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sábado, 16 de mayo de 2015
Los buenos asesinos
Me entero de que John McNaughton había vuelto a rodar, más de una década después, y que su nuevo proyecto era una historia de "horror cotidiano", un poco en la línea de la que sigue siendo, treinta años más tarde, su insuperable obra maestra, HENRY... No son malos argumentos para acercarse a THE HARVEST, menos aún si el reparto está encabezado por dos colosos como Michael Shannon y Samantha Morton. El resultado, sin embargo, es decepcionante.
McNaughton siempre hasido un director tosco, de una sinceridad abrumadora, pero poco dado a finuras estilísticas ni alardes de cara a la galería; necesita, por lo tanto, que su historia sea lo bastante potente como para no tener que desviar ni un centímetro la acción del hecho en sí. Aquí los elementos están bien dispuestos, correctamente conformados, y la trama va desenvolviéndose con cautela. Sabemos que hay más oculto de lo que se cuenta, y que el final deparará una sorpresa culminante. Es por ello que apenas esbozaré un rápido trazo sobre su sinopsis: Hay un chico muy enfermo que es cuidado en su casa, de la que nunca sale, por su apocado padre, del que sabemos que ha sido enfermero, y su absorbente y despótica madre, poco más. Entonces se muda una chica joven al lado e intenta entablar una amistad, que será rechazada de plano por la madre. A partir de ahí, la chica descubre el gran secreto que se esconde tras esa inexplicable actitud, capaz de dejar a su hijo completamente aislado del mundo exterior "por su bien".
Hasta ahí la sinopsis. La ejecución, lamentablemente, es convencional hasta rozar el telefilm de sobremesa, los personajes están mal dibujados, y algunos, como un incongruente Peter Fonda, ni siquiera justifican su presencia. Parece un trabajo hecho a toda prisa y sin convicción, lo que parece extraño para alguien que ha esperado tanto para volver a rodar. Sólo el terrorífico expresionismo de una Samantha Morton omnipresente merece la pena, el resto, como digo, parece augurar el triste finiquito de un director perdido desde hace mucho en las procelosas aguas de la aspiración...
Saludos.
sábado, 26 de marzo de 2011
Epítome readaptado de una obra ajena
MAD DOG AND GLORY es una curiosidad, una rareza; la película que le hubiese gustado rodar a Martin Scorsese pero que sólo se atrevió a producirle a un John McNaughton con las puertas de Hollywood abiertas de par en par tras su demoledor y aclamado debut, HENRY... Con un reparto de lujo, que contaba entre otros con un trío de ases formado por Robert De Niro, Uma Thurman y Bill Murray, MAD DOG AND GLORY es un policial que se adentra en la comedia sentimental, o quizá es una comedia con contundentes ramalazos de cine negro, u otra cosa aún por definir... Sí, lo que a Scorsese le sale tan bien y que, para definirlo de alguna forma, llamamos "sello personal". McNaughton no es Scorsese, y eso tiene su lado bueno y su lado malo; por una parte, te permite usar los códigos del maestro sin imitarle, por el otro, si caes en la imitación harás un ridículo seguro, algo que este extraño film roza durante todo su metraje.
Esta es la historia de Mad Dog, un policía apocado y solitario que una noche, buscando al sospechoso de un asesinato callejero, y en una improbable carambola, le salvará la vida a Frank Mylo, un hampón cínico y elegante cuya pasión son los monólogos cómicos. Mylo, en deuda con Mad Dog, invitará a éste a su club de monólogos, donde conocerá a Glory, que trabaja de camarera. Glory se convertirá en "el regalo" que durante una semana saldará la deuda contraída por Mylo, pero todo virará a oscuro cuando Mad Dog se enamore perdidamente de Glory, que le revelará que se encuentra asimismo saldando la deuda de su hermano casi como una esclava de Mylo. Así, MAD DOG AND GLORY transita por momentos de enrarecido patetismo y momentos decididamente surrealistas, como el matón que bebe Chivas con leche, los monólogos de Murray exclusivamente por y para mafiosos o la estrambótica pelea final entre dos improbables camaradas, un policía y un capo, lo que constituye una reducción al absurdo mucho más audaz de lo que Scorsese haya rodado hasta ahora al respecto ¿Fue, por tanto, John McNaughton no más que un conejillo de indias, un "probador"? No lo sabremos, pero sí sabemos que su errabunda carrera se despeñó a partir de entonces. Aun así, se trata de un título a reivindicar 18 años después de su estreno, por su carácter marciano y la cantidad de obstáculos de las que parten sus muchas e interesantes ramificaciones y conexiones.
Saludos locuelos.
viernes, 5 de diciembre de 2008
No busquen explicaciones

Hablando de lo nuestro, y al hilo de lo anterior, se hace bastante difícil buscar el tono adecuado para comentar una película como HENRY: PORTRAIT OF A SERIAL KILLER. Independientemente de su calidad, que puede que no sea mucha, por la desnudez con la que intenta ponernos delante de la jeta el horror de lo cotidiano, o lo vulgar que llega a ser el ejercicio de la atrocidad. Porque, lejos de sublimar al asesino, como en la mayoría de filmes de este tipo provenientes de Hollywood (nos acordamos de Lecter, Myers, Vorhees, Jigsaw, etc...), John McNaughton, director perfectamente enrolado en la mejor tradición de la serie "B" negra, presenta a Henry como lo que es: un tipo sin motivaciones que le coge gustillo a lo de cargarse gente. No, no hay explicaciones metafóricas sobre el bien y el mal o adecuaciones más o menos filosóficas acerca de la ambigüedad de la moralidad occidental... Nada de eso. Henry le incrusta un televisor a un tipo que no le quiere arreglar el suyo, después le incrusta a una mujer un vaso roto en la cara y termina cargándose a "su mejor amigo", descuartizándolo y metiéndolo en una maleta... Y ya está, ésa es la película. No es que pueda decir que sea muy buena o muy mala, sólo que se trata de un caso absolutamente insólito a la hora de hacer cine en U.S.A., donde el asesino en serie ya es casi como de la familia.
Saludos pre-navideños.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!