jueves, 28 de febrero de 2019

De trenes y hombres



EMPEROR OF THE NORTH, de 1973, concluye este minirrepaso secuencial a algunas de las películas de Robert Aldrich, al que el Olimpo cinéfilo aún le debe un lugar entre los más grandes del cine americano. Ambientada en los años más duros de la Gran Depresión, narra la epopeya (de tintes casi bíblicos) de un tren, el 19, que cruza el estado de Oregón y es abordado constantemente por una legión de vagabundos, que lo usan para desplazarse. Su maquinista y vigilante es Sack, un absoluto psicópata, que no duda en usar los métodos más contundentes para mantener "su tren" limpio de indeseables; y lo consigue, hasta que se topa con "El número 1", un mítico vagabundo que ha burlado su vigilancia cada vez que ha querido. La persecución y enfrentamiento de estos dos hombres ilustra a la perfección el estado de desamparo que sufría por aquel entonces gran parte de la población norteamericana, dividida entre los que detentan el bienestar y los que lo anhelan desde fuera. Un film trepidante, con magníficas secuencias ferroviarias y un duelo interpretativo impresionante. Lee Marvin está espléndido dando vida a ese tipo inaccesible y que se las sabe todas, una especie de héroe de los desheredados, que además de ser indetectable para sus perseguidores intenta, aunque sin éxito, organizar a sus compañeros, lo que representa el inexperto y ufano joven con el que se topa por casualidad, interpretado por un primerizo Keith Carradine . En el otro extremo, Ernest Borgnine da vida a Sack, un tipo temible y sin escrúpulos, y que cree ser el guardián de una cierta virtud que tan sólo le importa a él. Una de esas películas que aguantan el paso del tiempo de forma encomiable, y a la que quizá sólo achacaría un metraje excesivo, que se torna algo repetitivo y anodino en las escenas que no tienen al tren de protagonista.
Saludos.

miércoles, 27 de febrero de 2019

O cinema ao lado #12



Rita Azevedo Gomes es una de las cineastas de última hornada más interesantes que ha dado el cine portugués. Su cine, deudor del clasicismo heterodoxo de Oliveira (a quien dedicó un extraordinario documental en 2007), se recrea en el gusto literario para explorar los recovecos del alma humana, desde lo más elevado y puro hasta lo más abyecto. En A VINGANÇA DE UMA MULHER, que parte de un texto del escritor galo Barbey d'Aurevilly, la tramoya simboliza la oportunidad de asistir a la cara oculta de una personalidad, que queda expuesta en una magnífica semblanza, la de Roberto, un hombre que vive por y para los placeres, pero que en su madurez descubre que está hastiado de todo lo que la vida le ofrece, hasta que una enigmática cortesana se cruza en su camino y voltea inesperadamente su concepción de la vida, hasta el punto de trastocar todas sus convicciones.
Rodada exclusivamente en reducidos decorados, que semejan constantemente la sensación de asistir a una función teatral, en ningún caso se trata de un film acartonado, sino que es un relato mutante, que comienza como un complejo juego de seducción y termina, como su título indica, en la fría disección de una venganza, justificada en un hecho horripilante y que Azavedo Gomes visibiliza con todo lujo de detalles.
Saludos.

martes, 26 de febrero de 2019

La clase de Lubitsch #5



El proyecto más ambicioso y largamente acariciado por Lubitsch en aquel 1918 fue DIE AUGEN DER MUMIE MA (LOS OJOS DE LA MOMIA), que aprovechaba varios de los tirones más potentes de la época y fue toda una sensación en Europa, pero su influencia no fue más allá, y hoy día es un título olvidado de su autor. Por un lado teníamos un binomio en la actuación desigual pero complementario: el gran Emil Jannings, que era capaz de hacer hasta de árabe malvado, y la mítica Pola Negri, que nunca fue un dechado de virtudes dramáticas, pero poseía un aura de magnetismo, lo que hoy llamamos "divismo". La trama, bastante engañosa, puede llevarnos a creer que se trata de una variación sobre el clásico mito de la momia, tan extendido en el género de terror, pero esto no es más que una excusa, puesto que el film se integra más en la corriente de "drama romántico con toques exóticos", que arrasaba por entonces. Y es que cualquier cosa que aunara amores apasionados y algo del lejano oriente (aunque sean alemanes con la cara pintada de negro bajo palmeras de plástico), era un éxito inmediato en aquella Europa hastiada de sí misma tras una guerra inhumana, buscando quizá en otras latitudes un posible remanso de aquel horror, que sí fue verdadero. No es para nada de lo más reivindicable de Lubitsch, al que nunca le sentó bien tomarse en serio a sí mismo, pero se le puede echar un vistazo a su hora escasa, aunque sea para disfrutar de Jannings o de la Negri contoneándose cual áspid desértica...
Saludos.

lunes, 25 de febrero de 2019

La bendita ignorancia



LAZZARO FELICE es uno de los contados prodigios cinematográficos que nos dejó el año pasado. Transitando con unánime éxito por Cannes (mejor guion) y Sitges (Premio especial del jurado), esta fábula evocadora y atemporal habla apenas de un par de cosas, pero lo hace tan bien que eso nos basta para trazar una crónica certera y luminosa de la condición humana, sus trampas y miserias, pero también sus bondades, encarnadas en la permanentemente asombrada mirada de Lazzaro, paradigma de la humildad y el esfuerzo desinteresado. Lazzaro vive en una comunidad explotada miserablemente por una marquesa, que les mantiene aislados del resto del mundo desde que unas inundaciones afectaron su plantación de tabaco. Sometidos a una semiesclavitud, y convencidos de que se ahogarán si intentan cruzar el río, que en realidad no tiene más de dos palmos de agua, son encontrados casualmente por las autoridades, que los liberan y encarcelan a su opresora. Lo que sigue es difícil de atribuir a un solo género, pues Rohrwacher literalmente resucita a Lazzaro varias décadas después, tras ser dado por muerto. Perfectamente joven, se presenta en la ciudad, donde malviven sus antiguos vecinos de la "Inviolata" (elocuente nombre), y su sola presencia les hace albergar la esperanza de conquistar una libertad que nunca han poseído realmente. Película de extraña y profunda poesía, me reconcilia con el cine de una directora cuyos trabajos anteriores me han parecido vacuos y llenos de cursilería, pero que aquí, casi milagrosamente, bordea la maestría compositiva, y agita nuestras adormiladas conciencias con este héroe/santo involuntario, y que quedará en nuestras retinas durante mucho tiempo.
Saludos.

