sábado, 16 de agosto de 2014

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Bueno, muchach@s. Que me voy de vacaciones, y como no las tengo oficialmente hasta las 00:00, pues aquí os dejo un poquillo antes un tema de los buenos, de los que (como dice Mr. Lombreeze) quitan el sentío... Como yo no escucho cosas tan raras como él, ahí va una bocanada de aire fresco, cortesía (agárrense los machos) de la vástaga del batería de los Sex Pistols... A ver qué tal suena...
Les veo a la vuelta, que aún hay más...


¡Qué mundo tan maravilloso!



"Si paro de hablar, me muero". Algo así podría ser el epitafio de Robin Williams, y no le faltaría razón; un bocazas, en el mejor sentido de la palabra; un tipo agarrado de su propia capacidad de improvisación, genial, descacharrante, inaguantable a veces. Williams funcionaba por acumulación, no dejaba sitio para la reflexión ni el respiro; la comedia americana, con la llegada del sonoro, era eso: Groucho destapando miserias ocultas, y luego Kaye, y luego Lewis... Y luego llegó él, e hizo lo que en otros queda ridículo ¿Un speaker que actúa? ¿Un actor que habla más que gesticula (y también gesticulaba mucho)? Un payaso, con todo el cariño de la palabra; de los pocos actores de Hollywood a los que la nariz roja les caía bien; un caso especial, aclamado por quien sólo quería pasar un buen rato viendo cine y denostado por los que creen que inventaron esto a golpe de circunspección. Williams hizo muchas películas, y me costaría quedarme con alguna, con la mejor, pero me parece que GOOD MORNING, VIETNAM le retrata estupendamente, porque ahora hay vía libre para que nuevos comediantes tengan los cojones de parodiar a la parodia de la parodia. El fallo no es él, es Levinson, tan apegado a su formato, tan incapaz de salirse del estándar; ésta podría haber sido una película infinitamente mejor, más agridulce, con más punch, porque el dúo Williams/Whitaker derrocha química y buenas vibraciones, pero hay algo que no termina de encajar en un guion que se parece sorprendentemente a lo mismo que denuncia: los tachones rojos en las emisiones de radio en la guerra de Vietnam. La censura autoimpuesta que el anárquico e incontrolable Adrian Cronauer se saltaba a la torera, no porque fuese un mal patriota, sino porque la censura, amigos, siempre es aburrida, y Robin Williams podía ser muchas cosas, pero odiaba el aburrimiento. Tiene momentos sonrojantes y otros realmente emotivos (el montaje con la canción de Louis Armstrong es simplemente inolvidable), y es cine imperfecto y es cine comercial, pero a 27 años vista le sigue sobrando mucha humanidad y vitalidad, la misma que es capaz de transmitir un tipo que a mí siempre me cayó muy simpático. Y quien no lo piense, es que es el hombre blanco que más necesita una mamada en la historia de la humanidad...
Saludos.

viernes, 15 de agosto de 2014

Para siempre es muy poco



Lauren Bacall era una de las pocas pistas vivientes que aún quedaban para corroborar la existencia de los dioses. Y yo tengo tan poco tiempo y tan poco espacio que lo único que puedo hacer es prometer volver sobrre ella tras el inminente parón que esta página sufrirá a partir de mañana. Pero ¿qué hacer, si no? Mudo, genuflexo y un paso más cerca de la vejez cinéfila, en la que desgraciadamente priman los recuerdos sobre los hallazgos. Pero permítanme que hable un tanto de THE BIG SLEEP, con algunos de los diálogos más fascinantes de esto del cine; con Philip Marlowe tocándose la oreja mientras es acosado por matones y mujeres (especialmente las últimas); con un guion tan bueno (¿lo he dicho ya?) que nadie, ni Rosenbaum, es capaz de notar que tiene un montón de fallos... porque no importa; con un ritmo que recuerda a una carrera de caballos con pérdidas irrecuperables; con una colección de personajes que tienen su tiempo justo (incluso Marlowe, que sale siempre); con una forma de enfrentar los problemas que yo no sabía que existía, hoy que sólo se hablan gilipolleces, con una sorna dialéctica que hace palidecer al mismo Molière; con Bogart y Bacall... con Bogart y Bacall... con Bogart y Bacall...; con cigarrillos y whisky y coches aparcados al lado de librerías y telefonistas que te piden 55 ç's y resacas hasta las dos de la tarde y paredes de papel que nunca se caen y más cine y más cine... y Bogart y Bacall... Y no podrán inventar algo que se parezca, porque los héroes de ahora son ridículos, dan saltitos y lanzan rayos por las manos; ¿qué nos esperará cuando la dignidad nos haya abandonado de una vez por todas? No se puede ser digno en mallas por muchas banderas que beses o por mu alto que enfoques tu mirada; la dignidad se encuentra entre canallas que juegan sucio, pero te miran a los ojos cuando les hablas... Bogart y Bacall... Nunca tan cerca de nosotros como ahora. Nunca...
Saludos.

