaron el lazo, pero esto no lo resuelven ni los UK Subs, ni los Damned, ni la madre que los parió. El punk, amigos, no puede morir, porque cada bebé, en su misteriosa e inabordable anarquía, es ya un punk... y con muchas agallas, añadiría. El hecho de que la película que, hasta el momento, mejor ha explicado la esencia de ese explosivo e incontenible deseo de rebeldía tenga como protagonistas a tres renacuajas de apenas trece años, puede sonar a boutade antropomórfica (o de nuevo el mono listillo...), pero a mí me parece que es ir al centro neurálgico de la cuestión. Nos (des)educan muy pronto, luego ya no hay nada que hacer...
En el SEFF levantó a la gente de sus "poco confortables" butacas; yo, humildemente, me inclino...
Sencillamente fantástica...
Saludos.

jueves, 23 de abril de 2015

La vida es sueño



¿Qué somos? o ¿Por qué somos lo que somos? Son preguntas que, ante todo, nos refieren a una causalidad a la que no pretendemos ser ajenos, sino que nos reafirman como identitarios de nosotros mismos, y precisamente en momentos de crisis de identidad, especialmente (y cruelmente) remarcables en la actualidad. Es SMULTRONSTÄLLET (FRESAS SALVAJES), quizá, la aproximación más sentimental de Ingmar Bergman a uno de sus temas capitales, el tiempo que permanece en la memoria, consciente asimismo de su propia inexistencia material. Por ello no es casual la larga escena onírica al principio, ni las constantes alusiones a la ensoñación como un estado más del ser humano; éste, el profesor Borg (magistralmente interpretado por el director y maestro de Bergman, Victor Sjöström), ni mejor ni peor que cualquier otro ser humano, solo que quizá aterrado por arrebatos de lucidez, que le ponen constantemente frente al mundo y a sí mismo. FRESAS SALVAJES es una inesperada road movie, un cinemático concurso de voluntades expuestas y contrapuestas, puestas en duda tan sólo para afirmar lo que ya sabíamos, que nada o todo es susceptible de ser cierto. Borg va recogiendo pasajeros, al tiempo que rememora su juventud, un tiempo que considera perdido o malgastado, pero también el último tiempo en el que se acercó a ser feliz. Va a ser nombrado Doctor Honoris Causa, pero esto le importa menos que recostarse en aquel rincón olvidado, donde crecían las fresas salvajes. Su historia no retrocede, avanza con la sensación de que a todos nos pertenece ese momento crucial, un punto de no retorno con el derecho a disgustarnos por una extinción que juzgamos injusta, y baste para ello un sencillo contraplano frente a un espejo, quizá la realidad menos real de todas, menos, incluso, que un sueño...
Saludos.

domingo, 27 de octubre de 2013

Rincón del freak #128: La tuerta jodelotodo



Reconozco que he tenido que reprimir mi impulso primario por poner aquí una reseña dedicada al gran Manolo Escobar, que se lo merecía. Será la semana que viene, porque hoy tenía preparada una bizarrada de las de verdad, una cinta tan jodidamente de culto que me consta que supone la GRAN fuente de inspiración para Quentin Tarantino y Robert Rodriguez, que se reunen una vez al año para recoger ideas de THRILLER-EN GRYM FILM... ¿Que de qué va?... Hmmmmmm... ¿Habéis visto una cosa que se llamaba KILL BILL?... ¿ein?... Pues esto es KILL BILL en 1973, a lo bestia, con una actriz porno como protagonista, con escenas reales de sexo explícito (sí, también mucho antes que Winterbottom y von Trier...) y con un argumento que seguro que a más de uno le sonará de algo.
Pues resulta que una niña (en una escena deudora de EL CEBO) es violada salvajemente y cuando crece, por si fuera poco, es secuestrada por tipo bastante cabronazo que la mantiene presa para explotarla en un burdel. Un día intenta escapar y el precio es que le sacan un ojo con un escalpelo, tal cual. Ni corta ni perezosa, y con todo el dinero que le ha quitado al chulo, contrata a una serie de especialistas que la instruirán en el arte de la guerra, la lucha cuerpo a cuerpo, las armas y hasta la conducción temeraria. Hay hemoglobina a tutiplein, descuartizamientos en primer plano, pollas, coños, tetas, parches, ojos de goma, suecos enfadados, suecas pegando hostias y, por supuesto, Tarantino gritando: "¡Ya tengo mi protagonistaaaaaaaaaaaa!".
No sé si recomendarla, pero seguro que han visto pocas cosas como ésta.
Saludos.

