martes, 31 de marzo de 2009

Contar una historia

Hace ya algunos años de la prematura deesaparición de un cineasta de curiosa trayectoria y en el que, en un momento dado, justo al final de su repentinamente truncada obra, tuve algunas esperanzas de hallarme (al fin) ante ese Truffaut o Rivette o Garrel o Resnais patrio; un cineasta sin miedo a los sentimientos ni a los diálogos, dando el cien por cien en cada decisiva escena.
Aquel director era Ricardo Franco, y nunca le lloraremos lo suficiente. El film al que deseo referirme aquí fue el penúltimo de su corta, intensa e irregular carrera. LA BUENA ESTRELLA parte de un shock, el experimentado por Rafael al rescatar, literalmente, a Marina. Pero como ésta no es una película sobre héroes y heroicidades, nos toca tragarnos nuestras convicciones y asistir a una hermosa película acerca del dolor y la impotencia. El dolor representado por Marina, Maribel Verdú en su personaje más trabajado, una pobre chica que es como un gato al que le han dado demasiadas palizas, no se fía de nadie. La impotencia es la de Rafael, un Antonio Resines con importantes trazas de Léaud, un carnicero que ha perdido su virilidad en un accidente y con ella cualquier intento de ser feliz. Ambos se encuentran y emprenden una imposible historia, no de amor, sino de remansos, una huida en común del dolor y la soledad. Imposible por la presencia de Daniel, Jordi Mollá en un papel-tipo que suele dejar resultados bastante ridículos si no son abordados con la sinceridad y el carisma que Franco es capaz de extraer del actor catalán. A partir de ahí, la película mueve y conmueve; y en una asfixiante y teatral puesta en escena somos testigos de que hay sueños que son imposibles y personas destinadas a la tragedia. En una bella escena, casi sin palabras, un sutil gesto de Rafael nos indica que todo va a tomar un giro inexplicable, porque Rafael no es un héroe, los héroes no existen.
Fue una pena para nuestro cine, porque se intuían grandísimas cosas en LA BUENA ESTRELLA, luego corroboradas en LÁGRIMAS NEGRAS, trabajo en cuya realización encontraría la muerte Ricardo Franco.
Saludos impotentes.

Golf girl

Una chica también de lo más peculiar la descrita por los semiolvidados Caravan.


lunes, 30 de marzo de 2009

Rotundidad

Me he visto obligado a modificar mi "hoja de ruta" particular ¿El motivo? Nos ha cogido por sorpresa la muerte del grandísimo compositor Maurice Jarre; uno de esos iconos indisolubles del concepto más clásico que cono cemos como "banda sonora". Jarre fue poseedor de una vasta obra y de un notable dominio de las grandes y frondosas orquestaciones, pero probablemente sea DOCTOR ZHIVAGO su partitura más redonda, la más lograda, la más recordada. Y es que hay un halo mágico cuando Zhivago llega en trineo al palacio helado, uno de esos momentos irrepetibles en la historia del cine, el mito hecho celuloide. Lo dicho, por un lado esa música arrebatadora, inmortal; por el otro, ese momento congelado en el tiempo que constituye la superproducción más intimista de todos los tiempos, la obra de un orfebre de la imagen. No concibo a otro que no fuera David Lean dotando de sentido, entidad y sensibilidad al texto de Pasternak, la historia, fascinante y estremecedora a partes iguales, del doctor que cura compasivamente, sin importarle ideologías ni bandos, el doctor que es poeta, que es un luchador idealista. Los diálogos de DOCTOR ZHIVAGO son demoledores, dan cuenta del momento más convulso de un país a pique. Los momentos íntimos, sin embargo, son de una exquisitez conmovedora; Lean filma los interiores desde fuera, no nos deja entrar hasta que no hace que reparemos en lo que ocurre dentro. El momento sublime de la escritura, del hombre postrado ante la hoja en blanco, es rcogido con la misma decisiva exactitud que una revuelta en plena revolución rusa. Todo eso... y estaba Julie Christie, sobre la que prefiero reservarme todo comentario.
Sirva este pequeño recordatorio acerca de una grandísima película como agradecimiento por mi parte tanto a Lean como a Jarre por ser parte activa de esta maravillosa enfermedad que padezco. Enormes saludos.

El tema de Lara

Y poco, muy poco más se puede añadir...


sábado, 28 de marzo de 2009

Una peli de espías

Se puede colocar la cámara frente a lo que ocurre; se puede esconder discretamente detrás de lo que ocurre; se puede dotar de libertad de movimientos, sin importar demasiado un centro específico de acción o se puede acomodar uno a una cámara esquiva e incómoda, pero hay que saber muy bien cómo usarla para no caer en la pedantería de falso autor.
No sé si a la gente que vio en su momento LO QUE SÉ DE LOLA le ocurrió lo mismo que a mí, que tenía unas ganas terribles de ir en busca de Javier Rebollo y decirle que estaba desaprovechando una excelente idea de partida. Porque hubiese sido un magnífico filón a explotar en nuestro país, un modelo de cine cercano al francés que no pierde de vista cierta tradición esperpéntica y reconocible. Hay una interpretación memorable de Lola Dueñas, una turbadora historia de soledades absolutas y tres o cuatro escenas antológicas, de las que se quedan en la retina, pero hay un problema de fondo, insalvable por tanto: ¿Qué punto de vista debe elegir el espectador? ¿cuál es la "cámara" que debe elegir? Me gustó LO QUE SÉ DE LOLA, me pareció, como digo, un arriesgado trabajo de honestidad y dignidad, pero se nota que Rebollo no tiene tablas, y cuando debía dar el coup de grâce se conforma con mostrar a quien no debía, a ese enigmático observador que nunca actúa, que sólo quiere ver, seguir viendo. Es por ello que al final todo se resiente, la historia y la forma de narrarla, como si nos hubiesen cambiado la película.
Lo mejor: ese personaje sin parangón conocido, una mujer de fragilidad inusitada, débil, torpe, tozuda, que se emborracha y se cae al suelo, que escupe su resentimiento contra los que la observan derrumbarse. Porque ahí está la película, en que todos somos potenciales espectadores de la desgracia ajena; en que preferimos seguir observando a echar una mano. De ahí la importancia que le daba al principio a dónde poner la cámara.
Saludos espiados.