jueves, 14 de agosto de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #23



Como decía mi buena amiga Rosita: "No hay que dejar para el final lo que de todas formas iba a quedarse en el camino"... Bueno, o más o menos...
Cuando Alain Resnais rodó VOUS N'AVEZ ENCORE RIEN VU, tenía 90 años. Y yo debería dejar de escribir ahora mismo, así... Pero sé de un tal Manoel de Oliveira, así que La Parca, poco cinéfila ella, no puede dejar de mirarse las uñas con gesto desdeñoso mientras críticos incapaces se labran el jornal poniendo a parir una película ultralúcida, ninguna obra maestra, es cierto, pero con un nivel de inteligencia que a mí me cuesta encontrar en autores mucho más jóvenes (e incluso no tanto). Un pretexto añadido, o unas muñecas rusas con algo de viejo esplendor en sus llamativas formas, el film comienza admirablemente, mostrando a los actores como ellos mismos, personas que son invitadas al último adiós de un dramaturgo que ha sido compañero y amigo de todos ellos. Nada de funerales ni lloriqueos, la despedida será la proyección de su última adaptación de la "Eurídice", de Jean Anouilh, con una compañía jovencísima, relevo de la que ahora asiste al evento y que no puede evitar (sea subterfugio surreal o no) replicar con su propia interpretación. El exceso de teatralidad, la ciega confianza en los actores, e incluso una discutible falta de criterio a la hora de la distribución de roles, entiendo que haya exasperado a más de uno; pero, amigos, con Resnais, y a estas alturas, deberíamos estar más que avisados. El director, el hombre, es capaz de vislumbrar, en un (pen)último arrebato de lucidez, que su fin se acerca a pasos agigantados, y esta película, sin pretender ser un mortecino preepitafio, queda impregnada de un delicioso aroma a camaradería y agradecimiento mutuo. Eso, en un director que siempre le fue tan fiel a aquellos a quienes quería, es algo tan hermoso... que uno puede incluso dejárselo para el camino...
Saludos.

lunes, 11 de agosto de 2014

De maestros artesanos



Sin ser un gran fan de esa "big tide" en la que se ha convertido el género, así llamado, "de zombis", reconozco que sus muchas particularidades me provocan una curiosidad que me ha llevado, como es lógico, a tragarme algunas producciones nauseabundas no sólo por el aspecto de sus entrañables protagonistas. No es el caso de un film cuya existencia no conocía (no se puede estar en todas partes) y al que llegué con una carambola que no pienso explicar aquí. Se trata del remake más oficial (o eso afirman los expertos) de NIGHT OF THE LIVING DEAD; tan oficial, que se llama exactamente igual, la historia es la misma y el guion corre a cargo del mismísimo pope George A. Romero ¿Que quién la dirigió? Pues nada menos que Tom Savini, mítico técnico de efectos especiales y maquillaje y rendido admirador del maestro Romero. Éste es su mejor trabajo como director (tampoco era difícil superarse en su caso), una puesta al día, de fidelidad geométrica, que termina siendo un gran homenaje a aquella pequeña película que cambió para siempre la manera de entender el cine de terror. Rodada en 1990 y en color, NIGHT OF THE LIVING DEAD funciona por varios motivos: los fans no pueden sustraerse al esplendoroso ejercicio de reconstrucción de Savini, éste es un trabajo hecho con seriedad, oficio y mala uva; el ritmo es frenético, y desde su impresionante arranque (sí, punto por punto), Savini sabe que no se trata de simples sustos, sino de exponer la fragilidad de ese pequeño grupo de supervivientes, recluidos en un espacio único y asediado; aunque el punto fuerte del film lo pone su final, imprevisible, inteligente y con un mensaje que cala hondo, porque al final uno no sabe cómo y qué es el mal verdadero, si una horda de seres sin mente ni conciencia... o nosotros mismos. La música (muy noventera) de Paul McCollough y la potente presencia de aquella scream queen atípica y pelirroja llamada Patricia Tallman, terminan de redondear un festín que es recomendable para cualquiera que quiera ver una buena película de zombis, y no otra papanatada de las que ahora se hacen como churros...
Saludos.

