martes, 31 de marzo de 2020

Amores imaginarios



El problema de José Luis Cuerda como director, lo irregular de su obra, siempre ha provenido de la discordancia del tono con el compactado argumental; o como dirían los sabelotodos que tanto abundan hoy día, "hacernos saber de qué habla". Esto, curiosamente, le ha funcionado más cuanto más incomprensible era lo que narraba, pero se ha banalizado en cuanto el discurso se ha apaciguado hacia los terrenos de lo convencional. Y un ejemplo claro es LA EDUCACIÓN DE LAS HADAS, una película que pertenece al dudoso club de "no hubiese pasado nada si no se hubiese hecho". Realizada en 2006, obtuvo un mediano éxito que ahora se entiende más desde los escondrijos del oportunismo, aunque sería injusto no reconocer que se trata de una tendencia demasiado tentadora para ser rechazada. Y uno de los errores es, de hecho, un reparto dislocado, con una química inexistente y fiada por entero a la vigencia (entonces) de sus nombres. Ricardo Darín, que estaba en la cresta de la ola; Irene Jacob, que espaciaba morosamente sus apariciones en pantalla; y Bebe, que... en fin, sigamos... El intento de Cuerda por configurar un relato que aúne lo mundano y lo "majo" le salió rana, desde un arranque que parece improvisado, un arco temporal que nos tenemos que tragar sin que se expliquen muchas cosas, o un desenlace que quizá debería haber sido toda la película, y seguro que habría mejorado bastante. En definitiva, una historia sin importancia, atolondrada, pero tampoco con la modestia que hubiese necesitado para elevarse sobre su propia idiotez intrínseca.
Fallida, sin más.
Saludos.

lunes, 30 de marzo de 2020

Adiós a un genio



Hay entradas de este blog escritas desde dentro, con las tripas. Como ésta. Se ha ido un genio, de los que podemos denominar como absolutos, por habernos legado iconos que forman parte del imaginario universal de todos los tiempos. Albert Uderzo no era un dibujante al uso, como Goscinny no era un guionista común; ambos crearon un universo propio, con sus propias reglas, tan divertido como revolucuionario. Un universo ferlosiano, en el que los galos, normalmente una nota a pie de página en los libros de historia, ridiculizaban permanentemente a los todopoderosos romanos, entendiendo esta constante como una exaltación de los modos tranquilos de una sociedad satisfecha en su propia modestia, todo un alegato anticapitalista. Las aventuras de Asterix, Obelix y compañía las conoce todo el mundo, y no es casual ni baladí, no son muchos los artistas que pueden afirmar tal cosa. Sus libros en tapa dura, de la legendaria Dargaud, son habituales en cualquier biblioteca que se precie. Pero también sus películas, y sobre todo las que se hicieron con supervisión directa de los propios Goscinny y Uderzo. Y muy especialmente ASTÉRIX ET CLÉOPÂTRE, que fue, además, dirigida por ambos en 1968. No será una maravilla de la animación, y de hecho deja bastante que desear en este sentido, pero este film es un "incunable", una de esas piezas de arqueología sentimental, instalado en un lugar privilegiado de nuestra memoria, justo al lado de unas mañanas sabatinas en pijama, con la montaña de azúcar para mojar los churros y esa plenitud entrando por las ventanas de la infancia.
Así es, así fue...
Maravillosa.
Saludos.

domingo, 29 de marzo de 2020

Rincón del freak #399: El pollanovirus ya está aquí



Esto del coronavirus está trayendo, además de enormes desgracias, algunas de las intervenciones más desafortunadas que servidor ha visto por aquí en mucho tiempo. Como las de cierto médico de Granada, que se dedica a grabar intervenciones mientras aporrea la mesa, se revienta las venas de la frente y suelta exabruptos que harían sonrojarse a la recientemente fallecida Carmen de Mairena. Entre ellos, el rebautizamiento del dichoso bicho como "el pollanovirus", término que no deja de tener su gracia, pero no queda demostrado que haya curado a nadie. El éxtasis sobreactuado contiene una porción importante de hiperempatía, pero también de entelequia enfebrecida... Como un ardor guerrero, como un poema inventado (no sentido), como una mentira impía o como una película porno vestida de otra cosa. Al carajo con von Trier, con Gaspar Noé o con Julio Médem. El que tuvo más bemoles fue Joe D'Amato, desde hoy gran pope del porno encubierto, que yo no sabía que existía, pero que existe. Hay que tener los huevos como cocos para poner una portada en un videoclub, en las estanterías normales, con el título PORNO HOLOCAUST, hacerla pasar por terror y descubrir más tarde que es un porno de los de toda la vida. Como se lo digo a ustedes, loco perdido por no encontrarme el habitual softporn de contorsiones y gemiditos, sino un tsunami de felaciones, penetraciones y eyaculaciones en primer plano. Y aún más, porque en plena desvergüenza, D'Amato alarga todo esto durante más de una hora, atestiguando que era lo que de verdad iba a rodar, y que los canijos treinta y tantos del final se los guardaba para poner a un negro con plastilina en la cara, y así justificar el "holocausto" del título. Les aviso, esto es un porno, pero encubierto, y también da igual, porque es tan asquerosamente mala que lo mejor es la gente echando un polvo, como siempre... Y paro ya que se me salta la vena y empiezo a dar porrazos, y aquí está todo el barrio en silencio...
Saludos.