domingo, 24 de febrero de 2019

Rincón del freak #344: Mi amigo el zombi



La idea de partida de IT STAINS THE SANDS RED es interesante, aun abundando en eso de los apocalipsis zombis, que debe ser de los temas más trillados y sobados de los últimos tiempos. El problema fundamental es que su arranque anuncia una sorpresa que se alarga durante toda una hora, lo que dura el periplo de una chica algo atolondrada que pretendía huir junto a su novio hasta un aeródromo, donde les esperan para largarse definitivamente. Lo que sigue es la chica por el desierto y perseguida por un zombi, al que mantiene a distancia por su lentitud; lo que no atisbamos es que, en un momento dado, se establece una especie de vínculo afectivo entre ambos... como suena. Y podría hasta tener su gracia, o un sentido metafísico que se nos escapa a los simples mortales. Es entonces cuando se agotan las ideas y el remate es el mismo de siempre, borrando de un plumazo todo lo apuntado anteriormente. Un film de género, sin más, que finge contener un mensaje inteligente, pero que apenas llega a un moderado divertimento. Se ve, se olvida y se sigue hacia delante...
Saludos.

sábado, 23 de febrero de 2019

El hombre murciélago #2



Seis años tuvieron que transcurrir para que la Columbia se decidiese a desempolvar de nuevo a Batman y Robin, enfundarlos en sus pija... digo trajes, y los proyectase en las sesiones matinales de los Sábados. Era ya 1949, la WWII había acabado hace unos años y las motivaciones de los superhéroes habían cambiado "ligeramente". No se trataba ya de luchar contra la amenaza soviética o japonesa, sino de identificar y erradicar al "enemigo en casa", que también existía. En este caso, el malo era The Wizard, un científico zumbao que se vestía como un penitente de Sábado Santo y aspiraba a dominar el mundo desde una ignota cueva de aquella Gotham City asediada día sí y día también por la habitual pléyade de malhechores (que no he visto yo una ciudad más chunga, la verdad). Aunque la estructura, desarrollo y ejecución del serial es prácticamente idéntico al de 1943, sí se nota una mayor profesionalidad técnica y algo más de empaque en las interpretaciones, donde Robert Lowery (uno de aquellos incontables galanes de segunda fila) abandonaba el tono humorístico y perfilaba un Batman algo más serio que su predecesor. Aunque antes de terminar me gustaría llamar la atención sobre Johnny Duncan, que encarnaba a un Robin francamente bragado y con pinta de que no quieres encontrártelo en un callejón a oscuras. Duncan, que falleció hace sólo tres años, fue un habitual de los pintorescos salones del cómic de medio mundo, además de tener el honor de participar en aquella desastrosa obra maestra que fue PLAN 9 DEL ESPACIO EXTERIOR... Ahí es nada.
Saludos.

viernes, 22 de febrero de 2019

El nacimiento del Tercer Mundo



Ya al final de ANOTHER DAY OF LIFE, la película de animación rotoscópica que relata la agitada estancia de Ryszard Kapuscinski en una Angola que se desangraba buscando su independencia, encontramos la frase más reveladora de esta extraña e irregular película, a la que le cuesta encontrar el tono justo entre épica y crónica, documento y ficción. Fue la ganadora (no había un solo rival de entidad) del Goya a la mejor película de animación, y representa la actual tendencia a las coproducciones exóticas y de complicada ubicación, pero que en este caso cobra bastante sentido. Dirigida por el documentalista español Raúl de la Fuente (autor de la extraordinaria Nömadak Tx) y el especialista en animación Damian Nenow, recoge la figura de aquel irrepetible reportero, de la estirpe ya extinta del periodista-escritor, comprometido por añadidura con la causa de los más desfavorecidos, en contraposición del periodista especulador y oportunista, que sólo piensa en sacar tajada de las desgracias. La película mezcla una animación de bastante calidad con imágenes reales de archivo y entrevistas con algunos de los supervivientes que conocieron por entonces a Kapuscinski y hablan de su determinante aportación a la visibilidad de un conflicto que, paradójicamente, no sólo no se resolvió con la independencia, sino que convirtió a Angola en un territorio aún más  anárquico y despiadado. La frase, sobre la que bascula el auténtico sentido de esta película, es la que encabeza esta reseña, porque, como decía su protagonista, "la pobreza no tiene voz, y por eso estoy aquí".
Saludos.

jueves, 21 de febrero de 2019

Odio mudo



ULZANA´S RAID pasa por ser uno de los títulos más reivindicados en los últimos tiempos de Robert Aldrich, y ha terminado siendo inspiración ineludible para la pléyade de renovadores del género, sobre todo para los que han pretendido vanagloriarse de haber "reinventado" algo. Se trata de una extensa persecución, la que emprende un joven e inexperto teniente para capturar al temible jefe apache Ulzana, que está organizando un levantamiento en la sombra que poco a poco va diezmando los efectivos de dicho ejército. Ulzana es un tipo frío y silencioso, un asesino y un militar, con la difícil tarea de luchar en serio contra los poderosos blancos y dotar de cierta táctica a los anárquicos apaches. Por contra, la partida cuenta con el apoyo de un veterano explorador, que conoce bien los métodos apaches y refrena constantemente al joven teniente, que apenas sabe a qué se está enfrentando exactamente. Producida y protagonizada por Burt Lancaster, LA VENGANZA DE ULZANA es uno de esos westerns atípicos y que se degustan en varios visionados, y uno de los que, como dije, en mejores condiciones ha llegado hasta nuestros días sin perder nada de su vigente atemporalidad. Tremendamente violenta, se guarda sus exaltaciones para los personajes que menos brillan, restando todo rastro de heroismo y desembocando en un desenlace extraño y casi metafísico. Aparte de ser uno de los primeros trabajos de Bruce Davison y encumbrar al actor mexicano Joaquín Martínez como el inquietante jefe Ulzana. Una de esas películas que ningún gran aficionado se puede permitir pasar por alto.
Saludos.

