miércoles, 30 de noviembre de 2011

Una entretenida espiral de sinsentido



De vez en cuando, me paso por los derroteros (magnífica palabra) de FilmAffinity, sobre todo cuando no me acuerdo de tal o cual nombre; de vez en cuando también leo algunas de las opiniones vertidas en dicha página, supongo que una de las más leídas y/o visitadas (que no es lo mismo) por todo cinéfilo que se precie y desee rescatar información de casi cualquier película. Como no domino bien el coreano, me he ido a dicha página para transcribir algunos nombres asociados al film AKMAREUL BOATTDA, o mejor, I SAW THE DEVIL, que pudo verse, como todos recordarán, en el Festival de San Sebastián del año pasado. Bien, Luis Martínez la califica de "magistral"; Carlos Boyero de "engendro". ¿Alguno de estos señores que se ganan el pan hablando del trabajo de otros ha contemplado la posibilidad de que I SAW THE DEVIL no sea más que un entretenimiento de corte explícito? Es decir, que a estas alturas no debería extrañarnos que una película de género (sí, lo es: del género Psychokillers) se regodee en sus propias técnicas visuales para explicitar lo que en otras épocas era tratado con el mucho más inteligente empleo del fuera de campo. Tampoco que lo haga a lo largo de dos horas y media que alaaaaargan hasta lo insoportable. Aunque se soporta. Se soporta porque queremos saber más, queremos saber qué límite tendrá la tortura a la que el policía someterá, en dosis, al asesino; pero también queremos saber si dicho policía se dará cuenta de que lo único que ha hecho es desencadenar a un monstruo que redoblará sus crímenes cada vez que escapa de su perseguidor. En este sentido, lo que Kim Ji-woon parece querer decirnos es: "Ya sé que todos vosotros sabéis, no sois tontos; pero el colmo consiste en convenceros de lo contrario precisamente con una sobredosis intensificada de lo que normalmente abomináis". Lo que ofrece I SAW THE DEVIL sería algo así como el cutoff censurado de SEVEN o cualquier otra cinta que recuerden con psicópata asesino de por medio; funciona porque, ya que es lo que es, al menos no se toma la molestia de editarlo por los dichosos remilgos. Pero claro, de ahí a tildar este pasote de sadismo (con su punto de masoquismo también) de magistral... pues tampoco es eso; magistral era M, donde no había una gota de sangre pero podíamos ver claramente al diablo en los ojos de Peter Lorre. Los de Choi Min-sik, en cambio, parecen haberlo visto ya todo, así que transmiten poquita cosa. Por destacar algo, destacaría la escena del primer asesinato, excelentemente rodada y con un gran dominio del tiempo; luego todo se atropella mucho más...
Saludos ya vistos.

Jazz devil

martes, 29 de noviembre de 2011

El gran iconoclasta



Me entero de que Ken Russell ha muerto, y me preguntan por aquí: "¿Y quién diablos era Ken Russell?". Un director de cine, desde luego; pero también un metomentodo maravilloso, un diletante, un imperfecto necesario y un aperturista convencido, capaz de que las mayores tomaduras de pelo puedan ser hasta entretenidas. Russell tiene muchas películas, la mayoría semidesconocidas, pero, pese a que ya contaba con un importante bagaje como documentalista de lujo en la BBC de principios de los sesenta (fue el gran precursor de la ficcionalización del mismo), su puesta de largo como director de cine la hizo en 1967 con un extravagante film, el tercero que narraba las aventuras del escurridizo Harry Palmer y que atendía al sugestivo título de BILLION DOLLAR BRAIN. En realidad, yo no miraría aquí a 007 y sus estilizados métodos de lucha contra el mal, sino al camino abierto por Godard en ALPHAVILLE, donde el mal es mucho más ambiguo y la figura del héroe no está tan clara como pudiese parecer. Russell pervierte el material original y zarandea a un Michael Caine de mirada lánguida y gafas imposibles desde un modesto despacho londinense hasta Helsinki e incluso Texas; una fulgurante llamada telefónica le pone en órbita para entregar un misterioso termo de café, que en realidad contiene unos huevos con un potente virus. Palmer se encuentra con un viejo amigo (Karl Malden) y su atractiva y misteriosa pareja (Francoise Dorleac), para posteriormente acabar nada menos que con un reputado espía ruso (Oskar Homolka), y de allí a los dominios de un megalómano general tejano, de modos e ínfulas nazis, que pretende acabar con el comunismo empezando por Letonia y ayudado por el potente superordenador que da nombre a este fascinante film. Un film, eso sí, en el que uno debe dejarse ir sin hacer demasiadas preguntas; un divertimento de lujo que creo que no ha trascendido más por el poco respeto que le tiene al hermético género de espías. Sin embargo, y teniendo en cuenta la de veces que se le ha ido la olla a Ken Russell (con peores resultados), la revisión de BILLION DOLLAR BRAIN puede ser tan refrescante como reveladora; la obra de un inconformista, quizá no con tanto talento como a veces se le presupuso, pero sí poseedora de una visión propia que, además, esboza algunos dilemas a los que hemos llegado de cabeza cuarenta y cinco años después. Si pueden, rescátenla.
Saludos hipercomputerizados.

Billion dollar babies

lunes, 28 de noviembre de 2011

Un ejemplo olvidado



Cuando se habla de ironía, la ignorancia por parte de quien cita dicha sutil cualidad, tan sutil que no tarda en volverse contra el que pretendía usarla como arma arrojadiza. Es difícil ser irónico cuando se está en la cima y los parabienes son obtenidos de una u otra forma, limitando la necesidad de aumentar el grado de autoexigencia. Otros dirán que se trabaja mejor la ironía desde la marginalidad, sea más o menos radical, y que en verdad es sólo así como además el "elemento irónico" asume la única de sus naturalezas posibles: agredir al ufano usando sus mismos argumentos. Uno de los ejemplos más claros de todo esto lo podemos encontrar a lo largo de la extensa filmografía de Roger Corman, y sobre todo en uno de sus títulos más emblemáticos, para mí el más original desde luego. A BUCKET OF BLOOD traza, en apenas una hora de metraje, las líneas maestras de aquella sobrevalorada boutade cultural que fue la generación beat; y sorprende encontrarse con una esperpéntica representación de todo ello en mitad de la década que les vio brillar con más intensidad, los 50. Corman no esconde su vocación de outsider orgulloso de su pequeña parcela de libertad, lo que no deja de casar intrigantemente con toda su caterva; y en el otro extremo, el freak de verdad, no el que usa su pose, sino el que carece de un mínimo de inteligencia y/o chispa como para al menos "adornar" su total falta de talento. Sí, es cierto que en contadísimas ocasiones han surgido obras maravillosas desde la una naturalidad de todo punto rudimentaria; sin embargo, no es esto lo que interesa a Corman, sino teñir progresivamente de negro una historietilla de bohemios, vagos y oportunistas, mediante la que Walter (interpretado por el eterno secundario Dick Miller) es aceptado en un círculo lleno de hipócritas adocenados por una macabra jugarreta del destino. A BUCKET OF BLOOD mantiene intacta toda su frescura y desparpajo más de cincuenta años después de su realización, lo que la convierte en una de esas joyas imprescindibles de ese cine presuntamente pobre en recursos, pero rebosante de ideas y propósitos. Si no la conocían, ya tardan en buscarla.
Saludos sanguinolentos.

