viernes, 31 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #12



Si hay una película a cuyo espíritu uno puede quedar peligrosamente enganchado es LE FABULEUX DESTIN D'AMÉLIE POULAIN (AMÉLIE, para los amigos). AMÉLIE, digámoslo con palabras afables, ha sido el consuelo de toda una generación de geeks con pisito alquilado en el centro, trabajo basura (pero con las noches libres para ir al cine), aficiones raras (incluimos la veneración por los álbumes fotográficos) y nula vida sentimental. Vestimenta suelta e informal, zapatos planos, peinado intencional y un par de frases recurrentes en el bolsillo. Una mezcla insultante entre bohemios, conservadores y, en definitiva, exploradores sin brújula. Jeunet es listo, sabe qué epata al público y qué lo repele, y aunque nadie entienda un carajo qué le pasa a la "pobre" Amelia todos queremos lo mejor para ella. Dicho y hecho, en un mundo aún no dominado por lo móviles y el whatsapp, Amélie, la de los Camper con cordones, se comunica mediante carteles pegados en aquellas máquinas llamadas fotomatones. Su mundo se compone de fruteros mancos, gnomos de jardín, vecinos siniestros y un deseo irreprimible por meter las narices donde no debe. Ella es así, porque ella lo vale; porque ahoga el terrible recuerdo de ver a su pececillo de la infancia tirado a una alcantarilla rompiendo cremas catalanas y metiendo la mano en un saco de chícharos (¡Puaj!)... Amélie, trece años después, ya podría ir buscando la botella de marrasquino y cambiando de falda, tal y como le advertía su ajado vecino amante de Renoir: "Antes de que se te pase el arroz, hija".
Ah, que lo que querían era que les hablase de lo que me había parecido la película tras volverla a ver... Pues entonces se han equivocado de blog, amigos... Pero, en fin... entretenida sí que es, aunque me odie toda la vida al decir esto...
Saludos.

jueves, 30 de octubre de 2014

El after shave de los Coen y Kaurismäki



Sabía un par de cosas acerca de THE MAN WHO WASN'T THERE. Sabía que todo el mundo me hablaba de ella y que yo aún no la había visto. Sabía que era en Blanco y Negro. Puntos a favor y puntos en contra. Luego supe que a favor se tiene lo que no se espera, y que si se sabe demasiado sobre algo puede que todo se vuelva en su contra. Es, creo, la película más hierática de los Coen; y Billy Bob Thornton, Ed Crane, uno de sus mejores personajes de una galería apasionantemente larga. Luego es verdad que la película ofrece menos de lo que parece, es menos intrincada y más dada a la contemplación; es cine negro sólo porque así parece haber sido concebida, pero hay mucho de hastío existencial y cansancio metafísico en la historia de un anodino barbero cuya grisura es tal que parece desear desaparecer en cualquier momento. Es ahí donde los Coen encuentran la inspiración en Kaurismäki, en una gelidez formal inaudita y que paraliza cualquier tentación de estruendo. EL HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO ALLÍ empieza como un film de Siodmak, continúa como lo continuarían los Coen y termina con una sentencia kafkiana, allí donde el absurdo se impone por su propio e insostenible peso. Es verdad que después de verla, al fin, no puedo decir que sepa muchas más cosas... ¿pero a quién le importa?...
Saludos.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #11



75 años se cumplen de una de las cumbres del séptimo arte de todos los tiempos. GONE WITH THE WIND es, al mismo tiempo, un hito, un descubrimiento, una confirmación y un misterio ¿Cómo conjugar tantos y tan diferentes elementos para terminar creando uno de los iconos más poderosos de Hollywood? Es inútil buscar respuestas concluyentes, porque, como tantos grandes relatos, éste da cuenta, ni más ni menos, de la destrucción de una forma de vida, tan orgullosa, altanera y pagada de sí misma que fue incapaz de adivinar su fatal destino. Y todo ello encarnado en una figura, la de Scarlett O'Hara, que en apenas cuatro horas de metraje (ni que eso fuera mucho) sufre un cambio tan profundo que acabará irreconocible ante nuestros ojos... aunque no necesariamente para peor. Y es que probablemente no haya un suceso histórico que revele tan a las claras la deriva de los Estados Unidos como la Guerra de Secesión; y aunque LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ pueda parecer un supermelodrama hiperromantizado, lo cierto es que su armazón es tan complejo, sustenta tantas y tan diferentes relaciones humanas, abarcando el amor, el odio, la venganza, la compasión, el olvido, la fuerza, la debilidad, el desencanto, la alegría, los árboles en negativo, los bailes estruendosos y las mucamas con mal genio... que... uffff!!, francamente, queridos, he decidido desengancharme. Primero porque calculo que han sido unos veinte años los que han pasado desde que la vi por última vez, y no creo que vuelva a pasar por esta intimidante experiencia. Y no por nada, porque los actores están fabulosos (bueno, menos Leslie Howard, que es insoportable), la química entre Vivien Leigh y Clark Gable aún se está estudiando en las universidades, y el dominio de los grandes espacios me parece insuperable. Aparte: si Max Steiner hizo lo que hizo, reverencia, mirada al suelo y nada más a añadir. Excepto, creo, que un film de proporciones tan grandes necesitaba a los más grandes, y si Victor Fleming ha sido históricamente reconocido como el director que llevó la mayor parte del peso, el tiempo ha puesto en su lugar el extraordinario trabajo de George Cukor (esos personajes femeninos...) y el innato talento para el melodrama de altos vuelos de Sam Wood. Es, definitivamente, un film que debe verse, e incluso revisitarse; uno de esos pulsos que a la industria norteamericana le gusta echar de vez en cuando para probar que su sitio en el Olimpo sigue intacto. Aquí lo consiguieron, no hay duda, pero teniendo en cuenta que me atrevo a decir que no habrá ningún melodrama jamás a su altura, pediría humildemente que no siguiesen tomándola como modelo, porque hay lugares que sólo pueden amarse una vez...
Saludos.

martes, 28 de octubre de 2014

REVerencias



Los muy fans lo saben: Los "días del futuro pasado" son el gran punto de ruptura de los X-men. y Chris Claremont su valedor fundamental. No sólo elevó al grupo de mutantes a su momento histórico más importante, sino que redefinió por completo el concepto de comic-book serial de superhéroes y le allanó el camino para que fuesen posibles lecturas más adultas y complejas. Aquélla fue una apuesta asombrosa por parte de la Marvel, y aun con todos sus detractores (reconozco que me ha costado mucho otorgarle su grado de excelencia), no son muchos los que se atreven a denostar una saga que rezumaba oscuridad y pesimismo, al contrario de lo que el género parece demandar constantemente.
Llega la película, y es muy buena, pero no nos equivoquemos, ni mezclemos. X-MEN: DAYS OF FUTURE PAST coge a la franquicia en velocidad de crucero, en su mejor momento, con algunas de las decisiones de casting más acertadas de los últimos tiempos y, lo más difícil, una estupenda capacidad de concisión. Para los que no lo tengan claro todavía, los mutantes aparecen en un futuro apocalíptico, donde son perseguidos y diezmados por los temibles Centinelas; sin embargo, aún tendrán una remota posibilidad de supervivencia: trasladarse al pasado para modificarlo y cambiar el futuro... que es "su" presente. Es verdad, es muy lioso, pero ahí radica su fuerza, en usar los viajes en el tiempo para construir un relato lleno de dinamismo y múltiples referencias, no sólo al propio mundillo de los X-men, sino a todo el universo Marvel. Es tremendamente entretenida, los actores están soberbios (lo de McAvoy y Fassbender es alucinante) y apenas le pondría el pero de que se haga confusa en algunos momentos, pero el conjunto es, como ya han dicho otros más cualificados, el blockbuster más importante y mejor acabado de los últimos tiempos. Así que no se la pierdan.
Saludos.