Lola

Por muchas vueltas que le demos la clave del pop son cuatro acordes...


viernes, 27 de marzo de 2009

Parque temático

Sé que a ustedes, fieles, pacientes y abnegados lectores de este blog cercano al primer año de vida, no les interesará el siguiente dato, pero me veo casi en la obligación de incluirlo a modo de reposo o casi exorcismo. Resulta que hará un par de años me embarqué en una desquiciada aventura literaria, un "ensayo poético novelado y sin personajes"... Un ladrillo de 150 páginas que envié sin mucha convicción a un par de editoriales; una ni me contestó, la otra, educadamente (siempre lo son), me instaba a no cejar en mi loable esfuerzo creativo y se lamentaba de que su línea editorial no pudiese colmar mis elevadas expectativas literarias. Vamos, que ná de ná, vaya. La cosa en cuestión se llamaba Parque Temático, y era una idea que me rondó la cabeza durante bastante tiempo: la vida, todo lo que conocemos como "realidad", transformado en elemento de control, en un inmenso parque de atracciones donde cada sección responde a las necesidades previamente creadas; un inaprensible lugar de confort hecho exclusivamente para no tener que cuestionarnos nada.
Hasta ahí mi pequeña venganza cargada de vanidad. Ahora les hablaré (poquito, no voy a aburrirles demasiado) de SLUMDOG MILLIONAIRE.
Resulta que un tipo se llena los bolsillos hablando de los pobres. A mí no me hace gracia. Resulta que un tipo emplea una falseada estética de videoclip para hablar sobre la pobreza. A mí no me hace gracia. Resulta que para este tipo las cosas ocurren por mandato divino, "está escrito" es su eslogan. Tampoco me entusiasma mucho. Resulta que el sonrojo ha dejado de formar parte de la vida británica; a un chaval de la calle le dan una paliza delante de dos orondos turistas norteamericanos, con Mercedes y todo, y el chico exclama "¿No querían la verdadera India? ¡ésta es la verdadera India!"... Ejem... Luego, la señora dice "Te daremos un trozo de la verdadera América", le da un codazo al marido y éste saca un billetazo de 100 dólares. Hasta aquí, nada extraño ¿no? Todo va respondiendo a un plan previo. Más tarde, casi al final, el premio máximo de la historia de la televisión depende de una pregunta que seguramente sólo saben dos o tres intelectuales privilegiados que leen veinte libros al día... Esto es: ¿Quién era el tercer mosquetero? ¿Aramis, D´Artagnan, el cardenal Richelieu o Planchet?...
Hasta aquí mi crítica (o lo que sea) de esta cosa, ganadora de ocho oscars.
Saludos temáticos.

Tranquilo, sabemos lo que quieres decir

Con una dosis infinitamente mayor de humor e imaginación, Soft Machine se colaban en tu mente para quedarse.


jueves, 26 de marzo de 2009

¿De qué hablar cuando ya no hay música en la fiesta?

Efectivamente. Los extremorientales son unos tipos raros y lo sabemos, y se esfuerzan por demostrarlo ¿qué le vamos a hacer?
Ya sé que han pasado unos tres años desde que se estrenó THE HOST, la que muchos consideran la mejor cinta de ese género dentro de otro género, el de monstruos gigantes que siembran el terror en una ciudad, pero no me perdonaría hacerle un hueco por sus muchos matices, además me sirve perfectamente para explicar algunos vicios incorregibles del cine de acción actual.
Primero y más importante: La película es mala de solemnidad. Lo digo para los frikis que babearon en su momento pero que después de verla eran incapaces de conectar un par de ideas medianamente coherentes. Además dura dos horas. Además hay personajes que salen... luego no salen... luego salen y no se sabe de dónde... Además dura dos horas que se hacen eteeeeeeeeeeeeeernas...
¿Y todo esto? Bueno, pues todo esto, creo yo, viene dado por ese extraño carácter marciano de los orientales; pero, sobre todo, porque su director, un tipo al que algunos colgados llaman genio, no se conforma con hacer una peli de género ágil y entretenida, sino que el tío nos quiere hablar de la globalización, el efecto invernadero, las prácticas nucleares, los problemas de unión en una familia (por supuesto resueltos porque todos se unen para hacer frente al bicho)... etc...
Demasiadas cosas, porque cuando sale el bicho, al principio, la cosa pinta bien, pero luego viene lo más difícil, que es seguir hasta dos horas. Y venga imágenes de relleno, y venga el graciosillo haciendo el memo, y venga a pasar niveles como un videojuego, hasta el último nivel. Y el supuesto argumento, mientras tanto, nos lo pasamos por el forro. Total, los efectos digitales lo tapan prácticamente todo ¿para qué esforzarse? Me da la impresión de que aquí existe, una vez más, esa terrible paradoja del traje invisible del emperador; lo que unos ven como el no va más de la modernidad a otros nos deja cara de palo y una inquietante sensación de estafa. Suele ayudar intercalar algo de Howard Hawks entre tanto George Lucas... lo juro.
Saludos "de culto".

Mr. Hurricane

Son canadienses y han puesto en pie una de las propuestas más poderosas e innovadoras del año. Habrá que seguirles la pista.


Beast - Mr. Hurricane

miércoles, 25 de marzo de 2009

Reescribir la historia

THE ASSASSINATION OF JESSE JAMES BY THE COWARD ROBERT FORD. Pongo ya el título porque si tengo que repetirlo me quedo sin reseña que valga.
Andrew Dominik es uno de esos jóvenes directores que va a dar mucho que hablar de aquí a poco; un director a lo Fincher o a lo Aronofsky, interesado en explorar, en arriesgar, incluso exponiendo un posible reconocimiento. Quizás por eso pasó esta colosal cinta tan desapercibida, por no mirar tanto a las necesidades del voraz espectador contemporáneo e intentar desarrollar una historia llena de matices y dobles sentidos. Para entendernos, la película vendría a ser un cruce bastardo entre THE DEPARTED, de Scorsese, y las amorales aventuras del Ripley de la Highsmith. Son 160 minutos, sí; y a veces parece que se va a quedar corta y otras que le sobra la mitad. Pero me parece que desarrollar esta compleja historia, en la que todos se esfuerzan en ocultar sus verdaderos propósitos, justifica dicho metraje. La azarosa vida de Jesse James ha sido abundantemente mostrada tanto en literatura como en cine; aquí, Brad Pitt le da vida más que correctamente (algo está cambiando en este muchacho), sin tirar en exceso de sus habituales tics. Digamos que estamos ante un extenso tratado sobre la cobardía, sobre el peligro latente de los cobardes, aunque yo no estaría tan seguro. La banda de James se disuelve tras un último atraco y éste, receloso, va en busca de cada uno para asegurarse de que no le van a delatar; todos temen a Jesse James, pistolero de carácter impredecible, padre de familia durante el día y sanguinario forajido por la noche. Sin embargo, por ahí andaba un tal Robert Ford, el hermano pequeño de uno de los integrantes de la banda. Ford logra ganarse a James con sutileza, adoptando sus modos y con la dosis justa de adulación. Durante la primera parte del film, casi todo lo que vemos es esta ceremonia de asimilación, el gran acierto llega en la segunda parte, donde se produce un intenso juego emocional-psicológico. Intuimos que James ha descubierto las intenciones de Ford ¿le matará?... No, inmediatamente después de una humillación viene la amistad, la camaradería. Dominik descoloca continuamente al espectador, Robert Ford, Casey Affleck, imponente, con trazas de grandísimo actor, es esa hormiguita capaz de controlar todo lo que pasa a su alrededor, un falso cobarde, un trasunto de Ripley trasladado al marco de un extraño, casi metafísico western. Y al final, una más que saludable sensación: hay vida más allá de Eastwood.
Saludos cobardes.