domingo, 10 de agosto de 2014

Rincón del freak #166: Problemas que no le importan a nadie. De Madrid a Brujas para nada



Mal asunto. Mal asunto cuando haces tu primera película en tu país de origen con 61 años. Mal asunto cuando todo el mundo cree que eres una muchacha de la escuela de cine, con falda y futuro, y descubre que eres un señor mayor que estudió abogacía en Buenos Aires. Esto no es relevante a la hora de escribir algo sobre una castaña como AMORES LOCOS, pero me permite ganar tiempo y resuello tras mi enésimo descenso a los infiernos patrios. Esto va de una señorita que vive, se nutre y embebe su inane existencia de unas casualidades que se suceden una tras otra y sin que a nadie se le ocurra que esas cosas no pasan. Trabaja en el Museo del Prado, está obsesionada con un cuadro en el que dos amantes salen de espaldas y un día, como el que no quiere la cosa, se encuentra con un señor que ha ido de visita fugaz y que (OMG!!!) resulta que encima es psiquiatra, así que tras el sofoco y desmayo de la incauta se le ofrecerá para hacerle un TAC y ver si lo suyo es grave... Y vaya si lo es, que resulta que vive con su abuela, que charnela los cuartos en un piso enguatadísimo a golpe de ruleta online; el pijoaparte tiene una hermana que hace relleno y canta zarzuela... o lo intenta, y su ex-esposa lo busca como cachonda, sin reparar en lo hierático del sujeto, hasta el punto de trocarle besos a su hijilla por una guitarra eléctrica. Además, rizando el bucle, cuadra la escena un neurocirujano adicto a las meretrices húngaras, a las que dedica altares en sus viviendas de soltería bondage. Llegados a este punto, es casi imposible acordarse de qué diablos iba la película, y lo quijotesco del asunto es la (in)capacidad para manejar a un puñado de actores y actrices más que solvente, con los estupendos Eduard Fernández y Marta Belaustegui intentando que no se note el despropósito. La pena, el mal asunto, es que al primero se le nota pero mucho que no se cree nada de lo que le dicen que haga, y la segunda sale poco y cantando... Podía haber salido algo mejor, pero yo tampoco tomo cocido con estas calores, y aquí me tienen...
Saludos.

viernes, 8 de agosto de 2014

Amoralmexicana



SANGRE fue el primer largo de Amat Escalante, un depurado ejercicio de estilo, más preocupado de mantener sus (descuidadas) formas que de indagar caminos propios, lo que la hace a ratos sugerente, por momentos incomprensible y, las más de las veces, simplemente idiota. A lo mejor era la intención del director mexicano, pero yo no le veo la gracia, y además esto  ya lo había visto en otra parte... (¡Ah, hombre! ¡Reygadas, cómo no!). Feísmo de pulso cero, tensión inexistente, personajes en el límite de lo patrañero y cierto tufillo a naturalidad impostada; que no puede ser, que o es natural o es artificial, y aquí hay mucho tetra-brik de escuela de cine, o demasiadas palmaditas antes e tiempo. Me importa un comino lo que le pase a ese tipo descaradamente feo (demasiado descarado, creo yo), sus soeces escenas de sexo, su agilipollamiento crónico (feo, idiota, aburrido... ¿alguien da más?). Y poco más, porque me da que Escalante ha sabido remontar, no mirarse el ombligo y empezar a darle importancia al guion, cosa que aquí luce por su ausencia. Y me gustaría que alguien me explicase qué debo leer entre líneas en tan poca cosa, porque tengo entendido, si nos ponemos metafísicos, que entre líneas, efectivamente, no hay nada...
Saludos.

