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jueves, 3 de noviembre de 2022

El dogma del Dogma antes del Dogma


 

Paciencia. Se puede contar la vida, pero paciencia. En la vida se puede ser sincero, pero nadie te entenderá. En el cine se puede mentir, y nadie entenderá lo contrario. NUMÉRO DEUX anticipa muchas cosas. Al Godard deseoso del video, hastiado del celuloide. Al ya último hachazo a Mayo del 68, para que nadie pudiese rematar al muerto. A la futilidad del desnudo como reclamo, del porno encubierto como reclamo. El montaje paralelo no es montaje, es desangrado de la luz, único recurso para que dos ojos no sigan siendo uno solo. Godard renunciaba, del cine, del comunismo, de las historias. Nunca de las personas. Godard como el director-entomólogo, desgranando las vicisitudes de los libres-derrotados, aquí dibujados como seres incapaces de compaginar el reflejo de la libertad con la realidad cotidiana. Derrotados, hastiados. El sexo como acto mecánico, como lección casera para los hijos, que se desentienden en cuanto comprenden que también eso es algo mecanizado y carente de misterio. El dilema del hombre común, del viejo que llega a proclamar la prevalencia de la experiencia bélica sobre el aplastamiento del trabajo diario. Los niños aburridos, los padres aburridos, los niños aburridos. Godard lo veía claro entonces, y tampoco sabía de qué manera filmarlo, así que puso una imagen y su contraria, tan sólo para demostrarnos que todas las imágenes cumplen el mismo idiotizante cometido.
Estremecedora.
Saludos.

domingo, 30 de octubre de 2022

Rincón del freak #526: Como el culito de un bebé...


 

Me costaba ver a Godard un Domingo, quién sabe, porque podría estar en todos, tan raro, tan único, tan marciano. Pero es que no conozco un caso similar. Los hay parecidos, pero ninguno con esta intención, esta "intencionalidad". Godard no era ajeno a los problemas mundanos, y el principal de un cineasta suele provenir de la financiación de sus proyectos ¿Cómo conseguir esta financiación cuando esgrimes un discurso radical, antisistema, que exhibe una lucha indestructible contra la hipocresía del mercado? El caso es que Godard, si era algo es un tipo tremendamente imaginativo, y con un sentido del humor cortante. En 1971, se le ocurrió aceptar una propuesta que hoy día nos dejaría perplejos, rodar un spot publicitario. En concreto, el de una conocida marca de after-shave. Así nace SCHICK COMMERCIAL, que en un minutito debería condensar las bondades de ese líquido milagroso, capaz de devolver a la faz masculina una tersura fresca y juvenil. En lugar de ello, tenemos a una pareja que se despierta a toda prisa, empujada por el despertador y una voz machacona, que convierte una mañana cualquiera en un desorden de prisas y achaques. No importa, porque (nos lo dice Godard) uno sólo tiene que afeitarse y usar un poco de loción Schick, para devolverlo todo a su cauce natural. Así de fácil y sencillo.
Él y su equipo logró financiación para un par de películas más, y dejó a algunos directivos, desde entonces, rascándose la cabeza sobre qué habían hecho con su prestigiosa marca, porque no entendían nada...
Tal cual. 
Saludos.

jueves, 27 de octubre de 2022

Lo normal es lo terrible


 

En TOUT VA BIEN, Godard se pone el traje de cómico involuntario, usa a Jane Fonda e Yves Montand como iconos opuestos de la inutilidad del post Mayo-68, los convierte en un matrimonio mal avenido para realizar una ilustración cáustica de aquel tiempo "que lo cambió todo para que nada cambiase". Caben aquí desde los hermanos Marx a Buñuel, de Pakula a von Trier, en una ruleta que se apoya en una situación absurda. Los obreros de una factoría cárnica se ponen en huelga, y ante la imposibilidad de alcanzar acuerdos mediante un delegado amarillo, deciden secuestrar al jefe y a estos dos periodistas, que en realidad venían a escribir una crónica positiva sobre el buen funcionamiento de la economía tras una revolución que ya parece del todo asfixiada, cuando no directamente pervertida. Da cuenta de ello el arco entre el arranque, la fría firma de cheques de producción, hasta el final, un interminable travelling de ida y vuelta en el frontal de las cajas de un supermercado de "caminos cruzados" (irresoluble encrucijada), que muestra el caos sofocado de los consumidores, que sólo protestan ante sus cuitas personales.
No será lo más sublime que ha filmado Godard, pero sí de lo más autoconsciente y derrotista.
Saludos.