To America

La imagen no es muy buena, pero el sonido no está mal; a mí me parece más emocionante que en el disco.


martes, 24 de marzo de 2009

Del papel a la pantalla

Habría que dedicarle muchísimas páginas a desentrañar qué extraña alquimia es la que produce a lo largo de un visionado fílmico la sensación de asistir a una adaptación literaria. Y ¿es eso contraproducente? Unas veces sí y otras no; porque hay adaptaciones que chirrían por querer ser demasiado fieles (EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA) mientras que hay visiones tan personales que nos cuesta creer que aquello existía en letras (BLADE RUNNER).
Uno de esos cineastas de prometedor futuro y posterior ninguneo (hablamos de España) es Juan Vicente Córdoba, el cuál tuvo la osadía en su momento no sólo llevar a la pantalla un relato de la insoportable Almudena Grandes, sino, además, dotarlo de la enjundia que le faltaba al original y, de paso, revolcar por completo los gastados motivos de Almodóvar con una imaginación visual llena de contrastes y una interminable sucesión de sutilezas a las que no estamos acostumbrados por estos lares.
AUNQUE TÚ NO LO SEPAS es una de esas cintas enterradas (diez añitos la contemplan) por su modestia, pese a contar con unas interpretaciones agradecidamente contenidas (Silvia Munt, Gary Piquer) en los pasajes pertenecientes al presente, casi todos sombríos, contemplativos, evocadores; de repente, ese tiempo pasado, retomado en acertados flashbacks, nos deslumbra con el arrollador ímpetu de la juventud que no contempla, actúa. Es ése uno de los grandes aciertos de la película, amén de un grato descubrimiento que luego se difuminó como todo lo demás, un chispeante y repleto de matices Daniel Guzmán, en el que más de uno va a verse reconocido.
AUNQUE TÚ NO LO SEPAS es una película sencilla que busca desesperadamente complicarse la vida en busca de esos detalles literarios que la hagan veraz, reveladora. Nos habla de algo tan cercano como el reencuentro de dos personas que compartieron un amor de juventud, y nos muestra el abismo que existe entre ambos; no pertenecen al mismo estrato social y saben que jamás podrán recuperar la inocencia de aquel amor que se elevaba sobre convenciones y economías. Él era el chico de barrio, apocado y silencioso, destinado a seguir toda su vida en el barrio; ella, la chica bien, guapa y con éxito con todo y con todos, con un billete hacia las estrellas comprado de antemano, pero la misma chica, veinticinco años después, que recuerda cómo también ella espiaba a aquel chico que no destacaba sobre el resto... ¿o quizás sí?
Saludos desde el balcón.

Dos grandes

Emotiva reunión de estos dos monstruos de la canción. Hay que ver cómo pasa el tiempo...


domingo, 22 de marzo de 2009

Cuestión de fe

Ésta es una de las cintas que tenía pendientes desde el inicio del blog y que tenía que comentar ya, si no reventaba. Voy a ser conciso y nada retórico: ORDET es una de las mejores películas de todos los tiempos; junto a otras diez o doce, supongo.
Y es curioso el fenómeno que se produce en el film de Dreyer, pues el tema fundamental sobre el que se asienta es la fe, la falta de la misma y la indefensión humana ante el misterio teológico. Yo tengo un montón de fe, pero nada de ella va dirigida a la iglesia, ni a un supuesto dios, ni nada de eso. Mi fe es un enorme puzzle donde entrarían diversas artes, una gran porción de vanidad protectora y esa causa perdida que se llama ser humano ¿Se puede ser más creyente?
Bien, a lo largo del rotundo metraje de ORDET, los personajes, imbuidos todos en un fuerte ambiente teológico, pecadores que arrastran sus pecados hasta los pequeños momentos de redención, preparan al espectador para la última experiencia, la experiencia imposible. La mujer muere y la sensación de injusticia se hace patente; no hay fe por tanto. Se puede discutir eternamente sobre la necesidad de Dreyer de mostrar el momento del milagro obrado en sí; yo no tengo dudas y sí una fe inquebrantable en que ese momento ha de llegar y ser mostrado. E insisto: soy monolíticamente ateo, lo que no es óbice ni circunstancia atenuante para que no alcanzase a experimentar esa sensación cercana a lo trascendente cuando Johannes, el santo que es tomado por loco, precisamente porque no puede separarse de su fe, se transfigura, abandona su hilo de voz y ORDENA a la mujer muerta que se levante. La mujer, como todos saben , se levanta; a partir de ahí, el cine de Dreyer deja de ser mera representación y nos obliga a mirar con temor el borde de la pantalla, allí donde acaba la imagen de la resurrección comienza un insondable color negro... el misterio que ni siquiera Dreyer es capaz de abordar...
Saludos redivivos.

Dig, Lazarus, dig

Je je, qué cabrón. En vez de decirle que se levante lo pone a cavar... qué tío...


sábado, 21 de marzo de 2009

Sin moral

El delicado y controvertido tema de la moral, no la moralidad, ocupa buena parte de la obra intelectual de todos los tiempos. La moral no es una ni pertenece, no debe usarse ni alterarse en beneficio propio; y como arma arrojadiza es altamente destructiva. La máxima de cualquier religión es el control, distribución y graduación de la moral, pasando por encima de libertades, derechos y responsabilidades. Es peligroso, sin duda, pero mucho más aterradora es la búsqueda del hombre sin asideros, enfrentado a sí mismo. Es entonces cuando se oye el silencio de dios. La religión es incapaz de dar una respuesta a esto, sólo formula evasivas más o menos complacientes que suavizan la desazón existencial de ese hombre-uno.
Tras el coñazo filósofo-teológico de hoy, vamos con el cine, que también ha ahondado lo suyo en el tema. En TYSTNADEN, Ingmar Bergman usa un potente juego de espejos para demostrar por enésima vez que estamos solos, que sólo las necesidades básicas nos permiten interactuar con otros, otros tan solos como nosotros. La película tiene más de cuarenta y cinco años, importante dato si tenemos en cuenta que, correspondencias aparte (Camus, Miller, Cèline), Bergman se lanza al vacío con una escabrosa historia de incesto, represión y, sobre todo, una insondable y abismal soledad. Resulta mucho más reconfortante si pensamos en una "representación" simbólica; pero temblaremos cuando veamos reflejada nuestra propia miseria moral en esas hermanas, llenas de rencor, perversidad, lujuria y masoquismo. Asistimos, igual que el niño accede a ese mundo secreto, oculto, a los recovecos donde nadie quiere mirar. Es muy difícil explicarlo en palabras, filmarlo, por tanto, simplemente una temeridad.
Saludos en completo silencio.

Maldita sea, ¡cuánta belleza!

Impresionante...