sábado, 28 de marzo de 2020

El desierto sin fin



Haríamos bien en ser justos con una película como INTEMPERIE, el poderoso regreso al cine de Benito Zambrano. Adaptando la estupenda y "cormaquiana" novela del escritor pacense Jesús Carrasco, lo que Zambrano propone es, ni más ni menos, un gozoso regodeo por los terrenos del western; y esto, para los que somos amantes de este género, es una gran noticia. Sí, es una película de posguerra, pero al mismo tiempo no lo es, porque Zambrano (al igual que la novela) prefiere zambullirse en los códigos del género, en perpetua carta de amor a Ford, Hawks o Walsh, pero también a Boetticher, Leone o, muy especialmente, a Peckinpah. En el estilo, seco y austero, de este último está el valor de este film, de escasos precedentes en nuestro país. Tendemos a alabar lo de fuera, aunque no es menos cierto que hay poca costumbre de enfrentarnos a propuestas similares, ejercicios de estilo tan marcados y conscientes de qué camino han de transitar. Defectos tiene muchos, incluso excesos, pero no tendría tanto encanto sin ellos... Por fin un tiroteo bien filmado, por dios...
Saludos.

viernes, 27 de marzo de 2020

Podríamos ser héroes



Todo el mundo sabía lo que significaba la inclusión de JOJO RABBIT en las nominaciones a mejor película en los oscar: la típica película simpética, punto discordante, no ganará pero adorna. Algo de eso hay implícito en la última propuesta de Taika Waititi, una especie de aceptación de las propias reglas, algo de miedo a intentar ser algo más, aunque eso signifique el ostracismo de la industria. Estamos ante un film disonante, asimétrico. Un artefacto que emociona cuando toca el nervio (no necesariamente sensible), pero que baja al poner los pies en la tierra. La historia de Jojo, ese pequeño aspirante a nazi, acompañado de su amigo imaginario Adolf (Waititi en algo más que una parodia), es también la de un chaval que empieza a vivir, con todos sus miedos e inseguridades, solo que en el peor escenario imaginable. Ahí el film roza el magisterio, en la imparable capacidad de su autor para sellar una comedia que hiela la sonrisa, al tiempo que un gag invita a la reflexión de lo que acaba de ser puesto en imágenes. Sin embargo, Waititi también quiere narrar, demostrar que puede ser un cineasta al uso, y entonces ya no reconocemos la película, el tono se disloca con brusquedad y entramos en un terreno que particularmente me parece el peor posible, y que me lleva a pensar en Benigni y aquello que hizo y yo odio tanto...
Podría haber sido muchísimo mejor, pero tendría que haberse quitado el bozal.
Saludos.

jueves, 26 de marzo de 2020

El efímero femenino



Aclamada en cada certamen al que acudía, PORTRAIT DE LA JEUNE FILLE EN FEU, la última propuesta de la directora francesa Céline Sciamma, nos transporta a finales del Siglo XVIII, aunque en un contexto muy diferente al que estamos acostumbrados en dicho período histórico. Sciamma reduce todo lo que cuenta a las cuatro paredes de una enorme mansión, que se estrecha hasta encontrar una intimidad que todo lo absorbe, y que se nutre de la arrebatada historia de amor de dos mujeres. Rompiendo esquemas desde el principio, Marianne es una pintora, obligada a firmar con el seudónimo de su padre, y que recibe el encargo de realizar el retrato de bodas de Hélöise, que acaba de abandonar su enclaustramiento. La madre de la joven contrata a Marianne con una condición, que se haga pasar por dama de compañía, a fin de hacerse un retrato mental que luego pueda llevar al lienzo. Sin embargo, las dos mujeres iniciarán una relación, primero con curiosidad, pero que desemboca en una pasión y amor incontrolables. Es ahí donde Sciamma extrae lo mejor de una historia, por otra parte, que de poco convencional deviene falsamente costumbrista. Cuando no explica nada, ni se preocupa por unas apariencias que tampoco han de mantener en un estado de semisoledad, el film se torna fieramente bello, con algunas imágenes de enorme expresividad y cargadas de simbolismo. Y uno bien podría ver aparecer por allí no sólo a Vivaldi (cuyo "verano" es interpretado a clavicordio), sino también las composiciones de Frida Kahlo, o la poesía de Pavese, aclarando algunos vínculos que a algunos hombres (perdónenme) se nos escapan torpemente.
Es una gran película, podría haber llegado a obra maestra.
Saludos.

miércoles, 25 de marzo de 2020

La maldita vecindad




En LES FANTÔMES DU CHAPELIER, Chabrol adaptaba una famosa novela de Georges Simenon, en la que el gran escritor belga indagaba, con excelente profundidad psicológica, en la psique de un asesino compulsivo de mujeres, el sombrerero del título, en una pequeña ciudad de provincias, mientras el único que sospecha de él es el modesto sastre que vive justo frente a su casa, donde también está situada la sombrerería. Se conforma así un caldo de cultivo ideal para la maquinaria chabroliana, que se mueve como pez en el agua por este clima opresivo de falsas apariencias, muy detallado por ejemplo en el café donde cada estrato social está perfectamente delimitado: los burgueses jugando a las cartas, el estudiante que los mira a lo lejos, la prostituta pacientemente en espera a unos metros. En un homenaje decididamente hitchcockiano, Chabrol invoca tres films del maestro, nada menos que VERTIGO, con el conflicto femenino del protagonista; LA VENTANA INDISCRETA, en la mirada de un Charles Aznavour sorprendentemente tragicómico; y PSICOSIS, con el sombrerero (un magistral Michel Serrault) maneniendo largas conversaciones con el maniquí en silla de ruedas que sustituye a su mujer, a la que también ha finiquitado.
Estupenda película, muy reconocible en el estilo que Chabrol ya no abandonaría y adelantando muchos de sus títulos clave en la que es su etapa más (re)conocida.
Saludos.

martes, 24 de marzo de 2020

¿Lo que nos merecemos?