jueves, 20 de octubre de 2022

Una imagen reiterada


 

Ahora no interesará, pero la cuestión abierta por Jean-Luc Godard a propósito de la celebérrima instantánea de arriba, ni es poca cosa ni debería serlo, por muchos años que hayan pasado. Han pasado nada menos que cincuenta, y LETTER TO JANE: AN INVESTIGATION ABOUT A STILL sigue conservando esa fiereza calmada, la de la denuncia de lo que ha de pasar por evidente. La fotografía, tomada en plena guerra de Vietnam, mostraba a la actriz Jane Fonda haciendo "algo" a su llegada al país asiático. No sabemos exactamente el qué, ni si a la imagen la acompañaba una conversación, pero sí que se copó las portadas de los mayores periódicos y revistas de todo el mundo. Aparentemente no debería ser algo malo ni reprobable, pero el exhaustivo análisis al que Godard y Gorin someten a dicha imagen nos revela el engaño, la intención medida, meditada, como una operación de marketing disfrazada de una reivindicación humanitaria, incluso pacifista. No seré yo quien desgrane dicho análisis, porque es mucho más interesante exponerse (nunca mejor dicho) a la propuesta de este tremebundo mediometraje, nacido como una escisión de TOUT VA BIEN, y que desnuda a la cultura del espectáculo americana con facilidad pasmosa. Sólo les diré que el 80% del metraje está asimismo compuesto por otras tantas fotografías, pero sobre todo ésta. Quizá encuentren la epifanía en la controversia de la reiteración...
Saludos.

jueves, 13 de octubre de 2022

M.A.G.A.


 

Make America Great Again. Viene al pelo. 1 P.M. significa ONE PARALLEL MOVIE, la no-película, escindida del proyecto 1 A.M., que era ONE AMERICAN MOVIE, y que Godard proyectó junto a D.A. Pennebaker y Richard Leacock, y que no pasó el filtro del ego godardiano, que terminó desvinculándose y poco menos que rechazándola. El film fue terminado por los cineastas norteamericanos, y se nota. Menos experimental, más reivindicativo desde el documental canónico, y desechando las cargas de ironía del suizo, cuyo valor era despedazar el relato desde dentro. Supongo que visto desde fuera debe ser más fácil, mientras que el otro punto de vista era escuchar a los protagonistas para establecer el discurso, fundamentalmente antibélico y antiracista. Podemos ver intervenciones sumamente interesantes, como la del líder de los Panteras Negras, Eldridge Cleaver, que daba cuenta de la hipocresía de un contrato social desmesuradamente desequilibrado. Hay algo de Godard al principio, cuando somete un soliloquio al absurdo de la respuesta instantánea de un magnetófono, pero la película, pese a tener un gran valor documental, carece de empuje semántico. O lo que es lo mismo: tienes muchas cosas que decir, pero piensas que lo mejor es una apoteosis de videoclip, y para ello aprovechas la coyuntura y filmas a los Jefferson Airplane tocando en una azotea...
Bien, pero America is great again?...
Saludos.

jueves, 6 de octubre de 2022

Verde espalda del tiempo


 

Si no fuera por escribir no podría ser por otra cosa. VLADIMIR ET ROSA en la pantalla, arañando la luz, con la verborrea del joven que sabe y se sabe insolente. Muchos me han preguntado. El cocodrilo no es casual, es el que atosigaba al pobre Garfio, tan incomprendido que no puedo más que comprenderle. Ahora ya ni Marías queda, tan huérfanos nos dejan ante lo imposible de continuar. Qué difícil continuar, si no fuera por escribir. Muchos me han aconsejado, que toque fondo, lo único real para ascender, para continuar. Juicios y más juicios, como una ópera bufa, como un sarcasmo irreal que atenaza las palabras y las atora, y luego las suelta en un chorro incontenible. Nos dejan huérfanos, éstos, los desposeídos, que ahora nos desposeen a nosotros, los perdidos, que ya no podemos seguir perdiendo. No son lágrimas de cocodrilo, son pellizcos en una espalda que duele, que es áspera y huidiza. Si no fuera por escribir no sería por nada. Continuemos hasta que "basta" sea una palabra sin el maldito sentido. Sigamos hasta que el sentido mismo ya no sea una cruz, o los oligopolios nos retiren la papilla y el refrendo...
Saludos.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Y no pasa el tiempo


