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jueves, 15 de octubre de 2020

Todos a cubierta


 

MISTER ROBERTS (que aquí fue conocida como ESCALA EN HAWAI), es, más que una película, un compendio. Una suma de talentos puestos a prueba por un rodaje extremadamente dificultoso y extraño desde su mismo concepto: toda la "acción" transcurre en un barco de guerra en los estertores de la WWII, donde la tripulación se aburre o debe soportar la inclemencia de un capitán que no les permite ir a tierra desde hace más de un año. En las antípodas de un film bélico, la obra original de Thomas Heggen y Joshua Logan, y adaptada por este último y Frank S. Nugent, intentaba desmitificar y desterrar cualquier heroicidad, en base a unas situaciones que van de lo absurdo a lo cómico, pero que progresivamente agrava su tono hasta un desenlace que pone los pelos de punta. Y ahora lo interesante: Henry Fonda, James Cagney, William Powell y un fabuloso Jack Lemmon, que se llevaría el oscar a mejor secundario. El corolario de emociones y caracteres que transmiten estos cuatro actores es lo que verdaderamente eleva una película que parece abocada a ser irregular per se, si es que eso significa algo, mientras el Mr. Roberts del título intenta poner un poco de cordura en un trato a todas luces injusto por un capitán que parerce la mezcla de un niño y un psicópata (grande Cagney), y escoltado por el médico (Powell), de larga trayectoria, y el joven y perezoso guardamarina, interpretado por Lemmon. Y mención aparte merece la dirección, aquí compartida por dos titanes como John Ford y Mervyn LeRoy, aunque no por razones tan nobles, sino porque a Ford le dio por la botella más de lo recomendable, lo que lo llevó a tener continuas broncas, sobre todo con Fonda, por lo que LeRoy tuvo que ser contratado por la Warner para encargarse estrictamente del trabajo actoral. Aunque, más allá de las curiosidades, lo exótico de su naturaleza, en mi opinión, la emparenta, adelantándolas por supuesto, a obras tan paradigmáticas como M.A.S.H. o CATCH 22. Y como no podía faltar el apartado de curiosidades, la de hoy proviene de una de las escasas féminas que aparecen en el film, y que es nada menos que Betsy Palmer... ¡La mala malísima de VIERNES 13!... En fin...

Saludos.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Películas para desengancharse #28



Hay cosas de las que cuesta un mundo desprenderse, o desengancharse. En mi caso, QUO VADIS representa esto a la perfección. Lo primero fue la descomunal, farragosa, granítica novela de Henryk Sienkiewicz, que sólo fui capaz de completar a lo largo de un lustro y pico. Ustedes pueden imaginar el solaz experimentado tras tamaña proeza, pero quizá no comprendan que haya tardado un mes escaso en ponerme con la película. No es lo mismo, es cierto, y pese a sus tres horas de duración, el QUO VADIS que el gran Mervyn LeRoy filmó para la Metro en 1951 logra sintetizar el hueso de la obra original y deja para otra ocasión que alguien bucee más profundamente en sus analogías y metarreferencias. QUO VADIS, la película, es una de romanos en el sentido más amplio de la frase, con un héroe, Robert Taylor, que es presentado como un ufano general y termina encontrando el amor, la fe cristiana y lo que haga falta en los brazos de una Deborah Kerr más delicada y enternecedora que nunca. También es la crónica de un imperio, el romano, que atravesaba un momento de incertidumbre, ya que todo el mundo le plantaba cara con la intención de usurpar su lugar preponderante. Es el relato de aquellos años (o eso nos han contado), tras todo lo que ocurrió con Jesucristo, de la expansión de cristianismo y de los avisos de que algo que se creía indestructible llegaba a su fin. Es un relato de intrigas internas, de enormes espectáculos de danza, de gladiadores de aspecto imponente, de bacanales, leones, cristianos, toros, más cristianos, una ciudad en llamas y el inefable imbécil al que nadie es capaz de decirle que está desnudo. Sí, QUO VADIS es, por encima de todo, Peter Ustinov...
Saludos.

martes, 29 de agosto de 2017

Encadenados



Es curioso que una de las sorpresas más mayúsculas del cine que he podido ver este verano haya sido un film de hace nada menos que 85 años, pero faltaría a la verdad si no hablase aquí con justicia de I AM A FUGITIVE FROM A CHAIN GANG y ensalzara su poderoso, valiente y contundente mensaje. El panorama que ofrece no puede ser más desolador y desesperanzador: un excombatiente de la Gran Guerra regresa a casa como un héroe multicondecorado, pero es incapaz de conseguir un trabajo digno en su ciudad natal, por lo que decide probar fortuna en otra parte. Pero las duras condiciones de vida le llevan a vivir como un vagabundo provisional, y tras verse envuelto en un chapucero atraco a una hamburguesería, sin comerlo ni beberlo es condenado a pasar diez años en un durísimo campo de trabajos forzados.
En apenas hora y media, Mervyn LeRoy pone en pie un vertiginoso retrato de la América profunda, la que normalmente nunca hemos visto en el cine, pero que es la que más pavor da. Un país racista, violento, inmisericorde, que engulle y escupe a quienes no considera aptos para su idea de patriotismo, y que destruía miserablemente la vida de un hombre, tasándola escasamente en unos 15 dólares. Veo que el drama carcelario es uno de los subgéneros más apreciados por crítica y público, y que son no pocos los títulos que han alcanzado un estatus que en algún caso la lleva hasta la sobrevaloración. No es el caso, y este es uno de esos films verdaderamente seminales, capaces de crear escuela por mantenerse imperturbablemente vigentes a lo largo de las décadas, al tiempo que expresa una lección de cómo filmar la conversión de un hombre corriente en un genuino fugitivo. La escena de la evasión tiene toda la tensión del cine de suspense, y cuando este hombre consigue labrarse una nueva vida el destino vuelve para atraparlo y arrojarlo otra vez al agujero. Ahí, la tensión y angustia del film se vuelve casi insoportable, terrorífica, y remata con otras dos escenas magistrales, la segunda evasión (si la ven, tengan en cuenta que estamos en 1932) y el final, completamente alejado de moralinas buenistas y que es uno de los más demoledores de la historia del cine. Bastan un rostro semioculto en las sombras y la cortante respuesta a una pregunta que queda suspendida mucho tiempo después de acabar esta obra maestra absoluta.
Impresionante.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!