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martes, 25 de julio de 2023

Cazador de recompensas


 

No comparto los odios hacia THE BOOK OF BOBA FETT, coincidiendo en que parece más un spin off de THE MANDALORIAN que una serie autónoma, e inferior, incluso bastante oportunista, como esos apropiacionistas sin talento que se venden con habilidad. Es un intento, creo yo, de reforzar lo que ya habíamos intuido en la serie matriz: un western con mayor carga de violencia, pero que no logra (ni quiere) zafarse de una sombra demasiado alargada. Temuera Morrison es perfecto para el papel del cazarrecompensas ya mayor, con ganas de asentarse, que toma las riendas de Tatooine junto a la asesina Fennec Shand (espectacular Ming-Na Wen), tras la muerte de Jabba el Hutt. El gran problema es de consistencia, con 8 episodios deslavazados, espectaculares por separado, pero que aportan poco al avance de una idea más globalista. La producción, magnífica; los actores muy bien en general; la partitura de Ludwig Göransson se metamorfosea hasta fundirse en un homenaje a Morricone. Todo debería ser satisfactorio, y más o menos lo es, pero como conjunto no consigue erigirse con solidez, y termina siendo una anécdota de lujo para los muy fans. El resto, esperaremos a ver si vuelve la otra...
Saludos.

jueves, 29 de junio de 2023

El pistolero


 

Hablando de la tercera temporada de THE MANDALORIAN, me ha resultado curioso encontrarme con muchos comentarios que aludían al cambio experimentado por la serie que ha revitalizado al universo de Star Wars. Casi todos apuntaban a una cierta dispersión argumental, como si esta temporada no fuese más que el preámbulo de algo "más grande", posiblemente la integración de estos personajes en la gran pantalla, o la preparación de una cuarta con invitados clásicos. Convengo que, de las tres, es la menos agraciada, pero que aun así Jon Favreau es capaz de mantener cierta coherencia, incluso expandiendo considerablemente su campo de acción. Hay aquí un mayor acercamiento a la tradición del pueblo mandaloriano, sin que ello resienta la entrañable relación entre el protagonista y Grogu, que culmina en un espectacular episodio final, el mejor de la temporada. Y hay otro muy interesante, pero que entiendo el rechazo que haya podido causar. Ni rastro del mandaloriano en él, porque se centra en el carácter político y social de los "asimilados", antiguos componentes del Imperio, que tras ser capturados inician su propia integración dentro de la Nueva República. Es un punto de vista excitante, de menor impacto pero mayor madurez argumental, y que confirma a esta serie como una de las más recomendables de la actualidad.
Saludos.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Print the legend


 

He llegado casi un año tarde a THE MANDALORIAN, la gran sensación en formato serie de dos marcas tan universales como Disney y Lucasfilm, y a las que ha revigorizado de una forma que no sé si sus responsables esperaban tan contundentemente. Y en mi caso, curiosamente, son sus dos hándicaps los que me han hecho reencontrarme con un disfrute genuino, y que ya creía definitivamente desterrado. Como ustedes ya saben, ni soy un devorador de series, ni el universo "Star Wars" me conmueve más allá de sus valores cinematográficos, los cuales el propio Lucas se ha ido encargando de socavar a base de exprimir la gallina. Y créanme, no es el caso que nos ocupa. THE MANDALORIAN parece un western de Raoul Walsh, apegado a códigos inmarcesibles, obsesionado con un afán casi termodinámico de la imagen en movimiento, y con una historia de fondo tan simple y sobada, que hilvana la complicidad del espectador sin pedirle adhesiones inúties, como sí ocurre con el fenómeno fan. No le hace falta, porque todo está narrado con seguridad, desparpajo y un loable sentido de la responsabilidad; y todo compartimentado en pequeñas cápsulas de poco más de media hora, que invocan aquellos antiguos seriales en cine, tanto como el cómic de grapa, que en su máxima expresión coleccionista siempre era quincenal. Lo que nos ha regalado Jon Favreau es algo que me encanta sobremanera, y que a él lo encumbra como uno de esos fantásticos artesanos, siempre al servicio del cariño que él sabe que se le puede llegar a tener a un puñado de personajes, aunque no hagan más cosas de las que hacían Wayne, Fonda o Eastwood, que son esos rostros tras la enigmática máscara que porta este nuevo icono de la cultura popular, y que Pedro Pascal interpreta memorablemente, con un uso de la voz magistral. Es este héroe, que al principio (como en casi todos los westerns) nos va a resultar antipático, el único que puede salvar el día, y esto queda encarnado en un adorable bebé de 50 años, de grandes orejas y tiernas facciones, pero que es objeto de cazarrecompensas de todo el universo. Porque hay mucha acción en THE MANDALORIAN, y muy buena, pero son esos gozosos momentos de complicidad entre un tipo al que no le vemos la cara, y ese pequeño objeto del deseo, los que marcan la diferencia en esta maravillosa serie, que nadie debería perderse y que aporta una visión muy interesante a un universo que daba síntomas de fatiga a poco que se lo observara con lupa desapasionada.
Si algo te hace sonreír, llorar y saltar de tu asiento, saber que estás en el lugar adecuado...
Saludos.

