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domingo, 16 de enero de 2022

Rincón del freak #490: Por el camino del disparate


 

NOTHING es una curiosísima película, filmada en 2003 por Vincenzo Natali. Sorprende la nula repercusión que tuvo entonces, dada la popularidad de su director, y de hecho creo que fue directamente al DVD, sin estreno en salas. Y la verdad es que ésta podría haber sido una película que creara escuela, pero su tremenda falta de ambición lastra una historia que sobre el papel suena interesantísima. Andrew y David son el paradigma del nerd, dos treintañeros que comparten una casa alrededor de la cual se han ido contruyendo autopistas, y de la que van a ser desahuciados en breve. Uno sufre agorafobia, y es incapaz de salir apenas unos metros; el otro piensa en mudarse con su novia, hasta que descubre que en realidad pasa de él. Así, agobiados y prácticamente cercados, imaginan que sus problemas desaparecerán a la mañana siguiente... Y así es. Absolutamente todo desaparece, y ambos quedan en la casa pero rodeados de una inmensa "nada", un espacio blanco y acolchado que sólo es ausencia interminable. Podría haber sido una alegoría sobre la inmadurez, o un relato de tintes metafísicos; en lugar de ello, Natali se abandona al discreto guion firmado por los dos comediantes protagonistas, y lo que sigue es una tortuosa sucesión de gags con poca gracia. Vista ahora, no extraña que haya quedado en ese ostracismo, y apenas podrían destacarse las soluciones visuales de Natali, que vuelve a ofrecer un entorno extremo tras su celebérrima CUBE. Una frikada discreta, y poco más que eso.
Saludos.

jueves, 16 de enero de 2020

Parque temático 2



Acabo de terminar la segunda temporada de WESTWORLD, enterándome de que la tercera tiene inminente fecha de estreno en HBO, lo que me deja un par de sensaciones contrapuestas. Por un lado, la frescura que destilaba la primera temporada brilla aquí por su ausencia, y a Jonathan Nolan y agregados les cuesta una barbaridad hacer avanzar una historia basada en una miríada de referencias a la primera, pero que parece prepararnos para un apoteosis final. La traca existe, ciertamente, pero se reserva un último cartucho para recordarnos que no todo acaba aquí, y no sé cómo tomarlo, e incluso dudo mucho que me vaya a atrever a seguir indagando en algo que creo agotado, o a mí me lo parece. Desaparece la reflexión filosófica sobre la vida artificial, y en su lugar hay vueltas y más vueltas en torno a la posibilidad de que nada sea lo que parece, con el problema añadido de que las barreras entre el mundo virtual y el real desaparecen, y el rumbo de la narración se desnorta y se pierde entre datos que no aportan claridad, mientras los personajes aparecen y desaparecen sin previo aviso. No discuto la calidad técnica ni las de nuevo sobresalientes interpretaciones, pero me pregunto por el verdadero propósito de la serie, de la misma forma que el personaje interpretado por un soberbio Ed Harris parece ser, incluso en su intrínseca maldad amoral, el único con un poco de lucidez en un mundo que termina por semejar un mareante tiovivo.
No sé, ya veremos.
Saludos.

sábado, 30 de noviembre de 2019

En círculos



Es curioso el caso de IN THE TALL GRASS, la película que inauguró el reciente Festival de Sitges, y que a priori era de las más esperadas en dicho certamen. Curioso porque significaba el retorno de esa eterna promesa que siempre ha sido Vincenzo Natali, ese director que deslumbró hace más de dos décadas, para ir de bandazo en bandazo, normalmente en la intrascendencia. Curioso también porque es una adaptación de Stephen King, lo cual no debería sorprendernos por lo habitual, pero sí por tratarse de un relato que el maestro del terror escribió a medias con su hijo, Joe Hill, y que continúa el apartado que Netflix parece querer reservar a producciones terroríficas. Pero es paradójico que lo más curioso sea lo que de "normal" tiene este film; normal en el sentido de que no parece haber nada nuevo bajo el sol, al menos para los que hemos disfrutado abundantemente con la literatura de King. IN TNE TALL GRASS empieza bien, con un preámbulo que invita a la pregunta constante sobre qué diablos pasa tras esa espesa hierba alta, de la que provienen gritos de auxilio y en la que se pierden los protagonistas. Perdiendo la noción del tiempo y el espacio, ese no-lugar es, finalmente, el lugar común al que suelen desembocar los relatos de King. Ahí encontramos multitud de sus obsesiones creativas, lo que podría interpretarse, quizá, como un traspaso de poderes aprovechando la coyuntura. Quizá, porque lo que queda es una película eficaz, pero normalita.
Saludos.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Parque temático



