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sábado, 10 de mayo de 2025

¿Quién podría haberlo hecho?


 

Nueva película de Steven Soderbergh, que parece estar buscando establecer una especie de récord o algo así, pero que responde a la perfección con un modelo de producción no tan engreído, más "terrenal" si se quiere. Y eso que BLACK BAG es una historia de altos vuelos, cocinando una intriga de espionaje en la que nada es lo que parece, y en la que un esforzado Michael Fassbender ha de luchar contrarreloj para desenmascarar al topo infiltrado en los servicios de inteligencia británicos, y que podría desatar un desastre que haría tambalear a todo el país. Sólo hay un problema: la principal sospechosa es su propia mujer. Alrededor de Fassbender y Cate Blanchett, a la que el botox ha dejado como una muñeca inexpresiva (qué lástima), el guion de David Koepp se sobrepone al inconveniente de una producción que intuye ajustadísima, invocando al espíritu de Agatha Christie, para entregar un "whodunnit?" en tda regla, donde las apariencias lo son todo y nada es lo que parece a simple vista. Película correcta, efectiva, medianamente entretenida en su apreciable y corta duración, pero que dista mucho de ser memorable. Y quizá tampoco lo pretenda.
Saludos.

lunes, 17 de marzo de 2025

Mi amigo el fantasma


 

Hay una "presencia" invisible que me susurra cosas al oído, como que va siendo hora de despejar los lunes de títulos vistos en Sitges, porque a este ritmo encadenamos con el de este año. Y qué mejor que aparcar nuestro querido certamen con la película que lo inauguró. Aunque fuera de concurso, el eco de PRESENCE no fue pequeño. El último film del prolífico Steven Soderbergh entra, casi de hurtadillas, en esas historias que, sin aparente esfuerzo, uno sabe que contienen un poso de calidad indiscutible, por encima de la media. El guion de David Koepp acierta en lo más controvertido: situar el punto de vista de una anodina historia familiar en el fantasma que habita la casa a la que se acaban de mudar. Si caer en el spoiler, diré que no estamos ante una cinta estrictamente de terror, sino ante un tímido ejercicio de estilo, con Soderbergh desperezándose en sucintos planos secuencia supeditados a un espacio único, deshilvanando el misterio propuesto desde un inicio poco prometedor. Personalmente, la veo menos audaz que A GHOST STORY, pero sirve para reivindicar, gracias a su calidad técnica, a joyas olvidadas e imperfectas como I AM A GHOST. Las actuaciones son correctas, la duración (alabado sea dios) no llega a la hora y media, tiene una fotografía nada engreída a cargo del propio director, por lo que se recomienda como escapismo de tamaño asequible. Buena, sin creerse mejor de lo que es.
Saludos.

martes, 3 de agosto de 2021

El ratón en su laberinto


 

Como si fuese una especie de aviso, un mensaje subliminal implícito en una narración convencional, los últimos trabajos de Jim Jarmusch (muy especialmente los suyos) daban cuenta de un cierto "estado de las cosas", al menos en cuanto al tema cultural se refiere. Sin ser del todo pesimista, Jarmusch daba algunas importantes batallas por perdidas, al tiempo que invitaba a otros contemporáneos suyos a reordenar de alguna manera lo que hemos ido entendiendo como narración convencional; lo que en una pose indisimulada sería "posmodernidad", pero hoy adquiere otro sentido menos holístico. No me extraña que Steven Soderbergh haya optado por un camino similar, y NO SUDDEN MOVE da un paso más allá en la construcción de una narrativa, desde un supuesto modelo clásico. Por un lado, nunca esconde su naturaleza de cine negro a la vieja usanza, pero siempre parece que estemos ante otra cosa, como si se fuera a derribar la cuarta pared en cualquier momento. La pareja formada por Don Cheadle y Benicio del Toro (absolutamente geniales los dos) oficia de maestro de ceremonias de una trama nunca del todo clara, en la que sólo intuimos que todos persiguen algo (el mcguffin como recurso indispensable), que están dispuestos a engañarse hasta las últimas consecuencias, y que creerse más listo que los demás es un error fatal. El diabólico guion de Ed Solomon gira como una peonza, arrastrando a sus personajes y conduciéndolos hasta un desenlace, no ya metafísico, sino directamente deudor de la derrota absurda beckettiana, hasta desecar y depurar lo que tan artificioso parecía, y llevando a cada elemento hasta un punto que el espectador identifica inmediatamente con la casilla de salida. No se trata ya del "giro por el giro", sino de que el giro implique apenas moverse, incluso quedarse quieto, aunque Soderbergh fluye en una de sus mejores películas recientes, sin caer en el estatismo.
Muy muy recomendable.
Saludos.