viernes, 27 de septiembre de 2019

El ciclo de la vida



Creo que he visto THE LION KING'19 de la mejor forma que puede verse, que no es otra que virginalmente limpio de la original de animación. No puedo negar que se trata de una de esas películas de las que uno lo conoce todo aunque no la haya visto, lo que ha obligado a Jon Favreau (y con buen criterio, creo) a no mover una coma del libreto original, limitándose (y no es poco) a remozar la imagen con un CGI que pone los pelos de punta de lo perfecto que es. Nada canta aquí, todo se traduce en el naturalismo de ver unos animales generados por computadora hablar y cantar, y es adorable, y aún mantiene esos dos o tres momentos francamente emocionantes y que ya forman parte del imaginario de cualquier aficionado. Reconozco que no me ha gustado tanto como la maravilla que fue EL LIBRO DE LA SELVA, pero ha sido ciertamente gozoso reencontrar a Simba, y a Timón y Pumba, y Scar y Mufasa, y todos esos animales que son capaces de emocionar y enternecer, e incluso aterrorizar... Sí, ya sé que no he visto la original... ¿pero y qué?
Muy buen entretenimiento.
Saludos.

viernes, 28 de octubre de 2016

Gran guiñol



A mí no debería gustarme esta versión de THE JUNGLE BOOK, de todas formas ni siquiera era muy fan de la versión animada, que por cierto está a punto de cumplir nada menos que 50 añazos... Pero qué quieren que les diga, si me ha ganado por la mano ver a un chaval (espléndido, por cierto, el joven Neel Sethi) corriendo por la selva acompañado de una pantera y una manada de lobos. Cómo obviar uno de los castings de voces más acertados que he visto y pasar por alto al intimidante Idris Elba dando vida al tigre Shere Khan o terminar rendido ante la mirada de Kaa (¡Sí, por fin hablo bien de Scarlett Johansson!... Será porque no la veo...). El libro se despliega, muy bien narrado por Jon Favreau, otro tipo del que venía desconfiando y que se ha redimido; todos los personajes (y son muchos) tienen su sitio y momento, y aunque nos sepamos la historia de carrerilla se nos olvida a conveniencia, porque aquí hemos venido a disfrutar... Incluso magnífico está Bill Murray, perfecto para meterse en la piel del imprevisible Baloo. Pero donde me desparramé del todo fue ya casi al final, tras una imponente escalada hasta los dominios del Rey Louie, un gigantesco orangután que parece mortífero, pero que quizá sólo quiera ser comprendido en toda su grandeza, y que quizá por ello necesitaba de la rajada voz de un Christopher Walken simplemente esplendoroso, y que me dejó pasmado con el pedazo de canción que se marca. Porque, efectivamente, esta versión de THE JUNGLE BOOK también tiene las canciones del original, respetando cada detalle y conformando un inesperado y hermoso homenaje al mejor Disney, que esa máquina imparable de construir entretenimiento a costa de derribar todas nuestras defensas y reticencias originales.
Ésta, sencillamente, no se la pueden perder.
Monumental.
Saludos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Producción & Dirección S.A.