lunes, 27 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #10



Es una película emocionante, de las más emocionantes. De ese tipo de películas que merece una revisión en profundidad cada cierto tiempo; quizá no tanto por su calidad, que la tiene, sino por el efecto sísmico que sus imborrables imágenes tuvieron sobre una generación, la mía, que creció al amparo de los buenos sentimientos de un extraterrestre simpático y bonachón, de color marrón, ojos inabarcables y un dedo que se ponía rojo. E.T.: THE EXTRA-TERRESTRIAL es un film de leyenda, elevó a Steven Spielberg hasta unas cotas de popularidad que han mantenido indemnes al resto de sus trabajos, por mediocres que éstos fueran, y cambió la historia del cine comercial reciente para siempre. No en la forma, se me ocurre, de George Lucas, con una base más potente y espectacular; E.T. es una anomalía en el boom de películas sobre el fenómeno OVNI que abarcó varias décadas, porque ni intenta provocar terror, ni dar rimbombantes lecciones morales, y ni siquiera es notorio un despliegue de efectos especiales. Más bien, la premisa fundamental se sustenta en cómo los seres humanos podemos solventar nuestras diferencias si olvidamos nuestros prejuicios y somos solidarios con quien requiere nuestra ayuda. Sí, ya sé que esto es un pastelazo de moralina fácil y lacrimógenos objetivos, pero estoy acostumbrado a ver envoltorios vacíos, golpes de efecto donde no existe más fondo que el de pequeños rastros lumínicos evocando una forma que no tiene valor si se la traspone al mundo real. He ahí un dilema insalvable. Porque, por un lado, la película logra que sus defectos, en lugar de hacerla antigua, hagan aflorar sonrisas de indulgencia casi desde cualquier generación; su temática, deliberadamente blanca, la sigue acercando a nuestra imaginación sentimental como pocas veces en el cine, porque se trata de uno de esos escasos films cuyo aura es casi mágico. Ahora bien, seamos rigurosos y señalemos que quedarnos habitando el confortable lecho de ilusiones ideado por Spielberg durante demasiado tiempo nos restaría la perspectiva necesaria para seguir avanzando en la búsqueda de nuevos códigos, no sé si tan reconocibles o mitificados, pero sí que puedan seguir construyendo una noción del cine hollywoodense como fábrica de sueños, sin que haya asomo de superchería o tramoya. Así, un desenganche a tiempo debe tener sus efectos beneficiosos... ¿Pero quién soy yo para decir esto, sino un tipo que más de treinta años después se descubre con un nudo en la garganta y ojos húmedos cuando la fusión perfecta entre John Williams, la imagen que ilustra estas líneas y el dichoso monstruito ocurre?... Una vez más...
Saludos.

domingo, 26 de octubre de 2014

Rincón del freak #173: El porqué de los boquetes



Habito, sin saber muy bien por qué, cierto derribo escayolario en la Triana profunda. Es bonito hasta que el polvillo se te va metiendo por las napias. Creo que un cinéfilo merece correr mejor suerte, pero no me quejo... de momento. Anyway, el bodrio es UNKNOWN WORLD, imbecilidad de 1951 más cercana a los sótanos de GH que a alguna joya perdida de los maricastaños hollywooderos. No, no la recomiendo. Es mala, con los siete pecados capitales de testigos; su invalidez intelectual es comparable a un bloque de sal en Afganistán a las siete de la tarde. Mejor recen; mejor cómprense un hamster maricón; mejor vótenle al Partido Humanista; mejor beban cicuta sin gas; mejor amen el cine de Pedro Almodóvar... Bueno, esto último no me lo tengan en cuenta.
Saludos.

sábado, 25 de octubre de 2014

Una metáfora hiriente



Confieso que había perdido toda expectativa respecto a Bong Joon-ho. Donde todo el mundo veía THE HOST como un original giro al género de monstruos gigantes, yo me aburría con un montón de personajes estúpidos e imágenes fatalmente presuntuosas. Todo ha cambiado con SNOWPIERCER; es verdad que el director coreano avanza una barbaridad cuando acomete con seriedad un guion, pero aquí ha llegado a un punto realmente interesante. Esto es cine de aventuras, puro y duro, pero para adultos, sin concesiones y muy en la línea del cómic de fantasía de, por ejemplo, un Richard Corben o incluso Will Eisner. El mundo se ha acabado (y como decía aquel chiste, "otra vez"), todo está cubierto por el hielo y los únicos supervivientes están a bordo del gigantesco tren que da título al film; una máquina perfecta que todo lo atraviesa y nunca se detiene en un desquiciado viaje eterno. Lo que aborda el guion es la problemática, en forma de metáfora, de la lucha de clases elevada a su máxima potencia: en el vagón de cola, los desheredados, los pobres, el ganado humano que sólo debe mostrar sumisión y agradecimiento por poder "estar" a bordo del tren; más adelante, las clases privilegiadas, la "primera clase" que disfruta de privilegios y comodidades; entre ambas, el aparato de fuerza reprime cualquier intento de rebelión. Un hombre encabeza entonces dicha rebelión y conduce a su improvisado ejército a la conquista de sus derechos en un sangriento viaje repleto de dificultades; aunque en realidad, su intención es llegar hasta la cabeza del tren, donde supuestamente se encuentra su creador, una figura mítica de cuya existencia todos dudan y cuyo derrocamiento supondría el fin de la opresión.
Aparte de un casting muy acertado (destacando un Chris Evans tremendamente sobrio y un fastuoso trabajo de camaleonismo a cargo de una irreconocible Tilda Swinton) y una imaginería que va sobrada de recursos, el ritmo del film nunca decae, sorpresa tras sorpresa, vagón a vagón, es casi imposible poder anticipar qué diablos vamos a encontrarnos. Es verdad, SNOWPIERCER me reconcilia con el director coreano y anticipa, quizá, nuevos caminos para el género fantástico, más orgánico y menos digitalizado, si se prefiere; un trabajo, en suma, tan fresco como incómodo en algunas de sus conclusiones filosóficas más controvertidas. Muy recomendable, en todo caso.
Saludos.