viernes, 20 de marzo de 2009

Fragmentos de un género

DANCER IN THE DARK comienza dándolo todo. El espectador se sienta en la butaca y, al tratarse de una obra de Lars Von Trier, no sabe qué le espera. En la más completa oscuridad de la sala de cine, la banda sonora da comienzo de manera rotunda; luego nos daremos cuenta de la significación real de una apertura tan desconcertante.
Ya he dado cuenta abundantemente de mi particular relación amor/odio con el director danés, autor de interesantes reflexiones acerca del cine mismo y sus variantes, así como de bodrios infumables, pretenciosos y vacíos, donde se castiga al incauto espectador medio que pretende "saber" de cine viendo tonterías filmadas con luz natural. Y ciertamente que es peligroso.
Pero von Trier se dio cuenta a tiempo de que Dogma95 tenía fecha de caducidad y había que innovar, sí, pero sin renunciar.
Es DANCER IN THE DARK una película bien planteada y mejor resuelta que se hubiese prestado al descalabro sin la mano de un director hábil y concienzudo. Porque el musical conlleva una serie de peligros al no poderse mejorar lo que se hizo en su día en Hollywood; aquello era un mundo aparte y cerrado en sí mismo, no se puede volver a ello sin caer en la tontada revisionista. Y eso que von Trier, acostumbrado al más difícil todavía, se complica la vida como él solo. Por una parte, filma tres o cuatro secuencias musicales sin que se note la tramoya y sin desvariar del intenso dramón que se va desarrollando paralelamente. El dramón en cuestión es conocido por los que vieron la película y muestra una lacrimógena historia de madre abnegada y aquejada de una enfermedad que ha de realizar el sacrificio final por su hijo. A su alrededor todo es avaricia y egoísmo, mientras la cándida Selma, enroscada en su pequeña y oscura vida, iluminada sólo por su devoción a los musicales, da rienda suelta a esa difícil dicotomía entre fantasía y realidad, sobre todo si tenemos en cuenta que Björk no es actriz y me juego el cuello a que no va a repetir experiencia, menos aún con tamaño cacique de por medio.
Al principio impacta, luego se le ven las costuras y si somos capaces de un tercer visionado, entonces corremos a por SINGIN´ IN THE RAIN... ¿qué otra cosa podríamos hacer?
Saludos en la oscuridad.

Mira quién baila

Y éste es el primer giro de 180º del film. Nadie podría esperarse una deriva tan radical en sólo media hora.


jueves, 19 de marzo de 2009

Preparando el final

No hay una cosa que más aborrezca en esas superfluas y pedantes discusiones sobre cine que la cosa esa del "ritmo" ¿Acaso una película se proyecta en una discoteca? ¿Es que alguien se mueve espasmódicamente en la butaca? Y no me refiero, dios me libre, a que los films tengan que ser aburridas sucesiones de imágenes onanistas, sino a que no todos le ponen al espectador todo en bandeja. Igual que no es lo mismo leer a Ken Follett que a Marcel Proust, pese a que el primero es millonario y el otro murió en la decadencia más absoluta...
Con esta breve aclaración, me gustaría dar parte aquí de una cinta del maestro Aleksandr Sokurov que es padeciente de una tremenda criba: la ha visto muy poca gente; de ahí, la mayoría se ha aburrido y, finalmente, ha quedado sepultada por dos factores que me parecen decisivos. Primero, la absurda similitud que se suele hacer entre Tarkovski y Sokurov; después, la incomprensible aversión de una buena parte de la crítica, encargada de dar lanzamiento a productos más modestos, a títulos que son considerados "carne de festivales".
La película en cuestión es MAT I SYN (MADRE E HIJO), o cómo el sentido pictórico de Turner puede llevarse a la pantalla; o cómo se puede narrar la enfermedad y la muerte casi sin palabras, apenas algunos susurros íntimos; o cómo el director deja todo un campo abierto para que el espectador cree su propia historia anterior de los dos únicos personajes de esta extraña fábula sobre la fugacidad de la existencia, lo vacuo de la misma ¿Y por qué, aún con esas imágenes repletas de ternura, con el hijo cuidando a la madre en una maravillosa inversión de roles, aun así nos invade la sensación de que algo terrible ha sucedido antes? Porque Sokurov no quiere mostrar nada más que ese último tramo antes de la desaparición, pero no por ello tendríamos que renunciar a una posible intranarración, más que nada por dotar de lógica interna a esos interminables minutos con el director recreándose en las hojas azotadas por el viento o en el rumor de un tren que se divisa en la lejanía. Sólo un último apunte: resulta muy complicado (y actualmente mucho más) filmar la muerte. En MAT I SYN, Sokurov realiza una preciosa y delicada labor poética acerca de ese último aliento. La mano yerma y acartonada de la madre se abre al fin, una mariposa estaba oculta en ella, quizá la presión de esa mano antes de morir la haya matado a ella también... La mariposa cae...
Bellos saludos.

No me odies

Mis allegados saben de mi devoción por este grupo británico desde hace años; este tema, el original, me parecía insuperable, pero he descubierto esta versión en directo... Sólo escúchenlo...


martes, 17 de marzo de 2009

Perseguir un fin

Y vamos con otro de los títulos recientes que han sido relevantes. CAMINO, de Javier Fesser, lo fue por ganar el goya a la mejor película y, si no recuerdo mal, también lo ganó (incomprensiblemente, después de verla) su joven protagonista Nerea Camacho. En fin, vamos al lío.
CAMINO pretende ser original pero no lo consigue, su planteamiento formal se encuentra en casi toda la obra de Bergman o Dreyer, y muy especialmente en obras maestras como ORDET o NATTVARDSGÄSTERNA, LOS COMULGANTES en cristiano. Esto es: mostrar la única y verdadera salvación a través de motivos terrenales, relegando a la religión a su rincón más siniestro, el de la intolerancia, la crueldad e intransigencia. En CAMINO, feroz apología contra el opus dei, los creyentes son seres tranquilos, amables, rectos, sólo que no escuchan a nadie, siempre llevan la conversación al terreno que más les conviene y nunca acceden a los deseos del prójimo, eso sí, con una sempiterna sonrisa sin nada de natural.
Principales problemas de CAMINO: no es cine, es una telenovela con algunas escenas oníricas hechas de manera cutre (el ratón y el ángel son para troncharse) con efectos digitales. Luego, ¿en qué pensaba Fesser cuando rellena tres cuartas partes de la película con gente llorando? Yo entiendo que busca un efecto: que la gente llore ¿Y para qué se busca que la gente llore? Normalmente para tapar las deficiencias del guión y un notable desequilibrio entre dos monstruos de la pantalla (Carme Elías y Mariano Venancio) y el resto, sin mucho oficio, la verdad. Por otra parte, CAMINO también tira de contundencia, con dos o tres momentos de pretendida dureza que se quedan en meros golpes de efecto, muy efectivos porque se incrustan de sopetón, pero que a los cinco minutos ya hemos olvidado por culpa de ese guión tan mal escrito que va saltando de una situación a otra. Los personajes aparecen, desaparecen, son como fantasmas sin peso... en fin.
Sé que no debería, pero haré una comparación. En MILLION DOLLAR BABY, Eastwood introduce al espectador en una catarsis casi mística mediante un asfixiante relato en forma de embudo que acaba en esa mítica última media hora que es lo mejor que se ha rodado en mucho tiempo. CAMINO, por su parte, comete el gran error de los directores sin talento, que quiere estar en muchos salones sin decidirse nunca a sacar a alguien a bailar. Y ya se sabe, no se puede bailar con todo el mundo.
Beatos saludos.