El nuevo e impúdico esperpento yanqui se llama COWBOYS & ALIENS, por lo que casi huelga comentar la sinopsis (mal comienzo), pero voy a intentar componer una medio reseña con esta cosa que apenas merece atención. Spielberg produce, y la broma empieza a oler ya regular nada más, que una cosa es que se retire y otra que empiece a sacar gilipolleces del cajón encasquetándoselas a incipientes aprendices de su arcana alquimia. Jon Favreau dirige, y hace bueno el dicho ese de "Es mejor callarse y parecer idiota..."..., ya saben... Bueno, dos horas insufribles de las que se salvan algunos momentitos (pero muy cogidos con pincitas) del principio, cuando parece que estamos viendo un western. Después todo es tópico sobre tópico, y cualquiera sabe exactamente qué va a ocurrir a cada instante. Sale Daniel Craig, que alguien le habrá dicho que vale para una peli del oeste, pero ni siquiera le queda bien el sombrero; a Harrison Ford le ponen a hacer de malo, pero los malos aquí no son de este mundo, así que desempolva a Indy (otra vez) y luego le sale la vena paternal (hay una escena que yo creo que ha rodado directamente Spielberg, la de la traducción de los indios); los indios, como digo, no son malos, sino que colaboran con la causa de la taquilla... digo, del rescate. Está Sam Rockwell, pero si no hubiese estado tampoco hubiese pasado nada... Y una chavala de perfil anoréxico que no creo que llegue a nada (demasiadas "nadas" para tan poca cosa). Keith Carradine está por ahí como diez segundos, y hasta el cura de Carnivàle... haciendo de cura, pero se muere pronto. Yo ya he visto esta película cien veces antes, con otros nombres, con otras motivaciones; pero es que ya me cansa lo de los alienígenas con cuerpo de langosta y cara de cucaracha, que tienen una tecnología avanzada del copón pero para atacar lo hacen dando saltos, como trogloditas de antaño. Encima, lo que trae a los bichos una vez más a U.S.A. (qué pesaditos son, con la de sitios que hay) es, ni más ni menos que... ¡el oro!... No, lo que faltaba es que también fuesen codiciosos... Bueno, no sé, es que no puedo salvar nada de esta cosa, pero nada. Éste es el cine que nos espera en los Multiplex, agárrense las coletas y aprovisiónense de bastante Ribera del Duero, que viene bien para la estación que viene... O más o menos.
Saludos & sapos & culebras.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Corazón de chatarra #2