miércoles, 20 de febrero de 2019

O cinema ao lado #11



Además de integrar el estupendo repaso de la Seminci al cine portugués más reciente, DJON AFRICA formó parte de la sección oficial, dando la nota exótica del certamen. Se trata de un guion de Pedro Pinho y Joao Miller Guerra, que codirige junto a Filipa Reis este desenfadado viaje iniciático, el que inicia casi por casualidad un joven Lisboeta que vive con su abuela y cuyo horizonte se limita a un día a día más o menos normal. Hasta que se cruza con una mujer que le dice que se parece mucho a un hombre que conoció en Cabo Verde, y que resulta ser su propio padre, al que nunca conoció y del que nunca le han hablado demasiado, dejándolo en una especie de ser mitológico. Confirmada la existencia de su padre por su propia abuela, y sin pensárselo dos veces, compra un billete para Cabo Verde, con la esperanza de encontrar a su progenitor.
Se trata de una película sumamente curiosa, irregular en el tono, que apenas se decide por un dubitativo viaje interior o sucumbir ante unas postales (de gran belleza, cierto es) que casi siempre quedan como ornamento y no como eje narrativo. El resultado es una especie de comedia de tono bajo, que ofrece una mirada amable y reivindicativa de un país, Cabo Verde, cuya pobreza no impide a sus habitantes lucir en permanente estado de felicidad; nada que ver, en contraposición, con el oscuro y tenebroso Cabo Verde de Pedro Costa, por poner un ejemplo ilustrativo. Aun así, es un film que se ve con agrado y sin muchas pretensiones de adoctrinamiento.
Saludos.

martes, 19 de febrero de 2019

La clase de Lubitsch #4



Con ICH MÖCHTE KEIN MANN SEIN (NO QUIERO SER UN HOMBRE), Lubitsch da un paso más en su sofisticado compendio de comedia, sátira social y desafío técnico, y todo en un mediometraje de apenas tres cuartos de hora. Lo primero que llama la atención es la libertad con la que Lubitsch dibuja un personaje femenino que sólo quiere eso, libertad en un mundo eminentemente machista y retrógrado (hablamos de 1918), en el que las señoritas son educadas en la ignorancia y la obediencia. Esta chica es huérfana y vive tutelada por un hombre que no le permite una sola licencia, pero idea un plan descabellado para escapar de su rutinaria prisión domiciliaria: disfrazarse de hombre. Lo que propone Lubitsch es un ingenioso artefacto que no deja títere con cabeza, ni hombres ni mujeres, y todo bajo la mirada asombrada y estupefacta de esta joven, que comprueba de primera mano las dificultades de ser hombre en un mundo de hombres (¿imaginan algo tan políticamente incorrecto hoy día?). Los hombres son soeces y autoritarios, pero tampoco pueden mostrarse tal y como querrían, sino como los demás "deben verlos", mientras que las mujeres son interesadas y manipuladoras en el juego de la seducción, donde son las verdaderas maestras. Y aún más rompedor es el momento en que, volviendo de una interminable y etílica fiesta, ella, aún disfrazada, es finalmente abordada por el hombre al que quería acercarse toda la noche, con lo que además estamos ante un manifiesto abiertamente homosexual, sin tapujos y con ese "toque" que ya era una marca reconocible en su director.
No apta para pacatos de nuevo cuño...
Saludos.

lunes, 18 de febrero de 2019

Hipertrofia argumental



Lo de mezclar terror y trama bélica no es nada nuevo, de hecho es una combinación que casa bastante bien si se sabe conjugar adecuadamente cada elemento y ponerlo en situación, que uno no desmerezca al otro. El caso de OVERLORD, que pasaba por ser una de las esperadas en Sitges, es extraño, y da buena cuenta del problema de cierto cine actual, que no se conforma con ser de género y pretende aventurarse donde simplemente ni puede ni sabe. Lo de la hipertrofia funciona en dos direcciones, la de los soldados caídos y mutados en una mezcla de zombis y supervillanos, verbigracia del topiquísimo científico loco alemán, que infla la falta de argumento a base de hostiazos a lo Avengers, cómo no. Lo otro, efectivamente, es lo argumental, que se ve venir desde sus incomprensibles casi dos horas, que tienen una primera mitad absolutamente estupenda y mejor dirigida de lo que cabría esperar, pero que cae en picado en cuanto empieza el desmadre de balas y puñetazos. Es decir, que Hollywood (por ahí anda un tal "JJ"...) nos la vuelve a meter doblada, no por facturar entretenimiento, que es algo muy sano, sino por mistificar inútilmente dicho entretenimiento, sobre todo para que algunos apologetas de lo indefendible nos sigan vendiendo eso del "gourmet de andar por casa"... Allá ellos.
Saludos.