On the road again

Pues eso, otra vez en el camino...


lunes, 16 de marzo de 2009

Esos locos maravillosos

Hay una línea tan delgada que apenas es perceptible, se trata de la línea que separa a los locos de los cuerdos. Yo tengo mi propia teoría al respecto y casi nadie la comparte conmigo ¿qué le vamos a hacer?
Hace unos pocos meses, me ocupé aquí de una peli de esas que los entendidos llaman "de culto"; se trataba de DONNIE DARKO y, la verdad, no creo que sea para tanto. Pero ya se sabe, el absurdo concepto de "nuevo y viejo". Porque si aquélla era novedosa, entonces ¿cómo denominaríamos a HARVEY?
HARVEY es una de esas comedias de los años cincuenta repleta de actores solventes, diálogos eficaces y una puesta en escena convencional, tirando a teatral ¿Qué podría hacerla especial entonces? Tengamos en cuenta que se trata de un título bastante olvidado del artesano Henry Koster. Bien, antes que nada, sería preciso aclarar que la similitud entre ambas cintas, con más de cincuenta años de diferencia, es la enigmática figura de Harvey, un conejo gigante que en la película protagonizada por Jake Gyllenhaal no terminaba de quedar clara su verdadera naturaleza ni función; por su parte, en el film de Koster, Harvey no aparece nunca, ya que la baza de la trama es jugar con la dicotomía del loco que ve un conejo gigante y los "cuerdos", que quedan perplejos ante tamaña broma. El genial James Stewart encarna aquí a un solterón de costumbres sencillas que vive con su hermana y su sobrina, las cuales acabarán por intentar internar a Stewart en una clínica mental. Todos le dan por loco, pero el carácter bonachón y afable de Stewart termina por imponerse en la mayoría de los casos. Sí, la película no pasaría de ser una agradable comedia de la Universal si no se nos planteara una última y problemática pregunta: ¿Quién es el loco? Porque la única persona aparentemente normal es la que es acusada de loco porque dice ver algo que el resto no puede... ¿les suena de algo este dilema? No será hasta casi el final, cuando el director del sanatorio le confiese que también ha visto al "Pooka" (ésa es la curiosa especie a la que pertenece Harvey) y que le permita quedarse con él, pues estos seres tienen la habilidad, además de predecir el futuro, de conceder ciertos deseos a quien les acompañe. Una vez más la cordura prevalece en el inolvidable personaje de Stewart, pues prefiere acceder a los deseos de su "amigo" antes de convertirlo en un acto de posesión. Precioso epílogo para una comedia aparentemente inocua y que esconde bastantes dardos envenenados contra la "normalidad establecida".
Saludos que no se ven.

Invisible limits

Uno de mis grupos de cabecera de toda la vida. Recomendable oír con auriculares...


domingo, 15 de marzo de 2009

A propósito de un actor

Y para que veáis que no tengo absolutamente nada en contra de Viggo Mortensen, que me parece un actor más que solvente y capaz de justificar algunos títulos más que prescindibles, de nuevo me ocupo aquí de la corta pero sólida colaboración de dicho actor con el imparable David Cronenberg, que acabará por trascender lo de la segunda juventud.
Y no es que me fascine EASTERN PROMISES, no tanto como lo hizo la (de momento) insuperable A HISTORY OF VIOLENCE, pero tengo que reconocer la complejidad de composición del personaje encarnado por Mortensen; uno de esos duros herméticos y bulliciosos que le salían tan bien a Mitchum o a Douglas, palabras mayores. Luego, lo cierto es que el film se resiente de querer explicar demasiadas cosas, y aquí sí que no le habrían venido nada mal sesenta minutos más de metraje... Si es que unos no llegan y otros se pasan. No me creo a Naomi Watts como una comadrona liada con asuntos mafiosos y demás; sí me creo, y mucho, a un desconocido Vincent Cassel, que se despoja de su halo de bufón y se convierte en un verdadero bufón, caprichoso y mortífero. Pero, a menos que Denzel Washington lo desmienta este año (y me permito dudarlo de antemano), Viggo Mortensen se ha convertido en sólo dos películas en la proyección perfecta de las inquietudes del director canadiense, regalando aquí un personaje absolutamente creíble y del que podemos esperar cualquier cosa, como así resulta ser en ese final sorprendente y terrible. Sólo la contundente y visceral escena de la lucha en los baños, de una fisicidad que resulta casi insoportable, merece la pena cargar luego con algunos diálogos que parecen sacados de una ONG. Así que saco el palito y le doy a Steven Knight, que puede dar más de sí, pero también a Darren Aronofsky, que podía haber copiado algo para su luchador. En fin.
Saludos prometidos.

Lujos

Algo se me mueve por dentro cada vez que escucho esto...


sábado, 14 de marzo de 2009

La huida constante

Parece increíble, pero en casi un año de actividad, en este blog hoy se va a dar cuenta sólo por segunda vez de otra de las numerosas obras maestras del maestro indiscutible John Ford. Yo es que lo de Ford lo veo tan obvio, tan difícil de rebatir, que me da hasta cosa ponerme a ello, pero lo cierto es que ya andaba un poco quemado con tanta chorradita recién estrenada. Háganme caso: cuando su confianza en el séptimo arte esté a punto de reventar cojan tres o cuatro títulos de Ford, los que sean, y gocen, disfruten del cine y su esencia...
THE GRAPES OF WRATH es otra de esas cumbres más allá del bien y del mal, un monumento a cómo se dirige, cómo se actúa, cómo se adapta la poderosa novela de John Steinbeck (de colosos hablamos) o cómo se hace tambalear a todo un sistema sin echar mano de gastadas demagogias neoprogresistas. Porque si alguna vez hubo un director que fue consecuente con la tarea de denunciar la estupidez humana, ese fue John Ford. En THE GRAPES OF WRATH, asistimos desolados a la trágica epopeya de Tom Joad en plena gran depresión, recién salido de la cárcel, en busca de su familia. Obligados todos a abandonar la tierra explotada y yerma, hacia la nueva tierra prometida de California, empujados por la fuerza más poderosa de este mundo, la fuerza del estómago vacío. Uno no queda igual tras ver esta impresionante película, su concepto del mundo resulta dañado y muchas convicciones acaban por ser vanas, puede palparse su falsedad. Porque no es sólo Henry Fonda más allá de la interpretación, no es sólo Jane Darwell dando una clase magistral de veracidad, no es sólo ese guión de un tal Nunnally Johnson adaptando a Steinbeck como si la novela misma palpitara a lo largo de esa narración que fluye con inusitada naturalidad, respetando la inteligencia del espectador ¡Cuánto tienen que aprender estos pequeños aprendices de director! Me refiero a los Fincher, Aronofsky, Boyle, Daldry, etc... Esos insignificantes y demasiadas veces endiosados "creadores" que olvidan que a Ford nunca le interesó la creación ni la autoría, sólo la eficacia milimétrica del artesano que pone las tripas y el corazón en el acabado final. Es posible que sólo exista un hombre en activo medianamente comparable a Ford, su nombre es Clint Eastwood... pero esa también es otra historia.
Hoy es todo un honor saludarles.