viernes, 24 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #9



Gracias a la forma en la que nos comunicamos los seres humanos, nos bastan un par de señales de advertencia para no caer en la incongruencia abandonada del afiche emocional. Así, un rápido vistazo a nuestra memoria más ortodoxa nos indica que hubo una película llamada GHOST que era un pastelazo y que hacía llorar más que la cebolla. Sí, memoria engañosa, pero no tanto si revisitamos este título 24 años después. GHOST era un producto absolutamente autoconsciente y teledirigido a según qué público; la típica película que uno va a ver con su novia, pero nunca solo (su antítesis sería... ¿RAMBO?). Sea como fuere, hay dos o tres cosas que aún no entiendo de esta película fantástica... que no fantástica película, sobre una alfarera ronca, un yuppie albañilista, un navajero con la cara de Diego Costa y una negra haciendo de Marujita Díaz con el pelo lacio. No entiendo cómo puede estropearse una de las mejores canciones de todos los tiempos con dos de los peores actores de todos los tiempos en una de las escenas más ridículas de todos los tiempos. No entiendo la supuesta superioridad moral del protagonista, cuando la paupérrima trama no es más que otro "¿quién se queda con el botín?". No entiendo por qué el gran Maurice Jarre accedió a empañar su impresionante currículum. No entiendo qué tipo de enajenación sufrió Jerry Zucker para perder su tronchante sentido del humor. No entiendo el oscar de Whoopi Goldberg. No entiendo la cara de estreñido de Patrick Swayze ni la de narcolépsica alelada de Demi Moore. Pero sobre todo no entiendo por qué nadie hace una película de fantasmas en la que, ya que estamos, si lo traspasan todo... también traspasen el suelo; así, en una caída universal e infinita, nos libraríamos y/o desengancharíamos de aberraciones como ésta.
Saludos.

jueves, 23 de octubre de 2014

Perro cocido



ANIMAL KINGDOM era una muy buena película, bien construida, con no pocos hallazgos; pero la impresión general que dejó el primer largo del australiano David Michôd fue de cierta inconsistencia narrativa. Sería por el arriesgado, poco corriente tono elegiaco usado para una historia tendente tanto al cine negro como a la construcción de una familia difícil de describir. Algo parecido vuelve a ocurrirle en THE ROVER, su segundo trabajo, aunque no deja de ser curioso el juego de espejos y semejanzas entre ambas obras. Primero por cómo dan cuenta de dos mundos (uno en realidad) que se vienen abajo, uno imperceptiblemente, el otro inexorable y repentinamente. Y parece tontería no invocar aquí el espíritu de MAD MAX, por la nacionalidad y por ese taciturno y extremadamente violento protagonista al que da vida un excepcional Guy Pearce, a la postre lo mejor de la función. Con un cierto rubor, creo, Michôd parece querer escapar a toda costa de aquel género con días de gloria que fue el "postapocalíptico" y se pierde en un incomprensible émulo de Antonioni, Bresson... ¿Ceylan?... Esto juega en su contra, y lo que podría haber sido un híper-violento y contundente thriller se desvía a territorios que suelen traer quebraderos de cabeza al más pintado, cuánto menos a un aún bisoño cineasta. Podría haber extasiado la anécdota, convertirla en núcleo y motor (el robo casi involuntario de un coche, convertido en mortífera obsesión), e imprimir un sello propio al esquivo personaje central. Me parece un error (aunque no lo vean así la mayoría de críticos) la elección de Robert Pattinson como partenaire; su desagradecido personaje no aporta nada, y mucho me temo que no es más que un obligado asunto de casting, por aprovechar el tirón de esta "gran" estrella mediática. Aun así, si son curiosos y les gustó el debut de este director, puede que le vean algo que a mí se me escapó. Se puede ver sin mayores sobresaltos.
Saludos.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #8



Siempre he tenido a Robert Wise por un director más astuto que capaz, menos intuitivo que dotado. Menos autor que artesano, con su arte, que es mucho más que el de algunos "autores", pero que ha tenido algunos puntos más que discutibles en una filmografía que a primera vista parece impecable.
El comienzo de THE SOUND OF MUSIC es esplendoroso; no me extraña que cautivara a Lars von Trier. Igual que no me extraña que parezca otra cosa, otro film ¡Podría haber salido otro film! ¿Debería? Las andanzas de María, la novicia que le canta a los pajarillos, y la infumable familia von Trapp merecen un lugar entre lo más bizarro que se haya filmado nunca... Pero ¿cómo obviar la rotunda, bellísima fotografía de Ted McCord? ¿Y las canciones de Rodgers y Hammerstein, una vez que no podemos sacarlas de nuestra cabeza? Respuesta: centrándonos en el argumento. Que tanto da un partido de fútbol Pelé vs. Goebbels, que el Gente Joven del III Reich (The Residents tenían razón). Son tres horas en las que yo no me atrevo a contradecir a quien se lo pasa fenomenal y olvida la última carta de desahucio; vale, todos necesitamos un poco de evasión (aunque sea sin victoria), pero me devano los sesos inútilmente, buscando un porqué, qué hace que uno se quede hasta el final viendo el azúcar, la blancura que ya no es ingenuidad sino mera gazmoñería. Porque Wise sabía que "el sonido más feliz del mundo entero" es más fuerte que el silencio más triste, y lo filmó; pese a Julie Andrews y los trajes hechos con cortinas y las marquesinas bajo la lluvia y los híbridos HeidiMilka...
Heroína pura. Vivan peligrosamente.
Saludos.

martes, 21 de octubre de 2014

Aquella figura de negro...



Signo de los tiempos. Indicador de pérdida de lucidez. Amenábar no se enteró de nada. De nada.
Me extraña que haya esperado tanto tiempo para hablar un poco sobre THE INNOCENTS, una de las mejores (con unas mayúsculas así de grandes) películas de terror de todos los tiempos.
Amenábar no se enteró de nada, porque pensaba que la obra maestra era "Otra vuelta de tuerca", de Henry James, y no el increíble film de Jack Clayton, así que desdeñó la película para hacer "su" obra. No sólo no lo consiguió, sino que se quedó en una sospechosa tierra de nadie, ni libro, ni película. Yo no voy a pecar de entendidillo, porque a mí me cuesta apresar por completo el oscuro entramado de esta excepcional obra; porque cuando creo haber dado con su lema, su razón de ser, precisamente ocurre esa "otra vuelta de tuerca" que la sitúa en otro lugar, alejada de cualquier convencionalismo. Es una historia de fantasmas, sí, pero maticemos (subrayemos) que sobre todo es una historia sobre la corrupción, no tanto física sino moral. Y es que la moral, la falta o subversión de la misma, supone el eje central de este perverso y aberrante descenso a la puesta en cuestión de todos nuestros credos y confortables lugares comunes. El impactante y magistral guion ideado por (¿es algo esto?) Truman Capote no deja un solo resquicio argumental, aunque parezca que así sea; ni con la toma de contacto de la institutriz que interpreta una modélica Deborah Kerr, ni con la llegada a la sombría mansión, donde tendrá que encargarse de dos inquietantes niños; ni con el terrorífico y vertiginoso giro de su última parte, donde ya nada es lo que parece y cualquier cosa es esperable. No, Amenábar no se enteró de nada; se embelesó con Nicole Kidman, demasiado adulta... Y aquellos dos niños repelentes, demasiado infantiles. Aquí, Jack Clayton nos advierte: ¿Qué hay más turbador que un niño que actúa como un adulto y que es capaz de someter la voluntad de los mismos hasta hacerles dudar de su propia identidad?
Clásico imperecedero. Y me quedo corto...
Saludos.