The bomb

domingo, 27 de noviembre de 2011

Rincón del freak #47: Aleteos #3 o "Hasta los mismísimos de las mariposas del copón"



No pasa nada, aquí me incluyen también la de ayer, que a lo mejor era hasta más mala... No sé, me da igual, vaya... Otro pestiñazo insufrible que no se sabe qué quiere contar ni cómo, sólo hacer caja en base al cachondeíto de lo de las mariposas, los viajes en el tiempo y demás ¿Y esto no es denunciable? Uno ve la portada del DVD de esta bazofia y todo encaja con la primera, los colores, los dibujos, las letras; y ve que pone THE BUTTERFLY EFFECT: REVELATIONS... ¡Toma ya y ole tus cojones!... "revelations", pero qué bien que queda eso. Como no quiero hacerles el Domingo más cuesta arriba de lo que ya lo es, se lo resumo en pocas palabras. Sale un tipo que le duele la cabeza, así que se va a un bareto de los que nadie sabe dónde están, porque tras tres o cuatro chupitazos y de hablar de gilipolleces, la camarera, rubia platino y con un 130 de pechera, se va con el colega y se lo tira. Ya tenemos casi media hora consumida, continuamos. En lugar de tomarse un ibuprofeno o una B12 o algo parecido, lo que este elemento hace es meterse en una bañera con agua fría, cosa que le permite ver cosas raras, como Rappel o Pepiño Blanco... Y me parece que había un asesino o algo así, pero tampoco me acuerdo; la cosa es que tras ver al muchacho meterse tres veces en la bañera con electrodos en la cabeza la pregunta retumba insistente: "¿Por qué? ¿Cómo me pongo yo a ver esto, por dios bendito?...". Y... ya está. Que no la vean, vamos...
Saludos mariposones.

Butterfly

sábado, 26 de noviembre de 2011

Aleteos #2



En un alarde de facultades totalmente insólito, les propongo que hablemos de una película sin hablar de ella, más que nada porque es muy mala y porque además tiene la desvergüenza de pretender ser la continuación de otra sin serlo, porque apenas tiene nada que ver. Me refiero a THE BUTTERFLY EFFECT 2, que supongo que muchos irían a verla atraídos por el título sólo para descubrir que aquello era, sólo podía ser, obra de un caradura. Y eso que se podría haber hecho algo decente, porque la cosa empieza con una inocente comida en el campo, una fotografía (véase imagen) y un momento que se quiere inmortalizar. Apenas dos o tres minutos, luego... ¡el horror! Da igual lo que pase, da igual que digan: "¡Hey, mira, viajo en el tiempo!". Porque es un plano con un hombre y luego otro plano con otro hombre; y nos da igual lo que le pase al tipo en cuestión, porque no sabemos qué diablos pinta ahí y tampoco sabemos qué pintamos nosotros viendo esto... Y lo único que nos redime es el consuelo de los tontos, que luego hicieron otra... Sí, sí, otra... Y peor, mucho peor... Y sólo por eso no pongo ésta mañana... Terrible, terrible...

The butterfly FX

viernes, 25 de noviembre de 2011

Aleteos #1



Un poco de cine comercial del que conoce todo el mundo para abrir y cerrar el fin de semana, que tampoco viene mal. Una opinión: THE BUTTERFLY EFFECT podría haber sido una gran película si no se hubiese inclinado ante los mantras de la cuota de una manera tan descarada. Casi pidiendo disculpas, Mackye Gruber y Bress rebajan la intensidad de un Shyamalan o un Fincher para demostrar que la truculencia también puede ser muy "mona". Y qué mejor que otorgarle el protagonismo al rostro mojabragas del momento, un limitadito Ashton Kutcher que bastante hace con no delirar demasiado intentando convencerno de lo que nunca será: un buen actor. La escaramuza mediante la que se forma todo este tinglado, a veces fascinante, a veces confuso, la mayoría ininteligible, es una habilidad para viajar en el tiempo que no se sabe de dónde sale pero que, aparte de tener un infalibilidad que para sí la quisiera el gobierno entrante, al final se convierte en algo rutinario "Vale, venga... me voy a 1978... ¿podéis tender la colada antes de que vuelva?...". No sé si me explico; THE BUTTERFLY EFFECT es lo que es, y lo es a la perfección, por lo que yo no le puedo pedir más de lo que puede e incluso debe ser, un blockbuster muy entretenido y con un par de momentos desaprovechadísimos, como el pudor demostrado a la hora de indagar más en el interesante y oscuro personaje interpretado por Eric Stoltz. Debo aclarar que hasta hace escasos meses sólo había oído hablar de esto muy vagamente, pero como casi todo el mundo la ponía casi como una cult movie, me puse manos a la obra; dos conclusiones: la gente es un pelín exagerada y (y esto es más preocupante) acabé con la inquietante sensación de que este tipo de cine es el que más daño le ha hecho a los métodos de distribución del cine. Pero como lo malo sólo puede ir a peor, mañana más...
Saludos insectívoros.

Butterfly

jueves, 24 de noviembre de 2011

Más que una bandera #3



Krzysztof Kieslowski puso con TROIS COULEURS: ROUGE el punto final a la "trilogía de los colores" e, inesperadamente, el epílogo a toda su filmografía, truncada por su repentina muerte. Y, francamente, pese a no haber podido ver todos los trabajos del director polaco, me sigue pareciendo su cima creativa. ROUGE... es una película única en su especie, no logro darle una etiqueta apropiada, y precisamente ahí reside su mayor valor, en su poder no de seducción, sino de hipnotismo. Casi como si de un juego de serpientes y escaleras se tratara, Kieslowski nos introduce en la vida de Valentina, una modelo fotográfica, con un elaborado e ingenioso juego de espejos que funciona admirablemente en una sucesión de conversaciones de teléfono aparentemente insustanciales e inocentes vistazos por la ventana a los actos ajenos. No sabemos qué diablos pretende Kieslowski, no hay drama ni tensión, y además la frivolidad asoma tras el día a día de lo que nos es presentado como una  "chica bien". Sin solución de continuidad, Valentina atropella a un perro y lee la dirección del dueño en el collar; todo dará un vuelco. Es el azar en su máxima expresión, pero también algo que no suele verse en una pantalla: cómo afectan las circunstancias a los personajes según éstos nos han sido definidos anteriormente. Jean-Louis Trintignant elabora una actuación memorable casi sin inmutarse, que es por lo que esta obra maestra será recordada para siempre. El dueño del perro es un siniestro juez retirado que parece haberse abandonado a sí mismo en una autodestructiva posición nihilista; solo, su única ocupación consiste en espiar a sus vecinos interviniendo sus teléfonos, una ocupación tan repugnante como esclarecedora. Valentina se verá atrapada en el agujero negro y nada será igual para ninguno de los dos a partir de entonces. Lo que me sigue maravillando de esta película es la suavidad con la que concilia ángulos de vista tan radicalmente contrapuestos, un ejercicio de madurez narrativa que me parece ejemplar en el cine del último siglo XX; por supuesto, se eleva por encima de las otras dos, y como hermoso colofón, se permite incluso mostrar, ya al final, a los protagonistas de las otras dos partes. Véanla, es una maravilla.
Saludos rojos.