viernes, 8 de marzo de 2013

Un documento para creyentes



El documental que ha ganado el oscar este año ha sido una curiosa producción sueca acerca de la imposible búsqueda de un misterioso cantautor norteamericano de raíces hispanas a cargo de sus únicos fans en todo el mundo... en Sudáfrica... Pero no nos confundamos, porque SEARCHING FOR SUGAR MAN no es ningún peñazo transnacionalista con ínfulas bienhechoras y edulcorantes; antes al contrario, lo que el joven Malik Bendjelloul (sí, no es un nombre muy sueco, pero qué le vamos a hacer) propone en esta excepcional película, que pasa en un suspiro y dejándonos con una sonrisa de oreja a oreja, es nada menos que ajustar cuentas con una industria, la musical, que no es que esté ciega, sino que no está dispuesta a deificar a quien simplemente es capaz de mantener los pies en el suelo en mitad de la tormenta. El caso, curioso como pocos, nos lleva hasta la rígida Sudáfrica de aquel canalla llamado Pieter Botha, y sin entrar en demasiados detalles se nos cuenta el extraordinario impacto que las canciones de un tal Sixto Rodriguez tuvieron en la juventud anti-Apartheid, recluida en un sistema que apenas filtraba nada del mundo exterior. Rodriguez era un insólito cruce entre Bob Dylan, Nick Drake y cierta poesía amalgamada tras muros de ácido, un tipo muy de finales de los sesenta, aunque por aquel entonces la tipografía abundaba... de no ser porque a Rodriguez, literalmente, no le conocía ni el Tato (santo patrón de los sabihondillos). Grabó dos discos, sus productores lo alababan y no entendían cómo a nadie le podía interesar, así que pasó el tiempo y Rodriguez desapareció de cualquier tipo de escena artística... pero en Sudáfrica seguiría siendo un ídolo "más famoso que Elvis Presley". La epopeya (literal) de un audaz periodista que decidió recoger el testigo que un grupo de ultrafans le dejó para que intentara seguir el rastro de tan misterioso personaje es el eje central de un documental que, casi sin pretenderlo, cuenta muchas más cosas de las que parece, y que es un emocionante soplo de aire fresco y nada ombliguista. Lo que cuenta no es en absoluto nuevo, pero lo hace tan bien que uno no se arrepiente de haberse acercado a esta joya que perdurará, y puede que incluso más que su leyenda olvidada...
Saludos dulces.

martes, 11 de septiembre de 2012

Ni lo uno ni lo otro



A ver... leo por un lado: "Que si trama sólida y personajes bien dibujados y suspense y aventura y principio y final de todas las cosas". Y por otro: "Que esto está más visto ya que el TBO y que los nórdicos nos la llevan colando un tiempecito y que a ver si espabilamos con estas cosas que estamos más dormidos que Homer Simpson en una ópera de Schönberg..."
Conclusión: Ni una cosa ni la otra. No. Lo primero es lo primero, y lo primero es situarnos, porque esto, que se llama BECK: I STORMENS ÖGA ("En el ojo de la tormenta") es una especie de crossover de las aventuras del detective Beck, que en realidad no es el protagonista pero ayuda a "realzar" el prestigio de una trama, efectivamente, bastante anodina; el verdadero protagonista es un policía llamado Gunvald Larsson, que parece esconder más de lo que enseña y que se ve involucrado en un lío bastante estrambótico que parte del hallazgo de una mujer carbonizada. No esperen la repera porque no la van a encontrar; en cambio, si están hartitos de tragarse minucias repetitivas como "Bones", "N.A.V.Y." o "C.S.I (elijanlavariante)", este telefilm sueco ofrece altas dosis de ambigüedad; ni los buenos son unos santos, ni a los malos les falta un hervor, ni las motivaciones son un cúmulo de summum trascendentalis. No, porque se trata de la típica guardarropía policíaca de toda la vida, dura horita y media justa, y se ve, se disfruta y se olvida con la misma facilidad que uno decide echar una tardecita en el IKEA. Así que es ideal para no romperse mucho el coco, pero ojo con idealizar modelos de conducta... y menos, en época de crisis.
Saludos tormentosos.