domingo, 17 de febrero de 2019

Rincón del freak #343: No se puede ser bueno por cojones



Mantengo la firme opinión de que el cine norteamericano le debe al mundo una gran película que sea capaz de zanjar el horror innombrable de la esclavitud. Estados Unidos, la tierra de la libertad y la esclavitud, y no hay quien lo niegue, ni quien lo dude. Y es preocupante que apenas algunos directores hayan tenido la ocurrencia de ilustrar la etapa más controvertida de ese país contradictorio, pero mucho más que lo hayan hecho sin llegar al hueso y la raíz de lo que sigue instalado en las conciencias de una sociedad sólo repuesta a hipidos. Lo que no tiene sentido es una película como THE BIRTH OF A NATION, que más allá de la broma de mal gusto del título no es más que un muy estudiado remedo de otras muchas películas, tengan que ver o no con el esclavismo. Lo que Nate Parker hace es una película mediocre, mal planteada y ejecutada, pero con un montón de lugares comunes que uno no puede dejar de señalar, y que la hacen avanzar en sus insufribles dos horas desde la moralina buenista y acojonada hasta una pornografía gratuita y sin un solo aporte válido que arroje algo de luz más allá de la anécdota de su sinopsis, una breve revuelta que un grupo de esclavos inició en una plantación de Virginia, empujados por Nat Turner, al que se dibuja como arquetipo del negro inteligente que luego traicionará la mano que le dio de comer ¿Hay algo más racista que eso? Sí, por supuesto. Aquella época fue profundamente racista, tan profundamente que aún dormita ese odio latente en algunas palabras y actos de ahora mismo, pero me temo que no era necesario hacer esta película para recordarlo.
Saludos.

sábado, 16 de febrero de 2019

El hombre murciélago #1



Tenía que llegar en algún momento, o eso han debido pensar otros bastantes más veces que yo. Batman cumple nada menos que 80 añazos, desde que Bob Kane lo creara en aquellas escasas y primigenias páginas del Nº 27 de Detective Comics. Es cierto que en esencia no ha cambiado tanto lo que siempre ha representado este justiciero que encarna la rectitud moral vestida de terror punitivo, pero lo que sí ha ido variando es su apariencia, como quedará demostrado en el repaso que vamos a comenzar hoy a toda la filmografía, apenas obviando la ingente cantidad de productos de animación, que, la verdad, no me apetece ponerme a revisar. Y si 1939 vio nacer al hombre murciélago, 1943 fue el año en que su imagen cobró vida en la gran pantalla. Y decimos bien, porque aunque THE BATMAN era un serial de 15 episodios, al no haber aún televisión éstos se emitían en los cines los Sábados por la mañana, repetando la antigua tradición de este tipo de producciones. Ésta la auspició nada menos que la Columbia, y su éxito se debió al carácter puramente propagandista de su trama, en la que Bruce Wayne y Dick Grayson se enfrentaban al malévolo Doctor Daka, un científico japonés que ha inventado una máquina que zombifica a las personas y las convierte en sus esclavos, aunque lo que primaba era no dejarle pasar una a todo lo que proviniese del país del sol naciente, claro... El serial se conserva en bastante buen estado, e incluso puede verse online, y aunque el aspecto de sus protagonistas deje bastante que desear, se ve con algo de indulgencia y morriña de fan, aunque ninguno de sus actores principales consiguiera labrarse una carrera solvente con posterioridad.
Saludos.

viernes, 15 de febrero de 2019

Con sombrero



Tres premios Goya, de un total de seis nominaciones, se llevó LA SOMBRA DE LA LEY, de Dani de la Torre, que venía a cubrir la cuota de algo a lo que empezamos a identificar como una especie de superproducción patria. Todos los años hay alguna, casi siempre coproducciones, y casi siempre se llevan los premios referentes a apartados "secundarios", con la sensación de premiar más a la contribución a un cierto tejido industrial (algo que no seré yo quien lo critique) que al conjunto y resultado artístico. En este caso, el guion de Patxi Amezcua se queda corto por querer contar demasiado, mientras que la dirección padece de una querencia por el homenaje involuntario lo suficientemente sospechoso como para no poder elevar el nivel más allá de una película entretenida y que al menos se ve con sensación de oficio. Todo ocurre en la Barcelona de principios de los años veinte, con una España carcomida por la corrupción, en la que el asalto de un tren cargado de armas desata una investigación que poco a poco va desvelando un plan oculto que quizá sobrepase cualquier expectativa. Hay mucho de Leone (lo de la música raya la apropiación indebida), del Coppola de COTTON CLUB o del cine negro más clásico, pero con poca personalidad propia; además, los números musicales son intrascendentes y la acción en exceso coreografiada. Por destacar, lo de siempre, un reparto solvente aunque algo irregular, con un Luis Tosar hecho de granito y secundarios a los que se les da más peso del habitual, como Vicente Romero o Manolo Solo. Por contra, quedan demasiado grandes los papeles de Michelle Jenner o Paco Tous, que parecen trasplantados directamente de televisión. En fin, una película moderadamente entretenida, con muchos tiros y que al final se hace un pelín larga, lo que lastra el interés en verla en mi opinión.
Saludos.

jueves, 14 de febrero de 2019

Familia sangrienta



El tema de las bandas de gangsters de corte más o menos familiar, siempre ha sido un tema recurrente en el cine norteamericano, fascinado con estos personajes trágicos y marcados, resignados a lo efímero de su felicidad y su destino, que suele acabar no del todo bien. Los años 30 fueron especialmente violentos y proclives a la generación de este tipo de bandas, que adoptaba la esencia de la mafia italiana, con un reglaje interno inquebrantable en torno a "La Familia". Y en 1971, Robert Aldrich, que se movía como pez en el agua en estos terrenos pantanosos, adaptó la primera novela del británico James Hadley Chase, "No hay orquídeas para Miss Blandish", titulándola THE GRISSOM GANG. Las similitudes con el mito de Ma Baker es evidente, aunque el trasfondo del guion escrito por Leon Griffiths es de una profundidad psicológica impresionante, ahondando en las diferentes personalidades para elaborar un retrato crudísimo de un asunto sórdido y ahogado. Cuenta el secuestro de una joven por unos maleantes de poca monta, con la intención de robarle un lujoso collar, pero esto llega a oídos de la banda de los Grissom, que los elimina y retienen a la chica para pedir un rescate, ya que su padre es un rico magnate. A partir de ahí, la película cobra fuerza con el improbable enamoramiento de Slim, el hijo pequeño de los Grissom, de bastantes pocas luces, pero que se convierte en un obstáculo para Mamá Grissom, cerebro de la banda, cuyo plan pasa sólo por cobrar el rescate y liquidar a la chica. Una película, ya digo, que no es de las más conocidas de Aldrich, pero que tiene una agilidad narrativa que yo personalmente echo mucho de menos en el cine de género actual, además de dignificar a un director que optó por prescindir de grandes estrellas y prefirió dar todo el protagonismo a algunos de los secundarios que habían aparecido en mayor o menor medida en sus películas.
Absolutamente recomendable.
Saludos.