Como no podía ser de otra forma, el hombre de hierro se perpetuó en su sonoro taquillazo con un par de tracas de infarto... o eso decían, claro. La primera fue introducir a Mickey Rourke como villano, un improbable científico ruso con mechas, botox y haces lumínicos a modo de látigos como truenos. La Paltrow seguía por ahí, pero el picante viene por la introducción de Scarlett Johansson como una secretaria que no es lo que parece. Otro malo, aunque en las antípodas del anterior, es el ascendente Sam Rockwell, decidido a quedarse con la porción hollywoodense que ya hace tiempo que dejó desierta un tal Gary Oldman. Y, bueno, tenemos el cachondeo de ver a Samuel L. Jackson haciendo de Nick Fury (con lo bien que le habría ido ese papelito a Clooney) y un montón de pirotecnia y efectos visuales de nuevo cuño, con una espectacular escena en una pista de carreras y un enfrentamiento final entre Iron Man y un montón de réplicas.
Hasta ahí, lo normal, lo lógico para este tipo de productos, porque si ya viste la primera ¿qué esperabas en una segunda parte? IRON MAN 2 es estrujar algo que ha funcionado bien, exprimir la catarsis de un público entregado y una crítica no demasiado malévola con esta nueva franquicia... Pero vamos a ver... ¡La cosa cansa ya un huevo! ¿Qué diferencia hay entre una peli de superhéroes y otra, exceptuando el buen o mal hacer de sus respectivos intérpretes? La respuesta la tienen, cómo no, los lectores de siempre de este tipo de comics; y es que hay un abismo conceptual entre la belleza de la liturgia del coleccionista/cazador del número tal, edición cuál, que llega a su casa con el tomo plastificado y, como buen fetichista, lo acaricia, lo huele, lo saborea, lo amasa entre sus pacientes y delicados dedos... Comparen eso con una sala llena de canis tirándose palomitas y haciendo ruidos simiescos, mientras tus tímpanos retumban por culpa del THX de los huevos (señor Lucas, sonar bien no es sinónimo de sonar fuerte) y desearías no estar ahí, sobre todo cuando enciendan las luces... Ahí, creo yo, radica la prostitución de un género al que Hollywood le está exigiendo demasiadas alegrías sin ni siquiera preguntarse qué clase de misterio mágico llevó a Stan Lee a sublimar el mito nietzscheano con dibujos a todo color que hoy son reverenciados como lo que son: arte. Puede que un día veamos una película de superhéroes a la que identifiquemos sin problemas como arte... Sigamos esperando.
Saludos del magnate.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Corazón de chatarra #1



Una de las franquicias más exitosas, iniciadas en esta especie de fiebre "comiquera" que le a dado a Hollywood no por otra cosa que no sea una preocupante escasez de ideas originales, ha sido la dedicada a Tony Stark y su coraza de combate de color rojigualda; en estos dos días de asueto intentaremos hablar un poquito del porqué, pero sobre todo del cómo los superhéroes, ese reducto que sólo lo era de frikis fanáticos, ahora resulta que campan por las pantallas como si siempre hubiese sido así.
Lo primero que llama la atención es la elección de Robert Downey Jr. en el papel principal, un acierto por el carácter burlón, despreocupado y arrogante de este heredero de un imperio tecnológico y genio asimismo de la construcción mlitar avanzada. Pasados los años, IRON MAN tiene como punto a favor el poner de relieve que los avances de hace cuarenta años son igual de efectivos en plena era digital; por contra, y pese a su dinámico arranque, Jon Favreau es incapaz de resistirse a los gastados clichés de este nuevo tipo de cine y se comba a la pirotecnia fácil y la animación por computadora, lo que le va restando gracia y salero hasta llegar a un final que hemos visto cien veces antes. En esta primera entrega, el hombre de hierro se erige en salvador/vapuleante de los pobres talibanes de turno, después de sufrir en sus carnes (o sus chapas) secuestro y tortura a granel; para terminar de enredarlo todo, Stark descubre que sufre una insuficiencia coronaria pero que estar conectado a su engendro mecánico le mantiene con vida; en vez de ser un buen ciudadano y legar este chollo médico a la humanidad, se calla con dos cojones y dice: "a vivir, que son dos días... y soy millonario". En resumen, que salen caras conocidas, que nos sangran los tímpanos, que los movimientos de cámara (por decir algo) curan el estrabismo, que Stan Lee sigue igual de viejo que cuando gobernaba Marvel y que los rayos que salen de las manos son la excusa perfecta para no tener que mostrar una carnicería cada diez minutos y así contar con los jóvenes de hoy en día. Da un poco de pena ver los esfuerzos de Downey Jr. por mostrar su estupenda vis cómica y luego desaparecer tras una máscara para repartir leña a esos malos reunidos del mundo, que además de malos de conciencia también lo són de acción, porque siempre reciben de lo lindo. Ah, y sale Gwyneth Paltrow haciendo de Gwyneth Paltrow...
Mañana más; saludos coraceros.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!