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lunes, 19 de junio de 2023

Lo mismo de otra forma


 

Creo que la pregunta recurrente al referirnos a THE LAST OF US es siempre la misma ¿Es tan buena como dicen? Bueno, no nos volvamos locos con un producto para plataformas, pero sí, es buena. Mejor al menos que productos similares (zombis, sobre todo), aun desconociendo por completo todo lo relativo a los videojuegos, y teniendo en cuenta que esto podría quedar en una primera temporada apabullante y prometedora, tan sólo para eternizar un negocio infalible. En esencia, no hay mucho más que en esos títulos que inmediatamente se nos vienen a la cabeza, pero se nota que aquí se ha cuidado el trabajo de los directores al máximo, que se intenta que los actores no caigan en la fórmula standard, y que de tanto en tanto se dé vía libre a algunas licencias artísticas que aportan frescura, y que tengas la sensación de que no te están tomando por tonto... del todo. Pedro Pascal es el sucesor natural de un Harrison Ford, cansado, humillado, pero por ello más cercano y humano. A su lado, Bella Ramsey compone un papel bastante más complejo de lo que este tipo de series demanda, y ambos son el gran sustento de una serie, por otra parte, normativa hasta las heces. Pero qué demonios... Aquí hay dos capítulos que merecen estar en lo más alto de la historia de la televisión, y seguro que saben cuáles son...
Sin inventar nada, tampoco se complica la vida innecesariamente, y se nota porque no se eterniza gratuitamente.
Saludos.

martes, 6 de octubre de 2020

En el corazón del horror


 

En 1986, la central nuclear de Chernobyl, en Ucrania, explotó. Si ustedes, que por casualidad no llegaron a vivir aquel acontecimiento, están terriblemente preocupados por los efectos de la pandemia que nos azota desde hace varios meses, deberían saber que esto, al lado de aquello, es una bicoca. O pudo serlo, porque afortunadamente, y tras el esfuerzo humano más grande que puede recordarse, se evitó, quizá, la extinción de casi toda la población europea y asiática. El costo, que figura como gran encabezado en los libros de historia, no fue cuantificable, porque el costo fue el fin de la Unión Soviética. Todo ello es admirablemente descrito en los cinco capítulos de CHERNOBYL, la impresionante miniserie de HBO que, con minucioso detalle, ofrece, a quien esté dispuesto a asumirla, una inmersión en el núcleo mismo (nunca mejor dicho) de la cadena de errores que propició el desastre. Errores o, como va desvelándose poco a poco, una idiosincrasia, corporativa hasta la náusea, inamovible en su opacidad, que dejó al descubierto las miserias de un sistema comunista que empezaba a desmantelarse, puede que sin saberlo siquiera. Y luego está la serie, tan importante como el hecho relatado, porque ésta es una serie excelentemente realizada e interpretada. De gesto tan adusto como lo que narra, contiene imágenes imposibles de borrar, comenzando por la insoportable tensión entre los ingenieros en el momento de la explosión, y la negativa de los verdaderos responsables a asumir sus errores, ralentizando las acciones paliativas. CHERNOBYL no es ni grandilocuente ni intimista, ni críptica ni exhibicionista, y despliega la justa medida tanto de ligereza como de gravedad. Seremos testigos del infierno desatado en la central, de los esfuerzos sobrehumanos por detener un desastre de proporciones desconocidas, y finalmente de aquella otra explosión, puede que incluso peor, que fue la sorpresa de descubrir que el sistema que llevaba 70 años funcionando estaba podrido por dentro. La analogía está ahí.

Sencillamente impresionante.

Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!