jueves, 30 de abril de 2020

Cerdos y murciélagos



Da escalofríos ver hoy día un film como CONTAGION, con la que Steven Soderbergh se adelantó nada menos que una década a cierto virus que actualmente sufrimos. Cada paso reflejado en el film, cada suceso y evento, parecen hechos a posteriori, y no en 2011; y es de justicia desgajar este trabajo en dos direcciones, para poder comprenderlo mejor, sobre todo ahora. Por un lado está ese asombroso mimetismo, el foco del contagio proveniente de un remoto mercado en China, la rapidez de la expansión por mero contacto, la incompetencia de los políticos y el desamparo de la sanidad, finalmente los únicos héroes de esta historia, de ámbito global, pero que nunca se diluye argumentalmente. Incluso tienen un papel preponderante las redes sociales (ya entonces), en la figura de un bloguero (baia, baia...), un poco tocapelotas, que acusa directamente al gobierno de ocultar un posible remedio contra un virus que en cuestión de una semana se llevó por delante varios millones de vidas. Por un lado, ya digo, está esta inesperada correspondencia, pero por el otro está una película extraordinariamente realizada, probablemente una de las mejores de su director. Soderbergh refrena cualquier tendencia exhibicionista, y propone una visión insólita en el cine de catástrofes, tan dado al amarillismo, en ocasiones casi pornográfico, estructurando un relato sin héroes o villanos, con la única ambigüedad moral proporcionada por la presión de los mercados (cómo no), y que plantea un montón de cuestiones de plena vigencia. Una película, por otra parte, con un reparto estelar, pero sin dar la sensación nunca de buscar el lucimiento, sino la solvencia de profesionales contrastados. Deberían tomar nota nuestros políticos, por ejemplo.
Sorprendentemente sorprendente.
Saludos.

jueves, 7 de enero de 2016

Creo yo



No tengo tiempo. Ni para los Reyes Magos, ni para las series de televisión, ni para las relaciones coadyuvantes, ni para los lametones de falsedad, ni para el espectro que nos domina en tiempos de entrenamiento verbal. Ni para nada, me parece. Ya el tiempo me falta, como el oxígeno a un astronauta o las razones a un político. Falta a las personas de bien el sosiego de estar frente a un trozo arrancado de parlamento, aproximadamente crudo, digamos que asimilando la intentona de los grandes narradores de faltar a la verdad cuando sea necesario, que más o menos es siempre. Es por ello que THE KNICK me concilia junto al fuego que nunca vi de parte de Mr. Soderbergh, porque nunca le tomé mucho más en serio de lo que me parecía que su ojo húmedo le otorgaba en fricciones allende. He visto la primera temporada y no necesito creerme nada, festonear nada, así por la gran celebración que supone tener a un tipo que al fin se ha dado cuenta de que la realidad, semióticamente, no traspasa a las personas de bien, sino que las inflama de estandartes y gemas del pasado. Y esta, señores y señoras, no es una serie del pasado, es un presente abrupto y doloroso, que se abre paso con la voz de un parto sin anestesia, y que, desapasionadamente (que es como debería ser todo para que doliese menos) enseña lo que normalmente (mala, muy mala palabra) no se enseña.
El coito de nuestros abuelos. La asunción de la mugre. El deseo de que la humanidad no se acabe nunca.
Si fuese por hombres como Thackery, yo daría mi sangre y mis vísceras... ¿Y ustedes?
Y no, no pueden perdérsela...
Saludos.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El cuerno de la abundancia desprovisto de sentido