 

No pasa el tiempo en esta vieja Europa. Queda pendiente de renovación, mientras los viejos vampiros se quedan con su sangre. Ayer como hoy. Hace unos días, la extrema derecha se hacía con el poder en Italia. En 1970, Godard avisaba. LOTTE IN ITALIA dura apenas una hora, suficiente para acompañar lo que nos dice Cristiana Tullio-Altan, sumida en la mayor de las contradicciones. El marxismo, el comunismo, el consumismo, la sociedad, la sociedad. Hago mi estudio teórico, mis panfletos. Convenzo a gente, los compañeros. Soy idealista, me compro un vestido que me parece caro. Entrego el dinero. Comparto piso porque soy pobre, y el compañero mete prisa para que salga del baño, porque los comunistas no necesitan acicalarse para hacer la revolución. Fuera, el mundo es un monstruo hecho de dinero. La sociedad, y los carteles de Coca-Cola. Además, resulta que los camaradas soviéticos han descubierto que poseen un arma mayor que la revolución: el gas. Nos suena tanto, que no ha pasado el tiempo. Dado que el tiempo no pasa, podemos emplearlo en realizar pasquines. Vuelta a empezar. No hemos entendido nada, y eso que los que sí pasamos somos nosotros...
Saludos.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Al final de la revolución


 
Un vistazo somero a LE VENT D'EST nos indica dos particularidades. Idiosincrasia contra el conductismo, dialéctica contra el género, asesino del análisis extremo. Nacía otro concepto, a la contra, contra la complejidad, contra el trampantojo, la mentira del cine. Se sumaban los esfuerzos del colectivo, se suprimía la autoría para señalar que es la única autoría posible. Se habla y se ve. Nos hablan y vemos, pero estaríamos viendo lo que no nos están diciendo, así que elegimos la distracción. No queremos la verdad. Godard contra el cine, pero con el cine como vehículo. Godard ametrallando a base de manifiestos, de ideas contrapuestas, hablando de revolución desde otro lugar arquetípico, donde los héroes son máscaras, las mujeres se resisten sin mucha convicción. Es una película del Oeste, desde el Este; un aldabonazo, un paso, un misterio. Te digo lo que eres porque no quieres escucharlo. Te obligo a que te observes a ti mismo, que elijas celebrar la miseria que va a acompañarte durante toda la vida. Godard haciendo lo que nadie hace con una cámara, armar una revolución sólo para verla fracasar.
Saludos.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Repensar el cine


 

El cine (concebido en su totalidad de arte universal) ha sufrido una conmoción, y una muy grande. Se ha muerto Jean-Luc Godard, y con él se va, posiblemente, el último gran revolucionario, una figura capital para comprender de qué manera puede reformularse el cine, transformarse en ese arma revulsiva en contra de todo lo establecido, justo ahora, que nos encontramos ante la enésima defunción del cine, al que nos vemos obligados a repensar como un ente muy diferente, más ligado al artefacto comercial y de entretenimiento, menos "arte" si se quiere. Con Godard es complicado, siempre lo es. Su inabarcable obra, en constante movimiento y renovación, puede desbordar a cualquier aficionado medio, constituyendo un reto que, primero que nada, nos inquiere sobre nuestra forma de explicarnos ante el bombardeo de imágenes ante el que nos vemos sometidos. Personalmente, hace mucho tiempo que decidí tomar a Godard con sorbos, que luego fueron tragos; remontar sus películas desde la primera hasta la última, aunque con la cautela de quien se ve empequeñecido ante una empresa así. El último arranque fue hace (no recuerdo bien) uno o dos años, y desde entonces ahí quedó, pero no me queda más remedio que retomar definitivamente, y esta vez hasta el final. El título que procedía ahora era LE GAI SAVOIR, de 1969, donde Godard inventaba, ya entonces, el etiquetado, el hashtag, o como lo queramos llamar. Un aluvión de imágenes estáticas, de sonidos elusivos, palabras desgajadas, a las que se despoja de su sentido aceptado, para buscar un nuevo significado que nos permita entender una deriva humana instalada, precisamente, en la negación del sentido. Ello nos es "narrado" por Jean-Pierre Léaud y Juliet Berto, que hablan sin parar pero no se hablan, convertidos en voces más que en actores, y aceptando que sólo se puede hablar de revolución desde la revolución de las palabras, luchando contra ellas, pactando con ellas, expectantes por ver si reviven después de muertas. Y es una (otra) experiencia intimidante, arrebatadora, rabiosamente moderna sin pretender habitar ninguna modernidad. Es Godard, y Godard ha muerto.
Viva Godard.
Saludos.