miércoles, 13 de febrero de 2019

O cinema ao lado #10



Con sus tres horas de duración, É NA TERRA, NAO É NA LUA (EN LA TIERRA, NO EN LA LUNA) trasciende el mero documental de corte etnográfico para introducirnos en la vida de la singularísima isla de Corvo, la más pequeña del archipiélago de las Azores y también el territorio europeo más lejano de su propio continente. Así, Gonçalo Tocha se planta con una cámara y un sonidista y eecompone casi 500 años de historia de esta anomalía volcánica en mitad del Atlántico, una ínfima porción de tierra (6x4 kilómetros) con un solo pueblo, un par de bares y una población de unas 400 personas; gente amable, paciente, dedicada a sus labores y con una cadencia que parece de otra época en la que todo se movía más lento. Con un hilo conductor tan sencillo como lleno de sabiduría (la confección de un gorro típico marinero, que una anciana va elaborando para el hombre que la graba), Tocha erige un artefacto maravilloso, que nos lleva de la mano a nombres como Flaherty o Vertov, y su obra termina siendo parte misma de la isla, recalcando la imposibilidad de establecer una historia antropológica más allá de un siglo y medio, al no conservarse ningún documento anterior a esa época. Y sin embargo, el valor de este magnífico film es, sobre todo, hilar, entrelazar a un ornitólogo inglés que vino para un par de días, se quedó por culpa de una tormenta y decidió quedarse cuando descubrió la reserva de pájaros más exótica del continente. Tanto como una humilde artesana del queso, que descubre su vocación política. Una pareja de bailarines profesionales que no se pudieron resistir a la paz del lugar, un acordeonista de 94 años que narra los años en los que se cazaban ballenas en el lugar o un improvisado historiador a base de recortes de periódico, en los que se compara a Corvo con un paisaje lunar... aunque no lo sea, claro...
Saludos.

martes, 12 de febrero de 2019

La clase de Lubitsch #3



DAS FIDELE GEFÄNGNIS (que se tradujo como LA CÁRCEL DIVERTIDA), de 1917, era una comedia que ahondaba sobre uno de los temas favoritos de Lubitsch: las mil y una tretas del hombre moderno para escapar de la pisión del matrimonio sin morir en el intento. En este caso, el gran Emil Jannings interpreta a un tipo incorregible, adicto a las juergas nocturnas y sobre el que pesa una orden de arresto por altercados que ni siquiera es capaz de recordar. Su mujer, harta de esperarle cada noche, idea un plan mediante el que se introducirá en una de sus orgiásticas fiestas, haciéndose pasar por otra mujer y pillarlo con las manos en la masa. Mientras tanto, otro hombre es detenido y llevado a prisión en su lugar, en uno de los habituales montajes paralelos que Griffith había impuesto casi como carta de calidad. Se trata de una comedia tremendamente alocada y con el mensaje implícito de su director, que uno no sabe si tomar por el lado de la mujer (que representa la rectitud moral) o del hombre (un hedonismo que puede ser hasta reivindicable). Y, sin ser de lo mejor que Lubitsch filmó en aquella primera época, su clase, estilo y sofisticación son más que patentes, y es un placer rastrear dichos elementos entre películas aparentemente tan diferentes como las que fue rodando después.
Saludos.

lunes, 11 de febrero de 2019

Frigopié helado



El tema de las revisiones nostálgicas es algo tan antiguo como la levita de Lincoln o la bandera del aguilucho. No tiene por qué haber una problemática más allá de la calidad intrínseca de una producción, por mucho que ésta remita cansinamente a una serie de patrones sobreexplotados, toda vez ha sido corroborado que lo retro, y más exactamente lo ochentero, y aún más exactamente el relato de corte sobrenatural y adolescente, funciona como excusa perfecta para tapar una barbaridad de carencias. Lo primero es que no me explico cómo una película tan trillada y normalita como SUMMER OF 84 necesite tres codirectores, cuando lo poco salvable de este aburridísimo spin off involuntario de STRANGER THINGS es su decoración, vestuario y peluquería. Luego, pediría por favor que intentasen sacar de sus cabezas (y las nuestras) las bandas sonoras a base de Casiotones baratos, que está bien un rato pero luego ya se hace bola indigesta y te dan ganas de asesinar a Daniel Lopatin, aunque la culpa no sea suya... Acabando, el error de la película (lo señalaba todo el mundo en Sitges) no es (que también) que se adhiera impúdicamente a una corriente que al principio tenía gracia, pero ahora ya es una asimilación rentabilista más. No, el error es que no tiene una sola idea original, y eso, como no puede ser de otra manera, también está muy visto...
Saludos.

