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sábado, 2 de junio de 2018

Aquel tiempo naranja



Todo nos pasa a todos, todo el tiempo. Pero siempre pensamos que ni somos todos, ni nos pasa todo, y mucho menos nos pasa todo el tiempo. LA RECONQUISTA es la última película de Jonás Trueba, y es un difícil equilibrio por aunar ligereza y trascendencia sin caer en el babeo pretencioso; pero además es un loable intento por conjugar una gigantesca elipsis ahí donde parece que nadie puede verla. No es normal en el cine español, cargado casi siempre de sentencias donde bastaría con frases leves; como no es normal centrar una parte (la primera) en el encuentro entre dos treintañeros que estuvieron enamorados con 15 años, su noche de restaurantes chinos, locales de madrugada y confidencias sin más importancia, aunque para ellos sea lo más importane. Como no es normal el breve remanso central, en el que el joven vuelve al piso donde vive con su pareja y le cuenta su noche justo antes de quedarse dormido. Y quizá el inesperado y hermosísimo segmento final tan sólo pertenezca a ese sueño cansado de quien intenta dormir por la mañana, porque Trueba nos emplaza sin pedirnos permiso hasta ese tiempo adolescente, de tonos pastel, donde el amor es puro porque, al no conocerse aún, se tiene que inventar e interpretar como mejor se pueda. Yo, qué quieren que les diga, llevarnos hasta esa región mágica y mítica es un regalo que los buenos cinastas nos hacen de vez en cuando a los espectadores agradecidos. Lamentablemente, aquí parece que esa es la norma.
Una magnífica, reconfortante, limpia y jovialmene poética película. Todos seremos un poco mejores y más felices después de verla.
Saludos.

jueves, 27 de febrero de 2014

Sujetar la claqueta



Yo a los amigos los aprecio, aprendo de ellos y les escucho, así que paso del ganador del Goya y voy con otra cosa, que no es otra que algún que otro título de esos que ahora se denominan "invisibles" y antes eran de "arte y ensayo", o algo así.
Es la segunda película de Jonás Trueba y se llama, muy acertadamente, LOS ILUSOS. Y Jonás Trueba, el chiquillo de Fernando, con toda su ingenuidad y cinefilia, con toda la tremenda distancia que ahora mismo le separa de su padre, debe crecer pero una barbaridad, que una cosa es caer bien y otra trascender; y otra muy distinta a homenajear a tus referencias es copiarlas con algo que debe estar por debajo del pudor. Está bien que en este país, miserable y rancio en lo suyo, se opte por una óptica posibilista desde la barricada; el problema está, como siempre, en el valor intrínseco de la obra en sí, no ya si demuestra que esto no es menos que Francia, sino si es capaz de aportar su propio espíritu. LOS ILUSOS es lo que es su director, un tipo que ha visto demasiado Garrel, Eustache, Rivette..., pero que también ha descubierto el deslumbrante poder de la sencillez que atraviesa la filmografía de Hong Sang-soo, y ahí es donde con más descaro (e ingenuidad, no olvidemos) busca su propia identidad. Hay cines a los que no va nadie, gente que fuma, paseos con silencios, casas desordenadas que aguardan al trasnochador, citas literarias en pantalla, la lucidez del borracho vs. "no quiero dormir solo", el eterno aspirante a director de cine eternamente vendiendo una película que no existe y hasta un restaurante oriental, y hasta referencias explícitas a personajes reales (Javier Rebollo). Y si hay algo que dota a esta miniatura de encanto y la despoja de solemnidad, son dos o tres ramalazos de humor descacharrante, nada marciano y apoyado en unos personajes en los que algunos nos hemos visto bastante reflejados. Ahora bien, uno no puede ser lampiño toda la vida...
Saludos.

sábado, 21 de enero de 2012

Un posible buen comienzo



Se podrá decir todo lo que se quiera decir (o todo lo que se pueda, antes de que te lo censuren) sobre TODAS LAS CANCIONES HABLAN DE MÍ, culparla de un montón de males que atañen al estado del cine español y tildarla de "absurda, pretenciosa e inmadura". Vale. Pero lo que no se puede negar es que la ópera prima del hijo de Fernando Trueba, aun con su impúdica exhibición de tics perfectamente aprendidos, fundamentalmente provenientes del cine francés y del de Woody Allen (especialmente éste), consigue un par de cosas que a mí me parecen importantes estando en el país en el que estamos. Lo primero es desplegar unos diálogos ágiles, ingeniosos y bien trabajados, donde los lugares comunes son perfectamente conscientes de serlo y cada escena lleva a otra donde no tenemos la sensación de haber estado antes. Lo segundo es envolver con aquello que antaño conocíamos como "la magia del cine" lo que de otra forma hubiese quedado como una burda sitcom televisiva. TODAS LAS CANCIONES HABLAN DE MÍ es más forma que fondo, lo reconozco; pero su forma presiona resortes, encandila con sus diabólicas dobles intenciones y además fía casi todo el sentido de su existencia a un personaje que, si por mí fuera, merecería ser manoseado incontables veces en trabajos posteriores; efectivamente, a la manera de Antoine Doinel. Aquí no verán "wassaps", "cibers" y zarandajas en las que andan metidas estas generaciones actuales, la juventud de Jonás Trueba, la que ahora queda a un paso de la treintena, se mueve por librerías y cafés donde fuman y discuten de películas y libros; jóvenes con bufanda que no saben bailar y suplen sus inseguridades con una arrogancia intelectual que les hace encantadores en su desfachatez sentimental. De cama en cama, y sin saber muy bien cómo ocurre tal cosa, Ramiro intuye que la aventura va ya tocando a su fin, lo que se nos va indicando en los desastrosos encuentros con antiguos amores y, sobre todo, en la escena final, mucho más arriesgada de lo que parece y cuyo fundido no es visual sino sonoro. No busquen una película excelente, eso pídanselo a los que llevan rodando diez o quince años, simplemente disfruten con una peliculita que parece salida de otro tiempo y otro lugar, nunca de esta cinematografía nuestra tan gris y monótona. Y si no ¿cómo diablos creen ustedes que empezaron a formarse los que ahora se jactan de "viejos cinéfilos"?...
Todos los saludos son para ustedes.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!