Parece que ni pintado, aunque ni sean los mismos motivos ni las mismas circunstancias. No, porque en 2004 (dios mío, cómo pasa el tiempo), un florido grupo de cineastas, escritores y artistas varios, se unieron para dar forma a un artefacto que se dio en llamar ¡HAY MOTIVO! Compendio de 32 cortos, el hilo conductor era la nefasta gestión que el Partido Popular estaba haciendo por entonces de cuanto asunto se le ponía por delante. Llámese Prestige, guerra de Irak, liberalización del suelo, Yak-42, precarización de sueldos y pensiones, derechos de los homosexuales, violencia doméstica, el desarme de ETA, la crisis catalana (sí, ya por entonces) o la manipulación de los medios "oficiales" de información (Ce-Ce-O-O en la memoria). Y todo bajo un mismo manto, la prepotencia mentirosa de José María Aznar, un tipo que le ha tomado el pelo a todos los españoles y ha salido sin un rasguño. Pasea ahora por Marbella, mientras esos a los que se le llena la boca llamándoles "compatriotas" se mueren por culpa de la precarización de la sanidad pública. De allí a aquí, como no puede ser de otra manera. También estaba por allí José Luis Cuerda, cómo no, y su escueto corto no podía ser más elocuente: con el acompañamiento musical de "Vamos a contar mentiras" a ritmo de pasodoble cañí, este sinvergüenza, este hijo de la gran puta, se reía de la familia de José Couso, por si sólo les basta un simple ejemplo... "Por el mar corre la liebre", decía la canción infantil; "Todo queda grabado en video", dijo el propio Aznar, con mirada vidriosa reflejada en el espejo de la ignominia...
Saludos.

lunes, 23 de marzo de 2020

Veniales 2



Efectivamente, me acabo de zampar la segunda temporada de THE SINNER, que es lo que tiene esto de los confinamientos, que uno saca tiempo para todo. Curiosamente, me ha gustado menos que la primera; y digo curiosamente, porque todo apuntaba a lo contrario. Empezando por la decisión de que fuese Antonio Campos (un director que me encanta) quien se hiciese cargo de todos los capítulos, por lo que era de esperar una mayor cohesión entre sus episodios, y no la tendencia a la dispersión que finalmente resulta ser. La estructura es calcada, aspecto éste que tampoco ayuda a mantener la atención constante, ya que parece una especie de diapositiva a la que le han cambiado algunos colores, pero cuyo andamiaje reverbera en su inevitable reiteración. Inquieta, sí, el hecho de que sea un inocente niño el objeto truculento de la serie, pero tampoco esto funciona al máximo, pues estamos en un argumentario inverso al de, por ejemplo, David Lynch. Si éste nos introduce en un imaginario donde toda inocencia es susceptible de ser corrompida, el ejercicio ético de Simonds establece pautas de esperanza partiendo de situaciones escabrosas e inasumibles.
Lo bueno, que son ocho episodios. Lo malo, la sensación de no tener ni puñetera idea de a dónde se dirigía la historia.
Saludos.

domingo, 22 de marzo de 2020

Rincón del freak #398: Atchis!...



Es inevitable. Aunque sea por defecto, tendemos a adherirnos como un imán a todo lo que conlleve la palabra "pandemia". En cine esto se ha tocado multitud de veces, e incluso podríamos hablar de "tema recurrente", oscilando de la languidez reflexiva a la histeria en scope. Y de esto último hay una película coreana, de hace unos siete años, que llevó esto hasta sus últimas consecuencias. E insisto, hay un fondo de catálogo incalculable sobre catástrofes epidemiológicas, pero pocas veces se ha disparado la anarquía generalizada de una población como en GAMGI (aquí se conoció simplemente como VIRUS). La película en sí no es nada del otro mundo, y no nos equivocaríamos al ver muchos de los tics de esas bazofias infumables de los domingos por la tarde en Antena3, solo que aquí nada está blanqueado, y las consecuencias de esta variante de la gripe aviar son bastante truculentas y explícitas. Por momentos parece una peli de zombis, y las actuaciones dejan bastante que desear, como del manual del actor de telefilm. Pero luego hay un montón de escenas generales que se centran en dar una panorámica del caos, y ahí gana muchos enteros. Por raro que parezca, creo que se ha perdido la oportunidad de filmar una catástrofe con teleobjetivo, que para Godard sería como un poema de tornillos y tuercas, pero no dejaría de ser curioso. Y más en este confinamiento...
Saludos.

sábado, 21 de marzo de 2020

Regalos para todos



Me pasa con cierto cine de animación que no consigo comprenderlo. Esto es, entrar de lleno en el porqué de su realización. Entiendo sus motivaciones artísticas, los hallazgos técnicos, el deseo de devolver algo de la inocencia perdida a miles de niños, o incluso a los que ya peinamos canas. Es por ello que vislumbro un cine de animación que ha encontrado acomodo precisamente en esa aceptación, la de que animación=ñoñería. Y un ejemplo preclaro lo encontramos en los oscar y los Goya, donde los films nominados suelen atender a esta regla no escrita. Y en ambos certámenes compitió el año oasado KLAUS, una lujosa coproducción de Atresmedia, que necesita un análiss profundo como producto, ya que como película es de lo más rutinaria y previsible. Nos quejamos muchas veces de no poder tener la oportunidad de competir con producciones de otros países, y no nos falta razón, pero no es menos cierto que escoger el camino de la mímesis agradecida no le hace ningún bien a la ¿industria? (me parece un chiste malo llamarlo así). Es curioso, porque KLAUS despertó unas expectativas inauditas, para quedarse a las puertas de casi todo. Ha llegado lejos, por supuesto, pero no veo con qué fin más allá del recaudatorio; y quizá no somos lo bastante justos, haciendo esta comparativa en la animación y obviando a la "imagen real". Todos los análisis son válidos, y todos pueden tener su parte de razón, pero esperemos que también sirvan para lo único que deben servir los análisis: corregir errores.
Saludos.

