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sábado, 5 de diciembre de 2020

Kafka en la basura


 

Reconozco mi desconexión con la mayor parte del cine de David O. Russell, un director que parece querer ser original a toda costa, hipotecando incluso la verosimilitud de sus historias, cuando no directamente zambulléndolas en un sinsentido sin pizca de gracia. Sin embargo no siempre fue así, y en los primeros títulos de Russell se puede rastrear a un contador de historias genuino y sin miedo de ir un paso más allá. Puede que justo hasta I HEART HUCKABEES, de 2004, tras la que se tomó un intervalo de seis años, puede que para reordenar su vida, cosa que como digo no creo que le haya favorecido precisamente. Con un planteamiento que va de lo absurdo a lo directamente ininteligible, esta especie de comedia, de reparto estelar y tendencias filosófico-suicidas, comienza con su protagonista, un idealista cuya misión en la vida parece girar en torno al sabotaje de "Huckabees", un centro comercial que encarna a toda la frivolidad del mundo moderno. Para apoyar su causa, contrata a dos detectives "metafísicos" (sí, aquí debería concluir la reseña), que no sólo van a reunir pruebas físicas y tangibles, sino que piensan desenmascarar la ética misma del proyecto. Efectivamente, es una gilipollez, pero una mucho más inteligente y finalmente humilde que muchas otras historias bigger than life que tanto le gustan a Hollywood para lavarse la cara de tanto en cuanto, lo que deja una sensación rara una vez  ha acabado, la de una película que te ha contado algo muy grande que no sabes qué es, y que además lo ha hecho en el salón de tu casa, casi con una taza de cacao humeante en las manos...
Extrañamente hermosa, o hermosamente extraña.
Saludos.

sábado, 29 de marzo de 2014

(Re[o])crear



Pero que ni al pelo comentar AMERICAN HUSTLE justo después de hacer lo mismo con THE WOLF OF WALL STREET. Concisamente: David O. Russell quiere ser Scorsese y por el camino le brotan Tarantino, Coppola, Gray, Linklater... Demasiados nombres para ser genuino, porque no lo es. Hablamos, sin embargo, de una buena película, muy desarticulada y cochambrosa, pero con algunos momentos (menos de los deseados) realmente conseguidos gracias a sus poderosas interpretaciones, muy especialmente unos soberbios Christian Bale y Amy Adams. Puede que si Russell se hubiese dedicado a pulir estos dos diamantes, personajes repletos de aristas y matices, vulnerables, emocionantes... a lo mejor, digo, no habría bostezos en mitad de una película que me recuerda a muchas otras sin llegar a concretarse por sí misma. Tampoco me convence el rotulador fluorescente que parece pender sobre cada imagen (¡estamos en los 70!... ¡recuérdenlo!), y como cada imagen se desespera por ser la imagen más despampanante de la temporada. AMERICAN HUSTLE me recuerda a LA CONVERSACIÓN, pero también a ARGO y LA NOCHE ES NUESTRA, a JACKIE BROWN o, claro está, la miríada de referencias a CASINO, UNO DE LOS NUESTROS, MALAS CALLES... ¿Mi recomendación?: disfruten de los actores, de su entrega y generosidad. En este caso me da la impresión de que una cosa está muy por encima de la otra.
Del trabajo de peluquería me reservo toda opinión. Yo nací en los 70...
Saludos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Buscando problemas donde no los hay



A medida que uno va adentrándose en el juego que la Academia de Cine de Hollywood propone, en materia de nominadas a mejor película, para los oscar, no termina de quedar clara la verdadera intención de presentar un abanico tan amplio y heterogéneo si no es, pienso yo, por cierto gusto de muestrario, algo que resta verdadera emoción pero inocula poderío a una industria, no nos engañemos, que está de bajón continuo. Si nos topamos con "una de guerra", "una de políticos", "otra del Oeste", "la musical", "la rara", "la extranjera", "la de autoayuda" y hasta la inefable "de Spielberg", la inclusión de esta SILVER LININGS PLAYBOOK colma el apartado que podríamos denominar como "comedia romántica". Ahora bien, les prevengo de que casi todo lo que se supone que debe contener el film del irregular David O. Russell, o pasa de soslayo o simplemente ni está; y es que, o lo anteriormente conocido como "comedia" va cruzado con unas nada despreciables dosis de mal rollo o es algo salido de la factoría Apatow... y no es el caso. Esto, se supone, va de locos, desequilibrados, bipolares, personas inestables que, por si no lo sabían (y para eso está el cine yanqui), también merecen una segunda oportunidad en la vida. No les atosigaré con un montón de detalles que tampoco es que tengan mucha trascendencia, sólo puedo comentar que este "chico conoce chica" extrae su supuesto interés de ponerlo todo patas arriba (o más bien cabeza abajo) aprovechándose de dos personajes con problemas... ¿emocionales?... ¿psíquicos?... No queda bien definido, y por eso donde deberíamos reírnos guardamos un respetuoso silencio que no es más que corrección política; y eso está mal, porque un film con vocación de reírse de sí mismo no debe tener miedo ni al ridículo ni al rechazo, y, sintiéndolo mucho, aquí hay mucho de eso. Ni siquiera lo digo por apostar sobre seguro, el trío Cooper, Lawrence, de Niro ofrece más autoridad y respeto, pero no entiendo por qué, estando todos tan serios como estamos, el embrollo hacia el que va abocado su desastroso guion desemboca en una avalancha de gritos ensordecedores y, sí, absolutamente gratuitos. Los locos gritan, claro, pero no necesitan caerle bien a nadie para ser entendidos.
Saludos, locuelos...