lunes, 20 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #7



Hombre, que el sustrato de la leyenda queda compuesto por un 95% de falacia y un 5 de ingenuidad, no seré yo quien lo niegue, pero es que imaginen lo siguiente en 2014 y díganme, falanges diastólicas mediante, qué les parecería esto: un film sobre unos prisioneros aliados que forman un equipo de fútbol en la guerra de... ¿Irak?... Me sirve. Con un capitán y entrenador, vieja estrella semiretirada, que podría ser Colin Firth... Por lo de ser inglés y... por lo de ser inglés. Luego necesitaríamos dos estrellas del momento, pero éstas del fútbol; no creo que nadie lo discuta: Cristiano y Messi... Y la guinda la pondría el portero, que no tiene ni pajolera idea del caballeroso juego del balompié, pero que está cachas y repele todo lo que le llega... Dwayne "The Rock" Johnson, es mi hombre. Y bien, el resto del equipo lo rellenaríamos con jugadores menos rutilantes, pero igualmente conocidos. Pónganme a Frank Lampard, Mats Hummels, Andrea Pirlo, Thiago Silva, Franck Ribery, Arjen Robben... Y por lo del tono surreal (y por poner algún defensa más, digo yo), Sergio Ramos... ¿A que sería una chulada de peli?... ¿Qué, que no? Pues el gran maestro John Huston no creyó lo mismo, y dirigió VICTORY, con Michael Caine, Pelé, Ardiles y Stallone en la portería, y un montón de gente fue a verla; y Max von Sydow hacía de nazi medio malo (porque estábamos en la WWII), así que ahora yo veo a Stellan Skarsgard. Y dirigiendo... ¿por qué me viene insistentemente Garci a la mente?...
... Efectivamente, hay que desengancharse de ella...
Saludos.

domingo, 19 de octubre de 2014

Rincón del freak #172: Espeleólogos desmemoriados... Mineros sin cabeza... Productoras sin prejuicios...



Cuando empezamos este blog, recuerdo que uno de los administradores que entonces lo llevábamos me miró raro cuando le dije, absolutamente convencido, que mi intención era comentar una película diaria. No por incapacidades o falta de tiempo (que es lo que ha venido pasando, por supuesto), sino porque su subconsciente no le permitía calibrar que existiese una cantidad tal de filmes... Pero luego lo pensó mejor y asintió, abrumado quizá por las cifras. A menudo pienso en que tan sólo el cine de serie B y Z norteamericano comprendido entre 1940 y 1960 daría para mantener un blog diariamente hasta que uno se hartara o se muriese, tan  impresionante es dicha producción, al margen, claro está, de su calidad intrínseca. La mismísima Warner era una máquina imparable de producir películas de inexistente presupuesto, en la que se exprimía hasta el tuétano la fórmula de los seriales radiofónicos y que servía (sólo algunas veces) para el descubrimiento de alguna posible futura estrella de Hollywood. Un caso, entre miles de ellos, y casi escogido al azar, podría ser THE MYSTERIOUS DOCTOR, de 1943. Ambientada en una brumosa y tétrica Cornualles, contaba la llegada de un investigador con la misión de esclarecer unos misteriosos sucesos, con un "terrorífico" fantasma decapitado que parece deambular por una mina abandonada. Evidentemente, como luego se encargaría de restregarnos Scooby Doo, el asunto es una oscura tapadera en la que se mezcla el espionaje de entreguerras (todo el film es un descarado panfleto pro-alianza internacional), la caspa paranormal y el juego de equívocos, provocado por su casi único atractivo: que hasta el final pensemos que el malo es uno porque lleva una capucha, cuando sólo la lleva para ocultar su rostro desfigurado. Casi el único, porque el otro es la oportunidad de asistir al debut como actriz de la esplendorosa Eleanor Parker mucho antes de ingresar en el Olimpo hollywoodense.
Saludos.

sábado, 18 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #6



Todos deberíamos saber dónde están realmente nuestros límites para poder transgredirlos, crecer, sorprendernos a nosotros mismos. Me resulta complicado incluir a Claude Chabrol en este monográfico, es un autor que admiro y al que siempre he vuelto como fuente de inspiración; sin embargo, hay algo extrañamente impostado en MERCI POUR LE CHOCOLAT, no sé si es Isabelle Huppert, en un papel de verdad desagradecido, el de una cínica y manipuladora mujer que necesita tener a todo su entorno bajo control, pero de la que es imposible extraer un solo motivo que nos haga sus actos simplemente creíbles. Y no está mal, porque ella casi nunca está mal; así como me resultan muy estimulantes el papel del cantante Jacques Dutronc como un gran pianista que intenta superar la turbia muerte de su anterior mujer o la bellísima Anna Mouglalis haciendo de una niña pija con más inquietudes de lo que parece. En cierto modo es Chabrol puro, los personajes huelen a su cine y la trama, inevitablemente "hitchcockiana", es deudora de su mirada, la que le encumbró como uno de los nombres más importantes del cine francés. El problema podría ser la ubicación, menos definida, más inconstante, importando seguramente en menor medida el entorno, al cerrar la lente sobre los rostros y dejando para otros (mejores) momentos el paisaje, la sociedad capaz de moldear las voluntades de sus habitantes. No me llega tanto como la práctica totalidad de sus películas, y por ello, sin atreverme a considerarla como mala, ni siquiera inferior, sí parece obra de otro cineasta, o la copia perfecta de un incunable que sólo una lente perfectamente educada podría discernir. Pero, véanla, es Chabrol... aunque luego tengan que desengancharse...
Saludos.

viernes, 17 de octubre de 2014

Causa en discusión. Fuegos artificiales a la luz del día



Antes de nada, una recomendación: Sólo pidan comida china si de verdad están hambrientos. En el caso contrario, una empanadilla de espinacas, carne y salmorejo les viene que ni de perlas...
Dicho esto, fui a ver BAI RI YAN HUO (BLACK COAL, THIN ICE), el film que ganó el Oso de Oro en Berlín este año, festival que además coronó (merecidísimamente) a su actor principal, Liao Fan. Perfecta y conscientemente revestida del mejor y más reconocible cine negro clásico norteamericano, el que no muestra pero sugiere, se trata de una película áspera, incómoda, de una tristeza casi endémica, que al contrario de lo que suele pasar si el guion flojea, le viene como anillo al dedo a su desolador panorama de seres arrojados al vacío. Uno se apiada tanto del pobre policía venido a menos, alcoholizado y trastornado por un episodio particularmente oscuro y que le obligó a dejar su profesión y sobrevivir como guardia de seguridad, como del potencial asesino en serie que le obsesiona desde hace cinco años y cuya pista, fortuitamente, parece haber vuelto a encontrar. Es entonces, una vez bien definida la trama, cuando Diao Yinan explota su gran baza, unos actores que le dan el tempo justo a sus roles y ¡oh, milagro!, le despistarán por completo, por muy avezado espectador sabueso que usted sea, y eso es hoy día muy difícil de encontrar. Recuerdo que la frase que me vino inmediatamente a la cabeza fue: "Habría sido una gran película incluso sin trama policial de por medio". Así de bien escrita está y así de original (sin contar nada nuevo, es verdad) se nos presenta un film que me parece revelador en cuanto a la expansión que el cine chino está experimentando desde hace ya un tiempo. Ahora bien, estómagos sensibles y ánimos paupérrimos, absténganse, que después no les cabrá ni un mísero rollito de primavera.
Saludos.