Your lips are red

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Más que una bandera #2



En TROIS COULEURS: BLANC, Kieslowski reinventa la comedia y voltea todo lo que podríamos haber preconcebido tras el "capítulo azul". Puede que lo único que se mantenga intacto en este corrosivo y mordaz film sea el metafórico juego al que se prestan las evocadoras imágenes del director polaco, esta vez incidiendo en la particular idiosincrasia de su propio país, reflejada perfectamente en el pasmado rostro de Karol, el desdichado peluquero que de golpe y porrazo se encuentra en la miseria, abandonado por su mujer francesa y en un país del que lo desconoce todo y donde no logra encajar de ninguna manera. De nuevo la catarsis, la ruptura radical con todo lo que sostenía una vida y una forma de entenderla. Y de nuevo Europa (con qué actualidad resurgen estos tres títulos en estos tiempos tan inciertos), pero no una Europa ansiosa por comprenderse a sí misma, sino la Europa rencorosa, y con motivos. Karol, el summum de la desgracia, una especie de alfeñique de escasa personalidad, sólo es capaz de olvidarse del incomprensible amor hacia su ex-esposa urdiendo un maquiavélico plan desde su Polonia natal, plan que no desvelaré pero que es más que una venganza, es una autoafirmación negando al otro. BLANC... es el la que considero menor de las tres de esta excepcional serie de films, pero en modo alguno una película fallida, simplemente una extravagancia tanto en fondo como en forma, que sólo logro entender como una especie de ajuste de cuentas de la Europa del Este hacia la soberbia "vieja Europa occidental". El principal problema que le veo es compatibilizar la chispeante historia de amor/odio con los motivos territoriales, aparte de que el tándem Zamachowski/Delpy no termina de funcionar, puede que Kieslowski los mantiene tanto tiempo separados que luego nos cuesta regodearnos en la venganza con la que culmina esta curiosa comedia negra, única en su especie y más fácil de ver que sus adláteres. Y mañana más... y mejor.
Saludos blancos.

My white bicycle

martes, 22 de noviembre de 2011

Más que una bandera #1



Lo que más me interesa de TROIS COULEURS, en su conjunto, es su magnífica vocación compositiva como extenso poema o mapa emocional, lo que queda patente en aspectos que para Kieslowski son básicos, mientras que para la inmensa mayoría de directores/autores no es que pasen desapercibidos, sino que da la impresión de ser hasta molestos. Comenzar hay que comenzar con TROIS COULEURS: BLEU, un subrayado de cómo nace la depresión tras la ausencia, de la catarsis después de perderlo todo. Julie va tomando conciencia de que su marido y su hija están muertos, el hallazgo de Kieslowski es mostrar esta terrorífica asimilación con su curso natural, tomándose su tiempo, y que esto le sirve para introducir el tema que realmente le interesa: Europa como continente/Francia como contenido; y de ahí a cualquier dilema humano. En mitad del discurso de identificación identitaria (y este film tiene ya 18 años), el individuo resurge frente a los estados y sus límites; es un elogio del destierro, y tres o cuatro instantes mágicos nos lo muestran con una sutileza para la que hace falta un poco de sensibilidad. El castillo vacío (vaciado), por donde Julie borra toda su vida anterior, consciente de que no tiene sentido seguir añorándola; su único interés es venderlo cuanto antes. La extraña e intensísima escena en la escalera, cuando Julie se queda fuera de su propia casa por ir a curiosear unos ruidos en el exterior; con apenas tres movimientos de cámara, Kieslowski traza la imposibilidad de la independencia absoluta y el desamparo del ser humano ante lo que desconoce. Por último, Julie acepta enfrentarse a las composiciones que en un principio deseaba destruir, el último eslabón con su vida anterior; al sonar las estremecedoras notas compuestas por Zbigniew Preisner, no sólo nos son mostrados los motivos por los que no rompía con una vida idealizada, sino todo lo contrario, sino que además retoma una liturgia mediante la que renacer, esta vez de verdad, sin renuncias a lo que no es más que parte de su vida, a observar los añicos sin temor.
Hablar aquí del espectacular trabajo de Juliette Binoche, premiada junto al film en Venecia, es casi una reincidencia que no tiene nada de casual, así que ni me extenderé ni intentaré ensayar ningún "broche" ornamental; primero porque el film no lo requiere, o no lo entenderíamos en toda su compleja amplitud, pero también porque el de hoy no es más que el primer paso en este tríptico fundamental en el cine europeo del siglo XX. Así que me despido hasta mañana recomendándoles que vean ésta y también las otras dos.
Saludos azules.

Días azules

lunes, 21 de noviembre de 2011

El maravilloso mundo de los idiotas



He vuelto a ver FARGO, que era algo que me había prometido hace mucho tiempo; creo que es la tercera vez. La primera no me enteré de nada, no sabía qué movía a los personajes a ser como eran (ojo, no a hacer lo que hacían), ni tampoco me mojé las bragas con su espartana puesta en escena. La segunda aún fue peor, pues, sabiendo como sabía el desenlace, sólo me quedaba disfrutar con el trabajo de los Coen, pero me seguía pareciendo una película demasiado rutinaria (y más con la perspectiva de todos sus films posteriores) como para elevarla a los altares. Cine negro hay mucho, de muy diversos pelajes, dosificados por presupuestos, calidad del guion o la indescifrable atmósfera que a veces le da ese toque único con regusto a buen whiskey; pero cada vez está más difícil sorprender. FARGO tiene ya quince años, como digo la he vuelto a ver por tercera vez y tampoco me dice gran cosa, pero al menos le reconozco un valor que quizá pasé por alto: su extraordinaria concisión. En un mundo actualmente dominado por el relleno innecesario, movido quizá por una injustificada justificación de presupuestos en plena crisis económica, los Coen no ponen más que lo que necesitan, que no es mucho; apenas una hábil escisión entre el delito que se va a llevar a cabo y la subsiguiente cadena de crímenes y la entrada en escena de la agente Marge, a la que le bastan dos interrogatorios y un golpe de suerte para "encontrar" a los desastrados malhechores. Me gustó mucho otro aspecto, pero está tan descuidado que en el segundo tramo de la película ya no parece interesar, y sin embargo podría haber salido una magnífica sátira social; me refiero a los oscuros intereses del suegro de Jerry Lundegaard, que no sólo lo arrinconan en su propia familia sino que le llevan incluso a desearle la ruina económica. Ahí había material inflamable para meter el dedo en la llaga, pero también es cierto que la película habría sido otra muy diferente; en lugar de ello, los Coen se son fieles a sí mismos y se empecinan en su desfile de retrasados mentales que hablan sin mirarse, como si decir sandeces todo el rato fuese algún tipo de síntoma de normalidad. No sé, francamente, no me parece una bazofia ni mucho menos, se ve sin mayores problemas y es entretenida, pero está a años luz de, por ejemplo, MILLER'S CROSSING, aunque no tengan nada que ver, ni en fondo ni por supuesto en forma. Y que conste que esta reseña no viene dada por los resultados de ayer... no sean suspicaces...
Saludos nevados.

Strange weather

domingo, 20 de noviembre de 2011

Rincón del freak #46: Imaginación contra la crisis en días de abnegada obstinación electoral



Jodorowsky emigra a México para codearse con la vanguardia sesentayochista que todo lo podía (todo lo pudo) entonces; Fernando Arrabal le presta un texto suyo y decide ponerlo en imágenes; la cosa termina como el film que hoy conocemos como FANDO Y LIS. Barro, pintura negra, taparrabos, caras raras, saltos por doquier, efectos de sonido (tape mix), extras hasta debajo de las piedras (literalmente) y ese honorable gusto por que no se entienda nada de nada, que es la única forma de asegurarte que después te llamarán para tener que explicarlo. No es que sea mala, es lo que es: una película de Alejandro Jodorowsky. Y sobre el chileno mantengo una teoría que da para múltiples interpretaciones y debates; porque el séptimo arte habría ganado muchísimo si no se hubiese emperrado en dirigir sus propias películas y se hubiese limitado a crear desde la sombra; los mundos que crea Jodorowsky no existían antes, aunque sólo sean reinvenciones más o menos ingeniosas de paraísos artificiales dentro y fuera de la Historia de la humanidad. FANDO Y LIS necesita tirarse de cabeza por un barranco y prenderse fuego sólo para explicar la eterna pamema chico/chica. No es la sorna buñueliana, ni el bisturí godardiano o el vaciado bressoniano, es la incapacidad de susurrar, la necesidad agónica del gesto por el gesto, bonito y simpático ahora que estamos tan alejados de aquella cifra mítica, pero como cine, FANDO Y LIS ha envejecido tanto como los sistemas tetramétricos de su director. Véanla sólo si tienen mucha curiosidad o tienen que aguantar al pelma cultureta de turno que no para de calentarles la oreja con las bondades de este experimento.
Saludos en carretilla.