viernes, 20 de marzo de 2020

Veniales



Me estoy dando cuenta de lo mucho que me está ayudando esta reclusión a hacerme con los mandos de esa rara habilidad que considero es "ver series". No soy seriéfilo, y como le comento a un amiga muy especial (ella intenta redimirme como puede), la paciencia me dura lo justo para ver cómo algo empieza y acaba, y no para un "eterno retorno de lo idéntico". Anyway. La cosa es que me he despachado, en mucho menos tiempo del que hubiera creído, la primera temporada de THE SINNER, una serie de USA Network que distribuye (también) Netflix; puede que convencido por sus escuetos ocho episodios autoconclusivos, aunque no menos por la mezcla que contiene y la curiosa manera de desarrollarla. Policíaco, misterio, intriga, thriller. Lynch por un lado, Pizzolatto por otro, y un gusto por retorcer lo simple que es lo que dota de entidad a una serie que podría haber quedado como un fondo de catálogo agradable, pero logra asomar la cabecita justo por su falta de pretensiones. En el haber, dos magníficas interpretaciones a cargo de Jessica Biel y un Bill Pullman literalmente volviendo a CARRETERA PERDIDA, además de los estupendos capítulos firmados por Antonio Campos (SIMON KILLER) y Brad Anderson (EL MAQUINISTA). En el debe, serios problemas de ritmo, con parones y acelerones que parecen más caprichosos que motivados por la búsqueda sensata de un clima que, sin embargo, aparece casi sin buscarlo en secuencias que rozan el delirio onírico.
El título puede llevar a engaño, ya que tratándose de una serie podríamos pensar que asistiremos a un espectáculo de pecado y redención, cuando el pecado alcanza a todos, y muy especialmente a quien ha de erigirse en insospechado salvador.
Podría dar más de sí, pero tampoco se hace pesada.
Saludos.

jueves, 19 de marzo de 2020

Sed



A vueltas con la cosa esta de la pandemia, el virus y el miedo a salir de casa, no podía faltar nuestro viejo y entrañable vampiro de toda la vida. DRACULA (no se han comido mucho el coco con el nombre) es una serie de tres capítulos (aunque cada uno de ellos bien podría funcionar como una película independiente) ideada por Mark Gatiss y Steven Moffat, para la BBC, y distribuida por Netflix. La gracia está en la explosiva mezcla en el tratamiento a un personaje que hemos visto cientos de veces, de ahí que cada capítulo parezca una versión diferente del mismo. Con un tono sarcástico y descreído, este Drácula no evita mostrarse como la bestia sanguinaria que es, pero al mismo tiempo se indaga con audacia argumental en sus posibles motivaciones y psicologías, llegando a rozar el ideario mumblecore, lo que no deja de ser chocante. Para ello, es fundamental la introducción del personaje de la hermana Agatha, una monja desternillante y prácticamente escéptica (tremenda Dolly Wells), cuyo apellido me reservaré, y que es la perfecta némesis del vampiro, aunque luego se verá que también es su perfecto complemento. Por otra parte, la elección del actor danés Claes Bang no puede ser más acertada; mezcla de Christopher Lee, Gary Oldman y, por qué no, una larga clase de mortíferos galanes, que iría de Cary Grant a Clark Gable, construyendo uno de los Drácula más complejos y ricos en matices de todos los tiempos. En el debe, el no ser capaces de mantener un mismo rango de calidad en sólo tres episodios; si bien el primero es magistral, con una escena a la puerta de un convento nevado absolutamente antológica, en el segundo se opta por un único escenario, un barco que limita bastante la interacción de personajes, aunque vira hacia la trama a lo "Agata Christie". Sin embargo, el tercero desbarra bastante, abandonando toda la elegante sorna de los anteriores y buceando en un trascendentalismo muy "Christopher Nolan" que baja notablemente el nivel de interés. Aun así, de más a menos, se trata de una miniserie que se ve prácticamente de una tacada, y que nos viene que ni pintada para estas interminables jornadas, perfectas, por otra parte, para cualquier cinéfilo...
Saludos.

miércoles, 18 de marzo de 2020

M2



En 1982, Claude Chabrol llevó a cabo un curioso experimento, con el que elaboró un notable homenaje a una de sus mayores influencias cinematográficas. Usando el sonido original de M, el magistral e inmortal clásico de Fritz Lang, reconstruyó algunos de los momentos más icónicos de dicha película, resaltando aspectos que consideraba cruciales en la misma y lo que supuso como avance hacia lo que conocemos como "cine moderno". Cosas como la iluminación, el montaje, las pausas o silencios absolutos, o el potente simbolismo de imágenes sin presencia humana. En apenas diez minutos, y unos treinta fotogramas, Chabrol dicta una carta de amor al gran maestro, pero también arroja luz a los espectadores, con saludable didactismo. Una curiosidad para la televisión francesa, sí, pero también un camino que debería haberse explorado y no se ha hecho.
Saludos.