jueves, 16 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #5



Es una locura. La quinta entrada con la letra "G" en Google es (con el artículo "The" por delante) THE GOONIES... Como para no desengancharse de una puñetera vez de las aventuras de los chavales más insoportablemente americanos de la historia del cine. Insoportables y americanos, sí; de esos que nunca vivieron en tu barrio, porque en tu barrio lo más parecido a un barco pirata era el Ford Taunus donde vivía Charly, el borracho que recogía cartones y vasos... ¿Que la película es lo más entretenido que hay para la chavalería? Pues claro, por eso hay que verla y pasar página, para no caer en una profunda depresión por: 1< Ser el único que, treinta años después, sigue viendo ridículo lo de llevar las calzonas por fuera del chándal. 2< Ser el único al que le hubiese gustado que el gordo... o gordi... o como se llame, se comiera al bocazas y al chinorri. 3< Que el cabezahuevo después se comiera al gordo... o gordi.... 4< Ser el único que pensaba que Kerri Green era fea y no pintaba nada. 5< Ser el único al que el morbo se lo daba Martha Plimpton... (y el tiempo me ha dado la razón). 6< Que no sólo el gordo... o gordi, resulta que ahora es un anoréxico, sino que el que se comió a todo el mundo era el tirillas Sean Astin, que estaba gordo hasta haciendo de hobbit. 7< Que la música de Dave Grusin me ha acompañado en mis peores pesadillas beemequianas. 8< Que el final de THE GOONIES, con los padres y los policías y todo lo demás, se lo podían/debían haber ahorrado. 9< Que Spielberg no se creía que iba a tener tanto éxito, si no la hubiera dirigido él. Y 10< Si quieren conocer el santo grial de este género no reconocido oficialmente, sólo deben echarle un vistazo a esto.
Desengánchense, por dios, de Los Goonies... que ya son cuarentones, hombre...
Saludos.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Illo, m'alegro en verte



No se preocupen lo más mínimo, la aberración léxica está perfectamente justificada en el caso que nos ocupa hoy, una de las aspirantes a big thing patria para lo que nos resta de temporada. Sin embargo, me resulta complicado atender las plegarias cuando éstas provienen de un santo ya confesado; por mucho que me entusiasme el cine de mi paisano Alberto Rodríguez, LA ISLA MÍNIMA debe considerarse como un trabajo, si bien igualmente brillante que cualquier otro suyo, afectado de una pesada autocomplacencia que debería ir sacudiéndose desde ya, antes de que le sigan regalando los oídos desde el mismo púlpito que aplaude miasmas como los "apellidos vascos".
Ahora bien, la película es una virguería, en lo visual y en lo conceptual (aunque no puedo quitarme de la cabeza cierta serie ambientada en el Delta del Mississippi...); su sentido del ritmo logra mantener el misterio hasta bien entrada la recta final, y su galería de personajes y chascarrillos fenomenalmente localistas le dan una literatura propia que tantísimo echamos en falta en el cine español. Problemas: para no extendernos mucho, que hay varios personajes que se desvanecen de la narración sin que nos hayamos enterado de por qué estaban allí exactamente; que lo del poli con pasado franquista lo hizo más sutilmente Garci en EL CRACK, o que la impresión final sea que... no hay impresión final ¿Qué nos cuenta exactamente el guion? ¿Acaso debiéramos prestar más atención a la situación de encubrimientos y engaños, provenientes del abuso de los patrones sobre los jornaleros? ¿No es en realidad éste el verdadero crimen, y el de las niñas una especie de cortina de humo que no deja ver cosas aún más repugnantes? Todo esto, reconozco, es difícil de conciliar si no se es un maestro del género negro, y tengo mis dudas sobre esto respecto al director sevillano; no así, insisto, en su fragante capacidad de fascinación y búsqueda incesante de imágenes no filmadas antes. Pero claro, también es verdad que el acento que a otros les hace tanta gracia a mí no es que me resulte familiar, sino que es ni más ni menos que mi lengua oficial... y oficiosa.
Ah, y no se olviden de pedir un pan de la casa con jamón y salmorejo en el Bar El Tívoli en Camas. A falta de albures...
Saludos.

martes, 14 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #4



La película de hoy supuso un enganche considerable y un eslabón fundamental para entender el patrocinio de la corriente mesmerizadora de la iglesia católica en España, país acostumbrado al "dame pan y... si es con vino, mejor". Y es una lástima, porque MARCELINO, PAN Y VINO contiene algunas virtudes difíciles de rastrear en producciones similares. No me hace ninguna falta volver a alabar a Ladislao Vajda, cineasta poseedor de un instinto incomparable para el subtexto y los detalles infinitesimales que interpelan directamente al espectador inteligente. Sí, hay mucho de propagandilla beata en el exhibicionismo de aquel inquietante niño, Pablito Calvo, pero no es menos cierto que después la historia se ha encargado de confirmar que éste es un país lastimeramente dado al escaparate de carne infantil (por entonces, Marisol, Rocío Dúrcal y Joselito), y ya casi sin que los angelitos posean cualidad alguna más que la caradura, de sus padres sobre todo (en el engendro de Canal Sur, reina en la parrilla el infame Juan y Medio con ello). Sí, el chiquillo era muy dulce y muy guapo y todo lo demás, pero habría que ensayar un ejercicio de abstracción zen para no reírse en sus "confidencias con mi amigo Jesús", que una cosa es Dreyer y otra esto... Aun así, MARCELINO... tiene algunos momentos francamente bien dirigidos, con un muy buen trabajo del elenco que da vida al chispeante grupo de franciscanos, sobresaliendo los siempre estupendos Rafael Rivelles y Antonio Vico, y donde estaban unos "irreconocibles" Juanjo Menéndez y Antonio Ferrandis. En el otro extremo, se antoja pasado de vueltas el personaje del "mal alcalde", interpretado por Rafael Calvo, lo que queda atenuado por la estimulante presencia de la gran Isabel de Pomés, lo más parecido a Lauren Bacall que este país ha tenido nunca... Una película para desengancharse, sin duda, y sobre todo si han tenido la dudosa experiencia de estudiar en un colegio religioso y también les obligaban a cultivar su cinefilia con los parlamentos, soliloquios y ditirambos del rapaz más ingobernable de la parroquia...
Saludos.