Love cry

sábado, 19 de noviembre de 2011

Futuro pluscuamperfecto



Desconfíen de DEMONLOVER, no es la película que parece ser; no la que promete ser, porque Olivier Assayas no promete nada, sólo lo insinúa para terminar jugando con el intelecto del espectador. Bien hecho, creo yo, porque de alguna manera volvemos a las raíces, a ser un poco más inteligentes en base a lo avispados que demostremos ser. Tampoco demuestra nada DEMONLOVER, no es un cuento que empieza y acaba, ni siquiera pretende enseñarnos ningún tipo de lección. DEMONLOVER es una conjetura, exactamente igual que el experimento de Godard en ALPHAVILLE o Tarkovski en STALKER (notablemente superiores, si me permiten la observación); un autor se abandona en los brazos del género para, seguidamente, saltar de los mismos y subvertirlo como fin en sí mismo. DEMONLOVER no sólo habla de la manipulación digital y hasta se disfraza con los distinguidos oropeles de la liturgia, sino que no se salta ni una coma de lo que podría haber sido un nuevo thriller supuestamente futurista ¿Entonces qué? Pues entonces, justo cuando (tan listos que somos) creemos haber apuntalado bien los tres o cuatro trucos del escurridizo director francés, resulta que esto no era ni MATRIX, ni JOHNNY MNEMONIC, sino el adelanto de, por ejemplo, INLAND EMPIRE, mejor hecha, claro. Efectivamente, pueden leer la sinopsis si quieren, pero les hará el mismo efecto que si ven la película sin sonido: no se van a enterar de nada. En lugar de eso, les propongo que se esfuercen por abstraerse de todo artificio y se concentren en el rostro de Connie Nielsen, ahí está la clave. Quedan avisados.
Saludos endemoniadamente amorosos.

Paradise circus

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un cuento de horror romántico



Haga usted una película, a comienzos de los años sesenta, ambientada en el siglo XIV y que trate sobre una oscura leyenda medieval. Mezcle brutalidad, reflexión teológica, agnosticismo, romanticismo y no pase de las catorce páginas de diálogos. Por supuesto, en Blanco y Negro... Si encuentran otro caso parecido, aparte de JUNGFRUKÄLLAN (EL MANANTIAL DE LA DONCELLA), avísenme, pero lo van a tener difícil.
Siempre uno o varios pasos por delante, Ingmar Bergman ideó una claustrofóbica, brutal y bellísima película a la que sólo se puede y se debe acceder con una entrega absoluta. Y es que todo comienza por los cauces del fanatismo religioso, con una extraña ofrenda a una virgen por parte de otra, una joven princesa que ha de recorrer un peligroso camino por el bosque. No me gustaría contar demasiado, porque lo cierto es que los meandros narrativos por los que discurre esta obra maestra, además de adelantar muchas claves del cine que se haría posteriormente, es una caja de sorpresas, donde las apariencias, las ilusiones, tan presentes en el cine del maestro sueco, hacen que dudemos hasta de lo que nos es presentado como hechos irrefutables. Pocas veces he visto mejor representada una supuesta Edad Media, y no por un derroche de medios técnicos, sino por un tratamiento de los personajes que poco tiene que ver con, por ejemplo, el Siglo XX; moral y religión entrecruzadas, indivisibles en un cuento verdaderamente terrorífico, que hace enmudecer a los ignorantes, a los que creen saber algo sobre cine, el cine como artefacto y no como facto. Desmontar esto no es fácil, pero empezar viendo JUNGFRUKÄLLAN ayuda a cambiar la embotada percepción que podamos tener acerca de la "adaptación" de un tiempo pretérito. Y todo esto sin hablar de la impresionante labor de los actores, con Max von Sydow en todo su esplendor y Birgitta Valberg dando vida a esa doncella que apenas entiende el despiadado curso que tomará su vida. Especialmente significativa es la "dreyeriana" escena final, una especie de metáfora que resuena mucho tiempo después de haber visto esta extraordinaria película. Imprescindible.
Saludos inagotables.

Meadow of love

jueves, 17 de noviembre de 2011

Una muerte idílica



Hoy voy a hablar aquí de una de esas películas que deberían estar en casi todos los blogs, y por una razón muy sencilla: si no fuese así, no la conocería nadie. Esto es así por su nula distribución y por su propio carácter, afable, reposado y repleto de buenos sentimientos; es decir: todo lo contrario a lo que le suponemos al presuntamente potente último cine europeo. Esta peliculita, como esas novelas de apenas cien páginas que nos dejan totalmente satisfecho al acabarlas, atiende al nombre de EMMA'S GLÜCK, y nos narra la aturullada peripecia de Max, un tipo cualquiera que trabaja vendiendo coches, que está más solo que la una y que un día recibe la tremenda noticia de que apenas le quedará un mes de vida por un repentino cáncer de páncreas. Tras un mediano desfalco, decide largarse a toda prisa a un país exótico y languidecer rodeado de los placeres que nunca tuvo; sin embargo, el azar querrá que todo se vaya al traste y termine en la granja de Emma, una robusta y dulce chica (maravillosa interpretación de Jördis Triebel) que se las arregla como puede entre sus animales, mientras una orden de embargo pesa sobre su maltrecha propiedad. Afortunadamente, EMMA'S GLÜCK ofrece mucho más de lo que promete, porque lo que promete es la enésima historietilla de chicoconocechica de ámbitos diferentes, con todos los equívocos que podamos imaginar; en lugar de ello, y pese a que el elemento cómico (¡una película alemana!) está presente constantemente, siempre hay una especie de amargor indescifrable flotando alrededor de estos dos personajes que sólo buscan un trocito de felicidad. No podríamos imaginar un final tan amargo, por ejemplo, en una película americana del mismo corte; es por ello que este film, que cuenta ya con cinco años y sigue siendo lo último rodado por su joven director, posee la extrañísima cualidad de no defraudar a plateas tan diferentes como puedan ser los que esperan un cine genuinamente romántico y otro del desapego, tan frecuente en este cambio de siglo. Cine muy recomendable y muy sorprendente; véanla si tienen la oportunidad.
Saludos afortunados.

For Emma

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Feminismo machista



Creo que pocos títulos (y van unos cuantos) se ajustan tanto a la película aquí comentada como el de hoy; y a lo mejor al genio de Calanda hasta le hacía un poco de gracia, no sé. Lo que sí voy a saltarme es el cuento de que UNA MUJER SIN AMOR es una película de la que Buñuel renegó toda su vida; primero porque el film es, lo queramos y nos guste o no, lo que es, un melodrama muy mexicano/europeísta (por favor, permítanmelo...) con un personaje central que, sin abandonar su hipercondición de mujer desgraciada (aunque pudiente... ¿melodrama era?), extrae su fuerza de un insólito reverb masculinizante, según el que (al menos a mí me ocurrió) algunos mitos de nuestro feúcho siglo XXI quedan obsoletos. A saber: la mujer sin amor no es tal, sólo se casó con un señor mayor y adinerado. Su gesto ante los parabienes dedicados por su recién adquirido amante suele ser una mezcla de disgusto, azoramiento y licuación vaginal envarada. Sus hijos son unos pelmazos, cada uno a su manera, pero ella les pega capotazos constantemente, a sabiendas de que algo falla en el asunto. El asunto es que, mientras no se ve con fuerzas para dejar al carcamal en el INEM afectivo, tampoco le seduce la idea de tirar por el sumidero del aburrimiento sus mejores años. La conclusión es que Buñuel habría hecho esto infinitamente con más salero en España y un par de décadas después, sobre todo por verificar qué retruécanos se le habrían ocurrido para burlar la censura al mostrar un personaje tan sumamente complejo encerrada en una apariencia tan simple; una mujer sin amor porque su verdadera vocación, creo, era tener bigote y nómina pensional... Ahora elucubren todo lo que quieran...
Saludos sin amantes.