* (Sí, ya sé que no tiene nada que ver con el 11-S... ¿y...?)

martes, 3 de julio de 2012

Por qué hacemos lo que hacemos



El título no es pregunta, sino, efectivamente, afirmación ¿Por qué los seres humanos nos seguimos chocando de frente con nosotros mismos? Entre nosotros, contra nosotros. Un sinsentido que parece resistirse a ser erradicado y que es como una pesada losa que nos mortifica, que no permite que seamos felices aunque su remedio nos petenezca sólo a nosotros. Y es que bajo las subyugantes imágenes de KÖRKARLEN (LA CARRETA FANTASMA), gran obra maestra del realizador sueco Victor Sjöström, importa menos la monocausa impar del condenado a conducir el carromato destinado a recoger las almas de los muertos, como la idoneidad del momento preciso y decisivo, el que marca el destino. Así, y teniendo en cuenta la importancia que para Ingmar Bergman, alumno aventajado de Sjöström, tenía la reflexión sobre el imparable paso del tiempo, nos encontramos primero con la inconsciente iniquidad de David Holm, alcohólico que disfruta fustigando a su propia familia, para seguidamente arrepentirse cuando su hora ha llegado. No es tanta venganza o reprimenda, como sí un frío discurso sobre la fugacidad humana, de lo poco importantes que son sus cuitas al lado del implacable y paciente reloj de arena. Evidentemente, para un film ya cercano a los cien años, sus hallazgos visuales (el juego de fotogramas superpuestos al aparecer la carreta es simplemente apabullante) siguen siendo objeto de estudio y admiración, así como una puesta en escena tan sobria como milimétrica, o una grandísima dirección de actores, comenzando por el propio Sjöström, que borda un papel sumamente complejo. Sin embargo, el gran dardo que nos envía un film tan actual como KÖRKARLEN es, precisamente, el que nos inquiere acerca de nuestros actos, de lo idiotas que somos y cómo apenas podemos darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. En este sentido, la parte final es un ejemplo de cómo el montaje queda a disposición de un crescendo emocional que en este fantástico film alcanza cotas de crispación casi insoportables. Un clásico con mayúsculas que ha sido lanzado hace pocos meses en DVD por  "Acontracorriente" y que a su recuperación inédita de metraje hay que sumarle unos edificantes comentarios del gran Jesús Palacios. Una joya.
Saludos fantasmales.

sábado, 31 de diciembre de 2011

La cima



No se me ocurre un título mejor que FANNY OCH ALEXANDER para clausurar este año que para El Indéfilo ha sido intenso a más no poder. El final del año, el comienzo de otro; las convenciones familiares, los susurros esquinados, las buenas intenciones ahogadas por los gritos de autoridad. La represión, la infelicidad, el asesinato de la inocencia. Hombres y mujeres reunidos, débiles y fieros, con carne ante ellos; ellos son carne, ojos que buscan otros ojos, manos que tocan el desamparo. Fin de año; fin de fiesta. Bergman entendía que sólo puede buscarse la verdad mostrando la mentira, los mentirosos, los que se escudan en sus propios rituales para encontrar un sentido apacible a su insoportable naturaleza. Bergman es Alexander, el niño observador, rebelde, verdadero; Alexander ve cómo se suceden los acontecimientos, cómo se despliega el gran espectáculo humano, primero en las interminables cenas familiares, luego en la representación de marionetas. Y conoce la supresión de lo que conformaba hasta entonces su mundo, lo que hace que valore positivamente lo que antes le resultaba insoportable; enfrenta lo relativo, lo imperfecto. Suecia como lugar mítico enclavado en el final de una época, como pequeño marco de las grandes tragedias humanas. Personajes que van y vienen, que ocultan secretos tras las puertas, que desvelan sus deseos y flaquezas y obran minúsculos milagros cotidianos. Enfermedad, muerte, decadencia y alegría y goce de los sentidos; automatismos y titubeos, luz y oscuridad y chistes privados y moralinas sustitutivas. La gente ya existía antes que nosotros en todas partes, y estaban vivos, vivían con sangre por sus venas y organizaban reuniones familiares para no tener que reconocer que iban a salir del mundo de la misma forma que ingresaron en él. Y Bergman pone la cámara justo ahí, en el caudal de la incertidumbre humana, y ajusta la luz de gas para obtener infinitas tonalidades, para mostrar sólo lo justo u obligarnos a cerrar los ojos ante tanta claridad.
Se cumplen treinta años de esta obra maestra absoluta y no se me ocurría una fecha mejor que ésta, la última, para traerla, cabecera incluida, y volver a recomendarla; no se puede entender el cine del siglo XX si no se ha visto con el respeto que merece. Sean felices.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un cuento de horror romántico



