Hablar a estas alturas de David Cronenberg es hacerlo de una de las filmografías más coherentes, interesantes y desasosegantes de los últimos treinta años.
Su cine nunca ha casado bien con la habitualmente mojigata industria norteamericana, por lo que su transitar ha sido corrientemente más asociado a la serie B que a otra cosa. El mérito de este canadiense reside en haber puesto en pie un largo catálogo reconocido (y reconocible) por su calidad y frescura.
Conocíamos al Cronenberg enfermizo, esquinado, de sus primeros trabajos (SHIVERS; RABID; SCANNERS); al juguetón y más desarrollado de su segunda etapa (VIDEODROME; DEAD RINGERS; THE FLY; THE NAKED LUNCH) o al sublimado por su propio estilo narrativo en, más que giros, ascensos en busca de nuevas posibilidades (M. BUTTERFLY; CRASH; ExISTENz; SPIDER). Pero, aunque pudiera parecer imposible, hay un nuevo Cronenberg. Un director definitivamente entregado a la tarea de revisión implacable a la ortodoxia formal americana.
Su cine está al lado de clásicos incontestables como Huston (THE MALTESE FALCON; THE ASPHALT JUNGLE); Hawks (THE BIG SLEEP); Walsh (WHITE HEAT). Pero sobre todo, debe su negrura sin escapatoria posible a un maestro del género como fue el infravalorado Sam Fuller (PICKUP ON SOUTH STREET).
A HISTORY OF VIOLENCE se convierte así en su gran obra maestra, la que sus seguidores pedían desde hace años y que EASTERN PROMISES, su último trabajo, viene a colmar, en gran medida, las expectativas creadas por ésta su antecesora.
Hablamos de ese terreno tan resbaladizo que es el cine negro en estado puro. Hablamos de un Viggo Mortensen que se decide a moverse por la pantalla al mismo tiempo que habla (al contrario que en la mazurcada de Peter Jackson), y que muestra su buena dicción (cosa que nos perdimos en aquella chorrada de Alatriste) tanto para ser amable como para infligir miedo y respeto.
Aunque para miedo, el que lo da, y de verdad, es el fabuloso Ed Harris. Desde ya, uno de los grandes actores de todos los tiempos. Su composición abarca desde el intimidante Lee Marvin de THE BIG HEAT al desatado Frank Booth/Dennis Hopper de BLUE VELVET, aunque Harris haga suyo un personaje que era el más complicado en el cómic de John Wagner y Vince Locke.
La guinda la pone un exquisito William Hurt, cuyas esporádicas apariciones de corte solemnista le van otorgando poco a poco el apelativo de legendario.
La trama, convendrán conmigo quienes la hayan disfruado, es harto sencilla; lo verdaderamente duro de tragar en este western sin vaqueros es la facilidad con la que Cronenberg (aunque lleve décadas haciéndolo) multiplica las posibilidades de sus personajes, al rebajarles considerablemente la carga moral impuesta por la biempensante y castradora industria hollywoodiense.
Violentisisímos saludos.
4 comentarios:
Me sorprende el atraso... Es una referencia peliculera, un hito del cinematografo, un epico edharrisico y una buena refelxión sobre la redención y el arrepentimiento.
¿Atraso? No existe el espacio-tiempo en Indefilia. Bueno, el espacio sí, porque aquí estamos ya que ni cabemos.
Yo, la verdad, a Cronenberg le he dado tantas oportunidades... pero he llegado a la conclusión de que no me va. "Una historia de violencia" no me gustó nada, en serio, no comprendí que le veían de bueno todas las críticas que la pusieron por las nubes. Por eso, no fui al cine a ver "Promesas del Este", que ya está bien de darle dinero a Cronenberg. No siempre ha sido así. "Crash" me gustó y "M. Butterfly" me encantó. En esta ocasión, no coincidimos. Un saludo.
Problemas que tenemos los iconoclastas que nos quedamos enganchados al canadiense. Pero vamos, que prefiero darle dinero a Cronenberg antes que a Spielberg, aunque ambos acaben igual...
Publicar un comentario