lunes, 13 de octubre de 2014

Iluminando las esquinas



SULLIVAN'S TRAVELS es una película que todo el mundo debería ver al menos una vez en su vida. Está dicho. Pero, francamente, ¿es tan especial como se nos viene recordando desde que los cahieristas la acogieran como obra maestra absoluta hace ya algunas décadas? En este caso, mi opinión es firme. No sólo no pasa el tiempo por sus reveladoras imágenes, sino que su mensaje, implícito y explícito, acodado en un puñado de zarpazos poco "digestivos" para el Hollywood de la época dorada, sigue teniendo una vigencia asombrosa para estos años tan inciertos que ahora vivimos peligrosamente. Y es un terreno peligroso en el que, con pulso firme, se adentra Preston Sturges, pues su crítica apunta hacia el corazón mismo de una industria a la que retrata desalmada y usurera, incapaz de separar las ideas del montante económico, ni a las personas de los personajes. Sullivan es ese director joven, con éxito, que cree que le ha llegado el momento de dar un giro a su carrera y enfrentar problemas más "serios"; su candidez y tenacidad lograrán incluso ablandar lo poco de corazón que podría quedarles a sus acaudalados productores, que asisten estupefactos a la conversión del propio Sullivan en un mendigo que, camuflado, extraerá las necesarias vetas de realismo para su "historia social". Sturges no desdeña el tono cómico, incluso alardeando de su dominio del slapstick, pero el film contiene algunos giros apasionantes y de una magistral suavidad. El encuentro entre el desilusionado Joel McCrea y la desengañada Veronica Lake en la cafetería es maravilloso, así como toda la parte que Sullivan pasa en un campo de castigo mientras el resto del mundo le cree muerto. Además, su reflexión final es, a la vez, una declaración de principios y una invitación a la risa congelada de quienes, dulcemente, han aceptado su derrota frente a la máquina.
Imprescindible.
Saludos.

domingo, 12 de octubre de 2014

Rincón del freak #171: Sleeve. De "manga". O: Pastry bag, si no les va el cómic...



Y, hombre, para el día del Pilar qué mejor que una de vampiros de la Hammer. Vampiros rarunos, eso sí, porque ni dan bocaos ni se esperan a que la noche despliegue su manto; en lugar de ello, van al trochemoche con capa y capucha, asaltan a las pobres lugareñas jóvenes, con generoso escote y moldeador de peluquería (que abundan que es un gusto) y las privan de su natural belleza y lozanía en plan sanguijuelas, convirtiéndolas en guiñapos de color gris cartón de huevo... Grandiosa introducción la del héroe, que va a galope tendido sin que se le conozca prisa (ni empresa, es cierto), y acompañado sempiternamente por un jorobado de carreta descubierta y ningún medio de expresión que no fuera su acento cockney y la querencia vitivinícola. Ambos dos, reclamados por la desesperación paterno-filial, acamparán ora en el campo ora en tabernas de hinestrosa clientela y por el camino incluso salvarán a una bella joven de la tortura de la tomatina, atestiguando lo gilipollesco de dicha fiesta...
El caso es que CAPTAIN KRONOS, VAMPIRE HUNTER, además de adelantarle el llano a lo de Lincoln fue pionera en lo de la apropiación de los códigos del manga japonés (es de 1973) en clave inclusiva e interactiva, esta vez con el cine clásico de vampiros, y más concretamente el de la Hammer. Esto es, personajes hieráticos casi rozando el autismo, escenas de lucha minimalistas que apenas duran unos segundos y una fotografía alucinada, casi tanto como sus marcianísimos diálogos. Protagonizaba el ignoto alemán Horst Janson, que tiene una cara de cachondo que asusta (para un alemán, claro), aunque yo les recomiendo que no pierdan detalle de la espectacular anatomía de la mítica Caroline Munro (wow!), aparte de la oportunidad de ver a la gran Wanda Ventham, a la sazón madre de otro grande en ciernes, Benedict Cumberbatch.
Saludos.

sábado, 11 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #3



El motivo por el que yo me desengancharía de MIGHTY APHRODITE es, fundamentalmente, el estado de plácida complacencia en el que Woody Allen se confortó tras la gran acogida obtenida, tanto por el público como por la crítica. Es un buen film, no hay duda, y sus intenciones son honestas, pero (y no sólo por el curioso paralelismo) a mí me parece el gran punto de inflexión tras el que Allen se tomó demasiado en serio a sí mismo y no pudo desprenderse de la mirada condescendiente (para sí, para los demás) que le lleva pesando como una losa en los últimos veinte años. Tiene, debo reconocer, momentos sublimes, como las inenarrables incursiones de corte "sofocliano", con un coro anónimo que a la postre son lo mejor del film; aunque por otro lado, no consigo ubicar a una Helena Bonham Carter que no pega ni con cola, ni ella ni su circunstancia. Mención aparte para Mira Sorvino, una actriz que me provoca reacciones encontradas. De físico difícil y recursos típicos del Actor's Studio, éste es su gran papel, hecho con el mimo de un gran sastre de actores y ajustado hasta el paroxismo, el mismo que desgraciadamente luego le han hecho un flaco favor directores menos dotados y sensibles, y que han ido degradando su carrera hasta límites insospechados... excepto para la televisión por cable. No sé qué pretende contar exactamente Woody Allen en esta película, si no es, claro, algo que ya ha contado miles de veces; sé que todos los motivos sucedáneo-paternales le restan empaque, aunque intenta remontarlos cuando su personaje se queda a solas con el de Sorvino y da rienda suelta a una incorrección deslenguada e irrefrenable... ¿Como la vida misma? Como la de Woody Allen, puede. Pero qué lejos nos queda este otro New York...
Saludos.

viernes, 10 de octubre de 2014

La borrosa córnea de la infancia



La película de hoy no sólo no hay que desengancharla de ninguna parte (por lo que no pertenece al monográfico actual), sino que supone uno de los picos de mayor altura de eso que ahora está tan de moda y se hace tan rematadamente mal: el terror psicológico. Son legión, atestiguo, los films que, escudados en diversos espumillones visuales, intentan atrapar un intangible antojado vital para envarar el mecanismo, tan simple, tan inalcanzable, de la emoción pura, del recuerdo como pátina del presente. THE OTHER es mucho más de lo que cuenta, o de lo que parece querer contarnos, o de lo que nos dejamos contar y nos permitimos comprender; porque no es sólo un acendrado determinismo, ni un garante del lynchiano horror al gameto. Desde ya el primer y sublime fotograma, Robert Mulligan nos pone en situación con el complicado universo de dos gemelos, Holland y Niles, que viven en una granja repleta de recovecos y secretos... Está claro que debo resistirme a desvelar casi nada más, porque en el misterio reside la gran baza de esta obra maestra imperecedera e impermeable al paso del tiempo. Es verdad que su fabuloso guion (libre de toda sospecha de trampa) acumula casi todo el mérito de su macabro encanto, pero yo prefiero, muy por encima, una puesta en escena soberbia, de gótico derretido, casi casual. Mulligan consigue que durante hora y media sintamos ese momento decisivo de nuestras vidas, una infancia tan cálida en lo físico como gélida en lo psicológico. O, una pregunta, un horror, un misterio que parece pasar desapercibido para quienes ven a los niños tan sólo como seres que han de crecer.
Absolutamente magistral.
Saludos.