The ghost of Tom Joad

Probablemente, uno de los temas más impresionantes del Boss, aquí con la guitarra de Tom Morello de RATM.


viernes, 13 de marzo de 2009

Masoquismo o expiación

Sigamos reordenando el absurdo puzzle de los oscar'09, aunque sigo viendo a gente felicitarse por los resultados y hasta por la incomprensible ganadora, que ya le tocará, ya...
THE WRESTLER ni siquiera aparecía como nominada a mejor película, y Mickey Rourke asistía impávido a la recogida de la estatuilla de Sean Penn por volver a hacer de sí mismo; y si no se lo han dado por esta barbaridad, entonces no va a ganar en la vida.
Al lío. Hay mucho que desgranar en THE WRESTLER, por ejemplo su ingenuidad para retratar a un perdedor que no se siente como tal. O su poderoso empaque visual, con el que Darren Aronofsky se desembaraza del empacho digital que era ese olvidable bodrio, THE FOUNTAIN. Así, el film se debate continuamente entre lo sublime y lo sonrojante, pero es posible (seguro) que Aronofsky esté sólo al principio de su prometedora carrera. Lo mejor es ese personaje que llena la pantalla en todos los sentidos, abotargado por los esteroides, arrugado por el tiempo, pero también con un alma infantil y cándida, incapaz de dañar a propósito. He leído una reseña genial en Cahiers que compara a Randy "the ram" con Bukowski, al que encarnó el propio Rourke en BARFLY, pero me gustaría hacer hincapié en esas tomas que Aronofsky toma prestadas de van Sant en ELEPHANT, equiparando al luchador cansado con una especie de montaña humana que sólo vemos de espaldas, un borrón que desasosiega al espectador por su ambigüedad. THE WRESTLER juega a pulir RAGING BULL, lo que es imposible, o a intensificar el apabullante discurso fordiano de MILLION DOLLAR BABY, que es poco menos que descabellado; en vez de ello, esta notable cinta gana enteros cuando prescinde de contar una compleja historia de derrota y redención (no es la mejor virtud de Aronofsky) y se centra en el extraordinario trabajo del renacido Rourke, el ejemplo perfecto de que sólo se aprende de los errores. Ahí sí que podríamos hablar de una caracterización a la altura de Robert deNiro o Hillary Swank, por lo que, aparte de ser un magnífico entretenimiento, THE WRESTLER marcará (seguro) un punto y aparte en la forma de filmar un ring.
Otro pifiazo de la academia, por tanto.
Saludos inasequibles al desaliento.

Golpéame

Es lo que parecía pedir a gritos Mickey Rourke y lo que predicaba el genial Ian Dury en sus orgiásticas actuaciones... Eran otros tiempos.


miércoles, 11 de marzo de 2009

Cine, realidad, ficción, tiempo, espacio...

CACHÉ, de Michael Haneke, se abre con esta imagen fija que se alarga durante algunos minutos. Es toda una declaración de principios: al director le importa un carajo que haya gente que ha pagado su entrada; sólo le importa desestabilizar cualquier cosa que ese espectador-tipo tuviese en mente antes de entrar en la sala ¿Quiere eso decir que vale todo? Yo creo que no. Ahí está INLAND EMPIRE para corroborarlo.
La trama de CACHÉ, como la de cualquier film "complicado", es muy sencilla: alguien quiere joder a un tipo que lleva una vida aparentemente normal y corriente. Luego, el director deja caer información con cuentagotas para crear tensión y extrañeza. Al final, sabemos que hemos asistido a un rollo chungo, que no nos hemos enterado bien de qué pasaba exactamente porque no se quiere desvelar lo que sólo el protagonista (Daniel Auteuil) sabe; y lo sabe porque esos flashbacks surrealistas son retazos de recuerdos. Es por ello que CACHÉ tiene una gran virtud y un grandísimo error. Lo bueno es que permite múltiples interpretaciones una vez hemos visto el desconcertante final. El error es que acaba igual que empieza, sin que sepamos nada sobre el "verdadero" punto de vista; lo cual despista y exaspera, por lo que una posible obra maestra se queda sólo en un excéntrico punto de vista (y van...) de Haneke sobre la decadencia de la sociedad capitalista.
Intentar aquí dar claves que serían sólo suposiciones pedantes no nos llevaría a nada, por lo que únicamente recomiendo que se reflexione sobre qué quiere decir el director austríaco con esa mirada fija que abre y cierra el film; sobre todo a ver si alguien es capaz de explicar ese tremebundo raccord en la escena del suicidio, quien la haya visto sabrá a qué me refiero.
Saludos escondidos.

On call

Vuelve el Rock. Vuelve el sabor. Vuelve el sonido.


Kings of Leon "On Call"

martes, 10 de marzo de 2009

Te pasa a ti

Lo avisaba el propio Robert Bresson desde las fundamentales e iniciáticas, reveladoras, PICKPOCKET y UN CONDAMNÉ À MORT S'EST ÉCHAPPÉ: el mundo que creíamos conocer se derrumba.
Y antes de sucumbir a la locura aceptada, mejor mostrarla en espera de una reacción. En LE DIABLE PROBABLEMENT, Bresson dignificó al cine rechazando sus bases; lo dotó de una fuerza poética inusitada a partir de una prosa incontestable. Bresson dejó claro que el cine también podía usarse para denunciar sin renunciar, para impulsar una cierta corriente intelectual a partir del existencialismo. Los resultados fueron devastadores.
La penúltima película de Bresson fue un alegato nihilista sobre la imposibilidad de los espíritus sensibles y permeables para interactuar con un mundo y una sociedad hostil y cruel. Queda así plenamente justificada su opción de no trabajar con actores profesionales y despojar de toda dramatización una puesta en escena esquemática, robótica, casi inhumana.
¿El suicidio como opción? Sí, evidentemente. Fuera de toda moralidad alienante, el individuo busca su última (quizás la única) salida en una muerte gris y aséptica; una muerte que Bresson presenta aquí de forma ambigua, dejando a nuestra interpretación si perdonamos o condenamos en base a si se trata de un suicidio, un asesinato o una petición por parte de alguien que quiere morir pero no puede suicidarse. Introducirse en la cortante atmósfera de este fascinante film, repleto de aforismos y sentencias, como una guía práctica sobre el desencanto vital, supone un aldabonazo y una experiencia incomparable para un espectador ávido de discursos inteligentes que no necesitan divagar por vacíos territorios estéticos.
Todo esto lo resume perfectamente una contundente escena en la que el protagonista (qué mal queda esta palabra cuando está Bresson por medio), perdido, en un autobús, pregunta sin convicción: ¿Quién nos maneja a su antojo? La respuesta viene de un viajero anónimo, sin tascendencia posterior: El diablo, probablemente...
Saludos, probablemente.

El último hombre vivo

Contundente declaración de principios por parte de uno de los músicos más lúcidos del panorama nacional. Atentos a la letra.