Haga usted una película, a comienzos de los años sesenta, ambientada en el siglo XIV y que trate sobre una oscura leyenda medieval. Mezcle brutalidad, reflexión teológica, agnosticismo, romanticismo y no pase de las catorce páginas de diálogos. Por supuesto, en Blanco y Negro... Si encuentran otro caso parecido, aparte de JUNGFRUKÄLLAN (EL MANANTIAL DE LA DONCELLA), avísenme, pero lo van a tener difícil.
Siempre uno o varios pasos por delante, Ingmar Bergman ideó una claustrofóbica, brutal y bellísima película a la que sólo se puede y se debe acceder con una entrega absoluta. Y es que todo comienza por los cauces del fanatismo religioso, con una extraña ofrenda a una virgen por parte de otra, una joven princesa que ha de recorrer un peligroso camino por el bosque. No me gustaría contar demasiado, porque lo cierto es que los meandros narrativos por los que discurre esta obra maestra, además de adelantar muchas claves del cine que se haría posteriormente, es una caja de sorpresas, donde las apariencias, las ilusiones, tan presentes en el cine del maestro sueco, hacen que dudemos hasta de lo que nos es presentado como hechos irrefutables. Pocas veces he visto mejor representada una supuesta Edad Media, y no por un derroche de medios técnicos, sino por un tratamiento de los personajes que poco tiene que ver con, por ejemplo, el Siglo XX; moral y religión entrecruzadas, indivisibles en un cuento verdaderamente terrorífico, que hace enmudecer a los ignorantes, a los que creen saber algo sobre cine, el cine como artefacto y no como facto. Desmontar esto no es fácil, pero empezar viendo JUNGFRUKÄLLAN ayuda a cambiar la embotada percepción que podamos tener acerca de la "adaptación" de un tiempo pretérito. Y todo esto sin hablar de la impresionante labor de los actores, con Max von Sydow en todo su esplendor y Birgitta Valberg dando vida a esa doncella que apenas entiende el despiadado curso que tomará su vida. Especialmente significativa es la "dreyeriana" escena final, una especie de metáfora que resuena mucho tiempo después de haber visto esta extraordinaria película. Imprescindible.
Saludos inagotables.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Rincón del freak #35: ¡Te quedas helao!



A estas alturas, tendríamos que estar un poco hasta los cojones de peliculitas de vampiros y de zombis provenientes del norte de Europa. Nieve, sangre y nulo sentido del humor para ilustrar lo que empieza ya a parecerse demasiado al pajilleo nipón con lo de los monstruitos. Una, una y no más salvaría yo de esta avalancha de títulos, y ustedes saben muy bien cuál es; nada que ver con la de hoy, un despropósito que empieza más o menos bien y termina como el rosario de la Aurora Boreal... Y si no, no tienen más que echarle un vistazo a esto que atiende al nombre de FROSTBITTEN, donde otra muchacha con problemas generacionales (es decir, que aún no tiene el último disco de The Rasmus) se muda con su madre soltera a un sitio donde hace mucho frío, al norte del norte, lo que no impide que la muchachada local haga botellonas y se inicie en los ritos de apareamiento tontuno que inauguraron, entre otros catedráticos de Filosofía, los Albóndigas... Y bueno, que salen vampiros que muerden a la gente, y que también hay unos como chistes que no logro entender, y que esto suena todo a muy visto, a una planicie de ideas terrorífica, probablemente lo único que da terror en esta cosa, con la que podemos imaginar por qué ese país tan civilizado tiene la tasa más alta de suicidios de Europa. A mí no me extraña...
Saludos desde el refrigerador.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La linterna mágica