jueves, 27 de mayo de 2021

El amor en tiempos del odio


 

AMORE E RABBIA rezaba el enésimo film por capítulos (verdadera moda), que no obstante se desmarcaba de los obvios por dos motivos: no hablar de lo que reza el título y un vanguardismo galopante, sin ceder a las tentaciones que este tipo de producciones alentaba hacia un público mayoritario. 
La función se abre con "L'indifferenza", corto cortísimo y apresurado de Carlo Lizzani (el menos dotado del quinteto elegido), quien parece imitar a Godard por sobre las calles americanas, donde un tipo corre desesperado, mientras una voz en off pretende darle caza virtual. Las chicas titanluxean en rojo chillón, tras ser atropelladas o disparadas. Poca cosa.
Bertolucci se despacha a gusto con "Agonia", artefacto muy cercano a los experimentos pseudoteatrales de Rivette, en el que un señor (Julian Beck, al que veríamos algo más tarde en la secuela de POLTERGEIST) exhala sus penúltimos alientos en clave figurada. Esto es: entablando una lucha de conciencia con su propia fe, sin que se sepa muy bien si alguna vez llegó a tenerla. La sobrepelliz póstuma aclara, de inmediato, la clerecía.
Pasolini, juguetón, inmediato, hace transitar a Ninetto Davoli en "La sequenza del fiore di carta"; mientras celebra la plenitud de la mañana romana, mientras el boloñés imprime lo bucólico con tétricas subimágenes de ejércitos que otros días reprimieron en el mismo sitio. Ni las tiernas crostatas hacen olvidar aquel amargo gris.
Entonces llega Godard. El segmento se titula "L'amore", sin más. Gente en sitios, tejados y veladores. Cercos sentimentales a una poesía teñida de pequeñas sacudidas. Hablar mirando el periódico. Invocar al preciso desaire de las máscaras conyugales. Godard por Godard otra vez.
Cierra Marco Bellocchio, y cuánto le queremos por aquí. Y su episodio es francamente divertido, un ensordecedor y anárquico disfrute de lo que pasa si se pone en cuestión la validez y vigencia del sistema educativo. En clave de farsa, "Discutiamo, discutiamo" pone gravedad de profesor con barbas falsas, y elocuencia marxista con mera intransigencia dialéctica. Al final, los no-actores se mean de risa mientras son aporreados con globos. Todo en orden, prosigan con la clase...
Y ya está.
Saludos.

jueves, 6 de mayo de 2021

0+1


 

"El cine no debe contar historias. No son historias". "El proletario se alza por las migajas, que serán arrebatadas a un semejante". "Las mujeres viven la ilusión de la igualdad mientras se les permita imitar a los hombres".
BRITISH SOUNDS se inicia con otro apabullante travelling a cargo de Charles Stewart, que recorría la actividad en una planta de ensamblaje de Ford en Londres. Aparentemente, ese infierno de ruidos, golpes y otras estridencias, es el ideal del progreso en aras de la intermitencia de la Historia. Ésta va replegándose y expandiéndose como un corazón autónomo a lo largo de los siglos. Mientras, un adulto hace repetir a un niño hechos históricos, desde la Baja Edad Media hasta la era contemporánea. El niño repite todas aquellas revueltas, sublevaciones, revoluciones y soflamas, tan sólo para comprender que sólo se puede luchar por el cambio si se está dispuesto a aceptar la derrota de antemano. Todo lo expuesto en BRITISH SOUNDS ocurre exactamente igual en 2021; y más allá de las correspondencias, deberíamos entender que no hemos entendido absolutamente nada.
Saludos.

jueves, 15 de abril de 2021

Libertad o libertad


 