jueves, 9 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #2



Atendiendo al principio de desenganche propuesto en la anterior entrada, GANDHI dignifica los mismos términos y es capaz de sortear, casi siempre con éxito, las dificultades propias de un relato de magnitudes insondables. Porque hablar de Gandhi se puede, ¿pero cómo? Richard Attenborough combina con sabiduría grandes espacios con otros íntimos, casi infinitesimales, pero cuenta con ayudas inestimables: la impecable fotografía de Ronnie Taylor; el guion milimétrico de John Briley; la alucinante banda sonora compuesta por Ravi Shankar; y, sobre todo, el espectacular trabajo de mímesis de un por entonces desconocido Ben Kingsley, que le valió su único oscar, del total de ocho que el film recogería.
¿Por qué, entonces, desengancharse de una película aparentemente rocosa, incuestionable, monumental? Entiendo que precisamente por ello, por lo poco que su estructura megalítica ha aportado al esmero de producciones similares aparecidas con posterioridad. Su curioso híbrido de timidez y exhibicionismo no le hace ningún favor, y es por ello que muchos (con menos talento que Attenborough) han buscado el deslumbre facilón del discurso sentencioso y la amalgama de personajes y situaciones. Afortunadamente, GANDHI consigue el milagro de mantenerse coherente y sin fisuras, cabalgando su propio tremendismo (la escena de la matanza roza lo obsceno) y sorteando algunas licencias tan cuestionables como su misma apertura, que ya muestra sin ningún pudor el asesinato del mítico político y activista, repitiéndolo, efectivamente, al final.
No creo que fuese empresa fácil abordar una figura tan controvertida, repleta de luces y sombras y con un tufo a semisantidad que, al menos a mí, me tira para atrás. En lugar de ello, Attenborough acerca siempre su cámara a los pliegues del rostro de Kingsley, y su asombrosa transformación también indica una voluntad de humanización, más allá de la dimensión mítica de este relato bigger than life del que, no obstante, repito e incido, me parece necesario tomar aún más distancia de la que le otorgan sus más de treinta años. Además, le debía un serio homenaje a su director, recientemente fallecido.
Saludos.

martes, 7 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #1



Espero que el nombre del extenso monográfico que hoy empezamos no les despiste. No verán aquí andanzas de Abel Ferrara, Danny Boyle o Scorsese... O sí, pero no en la forma o fondo que convendría enlazar con el encabezado. Éstas no son películas sobre drogas; simplemente películas de las que, en un momento u otro, conviene "desengancharse". ¿Cómo? ¿Por qué?... Mis respuestas son simples: desplazándolas de su lugar preponderante (algunas ni se sabe cómo llegaron ahí) y haciéndolo porque sólo así se puede dejar de ser aficionado al cine e ingresar de cabeza en la cinefilia, sin que este término provoque miedo, rechazo o, aún peor, risa. No todas son malas, algunas son muy buenas, incluso obras maestras; el hilo es, sin más, por qué todo el mundo habla de ellas sin ni siquiera haberlas visto... Piénsenlo.
Y para empezar... Bueno, para empezar un "clásico", entrecomillado porque sería la verdadera antítesis de lo que la palabra "clásico" debería significar como tratado de formas y gerundios, inalterables e inasequibles al terrible paso del tiempo. Michael Bay es un ingeniero industrial con poco tiempo para el autoanálisis y un gran concepto de sí mismo como para barroquizar a un gran barroco, Spielberg, y cederle, de paso, un lugar eterno como adalid de los clásicos modernos. Es lo que yo entiendo que pretende con PEARL HARBOR, auténtica iniciadora del concepto "carne de multicines" y extraño compendio de calma chicha (a veces incluso dulzón-empalagoso) y psicotropía rave. Todo impregnado, por si fuera poco, de un patriot(er)ismo que por fuerza ha de arrancar carcajadas o estaríamos en los límites de la chifladura fascista, claro. Lo que más me llama la atención es la capacidad de desaprovechar un concepto visual poderoso y desatado, precisamente por una ideología pacata, de baratillo; esta imposibilidad semántica hecha cine logra (en escasos momentos, es verdad) conectar con el universo del antes citado, y su uso de la música, su horror vacui y retahíla de personajes lo atestiguan, pero desgraciadamente todo está al revés y muy mal contado.
La película perfecta para empezar una desintoxicación a gran escala. Para ello, yo recomiendo, no grandes títulos clásicos del cine bélico, sino cierto díptico magistralmente dirigido por Clint Eastwood y (¡quién lo diría!) Terrence Malick, a quien Bay también eleva a los altares de la cuasisantidad... Yo me tragué hace poco el inefable "Director's cut", y desafío a quien sea a que me encuentre las diez diferencias...
Saludos.

domingo, 5 de octubre de 2014

Rincón del freak #170: Hare Krishna Killer en Kingston-upon-Hull



Cuando se habla de la productora Tyburn, los aficionados al recio cine de horror británico recurren a dos términos claramente identificados, Primero, es imposible obviar lo mucho que bebió de la mítica Hammer; después, lo efímero de su recorrido. Tan sólo tres películas antes de echar el cierre, y aun así les dio para firmar uno de esos títulos "de culto", por mucho que me urticarie dicho término. Y es que THE GHOUL, de 1975, es uno de esos productos perfectamente manufacturados y teledirigidos a un público absolutamente concreto. Otra cosa es su calidad intrínseca, que deja bastante que desear una vez se olvida de crear "atmósfera" y destapa la salsa de tomate. Pero no deja de ser un film más que curioso y reseñable. Por estar dirigido por el gran Freddie Francis (aunque ya en horas bajas) y protagonizada nada menos que por Peter Cushing, uno de esos actores capaz de dotar de dignidad a casi cualquier cosa que hiciera. Además, mentes calenturientas del Domingo, teniendo en cuenta que el monstruo aquí es bastante ridiculorcete (¿un tipo vestido de Hare Krishna que camina más lento que mi abuela?...), me permito lanzar la advertencia-recomendación de que, si les da por verla, estén atentos a aquel volcán sexual que era Veronica Carlson, porque no podrán apartar la mirada de ella... por mucha peluca ridícula que le pongan. Y hablando de pelos, impagables los de un joven John Hurt, que a la sazón hacía de psicópata paleto. Otro actorazo que queda bien donde lo pongan.
Como curiosidad (una más), señalar el premio al mejor actor que Cushing se llevó en el Festival de Sitges de 1976... que ya ha llovido.
Saludos.

sábado, 4 de octubre de 2014

Los cojones sobre la mesa



Los grandes (casi) siempre se despiden dando un portazo, un último ruido y un último estertor de furia que parece avisar: "Porque me muero ya pronto, si no...". 7 WOMEN es la última película de John Ford, y ni es un western (aunque podría serlo), ni muchísimo menos es un film acomodado en el respeto ganado por un maestro de maestros. En lugar de ello, Ford elige una tremenda historia protagonizada por mujeres en una situación límite, una misión en la frontera de China con Mongolia en 1935, justo cuando el brutal y despiadado Tunga Khan lo arrasa todo a su paso. Serán tres llegadas, tres recibimientos, a cuál más dispar. Primero, una doctora (magnífica Anne Bancroft), una mujer totalmente liberada y cuyas ideas chocan frontalmente con la estricta moral de la directora de la misión (una Margaret Leighton algo pasada de vueltas). Más tarde llegarán los restos de otra misión que ha sido atacada por Tunga Khan, y que además trae, sin saberlo, un enfermo de cólera. Finalmente, será el terrible bandido quien llegue, lo que dejará a estas mujeres en una situación absolutamente desesperada.
Un film de aventuras, sí, pero con un poso amargo y desencantado, empezando por el espacio único, que no sólo debe ser visto como un tema de presupuesto, sino como un recurso para acentuar el tono claustrofóbico y malsano que se respira desde su chocante arranque. No recuerdo a muchos directores clásicos de Hollywood mostrando el lesbianismo de una forma tan evidente y, al mismo tiempo, elegantemente sutil; al igual que degrada a sus (anti)heroínas hasta un punto en el que el sacrificio necesita de la pérdida de la dignidad. A mí me parece una película magnífica, sorprendente, con un brío increíble para un señor de 71 años y con 130 películas a sus espaldas, pero sobre todo es un portazo en las narices de quienes no supieron ver en John Ford su verdadera altura moral, la de un humanista al que se la traían floja los prejuicios. Los cojones, hasta el final, sobre la mesa...
Saludos.