martes, 17 de marzo de 2020

Tú y yo



Poco tiempo después, en el año 2000, José Luis Cuerda volvió a adaptar un texto de Manuel Rivas, en este caso un relato corto, prácticamente un pequeño capítulo dentro de una historia que no se nos cuenta, pero se nos permite intuir. Con todos sus defectos, los que caben en apenas cinco minutos, pero también con multitud de matices, todos de un texto tan sutil como contundente. En un pueblecito, se encuentran dos jóvenes después de un tiempo sin verse, porque ella ha estado viviendo en Barcelona. Él le cuenta sus sueños, que pasan por dejar el pueblo y marcharse a Australia, mientras ella parece estar triste por algo que no dice. Al final, revela el motivo, y lo que queda en suspenso es más importante que lo que se cuenta, porque quizá hay un futuro diferente al que ambos habían imaginado, quién sabe...
Saludos.

lunes, 16 de marzo de 2020

Los amos de la pista



Me ha sorprendido gratamente FORD v. FERRARI, y supongo que puede ser por la sequía de este tipo de películas, films facturados a la antigua usanza, con gusto por el detalle, por mucho que éste no se balancee en ningún momento por los desfiladeros de la pedantería. James Mangold siempre ha sido un tipo que domina muy bien los tiempos narrativos, a lo que suma la loable virtud por no ofrecer más de lo que sabe, y eso queda reflejado a la perfección en este vibrante staccato, sucio y brillante al mismo tiempo, que puede entenderse desde dos vertientes. Sí, las carreras de coches son una pasada, y la recreación de aquellas pistas, con aquellos mecánicos, aquellos coches que literalmente sudaban sangre en el Le Mans de 1966, son una virguería de montaje, que fue precisamente el oscar que ganó, junto a los efectos sonoros, que son otra barbaridad. Pero cabría detenerse en el extraño y finalmente hermoso vínculo que van cimentando dos estupendos Matt Damon y Christian Bale, interpretando a los míticos Carroll Shelby y Ken Miles, constructor y piloto respectivamente, que son requeridos, casi a regañadientes, por Henry Ford II para que construyan un Ford capaz de derrotar al ufano Enzo Ferrari, dominador absoluto de la prueba.
Una película, ya digo, tan sencilla de seguir como de disfrutar, y que no cuenta más que ese pequeño gran trozo de historia, que no es otra que la de son grandes porque saben cuáles son las prioridades.
Saludos

domingo, 15 de marzo de 2020

Rincón del freak #397: Enamorados de la infección



En 2012 (sí, aquel año en el que se acababa el mundo), un tal Brandon Cronenberg (el apellido habla por sí mismo) filmaba ANTIVIRAL, una indescifrable distopía acerca de virus y celebridades, que tímidamente aspiraba a poner al día el legado de su padre. No hacía falta, y además hubiese sido necesario un mayor despliegue de reflexión social, ya que lo que se cuenta tiene su miga. Y es que resulta que, en un mundo ya enfermo de insatisfacción, qué otra cosa queda para vender que las enfermedades. Como lo oyen, enfermedades de famosos, células de famosos convertidas en resecos filetes en carnicerías de la iconoclastia, o perfumes extraídos de los órganos enfermos de dichas estrellas. Puede que esto lo hubiese descrito mejor Burroughs en un libro, con algo más de sentido del humor y mala baba, pero al "hijo de David" le ha faltado empaque y seguridad, y no le ayuda tener como protagonista nada menos que a Caleb Landry Jones, aunque sea el actor que mejor escupe sangre y siempre parezca estar a punto de fallecer...
No es una bazofia, pero casi, porque no se entiende ni papa...
Saludos.

sábado, 14 de marzo de 2020

Volando voy...



En 1995, un director normalito, con un guion normalito y un gran elenco, atisbó, no sé de qué manera lo que acaba de pasar. Y lo que acaba de pasar es que estamos en mitad de una pandemia, con el estado de alarma decretado y una reclusión doméstica que no sabemos lo que durará. OUTBREAK hablaba de cosas muy chungas, pero que hoy día nos han cogido casi por sorpresa, sin que sepamos muy bien cómo reaccionar ni por qué. Ahí la cosa era chunga pero de verdad, ya que se hablaba de un virus tan letal que aniquilaba a una persona en apenas un día, aunque lo peor era que dicho virus fue supuestamente silenciado por el ejército 30 años antes, lanzando una bomba sobre el campamento infectado en la selva de Zaire, como medida drástica. Lo que cuenta la película es la serie de catastróficas desdichas que hicieron que un pequeño mono contrajese el virus y terminara viajando desde África hasta Estados Unidos, donde empieza a contagiar a mansalva.
Una película irregular, interesante, no fallida, muy noventera, priorizando disparos y helicópteros por burocracia y politiqueo (que también lo hay), y que se soporta en gran medida porque los protagonistas eran de primera categoría, con ilustres como Dustin Hoffman, Morgan Freeman, Donald Sutherland o Kevin Spacey... Y, sí, tenía que ponerla.
Que ustedes lo sobrelleven como mejor puedan.
Saludos.