Asistimos atónitos al baile de máscaras en el que se ha convertido la política, más con ánimo desmovilizador que de toma activa de decisiones, y mucho menos de reflexión. Se puede entender que cada uno tire para lo suyo, si es que nos movemos en terreno de forofos y símbolos vacíos, pero es escuchar esas consignas, burradas, frases mongoloides que ni un cuñado borracho se atrevería a suscribir, e ir corriendo a revisar qué falló, en qué momento la gente decidió que la nueva cultura era la no cultura, y que sus abanderados blindarían su incorrección política, curiosamente invocando a la corrección política. Hoy es Madrid, ayer fue Cataluña, y mañana seremos los demás, lo que me lleva a pensar (fíjense ustedes) un par de cositas. La falta de garantías de las asociaciones pervertidas, camufladas tras las siglas falsas de sociedad, porque las personas no vivimos en sociedad, la creamos. La otra está implícita en varios pasajes de PRAVDA, el documental (¿documental?) que Godard filmó clandestinamente, junto al grupo Dziga Vertov, en aquella Checoslovaquia que, ilusamente, pretendió enarbolar la idea de un comunismo verdaderamente social, más tarde societario, pero que terminó siendo un desastre a la sombra del yugo anexionador soviético. En el film, fundamentalmente, hay entrevistas a pie de calle, a gente normal: ninguno era capaz de identificar en qué clase de país vivía, pero tenían meridianamente claro en cuál querrían vivir. Si en un país democrático, a usted le dan a elegir, como quien se enfrenta a un simple trilero, si prefiere la libertad u otra cosa, la que sea, es muy posible que no merezca vivir en libertad, básicamente por permitir juegos de manos en lugar de ponerlos en duda por principios.
Ustedes sabrán.
Saludos.

jueves, 25 de marzo de 2021

Encantado de conocerle


 

El problema con Godard siempre es el discurso, la forma en que enfrenta tal o cual tema, tan alejado de las tentaciones normativas (y normalistas), pero finalmente tan certero que duele interiorizar lo que expone. Uno ve, por ejemplo, SYMPATHY FOR THE DEVIL, y prejuzga sin haber visto nada, o piensa que se podría tratar de la filmación de un admirador, un documento que el tiempo ha tornado imprescindible para entender la gigantesca dimensión de "sus satánicas majestades". Podría ser, y en otras manos no habría sido otra cosa, pero en manos de Godard es mucho más. Es una reflexión sobre la sustancia que retroalimenta al capitalismo, las guerras paternalistas, la hipocresía de los estados occidentales o, por supuesto, el papel, a menudo frívolo, del mundo del arte. También es una lección de cómo se filma la grabación de una canción mítica en tiempo real; pero hasta los Rolling Stones, en manos de Godard, quedan relativizados. Esperar, por tanto, un film musical al uso, terminaría por poner a más de uno (también) en su papel de espectador dócil y aletargado.
Saludos.

jueves, 4 de marzo de 2021

Conversar y organizar


 

No tengo los datos, pero me gustaría saber cuántas veces han proyectado UN FILM COMME LES AUTRES, desde 1968 hasta ahora, en las universidades españolas. Y es un ejemplo, sólo un ejemplo. Y es un ejemplo muy simple, nada enrevesado. Conversaciones entre un grupo de universitarios y otro de trabajadores de una planta de Renault. Solapadas, reflexiones, pensamientos en voz alta. Se leen artículos, manifiestos, citas literarias. Para apuntalar, imágenes de archivo, un archivo muy reciente, de aquel mismo año. Adoquines, policía, estudiantes que protestan, trabajadores que protestan. Burgueses que fuman tranquilamente desde la seguridad de sus balcones. No tengo los datos, pero...
Saludos.

jueves, 11 de febrero de 2021

Adoquines


 

La cultura como arma arrojadiza, los sindicatos protestando junto a los poetas y los cineastas. Las fuerzas retroalimentándose contra el enemigo común, el que siempre ha estado ahí, invisible, viejo, la carcoma de todo lo bello y todo lo que no responde ante sus intereses. 1968. Mayo. París. Aquellas preguntas deberían haber sido nuestras certezas, pero vuelven a ganar con el tiempo como aliado. Simplemente esperan a que todo se derrumbe, a que todos se cansen, a que disputen entre ellos. Entonces asoman sus sarmientos y se proclaman como los únicos salvadores, otra vez. Y así será siempre. CINÉTRACTS daba buena cuenta de ello a lo largo de 41 fragmentos, imágenes congeladas, instantáneas recogidas en el momento, y que componen una advertencia alejada del palimpsesto. Ganan, perdemos; deberíamos saber esperar.
Saludos.