Love less

martes, 15 de noviembre de 2011

De los modos pretéritos



Hmmmmmm... Leo en Cahiers du Cinema España que Manoel de Oliveira, a punto de cumplir 103 años, prepara una nueva película ¿Qué pensar? ¿Se las hacen? ¿Estará embalsamado? Es un caso único y casi científico, diría; pero el caso es que las películas están ahí, aunque de vez en cuando sean fallidas, como SINGULARIDADES DE UMA RAPARIGA LOIRA, de hace un par de años, donde Oliveira adaptaba un cuento corto de Eça de Queirós. Y ahí debía haberse quedado, concluiría, porque la verdad es que alargar esta mera anecdotilla de sobremesa, de no ser por expresos asuntos estéticos, resta toda posible complicidad entre lo que el director proyecta en su imaginario y quiere ofrecer a un espectador del siglo XXI, poco dado a la frivolidad cortesana. Un cortometraje habría sido lo ideal, pero el director portugués parece no querer detenerse ahora que su vida es una incertidumbre y su obra puede acabar en cualquier momento; aun así, hay momentos aislados de una extraña belleza suspendida, como los fantasmagóricos planos de las habitaciones, donde una presencia apenas parece formar parte de la decoración. Sin embargo, el alargamiento del relato oral, aparte de su inverosimilitud, ralentiza en exceso un desarrollo pastoso, detenido y ensimismado en lo que apenas son unas nimiedades burguesas de alta alcurnia. Película fallida, por tanto; disculparla me parece innecesario, porque Oliveira tiene suficientes grandes títulos como para que esto nos importe, pero véanla si de verdad les interesa el cine del centenario portugués, su tiempo, aun pareciendo de otro tiempo, también pertenece al nuestro.
Saludos rubicundos.

Love is a blind ambition

lunes, 14 de noviembre de 2011

Enredos y situaciones



DON McKAY dura aproximadamente 90 minutos. Su atropellado comienzo la emparenta a cualquier comedieta norteamericana costumbrista; con sus personajes ligeramente estereotipados, su argumento que promete mucho más de lo que muestra... La continuación se tiñe repentinamente de negro: sus diálogos dejan de ser costumbristas y buscan en el libro de estilo que han depurado, por ejemplo, los hermanos Coen (véanse, mayormente, FARGO y BLOOD SIMPLE). El final demuestra una realidad incontrovertible: una cosa son las (buenas) intenciones y otra que todo conduzca hacia un todo no sólo bien encajado, sino que además aporte algo a la modernización de los géneros. Quizá sea pedir demasiado, porque DON McKAY podría funcionar como obrita de teatro, pero se diluye insustancialmente en su incomprensible dedicación a caerle bien a casi todo el mundo. Es un engaño con una herencia de por medio; unos personajes levemente siniestros que intentan aprovecharse del pobre Don, en realidad un "Don Nadie" un poco forzado, un limpiacristales con apariencia de otra cosa que es reseducido por una supuesta novia de hace nada menos que un cuarto de siglo. Es lo de menos, lo hemos visto decenas de veces y mejor recreado; tan sólo podría destacar al septuagenario M. Emmet Walsh, en uno de sus últimos papeles, y la probabilidad de que Golberger, en un futuro no muy lejano, dé con cierta regla (tópica o no) mediante la que depurar unas ideas excesivamente atropelladas, sobre todo teniendo en cuenta que tampoco son tan ambiciosas. Esperaremos.
Saludos "reseducidos"... qué palabra más extraña me ha salido...

Taking you home

domingo, 13 de noviembre de 2011

Rincón del freak #45: Manual práctico sobre cómo hacer el ridículo ante millones de personas y sentirte orgulloso porque te has llenado los bolsillos con ello



Vale, no voy a extenderme mucho porque tengo cosas mejores que hacer y porque esta reseña podría llegar a ser más profunda que el guion de EAT, PRAY, LOVE, algo que me llenaría de una repugnancia aún mayor que la que sentí el otro día ante esta cosa de casi dos horas y media... Lo resumo de la siguiente forma: Julia Roberts no gesticula; no puede. En lugar de ello pone la cara que ponía el gato de SHREK. Es una niña consentida que ve claramente cómo se le va pasando el arroz, así que manda al carajo a su marido (otro elemento) y se pira a dar la vuelta al mundo a golpe de American Express. Primero se va a Italia y este trasunto de director (cuando yo dije que Nip/tuck era una bazofia todos me miraban raro... vale) se dedica a amalgamar un tópico tras otro: platos de pasta, botellas de Chianti, mammas en bata, vespas y toooooodo el tiempo del mundo para rascarte los cojones... que trabajen los demás... Luego se va a la India a meditar... (Sí, MM, te puedes descojonar a gusto), pero en realidad lo que hace es la puta vaga, que parece ser lo único que se le da bien (lo digo porque le suena el despertador y se queja la muy mamarracha). La apasionante trama hace que conozca a un Richard Jenkins que no sé qué pintaba por ahí y a una adolescente que se va a casar..., vamos, ni Hitchcock... Pero lo mejor aún estaba por llegar. Nuestra heroína recala en Bali, donde todo el mundo está contento y feliz, menos una masajista divorciada a la que la Roberts le recaudará en un santiamén 18.000$ del ala, que para eso tiene supercompis en todas partes. No me pregunten por qué, pero resulta que en Bali hay una comunidad de brasileños... ¿?, y uno de ellos es Javier Bardem... ¿? El problema es que lo han doblado con acento portugués, de Portugal... ¿? Y... bueno, en realidad el problema lo tengo yo por estar hablando de esto... Ya está, no digo nada más. Una de las asquerosidades más barriobajeras que he visto en mi vida. Sin más.
Saludos malfollaos.

Sex, sleep, eat, drink, dream

sábado, 12 de noviembre de 2011

Materia oscura



Yo podría hablar aquí acerca de una cosa que vi hace poco en mi irrefrenable deseo de reciclaje con las nuevas tecnologías. Por supuesto: fiasco. DEAD SPACE es, según tengo entendido, una especie de franquicia de videojuegos de esos modernos, con mucho colorín, mucho monstruito, mucho ruidismo gratuito y toda la pesca. Pues resulta que, no contentos con venderlo a 200€, y así contribuir a la idiotización del planeta Tierra mediante el desembolso indiscriminado, también quieren hacerles peliculitas animadas... De hecho, ésta, de sobrenombre AFTERMATH, es una de ellas (de momento van dos, creo). Vale, la cosa en cuestión es una basura sin sentido del ritmo ni apego al bruñido de neuronas; le puede gustar a los que ven habitualmente porno en 3D y no fruncen el ceño ante brazos de un metro de ancho ni tetazas de 170... Es una pista, claro; se tiende a exagerar lo que no tiene valor alguno por sí mismo, pero da igual, no se vayan a devanar los sesos por una cosa de estas... El problema es (y le voy a dedicar pocas líneas) cómo se desvirtúa cualquier cosa en pos de "lo moderno", aunque aburra a las vacas y su coherencia argumental sea la misma que la del Pac Man. Aquí se ve claro lo de "subproducto al servicio de...", y no tengo ni puñetera idea de cómo llegué a tragarme semejante tontería ni cómo, por supuesto, he gastado media hora de mi vida en escribir esto... ¡Valiente sabadito!...
Saludos en punto muerto.