viernes, 13 de marzo de 2020

Polvo de estrellas



¿Podría reconciliarme DOLOR Y GLORIA con el cine de Almodóvar? Podría, y aun así seguiría insuficiente. Porque veo ese deseo de redención en cada fotograma, en cada frase milimétricamente implementada tras este autorretrato mucho más autocomplaciente de lo que puede parecer en un principio. No tanto exorcismo como un relajado ejercicio de confesión, claro que el director manchego se abre más que nunca, y que la sensación es la de ser invitado a una casa, la de su memoria, pero también la de sus obsesiones, menos carnales de lo esperado y más arraigadas al espectáculo visual. Es un repaso a su vida, entendiendo que ésta ha de interesarnos tanto como para instalarnos en el centro de la misma y recorrer junto al protagonista (Antonio Banderas, dulcemente taimado) esta cenital propuesta de himnos y vaivenes, libros acostados y camisas de otros. Un viaje, en fin, que puede que nos reconcilie a algunos, aunque no sé si estoy completamente seguro de ello...
Saludos.

jueves, 12 de marzo de 2020

Hasta luego, Lucas #11



Me dicen, me cuentan, me rumorean que THE RISE OF SKYWALKER clausura la saga de STAR WARS... Y no sé si debería creérmelo, aunque tampoco es que me importe demasiado, porque tampoco tengo los agobios del fan demonizado por los tiempos. El caso es que esta saga se ha desvirtuado por una cuestión muy simple, precisamente esa: el tiempo. Y si atendemos al film tan sólo como una unidad, nos encontramos con una barbaridad de problemas, todos juntos en una película que en un principio no tendría por qué ser aburrida. Ahora bien, no le veo sentido a que el fin de fiesta lo componga un fastuoso aglutinante de viejos recortes, porque eso, y no otra cosa, es este larguísimo y descoyuntado amasijo de Ctrl C/V, al que puntualmente ayudan los efectos digitales a no caer en la autoparodia. Todos sabíamos cómo empezaría, se desarrollaría y acabaría; no, no hay una sola sorpresa, y los guiños de peso están dosificados con racanería incomprensible. Hay, sí, momentos, momentillos más que momentazos. Breves insertos de supuesta genialidad que dejan a las claras que éste es un producto meramente funcional y de nulo calado reflexivo. Quizá sea por eso que nunca me he considerado un gran fan, y quizá por eso me gusten más los episodios marginales, como el dirigido por Gareth Edwards.
No sé, pero no puedo decir ni mala ni buena, sólo que se ve y poco más.
Saludos.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Un fantasma recorre París



De la amoralidad y fantasmagoría del personaje creado, allá por principios del XX, por Marcel Allain y Pierre Souvestre, debía saber bastante Claude Chabrol cuando decidió embarcarse en una curiosa miniserie de cuatro capítulos, coproducida entre Francia y Alemania. De lo inesperadamente desopilante de sus aventuras, probablemente, también sabía Juan Luis Buñuel, hijo mayor de don Luis y segunda pata del banco. Éste se quedó con los dos episodios centrales, mientras Chabrol daba forma a lo mollar, que son el primero y el último; el resultado es un irregular trazado al modo de Feuillade (quizá demasiado evidente), pero que queda como una simpática anécdota, ignoro si necesaria en 1980, pero al menos demostrando un cariño agradecido hacia un personaje tan icónico como maltratado en adaptaciones anteriores, y del que me reservo la opinión de que aún tendrá que llegar su mejor versión. Sólo hay que esperar a que alguien sepa tocar la tecla de los seriales por entregas y ponerlos al día.
Se puede ver, aunque hay que saber algo de francés, que tampoco viene mal...
Saludos.

martes, 10 de marzo de 2020

Las piedras contra nosotros



Tuvo que ser un texto de Manuel Rivas, un guion de Rafael Azcona y el empuje de un grupo de incondicionales (especialmente el de Amenábar), el que convenciera a José Luis Cuerda de ponerse tras las cámaras de nuevo, y sobre todo explorar vías de narración alejadas del delirio surrealista. Así nace LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS, una de esas películas que pertenece, por derecho propio, a la memoria sentimental de nuestro cine, y que vista ahora, veinte años después, tiene aún más vigencia si cabe. Por mucho que su visión de la República sea sesgada, o que adopte un ternurismo de manual. Que la comicidad parezca metida con calzador, o algunos personajes queden como decoración. Aun así, hay un mensaje realmente importante tras la película en sí, y que queda plasmado en dos escenas que pasan por ser de lo mejor que ha rodado Cuerda. El discurso de despedida de Don Gregorio, o cómo Fernando Fernán Gómez es capaz de poner rostro a la elocuencia y la dignidad. Pero sobresale (y sorprende) el abrupto y desolador final, durísimo final, pero también necesario final. Un final complicado de asimilar, porque no se nos ha preparado para ello... Aún hay quien piensa que estamos preparados para cualquier cosa... Así nos va.
Hermosísima.
Saludos.

lunes, 9 de marzo de 2020

Amor, odio y todo lo demás



Con el virus dichoso a cuestas, no es por esta cuestión, pero queda concluido hoy el repaso que desde hace ya varias semanas estábamos dando al cine chino más reciente. Y lo hacemos con uno de los más personales cineastas del país asiático, Jia Zhang Ke. Un director que merecería un apartado para él solo, pero cuya última película nos devuelve a un narrador tan vigoroso como impredecible, en constante movimiento entre los márgenes de los géneros. JIANG HU ER NV (LA CENIZA ES EL BLANCO MÁS PURO), comienza como un episodio de A TOUCH OF SIN, narrando la complicada historia de amor entre una mujer y un mafioso; sin embargo, Jia transita hacia una poética seca y distante, la impuesta por el ingreso en prisión de ella durante cinco años, y la completa transformación de todo su mundo a su salida. Incluso ahí no cesa Jia de mutar el relato, invirtiendo una vuelta a los grandes angulares de NATURALEZA MUERTA, hasta meterse literalmente en los pensamientos y sentimientos de su protagonista, una superlativa Zhao Tao.
Una película nunca fácil de abordar, incluso áspera de explicar, pero que confirma el descomunal talento de Jia Zhang Ke, tan inquieto como en sus numerosos cortos, y tan contestatario como en sus documentales.
No es una gran obra maestra, pero casi.
Saludos.

domingo, 8 de marzo de 2020

Rincón del freak #396: El Coronavirus va a llegar...