jueves, 7 de agosto de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #22



LES HERBES FOLLES, de 2009, cogió a casi todo el mundo a contramano. Como debe ser, por otra parte. No he leído la novela de Christian Gailly en la que se basa, pero si tiene la mitad de la inventiva del film de Resnais debe ser una gran obra. Y es complicado describirla (qué maravilla decir esto de un director octogenario entonces), pero me inclino a pensar un estado de ánimo, difícilmente atribuible, un pensamiento enroscado en derredor de una idea desechada, inservible, apartada del camino principal y transformada en acaso o esfuerzo ordenativo. E ideo, conmino al moribundo (claro, PROVIDENCE) o borracho, o, parece astutamente apuntado al final, el niño sin malicia que forma su futura psique. Por eso lo que creemos ver y entender se nos escurre; por eso el personaje de Marguerite, dentista y aviadora, es el contrapunto absoluto (por colores, por animosidad, por curiosidad, por todo) al de Georges, oscuro, inestable, quizá un asesino tranquilo, hogareño y cinéfilo... La colisión progresiva de ambos parte de lo convencional y casi burdo, para terminar gestando una geografía humana donde lo solipsista es premiado por caer enfermo de inteligencia. Es una película que podría ser un cómic o una novela que podría ser una anécdota en un periódico; o a lo mejor es una despedida, tan consciente de serlo que, a mí al menos, de ser así, me asusta.
Gran cine, de una emoción que no tiene nada de sentimental...
Saludos.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Colorear a Tarr



Como decía hace algunos días, vayamos con Carlos Reygadas. Con su última propuesta, más exactamente. POST TENEBRAS LUX se vio en Cannes, su director se llevó el galardón que le acreditaba como el mejor de entre todos y luego nadie entendió nada... o se entendió muy bien, o a lo mejor es que no hay nada que entender y la sinopsis se la escriben los críticos que sí entienden... Yo tengo algo bueno que decir, y es que no me aburrí viéndola pese a los dolores de retina, las ganas de reírme con cierta infografía o los muchos momentos de pasividad anímica de su "impuesto" (o impostado) guion. Resumirla se la puede resumir, por aquí hemos visto cosas aún más "postenebrosas" y luego nos hemos ido a un burguer; me parece que al director mexicano le pesa infinitamente cierto sentimiento de culpa burguesa, su constante deseo de colisión entre dos mundos coexistentes pero talmente contrapuestos le ocupa demasiados minutos. Demasiada claridad ahí. Por otro lado, Reygadas no es indulgente, ni con unos ni con otros: el diablo se cuela en casa de un niño pijo que se ha llevado a la familia a vivir al campo. Una desgracia. La desgracia proviene de quien no tiene la posibilidad de irse a vivir al campo, porque la miseria le obliga a vivir en el campo. Antes, como digo, el niño pijo disfruta de una mastodóntica fiesta familiar navideña que igual podría haberse desarrollado en Europa. Hablando de Europa, es discutible que el nexo entre ambos continentes deba ser un partido de rugby juvenil en Escocia, sin más explicación. Una vez vistas las intenciones de retrocolonialista de Reygadas, éste nos regala su habitual dosis de sexo jabberwockyano en una sauna francesa donde se estila el intercambio de parejas a garrafón.
Y hasta ahí el show Reygadas. El lugar común donde unos se ven confortables y otros tuercen el gesto.
Pero bueno, el film comienza con una larga y hermosa introducción, en la que se ve a la hija del propio director corriendo por un paisaje embarrado, rodeada de animales (caballos, perros y vacas), mientras el cielo va tornándose cada vez más hostil. Adivinaron. Como en EL CABALLO DE TURÍN, el apocalipsis será el advenimiento de la oscuridad absoluta. Al final, copiar a Tarr, colorear a Tarr, es, una vez más, lo mejor que le puede ocurrir a un director que jamás podrá llegar a su nivel.
Saludos.