Dark space

La última frontera



Hoy estoy extrañamente rumboso, así que 2x1 al canto que te crió, por el mismo precio y sin IVA añadido, como en los viejos tiempos, vaya... Y resulta que, repasando los títulos que iba a comentar este mes, me salían dos seguidos casi con el mismo ídem, así que ¿por qué no matar dos pájaros de un tiro? Además, aparte de la anécdota reseñada, ambas están en las antípodas de su propia circunstancia fílmica. La primera es una cinta de culto... pero de culto culto; nada menos que el mediometraje (31 m.) que dio a conocer a uno de los nombres imprescindibles de ese otro cine que no parece tener cabida en los circuitos tradicionales de distribución. Me refiero a AFTERMATH, de Nacho Cerdá; y los entendidos en el género seguro que están asintiendo con la cabeza. AFTERMATH contiene casi todas las constantes que encumbraron a un tal Jorg Buttgereit hace 25 años, sólo que sublimados, estilizados y con una reflexión mucho más certera, profunda y, por tanto, terrorífica sobre el espinoso asunto de la necrofilia. Cerdá muestra a un personaje sin palabras, frío, seco, moviéndose con soltura en un espacio, la sala de autopsias, donde la mayoría de nosotros sólo podríamos sentir repulsión. Este personaje parece disfrutar cortando los cadáveres, eviscerándolos; vemos un cerebro en una balanza, la sangre cayendo a un enorme embudo... Lo que Cerdá introduce es la posibilidad del elemento nihilista, según el cuál la carne muerta queda exenta de su sacralidad humana, y, por tanto, expuesta a un posible saqueo. Primero, este tipo, en su desequilibrio, roba trozos que le irá dando de comer a su perro; no hay pasión ni regocijo, todo parece regirse por una extraña fuerza que le impulsa a traspasar todas las reglas y convenciones. Por supuesto, aparece el deseo necrofílico, exactamente igual que en NEKROMANTIK, y al igual que en la cinta alemana, Cerdá se muestra todo lo pudoroso que no parecía en los primeros minutos, lo que termina dejando una sensación extraña, como que siempre existirá la ficción como barrera insalvable y que, además, lastra este tipo de producciones, cuyo deseo de subversión parece constituir su motor principal. No deja de ser, sin embargo, una de esas escasas curiosidades de nuestra filmografía, poco o nada acostumbrada a que lo underground se tome en serio a sí mismo.
Saludos post mortem.

Aftermath

viernes, 11 de noviembre de 2011

Impresionismo cinematográfico



Yo no sé si ustedes saben de qué va ASHES OF TIME... De hecho, ¿alquien tiene idea, aparte del tema económico, de si lo del "redux" supuso algún tipo de explicación que nos hubiésemos perdido? No sé, yo creo que no, que el "redux" ha sido sólo la inclusión de más metraje, lo que le da más enjundia y solemnidad y además refuerza esa sensación de que el director de este batiburrillo no era Wong Kar Wai, sino Christopher Doyle. Es osado y pedante por mi parte, pero no me cachondeo de nadie; ASHES OF TIME es un compendio de imágenes montadas a ritmo de WuXia ultraralentizado y ensimismado, punteado aquí y allá con una serie de sentencias (no frases) en búsqueda inmediata de lo absoluto y/o infinito... Es decir, una especie de THE TREE OF LIFE oriental un poquito más entretenido y un con un poquito de más inventiva visual. Casi más que una película, ASHES OF TIME es la plasmación de los esplendorosos recuerdos de un tipo que agoniza en cualquier parte; algo que podría haber quedado muy estupendo en una novela pero que desorienta cuando empiezan a revolotear esas imágenes en tono pastel chillón sin que nos podamos explicar con certeza qué diablos está pasando. Si queremos tomar una clase magistral de fotografía, entonces estamos ante el título correcto, Doyle efectúa un trabajo desbordante, lleno de sensibilidad y agresividad a partes iguales; en cambio, como película, puede que todo lo que pudiese tener de interesante se ha quedado en alguna parte de la cabeza de Wong Kar Wai, y a lo mejor hasta lo ha olvidado...
Saludos cenicientos.

Time

jueves, 10 de noviembre de 2011

Políticamente erróneos



Tuve exactamente la misma sensación hace diez años que hace un par de meses, cuando volví a revisar K-PAX, una película que, como vulgarmente se dice en mi tierra, me da tela de coraje ¿Y por qué?, supongo que se preguntarán ¿Es que es tan mala? Pues no, no es que sea mala, sino que está totalmente equivocada, tanto en el fondo como, sobre todo, en la forma. No he tenido el placer de leer la novela de Gene Brewer en la que se basa el torpísimo y convencional guion de Charles Leavitt, pero puedo imaginarme que no ha de parecerse en demasía ni discurrir por los mismos y trillados lugares comunes de este desaprovechado film; tan desaprovechado que ni siquiera es capaz de sacar tajada del espectacular enfrentamiento actoral entre dos monstruos como Kevin Spacey y Jeff Bridges, este último casi irreconocible en un papel incomprensiblemente insustancial. Y eso que la cosa empieza bastante bien, con un misterio de los que te enganchan irremediablemente a la pantalla. Prot (Spacey), proclama a los cuatro vientos, desde su reclusión en un pabellón psiquiátrico, que proviene del planeta K-Pax y que, llegado el momento, con fecha exacta, partirá para siempre. Prot es tratado por el doctor Powell (Bridges), que lo toma como un desafío personal, dado que atraviesa una especie de crisis de autoconfianza, que no sólo le hace dudar de su propia capacidad como terapeuta sino (y he aquí el hallazgo de la historia) si remotamente pudiera ser cierta la descabellada afirmación de Prot. El reto es aquí no hacer risible un complicado juego formal, puesto que se nos intenta convencer a nosotros mismos de que... "¿y si...?", al tiempo que la narración ha de ir preparando un final que, sin ser lo peor del film, queda con poca sustancia. Casi todo el mundo lo dice, y no puede ser casualidad: podría haber sido algo muy grande y se quedó en un título más de fondo de catálogo. Aun así, para quien no la haya visto puede ser medianamente interesante acercarse a ella.
Saludos interestelares.

Clipper

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Paradigmas, síntomas, lugares comunes y callejones sin salida



Lo ideal sería estar en Japón (ser japonés, claro), acercarse a una sala de las que tienen muchos colorines y entrar a ver PÁJAROS DE PAPEL, de un tal Emilio Aragón (no es un chiste por lo del Origami, créanme). Lo digo por si al vástago de Miliki le complaciera o complaciese que alguien en el mundo pueda encontrar su sentido homenaje paterno (y paternalista) como un exotismo más allá de las convenciones comerciales. Muy lejos habría de irse este sobadísimo y pasado de rosca filetazo ambientado en la guerra civil y aledaños; aun así, me abstendré de calificarla como basura, porque no lo es, sobre todo teniendo en cuenta que basura la hay, a raudales, surcando las pantallas patrias cada día. La película empieza con brío, mostrando como puede un lugar y un tiempo que hemos visto representado cientos de veces, lo que evita la sorpresa. Lo bueno es que Imanol Arias y Lluís Homar son dos actores cincelados en roca que aguantan impávidos lo que les echen, llámese diálogos insufriblemente autocomplacientes, sentimentalismo de opereta o el socorrido impulso de "a correr tocan". Lo mejor son los actores, sí; incluyendo a una Carmen Machi tremebunda, que uno no sabe de dónde se la ha podido sacar un tipo tan pacato como Aragón, y a los estupendos José Ángel Egido y Luis Varela, puede que ultimísimos de una estirpe de secundarios cercenada a hachazos del cine español. Luego, los números musicales son divertidos, creíbles, pero, en lugar de quedarse en las virtudes, sustentadas en un esperpento sotto voce inocuo como una mesa camilla, empieza el festival de "los bandos". Y, claro, ahí ya todo es un dislate producido por Antena 3 (supongo que a buen entendedor...); es decir, que PÁJAROS DE PAPEL no se equivoca en la forma, sino en el fondo más profundo, lo que es solaz de espectadores miopizados por la televisión contemporánea, que encontrarán (seguramente) un condensado de batallitas de sobremesa con el azúcar justo para quitar el amargor. Por si fuera poco, la escena final ingresa directamente en el terreno de lo paradigmático, faltaba el director en una esquina dando las instrucciones: "Ahora cojan la cebolla, pélenla y acérquensela lentamente a los ojos"...
Saludos en folio.