jueves, 21 de enero de 2021

Mao Mao


 

Más allá de las imágenes, combativas, incómodas, fuera de cualquier contexto socio-temporal, lo que late en LA CHINOISE es la duda, la puesta en duda a partir de la invalidez de cualquier vigencia. Los estudiantes no se acomodan, y en su pequeño piso idean revoluciones, asaltos, atentados; un poco más tarde, un profesor universitario, antiguo represaliado por posicionarse en favor de la independencia de Argelia, rebate a una estudiante, o mejor, la pone frente a su propias ideas, y le enseña el callejón sin salida: no puede haber revolución sin renuncia. LA CHINOISE es puro Godard, una idea hecha cine, un concepto horadado, maleado, desfondado hasta sus últimas consecuencias. Lo más lejos que un artista puede estar del panfleto, o la única fórmula válida para exigir un cambio desde las barricadas culturales o la exégesis del pensamiento moderno. En mi opinión, sobre todo, es un contrato antimoderno sobre la modernidad, y una lúcida exposición de las hermosas mentiras que tejen nuestra sociedad desde hace tanto tiempo; sin lágrimas, sin risas, sin pena ni alegría. Godard, Godard y Godard...
Saludos.

jueves, 31 de diciembre de 2020

La caída en desgracia del caníbal burgués


 

Al contrario de lo que él pueda pensar, Nolan no incomoda, ni horroriza, ni tampoco innova. Esa vía está muerta, celebremos WEEK-END y despidamos este año horrible con una película que sí incomoda y horroriza, y desde luego innova. Concebida como un jugoso escupitajo a la imbecilidad de la burguesía, se puede trocear en tres partes muy diferenciadas, casi tres películas independientes, aunque un rayo la atraviesa de principio a fin: insoslayable, el ruido. Porque WEEK-END puede que pase por ser una de las películas más estridentes de la historia, y (cosa rara en mí) con la capacidad de ponerme nervioso en según qué tramo. El inicio, de todas formas, es más bien inquietante, con una joven describiendo a su amante una experiencia sexual con el matrimonio que luego será el protagonista de la cinta. A media luz, y sin omitir un solo detalle, nos pone ya en situación de lo que vamos a ver. Y lo que vamos a ver es a esta pareja de pequeñoburgueses, desquiciados, chocando su descapotable, insultando a todo el mundo y planeando la muerte de la madre de él, con tal de quedarse con su patrimonio y darse la gran vida. Ahí comienza un apabullante plano-secuencia, un travelling imposible a lo largo de un atronador atasco, por el que va pasando el impávido descapotable, y con el que Godard efectúa una maravillosa interpretación de lo que él llama "un día parisino", con coches accidentados y muertos junto a gente que juega al ajedrez y niños que corretean. Hasta ahí no hay tregua, luego Godard se repite un poco y comienza con sus disertaciones marxistas y sus imágenes metafóricas, pausando el ensordecedor orgasmo al que estábamos asistiendo, aunque aún nos regale dos o tres momentos impactantes, incluyendo la decapitación de una gallina y la muerte por mazazo en el cráneo de un cerdo, con lo que el bucólico fin de semana burgués queda colmado. Al menos por este año...
Saludos.

jueves, 10 de diciembre de 2020

No entenderías nada


 

Intentar entender a Godard en términos puramente narrativos suele llevar a engaño. En 2 OU 3 CHOSES QUE JE SAIS D'ELLE, lo político se disfraza de didáctico, que se disfraza de banal, que se disfraza de metafísico, y acaba con los dos personajes joyceanos (aunque invertidos) metiéndose en la cama para dormir. Antes se ha hablado de la angustia existencial de quien no puede pensar para poder comer, y de Vietnam, y del cosmos. Se ha hablado de sexo, pero se ha callado más; se ha puesto a niños aprendiendo en una casa de citas, y la protagonista es una madre ordinaria de día, que se gana el pan luego ejerciendo la prostitución. No esperen un drama social, Godard no es Loach, sino mil veces más cáustico y corrosivo, como esos niños que no van a parar de preguntar porque ninguna respuesta lo satisface. Voz interior y silencio exterior, como dos caras de lo humano, que nos demuestra que sólo sabemos dos o tres cosas: que no sabemos casi nada, y lo que sabemos no nos es permitido compartirlo abiertamente...
¿Otro nivel?... También podemos jugar a explicarla.
Saludos.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Puta's fever