No me extraña que Steven Soderbergh se quiera retirar del negocio; será lo que ustedes quieran (en mi caso, jamás santo de mi devoción), pero tonto no es el muchacho. Corriendo estos tiempos tan difíciles, Soderbergh ha entendido que las fórmulas se agotan, que no basta con el reciclaje y es necesario, para un director de más de veinte años de carrera, jugar al despiste y saltar por sobre los géneros de la forma más personal posible. En este sentido, THE INFORMANT! no es tanto una película de Soderbergh por todo esto, sino por los síntomas que despeja si atendemos cuidadosamente a su cáscara formal. Personalmente me da igual esa motivación tan norteamericana de "desvelar la verdad", y creo que a Soderbergh también; esto no es EL DILEMA o LA TAPADERA. No veremos a los malos corriendo detrás de los buenos para que éstos no derramen toda la información que han logrado obtener; en lugar de esa estampa tan cinematográfica, los "malos" se encogen de hombros porque tampoco ellos consiguen entender a un tipo que aparentemente nos está diciendo la verdad, pero que después se descubre que no es así, y liando aún más el asunto, no sólo es que se ponga en solfa toda una filosofía de vida, la que nos ha llevado directamente a la crisis económica que ahora padecemos (el arribismo salvaje), sino que apenas entendemos qué diablos quiere ese tipo de aspecto banal (un Matt Damon irreconocible), puesto que no busca un reconocimiento inmediato, ni hacer un uso ostentoso de la fortuna que ¿involuntariamente? logra amasar a costa del surrealista desplume al que somete a la empresa que no ha cesado de ascenderle primero y que luego se ha vuelto en su contra. Complicado ¿verdad? Por suerte, Soderbergh, que siempre ha sido mejor guionista que director, repara del embrollo en el que nos ha metido y nos ofrece los mejores minutos de este sudoku cinéfilo ya muy al final, con un Matt Damon magnífico y un personaje lastimero que ha enloquecido creyéndose su propia mentira y que es incapaz de calibrar todo el revuelo que ha desatado y de ver los límites del mismo. Un personaje desquiciado y con más sombras que luces, lo que termina por emborronarnos las propias querencias del film y su director, puede que preparando de una vez por todas su dulce retiro por incapacidad empática. Veremos.
Saludos chivados.

viernes, 29 de octubre de 2010

Mi novia es una puta (and i like it!)



Si hay un director actual (de los que están en boca de cualquiera, me refiero) que no me emociona lo más mínimo y, lo que es peor, que sé que es incapaz de emocionarme, ese es Steven Soderbergh. Quizá por eso he tardado tanto en traerlo al blog, no lo sé; lo que sí sé es que, ya con unos cuantos años de perspectiva, la filmografía del director de Georgia es un paquete tan abultado como liviano, tan pretencioso como fácil de olvidar. Y la película-culmen de esta terrible certeza podría ser THE GIRLFRIEND EXPERIENCE, una de esas rarezas "de cámara" que sólo un director consagrado y poseedor de esa relativa libertad de movimientos, que empieza por su autoafirmación y termina por negar cualquier evidencia, podría llevar a cabo en estos tiempos tan malos para la lírica. TGE tiene como protagonista a Sasha Grey, una pornostar (me niego a llamarla actriz, como a Juliette Binoche, Julianne Moore o Meryl Streep) actual que simplemente está ahí, lo que viene a dar cuenta de lo sencillo que le resulta a ciertas personas ganar dinero sin gran esfuerzo; si quedarte inexpresivo delante de la cámara es difícil, vale, pero luego no te pueden hacer la putada de que tengas que llorar y eso sólo provoque risa por lo forzado. En fin. La cosa es que la chavala es una puta de lujo, de las que cobran un montón aunque el final del asunto siempre sea el mismo; y los eternos 75 minutos de TGE transitan entre restaurantes de lo más chic, donde Chelsea (así se llama ella) conversa (o más bien escucha con cara de frigurón [el polo de Frigo, sí]) con gente que jamás llegamos a conocer sobre diversos y apasionantes temas como el último vestido que se han comprado, para acto seguido puntear acerca de la crisis económica, exactamente lo mismo que hacen ahora en la tele: concienciar desde el lujo... Luego está el novio de la puta (perdón por el lenguaje, pero se supone que a SS no ha de importarle), que es un tipo cachas que trabaja en un gimnasio y cuya frase más emblemática es "Lo siento, tengo que cambiar de trabajo". Los dos viven en un apartamento de lujo en una zona exclusiva, cenan comida china y toman vino en copas de balón; no hay un solo plano donde vean la tele o hagan algo medianamente normal, excepto hablar de chorradas con cara de estreñidos. En un momento dado deciden cortar la relación, qué pena; luego ella va a un almacén y lo pasa mal, pero tampoco sabríamos discernir por qué. Para rematar el autismo de todo esto, Soderbergh implanta de vez en cuando unas imágenes rodadas cámara en mano de un grupo de jóvenes brokers que van en un avión hacia Las Vegas, pero no sabemos si terminará en resacón o no; me niego a reproducir aquí algunas de las lindezas que salen de boca de estos "filósofos de nuevo cuño". Total, que la cosa termina y no te has enterado de nada, ni de la acción (caso de que la hubiese habido) ni de la intención, que en mi caso fue un bostezo tras otro. Francamente, no sé si es perentorio hablar aquí de experimentación, sobre todo cuando Soderbergh es incapaz de ocultar los agents provocateurs que sustentan, sin demasiada firmeza, esta anomalía de un mainstream que suspira por la piedra filosofal del cine de autor, un secreto que a este señor se le sigue resistiendo.
Saludos con experiencia y sin novia.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!