Mantengan la calma. No es más que un virus... O eso dicen. Nos dicen, nos comentan y nos ponen en situación. Mientras tanto, podemos ponernos a leer ese tocho de Foucault que acumula polvo, cocinar brócoli hervido, cultivar algún bonsai o ver AUGUST UNDERGROUND ¿Por qué? Pues porque es al cine lo mismo que un virus. Yo ya les he avisado. Cine (o lo que sea) para ver con mascarilla y gel desinfectante. Me la han recomendado los mismos que me han dicho que vamos a morir todos... Pero ustedes, mantengan la calma...

sábado, 7 de marzo de 2020

Aquí al lado



Quien no conoce no sabe. Quien no ve no conoce. Pero todos podemos dejar de ver, de saber, incluso de existir, aunque no lo sepamos. Lo que realmente pone en imágenes LA TRINCHERA INFINITA no es otra cosa que esto, la toma de conciencia de la existencia misma, cuando ésta carece de todo sentido, ya que no es existencia en sí, sino la renuncia a ser, precisamente por conservar la vida. A lo largo de casi tres intensas, asfixiantes, demoledoras horas, nos encerramos con Higinio (descomunal Antonio de la Torre) en su casa, y después en el zulo que construye para esconderse de sus perseguidores cuando estalla la Guerra Civil. A su lado siempre estará su mujer, Rosa (conmovedora, brutal Belén Cuesta), y entre ellos, tras su amarga complicidad, la sombra de ese pequeño pueblo de algún rincón andaluz (me ha resultado inevitable sentirme identificado), como una amenaza latente para quien no puede simplemente salir a la calle. El gran hallazgo de esta espeluznante crónica de esos años (que ahora parece que nunca se han ido del todo), está en la modulación de ese ínfimo universo, cómo Higinio pasa las horas espiando las calles, cuando él es quien se siente espiado; el hartazgo de Rosa, que se debate entre el amor a su marido, la piedad a su situación y el impulso de marcharse para siempre. Película atenta a los detalles, con un desarmante uso de un idioma que aquí usamos todos los días, ensamblada entre las sombras de esa casa siempre cerrada y el contraste de la blancura del pueblo, estamos ante un punto de vista muy necesario para afrontar muchas de las cuestiones que nos siguen amartillando. Sólo falta saber si esperamos para tender la mano o para echar la soga al cuello...
Debió ganar los Goya, pero también ésa es una batalla perdida.
Saludos.

viernes, 6 de marzo de 2020

La hora de ellas



Escribo esto apenas a día y medio del "día de la mujer", con todas las connotaciones y contradicciones que esto pueda acarrear. Pero es así, y todo se conjuga en torno al repaso conjunto entre oscars y Goyas que soterradamente he ido introduciendo. Y LITTLE WOMEN, o la puesta al día de la célebre novela de Louisa May Alcott, nos pone de nuevo en la encrucijada que ocupa a gran parte de cineastas actuales: innovar desde el clasicismo o detonar todo rastro de modernidad para volver a conquistarla. Si han leído el libro, les aseguro que el guion de Greta Gerwig no se salta ni una coma; pero de sus imágenes se extrae la cautividad del espíritu original, que es dialécticamente apropiado si se le aceptan las licencias estéticas. Lo que Gerwig ensaya es impostar la voz para declamar pureza, o bajar al sentido lúdico para revelar el mensaje revolucionario de Alcott. Un poco a mitad de todo, LITTLE WOMEN sufre enormemente en la sala de montaje, perdiendo, por ejemplo, la fuerza de algunas secuencias de enorme frescura compositiva. Y, como si no pudiese mantener un solo tono, el montante abusa de su propia desgana, quedando en una curiosidad bien filmada, pero no tan bien ejecutada.
Saludos.

jueves, 5 de marzo de 2020

¿Quieres que me muera?



QUIEN A HIERRO MATA se cierra con una sobrecogedora canción de Los Suaves, un elocuente colofón a esta sucia sinfonía de horrores cotidianos, con el trasfondo del narcotráfico en Galicia. Nada que ver con el terror, pero sí con el miedo, el que sufren todos y cada uno de los personajes, víctimas de sus propias decisiones y las consecuencias que acarrean. La excusa es el internamiento de un famoso narco, ya anciano, en una residencia, tras su salida por motivos de salud de la cárcel, lo que desconcierta a sus dos impetuosos hijos, que deben cargar ellos solos con un negocio que se les ha complicado. Es ahí, en la envenenada relación que se va formando entre el narco y su cuidador (un devastador Luis Tosar), donde se sostiene el único filo de un film, por otra parte, no tan anguloso como parece, aunque sí cargado de una malicia soterrada, deliberadamente retorcida. Una película bien interpretada, con una dirección que logra dominar la constante tendencia al exceso, y con un final que no hace prisioneros, y con el que Paco Plaza se reivindica como gran narrador de lo truculento.
Saludos.