domingo, 10 de febrero de 2019

Rincón del freak #342: Zapatero a tus zapatos



Mucho se ha escrito sobre la conveniencia, problemática y correspondencias en cuanto a las adaptaciones literarias en cine. Personalmente no tengo ningún tipo de problema entre un guion original y otro adaptado, pero existe una singularidad que hasta el momento prácticamente sólo ha dado chapuzas, y algunas de las que hacen época. Es el caso de Norman Mailer, un escritor tan grande que sólo podía salir escaldado por su propio ego (lo dijo una vez Woody Allen), y que se empeñó en poner en imágenes una novela simplemente inadaptable, como era TOUGH GUYS DON'T DANCE. Y es que hay que ser muy echado para delante para asesorarte a ti mismo sobre cómo afrontar la enrarecida, barroca y subversiva sintaxis de esa novela irrepetible que mezclaba el thriller con un surrealismo ebrio. El resultado es un monstruo con dificultad suma para moverse, y que además comete la gravísima torpeza de apoyarse en la literalidad, lo que deriva en algunos pasajes inenarrables y a los que cuesta dar un sentido intrínseco, como si Lynch intentara filmar como Raoul Walsh, o algo así. Y, sin tener la más remota idea, algo del director de TERCIOPELO AZUL flota en este metraje indefendible, sea la atmósfera repleta de personajes sórdidos o la decadencia de esa fantasmal localidad costera, Provincetown (donde el propio Mailer acabaría sus días), pero media un mundo de talento e intención entre ambos nombres, y a Mailer se le nota la grandilocuencia pastosa de quien ha escrito unas páginas magistrales pero se ve impotente para plasmarlas en pantalla. De los actores ni hablo, porque Ryan O'Neal aún tiene pesadillas con algunas escenas directamente ridículas, como la de la carta, absolutamente mítica e infaltable en cualquier imaginario friki...
Un despropósito más cercano a cualquier telefilm de tercera que al apabullante texto original de su autor, al que dios no llamó por los caminos de la dirección, está más que claro...
Saludos.

sábado, 9 de febrero de 2019

El efecto presa



Con el tema de las adaptaciones de superhéroes a vueltas, una de las curiosidades en esto de la descafeinada dicotomía entre Marvel y DC viene a ser el supuesto desequilibrio entre lo serio y lo lúdico; debate éste que algunos deberíamos cuestionarnos cuando hablamos de tipos que vuelan enfundados en trajes ajustados de colores. El caso de VENOM viene a confirmar un par de cosas al respecto: que si quieres hacer una adaptación sobre un alienígena simbionte que se alimenta arrancando cabezas, eso no se puede parecer a SPIDERMAN; por lo que en este caso uno se pregunta cómo habría quedado en manos de la competencia, por mucho que sepamos que es simplemente imposible. VENOM me parece una película muy desaprovechada, muy mal narrada y con unos efectos visuales muy buenos pero algo tímidos para el potencial de este singularísimo personaje creado allá por los noventa (recuerdo que aquello fue un bombazo) por el guionista David Michelinie y el por entonces todopoderoso Todd McFarlane. Muy desaprovechados están dos perdidísimos Tom Hardy y Michelle Williams, tremendos actores los dos, pero que apenas pueden dotar de veracidad a sus personajes, que oscilan constantemente de la parodia al cliché. Me temo que, aunque preparen una secuela, el experimento es fallido, y se sostiene por tres o cuatro detalles escabrosos, que terminan muy dispersos en un metraje también extraño, pues si el film apenas sobrepasa la hora y media, en los títulos de crédito hay un par de sorpresas más insertadas. En la secuela nos prometen algo aún más inclasificable: Woody Harrelson con pelo haciendo de Carnage... Yo se la daba a Gaspar Noé, qué quieren que les diga...
Saludos.

viernes, 8 de febrero de 2019

Ganar perdiendo



Como lo de los Goya me interesa cada vez menos, mi repaso de este año, aunque igual de exhaustivo, va a ser más espaciado que otras veces, semanalmente paa ser más precisos. Y, como no puede ser de otra forma, abrimos con la ganadora, imprevisible ganadora, aunque todos sepamos cómo funcionan estos premios desde que hace unos años perdieron (felizmente) la cabeza reconociendo a Jaime Rosales, por entonces punta de lanza de ese cine invisible que también se hace en este país, aunque pase tan injustamente desapercibido. Y un poco sobre eso va CAMPEONES, sobre invisibilidades, discapacidades y lecciones de relativa moralidad que se disfrazan de diversión monitorizada. Personalmente nunca me ha epatado el cine de Javier Fesser, que funcionaría muy bien serializado, pero que en la cohesión de un largo deja al descubierto las costuras derivadas de su inducción tedenciosa y deliberadamente manipuladora. Reconozco que es simplemente imposible no quedar desarmado ante las actuaciones de estos tipos entrañables y profundamente humanos, y quizá el gran mérito de Fesser consista precisamente en hacerles actuar todo lo posible y no gustarse en un naturalismo que quedaría descompensado ante el elenco profesional, en el que cabe destacar a un sobresaliente Javier Gutiérrez, que sale airoso de un atolladero sumamente complicado y capaz de llevarse por delante cualquier talento. Poco más puedo añadir para no terminar siendo cruel con una película que tampoco merece un despellejamiento (aunque estará en los oscar...) más allá de la resignación de que ni de lejos es la mejor película que se ha hecho el curso pasado en España, aunque creo que eso lo sabían hasta los que la votaron... Tssss...
Saludos.

jueves, 7 de febrero de 2019

Los héroes y los muertos



Aprovechando que el año pasado, entre otras cosas, se conmemoró el nacimiento de Robert Aldrich, y teniendo en cuenta que (incomprensiblemente por mi parte) no he ahondado lo suficiente en la filmografía, extensa e interesantísima, de uno de los grandes agitadores del Hollywood clásico, he decidido dar cuatro pistoletazos sobre los cuatro títulos que Aldrich filmó en los primeros cuatro años de la década de los setenta, y que personalmente me parecen de lo mejor que hizo. El primero fue TOO LATE THE HERO (más conocida en España como COMANDO EN EL MAR DE CHINA), una intensísima cinta bélica que comienza de manera convencional y en sus dos horas de duración sumerge al espectador en un apasionante juego psicológico y, sobre todo, moral. Primero por la feroz crítica que supone a las descabelladas decisiones de según qué mandos, capaces de enviar a cientos de hombres a una muerte segura con el único consuelo de un reconocimiento que, cómo no, se presume póstumo. Luego, por el insólito intercambio de roles nacionales, algo que a muy pocos directores se le hubiera ocurrido incluir, y menos en películas dedicadas en su mayoría al exaltamiento patrio. Aquí los americanos, aunque bienintencionados, son bastante tozudos y lerdos, y por los santos cojones de un capitán (un anecdótico Henry Fonda), un grupo de hombres es obligado a emprender una misión prácticamente suicida: internarse en la jungla de una isla que está siendo disputada a los japoneses para detectar una emisora de radio y destruirla. Curiosamente, la mayoría de los soldados pertenecen al ejército británico, lo que introduce un elemente aún más interesante si cabe: la desconfianza (justificada) de éstos hacia los yanquis, que siempre parecían ostentar una superioridad más allá de su rango. Por otra parte, el enemigo japonés es inteligentemente resuelto casi como una voz fantasmal que resuena desde altavoces estratégicamente dispuestos por la jungla, creándose un clima de asfixia y peligro constantes, que además es rematado en el tramo final con la honorabilidad de un mayor japonés, en contraposición a la destartalada tropa que va menguando casi por deméritos propios. De entre todos sobresale el papel de un gran Michael Caine, un insignificante soldado cuya aversión a cualquier acto heroico le convierte en el más sensato, aunque su moralidad esté siempre en entredicho.
Una de esas películas a las que merece la pena rescatar del olvido, como la práctica totalidad de la filmografía del señor Aldrich, que debería estar algunos puntos mejor considerada.
Saludos.

