jueves, 17 de julio de 2008

Cuando todo va mal...

... aún podría ir mucho peor.
O el subtítulo que el veterano Sidney Lumet podía haber elegido para acompañar el ya de por sí largo título de su última y vibrante obra. BEFORE THE DEVIL KNOWS YOU´RE DEAD es una película que, en la línea de su autor, no se anda con rodeos. Ya desde la primera y explícita escena asistimos a lo que va a ser el nervio central: personajes aparentemente fuertes, incapaces de mantener su debilidad oculta y presos de sus adicciones y miedos. Muy alejados del arquetipo de "héroe" americano, pero muy bien definidos por su patetismo e impotencia.
La cosa es sencilla. Dos hermanos (perfectos Caín y Abel modernos) acuciados por sus problemas económicos y adicciones varias, acuerdan (o, más bien, Caín convence a Abel) un pantanoso asunto, consistente en atracar la joyería de sus padres. Una operación, a priori, sencilla, limpia y sin riesgos. La solución definitiva a sus problemas.
Con estos mimbres, Lumet inicia una trepidante carrera contrarreloj a través del lado oscuro del alma humana. Casi nos interesan menos las consecuencias físicas (que son terribles) que la hemorragia moral sufrida por estos dos seres, incapaces de afrontar sus problemas, cautivos de un dilema familiar que se va desentrañando a medida que nos acercamos al final de esta tragedia clásica trasladada a nuestros días. Y es que nada ha cambiado desde Sófocles. El hombre continúa incesantemente alimentando sus propios males para luego llorarlos como víctimas inocentes, lo cual no deja de tener su lado cómico; lo que pasa es que Lumet es perro viejo y sabe que la única forma de alistar a las nuevas generaciones a su clásica narrativa es no dar concesión alguna, ni a la galería ni a las (falsas) esperanzas.
Con todo, el trabajo de dos de los GRANDES de la interpretación actual, como son el apabullante Philip Seymour Hoffman y el conmovedor Ethan Hawke (todo un ejemplo de cómo sacudirse etiquetas innecesarias), apuntalados impecablemente por el eterno Albert Finney, debería ser motivo más que suficiente para alzarse con algún premio. Pero nunca se sabe.
Cine de siempre. Imprescindible y recomendable. Pura declaración de intenciones de un artesano que se resiste a jubilarse. Y me parece muy bien.
Saludos media hora antes de irme del paraíso...

3 comentarios:

Eduardo dijo...

Y yo que no pude ir a verla...

dvd dijo...

Vale la pena. Te mantiene pegado a la butaca.

ethan dijo...

No me convenció, ya sabes por qué...

Estoy de acuerdo contigo en destacar al gran Finney.

Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!