WESTWORLD es, ustedes lo saben, la serie de HBO que corregía y aumentaba a la regular adaptación que Michael Crichton realizó de su propio libro, hace ahora unos 45 años. Aquella película tenía tantos aciertos argumentales como deficiencias puramente cinematográficas, y no me extraña que alguien se obsesionara con la posibilidad de una lujosa puesta al día; lo que no me esperaba era constatar unas cotas de calidad tan altas viniendo de alguien como Jonathan Nolan, el hermanísimo que hasta la fecha ha vivido más bien a la sombra del director de Batman y todo eso. Sin embargo, Nolan se revela como el buen guionista que es y mantiene el ritmo y el interés a lo largo de los diez episodios que dura esta primera temporada. El argumento, enigmático y claustrofóbico, presenta un futuro en el que las clases pudientes han encontrado una alternativa a sus rutinarias y previsibles vidas, un gigantesco parque temático que recrea el salvaje Oeste a la perfección; una especie de submundo alternativo habitado por los "anfitriones", émulos robóticos tan perfectos que pueden pasar por humanos auténticos y a los que se les puede hacer lo que a cada uno se le pase por la cabeza. La trama, que en ocasiones parece dispararse hacia la inconcreción, se mantiene fiel a su motivo principal, que podríamos dividir entre la inesperada toma de conciencia de su propia naturaleza por parte de algunos de los androides y la misteriosa búsqueda de un enigmático huésped, el "hombre de negro", que está convencido de encontrar el motor de un sitio por el que prácticamente lleva vagando años. WESTWORLD, además de un excelente guion, tiene uno de los repartos más impresionantes de las series recientes, donde encontramos a gente de la talla de Ed Harris, Anthony Hopkins, Thandie Newton, Jeffrey Wright o una espléndida Evan Rachel Wood, a la postre gran reivindicada del elenco. Una serie tan espectacular y entretenida como finalmente reflexiva, con un desenlace complejo pero armonioso y que me hace preguntarme una cuestión fundamental... ¿No será, a lo mejor, Jonathan el bueno?...
Ahí lo dejo.
Saludos.

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Qué puede matar a un dios?



Era necesario, casi indispensable, que en el sugestivo, libérrimo y renovador marco de las series televisivas apareciera el genio creativo de Neil Gaiman. Su extraordinario y desbocado talento apenas ha encontrado acomodo más allá de las páginas del cómic; no lo suficientemente valorado como novelista y prácticamente desconocido en su faceta de guionista, era una noticia que quienes le hemos seguido durante tres décadas hemos recibido con júbilo, pero también con no poca perplejidad. Las expectativas, he de decir, tenían sus reservas, pero AMERICAN GODS es una de las mejores series que uno puede encontrar en el oceánico marasmo en el que se ha convertido la ficción catódica. Extendernos sobre los detalles sería exhaustivo y contraproducente, pues acabaría por desvelar aspectos fundamentales para disfrutar de este, digamos, "thriller sobrenatural", paseo descomunal por la América mitológica, credencial y expansiva, convertida por sí misma en crisol de culturas, religiones y pactos atávicos que cada cual interpreta en su propio beneficio. De esa América de los mayas y aztecas, que una vez fue hollada por vikingos y luego por españoles, que conservaba intactos a los ídolos animales de las tribus del norte, es de lo que trata aproximadamente (y es un término aproximado) la novela original. Pero Gaiman va aún más allá y confronta a aquellos dioses, los que han sobrevivido y los que quedaron enterrados cuando ya no quedó nadie que los idolatrara, con los verdaderos "nuevos dioses", los que incontestablemente rigen el curso de nuestras vidas y a los que, quizá sin darnos cuenta, rendimos una pleitesía incluso más fervorosa y fanática que la de aquellos otros dioses. Ésta es la crónica de la guerra entre deidades más antiguas que el hombre y dichos nuevos cultos, los nuevos dioses que tienen su altar en los mass media, la imparable tecnología e incluso el muy polémico concepto de globalización, encarnado en el personaje más misterioso de todos.
Me resisto a desvelar más para quien no la haya visto aún o no esté familiarizado con los comics o la novela, pero es una serie no sólo deslumbrante conceptualmente (¡esas intros!), sino que está excelentemente interpretada (ojo al omnipresente papel, nunca mejor dicho, del gran Ian McShane) y está repleta de sorpresas, como una convención/cóctel de diferentes encarnaciones de Jesucristo o una viscosa historia de amor necrófilo...
Véanla, son ocho episodios que caen en un fin de semana y se sabe que la segunda temporada está en camino.
Saludos.