miércoles, 6 de febrero de 2019

O cinema ao lado #9



Es verano en Lisboa, pero no un verano alegre ni de descanso. El verano que se nos retrata en MONTANHA, de Joao Salaviza, es el sutil reflejo de la progresiva pérdida de David, un chaval de 14 años que asiste al desmoronamiento de toda su corta vida, justo en el momento crucial en el que empezamos a formar nuestras personalidades. Sin grandes aspavientos, Salaviza engancha la narración con la de su celebrado corto RAFA, recuperando lugares y personajes, y ofrece un pausado pero contundente relato de mundos interiores e hipocresías varias. Como la de la madre, que vive en Londres con la hija pequeña o el padre, que nunca ha querido saber nada de él; pero también la de Rafa, el único amigo de David, que lo ha involucrado en el robo de una moto, o Paulinha, por la que empieza a experimentar algo parecido al deseo. Film para espectadores pacientes, guarda sus mejores momentos para un par de largas escenas, la de la feria y el interrogatorio en el colegio, mientras que toda la narración pende de la importancia crucial de un personaje al que no veremos nunca, el abuelo del chaval, con el que se quedó a vivir cuando su madre se marchó y al que ya le quedan pocos días de vida. Es un film duro, de escasas concesiones, pero con unas interpretaciones sólidas y la constante sensación de que Salaviza puede iniciar una trayectoria formidable a partir de sus propias variaciones.
Saludos.

martes, 5 de febrero de 2019

La clase de Lubitsch #2



SCHUHPALAST PINKUS (EL PALACIO DEL CALZADO PINKUS), de 1916, ilustra a la perfección las inquietudes artísticas del primerizo Lubitsch, que buscaba un lenguaje propio dentro de las comedias costumbristas que dominaban las producciones de mayor éxito de aquella época. Si hubiese que resaltar algo de ella sería el personaje interpretado por el propio Lubitsch, un joven llamado Sally Pinkus que no se distancia mucho de estos "ninis" contemporáneos nuestros. Un tipo holgazán y caradura, que no pega un palo en la escuela y se gasta el dinero de papá invitando a las jovencitas que, no se sabe por qué, revolotean a su alrededor. Expulsado de la escuela, Pinkus es obligado por su padre a encontrar un empleo, pero su naturaleza dispersa le impide conservar un solo empleo, y de una modesta zapatería, de la que también es expulsado fulminantemente, pasará a otra mayor, en la que logra prosperar gracias a su picaresca. Finalmente, tras engatusar a una famosa bailarina, ésta lo financia para que pueda abrir su propia zapatería, lo que aprovechará para poco menos que mofarse de su antiguo jefe. Llama la atención esa incorrección política tan propia del cine de Lubitsch y que iría puliendo sucesivamente, convirtiendo un personaje a todas luces repulsivo en el verdadero héroe de la función, lo que en mi opinión equivalía en aquella época a reproducir la única forma de rebeldía contra un sistema de valores inamovible e incuestionable. Y todo en apenas 45 minutos...
Saludos.

lunes, 4 de febrero de 2019

Push the button



CLIMAX ganó Sitges, no se esperaba otra cosa, pero yo sí. Sigo esperando al Gaspar Noé que intentaba narrar, porque siempre intenta narrar, pero últimamente parece dejarlo a ver si todo sale solo, y los milagros desentonan si no se nota la mano del director que ha hecho el guion por añadidura. Es curioso, pero el aviso para los menos empapados del director galo es que se trata de un film extrañamente comedido, o que promete un montón de emociones fuertes para acabar en fragmentos de otras cosas que hemos visto antes. Destacaría el trabajo de steadycam, notable mientras los diálogos aún tienen sentido, y un par de coreografías que se aprovechan de la visceralidad de la música expandida, muy noventera. El resto es Noé y más Noé, fisicidad y ritmo con un eco vagamente ultraterreno en lo político al fondo y muchas escenas que un buen montador no hubiese dejado ahí. Pero Noé es Noé, y Noé decide su propio trote en la pista que él mismo ha diseñado para él mismo. Es raro, porque me extrañaría que alguien se escandalizara con esta película, rodada en un único escenario y con un reparto mayoritariamente desconocido y que sirve bien a los propósitos del chamán realizador, al que imagino con media sonrisita y un botón donde pone "autodestrucción". Si lo ha llegado a pulsar, de eso hace ya algún tiempo; algún día le dará por regalarnos una historia bien contada, pero también puede que le echemos en cara una cierta cobardía. No será mi caso...
Saludos.