lunes, 9 de marzo de 2009

Entrando a matar

La depresión que me ha producido el infructuoso visionado de algunos títulos recientes me lleva a las más diversas e imprevistas reflexiones. Por ejemplo: llevo tiempo queriendo ensañarme de lo lindo con un producto falaz e inconsecuente, que sin embargo deslumbró a bastantes en su momento. Sí, me refiero a ALATRISTE, ese monstruo de Frankenstein sin alma ni discurso, adoleciente de los peores defectos del cine de género yanqui, y donde no se puede encontrar ni rastro del supuesto "saber" castizo y hasta trascendente que Pérez Reverte insufla a sus novelas, perdidas siempre en su afán de deslumbrar a toda costa. Pero quería servirme de esto, más que nada para quejarme abundantemente, porque ALATRISTE la tengo muerta y enterrada desde hace tiempo.
¿Qué sentido tiene un despliegue tan enorme de recursos si no es persiguiendo un fin concreto? ¿Y por qué ese tufillo panfletista en un metraje que no se sabe si es corto o largo? ¿Y por qué chirrían tanto las escenas de acción? No porque estén técnicamente mal rodadas, sino porque termina siendo ridículo algo que a Gene Kelly le salía natural hasta con coreografía, mientras que Viggo Mortensen, al que no se le entiende una palabra, parece puesto ahí a la fuerza; un personaje zarandeado en lo argumental, pero también internamente, casi buscando dejar de ser protagonista.
Hacía mucho tiempo que no veía algo tan insufrible, pero sobre todo (y es lo peor) tan pagado de sí mismo, aunque así es el cine de Díaz Yanes, que cada año promete la "película definitiva" que relance a la industria patria. Lo que este señor parece no saber es que aquí no hay industria y que espolear a aburridos inversores americanos y franceses en busca de... ¿de qué? Si es que la cosa es fallida desde su concepto mismo, cuando nos apercibimos de que nos han vuelto a vender otro libro de historia (nótese la minúscula) donde todo es sabido y manoseado, con la particularidad de que todo esfuerzo para dotar de vida propia algo muerto acaba por pasar una factura de la que no sólo el film no se recupera, sino que arrastra en toda su magitud mastodóntica a un montón de títulos que pasaron sin pena ni gloria aquel año y que hubiesen merecido alguna que otra atención por parte de una crítica incomprensiblemente embelesada con esta cosa.
Espero que se haya entendido, si no, mis disculpas a quien se haya sentido ofendido.
Saludos mercenarios.

Y también valdría

Frivolizando, ya que estamos ¿qué tal una posible banda sonora alternativa?


viernes, 6 de marzo de 2009

Esquizofrenia creativa


Vamos a abordar un curioso caso, y éste sí que lo es de verdad. La pregunta sería: ¿Cómo se puede llegar a la conclusión, diez años después, de hacer la segunda parte de una película cerrada en sí misma, redonda, casi imposible de mejorar ni, por supuesto, empeorar? ¿Para qué demonios hizo Hal Hartley esa incomprensible bufonada que es FAY GRIM? ¿Por qué no dejó tranquilo el espíritu libre y reconfortante de esa obra maestra del cine indie que era HENRY FOOL?... Sin duda, uno de los grandes misterios de la historia del cine; he intentado acceder a alguna reveladora entrevista a Hartley, pero sólo he visto a un tipo tan perdido como sus propios personajes, un director que apuntaba muy alto y que ha caído víctima de una crisis de ideas que le ha despojado de cualquier rastro de identidad anterior.
HENRY FOOL es uno de esos extraños diamantes en bruto que sólo un gran talento es capaz de rescatar de su titubeante comienzo. Si Hartley no hubiese ido dando forma a esos trozos desperdigados, habríamos asistido a otra tontería más made in Sundance, pero hablamos de una cinta hermosísima sobre el amor a la literatura por encima de cualquier cosa. Henry, estrafalario trasunto de un Bukowski de andar por casa, llega de ninguna parte a la casa de Simon Grim, un basurero introvertido y bastante zoquete, y su hermana Fay, una chica sin oficio ni beneficio que sólo sueña con beneficiarse a cuanto oficial pase por el barrio. Como decía, lo normal es que este insólito marco inicial caiga en la chabacanería de serie B tan propia de cierto cine yanqui, pero Hartley emociona y remueve conciencias, pero sobre todo CUENTA UNA HISTORIA. La historia aquí es, ni más ni menos, la que todos los que amamos la literatura hemos soñado vivir; Fool se presenta como un supuesto escritor maldito e inédito, su garante: un misterioso mamotreto escrito a mano y que cambiará el curso de la literatura. Fool intenta inculcar a Simon Grim el amor a la escritura, lo que desemboca en que el gris basurero termina por revelarse como un poeta genial y polémico, amado y odiado a partir de que es increíblemente publicado. HENRY FOOL es poliédrica; por una parte se nos cuenta una originalísima y nada complaciente historia de amistad entre el impostor y el genio ignoto; por otro, la tórrida, desesperada y algo patética aventura sexual entre Fool y Fay, que desembocará en el embarazo de ésta; y en medio, la literatura y sus recovecos, la iniquidad del mundillo editorial y la imperceptible línea que separa genialidad de basura ¿cogen la metáfora?
Con estos mimbres, Hartley sobrevivió nueve años más; los críticos se daban codazos en los festivales y decían "Menuda porquería... pero se le puede perdonar, al fin y al cabo es el autor de HENRY FOOL". Sí, así es. Lo malo es que en vez de aceptar la derrota, Hartley pierde absolutamente el norte y factura una de las peores películas que he visto en años; un engendro que podría haber funcionado como frivolidad de autor si no tuviese nada que ver con su antecesora, pero es que se supone que FAY GRIM es la continuación de aquella gran obra. No lo entiendo, sinceramente. El argumento es una gilipollez galopante que embarca a la ama de casa ligerita de cascos en toda una colosal trama de espionaje internacional, con localizaciones europeas, mafiosos en toda regla y hasta Jeff Goldblum, que también anduvo por ahí. Todo un despropósito que destroza la magia de su precedente y que sólo puedo achacar a un súbito ramalazo esquizoide... si no, no se entiende.
Saludos duales.

No estoy enamorado

Perdida en una especie de limbo emocional, esta joya nos recuerda lo solos que estamos...


jueves, 5 de marzo de 2009

John contra sí mismo

En la historia del cine hay un montón de casos verdaderamente curiosos, casos que nos hacen replantearnos algunos prejuicios y dogmas que pensábamos arraigados profundamente. Es cuando nuestras convicciones se tambalean y finalmente se derrumban; es cuando aparece la temida duda.
John Patrick Shanley abrazó el lado oscuro de la industria hace diecinueve largos años cuando Spielberg le produjo una tontería llamada JOE VERSUS THE VOLCANO. Es posible, puede ser, que Shanley, autor del guión, pecase de inexperto y acabara realizando un producto más listo para fagocitar y olvidar. Lo digo porque este señor, durante todo este tiempo, se ha dedicado con éxito a la producción teatral; tarea que le llevó a escribir hace algunos años DOUBT, que él mismo se ha encargado de adaptar a la pantalla. Y efectivamente las dudas quedan despejadas.
DOUBT es, ante todo, un complejo juego psicológico en manos de dos fuerzas contrapuestas y enmarcadas en un asfixiante marco de creencias, convicciones, tradiciones quebradas y moralidad ambigua. No voy a caer en la tentación de ponerme aquí a contar de qué va la película, porque aún está en los cines y porque creo que hay que verla. En vez de eso, voy a centrarme en algo que también dije a propósito de THE READER; éste es el mejor trabajo de Meryl Streep (lo que ya es decir) y un recital (uno más) de ese monstruo llamado Philip Seymour Hoffman. El porqué de que ambos no se llevaran la estatuilla pertenece al mundillo de los misterios sin resolver, sólo diré que el duelo ofrecido por estos ACTORES es de los que marcará época. En apenas unos parpadeos, pasamos de la jocosidad a la terrible intensidad dramática de la tragedia; del espanto al chascarrillo en forma de guiño; de la extrañeza a la rectitud clásica ¿Se acuerdan de cumbres interpretativas como la de Laurence Olivier y Michael Caine en SLEUTH? Si no habían visto nada parecido desde entonces, DOUBT es su película. A mi entender, otra que debía ganar la estatuilla... ¿qué le vamos a hacer?
No estoy seguro pero... saludos.

The shadow of a doubt

Es mi grupo favorito... ¿qué más puedo añadir?


martes, 3 de marzo de 2009

Entre col y col...