sábado, 12 de marzo de 2011

Hostiazos



A trompicones, así avanza una historia que no debería hacerlo, que contiene material de sobra para haber sido otra cosa, no un ROCKY mejorado, que es lo que termina siendo. THE FIGHTER no pica en el elevado universo filosófico de RAGING BULL ni MILLION DOLLAR BABY, porque no puede, porque a su director le falta empaque y le falta arrojo; en realidad le faltan muchas cosas a este dramón familiar-pugilístico y no le sobra de casi nada. Más cercano a la cercanía callejera de THE WRESTLER, esta nueva aproximación a un mundo que ha sido mil veces retratado por el séptimo arte lo fía prácticamente todo a las interpretaciones, colosal en el caso de Christian Bale (muy merecido el oscar), sorprendentemente sobrio en el caso de Mark Wahlberg (con el que por fin me reconcilio un poco), e insoportable en el de Melissa Leo, aunque puede que ése fuera precisamente el efecto buscado deliberadamente, claro. THE FIGHTER habla más de la familia (desquiciantemente acaparadora en este caso) que de los rings; más de los deseos insatisfechos que de la lucha por los sueños; más de "la anécdota" (cargante la de Dicky Eklund sobre Sugar Ray Leonard) que de la coherencia a ras de suelo, incapaz el guión de aprovechar un biopic tan jugoso como éste. Es extraño, porque THE FIGHTER es entretenida, tiene momentos emocionantes y, ya digo, una construcción de personajes envidiable; y sin embargo... no sé, ese tufillo a KARATE KID, al ROCKY de las secuelas, todo eso es demasiado poco noble para este público, el de ahora; por un momento, uno cree estar viendo un film de finales de los ochenta, y no sólo por la cuidada ambientación ni los terribles cardados, sino porque esa es la estructura que O. Russell va buscando casi desesperadamente, pensando quizá en que algún golpe de suerte habrá que le dé sentido a esta historia que, como decía, va durante mucho tiempo a trompicones. Los golpes aquí, teniendo en cuenta que tampoco los combates transmiten la energía necesaria, los dan dos actores que sostienen una historia que, de otro modo, estaba abocada al sonrojo menos digno. Hay, empero, director; o eso creo.
Saludos besando la lona.

jueves, 6 de enero de 2011

Oro, incienso y mirra



Hoy me he acordado de una película que no estaba en mi hoja de ruta, pero como creo que se merece un reconocimiento ahora que parece un poco olvidada, vamos a dar un poco de cuartelillo a un título mucho menos superficial de lo que su superficie misma pudiese indicar. A lo largo de las dos últimas décadas, la guerra de Irak, y antes la del Golfo, han alimentado (lamentablemente) las cuartillas de esos desesperados y famélicos guionistas hollywoodenses; han creado nuevas mitologías, denuncias, héroes y malvados; exactamente igual que antes ocurrió con la Segunda Guerra Mundial y un poco más tarde con la guerra de Vietnam. Encontrar el equilibrio preciso entre espectáculo y conciencia es siempre el reto más complicado; conjugar estrellas del celuloide y discurso político, y además no aburrir, sólo se da en contadas ocasiones. Y, cómo no, la descarnada guerra del Golfo Pérsico, auspiciada por ese hijoputa integral llamado Papá Bush, tuvo su dudoso "momento de gloria" en los 90, donde hubo propaganda, denuncia, frivolidades y hasta una rareza llamada THREE KINGS. Un rareza, sí, porque uno ve un cartel con George Clooney, Mark Wahlberg y Ice Cube vestidos de guerrerillo, y luego lee la sinopsis y lo último que espera encontrar es un film antibélico y nada complaciente con aquella actuación norteamericana. Y la sinopsis nos hablaba de un capitán y dos sargentos aburridos en medio de la inactividad desértica, que descubren un mapa en el que se indica la existencia de una importante cantidad de oro robado por los iraquíes a los kuwaitíes; la curiosidad, mezclada con la mera avaricia, hará que emprendan un viaje que comienza siendo una especie de aventura y terminará como una contundente bofetada de realidad, la realidad del pueblo que realmente está siendo oprimido y devastado por unos soldados que apenas sí sabrían indicar en qué punto del planeta se encuentran. Contra todo pronóstico, THREE KINGS se revela como una de las más lúcidas reflexiones sobre la guerra (en general), sin grandes alardes estéticos ni la habitual pedantería pseudopacifista, y sí apostando afortunadamente por un poderoso hilo argumental y unas interpretaciones que, al igual que la trama, empiezan en tono jocoso y terminan revelando a tres buenos actores que normalmente son desaprovechados en una miríada de títulos intrascendentes. No es el caso; y pese a los doce añitos que contemplan ya a este film, soy de la opinión de que su capacidad para sorprender continúa absolutamente intacta.
Hala, tres saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!