domingo, 3 de febrero de 2019

Rincón del freak #341: Cine garrapata



Se puede ser sesudo, pero no se debe, porque se puede correr el riesgo de otorgar importancia a lo que no tiene la más mínima, o peor aún, caer en un bucle de autoindulgencia al que se llega a confundir con la "variación artística". Es bien sabido que el cine de George A. Romero gira cual satélite en torno a un punto fijo, según el cual ha ido modelando su particular visión del cine, entendido éste como un divertimento de bajo coste por cuyas rendijas pueda introducir hábilmente algunas mordaces críticas revestidas de mero cine de género. El problema es que no todo es infinito, y además tampoco es que Romero sea el director más imaginativo del mundo, por lo que de vez en cuando ha metido sus particulares "lechugas", habituales de los festivales de cine fantástico y terror. Y una de las más olvidables fue GEORGE'S A ROMERO LAND OF THE DEAD, de 2005, que intentaba la improbable vuelta de tuerca de repensar a los zombis como seres evolutivos..., que es la leche, francamente, e incluso darles un corazoncito y superioridad moral (ahí es nada) sobre unos seres humanos (vivos, por supuesto) a los que pinta como un hatajo de mangantes y macarras, dividiéndose la sociedad tras el apocalipsis zombi entre hombres de negocios sin escrúpulos y tipos armados de gatillo fácil. La película es desastrosa, y aún más por tener un reparto más que estimable pero perdido entre situaciones a cual más absurda y torpemente dirigida, destacando una perdidísima Asia Argento, John Leguizamo haciendo de él mismo y Dennis Hopper poniendo cara de asombro mientras fuma puros... No hay mucho que contar, excepto, creo, la anecdótica presencia de Greg Nicotero (TWD) y el papel de Eugene Clark, que da vida (es un decir, claro) a un zombi gasolinero y sumamente inteligente, lo que podría ser un guiño a la escabrosa política estadounidense en materia internacional de crudos y óleos varios... O es eso o yo mismo me he puesto insoportablemente sesudo...
Saludos.

sábado, 2 de febrero de 2019

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #22



CLAIRE'S CAMERA, estrenada en 2017, supuso un pequeño punto de inflexión en la heterogénea filmografía de Hong Sang-soo, y dejó la reconfortante sensación de que quizá el director coreano está llegando a un punto más austero en lo formal y esencial en lo dialéctico. En otras palabras, dice más y más variado con menos palabras, personajes y situaciones, lo que queda reflejado, por ejemplo, en la duración, que aquí apenas sobrepasa la hora de duración para elaborar un agudo y certero análisis de las hipocresías que rodean al mundo del arte y a los artistas. No se nota apenas, porque lo que cuenta Hong Sang-soo lo hace siempre desde una franqueza interior de quien, efectivamente, ha de lidiar a menudo con ese mundo, al que una vez más invoca desde un festival de cine, y nada menos que el de Cannes, del que su cine es habitual. Sin embargo, el léxico del coreano arrincona al evento y lo deja en segundo plano, porque lo que importa aquí no es el gran espectáculo, sino la aventura íntima de Manhee, una humilde asistente de ventas que promociona la película de un director con quien hace tiempo tuvo un romance, y que es despedida en mitad de la promoción por su jefa, que es la pareja del director. Casi de la nada aparece la Claire del título (una estupenda Isabelle Huppert), una profesora que conecta inmediatamente con Manhee y ejerce una influencia positiva en la joven, que ve su mundo derrumbarse. Parece difícil decir tantas cosas y tan interesantes en un metraje tan exiguo, pero es ésta una película sobre todo elocuente, en mi opinión no tan redonda como otras de su director, pero sí de las más significativas por el panorama que anuncia, aunque algo veníamos intuyendo desde su celebrada EN LA PLAYA, SOLA, DE NOCHE.
Saludos.

viernes, 1 de febrero de 2019

La linterna mágica



¿Qué estaríamos contando hoy día del cine español de no haber mediado la sangría y barbarie de la guerra civil y la consecuente y eternificada dictadura? Con el cine como trasfondo indivisible de la vida, la pregunta es otra, la que incomprensiblemente seguimos haciéndonos tantos años después, sobre todo porque hay cosas esenciales que no cambian nunca. Una de las películas más importantes de todo el cine español es VIDA EN SOMBRAS, de la que recientemente se han cumplido 70 años de su accidentada realización. Un film tan asombroso, tan moderno y rompedor, que se permite uno de los juegos metacinematográficos más elocuentes y radicales de todos los tiempos ya desde su deslumbrante inicio, en el que una pareja es retratada mientras el fotógrafo les pone música de fondo "porque embellece al retrato. El cine, maldita sea. Y es principios del siglo XX, y la pareja se divierte por una feria, hasta que llega a "la barraca de los franceses", donde asisten a un nuevo y sorprendente invento, que consiste en una sábana por la que deambulan unas imágenes en movimiento. El cine ya y el cine otra vez. Y en mitad de esa primitiva proyección, como si de un sortilegio mágico y repentino se tratara, nace Carlos Durán en uno de los momentos más surreales que ha dado el cine. Nacer en, por y para el cine, parece querer decirnos Llobet-Gràcia, que luego apenas haría nada más, y que ni siquiera estaba convencido de que VIDA EN SOMBRAS debiera estrenarse. La deriva de Carlos es la de un fantasma que se atrevió a traspasar la pantalla y ensayar algo parecido a la vida real, hasta que ésta le golpea duramente y lo devuelve a su sitio, que no es otro que ese mundo de sombras con algunas luces, parpadeantes como la del cine de enfrente. Carlos se siente culpable, más que de la muerte de su esposa embarazada, por haber retocado "dramáticamente" el escenario después de una batalla, ya que supuestamente ha de servirle para realzar lo que está rodando; es decir: falsear la realidad para hacerla "más realista". En los escasos 75 minutos que se conservan de esta obra maestra, la sucesión de hallazgos es incontable, y da fe del talento de un cineasta (otro más) que nació en el sitio y el momento equivocado, cuyo talento no fue comprendido y reivindicado hasta muchos años después, puede que con la última y decisiva restauración de la que es, debe ser, una obra de referencia ineludible del cine de todos los tiempos. Una película tan "arrebatadoramente" moderna, que se permite incluso el lujo de cerrarse con las imágenes del propio Carlos Durán rodando su ópera prima, en la que una pareja es retratada mientras el fotógrafo les pone música...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!