viernes, 12 de julio de 2013

Una representación más



Reconozco que mucho me demoré en ver SPLICE, teniendo en cuenta lo mucho que respeto al señor Vincenzo Natali como esforzadísimo creador de nuevas formas de entender el cine fantástico y por el caluroso recibimiento que esta cinta logró en el momento de su estreno, hace ya cuatro largos años. Pero mi sentido cinéfilo me advirtió durante este tiempo de que, sin saber muy bien por qué, SPLICE me iba a decepcionar. La vi como hace seis meses, y puede que por mi desconfianza finalmente no me pareciese tan mala, pero en absoluto es un logro. No lo es porque Natali se regodea hasta lo insoportable (en un extraño metajuego) en la criatura que ha creado, y no sólo me refiero al monstruito que protagoniza esta fábula acerca de los límites de la ética en las investigaciones científicas, en realidad hablo de lo mal que termina gestionando una idea de partida lo suficientemente arriesgada como para subsistir en el imaginario de todo buen aficionado. No importa tanto el asunto de la creación de un ente viviente completamente novedoso por parte de dos científicos (una vez más) que no se cree nadie. A Sarah Polley le puedo conceder su buen sentido del oficio, pero no entiendo qué pinta Adrien Brody haciendo de "investigador genético antisistema"... No, no me lo creo.
Por lo demás, los efectos están bien, tan bien que al final uno se acostumbra tanto a lo que está viendo que se olvida de asombrarse, y eso no está bien, claro. La muchacha que da vida al bicho tiene su morbo, y no tanto en lo buena que está, sino en su trabajo de seducción primaria a diestro y siniestro; pero digo yo que aunque hubiese tenido forma totalmente humana eso no se habría notado, porque lo de la morfología no es tan perturbador como el comportamiento en sí, y si Natali hubiese conseguido una mezcla más verosímil de extrañeza y realismo creo que SPLICE podría haber sido un título mítico instantáneamente, y no una curiosidad para un Sábado por la tarde.
Saludos del Hacedor.


viernes, 24 de octubre de 2008

Nada es todo

La de ayer y la de hoy. Coincidencia en el tiempo, en que ambas eran un debut, en el género (fantástico), en que entretienen con pocos alardes.
CUBE fue un bombazo en su momento. Recuerdo verla en cartel cerca de un año en unos cines (los Avenida) que no suelen explayarse mucho en estas cosas, lo que me parece más que significativo. El boca-oreja surtió efecto y se veía gente TODOS LOS DÍAS yendo a ver esta curiosísima y original cinta canadiense, obra de un prometedor Vincenzo Natali que, por desgracia, parece haberse estancado desde entonces.
Para los pocos que no la hayan visto, CUBE es una gigantesca estructura laberíntica en forma de cubo con multitud de cámaras-habitáculos interconectados por todos sus lados; es decir: seis puertas, una en cada lado y así sucesivamente... No sé si me he explicado bien o qué, pero os podéis hacer una idea. El caso es que un grupo de personas se despierta un día allí encerrados, sin saber por qué y sin el manual de instrucciones. Ahí creo que radica la potencia de la película; más que en los efectos especiales (pocos, modestos e inteligentes), en el desasosiego que sentimos a medida que los personajes se ayudan, se enfadan, caen, se levantan, buscan soluciones, se desesperan... y, sin embargo, nunca queda claro qué hacen realmente allí ni quién está detrás de todo aquello. Una especie de deshumanización progresiva; los seres humanos convertidos en cobayas; el espectador sin cesar de hacerse preguntas y con cientos de posibles respuestas, ninguna válida, cualquiera válida...
CUBE es la perfecta película de cine fantástico, la que nos mantiene pegados a la butaca hasta su sorprendente final y hace que sigamos hablando sobre ella mucho tiempo después de haberla visto. Como dije, Natali parece haberse diluido tras este magnífico debut y flaco favor le han hecho varias secuelas horripilantes que sólo se han dedicado a exprimir la gallina.
Recomendabilísima para rescatar en DVD.
Saludos cúbicos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!