martes, 5 de agosto de 2014

Los dioses podrían estar locos



Con NOAH, recreación absolutamente libérrima del mito bíblico, Darren Aronofsky ha perdido dos oportunidades únicas, y que veremos si no le han pasado una factura irreparable en un futuro. Por un lado, habría podido crear una controversia sin parangón conocido, porque no es ésta una película exactamente al modo ateo (olvídense de Buñuel o Bergman... por dios...), sino una ingenua xenoencarnación transliteral de lo que los curillas nos infundían en aquellas aulas del demonio. Aronofsky se encarna en "el tipo que ha leído la Biblia como si leyera Los Siete Pilares de la Tierra" y comete una torpeza que no entiendo en un creador al que yo solía tener algún respeto. No nos equivoquemos, esto no es un insulto a la Iglesia Católica, sino un favor que se le hace al identificar, para las nuevas generaciones, Biblia y entretenimiento hollywoodense. Y lo he dicho un montón de veces: sufrimos una avalancha de referencias apostólico-apocalípticas desde Hollywood, y no puede acabar bien. NOAH es, eso sí, al menos, decente al no esconder su fuente ni revestirla de engañosos ropajes. Es un film de aventuras, muy al estilo de Ridley Scott, con ritmo, con algunos efectos especiales y/o digitales de envergadura y un puñado de actores con esfuerzo y dedicación por hacer digestivas dos horas y media de chaparrones, gigantes de piedra (...¿?...), serpientes de Pocoyó, ceniza islandesa y primeros planos de Russell Crowe, primero con melena y luego sin ella. Hay momentos de gran fuerza expresiva, mucho barullo cuando empieza a llover y un poco más de dramaturgia cuando se va acercando el final; y uno, ineludiblemente, tiene que pensar por qué los creyentes se ofenden por tan poca cosa...
Saludos.

lunes, 4 de agosto de 2014

Ángeles con caras sucias



A ver. Yo creo que BORGMAN va de unos ángeles desterrados que se dedican a putear a la gente. Un poco como si su único propósito fuese demostrar que el mal es amoral y que simplemente uno puede elegir hacerlo o no hacerlo. Luego, es verdad, está el problema y la cantinela de "a qué se me parece a mí"... porque a mí se me parece a Lars von Trier, que a su vez se parece a Haneke, que a su vez se parece a Seidl, que... ¿Es posible identificar un recuadro-tipo, asumido e investirlo como "Nuevo Cine Europeo"? ¿Recogemos las cenizas del Dogma95? O lo que es peor ¿No se estará convirtiendo la punta de lanza intelectual en un remedo bucliano e imparable?... "La Casta", que diría otro. E intentaba hacer una minisinopsis acelerada porque lo que más ha trascendido de esta cinta holandesa, que se pudo ver en Cannes y en Sitges, es la dificultad para emparentarla con un género localizable; aunque, la verdad, a mí no me hace falta, y no me tiro ningún farol. Camiel Borgman es una especie de indigente, de aspecto chabacano y hediondo, que consigue introducirse en una familia de clase burguesa (Chalé, piscina, niñera); poco a poco (con gran paciencia, diría yo) no sólo se ganará la confianza de la incauta pareja, sino que los manipulará de tal manera que su vida de felicidad se irá al carajo en tiempo récord. De los métodos, urdimbres y surrealismos (ver imagen) usados por el tal Borgman y su inquietante cohorte de colaboradores, es el magro de un guion que es menos impactante de lo que conscientemente (y he ahí el error) pretende poner ante nuestras narices ¿Que qué salvaría? Sobre todo el trabajo de los actores, y la hazaña de su director intentando encontrar el punto justo entre Pasolini, Bresson y algunos de los mencionados más arriba.
Iniciados, por tanto, abstenerse.
Saludos.

domingo, 3 de agosto de 2014

Rincón del freak #165: La conveniencia del tabulador, o "siempre es bueno tener una ferretería cerca"