miércoles, 4 de marzo de 2020

El desfile imaginario



Adaptando la extraordinaria novela de Pierre Jakez-Helias, LE CHEVAL D'ORGUEIL ha pasado tan desapercibida desde su estreno, en 1980, que apenas se reconoce como una película, propiamente dicha, de Claude Chabrol. Ambientada en la zona sur de Bretaña, fija su mirada en una reducida comunidad judía a principios del siglo XX, y más concretamente en los años que van desde la gestación de la WWI hasta su conclusión. Sin embargo, lejos de ser una película bélica, sí implica un minucioso desmenuce de los ritos y costumbres de dicha comunidad, así como de la insalvable distancia económica entre esta comunidad, eminentemente campesina, y sus señores explotadores. Concretamente, el protagonista, encargado de los caballos, y su enamoramiento con otra criada, el nacimiento de su primer hijo, y cómo toda la comunidad simboliza en ese niño la posibilidad de romper las cadenas que les han mantenido sometidos durante incontables décadas. Ese "Caballo del Orgullo" del que habla el título, encarnado en el padre llevando a su hijo a hombros, ya que les está vedado el acceso a los caballos reales. Una película compleja e intrincada, un poco lenta en algunos tramos, pero que revela a un Chabrol inusualmente humanista, en un film que evoca, aunque sea de soslayo, títulos como EL HUEVO DE LA SERPIENTE, NOVECENTO o incluso LA CINTA BLANCA.
Saludos.

martes, 3 de marzo de 2020

Lo que está mal hecho...



No hay una sola excusa por la que absolver un engendro como TOCANDO FONDO, irreconocible como película de José Luis Cuerda, pero aún peor, detestable como corolario de todos los peores defectos del cine español más autoindulgente. Sí, en 1993 también había crisis, otra crisis, igual, o diferente, solo que en aquélla se tendía a mirar con condescendencia a los que sacaron tajada de la incertidumbre económica. De esto va, o se supone, esta película que quiere ser comedia pero no tiene gracia, y que en sus peores momentos ensaya un ternurismo de garrafón, como si a Ibáñez lo hubiese guionizado Inda... No sé qué le pasó por la cabeza a José Luis Cuerda aquel año, pero mucho me temo que se fue sin llegar a dar una explicación sobre ello, o eso me parece a mí. Y no sigo porque empezaría a ensañarme, y tampoco es eso...
Saludos.

lunes, 2 de marzo de 2020

Esbirros de esclavos



Partiendo del mito bíblico de la gran bestia creada por dios, y que se volvió en su contra en lugar de proteger a los seres humanos, el documentalista Zhao Liang nos introduce, sin medias tintas, en el corazón de otro inmenso monstruo: las minas de hierro de la Mongolia interior. BEHEMOTH se detiene en el infernal proceso de extracción y reconversión, y lo yuxtapone a los cuerpos derrotados, enfermos, de los mineros, en un terrible viaje sensorial que nunca excluye las consecuencias físicas. Rodeados de vapores venenosos, los mineros no pueden escapar a una miseria tan arraigada, que sólo puede acabar con la muerte. Sólo cabe reprocharle que lo mostrado es tan rotundo, tan incontestable, que no hubiese necesitado de ningún agregado veladamente poético, como el que subrayan las palabras del propio Zhao Liang, mientras segmenta la pantalla formalmente, como en un sueño, cuando es la realidad la única pesadilla. Esclarecedores son , también, los últimos minutos del film, a modo de devastadora coda, en la que vemos el resultado de la descomunal producción minera. Por un lado, los trabajadores enfermos, prácticamente moribundos, que son ignorados por su propio país. Por el otro, el verdadero interés de ese país: construir cientos de miles de viviendas que quedan sin habitar para siempre. Entre esos inabarcables edificios, un hombre recoge papeles de avenidas vacías, porque como se nos recuerda, el paraíso, sobre todo, debe estar limpio...
Saludos.

domingo, 1 de marzo de 2020

Rincón del freak #395: Sótanos y cañerías



Hay mucha morralla en lo del found footage, y mucho más cuando éste se desvía de la cosa lúdica y pretende tomarse en serio a sí mismo. Se han hecho multitud de estas cosas, casi siempre partiendo de aquel inesperado éxito de "La bruja de Blair", y la mayoría se ha perdido en su propia imbecilidad pretenciosa de "revelar algo". No hay nada nuevo, excepto toparte con cosas como THE BLACKWELL GHOST, que no cuenta nada que no sepamos, pero que al menos consigue una atmósfera de terror decente sin salirse de lo del supuesto documental. Este pequeño film de apenas una hora de duración, ha ido cobrando notoriedad gracias al boca-oreja de las redes, y es significativo que ya tenga como tres continuaciones, teniendo en cuenta que data de hace apenas tres años. La cosa comienza con su protagonista presentándose como un documentalista empeñado en desmontar los videos que inundan internet, compuestos por vaporosas sombras, lámparas que se encienden de repente o puertas que se abren misteriosamente. Para ello, viaja hasta otro estado, atendiendo la llamada de un señor mayor que dice tener realmente fantasmas en su casa. El film semeja este espíritu casero-documental, pero descubre sus cartas en cuanto el documentalista y su pareja son invitados a quedarse varios días en la casa por petición expresa de su dueño, que estará de viaje, con tal de que experimenten en primera persona lo que éste les ha relatado, ante la incredulidad de la pareja. Y, bueno, es curioso que siempre pase lo mismo, y lo mejor sea la transformación en film de ficción, cuando lo que se quiere hacer creer es lo contrario. No es ninguna maravilla, pero hace pasar un ratillo inquietante, aun a sabiendas de que ha podido costar una cifra ridícula ¿o no se trata de eso?
Curiosa.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!