 

Una de las ocasiones en las que el talento de Jean-Luc Godard queda más claramente de manifiesto, y principalmente a ojos de descreídos o diletantes, es cuando se tiene la oportunidad de contrastarlo con otras miradas, otros directores. Esto no es tan raro como podría parecer, ya que el cineasta suizo, de puro prolífico, se ha prodigado varias veces en esos discutibles artefactos que poblaron las pantallas europeas entre los sesenta y los setenta: las películas por episodios. Y la de hoy es especialmente consuetudinaria, como un chiste que sólo un tonto podría encontrar gracioso. LE PLUS VIEUX MÉTIER DU MONDE abordaba, tan trapacera como arbitrariamente, el espinoso tema de la prostitución a través de la historia, o algo así. Comenzando por una prehistoria de plena cuchufleta surfera, el italiano Franco Indovina se basaba en mostrar bikinis de piel de Mamut. No menos terrible era el salto a la Roma Imperial de Mauro Bolognini, que parece el detonante para que Tinto Brass hiciese luego lo que hizo. Mínimamente más inspirado (no era difícil) está Philippe de Broca, gracias al solvente trabajo de Jeanne Moreau como una simpática meretriz en la Francia napoleónica. El film parece despegar un poco con el alemán Michael Pfleghar, director alemán muy desconocido pero con una trayectoria bastante interesante (cortada de tajo por su prematuro suicidio), y que (se) regodeaba a una explosiva Raquel Welch mientras sorbía el seso a un incauto banquero... como para que no. Luego otro bajoncillo con Claude Autant-Lara, que describía un presente, aquél, en el que una pareja de chicas ejercía su oficio a bordo de un coche, mientras son bombardeadas a multas... Y en esto llega Godard. Y Godard, en apenas 20 minutos, realiza una especie de variación sobre el mundo futurista de ALPHAVILLE, con una gélida fotografía de Pierre Lhomme y una partitura de Michel Legrand que se podría haber compuesto ayer mismo. Sí, el título, "Anticipation", nos recuerda que Godard filmaba entonces como si tal cosa lo que hoy día es considerado apocalípticamente como "moderno". Aquí, un señor llega a la Tierra desde una remota galaxia, y para relajarse pide una señorita de compañía, pero resulta ser un fracaso ya que, aunque irresistiblemente hermosa (Marilú Toló, dios de mi vida), no dice ni mú, lo que no le gusta ni pizca; reemplazándola por otra (Anna Karina, nada menos), tan sólo para comprobar que ésta es todo lo contrario, programada en este mundo sin amor real para solamente enamorar a través del encandilamiento verbal. No quiero destripar cómo acaba, pero sólo diré que acaba transmutándose en una imagen en color. Quizá lo que le hubiese gustado a los productores, pero aun así...
Saludos.

jueves, 29 de octubre de 2020

Todas las chicas


 

Dicho de una sola vez, MASCULIN FÉMININ es una de las mejores películas de Godard, e incluso, vista hoy, su vigencia es tal que no ha hecho más que aumentar hasta que no queda más remedio que considerarla como una obra maestra. Y no se sabe si se usa la cultura pop para hablar de la revolución socialista, o es al revés; y no me atrevo a discernir si el discurso de Godard es machista o feminista, tan poco acostumbrados estamos a ver películas donde los roles son aceptados y autoconscientes. Ahora bien, sea historia de amor (libre o del otro), panfleto anticapitalista, tratado estético o simple crónica de su tiempo, hay una pulsión que pugna por estallar en cualquier momento, y que casi parece un deslumbrante adelanto del Alexandre que Eustache desparramaría sólo siete años después. Éste, Paul, es más joven, y por tanto más inocente, y por tanto menos ácrata, y por tanto más idealista. En esa terrible incertidumbre, mientras el París helado y ruidoso lo consume y aturde, otro zarandeo le sucede, incluso poniendo a prueba unas convicciones que todos sabemos (ahora) que no tardarían en desaparecer o, peor, transformarse en metonimia fútil. Da igual, no importa, porque lo que Godard nos hace comprender es que sólo podemos tener conciencia sin llevarla a cabo con nosotros mismos.
Obra maestra absoluta.
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!