En diversas ocasiones me han preguntado si mi ordenador carece de tabulador, cuestión ésta que me deja el cuerpo raro y un extrañointerés por la psique humana alterada a conciencia. Seguidamente, me voy a una barriada que está justo frente a la plaza donde yo vivo y entro en el templo de la ferretería casera (de la industrial hablaré otro día). Siempre hay un señor con una semibata azul marino y cara de no haber escuchado nunca a El Inquilino Comunista. Pero su eficacia es asombrosa cuando le enseño mi lista de enseres. Ya puedo competir con Bricomanía, lo que no deja de tranquilizarme. Sólo hay un problema: en las ferreterías no venden narices y prótesis de goma o látex, ni sirope de fresa para hacerle una tarta a King Kong. Por suerte, un par de manzanas más allá hay, por orden, una pastelería al por mayor y un chino con sección de disfraces estrambóticos, y que por un motivo que se me escapa huele igual que la sección de perfumería, menaje o lencería... Bien, pues ya tengo todo lo necesario para convertirme en director de cine; y si yo fuese un malnacido les hubiese destrozado una basura llamada ADAM CHAPLIN (que hasta el nombre lo tiene tonto), pero yo soy bueno y considerado, y además, aunque no lo utilice casi nunca, tengo tabulador...
Saludos.

sábado, 2 de agosto de 2014

Esclavos, benditos esclavos



Yo, de mayor, siempre quise ser Vázquez... Bueno, yo también soy Vázquez... pero no el gran Vázquez, claro. Y me pongo a ver una película que no sé por qué había dado de lado desde que se estrenó hace ya cuatro años, y me quedo boquiabierto, porque España era esto, yo no lo he conocido, pero los que sí nos lo llevan contando (con mucha censura y la poca vergüenza de los que se la han adueñado) muchos años, y sólo había que abrir un simple tebeo, que no tenía nada de simple, porque entretenía, ilustraba y hacía volar la imaginación. EL GRAN VÁZQUEZ es muchas cosas, y muy buenas. Es la dificultad de encontrar color en una miseria de blanco y negro; es la esclavitud de aquella "entrañable" Editorial Bruguera, que ya hubiese dado para una historieta en sí; es el perfecto equilibrio, sin mofa, sin exageración, entre el sarcasmo del tebeo (yo a esto no lo llamo cómic) y el drama de una dictadura inacabable. Pero sobre todo es el retrato de un genio, un visionario, y a los visionarios, en España, siempre les ha ido mal. Vázquez, del que sería una temeridad ponerse a hablar de cómo avanzó la historieta moderna haciéndolo de la forma más difícil: metiéndose en casa de la bestia y riéndose de ella, en su cara. Y la película, francamente, está muy bien, me ha saltado las lágrimas esa humanidad desbordante, la admiración de otro grande, Ibáñez, hacia su gran maestro; Santiago Segura lo borda, simplemente no hay otro actor que pueda hacer del gran Vázquez. Las escenas tienen ritmo, engranaje, se pasa volando... ¡¿Esto es cine español de verdad?! Y entonces nos damos cuenta de que sí, de que cuando hemos vuelto la vista a nosotros, a nuestra idiosincrasia de taberna y almanaque de taller, nos han salido cosas emocionantes, bonitas, armadas. Una estupenda película, para disfrutar, para recordar también, a dos grandes que me apenaría que quedasen en el olvido. Uno es Manolo Vázquez, dibujante y sablista vocacional; otro es Álex Angulo, actor.
Véanla.
Saludos.

viernes, 1 de agosto de 2014

Aquellos refrescos...



El otro día fue un día triste. Decían en la radio que había muerto Álex Angulo, me puse a recordar, como siempre me pasa. Angulo era un tipo que me caía muy bien, como Karra Elejalde, Patxi Bisquert y otros actores vascos, a los que le veo una humanidad y una generosidad fuera de toda duda. También era el actor que, creo, mejor ha comprendido el espíritu de Álex de la Iglesia para trasladrlo a la pantalla. Un actor, en mi opinión, con un talento capaz de hacerte dudar de qué estás viendo en pantalla. Lo demostró en EL DÍA DE LA BESTIA, su mejor papel, pero también en el primer trabajo del director bilbaíno. MIRINDAS ASESINAS es de la Iglesia en estado puro, un bombazo de fantaterror castizo y kamikaze, trufado de humor negro y con la primacía del gusto por el detalle que siempre ha distinguido al buen cine español. Este hecho con cuatro duros (de la Iglesia tenía 25 años) pero con las ideas bien claras y el atisbo de lo buen guionista que luego sería Jorge Guerricaechevarría. La recomiendo porque es difícil encontrarle algún otro papel protagonista a Angulo, y éste estaba hecho a su medida, pero también porque tiene algunos momentos impagables (lo del Olentzero es para troncharse).
A su memoria vaya...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!