Lost boys

martes, 8 de noviembre de 2011

Metáfora de una destrucción



El cine, como aglutinador de lo absoluto, revela un gran peligro que se vuelve en su contra: absoluto no es sinónimo de grandioso, espectacular; no es CORAZONADA y no es LA PUERTA DEL CIELO, que sí son dos perfectos ejemplos del fracaso del hombre ante el intento de atenazar lo absoluto. Lo absoluto se pelea con el cine mismo, detesta su manía de encuadrarlo todo y acaba por abandonarlo a su suerte. Cine. Y cine es, más aún, la evocación de lo que ya no existe ¿Qué es, si no, el cine clásico, sino una coreografía de fantasmas apoderándose de nuestra inmaculada percepción? A tenor de lo poco que ha avanzado la manera de contar las cosas en una sala a oscuras, deberían ser objeto de estudio películas como STILL LIFE, en la que Jia Zhang Ke es capaz de dar la bocanada (de aire fresco) más grande, al menos así es en la medida de todas sus posibilidades. STILL LIFE es la historia de una desaparición... o quizá de unas cuantas; primero la de todo un pueblo tras la construcción de la mastodóntica presa de las Tres Gargantas. Lo colosal, lo megalómano; sí, pero no es menos cierto que ahondando en la reflexión humana, no tanto en la confrontación como en el desesperante sentimiento de pérdida. Entroncando con todo ello, la historia del minero que regresa para buscar a su mujer tras nada menos que 16 años fuera, o la enfermera que busca a su marido y sólo encuentra verdades ocultas. La metáfora está servida casi sin querer, sólo hay que saber mirar en la dirección adecuada. Jia Zhang Ke, en tanto que ciudadano chino, no puede criticar a su propio país, pero puede mostrárnoslo tal y como es para que lo critiquemos nosotros, o al menos para que no nos deslumbren sus grandes obras de ingeniería ni su imparable ascenso económico. STILL LIFE detiene su visión en un lugar muy poco común, allí donde no queda nada y los fantasmas han dejado de gritar hace mucho tiempo. Imprescindible.
Saludos anegados.

Naturaleza muerta

lunes, 7 de noviembre de 2011

Los estragos del tiempo



De vez en cuando nos topamos con títulos curiosos que revelan las pasiones secretas de directores que creíamos enganchados en géneros opuestos; tal es el caso del maestro del melodrama, Douglas Sirk, que se saltó su hiperestilización emocional en varias ocasiones a lo largo de su amplia carrera (de traca fueron sus frikadas incursiones en el western con TAZA, SON OF COCHISE y la aventura histórica con SIGN OF THE PAGAN). Y uno de estos "caprichos" fue LURED, un deslavazado batiburrillo pseudo-hitchcockiano ambientado en un oscuro Londres y con una omnipresente Lucille Ball dando réplica a un George Sanders más comedido que de costumbre. Una película engañosa, decididamente comercial (comercial de 1947, digo) y que demuestra a las claras cómo esto de los géneros siempre tuvo tantos maestros como aficionados. LURED trata acerca de un asesino de jovencitas que las atrae a base de escribirles bellos poemas, todos inspirados en Baudelaire; Ball interpreta a una bailarina que se verá inmersa en tan oscuro trajín y que, con una rapidez casi risible, se convierte en ayudante de Scotland Yard, con carnet y todo. No tengan en cuenta el reclamo del cartel, Boris Karloff (ya en franca decadencia) sólo sale unos minutos y en un papel intrascendente, una especie de "pista falsa" de las muchas que el guion ofrece para desespero del espectador. Los actores están bien, todos son nombres más que solventes, pero en otras manos habría cuajado un excelente film de intriga; en cambio, pareciera que Sirk tuviese un poco de reparo en alejarse de sus propias constantes en beneficio de la trama criminal. Un chiste precede a una pelea, todo en mitad de una visita a la morgue mientras Sanders intenta beneficiarse a la Ball porque para eso es un vividor (por cierto, me encantó lo bien visto que estaba en aquella época no pegarle un palo al agua...). Total, que si la ven en un ciclo del maestro Sirk sepan que es de las de perfil bajo, aunque para pasar un rato entretenido sin más también nos vale.
Saludos en rima blanca.

Tidy nice and neat

domingo, 6 de noviembre de 2011

Rincón del freak #44: Lo sumamente intrascendente en el límite de la desaparición de todo sentido empírico



Sale un tipo... no, es una voz en off diciendo que era soldado confederado, y que había guerra; así que salen unos soldados montados a caballo y pegando tiros. Inmediatamente después de esto, el tipo que narraba (parece que un poco acatarrado) está amarrado enfrente de su casa. John Malkovich es el malo, pero pone la misma cara que cuando va a un cóctel en Montecarlo. Queman la casa porque son muy malos y Josh Brolin, que sigue muy amarrado y muy acatarrado, grita porque tiene pena; parece que han quemado a su familia, pero incomprensiblemente nos da exactamente igual. Malkovich le marca la cara para que se acuerde de él ever y le da por finiquitado. Nada de eso, porque los indios lo recogen como las almas caritativas que son y lo curan y le dan poderes. Luego sale Megan Fox, que parece que mastica mierda; es una puta (literalmente) y se pasa toda la película en ligueros. Brolin copula con Fox pero fuera de campo, porque no procede. Brolin no aguanta un chiste, pero va a bares donde la gente se emborracha y hace chistes malos; Brolin no debería ir a esos sitios y nos ahorraríamos algunos fiambres innecesarios. Sí, la película es en el Salvaje Oeste, pero alguien ha inventado un arma de destrucción masiva en forma de balas de cañón. También sale el presidente Grant, que es Aidan Quinn, al que sólo se le ve en primer plano. Brolin habla con los muertos, la gente dice que ha perdido la chaveta, peo él va a lo suyo, para eso es amigo de los indios. Por cierto, los indios no hablan. Malkovich quiere cargarse el planeta el 4 de Julio; vale, de acuerdo, no voy a comentar nada sobre esto... Y para una cosa buena que tiene esta basura llamada JONAH HEX, nadie parece darle importancia; me refiero a Michael Fassbender, un actor intimidantemente bueno que en este cúmulo de despropósitos se come la pantalla recreando a un tipo que sí que da mal rollo, un asesino irlandés que no para de reír mientras secciona tus higadillos. Es el problema de ser una puta mierda de director poniendo el culo ante las exigencias de los estudios. Y... no, no la vean...
Saludos a hierro.