En ANSIKTET (El rostro), Ingmar Bergman decidió sumergirse de lleno en uno de sus temas predilectos; la necesidad o no de las ilusiones en un mundo austeramente descreído, la contraposición de valores entre lo burgués y lo bohemio y el viaje a ninguna parte, a lo desconocido, le sirven al maestro sueco para poner en pie un juego de espejos absorbente y a ratos desquiciante, donde (también) el espectador es engañado varias veces hasta quedar desorientado respecto a lo que ve en pantalla. Y eso que no creo que se trate de una de sus obras más espesas; contrariamente, ANSIKTET se inscribe en una especie de intersección entre el fantástico, el terror gótico y la comedia bufa; es únicamente el discurso filosófico de su autor el que dota de una entidad arrebatadora lo que en otras manos habría sido un divertimento.
Se nos cuenta la extraña historia del extraño Dr. Vogler y su no menos estrambótica troupe, que viajan en una destartalada carreta presentando un espectáculo de magia basado en ciertas habilidades magnéticas, lo que ya suena raro de por sí. Vogler oculta su verdadero rostro bajo una peluca y una barba postizos y jamás pronuncia una palabra; su joven ayudante es en realidad su esposa, haciéndose pasar por un muchacho; terminando con la inquietante abuela Vogler, una suerte de bruja experta en sortilegios y brebajes que cree firmemente en la resurrección de la carne, Tubal, que es una especie de representante que sólo piensa en retirarse de la itinerancia y el cochero Simson. Al llegar a un pueblo serán recibidos por el Cónsul Egerman, el zafio Superintendente Starbeck y el médico Vergerus, dispuesto a destapar las mentiras de dicho espectáculo. Bergman es mucho Bergman, y ANSIKTET se desplaza constantemente de un lugar a otro; no es que no se decida, es que es consciente de que la verdad es sólo una, pero la falsedad también, e igual de interesante; así que prima una rara inquietud por desvelar, comenzando por la verdadera identidad de Vogler, pero también por apoyar el escarnio que los artistas, heridos en su orgullo (aunque sustentado por lo voluble), tienen preparado a sus escépticos anfitriones, lo que desemboca en un final que podría haber filmado un Murnau, pero también (ojo) un Woody Allen desatado y juguetón. Hay quien la considera uno de los pocos fiascos del Bergman de aquella época, pero curiosamente ha ido ganando con el tiempo, sobre todo por su inclasificable y desconcertante idiosincrasia, que la sitúa, si preferimos, un poco al margen de otras obras más "bergmanianas", sea eso lo que fuere.
Saludos por la cara.





miércoles, 6 de julio de 2011

Nadie te quiere ya



Lukas Moodysson es uno de esos directores de cine que difícilmente logrará traspasar nunca cierta barrera invisible de prejuicios y etiquetas más allá del circuito de festivales a los que presenta sus obras; en su mayoría, retratos intimistas que anhelan cierta apertura al mundo, dando por hecho (y esto no suele jugar en favor del interpelado) que las conexiones mundiales según las que todos somos iguales son más evidentes de lo que creemos. Lo pudimos ver en la fallida MAMUT, donde todo aparece del mismo modo en cualquier sitio, por remoto que sea; y, aunque mucho más comedido y consciente de sus limitaciones que, por ejemplo, Iñárritu, el director sueco parece no cejar en dicho empeño y hacer de esta caída libre precisamente su asidero más notorio.
Respecto a todo esto, Moodysson rodó allá por 2002 la que sigue siendo su obra más redonda y comprensible. LILJA 4-EVER tiene, entre otras muchas virtudes, la de lograr que nos creamos a pies juntillas todo lo que le pasa a una adolescente rusa cualquiera, sin caer en efectismos, sensiblerías ni denuncias de ONG. Ya desde el brutal arranque nos ponemos en situación: Lilya vive en un barrio deprimido donde la delincuencia y las drogas son habituales, su casa es un cuchitril que se cae a pedazos y su único amigo, por llamarlo de alguna forma, es un niño que merodea por allí. Un día su madre se va, así, tal cual; se marcha con un hombre, le da igual lo que le pase a su hija, la abandona a su suerte. A partir de ahí, Lilya chocará de frente con la realidad. No puede hacer frente, como es lógico, al pago del alquiler, y apenas subsiste comiendo en casas de vecinos y familiares. Tiene otro acierto Moodysson en no dejar cabos sueltos y mostrar las pésimas condiciones de vida a las que se ve abocada la joven, que no tarda en tantear los bajos fondos de la prostitución incitada por una amiga, aunque sin llegar a hacer nada. En estas, una noche conoce a un chico joven , apuesto, con un buen coche y un buen trabajo en Suecia; se enamora, es el hombre de su vida; le propone irse con él a vivir a Suecia, una vida nueva, un mundo nuevo. Supongo que el resto se lo imaginan, y compone un final trágico y cruel, un poco en la línea que recientemente propusieron los hermanos Dardenne en EL SILENCIO DE LORNA. Sí, estamos ante una película que denuncia, que muestra las cloacas de la Europa civilizada, sus mártires, sus esclavos, sus nuevos parias; desprende un fétido olor que lo impregna todo, tan nauseabundo como necesario. Y, efectivamente, LILJA 4-EVER es una película terriblemente necesaria, así que búsquenla.
Saludos para siempre.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!