... Pues una lechuga ¿no? ¿qué esperaban?
Esto se puede aplicar al paupérrimo panorama español-cinéfilo, donde a veces aparecen productos que, sin perder su vertiente comercial, aportan un saludable soplo de aire fresco; aunque hoy aprovecho la corriente y lo engarzo también con una película que va a caer próximamente (no se impacienten) y que ganó un premio importante...
CONCURSANTE es un frenético y muy divertido descenso al peor infierno posible: ser víctimas de nuestra propia estupidez. En menos de hora y media, el jovencísimo Rodrigo Cortés se apropia de los valores estéticos y narrativos de Tarantino o el propio Boyle para narrarnos cómo alguien que gana 500 kilos en un concurso termina en la miseria en apenas semanas. Para colmo (y no es un spoiler, la peli se inicia así), sabemos desde el principio que el protagonista nos habla después de morir trágicamente. A partir de ahí, la catarsis.
Sbaraglia no es santo de mi devoción, no creo que sea un gran actor, pero firma su mejor papel metiéndose en la piel de Martín Circo, un pobre hombre (reminiscencias de Capra) que se hace rico de golpe y porrazo, pero que no sabe medir las consecuencias de la tela de araña que le espera. Aquí no hay malos de opereta ni conspiraciones orquestadas desde las alturas, sólo se nos está contando que el sistema capitalista está ahí para devorarte y no dejar ni los huesos, lo que resulta bastante más inquietante si tienes hipoteca, letra del coche, tres créditos y a tu mujer zumbando como un Pepito Grillo a la inversa. Pues imaginen todo ello multiplicado por cien y obtendrán el quid de CONCURSANTE, como digo, un entretenimiento más que digno que no necesita dar lecciones de moralidad ni despilfarrar mil millones para aleccionarnos acerca del despilfarro... ¿les suena de algo? Cine español, sí. Capaz de toserle a cualquier barrabasada U.S.A. hueca y mentirosa con las que se nos bombardea constantemente. La recomiendo encarecidamente y me permito un pequeño consejo... Nunca confíen en quien no para de sonreír.
Saludos agraciados.

Razorlight

Cuando alguien es agraciado, un "toque dorado" aparece...


lunes, 2 de marzo de 2009

Más de/que una oportunidad desaprovechada

Está muy claro que THE READER debía haber ganado el oscar a la mejor película por una sencilla razón: era la mejor de las cinco. Intentemos dar una explicación a esto y a por qué no ganó.
THE READER es una intensa historia de amor carnal y (sobre todo) correspondencias satisfechas. El problema es que estas buenas intenciones carecen del fondo psicológico suficiente para que realmente nos creamos cómo una ex-guardiana nazi da tórridas lecciones de sexo a cambio de unas lecturas demasiado enfáticas.
Otro punto a favor es la desesperada apuesta por la literatura y la lectura de Stephen Daldry; algo que en estos miserables tiempos se agradece un montón. Sigamos sumando: Kate Winslet llena la pantalla. Su sola presencia justifica por sí misma una adaptación literaria que a Daldry no le sale tan redonda como en THE HOURS, aunque mantiene el interés con ese estilo suyo tan reconocible de "espera, te lo digo en la siguiente escena". Restemos: el resto de los actores no llega a la altura de Winslet y se nota una barbaridad; se abre una zanja insalvable entre ella y los demás que lastra el resultado final, como si asistiéramos a una película que contiene un telefilm dentro.
Negativo: Estuve toda la película intentando discernir la malísima partitura de Philip Glass... ¡Ah! Que no es suya... pues lo parecía; una copia barata de lo que el de Baltimore hizo en THE HOURS. Prosigamos.
Film en dos partes, por tanto atractivo si está bien enlazado o coñazo insufrible si a la hora y media nos hemos perdido. La primera parte, engrosada por los encuentros sexuales, es de gran emoción y permite descubrir que el texto original está trufado de capas sutiles pero decisivas para la posterior resolución. El problema es que la resolución no aprovecha ni a Ralph Fiennes, muy blandito, ni a una Kate Winslet hipermaquillada que, pese a resultar bastante creíble, no logra la misma desazón de la primera hora, donde un solo parpadeo atemoriza por su veracidad.
Mal aprovechado Fiennes (a Daldry se le dan mejor las mujeres que los hombres) e incomprensible, metido con calzador, el personaje de Bruno Ganz, que tampoco es que aporte mucho a la historia.
Lo mejor: Winslet. Lo peor: muchas cosas chirrían, pero un trabajo tan minucioso merecía, cuando menos, un final menos trillado. Con todo, y teniendo en cuenta que me pienso despachar a gusto con la que ganó, creo que la academia de Hollywood ha vuelto a meter la pata, no con el soberbio trabajo de Winslet, sino con el máximo galardón. Entre las otras cuatro no había ninguna que lo mereciese.
Saludos leídos.

Bones

Aunque cueste creerlo, no habría libros sin editores... y viceversa...


domingo, 1 de marzo de 2009

Capri inacabable

Hasta cuando quería bajar a la tierra (ya no quiere) y mezclarse con los humanos, Jean Luc Godard seguía conservando ese aire marciano o divino o desquiciado, esquizoide... qué sé yo; nada menos que un director de cine empeñado en subvertir todas las leyes del séptimo arte y convertirlo en arma arrojadiza. Godard tiene, en medio de su extensa filmografía, tres o cuatro films "convencionales", con un argumento que puede llegar a ser inteligible y con un patrón narrativo que, sin ser mundano, se adapta a las necesidades de un espectador-tipo.
Por ejemplo, LE MÉPRIS; donde Godard enmascara su propio desprecio hacia el mundillo de los directores, productores, actores, "ese hatajo de endiosados paletos engreídos", para contar una historia de no-amor. No desamor, porque el nudo invisible que aquí une al escritor en crisis, el escritor vendido al cine, y su mujer, caprichosa y liviana, no llega a romperse tras el incidente que Godard introduce inteligentemente como elemento desestabilizador: una supuesta (nunca vista) infidelidad consentida con el productor norteamericano que admira más el culo de la Bardot (y quién no, amigos) que el ingenio por demostrar de Piccoli. Historia por tanto de impotencias, malentendidos e incapacidades, que sólo puede despeñarse por el barranco de la ira, a veces contenida, otras inflamada, en forma de bofetón, de insulto hiriente o simple y puro desprecio.
En el odiséico marco de Capri, este insólito triángulo se esquiva y se choca, unos con otros, atropelladamente; cada uno tiene sus motivaciones y las defiende, incluso irracionalmente. Es el momento sublime en el que el ser humano menos se parece a un animal, cuando desprecia a sus semejantes. En eso, Fritz Lang. El viejo maestro que también vende su olvidado arte y que alecciona al orgulloso escritor sobre la futilidad del hombre y su orgullo mientras aparecen por doquier las mudas estatuas de aquel helénico pasado glorioso... glorioso, pero pasado para siempre.
Descubrir a este Godard es descubrir el color y su importancia, aprender sobre la exacta ubicación de los cuerpos en espacios abiertos y cómo un tema universal puede ser abordado de muy diversas maneras si se posee el suficiente talento para ello.
Saludos homéricos.

Scorn

"Fumble".


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!