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martes, 30 de junio de 2020

Los dioses piden guerra



Hoy no voy a extenderme, no merece la pena. Acabo de completar la segunda temporada de AMERICAN GODS, y mi sentencia es clara: pestiño pero de los antológicos. No voy a decir que es muy mala, porque está muy bien interpretada, muy bien filmada, tiene unos efectos digitales maravillosos y algunos golpes de efecto medianamente ingeniosos ¿Qué falla entonces? Pues básicamente todo lo demás, lo que la convierte en una de esas insoportables temporadas de transición, donde pasan muy pocas cosas y lo que pasa suele estar embarullado e inconciso. E insisto, no es la novela, es una adaptación, y me da que Starz ha quedado cegada ante el brillo que desprendió la T1, y sabe que la caja estaba asegurada para una ¿tercera? ¿cuarta? De todos modos, si quieren mi veredicto les diré que contiene más bostezos que sobresaltos, que los personajes aparecen y desaparecen como por ensalmo, y que es un poco vergonzante que te dejen en puertas de toda una señora guerra entre los nuevos y los antiguos dioses, y la línea argumental principal sea cómo una muchacha muerta intenta volver a la vida yendo de un sitio a otro. No sé, pero casi llega a rozar la tomadura de pelo... Casi.
Saludos.

viernes, 8 de mayo de 2020

Buen apetito



Imperdonable por mi parte, caí en la cuenta de que no había hablado de HANNIBAL, la estupenda serie creada por Bryan Fuller hará ahora unos siete años, aunque los motivos son mucho más imbéciles de lo que parecen. Sí, aún más. La vi entonces, cuando se estrenó la tercera temporada, de un tirón; y hace unos días reparé en ello, y en que mi estupor por la repentina cancelación, sin que hubiese un desenlace más o menos coherente, me enfadó tanto que decidí darle de lado, como un tipo sin paladar ante un banquete gourmet. Para "desentumecerme", o mejor "volver a paladear", decidí centrarme en la última temporada, a fin de intentar comprender el motivo de dicho cese de actividades. HANNIBAL es una serie refinada, con gusto, que se toma su tiempo y se deleita, como su personaje principal, al que da vida un magistral Mads Mikkelsen, que redimensiona el personaje sin deberle casi nada al antológico Anthony Hopkins. Esto suele suponer un arma de doble filo, si no se tiene un bagaje curtido, no creo que tanto en series, sino en narraciones de ritmo lento, más asociadas al cine que a la televisión. El resto de intérpretes está a la altura, con el sorprendente Hugh Dancy dando réplica como un agente con un don muy especial, el gran Larry Fishburne, o una remozada e inquietante Gillian Anderson. Es cierto que se abusa un poco de las subtramas, llegando a conformar un conglomerado de sensaciones yuxtapuestas, que llegan a hacerse... indigestas, aunque siempre hay alguna sorpresa para salvar los muebles. La fotografía de Karim Hussain es excepcional; la música de Brian Reitzell es una de las mejores de la televisión reciente; y en la extensa nómina de directores, sobresalen nombres como Vincenzo Natali, David Slade, Peter Medak o Neil Marshall.
Sigue siendo ambiguo encontrar el motivo principal de la cancelación, pero es cierto que la tercera temporada (en mi opinión, la más floja, sin ser en absoluto un desastre) se regodea en demasía, zarandeando primero a Hannibal Lecter desde Florencia hasta de nuevo los Estados Unidos, pasando por su más que extraña detención (que es lo más cerca que está del film de Jonathan Demme), y rematando con la introducción, algo forzada, del "Gran Dragón Rojo", que efectivamente parece cogido por los pelos de unos guionistas que parecen agotados de exprimir el intrincado imaginario de Thomas Harris. Y todo, para llegar a un clímax final que podría haber dado mucho de sí de haber continuado la serie, pero que nos ha dejado con cara de tonto y ganas de más, aunque creo que no va a poder ser...
Saludos.

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Qué puede matar a un dios?



Era necesario, casi indispensable, que en el sugestivo, libérrimo y renovador marco de las series televisivas apareciera el genio creativo de Neil Gaiman. Su extraordinario y desbocado talento apenas ha encontrado acomodo más allá de las páginas del cómic; no lo suficientemente valorado como novelista y prácticamente desconocido en su faceta de guionista, era una noticia que quienes le hemos seguido durante tres décadas hemos recibido con júbilo, pero también con no poca perplejidad. Las expectativas, he de decir, tenían sus reservas, pero AMERICAN GODS es una de las mejores series que uno puede encontrar en el oceánico marasmo en el que se ha convertido la ficción catódica. Extendernos sobre los detalles sería exhaustivo y contraproducente, pues acabaría por desvelar aspectos fundamentales para disfrutar de este, digamos, "thriller sobrenatural", paseo descomunal por la América mitológica, credencial y expansiva, convertida por sí misma en crisol de culturas, religiones y pactos atávicos que cada cual interpreta en su propio beneficio. De esa América de los mayas y aztecas, que una vez fue hollada por vikingos y luego por españoles, que conservaba intactos a los ídolos animales de las tribus del norte, es de lo que trata aproximadamente (y es un término aproximado) la novela original. Pero Gaiman va aún más allá y confronta a aquellos dioses, los que han sobrevivido y los que quedaron enterrados cuando ya no quedó nadie que los idolatrara, con los verdaderos "nuevos dioses", los que incontestablemente rigen el curso de nuestras vidas y a los que, quizá sin darnos cuenta, rendimos una pleitesía incluso más fervorosa y fanática que la de aquellos otros dioses. Ésta es la crónica de la guerra entre deidades más antiguas que el hombre y dichos nuevos cultos, los nuevos dioses que tienen su altar en los mass media, la imparable tecnología e incluso el muy polémico concepto de globalización, encarnado en el personaje más misterioso de todos.
Me resisto a desvelar más para quien no la haya visto aún o no esté familiarizado con los comics o la novela, pero es una serie no sólo deslumbrante conceptualmente (¡esas intros!), sino que está excelentemente interpretada (ojo al omnipresente papel, nunca mejor dicho, del gran Ian McShane) y está repleta de sorpresas, como una convención/cóctel de diferentes encarnaciones de Jesucristo o una viscosa historia de amor necrófilo...
Véanla, son ocho episodios que caen en un fin de semana y se sabe que la segunda temporada está en camino.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!