viernes, 3 de octubre de 2014

Las tres fases lunares



Una de las películas más atípicas de la extensa filmografía de John Ford es THE RISING OF THE MOON, formada por tres relatos independientes y rodada y producida enteramente en Irlanda. Y es que éste es probablemente uno de los mejores retratos acerca de la particular idiosincrasia del pueblo irlandés, y a Ford apenas le bastan tres rápidos ramalazos, cuya urgencia en ningún caso le restan importancia y empaque. Conducidos por el actor de origen irlandés Tyrone Power, es cierto que el humor socarrón y la minuciosa mirada humana son la nota predominante de estos tres relatos cortos, que aun así son perfectamente independientes entre sí.
El primero, "The majesty of the law", escrito por Frank O'Connor, comienza con un equívoco, puesto que el precipitado paseo de un inspector de policía va a llevarle, efectivamente, a enfrentarle con un vecino suyo que ha cometido un delito, concretamente pegarle a otro vecino por llamarle mentiroso al denunciar éste que la destilación de su whisky es pésima. Amistosamente, todo se resolvería con una multa de cinco libras, e incluso el propio agredido se ofrece para sufragar el gasto... Sin embargo, el orgullo irlandés impedirá que la solución pase por un agravio al honor...
El segundo es una absoluta maravilla de guion y montaje. "A minute's wait" podría haber sido perfectamente un film de Buster Keaton, y es una locura en tanto que da cuenta del "particular" sentido del tiempo, y su transcurrir, del pueblo irlandés. Lo que empieza como un simple minuto de retraso en la salida de un tren, acabará como el rosario de la aurora, al tiempo que una pléyade de personajes se mezclan sin compasión, conformando un maravilloso caos, indemne gracias a la fina cámara de Ford, que no omite ni un solo detalle. Divertidísimo.
Y aunque el último relato, titulado igual que el conjunto, comience trazando el drama de los últimos momentos de espera de un "patriota" irlandés (terrorista, quizá) antes de su ejecución, el desenlace no puede ser más sorpresivo y, sí, genuinamente "fordiano". Un broche inesperado para una película inesperada, una especie de gran capricho que Ford se quiso dar justo en el momento en el que la crítica más reaccionaria le achacaba un cierto "relajo" en su mensaje, y los guardianes de la democracia, tan avispados ellos, apuntaban a su faceta conservadora. El maestro, como siempre hizo, a lo suyo: hacer cine. Contar historias.
Saludos.

jueves, 2 de octubre de 2014

El arte de haraganear



Las primeras imágenes de TOBACCO ROAD, de 1941, nos hacen dudar sobre qué vamos a ver realmente. Hay, es cierto, un arco de miseria ineludible y que conforma el auténtico corazón de la obra homónima de Erskine Caldwell. Pero no nos equivoquemos, lo que John Ford consigue con meridiana destreza es ofrecer el reverso absoluto de LAS UVAS DE LA IRA, y creo que nadie mejor que él para tamaña empresa. "La Ruta del Tabaco" es el no-lugar, en ninguna parte, donde no crece nada excepto las ganas de tumbarse un ratito más y esperar a que las cosas mejoren. Esta es la historia de Jeeter Lester (un antológico e inolvidable Charley Grapewin), su familia, compuesta por una mujer resignada a la olla vacía y sus dos hijos... o los que quedan de los 17 ó 18 que tuvieron. Sus vecinos, que sólo son otro viejo holgazán y su estridente e híper beata hermana. Jeeter espera el regreso del "Capitán" Tim, que les traerá una nueva y próspera oportunidad, pero mientras tanto debe conformarse con robarle un saco de nabos a su yerno, que constantemente viene a quejarse del mal comportamiento de su mujer.
Además de unos actores fabulosos y unos diálogos trepidantes, TOBACCO ROAD ejerce su propia denuncia social sin dejar títere con cabeza. Es cierto que el estupendo guion de Nunnally Johnson escarba en el singular y acogotado universo de esos seres, casi extraterrestres, que han hecho de la picaresca y el engaño su modo de vida, pero también es verdad que cuando por fin aparece el "Capitán" Tim no es para ofrecerles un subsidio agrario, sino acompañado del nuevo propietario de sus yermas tierras. Efectivamente, un banquero con pocos escrúpulos. Así, la problemática social se sacude todo rastro de solemnidad y no aparece quejumbrosa ni crepuscular; sólo en su emocionante final hay algo de Steinbeck, pero antes hemos disfrutado con estos maravillosos chiflados, incesantes e inasibles, poseedores de nada, pero apegados a una filosofía vital tan imposible de entender para quienes creen que "La Ruta del Tabaco" no es más que un par de cabañas rodeadas de polvo y hojas muertas... Pero mejor véanla, les darán ganas de tocar una bocina bien fuerte...
Saludos.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Ficción y ciencia



De 1931 es ARROWSMITH, una vigorosa epopeya médica basada en la famosa novela de Sinclair Lewis y que sería punta de lanza para una serie de películas que, en aquella época, tornaron el melodrama en una oportunidad de deslizarle a los productores un fuerte contenido social (se me vienen a la cabeza, por ejemplo, THE CITADEL o THE STARS LOOK DOWN). Aquí, el doctor recién licenciado, Martin Arrowsmith (Ronald Colman), es un hiperactivo y casi temerario idealista que sueña con un mundo libre de enfermedades. Sin un minuto que perder (en apenas un día, obtiene su primer puesto en un hospital y se declara a una enfermera [Helen Hayes]), Arrowsmith se irá forjando una estimable reputación, aunque su naturaleza sin ataduras lo llevará de la ciudad a un pequeño pueblo, y sus ansias de investigación le devolverán al prestigioso instituto donde se encuentra su gran mentor, el doctor Gottlieb. Trabajando sin descanso, cree haber encontrado un suero para la peste bubónica, que está haciendo estragos en una isla caribeña y adonde marchará con todo su equipo, aunque el desenlace será crudo e inesperado para él.
Desdeñada durante muchos años por quienes sólo han apreciado los westerns de Ford, ARROWSMITH, sin ser ninguna obra maestra, contiene un interesante dilema al confrontar el entusiasmo de un médico, que casi podría considerarse un pionero del viejo Oeste, con la dura realidad del mundillo médico, que apenas ha cambiado en su filosofía mercantilista. Y Ford, sagaz e intuitivo, se sirve de una cosa para generar otra; su discurso acompaña al doctor Arrowsmith a lo largo de un largo periplo, sin juzgar, esperando a que el final se revele demoledor y con más preguntas que respuestas. O: cómo filmar la rueda de la ciencia mediante una ficción que, sin resultar tediosa, base su humanismo en una exposición neutra.
Merece la pena recuperarla, y si es junto a los dos títulos antes mencionados, mejor que mejor.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!