Small town southern man

sábado, 5 de noviembre de 2011

Para lo que hemos quedado



¿Se acuerdan de Christian Slater? Sí, hombre, aquel jovencísimo actor que apuntaba alto mirando arrobado a Sean Connery en EL NOMBRE DE LA ROSA. Agua de borrajas, por supuesto. Slater ha ido desapareciendo progresivamente de una primera línea en la que podría afirmarse que nunca llegó a estar del todo; sin embargo, a mí nunca me ha parecido un actor tan malo, los hay peores con más oportunidades que él. Hace poco vi una película de esas de clara tendencia segundofilista que atendía al sugerente nombre de HE WAS A QUIET MAN... ¿que qué? Bueno, al principio malos augurios. Una producción escasa, secundarios rutinarios, algún que otro efecto de saldo... Todo muy previsible, y todo con la omnipresente interpretación de un Christian Slater casi irreconocible; gordo, calvo, con bigote, gafas y un vestuario terrorífico. Sin embargo, ése es el personaje que debe interpretar, un tipo apocado y hundido en la miseria del que todo el mundo se mofa en la oficina y que sólo parece tener dos cosas en mente: cargarse a sus compañeros y quedarse con la chica mona. Increíblemente, un inesperado giro logra ambas cosas, pero lo que comienza siendo un sueño caído del cielo irá progresivamente tomando el cariz de una comedia negra, negrísima hasta la tragedia. Ahí la verdad es que el film gana enteros, pues no se conforma con dejar flotando apaciblemente la trama, sino que la retuerce varias veces hasta dejarla irreconocible e introduciendo a un secundario de lujo, William H. Macy, que tantas veces ha interpretado este tipo de personajes. No es que sea una maravilla, ni mucho menos, pero a veces es reconfortante comprobar de qué forma el cruel star-system fagocita a sus peluches sólo para devolverlos (en contadas ocasiones, claro) en verdaderos actores fuera de los estereotipos que fueron su tumba profesional.
Saludos parsimoniosos.

Higher ground

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bendita vanguardia



Descubrí esta maravilla por casualidad, navegando a la deriva por internet, que por otra parte es la mejor forma de encontrar las cosas que realmente valen la pena; como cuando ibas a la tienda de discos con 500 pesetas y la única intención de mirar las carátulas; como cuando salías un Viernes por la noche sin ninguna pretensión y encontrabas la encarnación del amor en el sitio más insospechado... PEUR(S) DU NOIR, que es el nombre con el que se engloban los seis cortos animados aquí contenidos, habla, sobre todo, de los miedos internos, las fobias y angustias que acechan tras esos lugares a los que no queremos acercarnos. Y lo hace de una manera que hace tiempo que echábamos de menos en el panorama del cine de animación. Más cercanos a la vanguardia de los setenta y parte de los ochenta que a un trabajo de 2007, los cortos no sólo transmiten inquietud y desasosiego, sino que extrae del espectador, de su subconsciente, una multitud de significados respecto a sus propios miedos. El miedo a ser devorado vivo; a lo desconocido, que habita tras una puerta que nunca ha sido abierta; a perdernos en un laberinto sin salida; a ser observado por "algo"... PEUR(S) DU NOIR no le gustará a mucha gente, de eso estoy seguro; es tal la aglomeración y saturación de la urgencia japonesa (sólo rota por el incomparable Estudio Ghibli) y del "canon" Pixar, que ya empieza a hacer sus estragos por mucho que nos duela (y me confieso admirador del mismo, ojo), que estos rarísimos destellos de independencia creadora suenan exactamente a lo que no son: pretenciosos y pedantes. Yo, por mi parte, lo único que puedo hacer es recomendársela, que la vean con tranquilidad y luego me cuentan. Estoy seguro de que no va a defraudarles.
Saludos en B/N.

Fear of the dark

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mitos escondidos



Autor de una corta, dispar y dispersa filmografía, el barcelonés Agustí Vila, que sorprendió este mismo año con la muy interesante LA MOSQUITERA, se adentró de manera subjetiva en las procelosas aguas del documental hace algunos años para descubrirnos la imposible figura de un español que se fue a Hollywood y vivió el sueño americano de forma transversal. 3055 JEAN LEON es la historia de Ceferino Carrión, paradigma del self made man que tanto y tan bien se valora en Yanquilandia. Y cuenta cómo se marchó de su Santander natal en un barco rumbo al país de las oportunidades; pero sobre todo cuenta cómo sólo las obsesiones (la miseria también ayuda un poquito) son capaces de determinar el destino de un hombre y cambiarlo para siempre. Ceferino Carrión llegó a Los Angeles y trabajó en mil cosas, supo relacionarse, usar su extraordinario don de gentes y, finalmente, abrir su propio restaurante en Beverly Hills, "La Scala", que fue punto de encuentro de las estrellas de Hollywood en sus años de desparrame. Ahora viene el problema...
El problema es cómo confluir el torrente de información (fundamentalmente proveniente de diversas celebrities que le conocieron) en pos de un objetivo que sea al mismo tiempo didáctico, entretenido y arriesgado, y no caer en ningún tipo de complacencia o hagiografía. Difícil, porque aunque intuimos que "algo oscuro debe haber" tras tanto elogio y bombo y platillo, lo cierto es que Vila se encoge en el momento más interesante, cuando sus antiguos empleados parecen querer desvelar qué se escondía tras el mito, revelar al hombre. Así que 3055 JEAN LEON se ve sin grandes sobresaltos, sirve (eso sí) para indagar en una personalidad no muy conocida, pero deja una especie de regusto agridulce y demuestra sobre todo lo terriblemente difícil que es manejar los tiempos en un género, el documental, que necesita desnudez y pudor a partes iguales. Buen intento de dignificarlo en un país de nula tradición documentalista; puede que sea el comienzo de lo que venimos intuyendo poco a poco.
Saludos a la carta.

A new star system has been explored

martes, 1 de noviembre de 2011

Un artista del hambre



Hay películas que se extienden incomprensiblemente en el tiempo empleado para contar lo que quizá no debería sobrepasar la duración de un cortometraje, y otras exactamente en el polo opuesto; films que nacen tímidos, con vocación de no llamar la atención aunque su planteamiento abra un debate tan necesario como interesante. THE LAST CONFESSION OF ALEXANDER PEARCE emplea una hora justa para desafiar todas y cada una de nuestras convenciones sociales, y a fe mía que aquí sí que tres horas podrían haber estado más que justificadas. No estoy tan seguro de que su tema central sea el canibalismo, que también; lo que me dejó pensando un buen rato fue el despojamiento de razón intelectual ante un caso de una extremidad incontestable y, por tanto, desarmante. El nervio, insisto, es la antropofagia obligada de un grupo de hombres, a principios del siglo XIX, que escapa de un aislado penal en la isla de Tasmania, un sitio donde apenas importa que los presos escapen, puesto que el territorio que han de cruzar es absolutamente inhóspito. Efectivamente, a los pocos días el hambre empieza a hacer mella y las personas se convierten en lobos hambrientos, esperando la caída del débil. THE LAST CONFESSION... usa la perspectiva del relato oral para hacernos dudar ¿fue así exactamente o se trata de un último juego cruel por parte de un hombre que sabe que sólo le quedan unas horas de vida? Porque casi todo el metraje es un enorme flashback que proviene de lo que cuenta Pearce, que logró sobrevivir inexplicablemente varios meses cruzando un vasto territorio, sólo para volver a ser capturado y condenado a muerte. Indagando un poco en la insólita naturaleza de este mediometraje, el mensaje subyacente es la brutalidad a la que eran sometidos estos parias; sí, dejan de ser personas cuando el hambre les obliga a asesinar para comer, pero también cuando son recluidos de por vida por un insignificante robo. Es ahí donde THE LAST CONFESSION... se resiente del poco tiempo del que dispone para sostener y hasta ampliar su interesante discurso, menos orientado al simple film de aventuras/misterio y sí a la reflexión social, aunque se trate de un ínfimo suceso en un lugar remoto y hace casi dos siglos...
Saludos famélicos.

Meat man

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!